El tollo electoral logra unir tardíamente a la oposición

Por Juan Bolívar Díaz
29_05_2016 HOY_DOMINGO_290516_ El País13 A

Muy tarde vinieron a convencerse los líderes de la oposición política de que separados no tenían la menor oportunidad de enfrentar con éxito la maquinaria de poder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y los abusos del Estado y del arbitraje que caracterizaron el proceso electoral recién concluido.

Antes que su diversidad y los personalismos los dispersen, los seis excandidatos presidenciales que cuestionan la legitimidad de unos comicios afectados por un grave tollo organizativo, deberían concentrar esfuerzo en exigir una profunda reforma política que inicie el rescate de la institucionalidad democrática

El gran tollo electoral. Así como está claro que la mayoría de la población que votó el 15 de mayo se inclinó por la reelección del presidente Danilo Medina, también quedaron a la vista de todos los abusos del poder del Estado, la parcialidad política de los órganos electorales, la extrema desigualdad del financiamiento y el enorme tollo organizativo en que devino la votación y su escrutinio.

En las mayores jurisdicciones, como el Distrito Nacional y la provincia de Santo Domingo, que concentran casi la tercera parte de los electores, el desorden fue tan grande que las juntas electorales han necesitado dos semanas para concluir el cómputo que tantas veces la JCE prometió que daría la misma noche de la votación. Y para terminar han tenido que anular los resultados en casi 500 colegios electorales, sobre todo en los niveles congresual y municipal, donde abundaron las incoherencias e inconsistencias del escrutinio, con indicios de manipulaciones y fraudes. Las irregularidades han quedado patentes en decenas de actas, de variedad tan amplia que requiere mucho espacio sintetizarlas.

Ya el sábado 21 una resolución de la Junta Electoral del DN anuló 153 colegios electorales, 139 “por no haber recibido sus resultados” y 14 “cuyas relaciones de votación fueron recibidas en blanco”. El miércoles 25, la Junta de Santo Domingo Oeste anuló las votaciones en 147 colegios; en 69 en la boleta C-1 para los diputados, 38 para todo el nivel congresual, 16 en el municipal y 14 en el congresual.

Más enredada aparecía la situación en Santo Domingo Este todavía al caer el viernes 27, con candidatos a alcalde en huelga de hambre reclamando nueva votación, mientras la Junta consideraba anular la cuarta parte de sus 1,375 colegios, mayoritariamente en los niveles congresual y preferencial de los diputados. En Santo Domingo Norte trataban de enmendar la situación de 157 colegios donde no se computó el nivel congresual, especialmente los diputados. En el DN y provincia de Santo Domingo las irregularidades habrían afectado más del 10% de sus 5,090 colegios, anulando parcial o totalmente el voto de más de 150 mil electores.

Alta abstención y nulidad. La abstención nacional, del 31 por ciento en la boleta presidencial, superó en dos puntos la del 2012, aunque se esperaba una reducción por efecto de la nueva cedulación que debió depurar el padrón de electores.

En las grandes urbes la abstención fue más elevada, registrándose 37 por ciento en la provincia de Santo Domingo, 36 en Santiago y 35% en el Distrito Nacional. Los votos nulos alcanzan al 6.13 por ciento, 5.53 y 4.42 respectivamente, sin incluir los derivados de la anulación de colegios completos.

A nivel nacional en la boleta A se computaron 103 mil votos nulos cuando faltaban 204 colegios, más del triple de los 30 mil registrados en el 2012. Las boletas congresuales anuladas podrían pasar de 300 mil, 54,269 solo en la provincia de Santo Domingo, sin los colegios anulados por completo.

El boletín 13 de la Junta Central Electoral, emitido la madrugada del viernes ignoraba los cientos de colegios anulados, pues consignaba el cómputo del 99.18 por ciento en el nivel más afectado, el congresual.

Tan altas nulidades indican grave fallo en la preparación del personal, y la instrucción a los electores, así como en la programación, y en la abstención habría influido el retraso de dos y tres horas en el inicio de la votación.

Ese 62% de Danilo. Más tarde o más temprano los candidatos de oposición tendrán que rendirse ante ese 62 por ciento que se anotó en las urnas el presidente Medina, que no está libre de ilegitimidades, como el abuso del Estado, desbordamiento del déficit fiscal, enorme derroche publicitario pagado del Presupuesto, casi todos los funcionarios altos y medios en su campaña, con evidentes recursos estatales, los mismos que se utilizaron también para comprar legisladores y dirigentes políticos para posibilitar la reelección.

Sin embargo, la diferencia es demasiado grande para que pueda ser desconocida. Todos los opositores debieron juntarse desde que los abusos del Estado quedaron evidentes, y haberse presentado al Palacio Nacional a exigir equidad y respeto a la competitividad democrática e independencia de los organismos electorales. Pero evadieron la menor concertación, se perdieron en disputas de candidaturas, y hasta el 6 de abril Abinader expresaba confianza en la JCE, que ya Roberto Rosario la había reducido a unipersonal.

En marzo se inició una concertación que llegó a contar con dos documentos. El primero titulado “Ante el abuso del poder, la oposición unida reclama elecciones democráticas, libres y equitativas”, con cuatro emplazamientos al Gobierno y varios a la JCE, con el compromiso de apelar a la sociedad y a la movilización popular. El otro era un acuerdo para defender cada voto en las urnas, pero tras dos reuniones de los 7 candidatos opositores, el intento fracasó, como consignó El Tema de Hoy del 10 de abril. Varios seguían creyendo que la concertación solo beneficiaba al PRM y este, tras su pacto con el Partido Reformista se refugió en posiciones conservadoras y de prudencia, con las cuales no podía enfrentar al PLD-Estado.

Exigir reformas inmediatas. Se duda que los seis candidatos de oposición y los partidos que los respaldan puedan mantenerse unidos mucho tiempo desconociendo el resultado electoral, y el PLD y el Gobierno trabajarán para disolverlos. Fracasarían si creen que tienen fuerza para revertir los resultados, ni siquiera en niveles locales, dada la parcialidad de los órganos electorales.

En cambio, podrían apelar a la sociedad para exigir un compromiso de reformas políticas y electorales con calendario inmediato, que eviten futuros atropellos de un PLD triunfante que no tiene razón para renunciar a los efectivos métodos que ha implementado para mantenerse en el poder. Importantes sectores están convencidos de que la gobernabilidad y la institucionalidad democrática demandan serias reformas, no promesas para incumplir, como ha ocurrido múltiples veces con la Ley de Partidos y la del Régimen Electoral.

La última fue un pacto firmado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra por Danilo Medina y otros candidatos en marzo de 2012, “para aprobarlas ese mismo año”.

Además de esas leyes fundamentales, se impone la revisión del financiamiento político público y privado, para hacerlo más equitativo, mayor democratización de las elecciones, y bloquear nuevas modificaciones reeleccionistas coyunturales.

Un aspecto indispensable sería la despolitización de la JCE y el Tribunal Electoral, escogiendo nuevos titulares por consenso, sin reparto partidista, por méritos profesionales y éticos. Criterio que debería pactarse también para la Cámara de Cuentas, el Tribunal Constitucional y hasta el Consejo de la Magistratura y la Suprema Corte de Justicia.

Los opositores tienen la oportunidad de abanderarse con esas reformas antes de que se disuelva su atrasada concertación. Podrían acreditarse la reivindicación de la institucionalidad democrática y electoral, que quedan en serio retroceso tras este inequitativo y abusivo tollo electoral.

¡Cuánta irresponsabilidad en Haití!

Por Juan Bolívar Díaz
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Causa profunda pena comprobar una vez más que Haití, la primera nación que se liberó de la esclavitud en el mundo y la primera en alcanzar la independencia en América Latina, sigue dando tumbos sin encontrar siquiera un camino de mínima estabilidad institucional, manteniendo una fragmentación propia de la época tribal, que ha tenido su última expresión en el fracasado proceso electoral que debió culminar en la instalación de un nuevo gobierno el próximo 7 de febrero.

Con algún esfuerzo puede entenderse que esa sociedad, originaria en gran medida de un continente que todavía hoy tiene escasas expresiones de instituciones democráticas, no haya podido encontrar el camino de la más elemental concertación en aras de los principios de la libertad, la fraternidad y la igualdad de los seres humanas legados por la revolución francesa que incentivó la emancipación haitiana a finales del siglo 18.

 Es cierto que toda América Latina, incluyendo relevantemente a la República Dominicana, ha dado mil tumbos, entre dictaduras, intervenciones militares y políticas externas y acendrados caudillismos tiránicos, y que todavía apenas la mitad pasaría una rigurosa prueba de institucionalidad democrática. Pero lo de Haití parece ser una desgracia infinita y sin tregua.

Sólo evaluar que cuando se convocó el recién frustrado proceso electoral se registró más de un centenar de partidos y 52 candidatos a la presidencia genera asombro e incredulidad. Porque a la minoría gobernante se le ocurrió establecer que bastaba el respaldo de una veintena de ciudadanos para registrar un partido. Fue una apuesta a la mayor fragmentación posible para reinar en medio del caos político-social.

La historia de Haití es una crónica de incapacidades y primitivismo político, pero también de graves irresponsabilidades y abusos de poderes transnacionales, como el de Estados Unidos que intervino militarmente tres veces ese país durante el siglo pasado, auspiciando tiranías a la medida de sus intereses. Y cada vez que el pueblo pareció recuperar el protagonismo, apareció el gendarme para restaurar la imposición.
Esa etapa ha venido siendo superada en la región, pero no en Haití, donde hace 22 años se produjo el último desembarco de tropas norteamericanas, y hace doce años opera una Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), creada por la Resolución 1542 del Consejo de Seguridad de la ONU, con la encomienda de ayudar a reestructurar la Policía Nacional, prestar asistencia mediante programas integrales y a largo plazo de desarme y reinserción, contribuir a mantener el estado de derecho y la seguridad pública, apoyar el proceso político y constitucional en la tarea de organizar, supervisar, y llevar a cabo elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales libres y limpias, y proteger los derechos humanos.

Sería injusto pretender que no ha habido algunos logros, pero la MINUSTAH ha tenido que ser prorrogada en seis ocasiones, con más de ocho mil funcionarios militares, policiales y civiles de 14 países latinoamericanos y de otras 34 naciones de cuatro continentes, incluyendo a Estados Unidos, Canadá, Francia, España y Rusia.

 ¡Qué mala suerte la de Haití! Todos esos poderes y las Naciones Unidas no han podido todavía conseguir siquiera la conformación de una comisión electoral independiente del gobierno y las ambiciones continuistas que garantice la organización y celebración de unas elecciones mínimamente legítimas, frente a un gobierno que no tiene ejército, encabezado por alguien que hasta hace cuatro años era un cantante con la virtud de enseñar el trasero.

Ahora que las masas vuelven a adueñarse de las calles y se ha desintegrado la comisión electoral que auspició otro fraude electoral, los poderes interventores, incluyendo a las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos, se rasgan las vestiduras y apelan a una sensatez soñada. ¡Ojalá que algún día logren siquiera una elección transparente. O que la impongan! En este caso sería un mal menor. !Qué pena que los dominicanos no podamos ayudar a esta tarea, que tanto nos convendría!

A un año de las elecciones predomina la incertidumbre

Por Juan Bolívar Díaz
17_05_2015 HOY_DOMINGO_170515_ El País13 A

Al iniciarse la cuenta regresiva del año para las elecciones generales de 2016 el panorama nacional se configura incierto, a la expectativa de cómo saldrá el gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de la profunda crisis determinada por la confrontación que protagonizan sus dos principales líderes por la candidatura presidencial.

Aunque la candidatura de Luis Abinader por el nuevo Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha arrancado con buenos augurios, está pendiente que pueda configurar un frente de oposición que arrastre las expectativas de cambio que se anidan en diversos y dispersos segmentos sociales insatisfechos por la gestión peledeísta de la última década.

De nuevo serán generales. Ya hay cinco candidatos presidenciales pero casi todo parece girar sobre la incertidumbre en que está sumido el partido que ha gobernado en cuatro de los últimos cinco períodos. Los candidatos proclamados, además de Abinader, son Miguel Vargas Maldonado y Federico Antún, por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y por el Reformista Social Cristiano, los dos que dominaron tras la liquidación de la tiranía de Trujillo hace más de medio siglo. También han sido postulados Juan Cohén, por el Partido Nacional de la Voluntad Ciudadana, y Fidel Santana por el Frente Amplio, aunque este último apoyará a Abinader, por ser parte del proyecto de Convergencia de la oposición.

Los comicios programados para el 15 de mayo del 2016 volverán a ser generales, con la elección de 4,213 legisladores y autoridades municipales, lo que no ocurre desde 1994 cuando el último fraude electoral de Balaguer se saldó con una reforma constitucional que prohibió la reelección del presidente y separó su elección de los legisladores y autoridades municipales.

La elección de 32 candidatos a senadores, 190 a diputados, 156 a alcaldes y sus vicealcaldes, 228 directores municipales y más de tres mil regidores y vocales representa un gran desafío para partidos con débiles mecanismos democráticos.

La incertidumbre se extiende también hasta los organizadores y árbitros de los comicios, la Junta Central Electoral y sobre todo el Tribunal Superior Electoral, sumidos en el descrédito, por el control que sobre los mismos se atribuye al PLD y su líder, el expresidente Leonel Fernández, que empeoraría si este termina de candidato presidencial oficialista. Dirigentes opositores, especialmente del PRM, han sostenido que las actuales autoridades electorales no garantizan elecciones libres. Otro ingrediente conflictivo es el empeño del PLD por imponer una Ley de Partidos ignorando el consenso político y social y por evadir la ley orgánica del sistema electoral que reglamentarían partidos y proselitismo.

Los costos de las salidas. Que no se pongan de acuerdo, sea que el poder presidencial y la mayor posibilidad electoral de Danilo se impongan doblegando o sobornando a los legisladores leonelistas, o que estos impidan la reforma constitucional, impactará sobre el escenario preelectoral y los comicios mismos, aunque no haya una división formal, pues todos prefieren la negociación, dificultada por acumulación de enconos hasta personales que hacen difícil recoger toda la sangre y leche derramada.

La mutua desconfianza hace que ninguno crea que el otro dejará de utilizar el poder para aplastarlo, sea que predomine la reelección o vuelva Leonel al poder, por lo que algunos creen que la salida es “ni uno ni otro”, lo que se rechaza por la baja popularidad acumulada por el resto de los precandidatos, aunque uno unitario podría recibir gran parte de las preferencias que se manifiestan por los dos líderes.

La salida que más se señala entre los peledeístas, y se refleja en las declaraciones y escritos de sus parciales que prefieren a Danilo como “camino más seguro”, es el sacrificio del expresidente, otorgándole una alta cuota de candidaturas legislativas y municipales, para garantizarle que no se sienta o pueda ser aplastado por el poder danilista extendido.

Queda la posibilidad de que el Presidente decline la postulación para no exponer su imagen y concluir su Gobierno con alta aprobación y como reserva casi segura para volver en el 2020, ya que cualquiera que gane ahora no podrá reelegirse. Él reclamaría la alta cuota legislativa y municipal para no ser aplastado en caso de que Leonel gane. Así evitaría el alto costo económico, moral e institucional que conllevaría una imposición con poca legitimidad hasta en el PLD, o un “pacto de impunidad” con los leonelistas.

Perspectivas de la Convergencia. En el panorama actual, el otro elemento clave de las perspectivas para los comicios es la suerte que corra el proyecto de “Convergencia por un Mejor País” y las posibilidades de convertirlo en un gran frente opositor, sumando a los 8 grupos políticos que ya la integran, los partidos que encabezan Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Max Puig y Hatuey de Camps y propiciando una alianza estratégica con organizaciones populares y sociales y sectores empresariales saturados del desgaste del largo dominio peledeísta.

Las encuestas y los resultados de la convención del Partido Revolucionario Moderno han indicado que quien más posibilidades tiene de encabezar las candidaturas de la Convergencia es Luis Abinader, aunque los mermados seguidores de Miguel Vargas (también según las encuestas) creen que debe ser él por las viejas siglas perredeístas.

Junto a Hipólito Mejía, que se ha crecido apoyándolo firmemente, Abinader tiene el enorme desafío de concertar con tan disímiles sectores reconociéndoles a todos su importancia, para lo cual será fundamental que controlen las ambiciones de los perremeístas que ya se lanzan en tropel tras las candidaturas legislativas y municipales que tendrían que ser subordinadas a la Convergencia y su anunciado Plan de Nación.

En los procesos anteriores. A un año de las tres elecciones presidenciales anteriores, el panorama configurado en el Tema de Hoy, con el mismo autor, tenía parecidas características:

En mayo de 2003 el Tema de Hoy titulaba “La quiebra de Baninter es una tragedia nacional”. Tenía en jaque al Gobierno y el PRD. La JCE atravesaba por una crisis de legitimidad. El 19 de julio el título resumía: “El presidente Mejía debe abandonar la reelección”. Pero impuso su repostulación en enero del 2004, dividiendo su partido. Leonel corría solo como candidato del PLD y el PRSC se dividía tras elegir a Eduardo Estrella.

El 19 de mayo de 2007, El Tema de Hoy se titulaba “La reelección pone a prueba los avances democráticos”. El 6 de mayo Leonel y el Estado ya habían vencido a Danilo, como este afirmó, sembrando la semilla de la actual confrontación. Se discutía la necesidad de reglamentación electoral. Lo reclamaba el CONEP, la Conferencia Episcopal, Participación Ciudadana y muchas otras voces. Miguel Vargas ya era candidato presidencial del PRD y el reformismo daba bandazos.

El 15 de mayo de 2011 se titulaba “Hipólito sale con buen pie”, encabezando las preferencias con 48.7 por ciento en Gallup-HOY. Ya Leonel había desistido de repostularse pasando por encima a su propia Constitución, y Danilo sería electo candidato el 26 de junio. Seguía el debate sobre la necesidad de reglamentación electoral. El 29 de mayo el presidente de la JCE, Roberto Rosario, anuncia los proyectos de Ley de Partidos y Ley Orgánica Electoral, con asesoría de la OEA. Fueron enviados al Congreso en septiembre y a casi 4 años siguen relegados.

El deterioro del PLD

El tiempo que tome el PLD en salir de su crisis y la forma en que lo logre, incluyendo el costo institucional y económico, incidirán sobre el panorama de cara a los comicios. Va a cumplirse un mes desde que el 19 de abril estalló la confrontación con la decisión de disponer una reforma constitucional para viabilizar la repostulación del presidente Danilo Medina y no se advierte aún cómo podrá ser conjurada. Se afirma que esta semana fracasaron mediaciones externas para reunir a Medina y Leonel Fernández, como antes tampoco surtieron efecto esfuerzos de dirigentes partidarios.

No se ha publicado alguna encuesta que mida los efectos de esta crisis, pero circulan versiones de que algunas mediciones privadas comienzan a registrar declive de las preferencias por el PLD, acentuando el que viene teniendo el expresidente Fernández, y hasta de la alta aprobación que ha impulsado el reeleccionismo danilista.

La prolongación de la crisis reproduce la división y el encono en la dirección media y las bases peledeístas incrementando las posibilidades de que termine en una fragmentación, más aún teniendo en cuenta los apoyos externos, incluso entre los aliados políticos, que tiene Fernández, el gran líder triunfador de casi dos décadas.

El desplome de la imagen de armonía que vendía el peledeísmo y las mutuas descalificaciones se reflejarán en el electorado. Y en la medida en que se fortalezca una alternativa de oposición, afectarán hasta la alta popularidad del mandatario, en parte determinada hasta ahora por el rechazo a su antecesor y la falta de alternativa en la oposición que los gobiernos peledeístas absorbieron o ayudaron a dispersar.

 

 

La política lo arropa todo, con alto costo económico

Por Juan Bolívar Díaz
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A casi 14 meses de las elecciones generales, la política domina el debate nacional y se manifiesta en propaganda masiva en medios de comunicación y vías públicas, relegando los graves problemas de la sociedad dominicana, sin la menor regulación y sin siquiera adaptar el régimen electoral a la Constitución promulgada hace cinco años.

Es imposible calcular el costo económico de la endeble democracia nacional, que este año implica 4 mil 506 millones de pesos del presupuesto nacional, más 1,370 millones de subsidio a los legisladores, para totalizar 5 mil 876 millones de pesos, superior al de 4 ministerios, sin cuantificar nominillas, clientelismo, uso de recursos públicos y corrupción.

Se desborda la política. Cuando la Constitución del 2010 unificó las elecciones presidenciales con las congresuales y municipales en el mismo año, se justificó el regreso al sistema de arrastre con el argumento de que se reduciría el tiempo y costo de las campañas electorales, pero antes que el actual gobierno cumpliera su primer año comenzó la promoción de precandidaturas para todos los niveles electivos. Lo más inconcebible es que los primeros en salir a la palestra electoral fueron los del partido que concentra todos los poderes del Estado que desde hace meses pintan de morado las vías públicas y los medios de comunicación.

En ciudades como Santiago se cuentan por centenares las vallas propagandísticas de todos los tamaños de por lo menos seis que compiten por la candidatura a alcalde del Partido de la Liberación Dominicana, resaltando el dominio de los directores de Comedores Económicos y del Fondo Patrimonial para las Empresas Reformadas, Monchy Rodríguez y Fernando Rosa, con gasto millonario mensual, aunque ninguno de los dos pasaba de clase media cuando llegaron al Gobierno.

Hasta para las candidaturas a regidores y vocales municipales, que pasarán de 4 mil en todo el país, ya hay promoción, pero resaltan los precandidatos presidenciales peledeístas Leonel Fernández, Reinaldo Pared y Francisco Javier, y en menor medida Temístocles Montás y Radhamés Segura, dos de ellos ministros, mientras un tercero, el de Industria y Comercio, José del Castillo Saviñón, se promociona para senador por Barahona. Ya hay candidatos presidenciales formalizados por diversos partidos, como Miguel Vargas, Federico Antún, Fidel Santana y Luis Abinader, los dos primeros encabezan los partidos que, junto al PLD, reciben el 80 por ciento del subsidio estatal, 18 millones de pesos mensuales cada uno, y ya gastan en publicidad.

Saturan los medios masivos. El destacado sociólogo Cándido Mercedes se quejó recientemente de que la política lo ha sobredimensionado todo: “Es como si la sociedad toda estuviera subordinada a la política, cuando la política es una parte de la vida social y tiene como epicentro dirigir el Estado, que es la sociedad políticamente organizada”.

Personas que visitan el país por primera vez y desde que salen del aeropuerto ven tanta propaganda electoral, y que el debate en los medios de comunicación gira sobre encuestas y perspectivas electorales, quedan asombrados cuando se enteran que falta más de un año para las próximas elecciones. Y es que tales niveles de saturación política ya no se dan en la democracia, pues las normativas limitan la propaganda en tiempo y volumen para reducir la irrupción del dinero mal habido, sea extraído del Estado, de actividades ilegales como el narcotráfico, o de los rentistas de la política.

Steven Griner y César Arias en un estudio sobre Medios de Comunicación y Partidos Políticos en América Latina, incluido en un informe de la Fundación Ebert del 2007, sostuvieron que la República Dominicana y Honduras eran los países de la región con menores regulaciones de las campañas electorales. Desde entonces aquí no se ha avanzado absolutamente y la mejor muestra es el proyecto de ley de partidos sobre el cual se han establecido numerosos consensos y compromisos pluripartidistas y con la sociedad civil desde 1999, sin que haya podido ser aprobado, pese a haber sido presentado al Congreso una decena de veces.

La renuencia a legislar para normar la actividad política se expresa también en que ni siquiera está en discusión un proyecto de Ley Orgánica del Régimen Electoral introducido al Congreso por la Junta Central Electoral en el 2011 y que, al igual que el de Ley de Partidos, fue fruto de una asesoría de técnicos de la OEA para conciliar el sistema con el nuevo marco de la Constitución proclamada en el 2010. Todo parece indicar que pasará una segunda elección general sin que se haga el ajuste.

Relegados los problemas. La extensa campaña electoral ya envuelve al Gobierno, como casi siempre, agravada por los esfuerzos para prolongarse en el poder vía reelección, aunque está prohibido por la Constitución, y relega el enfrentamiento de graves problemas nacionales. Pocos creen que puedan lograrse en el actual período los pactos fiscal y eléctrico que la ley de Estrategia Nacional de Desarrollo mandaba para comienzo de este año.

En campaña electoral adelantada, ya nadie espera que se aplique la ley de salarios públicos aprobada hace dos años y medio, ni que vayan a despedir cientos de botellas diplomáticas y consulares, ni a eliminar organismos inoperantes ni a fusionar las duplicidades. Mucho menos que pongan en retiro los generales que dispuso la ley, ni que reformen la Policía Nacional como se anunció en el discurso inaugural, ni que se enfrente el caos de la circulación vial, el deterioro de la seguridad social o la inseguridad ciudadana.

El inmenso costo de la política sustrae recursos que amortiguarían deficiencias estructurales como el caso de que la mitad de los hogares carecen de suministro interno de agua, que apenas el 5 por ciento de las viviendas de la gran urbe capitalina tienen alcantarillado sanitario y contaminan los ríos, el mar y el subsuelo de donde muchos se nutren para un precario servicio de agua, o permitirían reparar la mitad de los 36 sistemas de tratamiento de agua del gran Santo Domingo, ahora mismo fuera de servicio.

Con parte del costo de la política se afrontarían las plagas que afectan la producción de vegetales, frutas, café, banano y coco, se comprarían los contadores de electricidad y de agua que faltan para reducir las pérdidas y se incentivaría la producción de energía hídrica, eólica y solar para paliar los apagones, y se mejorarían los míseros salarios de policías, militares, enfermeras y otros servidores públicos.

Nada de eso está en el debate público, ni siquiera el aumento salarial que se discute hace seis meses, ni mucho menos los atrasos que nos dejan en los últimos lugares en todas las evaluaciones regionales e internacionales, incluyendo ese 41 por ciento de pobreza, la mitad en estado de indigencia, que diagnosticó en enero la Comisión Económica para América Latina, CEPAL.-

Mucho de macondo en campaña electoral

Por Juan Bolívar Díaz
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La débil institucionalidad y el tráfico en que ha devenido la actividad política están de manifiesto en la presente campaña electoral en la que compiten 26 partidos reconocidos pero 22 se agrupan en torno a dos candidatos que a su vez dicen contar con más de dos mil movimientos externos, aunque confrontan divergencias internas.

Otros cuatro candidatos compiten en desventaja y sin perspectivas de triunfo, contenidos por debilidades propias y un sistema fundamentado en un clientelismo y transfuguismo cada vez más acentuado que se nutre del reparto de la cosa pública, sin significativas diferencias ideológicas o programáticas.

Dos bloques en competencia.  Cerrado esta semana el plazo para registrar alianzas para las elecciones del 20 de mayo, el fraccionalismo de los 26 partidos reconocidos por la Junta Central Electoral se redujo a dos grandes bloques en torno a las candidaturas de los dos partidos hegemónicos, quedando otras cuatro como independientes, aunque sin perspectivas de constituirse en una real competencia por el poder.

A diez días del plazo para inscribir las candidaturas no se esperan variaciones, por lo que Danilo Medina, Hipólito Mejía, Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Julián Serulle y Max Puig serán las opciones presidenciales que tendrán los 6.5 millones de electores habilitados para concurrir a las urnas este 20 de mayo.

La bipolarización se aprecia a simple vista y las encuestas indican una cerrada competencia entre Medina y Mejía, a quienes atribuyen más del 90 por ciento de las intenciones de voto, el mayor nivel desde las elecciones de 1982, cuando con el 9 por ciento de la votación el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) inició la ruptura del bipartidismo. La declinación comenzó en  2008 cuando el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) registró menos del 5 por ciento.

El martes 6, el PLD registró alianzas con 13 partidos y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con 7, lo que envuelve a 22 de los 26 partidos con registro electoral, pero estos podrían reducirse a 5 por las impugnaciones de facciones pro peledeístas a los pactos  del Partido Nacional de Veteranos y Civiles y del Partido Revolucionario Independiente. La gran novedad de los pactos es que por primera vez el PRSC renunció a llevar candidatura presidencial propia.

Fraccionalismo mercantil.  Hay excepciones, pero la gran mayoría de los partidos del sistema ha devenido en franquicias que invierten en un mercado político donde abunda el dinero y el reparto ilegítimo del Estado, además del financiamiento del erario, que este año implicará unos 1,400 millones de pesos, 80 por ciento para los dos mayoritarios.  Los demás persiguen algún fragmento del 20 por ciento y beneficios de un sistema de reparto clientelar, sin límites en un futuro Gobierno, o más frecuentemente  de los que ostentan el poder. De ahí el agrupamiento de 13 partidos en torno al gobernante. Y el PLD celebró  esta semana un acto para recibir el respaldo de otros 22 “partidos y movimientos”, muchos de los cuales no pudieron lograr el reconocimiento de la JCE.

El fraccionamiento no tiene límites cuando se trata de los “movimientos externos” que se conforman en torno a las dos candidaturas en competencia, cada una de las cuales dice contar con más de un millar. No serán 2,232 como se ha contabilizado, pero son por lo menos centenares, muchos  agrupamientos familiares o de simples buhoneros de la política, pero los hay también con cientos de integrantes de una profesión u oficio, algunos con convicciones pero sin militancia partidista, que pueden saltar de un lado al otro, puesto que no se constituyen por razones ideológicas o programáticas fundamentales.

Danilo Medina debe tener más grupos externos y mejor organizados no sólo por la atracción del poder en ejercicio, sino porque comenzó primero y durante años se valió de ellos para promoverse antes de que el PLD “abriera la campaña interna”. Al ser proclamado candidato se decía que eran más de cuatrocientos, ahora que 1,200.

Hipólito Mejía no se queda lejos con “más de mil” según sus voceros, incluyendo los llamados “comités afectivos con papá”, que de presenciales han devenido también en virtuales a través de las redes digitales. Esta semana una nota informativa dio cuenta de que pasaron de 200 mil los seguidores de Hipólito en Facebook y 34 mil en Twitter.

Lo más inverosímil.  De todos los rasgos macondianos, el más auténtico por inverosímil es el del PRD con un presidente que apuesta abiertamente a la derrota de su candidato, con fieles seguidores que creen que así herederán el partido, cuando parece obvio que si Hipólito gana a pesar de ellos quedan liquidados y si pierde por lo menos lo dividen, lo que garantizaría el retorno de Leonel y un nuevo PRI mexicano.

Vargas no pierde oportunidad para enfrentar al candidato, mientras sus íntimos proclaman abiertamente que “no puede ganar”. Esta semana las diferencias se expresaron en la tumba del desaparecido líder José Francisco Peña Gómez, quien ante el tradicional grupismo proclamaba que “sólo el PRD derrota al PRD”. Al conmemorar 75 años del nacimiento de Peña, Vargas dijo que no será barrendero ni portero en la campaña y menos después de lo que ocurrió el 6 de marzo del año pasado, aludiendo a la elección del candidato presidencial, que un año después sigue considerando espuria.

Lo de barrendero fue la forma de rechazar la designación de Hatuey Decamps como jefe de la campaña electoral, quien horas antes había exhortado a los perredeístas a blandir escobas para barrer del poder a los peledeístas. Como la entrada de Hatuey tras su pacto de apoyo a Hipólito tuvo impacto mediático, la camarilla de Vargas salió a combatirlo temerosa de que lo reivindiquen con la presidencia del partido blanco. El vocero del bloque de diputados del PRD rechazó que Decamps se reuniera con casi todos los legisladores sin solicitarlo a través de “la institucionalidad partidaria” y lo consideró “un jabón en el sancocho”.

El resentimiento de Vargas Maldonado  no es  sorprendente en las luchas políticas, pero lo inverosímil y sin precedente es que no haya renunciado a la presidencia del partido, o por lo menos evitado contradecir a su candidato y pactar con sus contrincantes a nombre de la “institucionalidad del partido”. Es demostrativo de la debilidad institucional que ningún organismo le haya tomado cuenta, ni siquiera quienes lo encumbraron y ahora respaldan al candidato presidencial electo. El “PRD institucional” empezó a colocar vallas promoviendo el voto por el partido, pero sin nombrar a Hipólito, contrario a lo de hace cuatro años cuando todo era Miguel y se ocultaba el nombre y la bandera del partido. Esto no será Macondo, pero se le parece.

Macondismo a la vista

Los rasgos del macondismo que Gabriel García Márquez consagró en sus Cien Años de Soledad se advierten en esta campaña electoral, no sólo por la multiplicidad de partidos y movimientos, sino también en los cuatro que han quedado independientes tras fracasar después de casi un año de intento por encontrar un método que les permitiera integrar un frente alternativo, lo que sólo sirvió para perder el tiempo y crear desilusión.

Lo inverosímil de Macondo se expresa más contundentemente en las dobles campañas que se expresan en los dos grandes partidos, las de Hipólito y Danilo empeñados en ganar la Presidencia este año y las de Leonel Fernández y Miguel Vargas  que privilegian sus expectativas de volver a ser protagonistas en el 2016, como hace cuatro años, poniendo en aprieto a los candidatos de los partidos que ambos presiden.

Hipólito (papá) es quien va más forzado peleando solo contra cuatro frentes, además del de Medina como candidato, el del presidente Fernández, que sigue usando el poder para perpetuarse y promueve el transfuguismo y la cooptación hasta con reuniones en la sede del Ejecutivo, lo que prohíbe la Ley de Función Pública. En el acto de proclama del pacto con el PRSC, Leonel parecía el candidato con Danilo detrás y cuando terminó de hablar muchos empezaron a irse sin escuchar al candidato.

El protagonismo del Presidente sigue tan alto, ofreciendo hasta autopistas a 6 meses de entregar el poder, que hasta peledeístas dicen que votarán por él y Danilo hubo de recordar la semana pasada que él es el candidato y es con él que la oposición tiene que lidiar, lo que tal vez disuadió a Fernández, a último momento, de no asistir a una serie de comparecencias televisadas “para rendir cuentas de su gestión”.

El tercer frente es el de la candidata vicepresidencial y primera dama, (mamá en contraposición a papá) a quien el 27 de febrero el Presidente le entregó el timón de su Metro y ella dijo que también la antorcha del poder. Sus promotores persisten en presentarla como la salvación del “pobre Danilo”.

Y el cuarto es la quinta columna de Miguel Vargas, con todos los incentivos estatales y la maquinaria de propaganda del PLD.

Los reformistas, tal como advertían las encuestas, aparecen cada vez más dispersos, la mayoría buscando valla en torno a los dos en competencia. Amable Aristy Castro, quien fuera candidato presidencial en el 2008, está consultando para decidir a quién apoyará en un acto fijado para el domingo 18. Como se informa que sus consultas apuntan 8 a 2 a favor de papá Hipólito, el secretario general del PLD y presidente del Senado dijo esta semana que “cuando lo vea le preguntará qué es lo que quiere”. Pero   el viernes se apresuraron a “expulsarlo” sumariamente del partido.

 

El desafío pendiente de Hipólito y el PRD

Por Juan Bolívar Díaz

El candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Hipólito Mejía, retorna tras una exitosa gira política de dos semanas por Europa, con la expectativa de que finalmente el ingeniero Miguel Vargas Maldonado decida respaldarlo en su lucha por la presidencia de la República.

En los ámbitos perredeístas se cree que el presidente del partido se va quedando aislado tras la incorporación a la campaña electoral de la mayoría de los que apoyaron su búsqueda de la candidatura, por lo que tendría que aceptar la realidad si no quiere incurrir en un suicidio político.

El gran desafío del PRD.  En la medida en que se van disipando las dudas que algunos albergaban en  cuanto a si el presidente Leonel Fernández daría su respaldo a la candidatura de Danilo Medina, en el PRD crecen las preocupaciones porque a casi siete meses de la elección de su candidato, aún no se  logra la plena unificación partidista.

El agrónomo Mejía retorna al país este domingo tras una gira por España, Italia y Francia, donde cosechó respaldos y amplió sus relaciones internacionales, con la expectativa de lograr el pleno respaldo de Vargas Maldonado, quien no solamente fue su contrincante en la lucha por la candidatura presidencial y obtuvo un 46% de los votos, sino que además ostenta la presidencia del partido.

Antes de salir hacia España, Mejía hizo lo que pareció un último esfuerzo por lograr la plena unificación de su partido, al presentarse al local nacional para entregar una carta pidiendo una reunión con Vargas. Esta semana le felicitó por su cumpleaños a través de las redes sociales, tratándolo de “querido compañero”, lo que se interpretó como un nuevo esfuerzo de acercamiento. Se ha dicho que el presidente del PRD espera el retorno del candidato para darle una respuesta que los perredeístas anhelan positiva.

Desde antes de su elección, Mejía planteó la unidad del partido como garantía de triunfo en los comicios del 2012 y ha reiterado su apertura, aunque algunos de los suyos mantienen una “actitud triunfalista” alentada por las ventajas que le han otorgado las encuestas. La última Gallup-HOY, de agosto, dio a Mejía una ventaja de 14 por ciento en el universo y del 20 entre quienes se confesaron con la firme decisión de votar. La última del Centro Económico del Cibao para el PRD, en septiembre, le mantenía una ventaja de 16 puntos, con registro de  54 a 38 por ciento. Aunque las encuestas de Medina la reducen a 5 y 7 puntos y se publicó una que indicaba empate.

Va quedando aislado.  Casi todo el “estado mayor” de Vargas Maldonado en la lucha por la candidatura presidencial se ha distanciado de su resentimiento, ya por convicción o por racionalidad política, varios de ellos en posiciones relevantes del Comando Nacional de Campaña del PRD, como Alfredo Pacheco, Neney Cabrera, Andrés Bautista y Jesús Vásquez, Orlando Jorge, Eligio Linares, Roberto Fulcar y Alejandro Abréu, y líderes femeninas que encarnaron el “varguismo” como Peggy Cabral viuda Peña, Geanilda Vásquez y Yanet Camilo. También cuadros profesionales tan influyentes como Andy Dahuajre, José Joaquín Puello, César Mella, Jaime Aristy y Fausto Ruiz.

Como de fidelidad absoluta son señalados Julio Maríñez y Aníbal García Duvergé, que han declinado públicamente asumir posiciones en el comando de campaña, y Rafael Díaz  Filpo, Henry Sarraf y Fiquito Vásquez, que están a medias sin que se descarte que puedan renunciar, como el alcalde de Santo Domingo Norte, o hasta acogerse al transfuguismo, como ya lo han hecho tres o cuatro del interior, incluido el alcalde de San Cristóbal, el pelotero Raúl Mondesí o la antigua reina de belleza llevada por Vargas a la posición de vicealcalde de Santo Domingo Norte.

El asunto es que a casi siete meses de la elección primaria efectuada el 6 de marzo, Vargas Maldonado y algunos de sus partidarios siguen sin entender que perdieron, o están todavía convencidos de que Hipólito ganó con el voto de cientos de miles de peledeístas, como se argumentó desde que se conoció el cómputo.  A su esposa Angelita García le atribuyen la posición más intransigente y se afirma que echó de la casa a personajes tan influyentes como Andy Dahuajre, Pacheco y Neney Cabrera, cuando éstos se fueron convenciendo de que los perredeístas y la opinión pública reconocían a Mejía como candidato legítimo. El mismo Vargas ha evadido encontrarse con el candidato, aún pese a esfuerzos de Peggy Cabral o del reputado neurocirujano José Joaquín Puello, su candidato vicepresidencial del 2008, a quien le habría dejado una cena puesta todavía recientemente.

Peligro del triunfalismo.  A estas alturas del juego es obvio que lo más conveniente para el PRD es lograr la total coherencia si se descarta que Vargas Maldonado vaya a renunciar a la presidencia del partido.

Pero ese elemento de distracción tiene que ser superado ya pues renueva la convicción en importantes sectores medios y altos de que los perredeístas son incapaces de ponerse de acuerdo.

Mejía y los suyos tienen el desafío de evadir las actitudes triunfalistas que algunos exhiben, al creer y proclamar que no hay manera de modificar las perspectivas electorales que dibujan las encuestas, dado el progresivo deterioro de la imagen del Gobierno y del partido morado.

 Ya a estas alturas los que contaban con que el presidente Fernández no apoyaría a Danilo Medina deberían estar convencidos de su error, pues las declaraciones del mandatario en su reciente viaje a Nueva York y el aval público que dio a su esposa Margarita Cedeño para la candidatura vicepresidencial, no parecen dejar dudas.

Tal como se había advertido, gracias a un fuerte sentimiento de cuerpo y temor a romper el consenso grupal, el PLD avanza firme en la cohesión en torno a su candidatura y es dueño de una poderosa maquinaria política afianzada en el poder y en disposición de pelear hasta el último cartucho por mantenerlo.

El escandaloso planteamiento newyorkino del presidente Leonel Fernández de que destinará 40 mil millones de pesos para distribución de 10 millones de raciones alimentarias y para establecer 900 plazas agropecuarias, además de pavimentar el país, deberían ser un aviso eficiente, pues ya lo han hecho en los dos últimos torneos electorales. Desde el 2010 no se han vuelto a ver las inmensas cocinas rodantes que proporcionaron comida cocida en casi todas las provincias, y en ambos procesos el déficit fiscal sobrepasó los 40 mil millones de pesos en la campaña electoral.

Súmenle el anuncio esta semana del vicepresidente Rafael Alburquerque de una segunda fase de las políticas sociales del Gobierno, que persigue alcanzar a un millón 800 mil hogares, nada menos que seis millones de personas, el 60 por ciento de la población nacional.

Por demás, el PLD está demostrando que le sobra dinero para una inversión publicitaria que multiplica varias veces la del PRD, y las caravanas interprovinciales a 7 meses de los comicios no dejan dudas de que le sobran recursos y voluntad para dar la pelea con un candidato presidencial que mantiene un discurso altamente propositivo.

Vargas: nadar

 o morir

El progresivo aislamiento político en que va quedando el ingeniero Vargas lo llama a moverse con más racionalidad si es que no quiere incurrir en un suicidio político, reconocía uno de los hombres que lo impulsaron a la presidencia del partido y a la búsqueda de la candidatura. Cuando se le preguntó si no se lo había advertido, el dirigente perredeísta adujo que el empresario y político había roto sus nexos con él.

Otro entiende que Vargas está ganando tiempo para ver si Hipólito Mejía logra mantener las ventajas que le otorgan las encuestas y la percepción general, atribuyéndole consciencia de que como presidente del partido no puede arriesgarse a quedarse fuera del tren de la victoria, como tampoco ser responsabilizado de una derrota, pues en cualquiera de los dos casos le resultaría difícil escapar de la ira de los perredeístas, muchos de los cuales entienden que “no pueden correr el riesgo de otros cuatro años en el abajismo”.

Los más radicales frente a la actitud de Vargas, entre los cuales se señala al doctor Hugo Tolentino, llegan a considerar que el presidente del partido se tiene que acoger a la decisión de las mayorías o renunciar.

Como ironía del destino recuerdan que aquel modificó los estatutos del PRD para permitir que el candidato presidencial fuera a la vez presidente del partido, para evitar incoherencias en las campañas electorales, como adujo que se produjo cuando él encabezó la boleta blanca en el 2008, con el ingeniero Ramón Alburquerque en la presidencia.

La generalidad de los perredeístas lo que quieren es la unidad e integración de todos los sectores, especialmente los que creen que Vargas mantiene vigor y recursos para lograr otra oportunidad en el 2016, para lo cual tiene que moverse en la actual coyuntura o la maquinaria perredeísta y su ambición de poder le pasará por encima.

Se cree que Mejía ha realizado los últimos esfuerzos de acercamiento, desatendiendo recomendaciones de asesores políticos nacionales y extranjeros que aconsejan quitarle importancia a la “huelga de brazos caídos” del presidente del partido. Aducen que “eso mientras más se bata más hiede”.

Acentuada la ventaja de Hipólito y del PRD

Por Juan Bolívar Díaz

Las ventajas que marcó la encuesta Gallup-HOY publicada en mayo a favor de Hipólito Mejía y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para las elecciones del año próximo se acentuaron en la de esta semana, resaltando la amplia  diferencia de 20 puntos en la intención de voto entre los que expresan firme disposición al sufragio.

Aunque faltan todavía 9 meses para las elecciones y pueden producirse cambios significativos, esta investigación perfila un voto de censura motivado por la creciente desaprobación del Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) generada por los problemas económicos, el desempleo, la corrupción y la inseguridad ciudadana.

Muy cómoda ventaja.  El titular de HOY causó impacto al informar que Hipólito Mejía superaba a Danilo Medina por 14.5 por ciento en las preferencias del universo de los “habilitados para votar” en el 2012, al registrar 47.9 a 33.4 por ciento, en la encuesta Gallup- HOY, lo que significa un incremento de 6.2 en relación a los resultados de la realizada a fines de abril y publicada en mayo pasado, mucho antes de que el PLD escogiera su candidato presidencial el 26 de junio.

Pero la ventaja del perredeísta es mucho más amplia, 20 puntos, en “el total de entrevistados habilitados para votar y que manifestaron intención inequívoca de voto” entre quienes obtiene un 54.4 contra un 34.5 por ciento de los que se inclinan por el peledeísta.

En el renglón de las simpatías partidarias, el PRD también supera al PLD, con registros de 41 a 36.4 por ciento. En la encuesta anterior el partido morado todavía tenía mayor simpatía, 42 a 40 por ciento. Sin embargo, esa vez el partido blanco ya aparecía en primer lugar, 37.7 a 31.1 por ciento en intención de voto. Ese renglón no se ha incluido en la publicada esta semana.

Faltando casi 9 meses para los comicios, es obvio que Mejía no puede cantar victoria. El 26 por ciento de los encuestados entre el 11 y 15 de este agosto manifestó que todavía podría cambiar su intención de voto y el PLD controla el Gobierno, lo que otorga ventajas significativas en la pobre tradición institucional de la nación.

Sin embargo en la historia de las encuestas dominicanas ningún candidato presidencial ha superado una desventaja inicial, con la excepción de los comicios viciados de 1990 y 94, y la de esta investigación es de las mayores, sólo comparable con las registradas a favor del PLD y su candidato Leonel Fernández cuando Mejía buscaba reelegirse en el 2004.  El promedio de las tres encuestas más acreditadas en el país (Gallup, Penn-Schoen y Hamilton) cada una con dos entregas entre enero y marzo de ese año otorgaba a Leonel Fernández el mismo 58 por ciento con que ganó. En el 2008 las encuestas le promediaron 55 por ciento y terminó con el 54.

Desaprobación del Gobierno.  La progresiva caída de la popularidad del PLD y su Gobierno queda ratificada en esta encuesta Gallup-HOY, lo que deja a Danilo Medina en cuesta arriba y no porque faltara la formalidad de su proclamación, ya que hace dos meses que fue electo con el 87 por ciento de los votos de los militantes peledeístas. De hecho parece tener más propaganda en las vías públicas y los medios de comunicación que su competidor.

La desaprobación del Gobierno que en mayo alcanzaba el 59 por ciento se elevó ahora al 63, mientras la aprobación caía en la misma proporción de 28 al 24 por ciento, es decir apenas la cuarta parte de la población. Aunque la valoración del trabajo del presidente Fernández subió del 47.6 al 52.5 por ciento.

El resultado más devastador para la imagen del Gobierno sigue siendo el referente a la corrupción. El 61.6 la aprecia mayor que antes. En mayo era 63 por ciento. Sumados los que estiman que es igual que antes del actual Gobierno, la proporción se eleva a 88 por ciento, ahora dos puntos menos. Apenas el 10 por ciento aprecia que ahora la corrupción es menor, lo que implica que aún la mayoría de los simpatizantes del partido de Gobierno estiman que la corrupción empeora.

Pero lo que más estaría influyendo en la pobre valoración del Gobierno y las expectativas de cambio en el 2012 son las apreciaciones sobre la situación económica: 84 por ciento la estima mala o muy mala, y sólo 6 por ciento buena. El 80 por ciento, 8 puntos menos que en mayo, cree que el país va por mal camino y, lo que es peor,  el 71 por ciento considera que estará peor o igual al final del actual Gobierno.

Cuando se le pregunta a los encuestados sobre los principales problemas nacionales se repiten los mismos de mayo pasado, aunque con variaciones en el orden: inflación,  delincuencia, desempleo,  apagones, tráfico y consumo de drogas y corrupción administrativa.

Advertencias a la vista.  Los resultados de esta encuesta ratifican que los problemas del Gobierno son de naturaleza endógena y no de la “conspiración mediática” que vienen denunciando algunos voceros. Dimensionan las dificultades que enfrenta la candidatura de Danilo Medina para salir airosa, más aún cuando son pobres las expectativas nacionales e internacionales de mejoramiento económico en los 9 meses que distan de los comicios.

Hay quienes señalan los mil cien millones de dólares que está recibiendo el Gobierno como fruto de la reanudación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional como un factor importante que permitiría aliviar la situación económica nacional, pero olvidan que ese financiamiento, que incluye los 500 millones de dólares por bonos soberanos recién recibidos, ya estaba comprometido en el presupuesto del año en curso. Podrán desviar alguna proporción, pero no muy alta. Más posibilidades tiene el Gobierno de incumplir de nuevo los compromisos con el FMI en  el último trimestre de este año y el primero del próximo y desbordar los límites fiscales.

Las posibilidades de correctivos que cambien las perspectivas políticas dependen más que nada de una correcta interpretación de lo que arroja esta nueva encuesta Gallup-HOY, en su mayor parte reiterativa de la ejecutada en mayo, y de lo establecido  poco después por la Penn & Schoen y por otras investigaciones que se han conocido informalmente en las últimas semanas.

Las altas ventajas registradas para la candidatura de Hipólito Mejía podrían constituirse en un aliento al triunfalismo y dilatar o imposibilitar una total integración de los líderes y cuadros principales del perdedor de las primarias, Miguel Vargas Maldonado, quien al ser presidente del partido y controlar los principales cargos nacionales tiene suficiente influencia para crear dificultades y generar crisis.

Hipólito Mejía cometería un grave error si se da por ganado. Tiene que contar con las extraordinarias energías, la experiencia política y el discurso propositivo de Danilo Medina que ha ganado terreno en los sectores medios, quien en las próximas semanas deberá cosechar un descuento importante de las desventajas que le arrojan las encuestas y la percepción general.

Los jóvenes con Hipólito Mejía

Cuando se revisan las preferencias marcadas por la Gallup-HOY por edades, llama mucho la atención que Mejía alcanza el 57 por ciento en el segmento más joven del electorado, los que están entre 18 y 25 años. Algunos lo atribuyen a que estos no recuerdan cómo fue la gestión del perredeísta entre el 2000 y 2004.

Otra corriente interpretativa se adscribe a la hipótesis de que en esas edades está el mayor porcentaje de desempleados y desesperanza, en los sectores populares. Un agudo observador señaló que en las clases medias muchos jóvenes dependen de un estipendio fijo para sus gastos personales, especialmente para el combustible de sus autos, y esos son los más atentos al precio de los combustibles, con los que el Gobierno viene haciendo zafra.

Una ventaja significativa es la que registra el candidato perredeísta en las simpatías de los encuestados que se identifican con el Partido Reformista Social Cristiano donde alcanza 24.7 por ciento, mientras Danilo Medina sólo obtiene el 17.8 por ciento, lo que reduce los efectos de una repetición de la alianza PLD-PRSC. Parece que la cúpula reformista, beneficiaria del Gobierno, juega a mantener esa alianza, pero las bases forman parte de la población insatisfecha con la situación económica y social.       La encuesta indagó sobre 18 atributos para ser Presidente de la nación y Mejía ganó por amplios márgenes en 14, incluyendo el de más experimentado en asuntos de Gobierno, el de mejor trayectoria política, que está al lado de los pobres, manejaría mejor una crisis y en que sabrá hacer un buen Gobierno. Sin embargo, Medina lo supera 54 a 36 en el importante renglón de más capacitado e inteligente, en que está en favor de los ricos por 42 a 25 por ciento, y en que haría una mejor gestión financiera y en que mejorará la educación.

¿Dos PRD y dos PLD en campaña electoral?

Por Juan Bolívar Díaz

Cobra fuerza el planteamiento de que en la campaña electoral en marcha podría haber dos proyectos políticos diferentes, para el 2012 y el 2016, en cada uno de los dos partidos mayoritarios, los cuales no han podido compactarse después de sus largas campañas para elegir candidatos.

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) vuelve a ser el más afectado por tensiones internas aún 5 meses después que escogiera candidato presidencial, a lo que estaría contribuyendo un nocivo triunfalismo derivado de las acentuadas ventajas que le otorgan las encuestas y el consenso de la opinión pública.

Un panorama incierto.  Faltan nueve meses para las elecciones presidenciales, pero por ahora el panorama luce incierto al interior de los partidos mayoritarios. El tercero, el Partido Reformista Social Cristiano, amenazado de nuevas escisiones no logra ponerse de acuerdo ni en el método para escoger su candidato presidencial. Los dos mayores luchan por cohesionarse en torno a sus respectivas candidaturas, mientras Julián Serulle, Guillermo Moreno y Max Puig han sido proclamados candidatos alternativos.

En los partidos Revolucionario Dominicano (PRD) y de la Liberación Dominicana (PLD) sus candidatos luchan por lograr el pleno apoyo de sus  respectivos presidentes Miguel Vargas Maldonado y Leonel Fernández Reyna, éste último más relevante por tratarse del presidente de la República y líder principal de la organización.

La incoherencia es más crónica en el PRD, por su historial de luchas grupales y porque ya hace más de 5 meses (el 6 de marzo) que escogió al agrónomo Hipólito Mejía como candidato presidencial, y más de tres meses (el 8 de mayo) que lo proclamó. Lo circunstancial de su éxito viniendo del ostracismo político, con un contrincante que obtuvo 47% del sufragio le han empedrado el camino de la compactación.

En cambio Danilo Medina todavía no llega a los dos meses de haber emergido con la candidatura presidencial del PLD (el 26 de junio) y espera ser proclamado formalmente el 28 de este mes. El haber logrado el 87% de los votos con el restante 13% repartido entre tres, le abre una senda menos empinada, aunque las resistencias provienen de un líder y grupo que no quieren renunciar al protagonismo.

Campañas diferentes.  Hasta el momento, tanto en el PRD como en el PLD se desarrollan campañas paralelas: los candidatos presidenciales lanzan su propio juego enfilados hacia el 2012, pero desde “el bullpen” los managers parecen diseñar estrategias para la temporada del 2016, sin importarles mucho el compromiso inminente, sin que falten quienes persistan en creer que el individualismo político y la crisis de los proyectos colectivos los lleva a preferir la derrota de su propio equipo.

Un acucioso técnico perredeísta y veterano teórico de la política,  más cercano a Vargas Maldonado que a Hipólito Mejía, confiaba esta semana su convencimiento de que los juegos paralelos se mantendrán hasta el final, con más o menos disimulo, porque tanto Leonel como Vargas temen ser desplazados definitivamente del control de sus maquinarias políticas si ganan sus respectivos candidatos.

Son muchos los que comparten la hipótesis de que al interés del presidente Fernández y sus grandes beneficiarios del poder no les conviene el triunfo de un Medina que tendría que cimentar su propio espacio de gobernante reduciendo el de ellos. Y porque para el 2016 el PLD tendría que buscar un difícil cuarto período consecutivo.

Si quien gana en  2012 es Mejía, Medina no quedaría en condiciones de hacer ni sombra al liderazgo de Fernández y el perredeísta estaría amarrado durante el cuatrienio, dependiendo del líder del PLD, quien tendría el control del Congreso Nacional, de la Suprema Corte de Justicia y la Cámara de Cuentas, así como de la Junta Central Electoral y de los nuevos tribunales Constitucional y Superior Electoral, y con su Fundación Global. En ese escenario le sería más fácil volver a la presidencia.

Por su parte, Vargas estaría convencido de que si Mejía gana tratará de minarle la presidencia del PRD y cerrarle el paso a la próxima candidatura, auspiciando a alguien como su candidato vicepresidencial Luis Abinader. Si Mejía pierde se hundiría para siempre y él tendría mayores posibilidades de reivindicarse con la candidatura presidencial que se le escapó este año. Cuando se advierten los riesgos, el analista responde que es muy posible que Vargas no conspire abiertamente contra la candidatura de su partido, pero nada hará para que salga adelante.

Triunfalismo en el PRD. La falta de compactación en el PRD es derivada de los resquemores dejados por la prolongada lucha interna y la derrota de quienes controlan la maquinaria del partido, que estaría siendo incentivada por un sentimiento triunfalista producido por las amplias ventajas que le atribuyen las encuestas a la candidatura de Hipólito Mejía.

Es público que Vargas y Mejía hasta evaden juntarse en el mismo escenario, aunque sea tan importante como la reciente celebración del 50 aniversario de la instalación del PRD en el país, a la que no asistió el candidato. Hace menos de un mes que todavía algunos diputados se atrevieron a proponer que Mejía sustituya a su candidato vicepresidencial para dejarle ese espacio a Vargas y éste tardó varios días en desautorizarlos. El 1 de agosto Aníbal García Duvergé se quejó de que aún no se materializa la unidad y recordó que Vargas obtuvo casi la mitad de los votos en la elección primaria.

Esta semana el mismo presidente del PRD dijo a los periodistas que el proceso de integración de su equipo a la campaña de Mejía ha tenido dificultades “pero yo quiero recordar que ni soy candidato presidencial ni vicepresidencial, ni soy director de campaña. Yo asumo mi rol institucional como presidente del PRD”.

Al día siguiente, en lo que pareció una respuesta a Vargas, se  informó que el recién designado Consejo Asesor Presidencial de Hipólito Mejía fue concebido como  “el órgano consultor de mayor jerarquía dentro de la estructura que sustenta la candidatura presidencial, al que se le ha encomendado recomendar las acciones que consideren convenientes para la conquista del poder”.

Los seguidores de Vargas se sienten relegados en el Consejo Asesor y resienten que lo coordine Enmanuel Esquea Guerrero, a quien ellos llegaron al extremo de expulsar del partido, como chivo expiatorio de su derrota en la elección primaria. Y tiene como subcoordinadores a Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino, que completaban la cabeza ejecutiva de la comisión que organizó la primaria de marzo.

 El buen posicionamiento con que aparece Mejía, en encuestas que le dan ventajas que oscilan entre 7 y 20 puntos, podría estar contribuyendo al triunfalismo que se denuncia en parte de sus seguidores, que llegan a proclamar que quien no se suba al carro de la victoria se quedará fuera del poder. Aunque se asegura que la integración se ha logrado en 95%, quedan resabios e insatisfacciones que, al decir del teórico  citado, podrían generar hasta transfuguismo y que por ahora alientan el juego paralelo de Vargas Maldonado.

Protagonismo de Leonel

La ofensiva a que se ha lanzado el presidente Fernández, disputando el espacio político del candidato del PLD, fortalece la hipótesis de que desarrolla su propio juego aún a riesgo de la derrota de su partido. Comenzó el 24 de julio con el mitin que reunió a los dirigentes nacionales y al candidato Medina para dictarles la esencia y hasta las consignas de la campaña electoral. Y dos semanas después, el pasado lunes 8, inició un ciclo de encuentros barriales.

Reunió en Gualey a cientos de activistas del programa oficial “Barrio Seguro” que aclamaron “los rugidos del león”, sin la menor referencia al candidato, ni una foto, ni los símbolos de su partido, “creando por momentos la sensación de que el mandatario iniciaba en Gualey la campaña por una tercera reelección”, como describió la excelente crónica de Rafael Alonzo Rijo en El Caribe del martes 9. Los días siguientes Leonel revocó el reciente aumento de la tarifa del agua en la Capital, adelantó una rebaja del precio de los combustibles, entregó 109 vehículos y 500 radios a la Policía para combatir la inseguridad ciudadana y hasta se reunió con los alcaldes del Gran Santo Domingo interesado en que disminuya la basura.

No hay dudas de que esas disposiciones pueden allanar el camino para que Danilo Medina comience a descontar la ventaja que las encuestas apuntan a favor de Hipólito Mejía, pero la generalidad de los análisis apuntan a que refuerzan el protagonismo del Presidente y la percepción de que su liderazgo y ambiciones políticas están por encima de toda consideración.

Sin embargo, cuando Danilo sea proclamado candidato el 28 de agosto, el sentimiento de cuerpo y el instinto de conservación del PLD remitirán al escenario fundamental del 2012 y vencerán resistencias. Serán muy contados, si quedan, los que preferirían perder los privilegios del poder, en aras de un liderazgo que podría ser minado por la mezquindad. Los que pregonan que Leonel prefiere un opositor señalan los casos de los presidentes Salvador Jorge Blanco y Joaquín Balaguer, que desde el poder habrían conspirado contra las candidaturas de su partido.

Si fue cierto, lo que amerita un análisis aparte, no debe olvidarse que ambos salieron del poder para siempre.

 

Abuso de recursos;Leonel lo quiere todo

Por Juan Bolívar Díaz
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El gobierno en pleno, incluyendo al presidente y el vicepresidente de la República, se ha lanzado a la campaña electoral arrastrando muchos recursos estatales en beneficio de los candidatos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), promoviendo la bulla y evadiendo debatir  propuestas.

Recorriendo el país como si fuera candidato parece obvio que el  Presidente Leonel Fernández  pretende el poder absoluto, lo que genera confusión y especulaciones tras sus recientes declaraciones en Colombia sugiriendo que no debe haber límites para la reelección de un presidente con gran apoyo popular.

Que tomen licencia

Jueces electorales han estado preocupados porque los 2 mil 560 funcionarios postulados para los cargos legislativos y municipales tomen licencia acorde con el artículo 69 de la Ley Electoral, pero en justicia y equidad ello debería abarcar a todos los funcionarios públicos responsabilizados de la campaña electoral. El abogado, politólogo y candidato a diputado Pedro Catrain llegó a reclamar que incluya al presidente Fernández. Numerosas instituciones de la sociedad civil se sumaron esta semana a las denuncias sobre abusos del Estado y al reclamo de que los funcionarios tomen licencia.

Lo del uso de los comedores económicos del gobierno en los actos de campaña del PLD escandalizó hasta al presidente de la Junta Central Electoral, quien dijo que “la sensatez impone que eso no vuelva a ocurrir”. Y en lo que respecta al “caravaneo” del Presidente Fernández, un abogado tan diplomático como el doctor Julio César Castaños manifestó que “el Presidente de la República encarna el Poder Ejecutivo y, como tal, lo ideal sería no ver la figura del Presidente de todos los dominicanos asociada a una campaña proselitista en la que él no es candidato”, aunque no tiene impedimento legal.

El vicepresidente Alburquerque y dirigentes del partido de gobierno negaron los cargos, aunque el administrador de los Comedores Económicos del gobierno, Nicolás Calderón, confirmó sin quererlo el uso político de ese programa estatal, cuando sostuvo que los repartos en San José de Ocoa no fueron sólo en ocasión de la caravana del primer mandatario, sino que datan de diciembre, informando que hay 28 cocinas móviles operando en todo el país y que “sólo en Ocoa tenemos dos”.

San José de Ocoa es apenas una de 31 provincias y el Distrito Nacional, y de las cinco de menor población, pero allí se concentra un gran esfuerzo gubernamental porque fue una de las seis que ganó el Partido Revolucionario Dominicano en los anteriores comicios legislativos y municipales del 2006. Lo mismo ocurre en Dajabón, María Trinidad Sánchez, Azua y Espaillat.

Las ventajas del PLD

Todas las encuestas políticas de alguna credibilidad han mantenido al PLD como  partido dominante desde agosto del 2002, lo que fue reafirmado por sus amplios triunfos en las elecciones presidenciales del 2004  y 2008 y en las legislativas y municipales del 2006. Y pese al desgaste del poder, acompañado por graves escándalos de corrupción, narcotráfico, inseguridad y frustraciones económicas y sociales, parece conservar la ventaja para los próximos comicios, sumándole lo que aportan los 13 partidos aliados.

Entre los analistas políticos prevalece la percepción de que la oposición política encarnada en el PRD, por sus incoherencias internas y desaciertos, no ha podido crear una ilusión de cambio, por lo que la coalición electoral tiene amplias posibilidades de salir  adelante en los comicios del mes próximo.

A favor del partido gobernante está el hecho de que en sus casi 6 años de gestión ha multiplicado el gasto en subsidios de todo género, que el año pasado alcanzaron 7 mil 751 millones de pesos. No ha invertido lo mínimo necesario en educación, salubridad, energía eléctrica y agua potable, ni en la promoción efectiva de la productividad y el empleo, pero a la fecha otorga subsidios a un millón 441 mil 888 personas, casi la cuarta parte de 6 millones 116 mil electores.

Tan sólo el programa “Comer es primero” otorga 700 pesos mensuales a 525 mil 511 personas cada mes, 61 mil más que el año pasado. Otras 207 mil 403, que en gran proporción son las mismas, reciben 150 pesos por mes como incentivo a la asistencia escolar, y 74 mil 990 son beneficiarios de un  “suplemento alimenticio” por 400 pesos mensuales. En el programa de subsidio al gas propano ya hay 757 mil 817 hogares y choferes favorecidos cada mes con 228 pesos cada mes.

La concepción clientelista es obvia cuando en los últimos meses, en vez de mejorar los bajísimos sueldos de policías y marinos se les ha adscrito a esos programas de asistencia social, lo que también implica un desorden institucional. Esos “favores” tienen alta rentabilidad política en un país donde miles de personas venden el voto hasta por 500 pesos.

Qué busca el Presidente

Dentro de las perspectivas políticas son muchos los que no entienden qué busca el Presidente Leone Fernández por calles y carreteras del país, juramentando miembros de la oposición, con tan alto despliegue de recursos estatales y bulla en vez de auspiciar una campaña propositiva acorde con la modernidad que dice representar. El PLD ha dispuesto que sus candidatos no participen en los debates que instituciones sociales y medios de comunicación propusieron.

El desbordamiento presidencial es menos justificable si como Fernández proclamó el miércoles 14 en un acto político de su partido, sus encuestas le aseguran  la victoria en 27 de las 32 provincias y empate en tres. Pero dijo que podrían ganarlas todas. En otras palabras, que no quisieran ni representación opositora en los órganos del Estado.

Hasta en el mismo PLD y aliados el activismo presidencial crea confusiones, tantas que en el fin de semana pasado ya se levantaron consignas de reelección presidencial, a pesar de que la flamante Constitución recién promulgada impide al doctor Fernández una repostulación en el 2012, lo que para algunos se resolvería con el referéndum que ahora consagra o con otra reforma constitucional que sería factible con una barrida electoral en el Congreso y contando con la debilidad de la oposición.

Y ya el jueves el aliado político y presidente de la Comisión Nacional de Ética se pronunció a favor de otra reelección en el 2012, sin explicar cómo pasaría el veto constitucional.

El propio Presidente Fernández alentó “esa confusión” cuando en su visita a Colombia del jueves 8, deploró que un presidente como Álvaro Uribe no pudiera optar por un tercer período consecutivo, por preceptos institucionales, argumentando que  ello obligará a “una reflexión sobre la democracia latinoamericana del siglo 21”.

Hay quienes apuestan a nuevos aprestos continuistas si la coalición del PLD aumenta su representación en el Congreso, sobre todo después de la crisis económica de los últimos dos años, bajo el argumento de que sería una insensatez  prescindir del nuevo genio de la política nacional. Y podrían “vencer la resistencia del mandatario”, como ocurrió con Hipólito Mejía, tras la barrida electoral perredeísta del 2002.-

El gobierno en campaña

Desde que fueron registradas las candidaturas para las elecciones congresionales y municipales del mes próximo, el gobierno se lanzó de lleno a la campaña electoral, con gran movilización de los recursos del Estado, persiguiendo una barrida total de la débil oposición que enfrenta, lo que una vez más abochorna la institucionalidad democrática.

Los fines de semana el Presidente Fernández y el vicepresidente Rafael Alburquerque encabezan recorridos por todo el país en caravanas vehiculares arrastrando a gran parte de los altos y medianos funcionarios del gobierno. A mitad de semana, como ocurrió el pasado miércoles, el mandatario encabeza actividades políticas en la capital.

Como es tradición en el país, toda esa movilización se paga con recursos estatales, no solamente en horas laborables de los funcionarios, asistentes, choferes, militares y policías, sino también en el uso de helicópteros, vehículos, combustibles, pago de dietas, hoteles y restaurantes.

Para cada región y provincia se ha responsabilizado de la campaña electoral a  funcionarios del gobierno que a la vez son dirigentes del PLD. Los que más recursos mueven, como el ministro de Obras Públicas, Víctor Díaz Rúa,  y el director de la Oficina Supervisora de Obras del Estado, Félix Bautista, encabezan una “Comisión Nacional Operativa”. Ya en campañas electorales anteriores estos dos cargos han sido los más efectivos recaudadores, especialmente con los contratistas del Estado. La contribución estatal incluye préstamos de vehículos, choferes, periodistas, fotógrafos, camarógrafos, así como de equipos, materiales de promoción y pago de dietas y publicidad.

El abuso de los recursos públicos incluye  la movilización de las cocinas ambulantes de los comedores económicos para distribuir comida procesada, y los repartos del Plan Social de la Presidencia, incluyendo electrodomésticos, alimentos y dinero en efectivo, para lo cual a veces se utiliza hasta militares y policías.