Aquí las leyes son sugerencias

Por Juan Bolívar Díaz
18_09_2016 HOY_DOMINGO_180916_ Opinión9 A

Sigue teniendo vigencia la triste reflexión de un funcionario internacional hace unos años, cuando analizando el proceso institucional, tras ponderar con algo más que cortesía las amabilidades del pueblo dominicano, concluyó en que el mayor desafío que tenemos es el cumplimiento de las normas, pues aquí las leyes son simples sugerencias.

Es tan larga la cadena legislativa que se viola sistemáticamente que este espacio no alcanzaría para simplemente enunciarlas. Pueden ser tan fundamentales como la Constitución misma, o las normativas del presupuesto, de la rendición de cuentas, o la de declaración jurada de bienes. La de Migración y la de Defensor del Pueblo pasaron una década para que comenzáramos a implementarlas.

Para quedarnos en las más recientes, ahí está la ley que norma los salarios públicos del Estado, 105-13, promulgada por el presidente Danilo Medina en agosto del 2013, la que solo ha sido acatada en cuanto elevaba los altos salarios, pero no en el límite máximo, que es el sueldo del Presidente de la nación. Por supuesto que no ha sido acatada en los niveles salariales mínimos. Ni siquiera se ha promulgado su Reglamento, en manos del Poder Ejecutivo hace más de dos años, porque el Ministerio de Administración Pública cumplió el artículo transitorio que lo emplazaba a los seis meses.

Más dramática ha sido la suerte de la Ley General de Defensa de la Competencia 42-08, que como muchas otras fue objeto de debates y consensos político-sociales que duraron años, con asesorías y hasta condicionamientos internacionales. En enero cumplirá 9 años de promulgada, con un plazo de 90 días para la designación del Consejo Directivo y del Director Ejecutivo para que operara la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (Pro-Competencia), y de 60 días para presentar su Reglamento.

El primer Consejo Directivo fue designado, tres miembros por dos años y dos por cinco, como dispone la ley. El período de los tres primeros venció y no han sido renovados, ni ha sido designado el Director Ejecutivo, lo que por sus responsabilidades, ha castrado en gran parte el funcionamiento de Pro-Competencia, y todavía se espera el Reglamento.

Esta semana ocurrió lo peor, pues el Poder Ejecutivo sustituyó a la presidenta Michelle Cohén, quien era de los dos electos por 5 años y le faltaban 2, y según el párrafo II de la ley tendrán el carácter de inamovible durante el período para el que fueron electos.

Esa fue la respuesta que recibió Michell Cohén a sus persistentes reclamos del Reglamento, del Director Ejecutivo y últimamente de la renovación de los dos miembros del Consejo con período vencido. Tanto se esforzó por dar vigencia a Pro-Competencia, que en febrero pasado, con apoyo de la Unión Europea y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se procuró un seminario internacional al que llevó a una docena de líderes de opinión dominicanos para comprometerlos en sus objetivos.

Los más altos dirigentes de este organismo pusieron atención a los dominicanos y les explicaron la importancia de la libre competencia en los mercados, así como los beneficios para la competitividad empresarial, para el Estado y los consumidores.

Los participantes en la conferencia pudieron comprobar el aprecio que tenían en la OCDE por los esfuerzos de la señora Cohén, ahora destituida por encima de la ley, demostración inequívoca del poco interés en su aplicación, y una reafirmación de que nuestras leyes son apenas sugerencias.

Es urgente abaratar la política

Por Juan Bolívar Díaz

Una de las mayores urgencias que confronta la sociedad dominicana es abaratar el costo de la política, que no sólo consume altos niveles del ingreso nacional, sino que prostituye las instituciones y margina a gran parte de los que no pueden o no quieren asumirlo para no correr el riesgo de fracasar ante el ventajismo de los depredadores de los bienes públicos o sucumbir a la  corruptela, el rentismo y el clientelismo.

            El alza desmesurada de los salarios de los altos funcionarios del gobierno central y las instituciones autónomas, que ganan hasta 800 mil pesos, y los del Congreso Nacional y los ayuntamientos, son una iniquidad ante los bajísimos niveles de los salarios públicos y privados de las mayorías, y son consecuencia de la alta inversión que hay que hacer para alcanzar hasta un cargo de regidor, y de la necesidad de acumular vertiginosamente para mantenerse en la competencia política y elevar sus niveles sociales.

            Gran parte de la sociedad se sintió ofendida por la decisión de los legisladores  de elevarse sus sueldos básicos entre 40 y 60  por ciento, y una senadora llegó al extremo de proclamar que sus ingresos no le alcanzan ni para comprar agua, ocasionando una avalancha de burlas. Hay que acreditar a la nueva presidenta de la Cámara de Diputados, Lucía Medina, por haber proclamado que mientras mantenga ese cargo no permitirá la violación de la Constitución que prohíbe legislar en beneficio propio, lo que no ha hecho el presidente del Senado y secretario general del partido gobernante, Reinaldo Pared Pérez.

            Los senadores alegan que ganan una miseria, aunque sus ingresos son inmensamente desproporcionados en relación al salario nacional promedio de 22 mil pesos,  al mínimo del gobierno central de  5 mil 117 pesos y al promedio  de los salarios mínimos del sector privado, que apenas alcanza los 8 mil pesos.

            A su salario nominal de 125 mil pesos, hay que adicionarle 50 mil para gastos de representación, 25 mil de viáticos y otros  25 mil para hospedaje, lo que suma 225 mil. Y además 3 mil 500 pesos por cada sesión a que asistan y 2,400 pesos por reuniones de comisiones, con lo que su ingresos promedio se acerca a los 300 mil pesos mensuales. Súmesele el «barrilito de asistencia social», entre 400 mil y 900 mil pesos mensuales, y el pago de una veintena de empleados en sus oficinas del Congreso y las provincias.

            Los diputados parten de un salario nominal más alto, de 175 mil pesos, dietas por 45 mil pesos, 35 mil de gastos de representación, 18 mil pesos para combustibles y 3,500 por asistir a sesiones, más un fondo social o «cofrecito» de 50 mil pesos, estimándosele un promedio de 342 mil pesos mensuales, y asignaciones para repartos en Navidad, Reyes, día de las madres, habichuelas de semana santa y para útiles al comienzo del año escolar.

            Además de todo eso, senadores y diputados disfrutan  de privilegios como seguro de salud internacional, plan  especial de pensiones, más dos exoneraciones de impuestos para importar vehículos, que la mayoría vende, apropiándose de lo que debía recaudar el Estado. Son responsables de gran parte de los  vehículos de lujo, de hasta 450 mil dólares, que el director de Impuestos Internos denunció esta semana, como expresión de inequidad social.

            Los dominicanos tenemos el Congreso más caro y abultado de la región, único bicameral, con 222 miembros, casi 4 veces los 57 de Costa Rica, triple que los 71 de Panamá,  más del doble que los 84 de El Salvador y los 92 de Nicaragua,  casi duplica los 128 de Honduras, y 40 por ciento más que los 158 de Guatemala. Y hacia el sur también somos líderes, por ejemplo frente al Perú, que sólo tiene 130 legisladores, aunque triplica la población dominicana y es 26 veces mayor en territorio.

            En menor grado, pero abuso también, son los salarios de entre 150 y 200 mil pesos que ya se atribuyen los regidores en los mayores municipios, por dos sesiones al mes.

            Toda esa iniquidad no encuentra valladar, porque se asume como el costo de la política, que no se reducirá si no se controla la extensión de las campañas electorales, el gasto de los partidos y candidatos, con transparencia de su financiamiento y régimen efectivo de sanciones, para que los recaudadores, como Magín Díaz, no tengan que deplorar la prevalencia de niveles ofensivos de exenciones, tributos de la política. Son las leyes de partidos y electoral que se discuten desde el consenso de la Fundación Siglo 21 en 1994.-

Sueños de noches de verano

Por Juan Bolívar Díaz
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Todos tenemos derecho a sustentar utopías, que como dijera Galeano, es la forma de impulsar los cambios, proponiéndonos metas que, aunque se alejen cada vez que creemos alcanzarlas, nos mantengan en movimiento, siempre detrás de los sueños.

Y en estas calurosas noches de agosto, próximo al inicio de un nuevo período de gobierno, tenemos más derecho que nunca a soñar, aunque sea con lo que nunca se ha hecho en la historia del país.

Lo primero que podemos soñar es que el presidente Danilo Medina no haga muchas promesas más, sino que anuncie cambios importantes, no bailoteando funcionarios de un lado a otro, ni aumentando la nómina de asesorías compensatorias, sino cambiando el curso del Gobierno.

Esta vez los cambios son más necesarios que nunca, ya que se juramentan casi los mismos que hace cuatro años, no sólo el Presidente y la vicepresidenta de la República, sino también el 90 por ciento de los senadores, tres cuartas partes de los diputados y más de la mitad de los alcaldes y regidores.

Podemos soñar con ver la reedición del hombre humilde y conciliador que trabajó arduamente durante años para alcanzar la presidencia de la nación y materializar los sueños liberacionistas del fundador de su partido, el profesor Juan Bosch. Debería asumir que 16 años después de gobernar su partido, esos sueños están muy lejos de materializarse.

Sabemos que es muy difícil liberar a las mayorías de la ignorancia, de la pobreza y la exclusión, pero hay que hacer los máximos esfuerzos por reducirlas a mediano y largo plazos. Lo que sí se puede alcanzar en corto tiempo es detener los muy elevados niveles de descomposición social, de corrupción, malversación, clientelismo político y manipulación que corroen las instituciones estatales y democráticas.

El discurso de juramentación del licenciado Medina debe asumir las preocupaciones que se expresan por la sostenibilidad económica del país, cuya economía se ha sustentado en un desproporcionado endeudamiento, a consecuencia de déficits incontrolables, cuya prolongación implica graves riesgos.

Asumimos también que el Estado requiere mayores recursos para sustituir el crédito, pero que la sociedad no está presta a pagarlos, sin cambios trascendentes en la forma y prioridades del gasto, sin contención de la evasión y la corrupción, sin establecer límites al clientelismo político.

Aunque basados en la historia nacional, son muchos los que creen que Danilo Medina intentará prolongarse de nuevo en el poder, utilizando “sus” diputados y senadores para otra reforma constitucional, tenemos derecho a soñar que no volverá a faltar a su palabra y que esta vez no habrá quien lo convenza de seguir ingiriendo tiburón podrido.

El discurso del martes y las acciones que Medina emprenda de inmediato serán indicio y pauta del curso que seguirá lo que debe ser su último período gubernamental, atendiendo a su Constitución que instituye dos períodos y nunca más. Tiene la oportunidad de acoger la propuesta de un pacto político-social para rescatar la institucionalidad democrática y por el Estado de derechos económicos y sociales que proclama la Constitución.

Una alianza con los sectores más activos de la sociedad, le permitirá concluir el pacto eléctrico y emprender el pacto fiscal, imprescindibles para garantizar la sostenibilidad económica y completar una obra de gobierno que puede ser trascendente. Sobre todo si cumple su promesa de hacer lo que nunca se ha hecho: poner el interés nacional por encima del continuismo y la dominación política. Y no padecería el síndrome de la “soledad del poder”, siempre caldo de cultivo del continuismo.

La incredulidad y la desconfianza son tan grandes que seguro muchos se reirán de estos sueños de verano.

En 16 años de Gobierno el PLD ha resuelto poco

Por Juan Bolívar Díaz
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Al cumplir 16 años de Gobierno, con un interregno de 4, la gestión del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha tenido como mayor mérito la estabilidad y el crecimiento económico, basado en enorme endeudamiento, mal redistribuido y con gran corrupción, pero arroja un apreciable legado en infraestructuras viales, hospitalarias y escolares.

Sin embargo, no ha tenido éxito en reducir significativamente la pobreza, mejorar la calidad de la educación, de la salud o del transporte y seguridad vial, con fracaso en los servicios de electricidad, agua potable y seguridad ciudadana, mientras concentra el poder y debilita la institucionalidad democrática.

Grandes logros del PLD. El PLD ha gobernado el país en cuatro quintas partes de las dos décadas desde el final del Gobierno de Joaquín Balaguer en 1996, excepto el cuatrienio 2000-04, y su mayor éxito, reconocido por todos, ha sido la estabilidad económica, con crecimiento promedio de 6 por ciento del PIB, superior al regional.
Fue austero y mejoró la administración y la institucionalidad democrática en su primer período cuando no tenía mayoría congresual ni controlaba la justicia, pero involucionó esos logros desde el 2004.

Al cumplir 16 años de Gobierno el próximo 16 de agosto, incluyendo los últimos 12, a los peledeístas se les acredita un gran mejoramiento de la red de carreteras, elevados y túneles viales, con visible mejoramiento urbanístico, y muy especialmente la construcción y mejoramiento de unas 25 mil aulas, mérito de la lucha social y del presidente Danilo Medina, ya que su antecesor, Leonel Fernández, se negó sistemáticamente a cumplir la Ley de Educación de 1997 que dispone el 4 por ciento del PIB para el sector.

Hay avances en la inversión estatal en viviendas, con proyectos modelos como el de los 1,800 apartamentos de La Nueva Barquita y 560 de Boca de Cachón, en Jimaní, y en múltiples pequeños proyectos en toda la geografía nacional, pero muy lejos de cubrir el creciente déficit estimado entre 25 y 30 mil por año, cuando el Censo del 2010-12 lo estimó en un millón de viviendas, 45 por ciento por construir y la mayoría para mejorar. En el último cuatrienio se incentiva la construcción privada, como el proyecto de Ciudad Juan Bosch a punto de concluir las primeras mil, de 25 mil viviendas proyectadas, que se suman a cientos de torres de apartamentos en Santo Domingo y Santiago para sectores de altos ingresos, como efecto del crecimiento económico.

Mérito económico relativizado. El mérito del crecimiento y la estabilidad económica es relativo, pues ha descansado en enormes déficits fiscales que el experto José Rijo ha computado: 427 mil millones de pesos entre 2004 y 2012, y 372 mil en el período 2013-16, incluyendo 112 mil que proyecta para este año. Eso implica un total de 799 mil millones de pesos, en 12 años, 17 mil 755 millones de dólares, a una tasa de 45 pesos.

Los déficits de la gestión peledeísta han determinado un endeudamiento estatal consolidado que ya pasa de los 36 mil millones de dólares, 24 mil del Gobierno central, y que ha despertado la alerta del empresariado, sus centros analísticos como el CREES, y reiteradas advertencias de insostenibilidad por parte del Fondo Monetario Internacional, que en marzo la estimó en 48.5 por ciento del PIB, proyectándola al 49.5 para fin de este año.

El desmesurado incremento del gasto corriente, con la duplicación de la nómina pública en los últimos 12 años, la escasa austeridad y altos niveles de dispendio y corrupción, han sido relacionados con los déficits. José Rijo documenta que el gasto en 2016, que los subsidios pasaron de 52 mil a 156 mil millones de pesos, y los intereses de la deuda de 17 mil a 103 mil millones de pesos, todo en el mismo período.

Se acusa escasa inversión en promover la producción, la productividad y la competitividad, con estancamiento de las exportaciones y pérdidas en el intercambio con Estados Unidos y los países centroamericanos. El turismo y las remesas mantienen en pie la economía nacional.

Los servicios fundamentales. Se acredita al último Gobierno del PLD receptividad ante la demanda nacional de mayor inversión en educación, en principio demasiado concentrada en la construcción de aulas, pero solventando su grave déficit, y extendiendo la tanda educativa con alimentación a los estudiantes. Tomará su tiempo transformar la formación de los maestros y los currículos que empujan la calidad de una educación que se deterioró durante décadas.

La salud pública es otro grave déficit de los gobiernos peledeístas y ahí tampoco ha faltado inversión, igual en infraestructura física, con la exageración de haber emprendido al mismo tiempo la remodelación de unos 56 hospitales, sin suficientes recursos, por lo que la mayoría sigue en proceso, con precariedad de servicios y pérdidas de inversión después de hasta 6 y 7 años de iniciadas.

Las tasas de muertes maternas e infantiles, epidemias como el dengue, los alarmantes niveles de embarazos de adolescentes, y la baja proporción de inversión en salubridad dejan el país en los últimos escalones en las mediciones continentales.

El agua potable sigue sin llegar en tubería a la mitad de las viviendas, y una parte de los afortunados, no la reciben permanentemente. Mientras se ha permitido el deterioro de las cuencas de los ríos para subsidiar la industria pública y privada de la construcción.

La seguridad ciudadana sigue en picada, con dificultades para reformar a fondo los organismos de seguridad y las políticas preventivas de la delincuencia, y aunque la tasa de homicidios ha disminuido en los últimos años, la criminalidad general aumenta y la población demanda una mayor inversión y eficiencia para contenerla.

Grave des-institucionalización. Entre los peores resultados de la gestión peledeísta está el debilitamiento progresivo de la institucionalidad democrática, utilizando su control del Congreso, y con dos reformas constitucionales han afianzado un control total e instrumentalización de todos los organismos de la justicia, la Cámara de Cuentas y la Junta Central Electoral.

La justicia, que en su primer período registró gran mejoría, ha sido partidarizada e inhabilitada para perseguir la corrupción, y el nuevo Tribunal Superior Electoral y la Junta Central Electoral utilizados para desarticulizar el sistema partidario, junto con el abuso de los recursos del poder, violentando o ignorando la propia Constitución y múltiples leyes, como las de control presupuestario, la de función pública, la de recapitalización del Banco Central, la de salarios públicos y las de transparencia. Y con repartos del Estado ha comprado lealtad o silencio en sectores empresariales, sindicales, sociales y comunicativos.

La posición que ocupa el país en las evaluaciones internacionales, como las de Transparencia Internacional y el Indice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, justifican los recientes llamados del liderazgo empresarial y social para luchar por el rescate de la institucionalidad democrática.

Muestras de desorden institucional

Por Juan Bolívar Díaz
07_08_2016 HOY_DOMINGO_070816_ Opinión9 A

Resultan tan abrumadoras las demostraciones cotidianas del desorden institucional en la mayoría de los estamentos del Estado que hay razones para encomendarnos a la Virgen de la Altagracia y sus once mil colegas con la esperanza de que ocurra algún fenómeno que produzca una catarsis colectiva y esta sociedad se vea obligada a rectificar el derrumbadero por el que deambula.

Es muy difícil que pase un día sin que se conozca un indicio del abuso, reparto y apropiación del patrimonio público, de la inoperancia de los órganos estatales, la impunidad y el cinismo con que se maneja la cosa pública, desde las más altas instancias del Estado hasta los más pequeños distritos municipales, mientras la Cámara de Cuentas sigue reclamando la declaración jurada de bienes de más de 2 mil funcionarios.

El 18 de julio, HOY revela que los ocho consejos de administración del subdividido sector eléctrico estatal cuestan al año 125 millones de pesos. El día 28 informa que durante el 2015 el Gobierno dejó de transferir al Banco Central 39,444 millones de pesos, en violación de la Ley de Recapitalización 167-07.

El viernes 5, Diario Libre informó que un mes antes de las elecciones la Cámara de Diputados abrió una licitación para la adquisición de 120 mil mosquiteros y 20 mil canastillas para bebés, por más de 29 millones de pesos. Se sabía que los diputados tienen un cofrecito mensual de “promoción social” y que además reciben asignaciones para repartos navideños, del Día de las Madres, inicio del año escolar y para las habichuelas con dulce de la Semana Santa, pero no que reparten mosquiteros y canastillas. Dos semanas antes, al despedirse de la presidencia de esa cámara, Abel Martínez reveló que deja un excedente de 986.9 millones pesos, 753,5 millones en certificados financieros, especulando en Hacienda o el Banco Central, como cualquier empresa o persona.

Resalta la abundancia de los diputados, cuando el Gobierno central programó para este año un déficit de 76 mil millones de pesos, que ya se proyecta alrededor de 120 mil millones, mientras los jueces y funcionarios de la justicia se manifiestan públicamente demandando los recursos que asigna la ley al Poder Judicial, cuando en muchos hospitales públicos no hay recursos ni para comprar gasa, ni en INAPA para reparar la mitad de sus plantas de tratamiento de aguas fuera de operación.

Durante las últimas semanas se ha evidenciado un festival de incrementos de salarios, pensiones y liquidaciones en los ayuntamientos y el viernes el Concejo de Regidores del Distrito Nacional conocería una contratación de publicidad, a 11 días de una nueva administración.

Esta semana abundaron las exhortaciones para que alcaldes y regidores no lleven armas de fuego a la instalación de las nuevas autoridades municipales el 16 de agosto, temiéndose violencia en la elección de los directivos de los Concejos de Regidores. Eso, porque los principales partidos de oposición han desestimado la vieja práctica de elegir a quien el alcalde propusiera para presidente municipal, planteando que debe imperar la mayoría.

El jueves El Nacional dio cuenta de que en los organismos estatales están despidiendo a miles de los activistas políticos empleados en la campaña electoral, y que el líder de la principal central de trabajadores pidió que dejaran de aplicar una circular administrativa que disponía el cese, en vez de reclamar suministro a los hospitales.

El gasto en nominillas se elevó de 10.9 mil millones de pesos en enero a más de 12 mil millones en febrero, marzo y abril, y se mantuvo sobre 11.6 mil millones de pesos entre mayo y julio.

Se asume tan normal el abuso de lo público que el viernes un reportaje de Diario Libre indicó que “El PRM manejará cuota de más de 6 mil millones (de pesos por año) a partir del 16 de agosto”, pero equiparando los presupuestos de los municipios que controlaría, con la asignación propia del subsidio a los partidos. Resaltaba el “poder político” que eso representa, aunque sea apenas el 1 por ciento del Presupuesto Nacional.

Todo esto es solo un muestrario del mayúsculo desorden en un país de tantas precariedades de energía, agua potable, salubridad, transporte, empleo, salarios, pensiones y seguridad ciudadana.

La confusión racial dominicana

Por Juan Bolívar Díaz
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Tuve que llegar como estudiante a México hace justo 50 años para comenzar a descubrir la identidad racial y cultural que me habían negado la educación primaria, la secundaria, el seminario Santo Tomás de Aquino y un año de universitaria.

Aunque había nacido y vivido en bateyes del Ingenio Consuelo, en San Pedro de Macorís y San Cristóbal, de las poblaciones más multirraciales, ignoré demasiado tiempo mis componentes genéticos, atrapado entre prejuicios y complejos raciales, que me habían convencido de que yo era un negrito feo de cabello malo, que había tomado excesivos ingredientes de mi abuela paterna negra y muy pocos de mi abuelo materno español.

Aquella mañana de febrero de 1966 cuando acudí a la secretaría de Gobernación de México para regularizar mi estatus de estudiante fui a dar con un funcionario que parecía estarme esperando para, tras abrir mi pasaporte y ver mi condición de “indio”, preguntarme a qué tribu pertenecía. Ahí comencé a darme cuenta de los esfuerzos dominicanos por negar nuestra condición racial, parapetándonos tras un indigenismo que en el país había desaparecido cuatro siglos atrás. Jamás permitiría que me pusieran tal condición en el pasaporte o la cédula, aunque hube de pelear para que me inscribieran como mulato.

Poco después descubriría que no tenía el pelo malo ni feo, cuando una compañera de aula, me ruborizó delante de un grupo al preguntarme si podía tocarlo. Me acabó de desconcertar cuando con toda espontaneidad e inocencia me dijo: “es que es muy bonito tu pelo”. Esa tarde supe que no había pelos malos ni buenos, feos o bonitos, sino diversos.

Pasaron diez años para que en 1976, cuando asistía a la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, en Nairobi, la capital de Kenya, en un mercado público, me diera cuenta cuánto tenía de africano. Fue como si hubiese llegado al mercado de Villa Consuelo, las mismas frutas, los mismos víveres, iguales ritmos musicales, bullicio, suciedad y desorden.

A estas alturas de la vida entristece comprobar que a la mayoría de los dominicanos se les sigue escondiendo o negando sus componentes africanos, que creen que nuestra negritud es culpa de la inmigración haitiana, que “somos el pueblo más hispánico del continente”, donde predominan los indios, indios claros, indios oscuros, indios canelos, que lo hemos asumido tan profundamente que es una ofensa llamarnos negros, por lo que hasta Peña Gómez era “moreno”, y pocos aceptan que les llamen mulatos.

Lo más penoso es comprobar cómo la mayoría de los negros y mulatos se han introvertido como feos, inferiores, por lo que nuestras mujeres, hasta las más pobres, tienen que invertir alta proporción de sus ingresos en salones de belleza, que Sammy Sosa se ha pretendido pintar de blanco, después de haber alcanzado fama universal como atleta negro, y que todavía a nuestros niños y niñas se les predica la necesidad de “mejorar la raza”.

Por todo eso y mucho más ha resultado lacerante -no es una broma de redes sociales- que toda una ministra de Educación Superior haya espetado a una jovencita que no podía darle una beca porque no se planchaba el pelo. Y tras el escándalo consiguiente, la funcionaria se extrañó de que “eso despertara tanta algarabía”. ¡Pobre doña Ligia Amada Melo!, un ser humano bueno, mulata confundida, víctima y victimaria del prejuicio racial.

Lo peor es que la mayoría de los dominicanos consideran tabú, de mal gusto, toda referencia a sus orígenes raciales y culturales. Por eso se ha ignorado el estudio recién revelado por la Academia Dominicana de la Historia, según el cual el 49 por ciento del ADN de la población dominicana es de origen africano, con un 39 por ciento de europeo y un residual 4 por ciento indígena.

Para que nos desarrollemos como pueblo, tenemos que hacer una catarsis étnica cultural, aceptarnos como somos, y desterrar de nuestra educación los complejos raciales que castran energías y generan subordinación.

Legislando para beneficio propio

Por Juan Bolívar Díaz
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Aunque esta vez no hay cambio en el presidencia y la vicepresidencia de la República, ni en más del 80 por ciento de los integrantes del Senado ni de dos tercios de la Cámara de Diputados, una vez más el período de “transición” se está convirtiendo en tiempo de repartos impúdicos a la vista impotente de toda la sociedad.

En los mayores municipios, como el Distrito Nacional y Santiago, los regidores y alcaldes tratan de atribuirse pensiones improcedentes o se elevan sus sueldos, y en el Congreso Nacional se adelantan legislaciones para beneficio propio de los legisladores, sin que ningún poder pueda alcanzar a establecerles límites, ya que desde hace algún tiempo se ha extendido hasta la iniquidad el concepto de autonomía estatal.

Los mismos legisladores que crearon el Sistema Dominicano de la Seguridad Social, que instituye un seguro de salud y un sistema de pensiones, definido como universal para los empleados públicos y privados, legislaron en su propio beneficio, creando, por separado un Instituto de Previsión Social del Congresista Dominicano, con niveles privilegiados de beneficios.

En este período de transición, el Senado y ahora acaba de refrendarlo la Cámara de Diputados, ha ampliado los beneficios de su plan de pensiones, pero también están creando el Instituto de Desarrollo Parlamentario y Capacitación Legislativa. Para colmo, diputados que pasan a ser alcaldes, apresuran una modificación de la Ley 176-06 sobre Municipios y el Distrito Nacional, en búsqueda de un mayor margen de autonomía administrativa.

Bajo el paragua de que aumentan del 10 al 12 por ciento, es decir en un 20 por ciento, los aportes al plan de pensiones de los pocos nuevos senadores y diputados a partir del próximo período constitucional, se incrementa en 67 por ciento el aporte para pensiones que han de extraer del presupuesto del Poder Legislativo, que pasaría del 6 al 10 por ciento del total. Eso no tiene otro nombre que legislar para beneficio propio.

Como si nada, los diputados aprobaron esta semana y a toda velocidad, en dos lecturas consecutivas, un proyecto de creación del Instituto de Derecho Parlamentario y Capacitación Legislativa. Puede parecer un buen propósito promover la formación de los legisladores, pero es otro privilegio a ser financiado con los dineros públicos. El Instituto impartiría diplomados y maestrías en técnicas legislativas y derecho parlamentario, con pretensión de reconocimiento como entidad de educación superior. Por supuesto con financiamiento estatal privilegiado, al margen de la Universidad del Estado y de tres docenas de academias privadas.

El otro desaguisado legislativo es la modificación de la Ley 176-07 sobre Municipios y el Distrito Nacional, para beneficio de varios diputados que pasarán el 16 de agosto a ejercer como alcaldes, relevantemente el actual presidente de la Cámara Abel Martínez, quien se juramentará como alcalde de Santiago.

Se pretende reducir el papel de las salas capitulares, en beneficio de los alcaldes, y modificar la distribución de los ingresos de los municipios, que según el artículo 21 de la Ley 176-07, sólo se puede puede erogar hasta el 25 por ciento en gastos de personal, y 31 por ciento para actividades y servicios municipales, reservando 40 por ciento para obras de infraestructura y adquisición de muebles, y el 4 por ciento restante para programas educativos, de género y de salud. También se pretende otorgar discrecionalidad al cumplimiento de la Ley de Libre Acceso a la Información Pública.

Vale recordar que la Ley 176-07 fue fruto de una larga década de concertaciones y asesorías nacionales e internacionales, y ahora se pretende una modificación al vapor. Por suerte a la actual legislatura sólo le quedan seis días hábiles, pues concluye el lunes 25.
Una vez más resalta la miseria de institucionalidad democrática que se gasta este país, con seres privilegiados que legislan para su propio beneficio, que se apropian de recursos estatales para “planes de asistencia social”, pero que no cumplen su función de fiscalizar y se pasan años y hasta décadas acariciando proyectos fundamentales como la ley del Régimen Electoral, la de Partidos, o el proyecto de ley de tránsito, transporte y seguridad vial.

Gaudium et Spes Mons. Ozoria

Por Juan Bolívar Díaz
10_07_2016 HOY_DOMINGO_100716_ Opinión9 A

Permítaseme tomar prestado el título de la constitución pastoral del Concilio vaticano II, Gaudium et Spes, que se traduce como alegría y esperanza, para celebrar la designación de monseñor Francisco Ozoria como nuevo arzobispo metropolitano de Santo Domingo, expresión de la coherencia entre los actos y la visión pastoral del Papa Francisco.

Vale apelar al título de la constitución, aprobada en diciembre de 1965, que traza toda una pastoral sobre “la Iglesia en el mundo contemporáneo”, después que el nuevo arzobispo, en su discurso de agradecimiento, se autodefiniera como “un seguidor apasionado de la doctrina del Concilio Vaticano II”.

Aunque el mismo Ozoria consideró que su escogencia sería una sorpresa para todo el país, y que el primer sorprendido fue él, no debió ser así de haberse tomado en cuenta el perfil del obispo trazado por el Papa Francisco en su discurso ante el Consejo Episcopal Latinoamericano en Río de Janeiro, poco después de su consagración en el 2013, cuando proclamó que “el obispo debe conducir, que no es lo mismo que mandonear. Los obispos han de ser pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre; pa-cientes y misericordiosos.Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan psicología de príncipes, que no sean ambiciosos y que sean esposos de una Iglesia sin estar a la expectativa de otra. Hombres capaces de estar velando sobre el rebaño que les ha sido confiado y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar sobre su pueblo con atención sobre los eventuales peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza: que haya sol y luz en los corazones. Hombres capaces de sostener con amor y paciencia los pasos de Dios en su pueblo.

El sitio del obispo para estar con su pueblo es triple: O delante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y neutralizar los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado”.

El Papa Francisco ya tuvo una oportunidad de hablar directamente a los obispos dominicanos en su visita ad limina al Vaticano, en mayo del 2015 cuando les animó a “que su compromiso en favor de los más débiles y necesitados les ayude a superar la mundana tendencia hacia la mediocridad”.

En su pontificado de apenas tres años, el obispo Bergoglio ha abogado por los derechos de los inmigrantes en múltiples ocasiones, como lo hizo frente al episcopado dominicano, al que recordó que “la atención pastoral y caritativa de los inmigrantes, sobre todo a los provenientes de la vecina Haití, que buscan mejores condiciones de vida en territorio dominicano, no admite la indiferencia de los pastores de la Iglesia”.

Y los exhortó a “seguir colaborando con las autoridades civiles para alcanzar soluciones solidarias a los problemas de quienes son privados de documentos o se les niega sus derechos básicos. Es inexcusable no promover iniciativas de fraternidad y paz entre ambas naciones, que conforman esta bella Isla del Caribe. Es importante saber integrar a los inmigrantes en la sociedad y acogerlos en la comunidad eclesial. Les agradezco que estén cerca de ellos y de todos los que sufren, como gesto de la amorosa solicitud por el hermano que se siente solo y desamparado, con quien Cristo se identificó”.

En el país hay quienes creen que monseñor Francisco Ozoria no merecía ser arzobispo de Santo Domingo por haber sido un defensor compasivo de los derechos humanos de los inmigrantes haitianos y por haber reclamado justicia para los que fueron privados de la nacionalidad dominicana. Estaban equivocados, pues el prelado de San Pedro de Macorís ha sido bien coherente con el perfil del obispo planteado por el Papa Francisco. Y no faltan los que no se atreven a transparentar su prejuicio de que es “demasiado prieto” para ser arzobispo capitalino, aunque un estudio científico acaba de indicar que el dominicano promedio tiene un 49 por ciento de ADN de ancestros africanos.

Celebremos el ascenso de este humilde monseñor Francisco Ozoria y preparémosle una bienvenida con alegría y esperanza de que contribuya a dar vigencia a los principios fundamentales del cristianismo.

De satisfacciones y frustraciones

Por Juan Bolívar Díaz
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Esta semana hemos celebrado acontecimientos que generan satisfacciones como la inauguración del proyecto modelo de la Nueva Barquita que rescata a mil 400 familias de la extrema vulnerabilidad y los 50 años cumplidos por la Asociación pro Bienestar de la Familia con el éxito de sus 6.5 millones de servicios ofrecidos a la población más pobre y su contribución a una mejor planificación poblacional.

Pero al mismo tiempo un nuevo informe de UNICEF vuelve a dejar el país en los últimos escalones en muertes neonatales, en embarazos y uniones sexuales de adolescentes, con graves notas de trabajo y maltrato infantil y 173 mil 300 menores de cinco años sin registro de nacimiento. Mientras otras informaciones indican que en medio año han muerto 35 madres al parir en hospitales, por causas en su mayor parte prevenibles.

Ninguna mezquindad puede evadir darle crédito al gobierno del presidente Danilo Medina por su bien concebido proyecto habitacional Nueva Barquita, con una inversión de 4 mil millones de pesos, y por la cooperación empresarial en su construcción, personalizada en José Miguel González Cuadra, con moderna visión gerencial pluridisciplinaria.

Pero al mismo tiempo hay derecho a preguntar por qué celebramos un solo proyecto de esa dimensión en una gestión de cuatro años cuando podríamos materializar muchos cada año, con una mejor planificación del gasto público, reducción de la corrupción, la malversación y el derroche y de las evasiones impositivas.

El equipo económico del PRM dijo en campaña que revisando 7 mil cuentas del Estado se podrían ahorrar 70 mil millones de pesos anuales. Asumiendo alguna exageración, y reduciéndolo a la mitad, daría para levantar nueve nuevas barquitas por año, 36 en el período de gobierno. De entrada parece mucho, pero no si se toma en cuenta lo dicho la semana pasada por el actual Jefe de la Policía Nacional, quien testimonia que sólo en la revisión de un par de renglones se ahorrará 1,200 millones de pesos por año.

El equipo gerencial, técnico y de voluntarios que durante medio siglo han sostenido a ProFamilia tiene que sentir satisfacciones por su fundamental contribución a hacer consciente la necesidad de la planificación familiar. Cuando esa institución nació en 1966 el promedio de hijos por mujer dominicana era de un irracional 8.3, y ahora es de un manejable 2.5, que permite al género femenino hacer mucho más que parir. La población nacional crecía entonces a una tasa de 3.6 por ciento, reducida ahora a 1.2.

De haberse mantenido ese crecimiento hoy nuestra población sería de 18 millones, un 80 por ciento superior. Las estadísticas de Profamilia indican que en 1975 apenas el 38 por ciento de las mujeres casadas o unidas utilizaban métodos anticonceptivos, eficientes para la planificación familiar, mientras en 2013 ascendía al 72 por ciento. Y ningún organismo público o privado ha hecho tanto por esa causa, como ProFamilia, que por cierto sólo recibe 14 millones de pesos anuales de ayuda estatal, poquito más que el “barrilito social” del senador Reinaldo Pared Pérez.

Pero la satisfacción de la planificación familiar se esfuma y da paso a la frustración con el informe de que cada día mueren 13 niños con menos de 28 días de nacidos por causas prevenibles en su mayor parte relacionadas con mala atención hospitalaria, y que en ese renglón sólo somos superados en todo el continente por Haití y Guyana.

Nuestro liderazgo continental es absoluto en proporción de niñas casadas o unidas, 11.7 por ciento antes de cumplir 15 años y 37 por ciento antes de 18 años, tasa que UNICEF considera “sólo comparable con el promedio del África Subsahariana!”, es decir la región más pobre del mundo. En alto porcentaje solas o abandonadas, excluidas y convertidas en máquinas reproductoras de la pobreza que ellas mismas sufren.

¡Cuanta frustración y tristeza producen estas revelaciones! En un país certificado con casi seis décadas de alto crecimiento económico, con expresiones de modernidad, pero en extrema desigualdad y derroche.

Reinado de la incertidumbre

Por Juan Bolívar Díaz
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La decisión del retiro del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE) en el referendo del jueves, rebasa con mucho el límite de la mayor concertación de Estados de la historia y se inscribe en las incertidumbres generadas por un desorden económico internacional fundado en una concentración de la riqueza insostenible, que implica la degradación de los avances logrados en casi siete décadas de esfuerzos por una nueva civilización, de bienestar compartido, como fundamento de la paz.

Esta decisión ultranacionalista pone en jaque a la UE, agobiada por las consecuencias de la crisis financiera internacional que comenzó en el 2008 y no acaba de ser superada, amenazando ahora con una nueva recesión, y por el desmadre de la inmigración de cientos de miles de africanos y asiáticos que tocan las puertas de Europa, impulsados por las degradaciones económicas y políticas autogeneradas en sus propios países, pero con muchísima responsabilidad de las naciones del llamado mundo occidental.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, lo ha expresado de forma dramática: “temo que el Brexit pueda marcar no solo el comienzo de la destrucción de la Unión Europea, sino también el de la civilización occidental”. Aunque lo primero que está en peligro es la unidad misma del RU, ya que líderes de dos de sus estados federados, Escocia e Irlanda del Norte, donde el voto por la permanencia alcanzó 62 y 56 por ciento, están solicitando sus propios referendos para determinar si permanecen en la UE. Lo mismo demandan partidos ultranacionalistas de Francia, Italia y Holanda, tres de los más importantes fundadores de la UE, alentados por el resultado del jueves.

Lo único claro es el reinado de la incertidumbre, que se traslada a Estados Unidos, donde, ya no se puede descartar que pueda alcanzar el poder el señor Donald Trump, quien hasta hace pocos meses no era tomado muy en serio, pero ha logrado convertirse en candidato presidencial de uno de los dos partidos dominantes, reivindicando las políticas de exclusión y aislamiento ultranacionalista.

Tampoco en Europa se creía que el electorado del RU se decantaría mayoritariamente por el aislacionismo. Mucho menos después de esa ofensiva final donde no solo el primer ministro hizo campaña para evitarlo, sino dos de sus antecesores, al igual que gran parte de sus fuerzas vivas, como las universidades, el mundo financiero, el empresariado, científicos, artistas, escritores, deportistas y grandes medios de comunicación sustentaron la permanencia. Y tuvieron el respaldo de los gobernantes y la opinión pública de casi toda Europa y de Estados Unidos.
Tiene que ser muy grande la incertidumbre y el desconcierto económico social para que la mayoría de los habitantes del RU se hayan manifestado contra la UE, desoyendo las advertencias, hasta de la mayoría de sus empleadores, sobre las consecuencias negativas que para ellos mismos puede tener el aislamiento.

Todo nos remite a la crisis del orden económico internacional, que no ha perdonado ni al estado de bienestar logrado por los europeos y norteamericanos tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial y por los retos del comunismo que obligó a moderar la voracidad del capitalismo salvaje.

El aislacionismo, la ruptura de la concertación internacional, el predominio del nacionalismo no resolverán la crisis del capitalismo, y en vez de generar conciliación y paz, agudizarán las confrontaciones, los odios, fanatismos y exclusiones que sustentan el terrorismo internacional.

Es que resulta insostenible un desorden mundial en el que 62 personas concentran la misma cantidad de riqueza que 3,600 millones, la mitad de la humanidad, y que el 1 por ciento, es decir 72 millones de personas, usufructúan tanta riqueza como el 99 por ciento, es decir 7,127 millones de seres humanos. Nos acecha una inmensa tragedia.