Un sólido frente opositor equilibraría la democracia

Por Juan Bolívar Díaz
DPRM

Aunque el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y su candidato presidencial Luis Abinader se fortalecen progresivamente, cada día es más visible que se requiere una amplia concertación de la oposición política para enfrentar la inmensa maquinaria de poder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) fundada en el abuso y reparto del Estado.

Un sólido frente opositor, basado en un proyecto de transformaciones socio-económicas y políticas, podría generar una sinergia que atraiga a amplios segmentos sociales insatisfechos pero pesimistas ante el proyecto reeleccionista del presidente Danilo Medina que reunirá a casi una veintena de partidos en la boleta electoral.

El poder reeleccionista. El pesimismo es amplio frente a la inmensa maquinaria de poder que ha montado el PLD para una reelección total basada en un reparto del Estado sin el menor escrúpulo, dejando poco espacio a la competitividad democrática para las elecciones generales del próximo año.

La forma en que el PLD pactó para evitar su división y reformar la Constitución para viabilizar la reelección presidencial, con el reparto antidemocrático de los cargos directivos y las candidaturas, la compra de bloques legislativos enteros, y la negociación de alianzas en base al reparto del Estado, indican que no habrá límites en su determinación de mantener e incluso incrementar su poder.

Acontecimientos como la entrega del teatro de Agua y Luz del Centro de los héroes al principal pactante con el Gobierno, los vídeos demostrativos del reparto de “facilidades” para que los peledeístas adquieran automóviles y del adoctrinamiento de niños escolares para rentabilizar el clientelismo, a ocho meses de los comicios, no dejan dudas de que no habrá límites éticos ni morales ni respeto a los procedimientos democráticos, como ha sido norma en los procesos reeleccionistas de la historia nacional.

Con el control de todos los poderes del Estado y sus organismos regulatorios, del 90 por ciento del financiamiento legal a los partidos, y gran parte del aparato comunicativo nacional, el reeleccionismo no debería incurrir en ningún exceso, pero lo hace para suturar las heridas internas, pagar las nuevas lealtades y evitar deserciones a fin de mantener la percepción de invencibilidad y aplastamiento.

Las perspectivas apuntan a que, como dijo Medina para el 2008 al perder ante el presidente Leonel Fernández: “me venció el Estado”.

Proyecto de Convergencia. El proyecto de “Convergencia para un Mejor País”, lanzado a mediados del año pasado, no ha alcanzado los niveles que en principio se esperaba, quedando demasiado a expensas del PRM, nueva alternativa opositora fortalecida por la mayoría que abandonó las filas del Partido Revolucionario Dominicano capturado por el frente gubernamental.

Lo conforman actualmente otros tres partidos reconocidos, el Humanista Dominicano, el Frente Amplio que reúne a varios grupos de izquierda, y Dominicanos por el Cambio, que lidera Eduardo Estrella, además de varios núcleos políticos sociales.

Aunque han insistido en reivindicar la Convergencia, la mayoría perredemeísta y su candidato han priorizado la conformación de una estructura nacional propia. Hace un mes presentaron los lineamientos de un programa de Gobierno, sometido a consideración del resto de la oposición, pero aún no se conoce alguna reacción, en especial del segundo partido de oposición según las encuestas, Alianza País (AP), que lidera Guillermo Moreno, ni de la Alianza por la Democracia (APD) que encabeza Max Puig, o de la nueva Opción Democrática (OD) de Minou Tavárez Mirabal, agrupamientos de centro izquierda que condicionan un frente electoral a que se base en un programa de transformaciones.

El PRM ya ha anunciado que en octubre elegirá candidatos congresuales y municipales en 10 provincias, lo que dificultaría las concertaciones con otros partidos, en la medida en que avance a las 22 restantes, aunque mantendrían una serie de candidaturas reservadas para eventuales nuevos aliados.

Los que estarían más próximos serían el Partido Revolucionario Social Demócrata, que lidera Hatuey de Camps, y el Moviniento Rebelde, que encabeza el diputado y dirigente transportista Juan Hubieres.

Las opciones alternativas. Los partidos reconocidos que lideran Moreno y Puig, el de Minou Tavárez, en proceso de constitución, más Patria para Todos, sumatoria de varios núcleos de izquierda al que la Junta Central Electoral acaba de negar franquicia, tienen posiciones políticas cercanas, pero aún entre estos no se percibe interés en un frente común.

Con la excepción de la Opción Democrática, de reciente constitución, los demás han fracasado en intentos de reagrupamientos para los últimos procesos electorales.

Consideradas como opciones alternativas, del centro a la izquierda política, con discursos centrados en el rechazo de los partidos tradicionales y de la corrupción, y pregoneros de nuevas formas de hacer política para transformar la sociedad, no ocultan sus reservas frente al PRM, por provenir del PRD, aunque los tres tienen antecedentes de vínculos grupales o personales con el PLD, del que se distanciaron reivindicando principios abandonados por los gobernantes.

La AP tiene el aliento de su ascenso en las últimas encuestas, segundo de oposición después del PRM, y hasta sobre el PRD y el PRSC, muy por encima del 1.37 por ciento que obtuvo en la votación del 2012.

En esos comicios la APD, aliada al PLD, solo consiguió el 0.11 por ciento de los votos, pero quedó con una diputada nacional y alguna representación municipal. Minou Taváez Mirabal, diputada por el PLD, abandonó ese partido el año pasado, rechazando sus prácticas políticas, para crear una opción alternativa.

Equilibrar la democracia. Con muchos de los mejores técnicos y profesionales del PRD, el PRM se nutre de su experiencia y levanta una amplia estructura nacional, sumando a otros provenientes del reformismo y de la sociedad civil.

Apuesta a un escenario similar al de 1978 cuando en búsqueda de un cuarto mandato consecutivo, como ahora el PLD, Balaguer parecía invencible, y una heterogénea alianza le pudo arrebatar el poder.

Una diferencia importante es que ahora la oposición carece de un líder de las facultades políticas para la concertación y el desprendimiento personal de José Francisco Peña Gómez, en especial su capacidad para tocar la emocionalidad de los sectores populares.

El PRM ha logrado en las últimas semanas colocar a la defensiva a los reeleccionistas, con una sistemática documentación de sus debilidades, pero requiere expandirse más y comprometerse con las expectativas de los sectores sociales insatisfechos, con las organizaciones de base, y con la clase media sumida en el pesimismo, y sobre todo con la juventud, incorporándola en mayor dimensión.

Para todo ello es imprescindible un mayor esfuerzo por concertar con los alternativos, aunque ni siquiera un frente opositor garantiza el desplazamiento de la estructura de poder del PLD, pero generaría un nuevo escenario de competencia, de reclamo de equidad democrática, incluyendo la limitación del abuso de los recursos estatales.

La sinergia de la unidad obligaría a muchos indiferentes a definirse entre la continuidad y la alternativa, reduciría al máximo al PRD y el PRSC y generaría un reequilibrio del proceso democrático nacional.

La recurrente bipolarización

Con un buen discurso alternativo, Moreno, Puig y Minou tienen pleno derecho a jugar a la “real alternativa”, aunque el absolutismo reeleccionista no deja posibilidades de libre competencia y pone en ridículo la apuesta a una segunda vuelta. Con débiles estructuras, se exponen a quedar como insubstanciales, sobre todo si el PRM acaba polarizando como es tradicional en la historia nacional, donde han fracasado alternativos como Ramón Almánzar, Julián Serulle, César Estrella Sadhalá, Narciso Isa Conde, Roberto Saladín, Hamlet Hermann y el mismo Moreno dos veces.

Son altas las posibilidades de que se repita la bipolarización que ha frustrado múltiples proyectos novedosos, la que en 1978 dejó al profesor Juan Bosch y su nuevo PLD con el 1 por ciento del sufragio, apenas 18 mil votos. Si por lo menos esos tres no se juntan, podrían ser visualizados por el electorado como llaneros solitarios, fundamentalistas éticos dice José Luis Taveras, y hasta estigmatizados si en mayo próximo el PLD queda con todavía mayor control de los cargos electivos.

Al PRD le contaron el 47 por ciento de los votos en 2012, y el partido dominante se quedó con 31 de los 32 senadores y claras mayorías de las diputaciones y alcaldías.

Juntos, los tres alternativos tendrían posibilidades de pactar con el PRM, tomando en serio su propuesta de lineamientos básicos, convertirse en su ala izquierda propulsora de cambios reales, y detonar las sinergias del todos contra la reelección total, impulsando mejores candidaturas congresuales y municipales, incluyendo a representativos de la sociedad civil. Crearían mejor escenario de competencia local y nacional y garantizarían espacios para proseguir buscando constituirse en real alternativa.

 

Se afianza la oposición al Gobierno del PLD

Por Juan Bolívar Díaz
tema

La ofensiva opositora del Partido Revolucionario Moderno (PRM) se afianzó esta semana con un documento en el que sustenta cuestionamientos a una de las esencias propagandísticas del Gobierno del presidente Danilo Medina, las “visitas sorpresa”, con un cumplimiento de apenas 11 por ciento de los compromisos contraídos para la región Sur.

El PRM encara el desafío de elegir gran proporción de sus candidaturas de forma democrática, como hizo con la presidencial, y seguir conformando su Convergencia en base a acuerdos programáticos, en contraposición al reparto antidemocrático y las pujas por ventajas individuales que caracterizan el amplio frente oficialista.

Gran desafío al Gobierno

La evaluación del resultado de las visitas sorpresa del presidente Medina a las diez provincias de la región Sur, presentada esta semana por el Frente Agropecuario del PRM constituye un desafío al Gobierno que ha explotado propagandísticamente al máximo ese programa desde su comienzo, por los datos en que está fundamentada y el pobre resultado registrado, con un cumplimiento de promesas de apenas 11 por ciento.

A partir de San Cristóbal y Peravia, y abarcando todas las provincias del Sur-Suroeste, el documento identifica cada visita presidencial, fecha, las comunidades y entidades beneficiarias, las instituciones oficiales responsabilizadas, los montos y objetivos comprometidos y luego indica el nivel de cumplimiento, que en 51 casos es cero, aunque en 38 alcanza el cien por ciento. La mayoría con ejecución parcial en proporciones que van del 1 al 98 por ciento. Llama la atención que en algunos casos se asegura que se hicieron erogaciones, pero los beneficiarios niegan haber recibido las partidas.

El resumen general establece que el presidente Medina se comprometió a apoyar pequeños proyectos de desarrollo agropecuario sureños con un total de 166 promesas, de las cuales apenas 18 han sido cumplidas, para un 10.84 por ciento.

 De 22,371 millones de pesos comprometidos, apenas se han erogado 3,030 millones, para un 13.55 por ciento, quedando pendientes 19,340 millones de pesos.

La investigación fue realizada del 1 al 15 de agosto. El agrónomo Leonardo Faña, director de la campaña del sector agropecuario del PRM, sostiene que el Gobierno instrumenta los órganos agropecuarios del Estado y que redujo el presupuesto al Ministerio de Agricultura de 11,500 millones en el 2013 a 8 mil millones de pesos en el 2015.

Sobre los combustibles

En las dos últimas semanas de agosto el PRM realizó ruedas de prensa para denunciar que el Gobierno no aplica los precios de paridad de los combustibles en el mercado local en relación al costo del petróleo en el mercado internacional, acusándolo de estar cobrando impuestos ilegales.

La Comisión Económica perremeísta sostuvo que el Gobierno sobrecargó los precios de los combustibles recaudando en exceso 1,084 millones de pesos entre el 22 y el 28 de agosto, y 892 millones de pesos para la semana del 29 de agosto al 4 de septiembre.

Presentó los cálculos de lo que deberían costar los diversos combustibles, en relación a los que predominaban en el 2008 con cotizaciones similares a las de ahora tanto del petróleo como de los productos refinados en el mercado internacional.

Encabezada por el economista Arturo Martínez Moya, quien fuera secretario de Industria y Comercio, en el último Gobierno de Balaguer y presidente de la Refinería de Petróleo en el de Hipólito Mejía, la Comisión Económica del PRM debe saber de lo que habla. Sostiene que mientras en Centroamérica las gasolinas cuestan 156 y 170 pesos el galón, en el país 184 y 202 pesos, lo que representa un 20 por ciento más cara. Resaltan las dificultades de competencia de las empresas dominicanas y reclaman precio justo en beneficio de empresarios, transportistas y usuarios.

Muchos dominicanos no entienden por qué la gasolina premium costaba 100 pesos el galón, según la resolución de la Secretaría de Industria del 27 de agosto del 2004, cuando el precio del petróleo de referencia para el país promedió 41.51 dólares el barril, y en agosto del 2015 se vendía a 202 pesos, con el petróleo alrededor de 45 dólares, como estaba el viernes. La tasa de cambio en agosto 2004 estaba en 39.54 pesos, y ahora en 45.20. Las diferencias alrededor del 10 por ciento, no justifican la duplicación del precio.

El tema del endeudamiento

El sostenido endeudamiento externo e interno es otro de los temas con que la oposición está enfrentando al Gobierno. Y ahí han entrado en escena economistas tan reconocidos como Miguel Ceara Hatton, quien dirige la Comisión de Políticas Públicas del PRM; Eduardo Tejera, y el exgobernador del Banco Central Guillermo Caram, y Jimmy García Saviñón, provenientes de la disensión del Partido Reformista. Caram sostiene que el endeudamiento del Gobierno es ya insostenible. García Saviñón escribió que Medina tomó prestados 5,342.9 millones de pesos en sus primeros 29 meses, a un ritmo de 184.24 millones de dólares mensuales y 6.14 por día.

La Comisión Económica del PRM sostuvo a finales de julio que “el pueblo ha pagado la enorme deuda pública acumulada por los gobiernos del PLD con seis reformas tributarias, recursos que en su mayor parte destinaron al financiamiento de gastos corrientes y campañas electorales”. Que aumentaron el endeudamiento público en 15 mil millones de dólares en los últimos diez años, con un incremento del 232 por ciento, de 6,822 millones en el 2005 a 22,635 millones de dólares en marzo pasado.

Cuando le suman las deudas del Banco Central, Banco Agrícola, Banco de la Vivienda, con los generadores eléctricos de casi mil millones de dólares, y mediante financiamiento a constructores gubernamentales, los perremeístas llevan el total de la deuda estatal a 36,672 millones de dólares, alrededor del 55 por ciento del producto bruto interno.

Si se divide esa suma entre 10 millones de dominicanos, significa que cada uno, incluso los más pobres, deben actualmente 3,667 dólares, es decir 165,391 pesos.

Respuesta del Gobierno

Hasta ahora la estrategia gubernamental parece ser ignorar las persistentes denuncias y demandas de la oposición, especialmente del PRM, con perspectivas de encabezar un frente electoral bipolarizador y que esta semana concurrió ante el Ministerio de Obras Públicas para reclamar, amparándose en la ley de libre acceso a la información, todo lo concerniente al escandaloso contrato de concesión de la carretera Santo Domingo-Samaná, con costos de peaje desproporcionados y subsidio estatal, donde se denuncia corrupción.

La tendencia ha sido atribuir cada denuncia al simple interés de la campaña electoral, lo que no deja de ser cierto, pero resulta insuficiente cuando la ofensiva es sistemática y documentada.

 Se deja la respuesta al inmenso aparato comunicativo del Gobierno y a la propaganda, o se incentiva a terceros a responder, como ocurrió esta semana con un directivo de la Asociación de Distribuidores de Gas que salió a justificar los precios de los combustibles.

Para los estrategas del Gobierno, responder al PRM es importantizarlo, investirlo como interlocutor. El PLD ha navegado en los últimos años con una pobre oposición, desde que en el 2009 comenzaron las negociaciones que han subordinado el Partido Revolucionario Dominicano al interés gubernamental.

Con escandalosa influencia sobre los medios de comunicación y una alta proporción de los periodistas y comentaristas, la propaganda oficial es la mejor respuesta a los cuestionamientos.

Importante reto del PRM

Colocado en las encuestas y la percepción general como principal opción de oposición, el PRM enfrenta un escenario muy difícil, pues a pesar de sus documentadas denuncias, tiene poco espacio en los medios de comunicación. Por lo menos está demostrando que reúne profesionales y técnicos capaces de cuestionar las políticas gubernamentales y dirigentes políticos decididos a enfrentar al PLD.

El candidato presidencial del PRM, Luis Abinader, ha tomado un discurso bien fundamentado, coherente con sus técnicos, pero se cree que le falta impactar más en la emocionalidad social. Su discurso de aceptación de la candidatura en junio, y las respuestas que ha dado a los planteamientos del presidente Danilo Medina, lo han proyectado en el debate. A mediados de agosto presentó los lineamientos básicos de su programa de Gobierno, sometiéndolos a consideración de la sociedad política y civil. Y se trata de un documento ponderado.

Abinader y el PRM avanzan cerrando acuerdos para fortalecer su Convergencia, hace dos semanas con Dominicanos por el Cambio que preside Eduardo Estrella, y este domingo con el Frente Amplio que postulaba a Fidel Santana, con el mérito de basarlos en planteamientos programáticos, evadiendo la discusión de simple reparto que caracteriza el proyecto reeleccionista del presidente Medina. Les falta pasar la prueba de la elección de las candidaturas provinciales y municipales. Se dicen conscientes de que si utilizan consultas y mecanismos democráticos, y renuevan la oferta, se anotarán importantes éxitos.

 

El primer reto de la oposición es concertar programa mínimo

Por Juan Bolívar Díaz

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Aunque advierten que el panorama político carga muchos elementos de incertidumbre, tras los bruscos cambios de las últimas semanas, los dirigentes de oposición reconocen que resultará muy difícil derrotar la reelección del presidente Danilo Medina, montada sobre el poder del Estado y unos quince partidos, incluidos los tres tradicionales.

Sólo una conjunción del liderazgo de oposición en torno a un proyecto de nación que responda a las graves insatisfacciones nacionales podría generar energías e ilusiones para por lo menos contener la concentración del poder que ha venido protagonizando el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en base al reparto del Estado y el clientelismo.

Múltiples incertidumbres. Los bruscos cambios políticos de las últimas diez semanas arrojan incertidumbres que permiten a los analistas políticos sostener que no está definido el escenario para las elecciones del 2016, aunque se reconocen las amplias ventajas del presidente Danilo Medina para conseguir la reelección con todo el poder del Estado, reparto y clientelismo incluidos, montado sobre unos 15 partidos políticos, entre ellos los tres tradicionales.

El panorama político se complicó a partir del 19 de abril cuando el Comité Político del PLD dispuso reformar la Constitución para viabilizar la reelección del presidente Medina, sepultando las expectativas de retorno del expresidente Leonel Fernández. Una semana después Luis Abinader consolidó su emergencia de los últimos años, al vencer abrumadoramente en una ordenada elección primaria al expresidente Hipólito Mejía.

No pasaron tres días para que Leonel se viera abandonado por sus legisladores después de proclamarse guardián que evitaría la reforma de la Constitución y en mayo Danilo le conquistó casi todos sus legisladores, sumó de inmediato a los de los otros dos partidos tradicionales, el Revolucionario Dominicano (PRD) y el Reformista Social Cristiano (PRSC) para ejecutar una “casi mágica” reforma constitucional que a la vista de toda la sociedad conllevó un costo económico e institucional invaluable.

La “conquista” reeleccionista de unos 40 diputados, que eran el patrimonio político que le quedaba al presidente del PRD Miguel Vargas, obligó a éste a precipitar la renuncia a su candidatura presidencial, en junio, a 11 meses de los comicios, anunciando un brumoso pacto con el partido de gobierno que el presidente Medina ni ningún dirigente del PLD ha definido.

Cambios muy abruptos. En apenas dos meses la caída del liderazgo de Leonel arrastró a Vincho Castillo, reducido al romper con Danilo y su gobierno, la fuerte emergencia de Abinader dejó fuera de juego a Hipólito, quien sin embargo quedó mejor parado al aceptar el dictamen democrático, lo que a su vez precipitó a Vargas. Sólo después de todo eso y aparentemente compelido por el costo político de la imposición de la reforma constitucional, fue que el presidente Medina abrió la boca para tratar de justificar su cambio de criterio sobre lo nefasta de la reelección en la historia nacional.

De repente el país se encontró con un acontecimiento sin precedente: la anunciada alianza de los tres partidos tradicionales, rivales de medio siglo, precipitada con tanta anticipación a las elecciones, sin que el candidato común (Danilo) los haya convocado públicamente y sin definir sus bases ni objetivos.

El tres en uno confronta aún muchas incertidumbres: aunque los legisladores del PRSC respaldaron la reelección de Medina, su candidato presidencial, Quique Antún, funcionario del gobierno, dice que aún no hay nada definido, mientras al interior del PLD se teme el incumplimiento de lo pactado entre danilistas y leonelistas y toma fuerza el rechazo al reparto y reservas de las candidaturas congresuales y a las alcaldías. En tanto en lo que queda del desangrado PRD, se disputan el favor de los peledeístas esperando que les garanticen mantener posiciones, difícil en el caso de los diputados por el voto preferencial.

Remotas posibilidades. Nadie puede pretender que será fácil estructurar una opción electoral que en diez meses pueda desplazar el inmenso poder de la plataforma reeleccionista, aunque también con debilidades y rechazo. Está de por medio el desgaste del PLD tras 12 años de gobierno, por lo que algunos prevén la posibilidad de un escenario de cambio como el que se montó en 1978 tras los también 12 años del gobierno de Balaguer, derrotado pese al abuso de todo el poder del Estado, incluyendo un consorcio empresarial que ya no existe y la superada participación política de las Fuerzas Armadas y la Policía.

Ya en las elecciones del 2012 el PLD redujo su votación al 38 por ciento, perdiendo como partido 199 mil votos en relación a las del 2008, y dependió de sus aliados para alcanzar el 51 por ciento, pese a haber gastado más de 150 mil millones de pesos, más de un tercio de excedente por encima del presupuesto nacional.

Una alternativa tendría que apostar a reducir al PRD al 1 por ciento que obtuvo el PLD con Juan Bosch en 1978, a conquistar gran parte de los 700 mil nuevos votantes, y a capitalizar las insatisfacciones con una gestión de 16 de los últimos 20 años, que no ha reducido la pobreza ni resuelto las deficiencias de los servicios básicos, ni garantizado seguridad ciudadana y que ha sido catalogada con un nivel de corrupción sin precedente.

La difícil concertación. Todos aceptan que para ganar credibilidad tienen que superar el simple sorteo de candidaturas, con firme compromiso de un plan de nación que cambie el modelo de desarrollo, el reparto del Estado y la corrupción y que cree la ilusión de un cambio de rumbo de la sociedad dominicana. Tanto los que promueven la “Convergencia por un Mejor País”, encabezada por el PRM, como Guillermo Moreno, Max Puig, Eduardo Estrella, y Minou Tavárez han planteado la necesidad de dar fundamento programático a una nueva opción. Pero ninguno ha convocado formalmente al resto, sea a una concertación, convergencia o mesa de diálogo que vienen postulando hace más de un año.

Es obvio que todos han invertido gran parte del tiempo en constituir o reactivar sus propias plataformas partidarias, y algunos, como el PRM, trabajan en sus bases programáticas, pero el tiempo se les agota para iniciar una batalla tan cuesta arriba contra una maquinaria de poder encarnada en una corporación política absolutista. Están los grupos progresistas que han fracasado en numerosos intentos de concertación electoral.

No faltan quienes conciben el frente opositor como un simple apoyo a las aspiraciones individuales, y el otro extremo de los que quisieran un programa revolucionario irrealista en un escenario dominado por el conservadurismo y la desmovilización popular que podría conducir al aislamiento y de nuevo a la insustancialidad del 1 por ciento de los votos. Pero no hay dudas que requerirían un programa mínimo que los vincule a las amplias capas sociales insatisfechas.-

 

Ante la ley de partidos: un PLD autosuficiente

Por Juan Bolívar Díaz
PLD

El proyecto de ley de partidos y agrupaciones políticas sometido al CongresoNacional por el gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) desconoce los diversos consensos establecidos en los últimos 16 años con las demás organizaciones políticas y la sociedad civil para el mejoramiento de la institucionalidad democrática.

Resalta la progresiva derechización del partido que fundó el profesor Juan Bosch desde una perspectiva de izquierda revolucionaria, que ahora se aferra a visiones autoritarias, rechaza la sociedad civil y se niega a transparentar el financiamiento de la política.

Una dilatada respuesta

Para muchos fue una sorpresa que después de 16 años de consensos sobre una ley de partidos políticos, cuando ya había resignación a que el congreso bajo control del PLD no la aprobaría, se presentara una propuesta que niega aspectos fundamentales de la legislación. El primer consenso sobre la ley de partidos se logró en 1999 por iniciativa de la Comisión Presidencial para Reforma y Modernización del Estado creada por el primer presidente peledeísta Leonel Fernández. La iniciativa se originó en el Diálogo Nacional que este mandatario auspició durante varias semanas en 1998.

El primer borrador de ley de partidos fue entregado al presidente Fernández en 1999, pero concluyó su período el año siguiente sin enviarlo al Congreso Nacional, En su elaboración participaron entidades del Estado, representantes de los diversos partidos y de entidades variadas de la sociedad civil. A partir del 2000, el nuevo gobierno, entonces del Partido Revolucionario Dominicano, volvió a auspiciar consenso sobre el proyecto, esta vez a través del Consejo Nacional para Reforma del Estado. Cuando se repitió la indiferencia presidencial, diversos legisladores llevaron el proyecto al Congreso, donde sería introducido una decena de veces desde entonces.

Todavía en el 2005 tras retomar el poder un año antes, el PLD volvió a convocar a las fuerzas sociales para concertar sobre reformas democráticas sociales e institucionales. Tras la firma del pacto entre el presidente Fernández y Miguel Vargas en el 2009 para viabilizar la aprobación de la actual Constitución, el mandatario se comprometió a aprobar de inmediato la ley de partidos, lo que sigue sin ocurrir cinco años y medio después.

El último compromiso lo asumió el presidente Danilo Medina el 30 de marzo del 2012, cuando firmó un pacto de campaña electoral con los también candidatos presidenciales Hipólito Mejía, Max Puig y Eduardo Estrella. Fue todo un acontecimiento en la Universidad Católica Madre y Maestra, con su rector Agripino Núñez, el presidente de la JCE Roberto Rosario como testigos. Entre otros aspectos el pacto consignaba la aprobación “este mismo año” de los proyectos de leyes de partido y orgánica del régimen electoral, que el año anterior había presentado la JCE. Ninguna de las dos leyes ha sido aprobada.

Rechazos fundamentados

El proyecto del PLD ha sido calificado de regresivo, con rechazo absoluto y fundamentado por numerosas instituciones y analistas sociales, resaltando en primer lugar la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), y esta semana el movimiento cívico Participación Ciudadana (PC) y el Partido Revolucionario Moderno (PRM). Las dos instituciones sociales fueron partícipes relevantes desde el inicio de las múltiples concertaciones sobre las reformas electorales y se han mantenido coherentes. Igual Milagros Ortiz Bosch, quien fue la vocera de la posición del PRM, pero el partido de donde proviene tampoco aprobó la ley aunque mantuvo mayoría durante dos períodos legislativos, entre 1996 y 2006. Tuvieron tanta fuerza que en el 2002 reunieron dos tercios de los votos congresuales para reformar la Constitución y posibilitar la repostulación del entonces presidente Hipólito Mejía.

Las críticas a la propuesta de los peledeístas se concentran en que reniegan de los aspectos fundamentales de los consensos en que fueron protagonistas, como la institución de las elecciones primarias para escoger candidaturas por el voto universal de los militantes y simpatizantes. Al respecto la única diferencia que persistía era si las primarias debían ser simultáneas y en la cuota de candidaturas a ser atribuidas a dirigentes notables y aliados, que giraba entre 15 y 25 por ciento y la JCE propuso en 20.

Otro de los consensos básicos es que la ley debe forzar un control y transparencia del financiamiento de las campañas electorales, para abaratar el alto costo de la democracia dominicana, garantizando mayor equidad y evitando el uso de los recursos del Estado y del financiamiento de otras fuentes ilícitas, como el narcotráfico, aspectos reducidos en el anteproyecto del PLD, que incluso elimina la previsión de la JCE de prohibir los actos de inauguración de obras públicas durante los últimos seis meses de la campaña electoral.

También se critica que el PLD suprimiera la cuota femenina del 33 por ciento en la dirección de los partidos, manteniéndola en las candidaturas, cuando estas deben nutrirse de una mayor participación de la mujer en las actividades políticas. Igual la reducción, del 25 al 10 por ciento, de la proporción del financiamiento público que los partidos deben destinar a la educación de sus miembros, anulándolo en los años de elecciones, cuando reciben el doble. Y plantean que el subsidio sea decidido cada año por el Congreso, lo que se traduciría en aumentos.

Retroceso y burla

Finjus y PC han llamado al PLD a retomar la consulta y el consenso que planteó en años anteriores. La primera plantea que la propuesta peledeísta incluye cambios que “desnaturalizarían la función de los partidos políticos y de ser aprobados, significarían un importante retroceso en las reformas que se han introducido al nuevo diseño institucional de la política en el país, y lo peor, no toman en consideración las aspiraciones y la conciencia democrática que ha ido ganando terreno en todos los sectores claves de la nación”. Agrega que desvirtúa la naturaleza de una ley de partidos.

El documento de la Finjus deja explícita una veintena de rechazos a las formulaciones del PLD y llama a todos los sectores sociales comprometidos con el fortalecimiento de la democracia a seguir insistiendo en “una ley de partidos que contribuya al ejercicio de la democracia interna y la promoción efectiva de valores como la transparencia y la lealtad constitucional en todo nuestro sistema democrático”.

El también extenso documento de Participación Ciudadana rechaza 24 planteamientos de la propuesta del PLD, partiendo de la defensa del proyecto introducido en el 2011 por la JCE, el cual considera fruto del largo proceso de discusión que involucró “no sólo a los partidos y órganos estatales, sino también a instituciones de la sociedad civil”.

PC expresa su temor de que el partido gobernante aplique su mayoría congresual en “una imposición que no se corresponde con los avances democráticos de las últimas décadas”, lo que “sería una enorme burla a las expectativas de tantos años” e invita a la sociedad dominicana a reivindicar la consulta y el consenso como mecanismos de fortalecimiento de la institucionalidad democrática.

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PROYECTO

PLD más autosuficiente

La dilación en responder los reclamos de la ley de partidos y la ruptura de consensos en los que participó, claramente manifiesto en su propuesta, revelan a un PLD cada vez más autosuficiente, que cree poder imponerse sobre el conjunto de la sociedad, por el control que mantiene de los órganos del Estado, sin suficiente consideración de que en la última elección presidencial sus electores propios se redujeron en 200 mil.
Su posición cada vez más derechista y autoritaria queda de manifiesto en varios de los planteamientos del proyecto de la JCE que propone eliminar, señalados en el análisis comparativo de PC, como “Respetar el desarrollo, la integridad e independencia de las organizaciones de la sociedad civil”. También cuando suprime “el reconocimiento de los derechos de las minorías”.

Otra expresión de autosuficiencia se encuentra en la supresión de la definición de los partidos, cuando dice que deben influir “expresando la voluntad ciudadana para servir al interés nacional y propiciar el bienestar colectivo y el desarrollo integral de la sociedad”. También al suprimir el párrafo que estipula que los partidos “deben contribuir con la formación de los y las ciudadanas en materia de ética ciudadana, educación cívica y manejo de las funciones públicas”.

La propuesta peledeísta es tan prepotente que parece destinada a producir un largo debate para llegar a las próximas elecciones sin la ley de partidos y sin la nueva ley orgánica electoral, ambas fruto de la contratación por la JCE de una misión técnica de la Organización de Estados Americanos que también consultó a los partidos y organizaciones sociales. De hecho, ya hace tiempo que está en marcha una desbordada campaña interna por las candidaturas para el 2016, que entre los peledeístas ya conlleva una enorme inversión que sólo se explica en desvíos de fondos públicos y tráfico de influencia.

 

La “Convergencia” sería alternativa democrática

Por Juan Bolívar Díaz
PRD

La virtual división del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ha creado condiciones propicias para la emergencia de una nueva fuerza que ocupe el vacío de oposición y pudiera constituirse en una alternativa al continuismo del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) para las elecciones presidenciales dentro de 26 meses.

La participación de los grupos mayoritarios del escindido PRD garantizaría un fuerte arranque de la ”Convergencia por un Mejor País”, cuyo estatuto general en discusión plantea elección abierta de candidatos, pero antes abrirían una concertación de programa de gobierno.

Una sumatoria política. La virtual división que afecta al PRD, donde no han podido establecer los más mínimos acuerdos para reencausar la democracia interna tras dos años de confrontaciones, y la prematura lucha en el PLD por la candidatura presidencial iniciada cuando faltaban tres años para las próximas elecciones generales, están impulsando la conformación de lo que se ha denominado “Convergencia por un Mejor País”, cuyo primer objetivo es buscar el poder en el 2016.

Se encuentra en su fase final el estudio de un proyecto de estatuto general tras lo cual abrirían un proceso para consensuar un programa mínimo de gobierno y luego proceder a una elección primaria para escoger candidatos mediante voto universal y secreto para todos los cargos a ser electos en mayo de 2016.

La propuesta partió del grupo Ciudadanos y Ciudadanas por la Democracia que profesionales e intelectuales insatisfechos con la gestión peledeísta conformaron entre el 2010 y 2011 buscando constituir un “frente amplio electoral” con participación de varios partidos de centro e izquierda con franquicia electoral y de núcleos populares. El esfuerzo no concretó.

Hasta ahora participan del proyecto los sectores perredeístas que encabezan Hipólito Mejía y Luis Abinader y el Foro Renovador, los partidos con reconocimiento electoral Frente Amplio y Partido Humanista Dominicano, el Movimiento Rebelde de Juan Hubieres que lo procura, y los agrupamientos La Multitud, Red de Acción Política y Ciudadanos por la Democracia.

Tratarían de incorporar también a los reconocidos Alianza País, que lidera Guillermo Moreno; Partido Revolucionario Social Demócrata, que encabeza Hatuey Decamps, y Dominicanos por el Cambio, presidido por Eduardo Estrella.

Moreno condiciono su participación a la previa concertación de un programa que empiece por rechazar el prevaleciente reparto del Estado.

Un proyecto democrático. Los politólogos Pedro Catrain, César Pérez, Wilfredo Lozano y el economista Miguel Ceara Hatton, de los fundadores de Ciudadanos por la Democracia, vienen reclamando la constitución de una convergencia de todos los sectores preocupados por la institucionalidad democrática, en lo que han insistido después que el expresidente Leonel Fernández dijera que el PLD gobernará el país hasta el 2036, que luego amplió al 2044, es decir otros 30 años.

Pero han insistido en que la esencia del proyecto debe partir del rescate de los procedimientos democráticos, respeto a las minorías y renovación del liderazgo político promoviendo la incorporación de las organizaciones juveniles y la participación de las diversas expresiones de la sociedad civil y personalidades independientes.

El preámbulo del proyecto de estatuto indica que es imprescindible la construcción de un espacio político de vertebración unitaria.

“Desde el respeto a los liderazgos, la pluralidad, la tolerancia la personalidad política y jurídica particular, los principios y declaraciones contenidas en las normas de funcionamiento de cada uno de los partidos, agrupaciones, movimientos políticos, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos independientes que componen este esfuerzo unitario proclamamos la plena vigencia de Cambio 2016, Convergencia por un Mejor País”.

El artículo 3 dice que “La Convergencia nace con el objetivo de cambiar la situación política, económica y social de la República Dominicana, que los partidos, movimientos políticos organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos independientes describen en el Manifiesto Político que explica su planteamiento programático”. La elaboración del manifiesto sería fruto del consenso mediante una mesa de diálogo.

Aporte de los perredeístas. La participación de la llamada Corriente Mayoritaria del PRD, integrada por los grupos que encabezan Hipólito Mejía y Luis Abinader y el Foro Renovador, garantizaría una fortaleza considerable de la Convergencia desde su nacimiento. El proyecto se inspira en experiencias internacionales, como la de La Concertación que venció a Pinochet en el plebiscito de 1988 e inició la restauración de la democracia con el Gobierno de Patricio Aylwin (1990-94) y siguió con los de Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michel Bachelet, hasta el 2010, cuando fue desplazada del poder por Sebastián Piñera, para retornar en este 2014 de nuevo con Bachelet.

Se estima que Mejía y Abinader arrastrarían la mayor parte de los perredeístas inconformes con lo que denuncian como “secuestro del partido por su presidente Miguel Vargas y el expresidente Leonel Fernández y sus cortes”. Se sienten avalados por la mayoría absoluta que les atribuyen la generalidad de las encuestas publicadas desde que estalló la crisis perredeísta tras las elecciones del 2012.

Abinader y Mejía sumaron el 43 por ciento de las preferencias en el universo de los encuestados en la Gallup-HOY de septiembre pasado, contra 21 por ciento de Vargas. Entre quienes se dijeron perredeístas las diferencias eran mucho mayores, 73 a 12 por ciento. En la Gallup-HOY de enero pasado el dueto acumuló 46 por ciento a 21%. Y entre los perredeístas 75 a 13 por ciento. En una encuesta de mediados de febrero del Centro Económico del Cibao dispuesta por Abinader y Mejía el resultado fue 57 por ciento para ellos en el universo contra 20% a Vargas, y entre los perredeístas 86 a 11 por ciento, ambos empatados sobre el 44 por ciento.

Importantes interrogantes. Muchas son las interrogantes que se formulan sobre el proyecto de Convergencia. La primera si los involucrados tendrán la capacidad de concertación, vocación y ejercicio democrático para construirla, lo que se ha frustrado en procesos electorales anteriores tratándose de partidos minoritarios.

En 1973, cuando Juan Bosch abandonó el PRD cinco meses antes de los comicios presidenciales de 1974, en tan corto tiempo bajo el liderazgo de José Francisco Peña Gómez se estableció el Acuerdo de Santiago, en un pacto de cuatro partidos que logró capitalizar el descontento y encabezar la oposición.

Al llegar mayo, Balaguer utilizó hasta las Fuerzas Armadas en las calles para hacer campaña e imponerse, obligando a la abstención del frente cinco días antes de la votación.

La situación ahora es diferente, pues el PRD no tiene un Peña Gómez que lo unifique y el frente electoral no llevaría el nombre y símbolos del partido. Habría que ver si la mayoría de los perredeístas se convencen de que pueden prescindir de él, siquiera coyunturalmente. La encuesta de febrero preguntó si considerarían correcto que Mejía y Abinader salieran del PRD hacia la Convergencia. Lo aprobó el 51 por ciento del universo y el 68 por ciento de los perredeístas.

Otra interrogante es si los dos perredeístas se pondrían de acuerdo para presentar una candidatura presidencial a la Convergencia, o si llevarían a la misma las tradicionales luchas internas de los perredeístas. Desde el año pasado Abinader se proclamó precandidato presidencial y las encuestas lo muestran en ascenso. Mejía ha dicho que trabajará por la Convergencia sin subordinarlo a ser candidato, aunque también sin descartarlo.

Desde luego, el dueto de la Convergencia tendría que convencer a muchos perredeístas que todavía se aferran al nombre y la historia del más viejo partido nacional.

Los asuntos esenciales

Los partidos y grupos participantes conservarían su plena independencia pero estarían obligados a cumplir los acuerdos válidamente adoptados por los órganos de la Convergencia que serían Consejo General, Dirección Ejecutiva Nacional, con una Mesa Colegiada, un Coordinador General y un Portavoz, diversas comisiones y una Comisión Permanente y tendría órganos locales, provinciales y municipales acordes con la organización electoral del país.

Se plantea que la elección de los candidatos sería mediante voto directo universal, individual y secreto a través de un proceso de primarias en el que participarían los candidatos que presenten todos los partidos y agrupamientos integrados.

Así escogerían los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la República y el 80 por ciento de los cargos al Congreso Nacional y los municipios.
El restante 20 por ciento sería destinado a proteger el derecho de las minorías participantes, previa reglamentación.

El proyecto establece que las personas postuladas deberán aceptar los objetivos y programas de la Convergencia y su compromiso con un código de ética, además del cumplimiento de los principios éticos establecidos por las leyes y los que adopte la Convergencia.

Antepone los intereses generales a cualquier interés personal, y solo percibirán los honorarios, salarios y dietas establecidos para cada función.

 

Mucho de macondo en campaña electoral

Por Juan Bolívar Díaz
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La débil institucionalidad y el tráfico en que ha devenido la actividad política están de manifiesto en la presente campaña electoral en la que compiten 26 partidos reconocidos pero 22 se agrupan en torno a dos candidatos que a su vez dicen contar con más de dos mil movimientos externos, aunque confrontan divergencias internas.

Otros cuatro candidatos compiten en desventaja y sin perspectivas de triunfo, contenidos por debilidades propias y un sistema fundamentado en un clientelismo y transfuguismo cada vez más acentuado que se nutre del reparto de la cosa pública, sin significativas diferencias ideológicas o programáticas.

Dos bloques en competencia.  Cerrado esta semana el plazo para registrar alianzas para las elecciones del 20 de mayo, el fraccionalismo de los 26 partidos reconocidos por la Junta Central Electoral se redujo a dos grandes bloques en torno a las candidaturas de los dos partidos hegemónicos, quedando otras cuatro como independientes, aunque sin perspectivas de constituirse en una real competencia por el poder.

A diez días del plazo para inscribir las candidaturas no se esperan variaciones, por lo que Danilo Medina, Hipólito Mejía, Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Julián Serulle y Max Puig serán las opciones presidenciales que tendrán los 6.5 millones de electores habilitados para concurrir a las urnas este 20 de mayo.

La bipolarización se aprecia a simple vista y las encuestas indican una cerrada competencia entre Medina y Mejía, a quienes atribuyen más del 90 por ciento de las intenciones de voto, el mayor nivel desde las elecciones de 1982, cuando con el 9 por ciento de la votación el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) inició la ruptura del bipartidismo. La declinación comenzó en  2008 cuando el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) registró menos del 5 por ciento.

El martes 6, el PLD registró alianzas con 13 partidos y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con 7, lo que envuelve a 22 de los 26 partidos con registro electoral, pero estos podrían reducirse a 5 por las impugnaciones de facciones pro peledeístas a los pactos  del Partido Nacional de Veteranos y Civiles y del Partido Revolucionario Independiente. La gran novedad de los pactos es que por primera vez el PRSC renunció a llevar candidatura presidencial propia.

Fraccionalismo mercantil.  Hay excepciones, pero la gran mayoría de los partidos del sistema ha devenido en franquicias que invierten en un mercado político donde abunda el dinero y el reparto ilegítimo del Estado, además del financiamiento del erario, que este año implicará unos 1,400 millones de pesos, 80 por ciento para los dos mayoritarios.  Los demás persiguen algún fragmento del 20 por ciento y beneficios de un sistema de reparto clientelar, sin límites en un futuro Gobierno, o más frecuentemente  de los que ostentan el poder. De ahí el agrupamiento de 13 partidos en torno al gobernante. Y el PLD celebró  esta semana un acto para recibir el respaldo de otros 22 “partidos y movimientos”, muchos de los cuales no pudieron lograr el reconocimiento de la JCE.

El fraccionamiento no tiene límites cuando se trata de los “movimientos externos” que se conforman en torno a las dos candidaturas en competencia, cada una de las cuales dice contar con más de un millar. No serán 2,232 como se ha contabilizado, pero son por lo menos centenares, muchos  agrupamientos familiares o de simples buhoneros de la política, pero los hay también con cientos de integrantes de una profesión u oficio, algunos con convicciones pero sin militancia partidista, que pueden saltar de un lado al otro, puesto que no se constituyen por razones ideológicas o programáticas fundamentales.

Danilo Medina debe tener más grupos externos y mejor organizados no sólo por la atracción del poder en ejercicio, sino porque comenzó primero y durante años se valió de ellos para promoverse antes de que el PLD “abriera la campaña interna”. Al ser proclamado candidato se decía que eran más de cuatrocientos, ahora que 1,200.

Hipólito Mejía no se queda lejos con “más de mil” según sus voceros, incluyendo los llamados “comités afectivos con papá”, que de presenciales han devenido también en virtuales a través de las redes digitales. Esta semana una nota informativa dio cuenta de que pasaron de 200 mil los seguidores de Hipólito en Facebook y 34 mil en Twitter.

Lo más inverosímil.  De todos los rasgos macondianos, el más auténtico por inverosímil es el del PRD con un presidente que apuesta abiertamente a la derrota de su candidato, con fieles seguidores que creen que así herederán el partido, cuando parece obvio que si Hipólito gana a pesar de ellos quedan liquidados y si pierde por lo menos lo dividen, lo que garantizaría el retorno de Leonel y un nuevo PRI mexicano.

Vargas no pierde oportunidad para enfrentar al candidato, mientras sus íntimos proclaman abiertamente que “no puede ganar”. Esta semana las diferencias se expresaron en la tumba del desaparecido líder José Francisco Peña Gómez, quien ante el tradicional grupismo proclamaba que “sólo el PRD derrota al PRD”. Al conmemorar 75 años del nacimiento de Peña, Vargas dijo que no será barrendero ni portero en la campaña y menos después de lo que ocurrió el 6 de marzo del año pasado, aludiendo a la elección del candidato presidencial, que un año después sigue considerando espuria.

Lo de barrendero fue la forma de rechazar la designación de Hatuey Decamps como jefe de la campaña electoral, quien horas antes había exhortado a los perredeístas a blandir escobas para barrer del poder a los peledeístas. Como la entrada de Hatuey tras su pacto de apoyo a Hipólito tuvo impacto mediático, la camarilla de Vargas salió a combatirlo temerosa de que lo reivindiquen con la presidencia del partido blanco. El vocero del bloque de diputados del PRD rechazó que Decamps se reuniera con casi todos los legisladores sin solicitarlo a través de “la institucionalidad partidaria” y lo consideró “un jabón en el sancocho”.

El resentimiento de Vargas Maldonado  no es  sorprendente en las luchas políticas, pero lo inverosímil y sin precedente es que no haya renunciado a la presidencia del partido, o por lo menos evitado contradecir a su candidato y pactar con sus contrincantes a nombre de la “institucionalidad del partido”. Es demostrativo de la debilidad institucional que ningún organismo le haya tomado cuenta, ni siquiera quienes lo encumbraron y ahora respaldan al candidato presidencial electo. El “PRD institucional” empezó a colocar vallas promoviendo el voto por el partido, pero sin nombrar a Hipólito, contrario a lo de hace cuatro años cuando todo era Miguel y se ocultaba el nombre y la bandera del partido. Esto no será Macondo, pero se le parece.

Macondismo a la vista

Los rasgos del macondismo que Gabriel García Márquez consagró en sus Cien Años de Soledad se advierten en esta campaña electoral, no sólo por la multiplicidad de partidos y movimientos, sino también en los cuatro que han quedado independientes tras fracasar después de casi un año de intento por encontrar un método que les permitiera integrar un frente alternativo, lo que sólo sirvió para perder el tiempo y crear desilusión.

Lo inverosímil de Macondo se expresa más contundentemente en las dobles campañas que se expresan en los dos grandes partidos, las de Hipólito y Danilo empeñados en ganar la Presidencia este año y las de Leonel Fernández y Miguel Vargas  que privilegian sus expectativas de volver a ser protagonistas en el 2016, como hace cuatro años, poniendo en aprieto a los candidatos de los partidos que ambos presiden.

Hipólito (papá) es quien va más forzado peleando solo contra cuatro frentes, además del de Medina como candidato, el del presidente Fernández, que sigue usando el poder para perpetuarse y promueve el transfuguismo y la cooptación hasta con reuniones en la sede del Ejecutivo, lo que prohíbe la Ley de Función Pública. En el acto de proclama del pacto con el PRSC, Leonel parecía el candidato con Danilo detrás y cuando terminó de hablar muchos empezaron a irse sin escuchar al candidato.

El protagonismo del Presidente sigue tan alto, ofreciendo hasta autopistas a 6 meses de entregar el poder, que hasta peledeístas dicen que votarán por él y Danilo hubo de recordar la semana pasada que él es el candidato y es con él que la oposición tiene que lidiar, lo que tal vez disuadió a Fernández, a último momento, de no asistir a una serie de comparecencias televisadas “para rendir cuentas de su gestión”.

El tercer frente es el de la candidata vicepresidencial y primera dama, (mamá en contraposición a papá) a quien el 27 de febrero el Presidente le entregó el timón de su Metro y ella dijo que también la antorcha del poder. Sus promotores persisten en presentarla como la salvación del “pobre Danilo”.

Y el cuarto es la quinta columna de Miguel Vargas, con todos los incentivos estatales y la maquinaria de propaganda del PLD.

Los reformistas, tal como advertían las encuestas, aparecen cada vez más dispersos, la mayoría buscando valla en torno a los dos en competencia. Amable Aristy Castro, quien fuera candidato presidencial en el 2008, está consultando para decidir a quién apoyará en un acto fijado para el domingo 18. Como se informa que sus consultas apuntan 8 a 2 a favor de papá Hipólito, el secretario general del PLD y presidente del Senado dijo esta semana que “cuando lo vea le preguntará qué es lo que quiere”. Pero   el viernes se apresuraron a “expulsarlo” sumariamente del partido.

 

Tiende a acentuarse el bipartidismo

Por Juan Bolívar Díaz

Las encuestas y las percepciones de los analistas indican una tendencia a acentuarse el bipartidismo en el sistema electoral dominicano con un Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) en progresiva decadencia y que lleva más de un año discutiendo cómo afrontar el desafío de las elecciones presidenciales de 2012.

Por otra parte media docena de partidos alternativos, sin perspectivas de convertirse en una opción competitiva frente a las fuerzas dominantes, se encaminan a otro fracaso en el viejo proyecto de orquestar una candidatura común que pudiera representar una opción siquiera para el segmento más insatisfecho del electorado.

 Bipartidismo más fuerte.  Todas las encuestas publicadas en los últimos meses indican una tendencia al fortalecimiento del bipartidismo que fuera quebrado en los comicios presidenciales de 1986 cuando el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) alcanzó el 18% del sufragio para restablecerse en el 2008 cuando el PRSC se redujo al 4.6%.

Las investigaciones de las preferencias electorales otorgan al reformismo entre el 3 y el 6% y las perspectivas no apuntan a mejorar sus perspectivas ya que el partido colorado está virtualmente congelado más de un año después que en noviembre de 2010 inició su Tercer Congreso Unitario Joaquín Balaguer que sesionó en enero y concluyó en febrero con la resolución de elegir candidato presidencial en julio pasado.

 Aunque sus organismos ejecutivos han ratificado una y otra vez la resolución de elegir un candidato todo indica que llegará al nuevo año sin concretarlo.

El último intento fue el 17 de septiembre cuando la Comisión Ejecutiva, sin la participación del presidente del partido, acordó la elección para el 16 de octubre, y aunque varios  precandidatos la respaldaron, luego fue dejada sin efecto “en aras de la unidad”.

El pasado fin de semana el presidente del PRSC, Carlos Morales Troncoso, dijo que no se dan las condiciones para que participen en los comicios aliados a alguno de los partidos dominantes, pero sin señalar fecha para escoger candidato propio.

Cuando en las encuestas se ha preguntado a los reformistas si prefieren ir solos o aliados a las elecciones de mayo, los resultados indican una división casi en partes iguales.

La reciente encuesta Gallup-HOY indicó que 47% quieren ir solos y 41 en alianza. Registró al PRSC una preferencia del 5%, un punto menos que el 6 que le había otorgado en agosto y casi similar al 4.7% en la de mayo.

La última encuesta Penn Schoen Berland publicada el mismo mayo le atribuyó el 5%. Otras como la CID Latinoamericana han reducido el caudal reformista al 3%.

Un frente alternativo.  Como ha ocurrido en múltiples procesos electorales desde  de 1994, partidos y grupos alternativos han estado envueltos en intentos por orquestar un amplio frente electoral, pero luego de meses de reuniones y discusiones el tiempo se les viene encima sin que hayan logrado el objetivo.

La agitación comenzó con el año y pese a haber tenido como abogados a una Coalición de  Movimientos Políticos Independientes, a un grupo de presión como Autoconvocados y hasta a una docena de sacerdotes católicos, van quedando pocas expectativas de éxito.

En el proceso fueron proclamadas las candidaturas de Julián Serulle, por el partido Frente Amplio, (el antiguo MIUCA), Guillermo Moreno por el nuevo partido Alianza País, Max Puig por la Alianza por la Democracia y Eduardo Estrella por Dominicanos por el Cambio. Todos estos han  participado en reuniones donde se ha discutido la posibilidad de unificación de sus candidaturas.

Para este mes de diciembre el Frente Amplio que encabeza Serulle ha convocado una “cumbre de líderes” donde se discutiría el proyecto unitario, pero hay quienes creen que ya es tarde para iniciar el proceso de escogencia de un solo candidato, cuando los partidos dominantes llevan meses en campaña y las encuestas le atribuyen sobre el 90%  de las intenciones de voto.

De los cuatro candidatos involucrados en el proyecto, el que más preferencias ha obtenido en las encuestas es Moreno, con 2.2% en la última Gallup-HOY. Le ha seguido Estrella.

El veterano exlider perredeísta Hatuey de Camps, ahora presidente del Partido Revolucionario Social Demócrata, ha favorecido el frente unitario y lo mismo han hecho Ismael Reyes y Luis Acosta, que encabezan otros dos agrupamientos minoritarios.

Se ha considerado que la decadencia del PRSC representa  una mayor posibilidad para una tercera fuerza independiente, que aunque no pueda desplazar el bipartidismo, alcance una votación que le permita ser la llave para una segunda vuelta y en consecuencia negociar un programa serio de reformas político-sociales y económicas, que le sirva de plataforma para el futuro.

Sólo el PLD lo ha logrado.  El electorado dominicano ha sido históricamente conservador, casi siempre cultivando el bipartidismo. En la etapa democrática que se inició en 1978, y hasta el 1994, que abarca cinco elecciones, las opciones fueron el PRSC y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y en las últimas cuatro, desde el 1996, el PLD sustituyó al partido colorado.

El PLD es el único partido que en la etapa democrática logró romper el bipartidismo y necesitó participar en seis comicios para lograrlo, a pesar de que en los primeros cinco intentos tuvo de candidato presidencial al profesor Joaquín Balaguer., su fundador e ideólogo.

En su primera cita -en 1978- apenas alcanzó el uno por ciento de los votos y pasó al 9% en 1982, duplicándolo a 18% en 1986.

En 1990 el partido morado pudo haber ganado el poder si los comicios hubiesen sido real expresión de la voluntad popular. Con el 33%  la candidatura de Bosch quedó a menos de 2% de Joaquín Balaguer. Y aunque se redujo al 14% en el 1994 con un Bosch ya agotado, alcanzó el poder en la segunda vuelta de 1996 para lo cual requirió el apoyo de Balaguer cuando a éste se le prohibió buscar otra reelección.

Irónicamente, los peledeístas no pudieron romper el bipartidismo en las cinco ocasiones en que llevaron de candidato presidencial al profesor  Bosch, uno de los mayores líderes políticos de la historia nacional, que había ganado la primera elección democrática tras la tiranía de Trujillo, entonces postulado por el PRD, lo que indica la escasa alternabilidad que ha tenido el partidismo dominicano.

34 fracasos en 9 comicios.  En las 9 elecciones presidenciales celebradas a partir de 1978 el electorado ha tenido opciones alternativas al bipartidismo, especialmente en el 2004, cuando se le presentaron ocho, además de los tres que entonces dominaban el escenario.

La mayor expresión del tripartidismo fue el resultado del 2000, cuando el PRD ganó con el 49.9% y el PLD y el PRSC quedaron casi empatados, ambos a fracciones para alcanzar el 25%.

Treinta y cuatro  candidaturas presentadas por una veintena de partidos representaron las alternativas del período y sólo tres consiguieron más del uno por ciento del sufragio, mientras de las otras 31 sólo tres superaron el medio por ciento. Jacobo Majluta, tras ser candidato del PRD en 1986, obtuvo casi el 7% en 1990 postulado por su nuevo Partido Revolucionario Independiente, y cuatro años después se redujo al 2.29%. Y Elías Wessin consiguió el 1.89 en 1982.

Los más insistentes fueron José Rafael Abinader y Narciso Isa conde que se postularon tres veces cada uno.

Las candidaturas alternativas que fracasaron han representado todo el espectro ideológico y han incluido a destacadas figuras de la vida nacional. Trece pueden situarse en el centro democrático: César Estrella Sadhalá, Roberto Saladín, Eduardo Estrella, Rafael Flores Estrella, Jorge Martínez Lavandier, Jaime Manuel Fernández, Rafael Peguero Méndez, Trajano Santana, Jacobo Majluta dos veces, y José Rafael Abinader en tres elecciones.

La derecha ha tenido diez candidaturas alternativas: Elías Wessin, Francisco Augusto Lora, Luis Julián Pérez, Homero Lajara Burgos, Pedro de Jesús Candelier, Carlos Bencosme, Nelson Didiez  y Ramón E. Concepción y Vincho Castillo dos veces.

Desde la izquierda salieron 11 candidaturas: Rafael Fafa Taveras, José González Espinosa, Antonio Reynoso, Pin Montás, Raúl Pérez Peña, Guillermo Moreno, Ramón Almánzar –dos veces-  y Narciso Isa Conde en tres oportunidades.

Aunque todas las encuestas señalan el descrédito de los partidos dominantes y la poca confianza que inspiran en la ciudadanía, a la hora de las votaciones los electores apenas han tomado en cuenta a relevantes figuras del arco iris político nacional, lo que se atribuye a diversos factores, como el clientelismo y el rentismo, el desproporcionado financiamiento estatal y del lavado de activos, así como a la inconsistencia de muchas de las alternativas que se han presentado y a una cultura nacional de votar por el que puede ganar.