Hay que ayudar a Leonel

Por Juan Bolívar Díaz

En vez de rodearlo de homenajes, lisonjas y adulaciones como las que han abundado en los últimos días, al doctor Leonel Fernández hay que ayudarlo a pasar con éxito la prueba de la descompresión del poder, ahora que deberá abandonar el Palacio Nacional después de 8 años consecutivos y 12 de los últimos 16 años gobernando el país.

No le hacen nada bien los pronunciamientos como el del alcalde del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, de que tomará la antorcha para el retorno al poder del doctor Fernández en los comicios del 2016, porque lo inducen a abrir una muy prematura lucha por el retorno, que hasta podría ser traumática en su propio partido.

Todos los que estiman al doctor Fernández deben ayudarlo a evitar el síndrome de abstinencia del poder  que ha llevado a su amigo Alvaro Uribe a un precipitado enfrentamiento a su sucesor Juan Manuel Santos en la presidencia de Colombia.

 Leonel Fernández será el primer presidente de la historia dominicana  en entregar el poder a otro de su mismo partido también electo  bajo formalidades democráticas, lo que evidencia la cultura de que “el poder no se cede y menos a uno del mismo palo”. Lo más conveniente es que complete ese mérito reconociendo que este es el tiempo de Danilo Medina.

 Ya hay muchas vallas que sugieren el retorno al poder del que todavía no acaba de entregar y eso no debe proseguir con pronunciamientos como el de Salcedo ni proclamándolo como el perínclito de la historia nacional o el mayor benefactor de las Fuerzas Armadas, como hizo recientemente el ministro del ramo.

 Tampoco se ayuda a Leonel advirtiendo de posibles ingratitudes y comparándolo con Jesús el Nazareno, al que solo uno de diez leprosos que curó (Lucas 17:11) volvió  para agradecerle el haberle devuelto la salud, como lo hizo el director de Prensa del Gobierno, Rafael Núñez, en artículo publicado en Diario Libre y reproducido esta semana en la Revista Semanal Palacio.

 Excesos como los indicados pueden inducir al mandatario saliente a creerse realmente imprescindible y a formular planteamientos como el de esta semana cuando volvió a recurrir a José Martí para referirse a quienes solo ven las manchas y no la luz del sol, considerándolos malagradecidos.

 Estimaciones como esa pueden llevar a un error garrafal, pues se estaría considerando como malagradecidos a la inmensa mayoría de los dominicanos empadronados que no sufragó por el partido de Fernández. No debe olvidarse que el Partido de la Liberación Dominicana solo obtuvo el 37.73 por ciento del sufragio de mayo pasado, que a su vez solo representó el 26.3 por ciento de los empadronados, ya que la abstención superó el 30 por ciento. La reducción de la votación del PLD, que obtuvo 200 mil votos menos que la principal opción de oposición, no parece ser fruto del mal agradecimiento sino de la insatisfacción y del cansancio.

Los seguidores de Leonel Fernández deben ayudarlo a comprender que él ha sido un favorecido excepcional del poder, pues figura entre un puñado de líderes de  la democracia universal que han conseguido ser electos presidentes más de dos veces: Franklin  Delano Roosevelt en Estados Unidos y Konrad Adenauer en Alemania son los únicos con cuatro elecciones. Felipe González en España, Hugo Chávez y Leonel Fernández en América Latina han ganado tres veces. José María Velasco Ibarra es el rey con cinco elecciones en Ecuador, aunque solo dos veces completó el período de 4 años y en otras dos solo lo dejaron gobernar por 11 y 14 meses.

 Sería una señal de prepotencia y sobre estimación que el doctor Leonel Fernández, quien obviamente aspira por lo menos a un cuarto período, saliera ahora considerando mal agradecidos a casi tres de cada cuatro dominicanos registrados en el padrón de electores. Como concluye Andrés L. Mateo: ¡Oh Dios!

 

 

 

Danilo se ganó su oportunidad

Por Juan Bolívar Díaz
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Más allá de las reservas por la apabullante presencia del Estado en su campaña electoral, Danilo Medina Sánchez acumuló suficientes méritos para alcanzar la Presidencia de la República, con un vigoroso discurso propositivo y promesas de cambios para compensar el desgaste de ocho años de su partido en el poder.

Con la experiencia de seis años como virtual primer ministro en los gobiernos de Leonel Fernández, hubo de emplearse a fondo con inteligencia emocional, tenacidad  y paciencia para ganar la candidatura superando un intento continuista sin que se fracturara la unidad del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

No lo deben subestimar.  Danilo Medina Sánchez fue el gran subestimado de la campaña electoral, por parte de sus opositores que pretendieron ignorarlo centrando sus dardos en el líder del PLD Leonel Fernández, como de los integrantes del grupo hegemónico gubernamental que se empeñaron en demostrar que ellos eran la garantía del triunfo.

Es posible que sin el apabullante respaldo gubernamental la candidatura peledeísta no hubiese salido adelante, pero Medina puso ingredientes sin los cuales el peso muerto del desgaste y las insatisfacciones generadas por ocho años seguidos de gobierno hubiesen provocado otro resultado.

Fruto de la ardua lucha que tuvo que librar para alcanzar la candidatura, el  peledeísta pudo reunir un grupo de los mejores cuadros de su partido y orquestar un “sector externo” que incorporó a destacados profesionales, empresarios y técnicos sin compromisos partidarios que lo ayudaron a neutralizar la animadversión ganada por las principales figuras del gobierno y a sustentar sus promesas de cambios.

Al igual que en la campaña interna por la candidatura, en la lucha por la presidencia, el economista sureño tuvo que desplegar la mayor paciencia para subordinar todo asomo de sentimiento, pasando por alto prepotencias y subestimaciones para no perder el objetivo fundamental de ganar la elección. A diferencia de su principal competidor, no cometió el menor exceso verbal, aunque tuviera que hacer concesiones que a veces parecían excesivas.

La lucha por obtener la candidatura del PLD permitió a Danilo poner a prueba la paciencia, tenacidad e inteligencia emocional necesarias para convertirse en presidente  de una nación. Con esas virtudes y la ayuda de la sociedad en general, se impuso al inconstitucional proyecto continuista del presidente Fernández, y luego sorteó las emergentes precandidaturas  del vicepresidente Rafael Alburquerque y de la primera dama Margarita Cedeño. Al escoger a esta para la vicepresidencia, cuando se temía  contraproducente, garantizó la unidad de su partido y el apoyo del presidente Fernández y de los ingenieros financistas de la política.

 La urgencia de cambios.  Con tantos poderes amarrados como terminará su gestión el presidente Fernández, gracias a su extraordinaria capacidad para repartir favores, es obvio que su sucesor corre el riesgo de quedar atrapado bajo su sombra, como advirtió la revista especializada The Economist. Sobre todo siendo del mismo partido en el que el mandatario saliente conservará el liderazgo.

Pero eso mismo puede ser una razón para que el nuevo ejecutivo busque poner su sello personal desde el primer decreto, que habitualmente es el que designa el gabinete. Es probable que no pueda romper las amarras, pero pondrá su propio sello, como ha ocurrido tantas veces en la historia y muy recientemente en Colombia y Brasil, donde los presidentes Juan Manuel Santos y Dilma Rousseff incluso han despedido por corrupción a funcionarios leales a sus antecesores.

En la distancia que guardó en los últimos seis años, y por sus contactos cercanos con amplios sectores, Danilo Medina ha podido calibrar el nivel de insatisfacción con la gestión de su partido, y prometió más en privado que en público, por razones obvias, que haría cambios significativos, de personas y prioridades, en el gasto, la transparencia y el rechazo a la corrupción. En esa dirección firmó compromisos con la Coalición por la Educación Digna, con la Asociación de Industrias y con Participación Ciudadana y Transparencia Internacional.

La decadencia que registra la votación del PLD en las últimas  dos elecciones presidenciales que cayó del 49 al 37.7 por ciento, será un buen argumento para fundamentar la necesidad de cambios en el gobierno de Medina, aunque el presidente Fernández se adelantó a reclamar méritos atribuyendo a su gestión el nuevo triunfo de su partido. Una de las interrogantes imposible de responder es cuántos de los votos registrados por el partido morado provinieron del sector externo armado por Danilo, que al final se llegó a cuantificar en más de dos mil grupos, aunque obviamente una parte de ellos hubiese votado por otro candidato oficialista.

Sin demasiado expectativas.  Las esperanzas de cambios con el nuevo gobierno quedaron de manifiesto en las homilías del Jueves de Corpus Christi, del cardenal Nicolás López Rodríguez y del arzobispo de Santiago, monseñor Ramón de la Rosa. El primero imploró para que Medina encuentre la vía de ejecución de su discurso, señalando la prioridad de atender la inseguridad, el empleo, la equidad y la educación.

El arzobispo santiagués fue más explícito al señalar que el nuevo Presidente no deberá tener miedo a la hora de enfrentar  males fundamentales como la delincuencia y la corrupción, mientras exhortaba a protegerlo de los que sólo buscan bienestar propio, recordando que será Presidente de todos los dominicanos.

Al presidente electo hay que dejarlo que arme su gobierno, lo que en sí mismo será una tarea ardua y delicada, ya que Leonel Fernández acostumbró a mantener los principales dirigentes del PLD al frente de algún segmento del Estado y a muchos no será fácil convencerlos de que den oportunidad a otros sin que formen un bloque de oposición interna al nuevo régimen.

Por donde quiera que se le analice no es recomendable que se forjen grandes expectativas de cambios. Medina recibirá las arcas del Estado con un grave déficit presupuestario fruto del gasto desenfrenado de los primeros cinco meses del año y su equipo económico tendrá que empezar por la desagradable y difícil tarea de montar una auténtica reforma fiscal, no simplemente tributaria como en la última década, que reclaman todos los sectores y que esta semana la presidenta de la Asociación de Industrias rechazó que pueda emprenderla el gobierno saliente.

El escenario internacional desfavorable y los déficits fiscales y de balanza de pagos del país, sin perspectivas de tanto financiamiento como en los últimos siete años, obligan a multiplicar los panes y los peces sin poder despedir burócratas, como ya advirtió el Presidente electo. Y tiene el agravante de que no podrá echar la culpa de sus dificultades al gobierno anterior, como es tradición.

En favor de Danilo Medina hay que apuntar los tres discursos positivos que ha pronunciado después de su elección, el 21 de mayo en la casa nacional de su partido y ante la tumba del fundador Juan Bosch, y esta semana al recibir el certificado de presidente electo. Humilde y abierto a la concertación y a la rectificación.-

    El tiempo de Danilo

Cuando fue proclamada su candidatura presidencial en Santiago, Danilo Medina proclamó que había llegado su tiempo, y ha insistido en que se preparó durante muchos años para asumir la responsabilidad de dirigir la nación con su propia impronta y con aspiraciones de no pasar desapercibido.

Aunque se le atribuyen limitaciones carismáticas, al presidente electo se le reconoce como un gran estratega y trabajador de la política. Fue de los que colocó los primeros ladrillos para las negociaciones que permitieron al PLD heredar el poder político de Joaquín Balaguer. Jefe de las campañas electorales que llevaron a Fernández al gobierno en 1996 y 2004, se constituyó en el armador político del régimen.

Durante el período 1996-2000 y del 2004 al 2006, fue un virtual primer ministro del Gobierno y desde esa posición hizo los amarres partidarios y externos suficientes para estar en capacidad de alcanzar la candidatura y ganar la presidencia. No midió con certeza el liderazgo caudillista del presidente Fernández cuando tropezó con él al pretender la candidatura presidencial para el 2008, pero asimiló el golpe, y con paciencia siguió trabajando y esperando el tiempo necesario para reflotar, desestimando las opiniones de quienes le urgían a un papel más protagónico..

Medina pagó tributo ante el nuevo caudillo de la tradicional política dominicana, pero quienes lo han tratado con intensidad sostienen que tiene la voluntad y la decisión de labrarse su propio camino. Se afirma que él es de los convencidos de que el ascenso a la presidencia abre muchas puertas en una sociedad tan presidencialista.

“Danilo Medina tiene plena conciencia del poder que retendrá Leonel Fernández después del 16 de agosto, pero no será un Presidente de la sombra”, sostiene uno de sus allegados. En su contra operará el hecho de que ahora no hay reelección consecutiva ni perspectivas de cambiar la constitución, ni tampoco elecciones de medio período que le permitan repartir para ganar control del Congreso Nacional, lo que será más limitativo teniendo al doctor Fernández con todos sus poderes como obvio aspirante a retornar en el 2016.

 

El Estado irrumpió y volvió a imponerse

Por Juan Bolívar Díaz
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El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) logró imponerse en las elecciones presidenciales constituyendo una maquinaria que aplastó todo lo que encontró en su camino, gracias al voto de 13 aliados sostenidos por diversos organismos estatales y al abuso de todo género de recursos públicos.

El resultado electoral muestra una sociedad profundamente escindida en tres partes casi similares, con el partido que más votos recibió en la oposición, lo que debería obligar a una concertación político-social para garantizar la gobernabilidad y la estabilidad social y económica.

El PLD logró imponerse.  El conteo de los votos no dejó dudas la noche del 20 de mayo. El PLD y sus 13 aliados llevaron a Danilo Medina y Margarita Cedeño de Fernández a la presidencia y vicepresidencia de la República con el 51.21 por ciento del sufragio, superando por cuatro puntos a la alianza de 6 que encabezó el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), la cual registró el 46.95 por ciento. La diferencia fue de 193 mil 153 votos.

Las encuestas a salida de las urnas fracasaron, incluso la que auspició el Consejo Nacional de la Empresa Privada que según se confió favoreció a Hipólito Mejía 49 a 48 por ciento con segunda vuelta, pero el conteo rápido de Participación Ciudadana, ya a las 9 de la noche, marcaba un resultado casi igual al que al día siguiente sería oficial, 50.95 a 46.94 por ciento, lo que volvió a ratificar la importancia del trabajo de los observadores nacionales.

En el centro de cómputos del PRD nunca se registró diferencia significativa, lo que no justificó que Hipólito Mejía tardara 50 horas para admitir la realidad, aunque explicable por los niveles de inequidad y hasta iniquidad que habían caracterizado la enconada lucha electoral, incluyendo la jornada misma de votación, caracterizada por una masiva compra de cédulas y votos, persecución de dirigentes políticos y ex militares que apoyaban al perredeísta, así como por una prepotente actuación que selló un arbitraje que no logró disimular su parcialidad.

Lo arrojado por las urnas fue coherente con lo que adelantaban las encuestas más acreditadas del mercado y con la descomunal ofensiva final del peledeísmo que casi monopolizó los medios de comunicación, acorraló disidentes e impuso una percepción de invencible, y por un desempeño racional y eficaz de su candidato presidencial, Danilo Medina, cuya capacidad propositiva superó desde el principio a la de su contrincante. Mientras Hipólito Mejía quedaba a la defensiva, sin realizar un rebase final que le permitiera recuperar los tres puntos que lo separaban de la meta, de la cual se había alejado por desaciertos expositivos.

Una división tripartita.  El resultado electoral arrojó una división tripartita de la ciudadanía en capacidad de decidir en proporciones casi similares. De los 6 millones 502 mil 968 electores, el 30.24 por ciento no hizo valer su voto, el 35.72 por ciento lo otorgó a la coalición victoriosa y el 34.03 por ciento a la oposición, con el 32.75 concentrado en el PRD y sus cinco aliados.

El territorio quedó escindido en dos, con la coalición oficialista ganando en 16 provincias y el Distrito Nacional, y la opositora en 15. Pero por partidos el PRD superó al PLD en 28 de las 31 provincias y en la totalidad de los votantes por 200 mil votos con puntuación de 42.13 a 37.73 por ciento. Sin aliados, el PLD sólo lidera en el Distrito Nacional y las provincias Santo Domingo, San Juan (la del candidato) y La Romana

Aunque la eficiente maquinaria peledeísta resultó más imponente que nunca, el balance de las urnas indicó la decadencia o el desgaste del partido. Le convendría considerar qué cantidad de sus votos aportó el vigoroso sector externo que se orquestó en torno a Medina, cuyos dirigentes antes de las elecciones  llegaron a cuantificarla sobre el millón, aunque esta cifra parece exagerada.

El Partido Reformista Social Cristiano sorprendió al obtener el 5.87 por ciento de los votos, 1 por ciento más que en el 2008 cuando postuló a Amable Aristy Castro, aunque ésta vez no presentó candidatura propia, y pese a que el patriarca higüeyano apoyó a Hipólito Mejía. Por ahí se hacen cálculos sobre cuántos de los seguidores de este pudieron ser “incentivados” a abandonarlo.

También ha llamado la atención la baja votación obtenida por las candidaturas alternativas de Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Julián Serulle y Max Puig que, víctimas de la bipolarización y la inequidad, sólo totalizaron el 1.83 por ciento de los votos. Entre ellos sobresalió el primero con el 1.37 por ciento, mientras los otros tres quedaban en 0.21, 0.14 y 0.21, muy por debajo de “partidos siglas” que ni siquiera hicieron propaganda, y por ahí también se tejen especulaciones sobre el clientelismo estatal, el poder económico y la compra de votos en pequeñas comunidades.

Concierto para reformas.  Lacerante para los sectores que han luchado por adelantar el país, la institucionalidad y la más elemental equidad democrática quedaron heridas en el proceso, con claros indicadores de que el usufructo de los recursos estatales, la acumulación impúdica y el clientelismo han creado un sistema partidista y electoral profundamente viciado, que impide la emergencia de alternativas.

Numerosos analistas políticos, instituciones como Participación Ciudadana,  y dirigentes como el vicepresidente de la Fundación Institucionalidad y Justicia Servio Tulio Castaños, están advirtiendo los peligrosos niveles que está alcanzando el deterioro institucional y reclamando un nuevo concierto para reformas políticas y sociales y el  respeto de la ley y los preceptos constitucionales. El columnista Homero Figueroa lo diagnosticó así en Diario Libre  del viernes: El esqueleto moral de la Nación está partido por todas partes. Los límites que impone la decencia se sobrepasaron. El todo vale se impuso. La peor de nuestras dolencias es la compra de conciencias. La utilización, hasta el agotamiento de los recursos públicos en supuestas acciones sociales, es el colmo de la irresponsabilidad. El país necesita un yeso moral para saldar esas fracturas”.

Con un insostenible déficit fiscal y sin poder reproducir el endeudamiento de los últimos años, el gobierno de Danilo Medina afrontará una difícil situación, con un partido en progresivo debilitamiento de legitimidad popular y una gran oposición al frente. Tiene enormes desafíos que no podrá solventar exitosamente sin un amplio concierto político para reformas económico-sociales y fiscales que garanticen la gobernabilidad.

Una reforma política profunda, que rectifique el deterioro de la institucionalidad democrática, incluyendo poner fin a arbitrajes electorales parcializados, será imprescindible para alcanzar un nivel de armonía nacional que supere los peligros de la división tripartita. Sin que el sistema político se auto imponga algunos límites será un riesgo grave pretender imponer mayores cargas tributarias a una sociedad harta del clientelismo de la corrupción y de la malversación

De nuevo venció el Estado

Sería mezquino ignorar el excelente desempeño que logró Medina en la campaña, imponiendo su discurso hasta por encima de la ceguera de propios compañeros de partido, neutralizando el fardo del desgaste y el desacierto gubernamental, y proyectándose como rectificador. Desde la ardua lucha para obtener la candidatura de su partido logró constituir un cualificado “sector externo” que lo ayudó de forma significativa a proyectar su promesa de renovación.

Sin embargo, en la memoria colectiva resonó la expresión con que Medina reaccionó cuando el proyecto reeleccionista de Leonel Fernández le impidió alcanzar la candidatura del PLD para el 2008: “me venció el Estado”. La irrupción del poder del Estado a lo largo de la campaña electoral constituyó una ventaja incuantificable pero obviamente apabullante, documentada por los medios de comunicación que lograron escapar al control gubernamental así como por los informes de observación electoral del movimiento Participación Ciudadana”.

El nivel de interferencia en la campaña del Presidente de la República, criticado por los observadores de la OEA y hasta en los ámbitos diplomáticos, superó los límites de lo aceptable en cualquier democracia siquiera de mediana intensidad. Fernández superó su promesa de septiembre de invertir 40 mil millones de pesos para garantizar la victoria de su partido. El morado que tiñó el suroeste y casi toda la franja fronteriza concentradora de la pobreza nacional podría ser un indicador de los efectos de los repartos de alimentos y electrodomésticos financiados con los fondos públicos.

Por otro lado es imposible medir los efectos del minucioso seguimiento que la maquinaria peledeísta dio a los beneficiarios de los programas sociales, identificados y visitados para intimidarlos. Tampoco escapa al análisis el hecho de que fueron decisivos  los 611 mil votos (13.4 por ciento) que aportaron los aliados del PLD, partidos que se han nutrido de los cargos, empleos y recursos de los organismos estatales que les entregaron, en pago a su lealtad política, para utilizarlos a su conveniencia.

 

La JCE debería excusarse

Por Juan Bolívar Díaz
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Tal como se advirtió desde el primer momento en la nómina de los 3 mil 805 ciudadanos y ciudadanas registrados para observar las elecciones del 20 de mayo no había delincuentes, ni narcotraficantes ni asaltantes, pero mucho menos constituían una asociación de malhechores como se sostuvo en una rueda de prensa efectuada el 1 de mayo en la Junta Central Electoral (JCE) donde se agravió no sólo a esas personas y al movimiento cívico Participación Ciudadana (PC), sino también a decenas de organizaciones sociales, religiosas y comunitarias de todo el país en las que militan.

Pasaron ocho días para que se lograra que la Comisión de Observación Electoral de la JCE recibiera a dirigentes de PC para analizar las pruebas o siquiera evidencias que sustentaran sus infamantes declaraciones. El balance confirma que el objetivo era difamar y descalificar a PC presentando a sus voluntarios como una red de delincuentes.

El informe rendido por los comisionados de PC indica que los observadores objetados por la JCE no fueron los 188 arrojados por una muestra del 15 por ciento de los 3,805, como se informó el 1  de mayo, sino que ascendieron a 236 del total,  lo que ya evidencia una grave inconsistencia. Pero lo fundamental es que apenas se pudo documentar un caso en que medió una sentencia.

De entrada hubo que reivindicar a 116, casi la mitad, cuyo “delito” es errores en el número de sus cédulas. Otros 91 fueron considerados “vinculados”  a partidos políticos. Absurdamente en 25 de estos casos no pudieron identificar el partido.

Los restantes 66 fueron relacionados con 13 partidos diferentes, 32 de ellos a los que integran el frente electoral que encabeza el Partido de la Liberación Dominicana, y 28 al encabezado por el Partido Revolucionario Dominicano. Muchos de estos fueron candidatos a regidores, suplentes y  vocales de pequeños municipios y distritos municipales por partidos emergentes. Ni uno solo dirigente conocido de algún partido.

En la nómina de observadores aparecieron tres identificados como militares, lo que no puede sorprender ya que en la reciente auditoría del padrón electoral, realizada por técnicos de la OEA se advirtió que hay retrasos en los ingresos y egresos de militares y en dar de baja a los que fallecen. Justo el miércoles 9 de mayo, cinco meses después de cerrado el padrón electoral, la JCE comunicó su resolución 24/2012, la cual habilita para ejercer el voto a 760 ciudadanos, dados de baja como militares y policías.

Los restantes 27 fueron objetados por tener  “antecedentes judiciales”, aunque en realidad sólo se presentó evidencia en uno solo, un ciudadano que recibió una sentencia judicial y fue indultado, lo que se supone le restituye sus derechos.

De los otros 26 no se presentó evidencia de que tengan procesos judiciales pendientes. Nueve estaban fichados por la policía y tres habían sido arrestados, sin cargos específicos. De dos se dijo que estaban presos, pero sin documentación de la Dirección Nacional de Prisiones. Y uno de ellos había sido sometido a la justicia por consumo de droga, según el llamado Sistema de Investigación Criminal, pero sin  constancia de que fuera procesado.

En resumen: que la Comisión de la JCE no pudo justificar sus infamantes  acusaciones contra personas que aparecen en el padrón electoral por lo que tienen derecho a elegir y ser elegibles, y quienes lo que merecen es reconocimiento por ejercer sus derechos ciudadanos a observar unas elecciones.

Si en este país se respetara siquiera mínimamente los derechos constitucionales, la JCE no hubiese cometido el desaguisado de calumniar a tantos ciudadanos y de  intentar descalificar a Participación Ciudadana. Demostrada la falta de fundamento, lo menos que se debería esperar es una excusa pública, tan difundida como la calumnia.

Yo, Juan Bolívar Díaz Santana, el número 17 en el listado de observadores de PC, uno de los relacionados con el narcotráfico en aquella infame declaración de prensa, quedaré esperando una  excusa o reparación moral.  Sigo creyendo que fue una errática inadvertencia, pero los errores también se deben reparar, al menos entre seres humanos racionales y honrados.

Competencia cerrada genera preocupación

Por Juan Bolívar Díaz
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A una semana de la elección presidencial la competencia cada día más encarnizada entre las dos opciones mayoritarias y la percepción de que el resultado de las urnas será muy cerrado genera tensiones y hasta temores de que se ponga en peligro la institucionalidad democrática y la gobernabilidad del país.

La irrupción en la campaña del presidente Leonel Fernández, con amplio despliegue del poder del Estado, y los informes sobre el desbordamiento del gasto gubernamental y una propaganda aplastante de la candidatura oficialista configuran una de las competencias más inequitativas de la aún incipiente democracia nacional.

Cansancio y tensiones.  En diversos estamentos sociales se percibe cansancio, que se refleja hasta en los mismos partidos políticos, por una campaña electoral tan intensa y extensa que se aproxima al año, si se mide a partir de la elección de los candidatos presidenciales de los dos partidos mayoritarios. Hipólito Mejía, del Revolucionario Dominicano (PRD), fue electo el 6 de marzo, y Danilo Medina, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el 28 de junio del 2011.

Los temores, incluso por la posibilidad de una segunda vuelta,  aumentan porque las encuestas proyectan una votación bastante cerrada y con potencial conflictivo, en contraste con las tres anteriores elecciones presidenciales, cuando siempre se configuraba un claro ganador. Mejía duplicó a Medina en el 2000 (49.85 a 24.94 por ciento),  Leonel Fernández ganó a Mejía en el 2004, por 23 puntos (57 a 34 por ciento), y también a Miguel Vargas en el 2008 con diferencia de 13 puntos (54 a 41)

Entre las peculiaridades de esta campaña resalta la presencia de 15 firmas encuestadoras que dividen sus resultados entre los dos principales competidores, pero en general con diferencias por debajo del 6 por ciento y varias dentro del margen de error. En la generalidad de los países de la región se publican entre tres y cinco encuestas. A favor de Medina se inscribe el hecho de que ha sido favorecido en las dos  más acreditadas del mercado, la Gallup-HOY y la Penn/Schoen que en abril le han arrojado ventajas de 6 y 5 puntos. Otras seis encuestadoras contratadas le han favorecido: Asisa, Newlink, Hamilton Campaigns, Insight, Alfonso  Cabrera y Bernenson.

Al  candidato del PRD le han favorecido los resultados de dos consideradas independientes, la Greenberg-Diario Libre, con sólo 3 puntos de ventaja, y la CID-Gallup, apenas por 1.4 por ciento. Cosecha mayores frutos en las contratadas  Bendixen/Amandi, ABC Marketing, Analytics, Centro Económico del Cibao y Ana María Acevedo.

El presidente en campaña.  Más allá de la violencia que ha cobrado dos vidas en la provincia Espaillat, de las campañas sucias y del discurso descalificador y ofensivo, lo que ha caracterizado el proceso electoral es la ausencia de un arbitraje regulador e independiente y la irrupción del Presidente de la nación, que disputa el protagonismo hasta al candidato de su partido.

El doctor Fernández ha estado recorriendo el país en caravana, seguido por altos funcionarios nacionales y locales, en helicópteros y vehículos, con choferes, combustibles y dietas del Gobierno. Sus visitas son precedidas y seguidas de repartos de alimentos y electrodomésticos, mientras inaugura y anuncia nuevas obras, algunas tan costosas como la carretera norte-sur. El miércoles pasado Comedores Económicos del Estado repartió 6 mil raciones de alimentos y 60 mil pollos en la provincia Dajabón, con menos de 50 mil electores, como lo dispuso el mandatario en visita días antes. Allí dejaron de manera fija una cocina móvil para distribuir alimentos cocidos. Y una nota del organismo dijo que lo mismo está haciendo en otras 24 provincias.

Basados en informaciones oficiales, los economistas Fernando Alvarez Bogaert,  Apolinar Veloz y Miguel Ceara Hatton han cuantificado entre 45 y 48 mil millones de pesos el déficit fiscal acumulado en los primeros 4 meses del año por el desbordamiento del gasto del gobierno. Al 20 de mayo podría acercarse a los 60 mil millones de pesos, suma muy superior a los 40 mil millones que el mandatario anunció en Nueva York, en septiembre, que gastaría para asegurar el triunfo de su partido. La incertidumbre creció esta semana en los ámbitos empresariales con la divulgación de un informe del FMI que ya en diciembre declaraba la insostenibilidad del déficit fiscal por lo que plantea un paquete tributario para buscar al menos 80 mil millones de pesos adicionales.

En ámbitos diplomáticos impactó la declaración presidencial de que el primer boletín de la Junta Central Electoral indicará la victoria del PLD. El viernes proclamó que su prioridad es ganar en todas las provincias. Causó impresión el despliegue de la galería de fotos de los jefes militares proclamándose garantes de las elecciones, como en los años de los fraudes balagueristas. Otro factor de incertidumbre es el manifiesto empeño de las autoridades electorales en obstruir la observación electoral y el conteo rápido del movimiento cívico Participación Ciudadana.

Al aumento de las preocupaciones se atribuyó la visita al presidente Fernández de una docena de los más importantes embajadores acreditados en el país, incluyendo al de Estados Unidos y la de la Unión Europea. Quisieron mantener un discurso diplomático pero  declararon que esperan elecciones transparentes. Esa visita no ocurre en ningún país donde haya confianza en el respeto al procedimiento democrático. El embajador de Venezuela declaró que no asistió al encuentro porque no es su línea la injerencia en asuntos internos de los dominicanos, confirmando la preocupación.

Desafíos para el PRD.  Quedando 6 días de campaña es sorprendente los limitados recursos que ha invertido en propaganda la candidatura perredeísta en una competencia enormemente desigual que ha dejado casi en el anonimato a las otras cuatro candidaturas, víctimas una vez más de la recurrente bipolarización.

Hipólito Mejía se ha batido no sólo contra su contrincante Danilo Medina, que a diferencia de él se ha manejado  personalmente con extrema prudencia para no cometer errores. Pero también ha tenido de frente al presidente Fernández y su gobierno, a la primera dama Margarita Cedeño y para colmo hasta al presidente de su propio partido, cuya esposa y los cuadros que le quedan ya hacen campaña abierta en contra de Mejía y a favor del oficialismo.

La ofensiva peledeista gubernamental ha sido tan grande en las últimas semanas que los perredeístas han aparecido a la defensiva, perdiendo la iniciativa. Agotaron temas hipersensibles como el de la tremenda corrupción gubernamental, pero no han sido suficientemente propositivos de correctivos.

Los estrategas perredeístas dicen estar conscientes de que tienen que remachar dando seguridades a los que tienen las tarjetas de subsidios, dirigirse más a las mujeres que favorecen ampliamente al PLD, y enfatizar los temas del empleo, costo de la vida, seguridad ciudadana, reducción del dispendio y promoción de los sectores productivos.

Frente a una mayor avalancha de recursos por parte del peledeísmo, tendrán que apelar finamente, con propuestas específicas, a los sectores inconformes que todavía no acaban de aceptarlos como alternativa válida y donde habrá rechazo al dispendio final.

Es criterio generalizado entre los analistas que para ganarle a una maquinaria con tanta vocación de poder como la peledeísta, y con el arbitraje electoral tan claramente en contra, los perredeístas tendrán que tener una arremetida final de calidad.-

Propaganda apabullante
La maquinaria propagandística con que cuenta la candidatura del PLD es apabullante, acaparando más de dos tercios de toda la publicidad política  en los medios de comunicación y las vías públicas, como ya documentó Participación Ciudadana en su cuarto informe de observación electoral. Pero además controla editorialmente varios canales de televisión y decenas de radioemisoras en manos del Estado, que se manejan como aparatos propagandísticos propios, y una red de más de dos mil comunicadores pagados en todo el país que influyen sobre periódicos, noticiarios y programas de opinión en radio y televisión.

Incentivando a unos y poniendo presiones sobre otros los gobiernistas han logrado ventajas notables hasta en los más rancios periódicos, algunos de los cuales parecen instrumentos de propaganda partidista, en lo que ya se estima como una degradación del periodismo dominicano. Esta semana se llegó al extremo de denunciar como conspirativo un encuentro del candidato del PRD con un grupo de periodistas donde hubo un animado y diverso diálogo sobre las perspectivas electorales y sorprendió el optimismo que mantuvo Mejía.

Al partido morado y su docena de grupos aliados le sobran recursos para sacar un nuevo spot de  radio y televisión cada día y hasta para distribuir más de cien mil DVD en uno de los diarios gratuitos. Con mayor eficiencia los peledeístas parecen haber aplastado la maquinaria propagandística de sus competidores, y hace semanas que están llamando uno por uno a los electores para invitarlos a votar por su candidatura, dando seguimiento especial al millón 800 mil posesionarios de las tarjetas de los programas de subsidios gubernamentales.

 

Los “Insatisfechos” decidirían elecciones

Por Juan Bolívar Díaz
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A cinco semanas de la elección presidencial prevalece la convicción de que la competencia está muy cerrada entre las candidaturas de los dos partidos mayoritarios, dejando un ínfimo espacio a las de los alternativos que una vez más podrían ser víctimas de la bipolarización que caracteriza los procesos electorales nacionales.

Entre analistas se baraja la hipótesis de que la clave para ganar la presidencia de la nación podría tenerla la pequeña franja crítica de la sociedad, sin compromiso e insatisfecha con el sistema partidista, y que se ubica  básicamente en la clase media y no será convencida por bandereos ni caravanas.

Cerrada competencia.  En los ambientes de los analistas sociales y entre los comentaristas más ponderados se afianza el criterio de que, a diferencia de lo ocurrido en las tres últimas elecciones presidenciales y las últimas cuatro congresuales y municipales, este mayo el resultado será bien estrecho, tanto como para generar temores, sobre todo si hay que ir a una segunda vuelta con diferencias pequeñas entre los dos punteros, y con el arbitraje electoral controlado por uno de ellos.

La percepción generalizada, incluyendo a estrategas de los dos partidos que protagonizan el proceso, es que en las últimas semanas se ha cerrado la competencia, lo que dramatiza progresivamente la campaña electoral y ya genera violencia como la registrada el pasado domingo en Moca.

Se percibe que por la dispersión del Partido Reformista Social Cristiano, cuya militancia se ha dividido en el apoyo a Danilo Medina e Hipólito Mejía, el resultado electoral será el más polarizado de la etapa democrática. Las encuestas indican que los candidatos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) acaparan hasta el 95 por ciento de las intenciones manifiestas de voto.

La dramática inequidad de la propaganda y del gasto de los partidos mayoritarios, especialmente del que gobierna, deja con poco aliento las candidaturas alternativas de Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Julián Serulle y Max Puig, aún tratándose de personalidades políticas de amplio crédito. Se estima que entre estos cuatro no recibirán más allá del cinco por ciento del financiamiento público, que en 80 por ciento va a los dos partidos dominantes más el reformista, aliado al PLD, y otro 15 por ciento a otros tantos aliados. Eso sin contar las recaudaciones privadas ni el uso de recursos estatales que también monopolizan los partidos dominantes.

La franja insatisfecha.  Los indecisos en esta campaña electoral parecen más reducidos de lo habitual, ya que la mayoría de las encuestas le otorgan hasta el 95 por ciento de las intenciones de voto a las dos candidaturas dominantes. Al referirse solo a los que dicen que votarán, las mediciones no están poniendo énfasis en dimensionar la proporción de abstencionistas, que promedia 28 por ciento en la etapa democrática nacional y subió al 29 en el 2008. Poco se diferencia en los que se muestran indecisos pero en actitud de sufragar.

Pero aún asumiendo que los indecisos sean un 5 por ciento, como algunos estiman, esa proporción pudiera ser suficiente para inclinar la balanza en una competencia cerrada. Para el sociólogo Wilfredo Lozano los indecisos integran la masa crítica de la sociedad dominicana, los insatisfechos con el sistema de partidos y su voracidad, corrupción y falta de respeto a la institucionalidad democrática, los jóvenes  desempleados y los frustrados por la falta de oportunidad para salir adelante y los horrorizados por el narcotráfico y la inseguridad creciente.

En esa franja tiende a predominar el rechazo a los que gobiernan, y de ella salió ahora el movimiento que resalta “los peligros de una dictadura constitucional” por la concentración sin precedente del poder en manos del PLD. Pero al mismo tiempo duda de las capacidades de un PRD donde predominan los intereses grupales y mezquindades sin precedentes, sobre el interés nacional y hasta el propiamente partidario, con tendencia a la garata anárquica. Hacia donde se incline esa franja podría irse la victoria electoral. Una parte optaría por las candidaturas alternativas, pero el miedo a la segunda vuelta y una extensión de la campaña en mes y medio, podría beneficiar a los partidos con posibilidades reales.

Apuros del PLD y del PRD.  Dentro de ese panorama de fuerte competencia, los estrategas de los partidos dominantes estarían afinando la puntería de su campaña para las cinco semanas restantes. Por de pronto, ya el caravaneo y el bandereo no serían fundamentales para ganar voto, porque los que se mueven en esas ondas parecen ya definidos.

Esos reductos primitivos de las campañas dominicanas ya solo pueden servir “de mantenimiento del dominio de las calles”, pero abusar de ellos se puede revertir por el cansancio de una campaña tan prolongada, por las molestias que ocasiona al transeúnte, sobre todo al de clase media que viaja en su propio vehículo y a quien los taponamientos causan costo en combustibles y trastorno en sus actividades. Una marcha de los candidatos del PLD la tarde del martes dislocó el tráfico vehicular en un amplio radio citadino, originando rechazos.

El PLD tiene que luchar por sacar de la agenda el tema de la corrupción, que como principal debilidad gubernamental, con toda la garantía de impunidad que conlleva, ha estado predominando y que se percibe como determinante de un reciente  retroceso en sus preferencias. Pero el sector gubernamental no reconoce el problema. Cada vez que el tema se está agotando, por sobreexplotación de sus contrincantes, ellos mismos lo reviven. Así fue a fines de marzo cuando el Comité Político asumió la defensa absoluta de su secretario de Organización Félix Bautista.

Se acaba de repetir el jueves cuando el Gobierno busca el auxilio de su par haitiano para un burdo intento de atribuir las documentadas denuncias contra Bautista a un supuesto interés por desestabilizar la nación vecina, con tanta torpeza que ponen hasta al Procurador General a avalar una acusación política originada en espionaje telefónico a un encargado de seguridad del principal candidato opositor.

Argumentaciones tan pobres solo sirven para reavivar las llamas de indignación por los niveles de corrupción que ya exportamos a Haití y Perú, vía financiamiento de Félix Bautista, y por el intercambio vía contratos del Gobierno haitiano. Si pudieran desmentir los documentos bastaría presentar certificación de dos bancos nacionales, incluyendo el del Estado, y uno haitiano, de que las cuentas denunciadas en facsímil no existen o han sido falseadas.

Por su parte el perredeísmo pretende que con solo resaltar la descomunal corrupción va a ganar las elecciones, sin dar expresiones contundentes de que un gobierno de ellos no proseguirá esa ruta, sin trabajar para disipar la convicción de la franja crítica de que “todos son iguales”. Tendrían que aterrizar muchas propuestas de forma convincente. Sobre ellos planea el criterio generalizado de que por dos o tres puntos no se le gana a quien tiene todo el poder. Al menos en este país donde “to e to y na e na”.

Las últimas encuestas

Por lo menos ocho encuestas han sido publicadas en las dos primeras semanas del mes en curso, cinco de las cuales han favorecido al candidato opositor y las tres restantes al gobiernista, lo que fundamenta la percepción de que Hipólito Mejía ha tenido un repunte en relación a la vertiginosa caída que registró en los dos primeros meses del año, cuando perdió la ventaja de 14 puntos de la Gallup-HOY de agosto.

La mayoría de esas encuestas son por encargo de los mismos partidos, lo que relativiza sus resultados, pero como quiera influyen en la opinión pública. A Mejía le favoreció que la única de las ocho que está auspiciada por un periódico, al que no se le supone inclinación a su favor, le registró una mejoría considerable. La Greenberg para el Diario Libre publicada al comenzar el mes tuvo un registro de 49 a 46 por ciento a favor del opositor. La anterior, en marzo, marcó un punto de ventaja (47 a 46 por ciento) para Medina, dentro del margen de error, pero con alza de 4 puntos para Mejía.

La prueba de que las diferencias se han acortado se encuentra en los resultados de las encuestas propias de los partidos, por ejemplo la del Centro Económico del Cibao y la de Ana María Acevedo para el PRD. Hasta diciembre, ambas otorgaban a su candidatura ventajas de entre 14 y 18 puntos. Ahora entre 7 y 8 puntos. La primera 51.6 a 44 y la otra 51.8 a 44.7. La norteamericana JZ Analytics, que en noviembre favorecía a Hipólito 56 a 40, marcó ahora 49 a 45 por ciento para una diferencia de solo 5 puntos.

Lo mismo se puede establecer con los resultados de la encuesta ASISA que trabaja para la candidatura de Medina, la que en noviembre le otorgaba 16 puntos de ventaja, y en diciembre 13, (53 a 40 por ciento) pero este mes la redujo a la mitad por 52.8 a 45. Esos 7.8 puntos de diferencia son similares, a la inversa, de las dos del PRD.

Llamó la atención el resultado tan amplio a favor de Mejía (51.4 a 39.7 por ciento) arrojado este mes por una encuestadora bien acreditada hasta a nivel presidencial en Estados Unidos, pero sin tradición en el país, la Bendixen y Amandi, y más con el desafío que lanzó su director, sosteniendo que las otras “están engañando”.

 

Preocupa un resultado electoral muy cerrado

Por Juan Bolívar Díaz
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Las últimas encuestas publicadas esta semana muestran un afianzamiento de la candidatura presidencial de Danilo Medina, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y un retroceso o estancamiento de la de Hipólito Mejía, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en particular la de Gallup-HOY.

Un resultado electoral tan estrecho, dentro del margen de error, como el que proyectan las encuestas independientes, además de obligar a una segunda votación, remitiría a los conflictivos resultados de la década del 90 para volver a poner a prueba la institucionalidad democrática y el arbitraje electoral.

Danilo Medina se afianza.  La encuesta Gallup-HOY publicada esta semana colocó por primera vez a Danilo Medina en el liderazgo de las preferencias electorales, dejando en un segundo lugar a Hipólito Mejía, quien encabezaba los resultados desde que fue electo candidato presidencial en marzo del año pasado.

Aunque casi dentro del margen de error, el peledeísta supera en 3.5 puntos al perredeísta con miras a los comicios presidenciales de mayo próximo, con un registro de 48.7 a 45.2 por ciento. De esa forma Mejía perdió la ventaja que mantuvo hasta la Gallup-HOY de noviembre que arrojó 47.9 a 42.6 por ciento. En agosto había sido 47.9 a 33.4 por ciento.

Es significativo que Medina ha mantenido un ritmo de crecimiento en las últimas dos encuestas Gallup-HOY, mientras por primera vez Mejía ve disminuir el porcentaje de sus preferencias, cayendo 5.4 puntos. Se ratifica la tendencia que marcó otra encuesta acreditada, la Penn, Schoen and Berland a finales de enero cuando arrojó 46 a 44 por ciento a favor del candidato del PLD.

La percepción del candidato oficialista se fortaleció también con la publicación esta misma semana de la encuesta Greenberg, auspiciada por el periódico Diario Libre, donde también lidera aunque con una mínima ventaja de un punto, 47 a 46 por ciento, lo que técnicamente es un indiscutible empate.

La última encuesta del Centro Económico del Cibao, también publicada esta semana, atribuye una ventaja de 7.5 puntos a Mejía con registro de 51.2 a 43.7. Esta firma ha tenido aciertos en los últimos torneos electorales, pero como ahora trabaja para  el PRD no genera el mismo crédito, como ocurre también con varias encuestas que auspicia el PLD.

Factores explicativos.  En múltiples escenarios se andan buscando explicaciones al vuelco que marcan las encuestas, con por lo menos pérdida de la gran ventaja que atribuían hasta final del año pasado a Hipolíto Mejía, pero no es tan difícil encontrar algunos muy importantes, que es lo que deben estar haciendo los estrategas perredeístas y no conformarse con descalificar los nuevos resultados.

En primer lugar puede que estén subestimando el discurso y las capacidades políticas de Danilo Medina, a quien siempre se ha atribuido parte fundamental del mérito de que el PLD se convirtiera en fuerza política dominante, y quien lograra imponerse como actual candidato presidencial luchando contra el poder y las ambiciones del presidente Fernández, un nuevo casi caudillo del partido.

Aunque Leonel Fernández siga privilegiando la defensa de su enorme acumulación política y económica, con una campaña paralela que incluye aclamaciones  para volver en el 2016, eso pasa necesariamente por el mantenimiento de su partido en el poder, sobre todo después que Hipólito Mejía ha jurado que sancionará la corrupción.

Así el PLD ha aparecido como si hubiese superado sus diferencias, poniendo el interés partidario por encima de todo y lanzando a la calle todo el poder del Estado, en gasto legítimo e ilegítimo, en claro cumplimiento de la proclama del mandatario en septiembre pasado cuando dijo en Nueva York que invertiría 40 mil millones de pesos para lograr un nuevo triunfo electoral.

Tal vez los perredeístas también estén subestimando lo que representa el millón 800 mil tarjetas del conjunto de “programas sociales”, desde comer es primero, incentivo a la asistencia escolar, bonogás y bonoluz. Sobre todo si una maquinaria da seguimiento a esos electores, como ya se está haciendo, con visitas y por teléfono.

Otra explicación es la apabullante propaganda de la candidatura oficialista a través de todos los medios, como lo ha evidenciado la observación electoral de Participación Ciudadana en sus boletines periódicos: a diciembre 63 por ciento de todas las vallas en las carreteras principales, con 82 por ciento de las medianas y 75 de las grandes; en todo enero 70 por ciento de la inversión publicitaria (contra 20 por ciento de Mejía) en medios de comunicación, con 95 por ciento en prensa y 90 por ciento en radio. Además de un ejército de miles de comunicadores de todas las categorías pagados en todo el país y del control del contenido de varios canales, radioemisoras y periódicos.

Y mientras el PLD da la impresión de haber superado sus dificultades internas, el PRD ratifica una imagen de disoluto, esta vez con un presidente que trabaja abiertamente en contra de su candidato. Eso no afecta significativamente el voto de los perredeístas, pero sí de sectores conservadores de clases medias y altas.

Costos muy peligrosos.  Las dobles vueltas electorales conllevan un costo económico adicional no sólo en campaña de los partidos, que aquí son onerosas, sino también en la organización misma de la elección, pero sobre todo porque todavía el abuso de los recursos públicos es muy alto bajo el predicamento de que “el poder no se cede”, lo que dispara la malversación y podría poner en riesgo hasta la estabilidad macroeconómica, dadas las peligrosas perspectivas de la economía nacional e internacional.

Una segunda vuelta en las actuales circunstancias de la nación pondría en juego la institucionalidad democrática y la fortaleza del sistema electoral, con una Junta Central Electoral y un Tribunal Superior Electoral bajo control del partido de gobierno, lo que remite a los escenarios de trauma electoral que prevaleció hasta 1994.

La JCE que afrontó la doble vuelta del 96 tenía una mayoría de abogados independientes y estaba encabezada nada menos que por César Estrella Sahdalá, de una honorabilidad y valor a toda prueba. El actual presidente, Roberto Rosario, llegó al cargo como miembro del Comité Central del PLD y con una mayoría bajo su control, lo que sería altamente conflictivo en un escenario de competencia cerrada. Las primeras decisiones del Tribunal Electoral, donde también hay dirigentes de partidos, contribuyen a crear incertidumbres y temores.

También las juntas electorales que rigieron los comicios entre el 2002 y 2006 estuvieron bajo control partidario, entonces del PRD, pero los resultados de esos comicios no dejaron espacio a maniobras ni alegatos. Aunque vinculados al perredeísmo, los doctores Manuel Ramón Morel Cerda y Luis Arias que la presidieron, no eran dirigentes de ese partido.

Sin duda que ahora con un mejor padrón de electores y otros avances del sistema electoral, no debería temerse el retorno a los traumas electorales, cuando las encuestas indican resultados muy estrechos, vuelven a tomar cuerpo los fantasmas de un pasado no tan lejano de arrebatos electorales.

Temores de doble vuelta

En la medida en que va subiendo la pasión política, con el primitivismo que caracteriza los procesos electorales dominicanos, aumentan las preocupaciones por una tentativa segunda vuelta que prolongaría más de un mes la campaña electoral. El numeral 1 del artículo  219 de la nueva Constitución indica que una segunda vuelta se debe realizar el último domingo del mes de junio, que este año caería el día 24.

Desde la institución de la doble vuelta en 1994, sólo en 1996 ha tenido que celebrarse, cuando en la primera votación José Francisco Peña Gómez ganó a Leonel Fernández 46 a 39 por ciento, para perder en la segunda  por 51.3 a 48. 7 por ciento.

A partir de entonces todas las elecciones presidenciales se han decidido por márgenes de votación tan amplios que no han dejado espacio a impugnaciones ni alegatos de fraude, más allá de las acusaciones de abuso de recursos estatales y compra de conciencia. En el 2000 el ganador Hipólito Mejía duplicó en la primera vuelta a Danilo Medina, con votación de 49.85 a 24.94 por ciento, resultado tan apabullante que hizo absurda la segunda votación. En el 2004 Fernández volvió a la presidencia con votación de 57 a 34 por ciento, y fue reelecto en el 2008 por 53.8 a 40.5 por ciento.

Aún en 1996 cuando la diferencia fue estrecha, el perdedor, en este caso Peña Gómez, reconoció la victoria de su contrincante en la misma noche del cómputo y antes de que éste concluyera. En el 2000 el PLD lo hizo en la noche del día siguiente después que Joaquín Balaguer, el tercer competidor y que había alcanzado casi lo mismo que el segundo, con 24.60 por ciento, rehusó someter al país a una segunda campaña electoral.

 

Mucho de macondo en campaña electoral

Por Juan Bolívar Díaz
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La débil institucionalidad y el tráfico en que ha devenido la actividad política están de manifiesto en la presente campaña electoral en la que compiten 26 partidos reconocidos pero 22 se agrupan en torno a dos candidatos que a su vez dicen contar con más de dos mil movimientos externos, aunque confrontan divergencias internas.

Otros cuatro candidatos compiten en desventaja y sin perspectivas de triunfo, contenidos por debilidades propias y un sistema fundamentado en un clientelismo y transfuguismo cada vez más acentuado que se nutre del reparto de la cosa pública, sin significativas diferencias ideológicas o programáticas.

Dos bloques en competencia.  Cerrado esta semana el plazo para registrar alianzas para las elecciones del 20 de mayo, el fraccionalismo de los 26 partidos reconocidos por la Junta Central Electoral se redujo a dos grandes bloques en torno a las candidaturas de los dos partidos hegemónicos, quedando otras cuatro como independientes, aunque sin perspectivas de constituirse en una real competencia por el poder.

A diez días del plazo para inscribir las candidaturas no se esperan variaciones, por lo que Danilo Medina, Hipólito Mejía, Guillermo Moreno, Eduardo Estrella, Julián Serulle y Max Puig serán las opciones presidenciales que tendrán los 6.5 millones de electores habilitados para concurrir a las urnas este 20 de mayo.

La bipolarización se aprecia a simple vista y las encuestas indican una cerrada competencia entre Medina y Mejía, a quienes atribuyen más del 90 por ciento de las intenciones de voto, el mayor nivel desde las elecciones de 1982, cuando con el 9 por ciento de la votación el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) inició la ruptura del bipartidismo. La declinación comenzó en  2008 cuando el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) registró menos del 5 por ciento.

El martes 6, el PLD registró alianzas con 13 partidos y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con 7, lo que envuelve a 22 de los 26 partidos con registro electoral, pero estos podrían reducirse a 5 por las impugnaciones de facciones pro peledeístas a los pactos  del Partido Nacional de Veteranos y Civiles y del Partido Revolucionario Independiente. La gran novedad de los pactos es que por primera vez el PRSC renunció a llevar candidatura presidencial propia.

Fraccionalismo mercantil.  Hay excepciones, pero la gran mayoría de los partidos del sistema ha devenido en franquicias que invierten en un mercado político donde abunda el dinero y el reparto ilegítimo del Estado, además del financiamiento del erario, que este año implicará unos 1,400 millones de pesos, 80 por ciento para los dos mayoritarios.  Los demás persiguen algún fragmento del 20 por ciento y beneficios de un sistema de reparto clientelar, sin límites en un futuro Gobierno, o más frecuentemente  de los que ostentan el poder. De ahí el agrupamiento de 13 partidos en torno al gobernante. Y el PLD celebró  esta semana un acto para recibir el respaldo de otros 22 “partidos y movimientos”, muchos de los cuales no pudieron lograr el reconocimiento de la JCE.

El fraccionamiento no tiene límites cuando se trata de los “movimientos externos” que se conforman en torno a las dos candidaturas en competencia, cada una de las cuales dice contar con más de un millar. No serán 2,232 como se ha contabilizado, pero son por lo menos centenares, muchos  agrupamientos familiares o de simples buhoneros de la política, pero los hay también con cientos de integrantes de una profesión u oficio, algunos con convicciones pero sin militancia partidista, que pueden saltar de un lado al otro, puesto que no se constituyen por razones ideológicas o programáticas fundamentales.

Danilo Medina debe tener más grupos externos y mejor organizados no sólo por la atracción del poder en ejercicio, sino porque comenzó primero y durante años se valió de ellos para promoverse antes de que el PLD “abriera la campaña interna”. Al ser proclamado candidato se decía que eran más de cuatrocientos, ahora que 1,200.

Hipólito Mejía no se queda lejos con “más de mil” según sus voceros, incluyendo los llamados “comités afectivos con papá”, que de presenciales han devenido también en virtuales a través de las redes digitales. Esta semana una nota informativa dio cuenta de que pasaron de 200 mil los seguidores de Hipólito en Facebook y 34 mil en Twitter.

Lo más inverosímil.  De todos los rasgos macondianos, el más auténtico por inverosímil es el del PRD con un presidente que apuesta abiertamente a la derrota de su candidato, con fieles seguidores que creen que así herederán el partido, cuando parece obvio que si Hipólito gana a pesar de ellos quedan liquidados y si pierde por lo menos lo dividen, lo que garantizaría el retorno de Leonel y un nuevo PRI mexicano.

Vargas no pierde oportunidad para enfrentar al candidato, mientras sus íntimos proclaman abiertamente que “no puede ganar”. Esta semana las diferencias se expresaron en la tumba del desaparecido líder José Francisco Peña Gómez, quien ante el tradicional grupismo proclamaba que “sólo el PRD derrota al PRD”. Al conmemorar 75 años del nacimiento de Peña, Vargas dijo que no será barrendero ni portero en la campaña y menos después de lo que ocurrió el 6 de marzo del año pasado, aludiendo a la elección del candidato presidencial, que un año después sigue considerando espuria.

Lo de barrendero fue la forma de rechazar la designación de Hatuey Decamps como jefe de la campaña electoral, quien horas antes había exhortado a los perredeístas a blandir escobas para barrer del poder a los peledeístas. Como la entrada de Hatuey tras su pacto de apoyo a Hipólito tuvo impacto mediático, la camarilla de Vargas salió a combatirlo temerosa de que lo reivindiquen con la presidencia del partido blanco. El vocero del bloque de diputados del PRD rechazó que Decamps se reuniera con casi todos los legisladores sin solicitarlo a través de “la institucionalidad partidaria” y lo consideró “un jabón en el sancocho”.

El resentimiento de Vargas Maldonado  no es  sorprendente en las luchas políticas, pero lo inverosímil y sin precedente es que no haya renunciado a la presidencia del partido, o por lo menos evitado contradecir a su candidato y pactar con sus contrincantes a nombre de la “institucionalidad del partido”. Es demostrativo de la debilidad institucional que ningún organismo le haya tomado cuenta, ni siquiera quienes lo encumbraron y ahora respaldan al candidato presidencial electo. El “PRD institucional” empezó a colocar vallas promoviendo el voto por el partido, pero sin nombrar a Hipólito, contrario a lo de hace cuatro años cuando todo era Miguel y se ocultaba el nombre y la bandera del partido. Esto no será Macondo, pero se le parece.

Macondismo a la vista

Los rasgos del macondismo que Gabriel García Márquez consagró en sus Cien Años de Soledad se advierten en esta campaña electoral, no sólo por la multiplicidad de partidos y movimientos, sino también en los cuatro que han quedado independientes tras fracasar después de casi un año de intento por encontrar un método que les permitiera integrar un frente alternativo, lo que sólo sirvió para perder el tiempo y crear desilusión.

Lo inverosímil de Macondo se expresa más contundentemente en las dobles campañas que se expresan en los dos grandes partidos, las de Hipólito y Danilo empeñados en ganar la Presidencia este año y las de Leonel Fernández y Miguel Vargas  que privilegian sus expectativas de volver a ser protagonistas en el 2016, como hace cuatro años, poniendo en aprieto a los candidatos de los partidos que ambos presiden.

Hipólito (papá) es quien va más forzado peleando solo contra cuatro frentes, además del de Medina como candidato, el del presidente Fernández, que sigue usando el poder para perpetuarse y promueve el transfuguismo y la cooptación hasta con reuniones en la sede del Ejecutivo, lo que prohíbe la Ley de Función Pública. En el acto de proclama del pacto con el PRSC, Leonel parecía el candidato con Danilo detrás y cuando terminó de hablar muchos empezaron a irse sin escuchar al candidato.

El protagonismo del Presidente sigue tan alto, ofreciendo hasta autopistas a 6 meses de entregar el poder, que hasta peledeístas dicen que votarán por él y Danilo hubo de recordar la semana pasada que él es el candidato y es con él que la oposición tiene que lidiar, lo que tal vez disuadió a Fernández, a último momento, de no asistir a una serie de comparecencias televisadas “para rendir cuentas de su gestión”.

El tercer frente es el de la candidata vicepresidencial y primera dama, (mamá en contraposición a papá) a quien el 27 de febrero el Presidente le entregó el timón de su Metro y ella dijo que también la antorcha del poder. Sus promotores persisten en presentarla como la salvación del “pobre Danilo”.

Y el cuarto es la quinta columna de Miguel Vargas, con todos los incentivos estatales y la maquinaria de propaganda del PLD.

Los reformistas, tal como advertían las encuestas, aparecen cada vez más dispersos, la mayoría buscando valla en torno a los dos en competencia. Amable Aristy Castro, quien fuera candidato presidencial en el 2008, está consultando para decidir a quién apoyará en un acto fijado para el domingo 18. Como se informa que sus consultas apuntan 8 a 2 a favor de papá Hipólito, el secretario general del PLD y presidente del Senado dijo esta semana que “cuando lo vea le preguntará qué es lo que quiere”. Pero   el viernes se apresuraron a “expulsarlo” sumariamente del partido.

 

Tiende a acentuarse el bipartidismo

Por Juan Bolívar Díaz

Las encuestas y las percepciones de los analistas indican una tendencia a acentuarse el bipartidismo en el sistema electoral dominicano con un Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) en progresiva decadencia y que lleva más de un año discutiendo cómo afrontar el desafío de las elecciones presidenciales de 2012.

Por otra parte media docena de partidos alternativos, sin perspectivas de convertirse en una opción competitiva frente a las fuerzas dominantes, se encaminan a otro fracaso en el viejo proyecto de orquestar una candidatura común que pudiera representar una opción siquiera para el segmento más insatisfecho del electorado.

 Bipartidismo más fuerte.  Todas las encuestas publicadas en los últimos meses indican una tendencia al fortalecimiento del bipartidismo que fuera quebrado en los comicios presidenciales de 1986 cuando el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) alcanzó el 18% del sufragio para restablecerse en el 2008 cuando el PRSC se redujo al 4.6%.

Las investigaciones de las preferencias electorales otorgan al reformismo entre el 3 y el 6% y las perspectivas no apuntan a mejorar sus perspectivas ya que el partido colorado está virtualmente congelado más de un año después que en noviembre de 2010 inició su Tercer Congreso Unitario Joaquín Balaguer que sesionó en enero y concluyó en febrero con la resolución de elegir candidato presidencial en julio pasado.

 Aunque sus organismos ejecutivos han ratificado una y otra vez la resolución de elegir un candidato todo indica que llegará al nuevo año sin concretarlo.

El último intento fue el 17 de septiembre cuando la Comisión Ejecutiva, sin la participación del presidente del partido, acordó la elección para el 16 de octubre, y aunque varios  precandidatos la respaldaron, luego fue dejada sin efecto “en aras de la unidad”.

El pasado fin de semana el presidente del PRSC, Carlos Morales Troncoso, dijo que no se dan las condiciones para que participen en los comicios aliados a alguno de los partidos dominantes, pero sin señalar fecha para escoger candidato propio.

Cuando en las encuestas se ha preguntado a los reformistas si prefieren ir solos o aliados a las elecciones de mayo, los resultados indican una división casi en partes iguales.

La reciente encuesta Gallup-HOY indicó que 47% quieren ir solos y 41 en alianza. Registró al PRSC una preferencia del 5%, un punto menos que el 6 que le había otorgado en agosto y casi similar al 4.7% en la de mayo.

La última encuesta Penn Schoen Berland publicada el mismo mayo le atribuyó el 5%. Otras como la CID Latinoamericana han reducido el caudal reformista al 3%.

Un frente alternativo.  Como ha ocurrido en múltiples procesos electorales desde  de 1994, partidos y grupos alternativos han estado envueltos en intentos por orquestar un amplio frente electoral, pero luego de meses de reuniones y discusiones el tiempo se les viene encima sin que hayan logrado el objetivo.

La agitación comenzó con el año y pese a haber tenido como abogados a una Coalición de  Movimientos Políticos Independientes, a un grupo de presión como Autoconvocados y hasta a una docena de sacerdotes católicos, van quedando pocas expectativas de éxito.

En el proceso fueron proclamadas las candidaturas de Julián Serulle, por el partido Frente Amplio, (el antiguo MIUCA), Guillermo Moreno por el nuevo partido Alianza País, Max Puig por la Alianza por la Democracia y Eduardo Estrella por Dominicanos por el Cambio. Todos estos han  participado en reuniones donde se ha discutido la posibilidad de unificación de sus candidaturas.

Para este mes de diciembre el Frente Amplio que encabeza Serulle ha convocado una “cumbre de líderes” donde se discutiría el proyecto unitario, pero hay quienes creen que ya es tarde para iniciar el proceso de escogencia de un solo candidato, cuando los partidos dominantes llevan meses en campaña y las encuestas le atribuyen sobre el 90%  de las intenciones de voto.

De los cuatro candidatos involucrados en el proyecto, el que más preferencias ha obtenido en las encuestas es Moreno, con 2.2% en la última Gallup-HOY. Le ha seguido Estrella.

El veterano exlider perredeísta Hatuey de Camps, ahora presidente del Partido Revolucionario Social Demócrata, ha favorecido el frente unitario y lo mismo han hecho Ismael Reyes y Luis Acosta, que encabezan otros dos agrupamientos minoritarios.

Se ha considerado que la decadencia del PRSC representa  una mayor posibilidad para una tercera fuerza independiente, que aunque no pueda desplazar el bipartidismo, alcance una votación que le permita ser la llave para una segunda vuelta y en consecuencia negociar un programa serio de reformas político-sociales y económicas, que le sirva de plataforma para el futuro.

Sólo el PLD lo ha logrado.  El electorado dominicano ha sido históricamente conservador, casi siempre cultivando el bipartidismo. En la etapa democrática que se inició en 1978, y hasta el 1994, que abarca cinco elecciones, las opciones fueron el PRSC y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y en las últimas cuatro, desde el 1996, el PLD sustituyó al partido colorado.

El PLD es el único partido que en la etapa democrática logró romper el bipartidismo y necesitó participar en seis comicios para lograrlo, a pesar de que en los primeros cinco intentos tuvo de candidato presidencial al profesor Joaquín Balaguer., su fundador e ideólogo.

En su primera cita -en 1978- apenas alcanzó el uno por ciento de los votos y pasó al 9% en 1982, duplicándolo a 18% en 1986.

En 1990 el partido morado pudo haber ganado el poder si los comicios hubiesen sido real expresión de la voluntad popular. Con el 33%  la candidatura de Bosch quedó a menos de 2% de Joaquín Balaguer. Y aunque se redujo al 14% en el 1994 con un Bosch ya agotado, alcanzó el poder en la segunda vuelta de 1996 para lo cual requirió el apoyo de Balaguer cuando a éste se le prohibió buscar otra reelección.

Irónicamente, los peledeístas no pudieron romper el bipartidismo en las cinco ocasiones en que llevaron de candidato presidencial al profesor  Bosch, uno de los mayores líderes políticos de la historia nacional, que había ganado la primera elección democrática tras la tiranía de Trujillo, entonces postulado por el PRD, lo que indica la escasa alternabilidad que ha tenido el partidismo dominicano.

34 fracasos en 9 comicios.  En las 9 elecciones presidenciales celebradas a partir de 1978 el electorado ha tenido opciones alternativas al bipartidismo, especialmente en el 2004, cuando se le presentaron ocho, además de los tres que entonces dominaban el escenario.

La mayor expresión del tripartidismo fue el resultado del 2000, cuando el PRD ganó con el 49.9% y el PLD y el PRSC quedaron casi empatados, ambos a fracciones para alcanzar el 25%.

Treinta y cuatro  candidaturas presentadas por una veintena de partidos representaron las alternativas del período y sólo tres consiguieron más del uno por ciento del sufragio, mientras de las otras 31 sólo tres superaron el medio por ciento. Jacobo Majluta, tras ser candidato del PRD en 1986, obtuvo casi el 7% en 1990 postulado por su nuevo Partido Revolucionario Independiente, y cuatro años después se redujo al 2.29%. Y Elías Wessin consiguió el 1.89 en 1982.

Los más insistentes fueron José Rafael Abinader y Narciso Isa conde que se postularon tres veces cada uno.

Las candidaturas alternativas que fracasaron han representado todo el espectro ideológico y han incluido a destacadas figuras de la vida nacional. Trece pueden situarse en el centro democrático: César Estrella Sadhalá, Roberto Saladín, Eduardo Estrella, Rafael Flores Estrella, Jorge Martínez Lavandier, Jaime Manuel Fernández, Rafael Peguero Méndez, Trajano Santana, Jacobo Majluta dos veces, y José Rafael Abinader en tres elecciones.

La derecha ha tenido diez candidaturas alternativas: Elías Wessin, Francisco Augusto Lora, Luis Julián Pérez, Homero Lajara Burgos, Pedro de Jesús Candelier, Carlos Bencosme, Nelson Didiez  y Ramón E. Concepción y Vincho Castillo dos veces.

Desde la izquierda salieron 11 candidaturas: Rafael Fafa Taveras, José González Espinosa, Antonio Reynoso, Pin Montás, Raúl Pérez Peña, Guillermo Moreno, Ramón Almánzar –dos veces-  y Narciso Isa Conde en tres oportunidades.

Aunque todas las encuestas señalan el descrédito de los partidos dominantes y la poca confianza que inspiran en la ciudadanía, a la hora de las votaciones los electores apenas han tomado en cuenta a relevantes figuras del arco iris político nacional, lo que se atribuye a diversos factores, como el clientelismo y el rentismo, el desproporcionado financiamiento estatal y del lavado de activos, así como a la inconsistencia de muchas de las alternativas que se han presentado y a una cultura nacional de votar por el que puede ganar.

 

Margarita: ¿un tónico de efectos secundarios?

Por Juan Bolívar Díaz

Una serie de acontecimientos fueron dejando al licenciado Danilo Medina sin más opción que la primera dama, doña Margarita Cedeño de Fernández, para completar la candidatura presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) si quería asegurar la unidad partidaria y el pleno apoyo del presidente Fernández y su Gobierno.

Las encuestas y la percepción general concluyen en que la doctora Cedeño es como un tónico que en lo inmediato dará aliento a la candidatura de Medina, pero hay quienes temen que a mediano plazo pudiera tener efectos secundarios al pegarle el sello definitivo de la continuidad de un Gobierno en progresivo declive.

Presiones ineludibles.  El Danilo Medina que logró imponerse como candidato presidencial venciendo la ofensiva y resistencia de la maquinaria gubernamental leonelista ha quedado subordinado a la misma al verse obligado a proclamar a la primera dama como su candidata vicepresidencial.

La tropa mayor del Presidente, la misma que intentó imponerle al país una repostulación del mandatario cuando acababan de proclamar una Constitución que lo prohíbe, que fracasó con una precandidatura presidencial de doña Margarita Cedeño, la impuso ahora como compañera de boleta de Medina, reduciendo su independencia frente al líder del partido.

Sin contrincante visible, promovida abiertamente en vallas y afiches, por radio, prensa y televisión, la doctora Cedeño recibió el impulso del líder cuando en septiembre éste dijo en Nueva York que ella tenía los méritos y las condiciones suficientes para ser vicepresidenta. Luego ella misma se autoproclamó en un acto público cuando repitió la consigna de que “con Danilo y con Mamá esa pela va”. Y el desbordamiento fue definitivo cuando una semana atrás el senador Félix Bautista, secretario de organización del PLD y principal brazo político del mandatario, dijo en una formal rueda de prensa que ella sería la candidata vicepresidencial.

Para entonces algunos de los estrategas y colaboradores de Medina que buscaban una alternativa capitularon convencidos de que tenían que pagar el precio de sellar la unidad partidaria y obtener el pleno respaldo del presidente Fernández y sus cuadros, que incluyen a los más poderosos funcionarios y asociados del Gobierno. Y hasta las encuestas de la oposición la señalaban como la mejor opción. No había modo de ignorarla sin que se interpretara como un desplante al líder. Se le proclamó de repente, con el menor protocolo, como quien apura un medicamento amargo.

Lo bueno de la inversión.  Ella es como un tónico de triple acción, porque integra a una primera dama que ha manejado miles de millones de pesos del presupuesto en labores asistencialistas, reconoce al Presidente que el candidato desafió y llena de entusiasmo a una pléyade de inversionistas que necesitaban un acierto luego de varios tropezones y a una dirigencia y militancia partidista que precisa un aliento de continuidad en el poder.

Margarita Cedeño es por sí misma una buena inversión, independientemente de  su condición de primera dama de un Gobierno de ocho años consecutivos y doce de los últimos dieciséis. Ella ha logrado cierta popularidad con un trabajo asistencialista y político sistemático, con dedicación de tiempo completo, y pone una nota femenina y de simpatía personal a una candidatura adusta y de limitado carisma.

Podría ser pura casualidad, pero el tónico Margarita llegó al día siguiente del cara a cara protagonizado por Medina con su principal contrincante Hipólito Mejía ante la Asociación de Industrias, donde el perredeísta pareció salir ganancioso a juicio de observadores y en sondeos realizados entre los empresarios presentes. Aunque el discurso del peledeísta fue más minucioso y bien estructurado, hubo apreciación de que “no conectó con la audiencia por su limitado carisma”. Para otros, Mejía sacó ventaja porque formuló un programa económico basado en un mayor protagonismo del empresariado y la inversión privada con un Estado facilitador y no competidor.

La precipitada proclama de Margarita de Fernández (se había dicho que la selección sería a principios del próximo año) puede también ser parte de una estrategia que busca por lo menos una notable mejoría en los resultados de próximas encuestas independientes como la Gallup-HOY que se espera este noviembre. La anterior de agosto registró una ventaja al candidato del PRD de 14.5 por ciento en el universo de los electores y de 20 por ciento en los que dijeron que estaban bien seguros de que votarán en mayo próximo. Pero en las dos últimas semanas de octubre se publicaron cuatro encuestas auspiciadas por el sector oficialista en dos de las cuales Danilo Medina aparece en ventaja y en las otras dos en “empate técnico”.  En ese período, dos encuestas por encargo del opositor mantienen amplia ventaja a Hipólito Mejía.

Un Gobierno en declive.  El sello de la continuidad puede resultar costoso con un Gobierno en pleno declive, según indican las encuestas, y en un escenario económico cada vez más complicado al punto de que ahora mismo tiene en suspenso el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), del que depende el presupuesto de este año  y unas reservas de divisas que en el 2011 se han reducido en más de 700 millones de dólares.

El Latinobarómetro publicado hace una semana deja muy mal parada la gestión  de Leonel Fernández, con aprobación de 36 por ciento, la penúltima de América Latina,  9 puntos menos que en  2010 y 26 menos que en 2005, cuando le otorgaba 62 por ciento. Esa aprobación es 2 puntos menos que el 38 por ciento registrado por la evaluadora mexicana Mitofsky al principio de octubre pasado, y uno menos que la Gallup-HOY de agosto.

En confianza en el Gobierno, el dominicano queda en penúltimo lugar con índice de 25 en un promedio latinoamericano de 40. En eficiencia del Estado y en situación económica personal el país ocupa el último lugar en el acreditado Latinobarómetro, donde queda patente el descrédito alcanzado por el Gobierno del PLD.

La evaluadora internacional Eurasia Group acaba de advertir un panorama adverso: “La baja popularidad de Fernández, la perspectiva de una desaceleración de la economía de Estados Unidos y el cansancio de los votantes después de 8 años de Gobierno del PLD significa que el expresidente Hipólito Mejía está en mucho mejor posición para tomar la Presidencia que el candidato del PLD, Danilo Medina”.

Para más complicaciones el FMI está condicionando la reanudación del acuerdo llamado a facilitar aún más de 500 millones de dólares este año a importantes ajustes macroeconómicos, con elevación de la tarifa eléctrica, reducción del gasto y reajuste hacia abajo del presupuesto de 2012, ya aprobado, y elaboración y aprobación de leyes para adoptar una tarifa técnica en el sector eléctrico y de un mecanismo de flexibilización de la tarifa eléctrica. Eso si quieren que el directorio del FMI apruebe en diciembre la reanudación del acuerdo, según comunicación del 19 de octubre dirigida a los funcionarios económicos del Gobierno nacional, que trascendió esta semana.

Todo eso aunque el presidente Fernández dijo el 6 de septiembre, al inaugurar un seminario sobre cambios globales y política exterior dominicana, que el FMI le había autorizado a gastar más en lo que restaba del año. El panorama, con tendencia a complicarse, es desolador para el país y desde luego para las perspectivas electorales del partido de Gobierno.

Posible efecto secundario

El principal efecto secundario del tónico Margarita es que pega el sello de la continuidad a un candidato que había hecho esfuerzo y ganado espacio presentándose con diferenciación del régimen decadente, especialmente desde que Medina se separó del Gobierno para perseguir la candidatura presidencial de su partido en las elecciones del 2004, lo que terminó en una agria confrontación que distanció a los dos líderes del PLD y sus respectivos equipos.

Además de que los mismos peledeístas han presentado a Margarita y el aliento de Leonel como el salvavidas de un “minusválido político”, mientras la campaña del PRD se fundamenta en rechazar a ”Leonilo” como expresión de “más de lo mismo”. Con la esposa y todos los hombres del Presidente al lado el discurso de Danilo se reducirá en los aspectos de “corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo”, predominando lo de “continuar lo que está bien”. Tras ser proclamada ella dijo que “trabajaremos juntos en continuar este camino de progreso, de modernidad y de institucionalidad que hemos estado transitando bajo el Gobierno de alguien que ustedes saben que adoro: el presidente Leonel Fernández”.

Pero una mirada más profunda podría descubrir que la fórmula Margarita es una “jugada capicúa” que invierte al fortalecimiento del liderazgo de su esposo. Si ganan la elección reclamarán  el mérito y sobrevivirá el nuevo mesianismo nacional con todo el carril para volver a la presidencia en el 2016, y si pierden lo atribuirán a “la debilidad del candidato” sepultándolo para que Leonel reine por siempre.

 Hasta entre los estrategas y los equipos de Danilo había una corriente que consideraba fundamental para el triunfo electoral que el candidato mantuviera la  diferenciación que le permitió montar un entramado de grupos de apoyo extra partido, creando la ilusión de renovación, pero el leonelismo es muy fuerte y el PLD no estaba en capacidad de asimilar esa estrategia, lo que remite la campaña a un debate entre continuidad y cambio, con la agravante de que detrás de la refrescante figura de doña Margarita se cuelan los más objetados del peledeísmo gobernante.