El Estado irrumpió y volvió a imponerse

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/726/460x390/0/A6A6AC79-958B-4C24-BE5F-545B6165E736.jpeg

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) logró imponerse en las elecciones presidenciales constituyendo una maquinaria que aplastó todo lo que encontró en su camino, gracias al voto de 13 aliados sostenidos por diversos organismos estatales y al abuso de todo género de recursos públicos.

El resultado electoral muestra una sociedad profundamente escindida en tres partes casi similares, con el partido que más votos recibió en la oposición, lo que debería obligar a una concertación político-social para garantizar la gobernabilidad y la estabilidad social y económica.

El PLD logró imponerse.  El conteo de los votos no dejó dudas la noche del 20 de mayo. El PLD y sus 13 aliados llevaron a Danilo Medina y Margarita Cedeño de Fernández a la presidencia y vicepresidencia de la República con el 51.21 por ciento del sufragio, superando por cuatro puntos a la alianza de 6 que encabezó el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), la cual registró el 46.95 por ciento. La diferencia fue de 193 mil 153 votos.

Las encuestas a salida de las urnas fracasaron, incluso la que auspició el Consejo Nacional de la Empresa Privada que según se confió favoreció a Hipólito Mejía 49 a 48 por ciento con segunda vuelta, pero el conteo rápido de Participación Ciudadana, ya a las 9 de la noche, marcaba un resultado casi igual al que al día siguiente sería oficial, 50.95 a 46.94 por ciento, lo que volvió a ratificar la importancia del trabajo de los observadores nacionales.

En el centro de cómputos del PRD nunca se registró diferencia significativa, lo que no justificó que Hipólito Mejía tardara 50 horas para admitir la realidad, aunque explicable por los niveles de inequidad y hasta iniquidad que habían caracterizado la enconada lucha electoral, incluyendo la jornada misma de votación, caracterizada por una masiva compra de cédulas y votos, persecución de dirigentes políticos y ex militares que apoyaban al perredeísta, así como por una prepotente actuación que selló un arbitraje que no logró disimular su parcialidad.

Lo arrojado por las urnas fue coherente con lo que adelantaban las encuestas más acreditadas del mercado y con la descomunal ofensiva final del peledeísmo que casi monopolizó los medios de comunicación, acorraló disidentes e impuso una percepción de invencible, y por un desempeño racional y eficaz de su candidato presidencial, Danilo Medina, cuya capacidad propositiva superó desde el principio a la de su contrincante. Mientras Hipólito Mejía quedaba a la defensiva, sin realizar un rebase final que le permitiera recuperar los tres puntos que lo separaban de la meta, de la cual se había alejado por desaciertos expositivos.

Una división tripartita.  El resultado electoral arrojó una división tripartita de la ciudadanía en capacidad de decidir en proporciones casi similares. De los 6 millones 502 mil 968 electores, el 30.24 por ciento no hizo valer su voto, el 35.72 por ciento lo otorgó a la coalición victoriosa y el 34.03 por ciento a la oposición, con el 32.75 concentrado en el PRD y sus cinco aliados.

El territorio quedó escindido en dos, con la coalición oficialista ganando en 16 provincias y el Distrito Nacional, y la opositora en 15. Pero por partidos el PRD superó al PLD en 28 de las 31 provincias y en la totalidad de los votantes por 200 mil votos con puntuación de 42.13 a 37.73 por ciento. Sin aliados, el PLD sólo lidera en el Distrito Nacional y las provincias Santo Domingo, San Juan (la del candidato) y La Romana

Aunque la eficiente maquinaria peledeísta resultó más imponente que nunca, el balance de las urnas indicó la decadencia o el desgaste del partido. Le convendría considerar qué cantidad de sus votos aportó el vigoroso sector externo que se orquestó en torno a Medina, cuyos dirigentes antes de las elecciones  llegaron a cuantificarla sobre el millón, aunque esta cifra parece exagerada.

El Partido Reformista Social Cristiano sorprendió al obtener el 5.87 por ciento de los votos, 1 por ciento más que en el 2008 cuando postuló a Amable Aristy Castro, aunque ésta vez no presentó candidatura propia, y pese a que el patriarca higüeyano apoyó a Hipólito Mejía. Por ahí se hacen cálculos sobre cuántos de los seguidores de este pudieron ser “incentivados” a abandonarlo.

También ha llamado la atención la baja votación obtenida por las candidaturas alternativas de Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Julián Serulle y Max Puig que, víctimas de la bipolarización y la inequidad, sólo totalizaron el 1.83 por ciento de los votos. Entre ellos sobresalió el primero con el 1.37 por ciento, mientras los otros tres quedaban en 0.21, 0.14 y 0.21, muy por debajo de “partidos siglas” que ni siquiera hicieron propaganda, y por ahí también se tejen especulaciones sobre el clientelismo estatal, el poder económico y la compra de votos en pequeñas comunidades.

Concierto para reformas.  Lacerante para los sectores que han luchado por adelantar el país, la institucionalidad y la más elemental equidad democrática quedaron heridas en el proceso, con claros indicadores de que el usufructo de los recursos estatales, la acumulación impúdica y el clientelismo han creado un sistema partidista y electoral profundamente viciado, que impide la emergencia de alternativas.

Numerosos analistas políticos, instituciones como Participación Ciudadana,  y dirigentes como el vicepresidente de la Fundación Institucionalidad y Justicia Servio Tulio Castaños, están advirtiendo los peligrosos niveles que está alcanzando el deterioro institucional y reclamando un nuevo concierto para reformas políticas y sociales y el  respeto de la ley y los preceptos constitucionales. El columnista Homero Figueroa lo diagnosticó así en Diario Libre  del viernes: El esqueleto moral de la Nación está partido por todas partes. Los límites que impone la decencia se sobrepasaron. El todo vale se impuso. La peor de nuestras dolencias es la compra de conciencias. La utilización, hasta el agotamiento de los recursos públicos en supuestas acciones sociales, es el colmo de la irresponsabilidad. El país necesita un yeso moral para saldar esas fracturas”.

Con un insostenible déficit fiscal y sin poder reproducir el endeudamiento de los últimos años, el gobierno de Danilo Medina afrontará una difícil situación, con un partido en progresivo debilitamiento de legitimidad popular y una gran oposición al frente. Tiene enormes desafíos que no podrá solventar exitosamente sin un amplio concierto político para reformas económico-sociales y fiscales que garanticen la gobernabilidad.

Una reforma política profunda, que rectifique el deterioro de la institucionalidad democrática, incluyendo poner fin a arbitrajes electorales parcializados, será imprescindible para alcanzar un nivel de armonía nacional que supere los peligros de la división tripartita. Sin que el sistema político se auto imponga algunos límites será un riesgo grave pretender imponer mayores cargas tributarias a una sociedad harta del clientelismo de la corrupción y de la malversación

De nuevo venció el Estado

Sería mezquino ignorar el excelente desempeño que logró Medina en la campaña, imponiendo su discurso hasta por encima de la ceguera de propios compañeros de partido, neutralizando el fardo del desgaste y el desacierto gubernamental, y proyectándose como rectificador. Desde la ardua lucha para obtener la candidatura de su partido logró constituir un cualificado “sector externo” que lo ayudó de forma significativa a proyectar su promesa de renovación.

Sin embargo, en la memoria colectiva resonó la expresión con que Medina reaccionó cuando el proyecto reeleccionista de Leonel Fernández le impidió alcanzar la candidatura del PLD para el 2008: “me venció el Estado”. La irrupción del poder del Estado a lo largo de la campaña electoral constituyó una ventaja incuantificable pero obviamente apabullante, documentada por los medios de comunicación que lograron escapar al control gubernamental así como por los informes de observación electoral del movimiento Participación Ciudadana”.

El nivel de interferencia en la campaña del Presidente de la República, criticado por los observadores de la OEA y hasta en los ámbitos diplomáticos, superó los límites de lo aceptable en cualquier democracia siquiera de mediana intensidad. Fernández superó su promesa de septiembre de invertir 40 mil millones de pesos para garantizar la victoria de su partido. El morado que tiñó el suroeste y casi toda la franja fronteriza concentradora de la pobreza nacional podría ser un indicador de los efectos de los repartos de alimentos y electrodomésticos financiados con los fondos públicos.

Por otro lado es imposible medir los efectos del minucioso seguimiento que la maquinaria peledeísta dio a los beneficiarios de los programas sociales, identificados y visitados para intimidarlos. Tampoco escapa al análisis el hecho de que fueron decisivos  los 611 mil votos (13.4 por ciento) que aportaron los aliados del PLD, partidos que se han nutrido de los cargos, empleos y recursos de los organismos estatales que les entregaron, en pago a su lealtad política, para utilizarlos a su conveniencia.

 

Reto a la institucionalidad demócratica dominicana

Por Juan Bolívar Díaz

Los avances democráticos e institucionales de la sociedad dominicana estarán a prueba hoy en la elección presidencial más apretada del siglo 21, tras una prolongada campaña electoral caracterizada por la inequidad y las descalificaciones que parecen haber dividido profundamente al electorado en dos mitades casi iguales.

De mantenerse el promedio de abstención del 27.7 por ciento en las elecciones presidenciales de las últimas décadas, unos 4 millones 700 mil ciudadanos acudirán a las urnas en todo el país y en otras diez naciones y 7 territorios insulares, sin descartarse que pueda ser necesaria una temida segunda vuelta que solo ha tenido lugar en 1996.

Votarán unos 4.7 millones.  Aunque el padrón de electores asciende a 6 millones 502 mil 968 ciudadanos y ciudadanas, solo unos 4 millones 701 mil acudirán a las urnas, si se mantiene la abstención del 27.7 por ciento que han promediado las elecciones presidenciales dominicanas a partir de la etapa democrática iniciada en 1978, 26.6 en las tres últimas y 28.6 en la del 2008.

Los abstencionistas tienden a aumentar en la medida en que se alejan del 2000, cuando se hizo el actual registro electoral, por efecto de los movimientos migratorios dentro y fuera del país que dejan lejos de sus colegios a decenas de miles de personas negligentes en la actualización de su residencia y por un menor interés de las nuevas generaciones en una política que muchos rechazan. El voto en el exterior, que se producirá por tercera ocasión, compensaría en parte, pero aunque ha crecido en 173 mil electores (70 por ciento) desde el 2008, solo representa el 5 por ciento del total.

Suman 386 mil 571 los nuevos electores en el padrón actual (6.3 por ciento), en relación a los 6 millones 116 mil de los comicios del 2010, pero casi el doble 738 mil 581 (12.8 por ciento) de los empadronados para la elección presidencial del 2008. Aunque se pondera el poder del voto juvenil, la población entre 18 y 29 años no alcanza la cuarta parte, en tanto la mayor de 40 años supera la mitad, y el segmento de más de 50 años lidera con 30.45 por ciento.

De los empadronados en 108 ciudades y localidades del exterior el 67.93 se localiza en Estados Unidos y 19.07 en Europa para abarcar el 87 por ciento. En el país, el 54.2 por ciento de los electores se concentra en el Distrito Nacional  y las provincias de Santo Domingo,   Santiago, San Cristóbal y La Vega.  En la zona urbana capitalina está el 32.9 por ciento, aunque por región, la Norte encabeza con 37.9 por ciento.

Un resultado muy cerrado.  El análisis de las encuestas, sondeos y percepciones permite predecir un resultado muy cerrado en la votación de este domingo entre los candidatos Danilo Medina e Hipólito Mejía, de los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Dominicano (PRD), a los cuales las encuestas atribuyen entre el 94 y 97 por ciento de las intenciones de voto.

Una vez más las candidaturas alternativas, representadas esta vez por cuatro acreditados ciudadanos, Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Max Puig y Julián Serulle, podrían ser víctima de la bipolarización, temiéndose incluso que a último momento parte de sus simpatizantes emigren hacia el “voto útil” por rechazo al Gobierno. La fina columnista Inés Aizpún lo expresó en el Diario Libre el jueves refiriéndose a la avasalladora ofensiva de la candidatura oficialista, “que ha invalidado, por el momento, cualquier  oportunidad de una tercera fuerza, o es PLD o PRD”.

Resalta que los 26 partidos reconocidos solo hayan generado 6 candidaturas. El PLD lleva 13 aliados y el PRD 5, después que le rechazaron dos. Por primera vez el Partido Reformista Social Cristiano no lleva candidato propio, aliado al partido de Gobierno, lo que lo ha escindido y lo pone en peligro de quedar entre los minoritarios.

El derroche propagandístico y el abuso sin límites del poder estatal y la proliferación de encuestas con balance a favor de Medina han logrado construirle una imagen de vencedor, fortalecida por el hecho de haber obtenido 5 y 6 puntos de ventaja en las dos encuestas más acreditadas del mercado, la Gallup-HOY y la Penn-Schoen.  De un total sin precedente, de 17 firmas encuestadoras, 10 han arrojado ventaja para el PLD y 7 al PRD. De estas últimas las más acreditadas internacionalmente son la Bendixen y Amandi, que esta semana otorgó 52 a 45 a favor de Mejía, y la CID Gallup que le da ventaja dentro del margen de error.

Los perredeístas se alientan reivindicando un “voto secreto” entre el millón 800 mil beneficiarios de tarjetas de subsidios gubernamentales y más de 600 mil empleados estatales, intimidados por el seguimiento oficial, y porque en comicios anteriores con Mejía de candidato  sacan entre 3 y 6 puntos más de lo que le han otorgado las encuestas Gallup y Penn. En el 2000, la Gallup-Rumbo (2-7 de mayo), registró 46 por ciento al PRD y consiguió 49.87.  En el 2004 la Gallup-Diario Libre marcó 30 por ciento para Mejía buscando la reelección, y la Penn-Schoen de mayo solo el 27 por ciento, y las urnas le otorgaron 33.65. En 2008, la Gallup-HOY 11-15 de abril, atribuyó al PRD con Vargas Maldonado de candidato, el 37.4 por ciento, y consiguió 40.4.

Inequitativa y antidemocrática.  Cualquiera que sea el desenlace de las urnas, esta campaña electoral ha ratificado las debilidades institucionales de la nación  y la adolescencia de la democracia dominicana. La ausencia de regulaciones y la incapacidad de los organismos electorales para cumplir su rol, derivado de los compromisos partidarios de sus integrantes más claros que nunca, han manchado el proceso electoral.

El movimiento cívico Participación Ciudadana y la Fundación Justicia y Transparencia marcaron sin disimulos la inequidad de la campaña electoral señalando un gasto desmesurado y  gran malversación de recursos públicos, especialmente por la candidatura oficialista, a la que atribuyen 69 y 75 por ciento del gasto publicitario y el abuso de los medios estatales de comunicación. También han denunciado la contaminación visual y sonora, el transfuguismo y la prevalencia de las dádivas.

Participación, que confrontó graves obstáculos por parte de la Junta Central Electoral para repetir la observación electoral que la ha acreditado desde 1996, resaltó el papel protagónico del presidente Leonel Fernández en la campaña, el desbordamiento del gasto gubernamental con interés partidario hasta registrar un déficit presupuestario de entre 45 y 48 mil millones de pesos en los primeros cuatro meses del año y la prevalencia de las políticas clientelistas.

Dentro de ese cuadro resultó extraña la afirmación atribuida al expresidente uruguayo Tabaré Vásquez, cabeza de una misión de observación de la Organización de Estados Americanos, de que este proceso electoral sería “un ejemplo para América Latina”, a no ser que sea de inequidad, clientelismo, malversación de recursos estatales, abuso del poder y falta de las regulaciones que una misión de la misma OEA plasmó en un proyecto de ley electoral que entregó en septiembre pasado y que duerme el sueño de una gaveta legislativa.

Es posible la segunda vuelta

Aunque nadie lo desea, por el costo económico, institucional y hasta emocional que conllevarían otras cinco semanas de campaña, no se puede descartar una segunda vuelta, con un resultado muy cerrado entre los dos punteros, aún con un 3 o 4 por ciento repartido entre los otros cuatro candidatos. Para muchos la diferencia podría depender de quién lleve más gente a las urnas, compre o anule votos, y por eso se teme la ocurrencia de violencia y graves conflictos.

Si se dan por válidos los resultados de las dos encuestas más acreditadas, con apenas 2-3 puntos por encima del margen de error, y se repite la tendencia de Mejía a superar sus registros, se tendría un resultado de virtual empate por debajo del 50 por ciento. La Gallup solo otorgó a Medina 0.6 por ciento por encima de la mitad hace ya un mes, y la Penn 1 por ciento dos semanas atrás. Tampoco se puede descartar un mayor avance oficialista ni un rebase opositor, porque las encuestas, por diversas razones, han tenido múltiples fracasos, algunos estrepitosos como en Colombia en  2010 y en Nicaragua en  1990, cuando el régimen sandinista logró infiltrarlas. O porque al votar los electores sean más sinceros que en las encuestas.

Es obvio que el “voto útil” que provendría de opositores no perredeístas, el “voto de cansancio”, por rechazo al continuismo, y el “voto secreto” por efecto del temor a perder favores gubernamentales, se inclinarían por  Mejía, pero el poder coercitivo y las dádivas de última hora abonan a favor de Medina, lo mismo que el control absoluto del arbitraje y el tribunal electoral. En ambos polos hay “expertos en “compra de votos”, una de las aberraciones que todavía en 2010 mancharon los comicios, por lo que se temen conflictos en la jornada de votación. Ya el viernes, la Alianza Dominicana contra la Corrupción denunció una “compra masiva de cédulas” y  en algunos lugares se identificaba a los traficantes.

Hay consenso entre analistas políticos de que en cualquier dirección, un resultado muy apretado generará conflictos que profundizarán la división en casi dos mitades del electorado y que podrían generar graves dificultades de gobernabilidad a quien resulte electo.

 

Competencia cerrada genera preocupación

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/722/460x390/0/FB6B9867-10A2-435A-8B94-993AE1B5D79B.jpeg

A una semana de la elección presidencial la competencia cada día más encarnizada entre las dos opciones mayoritarias y la percepción de que el resultado de las urnas será muy cerrado genera tensiones y hasta temores de que se ponga en peligro la institucionalidad democrática y la gobernabilidad del país.

La irrupción en la campaña del presidente Leonel Fernández, con amplio despliegue del poder del Estado, y los informes sobre el desbordamiento del gasto gubernamental y una propaganda aplastante de la candidatura oficialista configuran una de las competencias más inequitativas de la aún incipiente democracia nacional.

Cansancio y tensiones.  En diversos estamentos sociales se percibe cansancio, que se refleja hasta en los mismos partidos políticos, por una campaña electoral tan intensa y extensa que se aproxima al año, si se mide a partir de la elección de los candidatos presidenciales de los dos partidos mayoritarios. Hipólito Mejía, del Revolucionario Dominicano (PRD), fue electo el 6 de marzo, y Danilo Medina, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el 28 de junio del 2011.

Los temores, incluso por la posibilidad de una segunda vuelta,  aumentan porque las encuestas proyectan una votación bastante cerrada y con potencial conflictivo, en contraste con las tres anteriores elecciones presidenciales, cuando siempre se configuraba un claro ganador. Mejía duplicó a Medina en el 2000 (49.85 a 24.94 por ciento),  Leonel Fernández ganó a Mejía en el 2004, por 23 puntos (57 a 34 por ciento), y también a Miguel Vargas en el 2008 con diferencia de 13 puntos (54 a 41)

Entre las peculiaridades de esta campaña resalta la presencia de 15 firmas encuestadoras que dividen sus resultados entre los dos principales competidores, pero en general con diferencias por debajo del 6 por ciento y varias dentro del margen de error. En la generalidad de los países de la región se publican entre tres y cinco encuestas. A favor de Medina se inscribe el hecho de que ha sido favorecido en las dos  más acreditadas del mercado, la Gallup-HOY y la Penn/Schoen que en abril le han arrojado ventajas de 6 y 5 puntos. Otras seis encuestadoras contratadas le han favorecido: Asisa, Newlink, Hamilton Campaigns, Insight, Alfonso  Cabrera y Bernenson.

Al  candidato del PRD le han favorecido los resultados de dos consideradas independientes, la Greenberg-Diario Libre, con sólo 3 puntos de ventaja, y la CID-Gallup, apenas por 1.4 por ciento. Cosecha mayores frutos en las contratadas  Bendixen/Amandi, ABC Marketing, Analytics, Centro Económico del Cibao y Ana María Acevedo.

El presidente en campaña.  Más allá de la violencia que ha cobrado dos vidas en la provincia Espaillat, de las campañas sucias y del discurso descalificador y ofensivo, lo que ha caracterizado el proceso electoral es la ausencia de un arbitraje regulador e independiente y la irrupción del Presidente de la nación, que disputa el protagonismo hasta al candidato de su partido.

El doctor Fernández ha estado recorriendo el país en caravana, seguido por altos funcionarios nacionales y locales, en helicópteros y vehículos, con choferes, combustibles y dietas del Gobierno. Sus visitas son precedidas y seguidas de repartos de alimentos y electrodomésticos, mientras inaugura y anuncia nuevas obras, algunas tan costosas como la carretera norte-sur. El miércoles pasado Comedores Económicos del Estado repartió 6 mil raciones de alimentos y 60 mil pollos en la provincia Dajabón, con menos de 50 mil electores, como lo dispuso el mandatario en visita días antes. Allí dejaron de manera fija una cocina móvil para distribuir alimentos cocidos. Y una nota del organismo dijo que lo mismo está haciendo en otras 24 provincias.

Basados en informaciones oficiales, los economistas Fernando Alvarez Bogaert,  Apolinar Veloz y Miguel Ceara Hatton han cuantificado entre 45 y 48 mil millones de pesos el déficit fiscal acumulado en los primeros 4 meses del año por el desbordamiento del gasto del gobierno. Al 20 de mayo podría acercarse a los 60 mil millones de pesos, suma muy superior a los 40 mil millones que el mandatario anunció en Nueva York, en septiembre, que gastaría para asegurar el triunfo de su partido. La incertidumbre creció esta semana en los ámbitos empresariales con la divulgación de un informe del FMI que ya en diciembre declaraba la insostenibilidad del déficit fiscal por lo que plantea un paquete tributario para buscar al menos 80 mil millones de pesos adicionales.

En ámbitos diplomáticos impactó la declaración presidencial de que el primer boletín de la Junta Central Electoral indicará la victoria del PLD. El viernes proclamó que su prioridad es ganar en todas las provincias. Causó impresión el despliegue de la galería de fotos de los jefes militares proclamándose garantes de las elecciones, como en los años de los fraudes balagueristas. Otro factor de incertidumbre es el manifiesto empeño de las autoridades electorales en obstruir la observación electoral y el conteo rápido del movimiento cívico Participación Ciudadana.

Al aumento de las preocupaciones se atribuyó la visita al presidente Fernández de una docena de los más importantes embajadores acreditados en el país, incluyendo al de Estados Unidos y la de la Unión Europea. Quisieron mantener un discurso diplomático pero  declararon que esperan elecciones transparentes. Esa visita no ocurre en ningún país donde haya confianza en el respeto al procedimiento democrático. El embajador de Venezuela declaró que no asistió al encuentro porque no es su línea la injerencia en asuntos internos de los dominicanos, confirmando la preocupación.

Desafíos para el PRD.  Quedando 6 días de campaña es sorprendente los limitados recursos que ha invertido en propaganda la candidatura perredeísta en una competencia enormemente desigual que ha dejado casi en el anonimato a las otras cuatro candidaturas, víctimas una vez más de la recurrente bipolarización.

Hipólito Mejía se ha batido no sólo contra su contrincante Danilo Medina, que a diferencia de él se ha manejado  personalmente con extrema prudencia para no cometer errores. Pero también ha tenido de frente al presidente Fernández y su gobierno, a la primera dama Margarita Cedeño y para colmo hasta al presidente de su propio partido, cuya esposa y los cuadros que le quedan ya hacen campaña abierta en contra de Mejía y a favor del oficialismo.

La ofensiva peledeista gubernamental ha sido tan grande en las últimas semanas que los perredeístas han aparecido a la defensiva, perdiendo la iniciativa. Agotaron temas hipersensibles como el de la tremenda corrupción gubernamental, pero no han sido suficientemente propositivos de correctivos.

Los estrategas perredeístas dicen estar conscientes de que tienen que remachar dando seguridades a los que tienen las tarjetas de subsidios, dirigirse más a las mujeres que favorecen ampliamente al PLD, y enfatizar los temas del empleo, costo de la vida, seguridad ciudadana, reducción del dispendio y promoción de los sectores productivos.

Frente a una mayor avalancha de recursos por parte del peledeísmo, tendrán que apelar finamente, con propuestas específicas, a los sectores inconformes que todavía no acaban de aceptarlos como alternativa válida y donde habrá rechazo al dispendio final.

Es criterio generalizado entre los analistas que para ganarle a una maquinaria con tanta vocación de poder como la peledeísta, y con el arbitraje electoral tan claramente en contra, los perredeístas tendrán que tener una arremetida final de calidad.-

Propaganda apabullante
La maquinaria propagandística con que cuenta la candidatura del PLD es apabullante, acaparando más de dos tercios de toda la publicidad política  en los medios de comunicación y las vías públicas, como ya documentó Participación Ciudadana en su cuarto informe de observación electoral. Pero además controla editorialmente varios canales de televisión y decenas de radioemisoras en manos del Estado, que se manejan como aparatos propagandísticos propios, y una red de más de dos mil comunicadores pagados en todo el país que influyen sobre periódicos, noticiarios y programas de opinión en radio y televisión.

Incentivando a unos y poniendo presiones sobre otros los gobiernistas han logrado ventajas notables hasta en los más rancios periódicos, algunos de los cuales parecen instrumentos de propaganda partidista, en lo que ya se estima como una degradación del periodismo dominicano. Esta semana se llegó al extremo de denunciar como conspirativo un encuentro del candidato del PRD con un grupo de periodistas donde hubo un animado y diverso diálogo sobre las perspectivas electorales y sorprendió el optimismo que mantuvo Mejía.

Al partido morado y su docena de grupos aliados le sobran recursos para sacar un nuevo spot de  radio y televisión cada día y hasta para distribuir más de cien mil DVD en uno de los diarios gratuitos. Con mayor eficiencia los peledeístas parecen haber aplastado la maquinaria propagandística de sus competidores, y hace semanas que están llamando uno por uno a los electores para invitarlos a votar por su candidatura, dando seguimiento especial al millón 800 mil posesionarios de las tarjetas de los programas de subsidios gubernamentales.

 

Gallup otorga a Danilo una significativa ventaja

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/718/460x390/0/1CBA32DE-A331-4A14-A3C3-8947FC514BAA.jpeg

Los seis puntos de ventaja que registró la última encuesta Gallup-HOY publicada el viernes a favor del candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Danilo Medina, son bien significativos si se le agregan los amplios beneficios que da el control del poder del Estado  en la endeble democracia dominicana.

Algunos indicadores dejan dudas pero en cualquier caso el candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Hipólito Mejía, tendrá que desarrollar una muy exitosa campaña en las tres semanas que quedan para ganarse el favor del electorado y por lo menos provocar una segunda vuelta.

Resultado sorprendente.  El resultado de 50.6% a 44.6% registrado por la encuesta Gallup-HOY sorprendió a los observadores y analistas por cuanto se realizó entre el 14 y 18 de abril cuando la candidatura peledeísta aparecía sacudida por el escándalo de corrupción internacional derivado de la banca de financiamiento político documentada a su secretario de organización y senador Félix Bautista.

Sin haber podido desmentir las cuentas bancarias exhibidas por la periodista Nuria Piera ni revocar el escándalo en Haití por el otorgamiento de contratos grado a grado por 385 millones de dólares al influyente peledeísta, el partido morado apareció a la defensiva durante el último mes, pero eso no declinó las preferencias por su candidato presidencial que en las encuestas Gallup mantiene una curva ascendente desde noviembre cuando redujo a 5 puntos la desventaja de 14 que registró en agosto para encabezar en marzo por tres puntos porcentuales.

La Gallup junto con la Penn and Schoen (46 a 44 por ciento a favor de Medina en enero) son las encuestas más acreditadas del mercado electoral dominicano. En cambio la Greensberg, que por ser para el Diario Libre se le estima independiente, arrojó a fines de marzo 49 a 46 por ciento a favor de Mejía.

Además de su propio desempeño como candidato, viniendo de una clamorosa victoria en la lucha interna del PLD cuando la maquinaria del poder le era adversa, Danilo Medina cuenta ahora con todo el apoyo de ella, del partido y del presidente Leonel Fernández lanzado a la campaña electoral gastando sin regateos hasta acumular un déficit fiscal de 30 mil millones de pesos en el primer trimestre del año, e iniciando obras hasta de la magnitud de la carretera Cibao-Sur. Casi dos de cada tres encuestados (63 por ciento) considera que el Gobierno utiliza recursos públicos en la campaña.

El apoyo del Estado y una masiva propaganda que alcanza porcentajes del 70 y 80 por ciento del total invertido en vallas y afiches, en prensa, radio y televisión (documentada en la molestosa observación electoral de Participación  Ciudadana) y una inmensa red de medios de comunicación y comunicadores en toda la geografía nacional, podrían explicar el sistemático crecimiento de la candidatura peledeísta. Cualquier comparecencia de dirigente o funcionario es transmitida por una docena de canales de televisión.

 Extrema bipolarización.  Esta encuesta Gallup-HOY muestra una extrema bipolarización, al atribuir el 95.2 por ciento de las intenciones de voto a los candidatos de los dos partidos mayoritarios, proporción similar al inequitativo financiamiento estatal, con apenas 3.7 por ciento a los otros cuatro candidatos presidenciales, y un bajísimo 1.2 por ciento de indecisos, dejando poco margen para inversión de las preferencias.

Los candidatos alternativos siguen siendo víctimas de la bipolarización, de la inequidad de recursos propagandísticos, del clientelismo y de una cultura de exclusión que tiende a ignorarlos. Guillermo Moreno alcanza 2 por ciento de las preferencias, y Eduardo Estrella 1.4. Max Puig y Julián Serulle a la zaga con 0.2 y 0.1 por ciento.

Al no indicarse la proporción de los que no se han decidido a votar resulta difícil estimar la medida en que esa pudiera ser una fuente nutricia para una campaña de sensibilización del voto. Se establece que un 18 por ciento pudiera cambiar su preferencia electoral. El promedio de abstención es del 28 por ciento en las elecciones de la etapa democrática iniciada en 1978. En el 2008 alcanzó 29 por ciento.

Visto por los niveles socio-económicos, los más altos favorecen abrumadoramente a Medina 59 a 37 y los medios-medios por 10 puntos, 53 a 43. Se reduce a solo un punto en los medios bajos y muy bajos, donde el balance es de 48 a 47 por ciento. Pasa ligeramente del 50 por ciento tanto en las zonas urbanas como  rurales y saca mayor ventaja entre las mujeres, por 57 a 39. Hipólito gana entre los hombres por 52 a 44 por ciento.

Hipólito en cuesta arriba.  La candidatura de Hipólito Mejía está urgida de un golpe de suerte, primero que alguna otra encuesta más o menos independiente, como la Penn and Schoen o la Greenberg-Diario Libre, aparezcan pronto y le inviertan la desventaja o por lo menos se la reduzcan, antes que surta efecto el “voto oportunista” de los que se suman “al que va a ganar”.

El esfuerzo concertado y la puntería tendrían que ser afinados en función de los sectores insatisfechos con la gestión peledeísta que el discurso de Mejía no ha podido convencer de que es una alternativa válida. La misma encuesta indica dónde tendrán que concentrar su mayor ofensiva proselitista y cuáles son las mayores preocupaciones de la población: desempleo, inflación, inseguridad ciudadana, financiamiento a la educación, apagones, tráfico de drogas y corrupción.

Si los peledeístas tienen identificados los beneficiarios de las tarjetas de los programas sociales, los perredeístas pudieron haber conseguido lo mismo para tener acceso directo y llevar confianza a ese sector tan vulnerable por la pobreza en que viven. No es tan difícil en las pequeñas y medianas comunidades.

La campaña de radio y televisión del PRD ha estado limitada y con muy poca variación. Se creía que aumentaría considerablemente en la recta final, lo que no ha ocurrido y les queda poco tiempo para la innovación.

Tal vez ya sea un poco tarde, pero don Hipólito Mejía no debe darse el lujo de una sola frase altisonante más, como la de los “pelafustanes de la Suprema Corte” que sepultó el magnífico discurso que acababa de pronunciar en un evento de Finjus en la Universidad Pedro Henríquez Ureña, donde formulaba un programa de austeridad y combate a la corrupción.

En un país donde casi todo se compra y se vende, y el financiamiento clandestino rebasa la frontera y cruza océanos, hasta las mejores encuestas pueden ser vulneradas, lo que no debe ser vulnerable es el candidato presidencial. A Hipólito Mejía se le ve cuesta arriba y necesitado de nuevas energías, por lo menos para ganar tiempo provocando una segunda ronda.

Los más pobres decidirían

Pero según Gallup-HOY la ventaja de Medina está determinada por las  enormes diferencias en las regiones Sur y Este, en la primera de 27 puntos (62.6 a 35.4) y de 16 puntos en la segunda (55.6 a 39.2). En la provincia de San Cristóbal, la cuarta en mayor acumulación de electores (después de Santo Domingo, DN y Santiago), se registra una diferencia desproporcionada entre los candidatos punteros con 64 a 34 por ciento a favor de Medina, sin algo que lo explique.

Llama la atención que en relación a marzo Mejía cayera entre los orientales de 52 a 39 por ciento, 13 puntos, y que Medina subiera 14, de 42 a 56 por ciento, justo después que el caudillo higüeyano Amable Aristy Castro respaldara al candidato perredeísta, dado el dominio que el reformista ha mantenido en la región, especialmente de la provincia Altagracia.

Entre las regiones metropolitana y Norte se produce un relativo equilibrio, pues el candidato del PLD sale adelante en la primera y el del PRD en la segunda, en ambos casos con diferencia de cinco puntos, 50 a 45 por ciento. Con una pequeña ventaja para el perredeísta ya que la región Norte aventaja 38 a 33 en el porcentaje del padrón electoral del 2010. Sorprende que en el Distrito Nacional ahora Mejía supere a Medina por 5 puntos, cuando antes era una de sus jurisdicciones adversas, y en cambio que en Santiago, que se le atribuía “absoluto dominio”, solo saque 0.7 de ventaja. En la provincia Santo Domingo, la mayor concentración de electores y reservorio de una alta proporción de la pobreza de la región metropolitana, la ventaja de Danilo es de 8.3 por ciento.

El cambio de las preferencias en Santiago podría relacionarse con la concentración en esa provincia de esfuerzos políticos y recursos estatales, lo mismo  que en las regiones Sur y Este, que son las más pobres del país, donde el millón 800 mil tarjetas de los diversos programas gubernamentales pudieran surtir más efectos, especialmente en las pequeñas y medianas comunidades donde todos se conocen. Al votar pudieran tener más seguridad del secreto que respondiendo a encuestadores.

 

Impunidad y cinismo en la campaña electoral

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/715/460x390/0/39C964B8-D259-4D92-B5EF-8898C76A65DB.jpeg

La impúdica exposición de las pruebas del delito de espionaje telefónico de indudable intencionalidad política y con abierto apoyo de las autoridades nacionales, constituye un grave escándalo que sacudiría a cualquier nación siquiera de mediana intensidad democrática y obligaría a inmediatas reparaciones.

Pero como un escándalo sepulta  al anterior, las exposiciones de intercepciones telefónicas han logrado parcialmente el objetivo de desplazar del primer plano la transnacionalización de la corrupción nacional sintetizada en la banca de financiamiento  del senador y secretario de organización del partido oficialista, Félix Bautista.

Las pruebas del delito.  Hace décadas que los dominicanos han aceptado sin rubor la práctica del espionaje telefónico, que se inició en las dictaduras de Trujillo y Balaguer con clara intencionalidad política para luego extenderse a la competencia empresarial y luego a las relaciones íntimas de las personas para chantajearlas. Aparte de los “organismos de seguridad del Estado” han surgido varias prósperas empresas de espionaje y en ocasiones bancos han tenido sus propios “expertos” en la materia, hasta por razones de contraespionaje. De poco han servido los esporádicos escándalos, ya que una de las primeras visitas de los presidentes recién electos es la que se realiza al gran capo del espionaje telefónico que toda la sociedad reconoce.

Empresarios y líderes políticos y sociales de todos los sectores lo señalan por lo bajo, porque prefieren no atraerse sus miradas y escuchas.

Lo que nunca había ocurrido es que se realizaran dos ruedas de prensa de  indudable manufactura política donde se formularan acusaciones sin más fundamento que la grabación de conversaciones privadas que en sí mismas no pasan la más elemental prueba de un juez de instrucción.

La primera de ellas celebrada en el Palacio Nacional el 12 de abril, ante la presencia, entre otros, del procurador general de la República y su par haitiano y del ministro de Relaciones Exteriores dominicano.

Una semana después son cuatro diputados que también entregan copias de la grabación de otra conversación telefónica entre dos dirigentes de su propio partido, pretendiendo que sea aceptada como una prueba de que se trama el asesinato nada menos que del presidente del principal partido de oposición, aunque abiertamente opuesto a su candidato presidencial en clara expresión de la miseria institucional del sistema partidista dominicano.

En ambas “ruedas de prensa” no se permitieron preguntas de los reporteros convocados, obviamente para no tener que explicar el origen de la grabación.

Atropellos de campaña.  Ni la conversación grabada al excoronel Pepe Goico, uno de los encargados de la seguridad del candidato presidencial Hipólito Mejía, con un empresario haitiano, ni la del dirigente político Guido Gómez Mazara con un colega regional, demuestran en sí mismas la existencia de una trama, sino que más bien son expresiones comunes en conversaciones privadas.

No sería igual pronunciadas en la radio o la televisión, o en una tribuna pública. Por eso nadie, ni los ejecutivos judiciales las han tomado en serio en los dos países.

La imputación a Goico de tramar para desestabilizar el Gobierno de Haití contiene mayores dosis de irresponsabilidad por provenir de altas autoridades de los dos países, coaligadas en un interés común de aplacar un escándalo de corrupción que concierne a ambos gobiernos y sobre el cual ninguno muestra el menor interés en aclarar, pero que ha producido sacudimientos en la vecina nación, incluyendo la renuncia de su primer ministro.

La situación es tan delicada que el embajador dominicano en Haití, el reputado sociólogo Rubén Silié, llamó la atención de que se puedan destruir en la campaña electoral los esfuerzos de los últimos años por  mejorar las relaciones bilaterales, y de paso se desligó de la rueda de prensa donde se denunció la supuesta trama, indicando que él allí solo tuvo una “presencia circunstancial”.

Confesar que los “organismos de seguridad del Estado” graban las conversaciones de un encargado de seguridad del principal candidato opositor en medio de una campaña electoral constituye un escándalo político impropio de una democracia.

Eso no se hace pero menos se confiesa en la propia sede del Gobierno en ningún régimen de derechos y en presencia del Procurador General, quien está en el deber de perseguir todo género de delitos. En el caso de los cuatro diputados no se reveló la autoría de la intercepción telefónica, lo que podría implicarlos directamente en la ejecución del delito.

Claro objetivo político.  Ni aquí ni en Haití ha aparecido alguien que le confiera seriedad a la denuncia de trama contra el presidente haitiano, Michel Martelly,  y los medios informativos coinciden en señalarla como un intento por desplazar del debate público la denuncia documentada de que el mandatario recibió financiamiento por más de dos millones y medio de dólares de parte del senador Félix Bautista, hombre de confianza del presidente Leonel Fernández y secretario de organización de su partido.

En vez de una denuncia sin fundamento, ambos gobiernos pudieron liquidar el escándalo presentando los correspondientes certificados bancarios de que las cuentas identificadas por la periodista Nuria Piera no existen o fueron adulteradas. Martelly o Bautista pudieron haber conseguido esa certificación en cuestión de horas, pero han dejado pasar tres semanas sin hacerlo. Un periodista progubernamental implicado en la recepción de dinero de Bautista justificó sus pagos, con lo que avaló la fuente.

Mientras tanto, las denuncias han repercutido en los medios periodísticos no solo de República Dominicana y Haití, sino también de Estados Unidos y Francia, incluyendo a algunos tan influyentes como Le Monde de París y la revista norteamericana Time.

La denuncia del financiamiento a Martelly en su campaña electoral y después de ser electo presidente, tomó mayor dimensión por haber sido precedida del escándalo derivado del otorgamiento en Haití de contratos por unos 385 millones de dólares a empresas de Bautista y relacionados, cuya investigación derivó en la dimisión del primer ministro haitiano Garry Conille.

Los comentarios de prensa dudan que la denuncia de la supuesta trama contra el Presidente haitiano vaya siquiera a ser investigada.

Quedará como la indagatoria del jaqueo, que conllevó aparatosos allanamientos al periodista Guillermo Gómez y su periódico digital El Siglo 21 hace dos meses y 12 días, con tropas militares y helicópteros.

Pero por de pronto ha tendido una cortina de humo sobre la banca de financiamiento político del senador Bautista, cuyas operaciones se han extendido hasta el lejano Perú, donde ayudó a la campaña de Alejandro Toledo con un millón 200 mil dólares.

El Gobierno realizó una infeliz denuncia, pero logró éxito al poner en segundo plano las denuncias de corrupción transnacional que han sacudido la campaña electoral, mientras creaba un ambiente de confusión e intimidación con la esperanza de que Nuria Piera no siga sacando prendas del banco de información que le proporcionaron.

La preocupación no era solo por lo denunciado, sino por lo que aún falta sobre las operaciones nacionales e internacionales del banco de Bautista y sus beneficiarios, ya que ella dijo que lo revelado era apenas el 10 por ciento de lo que había recibido.

Inconstitucional e ilegal

Aunque en el país hace tiempo que la Constitución como las leyes son letra muerta, hay que recordar que la flamante Carta Magna de 2010 en su artículo 44 es abundante en la protección del derecho a la intimidad y que su numeral 3 indica que “Es inviolable el secreto de la comunicación telegráfica, telefónica, cablegráfica, electrónica, telemática o la establecida en otro medio, salvo las autorizaciones otorgadas por juez o autoridad  competente de conformidad con la ley”. El numeral 4 precisa que las informaciones y datos que recaben las autoridades encargadas de prevenir y perseguir el delito “solo podrán ser tratados o comunicados a los registros públicos a partir de que haya intervenido una apertura a juicio de conformidad con la ley”.

En el caso de Goico ni siquiera se le ha interrogado, antes o después de la rueda de prensa, y menos se le ha iniciado un proceso judicial y nadie cree que ocurra porque la intercepción carece de fundamento. Luego se ha dicho que fue autorizada por un juez, sin identificarlo. Pero es que ningún juez puede autorizar la intervención telefónica de un ciudadano, menos de un actor político importante y en medio de una campaña electoral, sin que se lo justifiquen como parte de una investigación bajo previa presunción de delito, al objeto de recabar evidencias, como lo establece la ley 24-97.

Es también ridículo que el Procurador General haya encargado, con posterioridad a la denuncia, a la fiscal del Distrito Nacional indagar una supuesta trama telefónica de carácter transnacional, que rebasa con mucho su jurisdicción, lo que demandaba un encargo especial de su propio departamento, por ejemplo uno de sus mismos ayudantes. La lista e inteligente Yenny Berenice Reynoso no tardó en advertir que ella no actúa por razones políticas.

 

Los “Insatisfechos” decidirían elecciones

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/713/460x390/0/8355F98E-5699-421A-83EE-46A5266A0716.jpeg

A cinco semanas de la elección presidencial prevalece la convicción de que la competencia está muy cerrada entre las candidaturas de los dos partidos mayoritarios, dejando un ínfimo espacio a las de los alternativos que una vez más podrían ser víctimas de la bipolarización que caracteriza los procesos electorales nacionales.

Entre analistas se baraja la hipótesis de que la clave para ganar la presidencia de la nación podría tenerla la pequeña franja crítica de la sociedad, sin compromiso e insatisfecha con el sistema partidista, y que se ubica  básicamente en la clase media y no será convencida por bandereos ni caravanas.

Cerrada competencia.  En los ambientes de los analistas sociales y entre los comentaristas más ponderados se afianza el criterio de que, a diferencia de lo ocurrido en las tres últimas elecciones presidenciales y las últimas cuatro congresuales y municipales, este mayo el resultado será bien estrecho, tanto como para generar temores, sobre todo si hay que ir a una segunda vuelta con diferencias pequeñas entre los dos punteros, y con el arbitraje electoral controlado por uno de ellos.

La percepción generalizada, incluyendo a estrategas de los dos partidos que protagonizan el proceso, es que en las últimas semanas se ha cerrado la competencia, lo que dramatiza progresivamente la campaña electoral y ya genera violencia como la registrada el pasado domingo en Moca.

Se percibe que por la dispersión del Partido Reformista Social Cristiano, cuya militancia se ha dividido en el apoyo a Danilo Medina e Hipólito Mejía, el resultado electoral será el más polarizado de la etapa democrática. Las encuestas indican que los candidatos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) acaparan hasta el 95 por ciento de las intenciones manifiestas de voto.

La dramática inequidad de la propaganda y del gasto de los partidos mayoritarios, especialmente del que gobierna, deja con poco aliento las candidaturas alternativas de Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Julián Serulle y Max Puig, aún tratándose de personalidades políticas de amplio crédito. Se estima que entre estos cuatro no recibirán más allá del cinco por ciento del financiamiento público, que en 80 por ciento va a los dos partidos dominantes más el reformista, aliado al PLD, y otro 15 por ciento a otros tantos aliados. Eso sin contar las recaudaciones privadas ni el uso de recursos estatales que también monopolizan los partidos dominantes.

La franja insatisfecha.  Los indecisos en esta campaña electoral parecen más reducidos de lo habitual, ya que la mayoría de las encuestas le otorgan hasta el 95 por ciento de las intenciones de voto a las dos candidaturas dominantes. Al referirse solo a los que dicen que votarán, las mediciones no están poniendo énfasis en dimensionar la proporción de abstencionistas, que promedia 28 por ciento en la etapa democrática nacional y subió al 29 en el 2008. Poco se diferencia en los que se muestran indecisos pero en actitud de sufragar.

Pero aún asumiendo que los indecisos sean un 5 por ciento, como algunos estiman, esa proporción pudiera ser suficiente para inclinar la balanza en una competencia cerrada. Para el sociólogo Wilfredo Lozano los indecisos integran la masa crítica de la sociedad dominicana, los insatisfechos con el sistema de partidos y su voracidad, corrupción y falta de respeto a la institucionalidad democrática, los jóvenes  desempleados y los frustrados por la falta de oportunidad para salir adelante y los horrorizados por el narcotráfico y la inseguridad creciente.

En esa franja tiende a predominar el rechazo a los que gobiernan, y de ella salió ahora el movimiento que resalta “los peligros de una dictadura constitucional” por la concentración sin precedente del poder en manos del PLD. Pero al mismo tiempo duda de las capacidades de un PRD donde predominan los intereses grupales y mezquindades sin precedentes, sobre el interés nacional y hasta el propiamente partidario, con tendencia a la garata anárquica. Hacia donde se incline esa franja podría irse la victoria electoral. Una parte optaría por las candidaturas alternativas, pero el miedo a la segunda vuelta y una extensión de la campaña en mes y medio, podría beneficiar a los partidos con posibilidades reales.

Apuros del PLD y del PRD.  Dentro de ese panorama de fuerte competencia, los estrategas de los partidos dominantes estarían afinando la puntería de su campaña para las cinco semanas restantes. Por de pronto, ya el caravaneo y el bandereo no serían fundamentales para ganar voto, porque los que se mueven en esas ondas parecen ya definidos.

Esos reductos primitivos de las campañas dominicanas ya solo pueden servir “de mantenimiento del dominio de las calles”, pero abusar de ellos se puede revertir por el cansancio de una campaña tan prolongada, por las molestias que ocasiona al transeúnte, sobre todo al de clase media que viaja en su propio vehículo y a quien los taponamientos causan costo en combustibles y trastorno en sus actividades. Una marcha de los candidatos del PLD la tarde del martes dislocó el tráfico vehicular en un amplio radio citadino, originando rechazos.

El PLD tiene que luchar por sacar de la agenda el tema de la corrupción, que como principal debilidad gubernamental, con toda la garantía de impunidad que conlleva, ha estado predominando y que se percibe como determinante de un reciente  retroceso en sus preferencias. Pero el sector gubernamental no reconoce el problema. Cada vez que el tema se está agotando, por sobreexplotación de sus contrincantes, ellos mismos lo reviven. Así fue a fines de marzo cuando el Comité Político asumió la defensa absoluta de su secretario de Organización Félix Bautista.

Se acaba de repetir el jueves cuando el Gobierno busca el auxilio de su par haitiano para un burdo intento de atribuir las documentadas denuncias contra Bautista a un supuesto interés por desestabilizar la nación vecina, con tanta torpeza que ponen hasta al Procurador General a avalar una acusación política originada en espionaje telefónico a un encargado de seguridad del principal candidato opositor.

Argumentaciones tan pobres solo sirven para reavivar las llamas de indignación por los niveles de corrupción que ya exportamos a Haití y Perú, vía financiamiento de Félix Bautista, y por el intercambio vía contratos del Gobierno haitiano. Si pudieran desmentir los documentos bastaría presentar certificación de dos bancos nacionales, incluyendo el del Estado, y uno haitiano, de que las cuentas denunciadas en facsímil no existen o han sido falseadas.

Por su parte el perredeísmo pretende que con solo resaltar la descomunal corrupción va a ganar las elecciones, sin dar expresiones contundentes de que un gobierno de ellos no proseguirá esa ruta, sin trabajar para disipar la convicción de la franja crítica de que “todos son iguales”. Tendrían que aterrizar muchas propuestas de forma convincente. Sobre ellos planea el criterio generalizado de que por dos o tres puntos no se le gana a quien tiene todo el poder. Al menos en este país donde “to e to y na e na”.

Las últimas encuestas

Por lo menos ocho encuestas han sido publicadas en las dos primeras semanas del mes en curso, cinco de las cuales han favorecido al candidato opositor y las tres restantes al gobiernista, lo que fundamenta la percepción de que Hipólito Mejía ha tenido un repunte en relación a la vertiginosa caída que registró en los dos primeros meses del año, cuando perdió la ventaja de 14 puntos de la Gallup-HOY de agosto.

La mayoría de esas encuestas son por encargo de los mismos partidos, lo que relativiza sus resultados, pero como quiera influyen en la opinión pública. A Mejía le favoreció que la única de las ocho que está auspiciada por un periódico, al que no se le supone inclinación a su favor, le registró una mejoría considerable. La Greenberg para el Diario Libre publicada al comenzar el mes tuvo un registro de 49 a 46 por ciento a favor del opositor. La anterior, en marzo, marcó un punto de ventaja (47 a 46 por ciento) para Medina, dentro del margen de error, pero con alza de 4 puntos para Mejía.

La prueba de que las diferencias se han acortado se encuentra en los resultados de las encuestas propias de los partidos, por ejemplo la del Centro Económico del Cibao y la de Ana María Acevedo para el PRD. Hasta diciembre, ambas otorgaban a su candidatura ventajas de entre 14 y 18 puntos. Ahora entre 7 y 8 puntos. La primera 51.6 a 44 y la otra 51.8 a 44.7. La norteamericana JZ Analytics, que en noviembre favorecía a Hipólito 56 a 40, marcó ahora 49 a 45 por ciento para una diferencia de solo 5 puntos.

Lo mismo se puede establecer con los resultados de la encuesta ASISA que trabaja para la candidatura de Medina, la que en noviembre le otorgaba 16 puntos de ventaja, y en diciembre 13, (53 a 40 por ciento) pero este mes la redujo a la mitad por 52.8 a 45. Esos 7.8 puntos de diferencia son similares, a la inversa, de las dos del PRD.

Llamó la atención el resultado tan amplio a favor de Mejía (51.4 a 39.7 por ciento) arrojado este mes por una encuestadora bien acreditada hasta a nivel presidencial en Estados Unidos, pero sin tradición en el país, la Bendixen y Amandi, y más con el desafío que lanzó su director, sosteniendo que las otras “están engañando”.

 

La desgarradora obra de Piero Gleijeses

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/707/460x390/0/2FA4CA17-22FA-4CA1-9785-4EF75C4B26EB.jpeg

A casi medio siglo de la revolución constitucionalista y la invasión norteamericana que la aplastó, el académico ítalo-norteamericano Piero Gleijeses presenta un apasionante y desgarrador relato,  contextualizado y profundo sobre ese relevante capítulo de la historia dominicana.

Basado en una extensa investigación que incluyó entrevistas con los principales actores y en documentación recién desclasificada por Estados Unidos, se proyectan heroicidades y miserias humanas, pero sobre todo la paranoia que pautó la política norteamericana tras el triunfo de la revolución cubana en 1959.

Una extensa investigación.  El origen de La Esperanza Desgarrada se remonta a los finales de la década de los sesenta cuando el joven italiano Piero Gleijeses escogió la revolución constitucionalista y la intervención norteamericana como tema de su tesis doctoral en el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza.

El autor vivió en el país por más de un año, realizando entrevistas a los principales actores de los acontecimientos que marcaron la vida dominicana tras la liquidación de la tiranía de Trujillo, logrando acceso a los archivos de varios de los principales y la colaboración de historiadores y académicos. La investigación fue publicada en inglés en 1978, cuando Gleijeses ya era investigador y profesor de la Escuela de Altos Estudios Internacionales de Johns Hopkins University en Washington, con el título La Crisis Dominicana. En 1982 fue editada en español en México.

Pero el académico nunca dio por concluida su investigación, sobre todo porque con el paso del tiempo se han ido desclasificando muchos documentos oficiales de la política estadounidense de esa etapa, por lo que La Crisis Dominicana se convierte en La Esperanza Desgarrada, publicada por primera vez en La Habana, en septiembre pasado. Gleijeses dice que lo que ofrece ahora, en la primera edición dominicana de su obra,  “no es un viejo edificio con una nueva mano de pintura, sino un edificio nuevo, una edición profundamente revisada”.  Pero advierte que sus conclusiones sobre lo que pasó en el país en 1965  “no han cambiado ni una jota”, aunque en torno a la política estadounidense se han modificado algo. “Los documentos desclasificados en los EE.UU. arrojan una luz muy intensa sobre la política de Washington hacia la República Dominicana y hacia América Latina. Esa política aparece más escuálida, etnocéntrica y, para hablar sin rodeos,  cruel y torpe de lo que había pensado”.

La paranoia política de EU.  Piero Gleijeses muestra cómo el desembalse libertario de 1961 pone en jaque el tutelaje y hace fracasar los intentos norteamericanos de “nicaraguización” de la nación dominicana, pero que tienen éxito en impedir el desmonte del armazón de dominación trujillista para terminar frustrando el ensayo democrático del presidente Juan Bosch, cuyo pecado fue reivindicar unos derechos fundamentales y unas normas democráticas que Estados Unidos no estaba en disposición de respetar. Ni siquiera en capacidad de asumir para sí, porque todavía entonces era una sociedad racialmente segregada.

La obra describe el pánico, la paranoia que se apoderó de la política norteamericana tras la revolución de Fidel Castro, lo que pautaría la vida dominicana por muchos años. El tutelaje se extendió por todo el hemisferio, pero ningún pueblo pagó tan caros los platos rotos de la revolución cubana como el dominicano.

Lo que nos muestra el autor tras la caída del Gobierno constitucional de Bosch es un andamiaje de intrigas y corrupción del régimen y las mafias militares del Triunvirato. A veces parece impiadoso, con los actores de esa etapa histórica, ya fueren los norteamericanos, los políticos y militares dominicanos, de la derecha, el centro o la izquierda, pero sobre todo de los que tuvieron en sus manos el destino de la nación.

Es patético el relato del estallido de la guerra, alentada por la paranoia norteamericana, del papel de Donald Reid Cabral, Elías Wessin, Rivera Caminero, Belisario Peguero. Juan de los Santos Céspedes, de Antonio Imbert y del infeliz Pedro Bartolomé Benoit, quien no parecía entender porqué lo pusieron a presidir una junta militar títere y a solicitar una invasión militar extranjera, que ya estaba en ejecución.

También es dramático el abordaje de la situación de los constitucionalistas el 27 de abril frente a los bombardeos de la Capital, con deserciones masivas, con los líderes perredeístas, incluyendo al presidente Molina Ureña y Peña Gómez buscando refugio en embajadas, y de aquel choque de los líderes militares con el embajador Tapley Bennett que empujó a Caamaño y Montes Arache hacia las inmediaciones del puente Duarte para desalojar a las tropas de Wessin que ya habían ganado varias cuadras pese a la heroica resistencia de soldados, cuadros políticos perredeístas e izquierdistas sin un líder que los aglutinara. Papel que desde entonces asumiría con integridad el coronel Caamaño al convertirse en comandante de una guerra nacionalista.

El pánico en San Isidro.  Entre los méritos de esta obra está la descripción del pánico que se apoderó de las huestes militares de San Isidro tras la batalla perdida el 27 de abril. Transcribe párrafos esenciales del mensaje del embajador Tapley Bennet a su Gobierno a las 5:16 de la tarde del 28 de abril, extraído de la biblioteca del presidente Lindon Johnson:

“Lamento informar situación deteriorándose rápidamente. Los pilotos de San Isidro están cansados y desanimados (…) El Jefe de la Policía Despradel informa que no puede controlar la situación (…) Wessin desanimado y diciendo que hacen falta más hombres. Rivera Caminero preocupado y sin ánimo. El Jefe de nuestro Grupo de Asesoría Militar (MAAG) acaba de regresar de San Isidro (…) Encontró una atmósfera de miedo, cantidad de oficiales llorando. (El exjefe de la Policía) Belisario Peguero también en estado histérico, urgiendo retirada. Benoit (…) solicita formalmente tropas de los EE.UU. Le dijo al jefe del MAAG que si no reciben ayuda tendrán que abandonar la lucha (…) El country team es unánime: que ha llegado el momento de desembarcar a los marines (…) Si Washington desea, pueden desembarcar con el propósito de proteger la evacuación de los ciudadanos norteamericanos. Recomiendo el desembarco inmediato”.

Una hora y 23 minutos después comenzó la ocupación militar de la ciudad de Santo Domingo. La invasión militar ahogaba el movimiento constitucionalista. Gleijeses relata los momentos de ofensiva y ablandamiento, de negociaciones y de imposiciones, incluyendo la fracasada Fórmula Guzmán y la instauración del Gobierno de García Godoy, que terminaría entregando todo el poder a los militares aliados de Estados Unidos y excluyendo a los constitucionalistas.

Antonio Guzmán resulta uno de los personajes que quedan mejor parados en esta historia. Con gran dignidad aquel hacendado, sin mayor formación intelectual ni política, prefirió no ser Presidente de la República a tener que encarcelar o deportar  a quienes los interventores consideraran peligrosos comunistas.

La obra de Gleijeses ilustra y alecciona sobre una de las más groseras e innecesarias intervenciones militares de los Estados Unidos que retrasó por décadas el esfuerzo dominicano por superar el legado autocrático de los primeros 120 años de la República y por crear las bases de una sociedad democrática.

El contexto histórico

La puesta en escena literaria de esta obra es apasionante. El autor procura evidenciar las miserias que han afectado el cuerpo social dominicano desde sus orígenes más remotos. Casi la mitad de sus 520 páginas están dedicadas a sostener el contexto histórico en que se producen los acontecimientos de 1965. La síntesis del período colonial y del primer siglo de la República permite entender el legado de violencia, exclusión y autocracia y las confusiones culturales y hasta raciales que todavía castran el desarrollo nacional, con el predominio de caudillos prestos a ofrendar la nación en el altar del mejor postor, ya fuere España, Francia, Gran Bretaña o los Estados Unidos.

Deja en evidencia cómo la nación dominicana ha oscilado tanto tiempo entre el caudillismo presidencialista de signo totalitario, o por lo menos autocrático, que impone una voluntad omnímoda, y el intento de edificar un régimen de diversidad y pluralidad que tantas veces deriva en anarquía o garata interminable o choca con los intereses hegemónicos que reivindican la cultura de la imposición y el arrebato que no ha perdonado la existencia ni siquiera de los dominicanos más abnegados, desde los fundadores mismos de la República hasta los héroes de Luperón, Constanza, Maimón, Estero Hondo, incluyendo a Manolo Tavárez, Francisco Caamaño y muchos más.

El relato pasa por la ocupación militar norteamericana de 1916-24 y su herencia autocrática personificada en Rafael Leónidas Trujillo y su nefasto régimen, cuya liquidación cuando ya resultaba insostenible, origina una nueva etapa de estrecho tutelaje norteamericano que asfixia las ansias libertarias y democráticas del pueblo dominicano.

 

Preocupa un resultado electoral muy cerrado

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/705/460x390/0/E901A393-1B03-4522-BCF6-5AB6CAC18BD6.jpeg

Las últimas encuestas publicadas esta semana muestran un afianzamiento de la candidatura presidencial de Danilo Medina, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y un retroceso o estancamiento de la de Hipólito Mejía, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en particular la de Gallup-HOY.

Un resultado electoral tan estrecho, dentro del margen de error, como el que proyectan las encuestas independientes, además de obligar a una segunda votación, remitiría a los conflictivos resultados de la década del 90 para volver a poner a prueba la institucionalidad democrática y el arbitraje electoral.

Danilo Medina se afianza.  La encuesta Gallup-HOY publicada esta semana colocó por primera vez a Danilo Medina en el liderazgo de las preferencias electorales, dejando en un segundo lugar a Hipólito Mejía, quien encabezaba los resultados desde que fue electo candidato presidencial en marzo del año pasado.

Aunque casi dentro del margen de error, el peledeísta supera en 3.5 puntos al perredeísta con miras a los comicios presidenciales de mayo próximo, con un registro de 48.7 a 45.2 por ciento. De esa forma Mejía perdió la ventaja que mantuvo hasta la Gallup-HOY de noviembre que arrojó 47.9 a 42.6 por ciento. En agosto había sido 47.9 a 33.4 por ciento.

Es significativo que Medina ha mantenido un ritmo de crecimiento en las últimas dos encuestas Gallup-HOY, mientras por primera vez Mejía ve disminuir el porcentaje de sus preferencias, cayendo 5.4 puntos. Se ratifica la tendencia que marcó otra encuesta acreditada, la Penn, Schoen and Berland a finales de enero cuando arrojó 46 a 44 por ciento a favor del candidato del PLD.

La percepción del candidato oficialista se fortaleció también con la publicación esta misma semana de la encuesta Greenberg, auspiciada por el periódico Diario Libre, donde también lidera aunque con una mínima ventaja de un punto, 47 a 46 por ciento, lo que técnicamente es un indiscutible empate.

La última encuesta del Centro Económico del Cibao, también publicada esta semana, atribuye una ventaja de 7.5 puntos a Mejía con registro de 51.2 a 43.7. Esta firma ha tenido aciertos en los últimos torneos electorales, pero como ahora trabaja para  el PRD no genera el mismo crédito, como ocurre también con varias encuestas que auspicia el PLD.

Factores explicativos.  En múltiples escenarios se andan buscando explicaciones al vuelco que marcan las encuestas, con por lo menos pérdida de la gran ventaja que atribuían hasta final del año pasado a Hipolíto Mejía, pero no es tan difícil encontrar algunos muy importantes, que es lo que deben estar haciendo los estrategas perredeístas y no conformarse con descalificar los nuevos resultados.

En primer lugar puede que estén subestimando el discurso y las capacidades políticas de Danilo Medina, a quien siempre se ha atribuido parte fundamental del mérito de que el PLD se convirtiera en fuerza política dominante, y quien lograra imponerse como actual candidato presidencial luchando contra el poder y las ambiciones del presidente Fernández, un nuevo casi caudillo del partido.

Aunque Leonel Fernández siga privilegiando la defensa de su enorme acumulación política y económica, con una campaña paralela que incluye aclamaciones  para volver en el 2016, eso pasa necesariamente por el mantenimiento de su partido en el poder, sobre todo después que Hipólito Mejía ha jurado que sancionará la corrupción.

Así el PLD ha aparecido como si hubiese superado sus diferencias, poniendo el interés partidario por encima de todo y lanzando a la calle todo el poder del Estado, en gasto legítimo e ilegítimo, en claro cumplimiento de la proclama del mandatario en septiembre pasado cuando dijo en Nueva York que invertiría 40 mil millones de pesos para lograr un nuevo triunfo electoral.

Tal vez los perredeístas también estén subestimando lo que representa el millón 800 mil tarjetas del conjunto de “programas sociales”, desde comer es primero, incentivo a la asistencia escolar, bonogás y bonoluz. Sobre todo si una maquinaria da seguimiento a esos electores, como ya se está haciendo, con visitas y por teléfono.

Otra explicación es la apabullante propaganda de la candidatura oficialista a través de todos los medios, como lo ha evidenciado la observación electoral de Participación Ciudadana en sus boletines periódicos: a diciembre 63 por ciento de todas las vallas en las carreteras principales, con 82 por ciento de las medianas y 75 de las grandes; en todo enero 70 por ciento de la inversión publicitaria (contra 20 por ciento de Mejía) en medios de comunicación, con 95 por ciento en prensa y 90 por ciento en radio. Además de un ejército de miles de comunicadores de todas las categorías pagados en todo el país y del control del contenido de varios canales, radioemisoras y periódicos.

Y mientras el PLD da la impresión de haber superado sus dificultades internas, el PRD ratifica una imagen de disoluto, esta vez con un presidente que trabaja abiertamente en contra de su candidato. Eso no afecta significativamente el voto de los perredeístas, pero sí de sectores conservadores de clases medias y altas.

Costos muy peligrosos.  Las dobles vueltas electorales conllevan un costo económico adicional no sólo en campaña de los partidos, que aquí son onerosas, sino también en la organización misma de la elección, pero sobre todo porque todavía el abuso de los recursos públicos es muy alto bajo el predicamento de que “el poder no se cede”, lo que dispara la malversación y podría poner en riesgo hasta la estabilidad macroeconómica, dadas las peligrosas perspectivas de la economía nacional e internacional.

Una segunda vuelta en las actuales circunstancias de la nación pondría en juego la institucionalidad democrática y la fortaleza del sistema electoral, con una Junta Central Electoral y un Tribunal Superior Electoral bajo control del partido de gobierno, lo que remite a los escenarios de trauma electoral que prevaleció hasta 1994.

La JCE que afrontó la doble vuelta del 96 tenía una mayoría de abogados independientes y estaba encabezada nada menos que por César Estrella Sahdalá, de una honorabilidad y valor a toda prueba. El actual presidente, Roberto Rosario, llegó al cargo como miembro del Comité Central del PLD y con una mayoría bajo su control, lo que sería altamente conflictivo en un escenario de competencia cerrada. Las primeras decisiones del Tribunal Electoral, donde también hay dirigentes de partidos, contribuyen a crear incertidumbres y temores.

También las juntas electorales que rigieron los comicios entre el 2002 y 2006 estuvieron bajo control partidario, entonces del PRD, pero los resultados de esos comicios no dejaron espacio a maniobras ni alegatos. Aunque vinculados al perredeísmo, los doctores Manuel Ramón Morel Cerda y Luis Arias que la presidieron, no eran dirigentes de ese partido.

Sin duda que ahora con un mejor padrón de electores y otros avances del sistema electoral, no debería temerse el retorno a los traumas electorales, cuando las encuestas indican resultados muy estrechos, vuelven a tomar cuerpo los fantasmas de un pasado no tan lejano de arrebatos electorales.

Temores de doble vuelta

En la medida en que va subiendo la pasión política, con el primitivismo que caracteriza los procesos electorales dominicanos, aumentan las preocupaciones por una tentativa segunda vuelta que prolongaría más de un mes la campaña electoral. El numeral 1 del artículo  219 de la nueva Constitución indica que una segunda vuelta se debe realizar el último domingo del mes de junio, que este año caería el día 24.

Desde la institución de la doble vuelta en 1994, sólo en 1996 ha tenido que celebrarse, cuando en la primera votación José Francisco Peña Gómez ganó a Leonel Fernández 46 a 39 por ciento, para perder en la segunda  por 51.3 a 48. 7 por ciento.

A partir de entonces todas las elecciones presidenciales se han decidido por márgenes de votación tan amplios que no han dejado espacio a impugnaciones ni alegatos de fraude, más allá de las acusaciones de abuso de recursos estatales y compra de conciencia. En el 2000 el ganador Hipólito Mejía duplicó en la primera vuelta a Danilo Medina, con votación de 49.85 a 24.94 por ciento, resultado tan apabullante que hizo absurda la segunda votación. En el 2004 Fernández volvió a la presidencia con votación de 57 a 34 por ciento, y fue reelecto en el 2008 por 53.8 a 40.5 por ciento.

Aún en 1996 cuando la diferencia fue estrecha, el perdedor, en este caso Peña Gómez, reconoció la victoria de su contrincante en la misma noche del cómputo y antes de que éste concluyera. En el 2000 el PLD lo hizo en la noche del día siguiente después que Joaquín Balaguer, el tercer competidor y que había alcanzado casi lo mismo que el segundo, con 24.60 por ciento, rehusó someter al país a una segunda campaña electoral.

 

Mucho de macondo en campaña electoral

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/703/460x390/0/CF939F5F-46CB-4B84-BFB3-603DB8AF1D9F.jpeg

La débil institucionalidad y el tráfico en que ha devenido la actividad política están de manifiesto en la presente campaña electoral en la que compiten 26 partidos reconocidos pero 22 se agrupan en torno a dos candidatos que a su vez dicen contar con más de dos mil movimientos externos, aunque confrontan divergencias internas.

Otros cuatro candidatos compiten en desventaja y sin perspectivas de triunfo, contenidos por debilidades propias y un sistema fundamentado en un clientelismo y transfuguismo cada vez más acentuado que se nutre del reparto de la cosa pública, sin significativas diferencias ideológicas o programáticas.

Dos bloques en competencia.  Cerrado esta semana el plazo para registrar alianzas para las elecciones del 20 de mayo, el fraccionalismo de los 26 partidos reconocidos por la Junta Central Electoral se redujo a dos grandes bloques en torno a las candidaturas de los dos partidos hegemónicos, quedando otras cuatro como independientes, aunque sin perspectivas de constituirse en una real competencia por el poder.

A diez días del plazo para inscribir las candidaturas no se esperan variaciones, por lo que Danilo Medina, Hipólito Mejía, Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Julián Serulle y Max Puig serán las opciones presidenciales que tendrán los 6.5 millones de electores habilitados para concurrir a las urnas este 20 de mayo.

La bipolarización se aprecia a simple vista y las encuestas indican una cerrada competencia entre Medina y Mejía, a quienes atribuyen más del 90 por ciento de las intenciones de voto, el mayor nivel desde las elecciones de 1982, cuando con el 9 por ciento de la votación el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) inició la ruptura del bipartidismo. La declinación comenzó en  2008 cuando el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) registró menos del 5 por ciento.

El martes 6, el PLD registró alianzas con 13 partidos y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con 7, lo que envuelve a 22 de los 26 partidos con registro electoral, pero estos podrían reducirse a 5 por las impugnaciones de facciones pro peledeístas a los pactos  del Partido Nacional de Veteranos y Civiles y del Partido Revolucionario Independiente. La gran novedad de los pactos es que por primera vez el PRSC renunció a llevar candidatura presidencial propia.

Fraccionalismo mercantil.  Hay excepciones, pero la gran mayoría de los partidos del sistema ha devenido en franquicias que invierten en un mercado político donde abunda el dinero y el reparto ilegítimo del Estado, además del financiamiento del erario, que este año implicará unos 1,400 millones de pesos, 80 por ciento para los dos mayoritarios.  Los demás persiguen algún fragmento del 20 por ciento y beneficios de un sistema de reparto clientelar, sin límites en un futuro Gobierno, o más frecuentemente  de los que ostentan el poder. De ahí el agrupamiento de 13 partidos en torno al gobernante. Y el PLD celebró  esta semana un acto para recibir el respaldo de otros 22 “partidos y movimientos”, muchos de los cuales no pudieron lograr el reconocimiento de la JCE.

El fraccionamiento no tiene límites cuando se trata de los “movimientos externos” que se conforman en torno a las dos candidaturas en competencia, cada una de las cuales dice contar con más de un millar. No serán 2,232 como se ha contabilizado, pero son por lo menos centenares, muchos  agrupamientos familiares o de simples buhoneros de la política, pero los hay también con cientos de integrantes de una profesión u oficio, algunos con convicciones pero sin militancia partidista, que pueden saltar de un lado al otro, puesto que no se constituyen por razones ideológicas o programáticas fundamentales.

Danilo Medina debe tener más grupos externos y mejor organizados no sólo por la atracción del poder en ejercicio, sino porque comenzó primero y durante años se valió de ellos para promoverse antes de que el PLD “abriera la campaña interna”. Al ser proclamado candidato se decía que eran más de cuatrocientos, ahora que 1,200.

Hipólito Mejía no se queda lejos con “más de mil” según sus voceros, incluyendo los llamados “comités afectivos con papá”, que de presenciales han devenido también en virtuales a través de las redes digitales. Esta semana una nota informativa dio cuenta de que pasaron de 200 mil los seguidores de Hipólito en Facebook y 34 mil en Twitter.

Lo más inverosímil.  De todos los rasgos macondianos, el más auténtico por inverosímil es el del PRD con un presidente que apuesta abiertamente a la derrota de su candidato, con fieles seguidores que creen que así herederán el partido, cuando parece obvio que si Hipólito gana a pesar de ellos quedan liquidados y si pierde por lo menos lo dividen, lo que garantizaría el retorno de Leonel y un nuevo PRI mexicano.

Vargas no pierde oportunidad para enfrentar al candidato, mientras sus íntimos proclaman abiertamente que “no puede ganar”. Esta semana las diferencias se expresaron en la tumba del desaparecido líder José Francisco Peña Gómez, quien ante el tradicional grupismo proclamaba que “sólo el PRD derrota al PRD”. Al conmemorar 75 años del nacimiento de Peña, Vargas dijo que no será barrendero ni portero en la campaña y menos después de lo que ocurrió el 6 de marzo del año pasado, aludiendo a la elección del candidato presidencial, que un año después sigue considerando espuria.

Lo de barrendero fue la forma de rechazar la designación de Hatuey Decamps como jefe de la campaña electoral, quien horas antes había exhortado a los perredeístas a blandir escobas para barrer del poder a los peledeístas. Como la entrada de Hatuey tras su pacto de apoyo a Hipólito tuvo impacto mediático, la camarilla de Vargas salió a combatirlo temerosa de que lo reivindiquen con la presidencia del partido blanco. El vocero del bloque de diputados del PRD rechazó que Decamps se reuniera con casi todos los legisladores sin solicitarlo a través de “la institucionalidad partidaria” y lo consideró “un jabón en el sancocho”.

El resentimiento de Vargas Maldonado  no es  sorprendente en las luchas políticas, pero lo inverosímil y sin precedente es que no haya renunciado a la presidencia del partido, o por lo menos evitado contradecir a su candidato y pactar con sus contrincantes a nombre de la “institucionalidad del partido”. Es demostrativo de la debilidad institucional que ningún organismo le haya tomado cuenta, ni siquiera quienes lo encumbraron y ahora respaldan al candidato presidencial electo. El “PRD institucional” empezó a colocar vallas promoviendo el voto por el partido, pero sin nombrar a Hipólito, contrario a lo de hace cuatro años cuando todo era Miguel y se ocultaba el nombre y la bandera del partido. Esto no será Macondo, pero se le parece.

Macondismo a la vista

Los rasgos del macondismo que Gabriel García Márquez consagró en sus Cien Años de Soledad se advierten en esta campaña electoral, no sólo por la multiplicidad de partidos y movimientos, sino también en los cuatro que han quedado independientes tras fracasar después de casi un año de intento por encontrar un método que les permitiera integrar un frente alternativo, lo que sólo sirvió para perder el tiempo y crear desilusión.

Lo inverosímil de Macondo se expresa más contundentemente en las dobles campañas que se expresan en los dos grandes partidos, las de Hipólito y Danilo empeñados en ganar la Presidencia este año y las de Leonel Fernández y Miguel Vargas  que privilegian sus expectativas de volver a ser protagonistas en el 2016, como hace cuatro años, poniendo en aprieto a los candidatos de los partidos que ambos presiden.

Hipólito (papá) es quien va más forzado peleando solo contra cuatro frentes, además del de Medina como candidato, el del presidente Fernández, que sigue usando el poder para perpetuarse y promueve el transfuguismo y la cooptación hasta con reuniones en la sede del Ejecutivo, lo que prohíbe la Ley de Función Pública. En el acto de proclama del pacto con el PRSC, Leonel parecía el candidato con Danilo detrás y cuando terminó de hablar muchos empezaron a irse sin escuchar al candidato.

El protagonismo del Presidente sigue tan alto, ofreciendo hasta autopistas a 6 meses de entregar el poder, que hasta peledeístas dicen que votarán por él y Danilo hubo de recordar la semana pasada que él es el candidato y es con él que la oposición tiene que lidiar, lo que tal vez disuadió a Fernández, a último momento, de no asistir a una serie de comparecencias televisadas “para rendir cuentas de su gestión”.

El tercer frente es el de la candidata vicepresidencial y primera dama, (mamá en contraposición a papá) a quien el 27 de febrero el Presidente le entregó el timón de su Metro y ella dijo que también la antorcha del poder. Sus promotores persisten en presentarla como la salvación del “pobre Danilo”.

Y el cuarto es la quinta columna de Miguel Vargas, con todos los incentivos estatales y la maquinaria de propaganda del PLD.

Los reformistas, tal como advertían las encuestas, aparecen cada vez más dispersos, la mayoría buscando valla en torno a los dos en competencia. Amable Aristy Castro, quien fuera candidato presidencial en el 2008, está consultando para decidir a quién apoyará en un acto fijado para el domingo 18. Como se informa que sus consultas apuntan 8 a 2 a favor de papá Hipólito, el secretario general del PLD y presidente del Senado dijo esta semana que “cuando lo vea le preguntará qué es lo que quiere”. Pero   el viernes se apresuraron a “expulsarlo” sumariamente del partido.

 

Del New York chiquito a la ilusión de Leonel

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/701/460x390/0/3E110FC3-5175-4F2C-9358-925785D9AF61.jpeg

Con una serie de desaciertos, el presidente Leonel Fernández sembró vientos y cosechó tempestades en ocasión de su último informe a la nación, a no ser que él y el pueblo quieran otra cosa, como adelantó el presidente del Senado en el augusto escenario de la Asamblea Nacional el lunes 27 de febrero.

Abusando de su extraordinario histrionismo y capacidad comunicativa, el mandatario hirió la sensibilidad de muchos de los que como él pueden  conceptualizar, por lo que ha recibido una tanda de censuras sin precedente por haber manipulado cifras y magnificado sus logros en estos ocho años consecutivos de gobierno.

El déficit constitucional.  Analistas y comentaristas de televisión habían adelantado que el Presidente  formularía un discurso de carácter netamente político, pasando balance a su último período de gobierno y con miras a las elecciones de mayo próximo, pero se quedaron cortos. La pieza fue absolutamente política y se extendió hasta el 2016 cuando el mandatario y sus fieles esperan que vuelva, como quedó evidente en el escenario.

La primera reacción fue que le faltó referirse a la gestión del 2011, en desconocimiento del mandato específico de cuatro artículos de la Constitución en lo que el experto Cristóbal Rodríguez denominó el “déficit constitucional del discurso”. El  experto en derecho constitucional sostiene que Fernández ignoró mandatos de los artículos 93, 114, 121 y 128 de la Constitución que disponen la rendición de cuentas ante las cámaras legislativas al comenzar el 27 de febrero de cada año.

Los defensores del pragmatismo político aducen que en un año de elecciones el  mandatario podía aprovechar el escenario para servirse a su antojo. Otros estiman que la rendición de cuentas está en las memorias de los ministerios que los presidentes remiten o entregan al Congreso. Sin embargo, la Constitución no establece diferencias entre el primero y el último año de la administración, y es específica en cuanto a las memorias y el mensaje y la explicación del presidente y señala también el deber de proyectar la gestión del año en curso.

En efecto, el artículo 114 plantea “la responsabilidad del Presidente de la República de rendir cuentas anualmente  ante el Congreso Nacional de la administración presupuestaria, financiera y de gestión ocurrida en el año anterior”, refiriendo al artículo 128, pero especificando que “acompañada de un mensaje explicativo de las proyecciones macroeconómicas y fiscales, los resultados económicos, financieros y sociales esperados” y las prioridades a ejecutar en el año en curso. El artículo 121 indica que las cámaras legislativas deben “Recibir el mensaje y la rendición de cuentas de la o el Presidente de la República y las memorias de los ministerios”. El numeral 2, letra f del artículo 128 también ordena  el depósito de las memorias de los ministerios y además “rendir cuentas de su administración del año anterior”.

Comparación para párvulos.  Casi todo el “informe a la nación” fue un ejercicio de comparación entre lo que era el país en el 2004 y el legado del presidente Fernández, que pareció fruto de la convicción de que solo los grandes líderes pueden  conceptualizar. Por momentos parecía dirigido a párvulos, un culto a la ignorancia que no merece la élite social que escucha con atención o lee discursos presidenciales.

Lo primero es que es un ventajismo partir de un año en que la economía del país buscaba reflotar tras las quiebras bancarias que el año anterior habían costado casi el mismo monto del presupuesto nacional, cuando los ingresos fiscales eran 97 mil millones de pesos, la cuarta parte de los registrados el año pasado. Desde luego sin hacer una confesión de la responsabilidad que compartía el orador en la incubación y desarrollo de monstruos devoradores como el Baninter. Manipuló tantas cifras que aunque se refería a lo encontrado al comenzar su gobierno, situó la tasa cambiaria del dólar en el pico de 55 pesos que alcanzó a principios de ese año, en vez de los 41 a que se cotizaba al juramentarse en agosto del 2004. Es pueril proclamar como éxito que 8 años después, y con una población superior en alrededor de un millón de personas, se comen más plátanos, pollos o habichuelas.

Desde luego que el Presidente olvidó contar sobre sus déficits fiscales financiados con endeudamiento, al igual que gran parte de su obra material, para triplicar la deuda del Gobierno, especialmente en los últimos cuatro años. El economista Miguel Ceara Hatton ha resaltado que el 68 por ciento, más de dos tercios, de los 13 mil 300 millones de dólares de deuda nueva contraída entre el 2000 y el 2011 se contrató a partir del 2004, por lo que las consecuencias del New York  chiquito tendrá que afrontarla el próximo gobierno.

Rechazo generalizado.  El polémico discurso ha encontrado un rechazo generalizado, incluyendo al Consejo Nacional de la Empresa Privada, la Asociación de Industrias, la Asociación de Jóvenes Empresarios, y las agrupaciones de productores agropecuarios, algunas de las cuales, como la Aproleche, desmienten las cifras optimistas sobre el sector.

Que el mandatario no se refiriera al sector industrial tiene lógica, dada la caída que el mismo ha sufrido en los últimos ocho años, del 32.6 al 26 por ciento del producto bruto interno, como sustentara el economista Alejandro Fernández el jueves en su página del Diario Libre, gracias a una política que ha fundamentado el crecimiento en las importaciones y en la construcción pública. Sostuvo que en el 2011 mientras toda la banca privada destinó 1,589 millones de pesos a financiar obras  gubernamentales, la banca estatal le otorgó casi todo su crédito, 29 mil 355 millones de pesos, 18 veces más.

El Conep aprovechó para volver a denunciar el modelo económico leonelista que no se fundamenta en elevar la producción y la productividad. Y reclamó fortalecer la institucionalidad con el cumplimiento de la Constitución y las leyes. La ANJE rechazó que exista la revolución democrática planteada por el Presidente, señalando debilidades institucionales como pobre independencia de la justicia, falta de transparencia y de lucha contra la corrupción y de seguridad jurídica.

La proeza del boroneo. La ilusión de Leonel Fernández no cuadra con el índice de competitividad del Foro Económico Mundial que sitúa al país en los últimos escalones en capacidad de competir internacionalmente, en educación y sobre todo en malversación de los recursos públicos, sin que pudiera informar de un solo funcionario llevado a la cárcel. Tampoco cuadra con las evaluaciones del Banco Mundial, del Latinobarómetro y de Transparencia Internacional que queman al país en transparencia con notas de hasta  26 sobre 100. Ni hablar de  Amnistía Internacional que denuncia una política criminal y documenta un libro con cientos de ejecutados por la Policía.

En tantas comparaciones entre el 2004 (mencionado más de 60 veces) y el 2011, el mandatario olvidó establecer las diferencias entre el gasto corriente y la inversión, el crecimiento del 50 por ciento en la nómina pública (de 390 mil a 580 mil) con su diarrea de 334 viceministros y de mil 163 funcionarios diplomáticos y consulares.

Pero la mejor muestra de la ilusión desarrollista del presidente Fernández quedó en su informe de que ha rescatado de la pobreza a 800 mil personas y que  582 mil 950 familias reciben el subsidio de 700 pesos de “comer es primero”, suma que no alcanza para comprar una libra de arroz por día. También que 213 mil familias reciben el incentivo para mandar los hijos a la escuela, cuyos 200 pesos  no alcanzan para un plátano por día. Sumó 760 mil 591 beneficiarios del programa bonogás para hogares,  y 15 mil 745 para choferes, más 263 mil del programa bonoluz. Totalizan un millón 840 mil. Toda una proeza en materia de boroneo, no para combatir la pobreza, sino para mantenerla bajo control político.

Una autoglorificación

El presidente Fernández habrá depositado las memorias de los ministerios pero no rindió cuentas ni explicó metas y prioridades del año en curso, a pesar de que pronunció un extenso discurso de casi dos horas y media en gran parte dedicado a su autoglorificación hasta el punto de proclamar alborozado que ha logrado su sueño de convertir la capital dominicana en un “New York chiquito”, por la cantidad de edificaciones y obras viales que pudo ver desde un helicóptero.

Ese sueño infantil del doctor Fernández se confunde con el “sueño americano”  que describió como el acceso a electrodomésticos para trasmutarse en “la ilusión dominicana” en un canto de autoglorificación que parte del desastre de país y nación que encontró ocho años atrás para terminar apelando a la referencia de Hamlet cuando proclamó el desquiciamiento del mundo para exclamar “¡vaya faena, haber nacido yo para tener que arreglarlo!”. Por si las dudas, aclaró que “nunca he tenido las pretensiones de Hamlet”.

Ninguna mezquindad puede ocultar la inversión vial y en edificios en los gobiernos de Fernández, incluyendo tres o cuatro torres de lujosos apartamentos, pero la mayor parte de lo que se ve desde el aire no es fruto de sueño alguno, sino de la inversión privada, y no de ocho años, sino ya de tres o cuatro décadas.

La mayor gloria “de modernidad” que se atribuye al presidente Fernández es haber hecho un sistema de tren subterráneo, que es la obra más costosa en la historia del país, pero cuya primera línea apenas sirve al 0.5 por ciento de la población nacional y a menos del 2 por ciento de los residentes en la gran urbe de Santo Domingo. Ver un New York chiquito en una ciudad  de tránsito caótico a pesar de tanta inversión vial, con gran parte de su población viviendo en casuchas sin agua potable y escasa electricidad, sin alcantarillados pluvial ni sanitario, surcada por inmundas cañadas que contaminan ríos y playa, más que un ejercicio de optimismo es una ofensa.