El regalo de Los Tres Brazos

Por Juan Bolívar Díaz
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La venta de todo un barrio de la parte oriental de Santo Domingo, en un tráfico de clara manufactura política, con unas 13 mil familias y población estimada sobre las 70 mil personas, a precio de vaca muerta, pasará a la historia dominicana como una de las mayores iniquidades, a menos que el Presidente de la República intervenga para anularla.

No fue aprobada por el Congreso ni respetó la Ley 141-97 de capitalización de las empresas públicas, ni el espíritu de decretos de los presidentes Antonio Guzmán y Leonel Fernández.

La venta del barrio Los Tres Brazos es tan despreciable como la estafa de Bahía de las Águilas que el presidente Danilo Medina logró detener, hace un par de años, porque involucra un voraz negocio con el habitáculo de decenas de miles de seres humanos, en gran proporción pobres, que merecen el amparo del Estado.

El asunto ha saltado a los medios de comunicación en las últimas semanas con las denuncias de un comité de lucha de Los Tres Brazos, respaldado por Ciudad Alternativa y el Comité para Defensa de los Derechos Barriales, que se han dirigido al presidente Danilo Medina para que impida que continúe la intimación a que son sometidas esas familias para que paguen por terrenos estatales donde se asentaron desde finales de los años setenta.

Fue una ignominia que la Corporación Dominicana de Empresas Estatales (CORDE) comercializara un millón 213 mil 861 metros cuadrados por 80 millones de pesos, a una empresa creada ad hoc. Los primeros 188 mil 659 metros de la parcela 153-A1 fueron vendidos el 25 de febrero del 2010 por 4 millones de pesos, es decir apenas a 21 pesos por metro cuadrado. El regalo era tan descomunal que apenas mes y medio después, por los mismos 4 millones de pesos, le vendieron 115 mil 148, parcela 155, y el metro cuadrado subió a 34.7 pesos. Dos meses después se produjo la mayor venta, de 910 mil 54 metros cuadrados, por 72 millones de pesos, ya entonces a 79 pesos por metro cuadrado.

Fue así que la empresa Inversiones Fernández Parache y Asociados (INFEPA) adquirió todo un barrio a precio de vaca muerta. Y no tuvo que desembolsar de inmediato todo el costo. La mayor operación, la de 72 millones de pesos, se inició con un pago de sólo 3 millones 600 mil pesos, la misma suma 90 días después, 75 días más tarde pagaría 28 millones 800 mil pesos, y 120 días más para saldar con 36 millones de pesos, según reza el contrato. Los propietarios crearon la comercializadora Titulatec, que es la que ahora presiona a los habitantes de Los Tres Brazos a pagar por los terrenos a precios por encima de sus posibilidades, que arrojarían beneficios estimados entre 2 y 3 mil millones de pesos.

Como era de esperarse, tanta generosidad no era inocente, pues el principal ejecutivo de la comercializadora, José de Pool Dominici, es gerente financiero del Ministerio de Relaciones Exteriores, cuyo titular Miguel Vargas Maldonado, es el presidente del Partido Revolucionario Dominicano, quien lo había llevado al mismo cargo cuando fue ministro de Obras Públicas en el gobierno de Hipólito Mejía. Por cierto que Vargas tiene un récord impresionante en negocios hipotecarios con el Estado, que han involucrado cuestionadas operaciones como la del hotel Hispaniola, la del edificio de Aduanas, una parcela excluida de un área protegida en Samaná y un financiamiento estatal de 15 millones de dólares, saldado mediante permuta de otra propiedad.

No se puede explicar que CORDE, bajo gestión del dirigente político Leoncio Almánzar, vendiera un barrio entero, urbanizado, con calles, sistemas eléctrico y de acueducto, escuela y centro de salud, por 80 millones de pesos, suma ínfima para el salto social que representaba incorporar a 13 mil familias a un plan de titulación del Estado. Pudieron haber ofertado los solares a los mismos ocupantes. Al promedio vendido, de 66 pesos por metro cuadrado, la mayoría hubiese podido comprar por cinco o seis mil pesos.

Ante el escándalo, se impone que el gobierno tome cartas en el asunto y en tanto ningún morador debe pagar para ver si es posible desalojar a miles de familias.

Alguien debería dar explicaciones

Por Juan Bolívar Díaz
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De inmediato me saltó a la cabeza la inquietud por saber qué pasó con los aviones Súper Tucano que compramos en el 2010, objetos de un escándalo internacional de soborno confesado por los vendedores y de sobreprecio sospechado y denunciado persistentemente. Se sabe que una de esas naves sufrió graves daños irreversibles el año pasado al salirse de la pista de aterrizaje de la base aérea de San Isidro. Pero como eran ocho, todavía deberían quedarnos los otros siete.

Dadas las circunstancias escandalosas envueltas en la compra de los 8 Súper Tucano, las autoridades debieron explicar de inmediato la justificación de la compra de otro avión para la misma tarea, apenas 6 años después que invirtiéramos para eso 93 millones 697,887 dólares, y de que se hubiese dicho muchas veces que con eso se logró reducir en gran medida las operaciones aéreas de narcotráfico sobre el territorio nacional.

Resulta difícil entender qué puede hacerse en materia de patrullaje aéreo con un avión de 975 mil dólares, que no pudiera hacerse con siete que costaron 11 millones 712,235 dólares por unidad. Más aún si tomamos en cuenta que el nuevo avión, Tecnam P2006T, solo costaba 443,900 dólares, en 2011, meses después de la adquisición de los Tucano, según el catálogo de venta del fabricante, consultado por el periódico digital Acento. Y es notable que su precio subiera más de un cien por ciento en solo cinco años.

Una hipótesis es que el nuevo avión vuela bajito y es eficiente para detectar naves marítimas. Pero se cae ante las preguntas de qué se puede hacer con uno solo, si lo volarán las 24 horas, y si no tiene más sentido atenernos a la multiplicidad de aviones de que dispone Estados Unidos para el patrullaje de los mares circundantes. Y cabe entonces otra interrogante, ¿cuál es la prioridad de esa inversión en un país con tantos hospitales carentes de equipos elementales como tomógrafos o rayos equis?

Aunque ese no fuera el propósito, uno de los efectos de esta nueva compra ha sido resaltar la barbaridad histórica de haber invertido aquellos 93 millones de dólares, de haber pagado hace 6 años 12 veces más por avión Súper Tucano, en relación al Tecnam de ahora. Pero 26 veces más si se calcula en base al costo de este último en 2011.

Aunque la transparencia, la rendición de cuentas y las respuestas a las interrogantes de la prensa son cada vez más escasas en el país, alguien del Gobierno debería dar explicaciones y justificaciones de esta compra. Mientras tanto, parece que ha sido inoportuna y hasta ofensiva, cuando la sociedad espera que se esclarezcan y sancionen las responsabilidades por lo menos de la recepción de 3.5 millones de dólares a un “alto oficial dominicano” para que el Congreso Nacional aprobara la compra de los 9 Súper-Tucano.

El soborno fue admitido por la empresa brasileña Embraer, por lo cual ya acordó pagar una multa de 205 millones de dólares ante la justicia de Estados Unidos. Aquí no se ha podido llegar a los legisladores sobornados. Mucho más difícil será que podamos disipar la duda de cuánto fue la sobrevaluación y a quién benefició. Porque eso no se dilucidó en la justicia, que no sanciona el que alguien quiera pagar demás por cualquier producto.

Pero es lógico pensar que si hubo corrupción en la aprobación, mayor debió ser en la negociación. En el 2006 Colombia compró Súper-Tucano a 2.5 millones de dólares menos. Y por cierto, nadie desmintió la reiterada información de que en Estados Unidos nos ofrecían diez aviones patrulleros por solo 25 millones de dólares.

En 16 años de Gobierno el PLD ha resuelto poco

Por Juan Bolívar Díaz
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Al cumplir 16 años de Gobierno, con un interregno de 4, la gestión del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha tenido como mayor mérito la estabilidad y el crecimiento económico, basado en enorme endeudamiento, mal redistribuido y con gran corrupción, pero arroja un apreciable legado en infraestructuras viales, hospitalarias y escolares.

Sin embargo, no ha tenido éxito en reducir significativamente la pobreza, mejorar la calidad de la educación, de la salud o del transporte y seguridad vial, con fracaso en los servicios de electricidad, agua potable y seguridad ciudadana, mientras concentra el poder y debilita la institucionalidad democrática.

Grandes logros del PLD. El PLD ha gobernado el país en cuatro quintas partes de las dos décadas desde el final del Gobierno de Joaquín Balaguer en 1996, excepto el cuatrienio 2000-04, y su mayor éxito, reconocido por todos, ha sido la estabilidad económica, con crecimiento promedio de 6 por ciento del PIB, superior al regional.
Fue austero y mejoró la administración y la institucionalidad democrática en su primer período cuando no tenía mayoría congresual ni controlaba la justicia, pero involucionó esos logros desde el 2004.

Al cumplir 16 años de Gobierno el próximo 16 de agosto, incluyendo los últimos 12, a los peledeístas se les acredita un gran mejoramiento de la red de carreteras, elevados y túneles viales, con visible mejoramiento urbanístico, y muy especialmente la construcción y mejoramiento de unas 25 mil aulas, mérito de la lucha social y del presidente Danilo Medina, ya que su antecesor, Leonel Fernández, se negó sistemáticamente a cumplir la Ley de Educación de 1997 que dispone el 4 por ciento del PIB para el sector.

Hay avances en la inversión estatal en viviendas, con proyectos modelos como el de los 1,800 apartamentos de La Nueva Barquita y 560 de Boca de Cachón, en Jimaní, y en múltiples pequeños proyectos en toda la geografía nacional, pero muy lejos de cubrir el creciente déficit estimado entre 25 y 30 mil por año, cuando el Censo del 2010-12 lo estimó en un millón de viviendas, 45 por ciento por construir y la mayoría para mejorar. En el último cuatrienio se incentiva la construcción privada, como el proyecto de Ciudad Juan Bosch a punto de concluir las primeras mil, de 25 mil viviendas proyectadas, que se suman a cientos de torres de apartamentos en Santo Domingo y Santiago para sectores de altos ingresos, como efecto del crecimiento económico.

Mérito económico relativizado. El mérito del crecimiento y la estabilidad económica es relativo, pues ha descansado en enormes déficits fiscales que el experto José Rijo ha computado: 427 mil millones de pesos entre 2004 y 2012, y 372 mil en el período 2013-16, incluyendo 112 mil que proyecta para este año. Eso implica un total de 799 mil millones de pesos, en 12 años, 17 mil 755 millones de dólares, a una tasa de 45 pesos.

Los déficits de la gestión peledeísta han determinado un endeudamiento estatal consolidado que ya pasa de los 36 mil millones de dólares, 24 mil del Gobierno central, y que ha despertado la alerta del empresariado, sus centros analísticos como el CREES, y reiteradas advertencias de insostenibilidad por parte del Fondo Monetario Internacional, que en marzo la estimó en 48.5 por ciento del PIB, proyectándola al 49.5 para fin de este año.

El desmesurado incremento del gasto corriente, con la duplicación de la nómina pública en los últimos 12 años, la escasa austeridad y altos niveles de dispendio y corrupción, han sido relacionados con los déficits. José Rijo documenta que el gasto en 2016, que los subsidios pasaron de 52 mil a 156 mil millones de pesos, y los intereses de la deuda de 17 mil a 103 mil millones de pesos, todo en el mismo período.

Se acusa escasa inversión en promover la producción, la productividad y la competitividad, con estancamiento de las exportaciones y pérdidas en el intercambio con Estados Unidos y los países centroamericanos. El turismo y las remesas mantienen en pie la economía nacional.

Los servicios fundamentales. Se acredita al último Gobierno del PLD receptividad ante la demanda nacional de mayor inversión en educación, en principio demasiado concentrada en la construcción de aulas, pero solventando su grave déficit, y extendiendo la tanda educativa con alimentación a los estudiantes. Tomará su tiempo transformar la formación de los maestros y los currículos que empujan la calidad de una educación que se deterioró durante décadas.

La salud pública es otro grave déficit de los gobiernos peledeístas y ahí tampoco ha faltado inversión, igual en infraestructura física, con la exageración de haber emprendido al mismo tiempo la remodelación de unos 56 hospitales, sin suficientes recursos, por lo que la mayoría sigue en proceso, con precariedad de servicios y pérdidas de inversión después de hasta 6 y 7 años de iniciadas.

Las tasas de muertes maternas e infantiles, epidemias como el dengue, los alarmantes niveles de embarazos de adolescentes, y la baja proporción de inversión en salubridad dejan el país en los últimos escalones en las mediciones continentales.

El agua potable sigue sin llegar en tubería a la mitad de las viviendas, y una parte de los afortunados, no la reciben permanentemente. Mientras se ha permitido el deterioro de las cuencas de los ríos para subsidiar la industria pública y privada de la construcción.

La seguridad ciudadana sigue en picada, con dificultades para reformar a fondo los organismos de seguridad y las políticas preventivas de la delincuencia, y aunque la tasa de homicidios ha disminuido en los últimos años, la criminalidad general aumenta y la población demanda una mayor inversión y eficiencia para contenerla.

Grave des-institucionalización. Entre los peores resultados de la gestión peledeísta está el debilitamiento progresivo de la institucionalidad democrática, utilizando su control del Congreso, y con dos reformas constitucionales han afianzado un control total e instrumentalización de todos los organismos de la justicia, la Cámara de Cuentas y la Junta Central Electoral.

La justicia, que en su primer período registró gran mejoría, ha sido partidarizada e inhabilitada para perseguir la corrupción, y el nuevo Tribunal Superior Electoral y la Junta Central Electoral utilizados para desarticulizar el sistema partidario, junto con el abuso de los recursos del poder, violentando o ignorando la propia Constitución y múltiples leyes, como las de control presupuestario, la de función pública, la de recapitalización del Banco Central, la de salarios públicos y las de transparencia. Y con repartos del Estado ha comprado lealtad o silencio en sectores empresariales, sindicales, sociales y comunicativos.

La posición que ocupa el país en las evaluaciones internacionales, como las de Transparencia Internacional y el Indice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, justifican los recientes llamados del liderazgo empresarial y social para luchar por el rescate de la institucionalidad democrática.

Muestras de desorden institucional

Por Juan Bolívar Díaz
07_08_2016 HOY_DOMINGO_070816_ Opinión9 A

Resultan tan abrumadoras las demostraciones cotidianas del desorden institucional en la mayoría de los estamentos del Estado que hay razones para encomendarnos a la Virgen de la Altagracia y sus once mil colegas con la esperanza de que ocurra algún fenómeno que produzca una catarsis colectiva y esta sociedad se vea obligada a rectificar el derrumbadero por el que deambula.

Es muy difícil que pase un día sin que se conozca un indicio del abuso, reparto y apropiación del patrimonio público, de la inoperancia de los órganos estatales, la impunidad y el cinismo con que se maneja la cosa pública, desde las más altas instancias del Estado hasta los más pequeños distritos municipales, mientras la Cámara de Cuentas sigue reclamando la declaración jurada de bienes de más de 2 mil funcionarios.

El 18 de julio, HOY revela que los ocho consejos de administración del subdividido sector eléctrico estatal cuestan al año 125 millones de pesos. El día 28 informa que durante el 2015 el Gobierno dejó de transferir al Banco Central 39,444 millones de pesos, en violación de la Ley de Recapitalización 167-07.

El viernes 5, Diario Libre informó que un mes antes de las elecciones la Cámara de Diputados abrió una licitación para la adquisición de 120 mil mosquiteros y 20 mil canastillas para bebés, por más de 29 millones de pesos. Se sabía que los diputados tienen un cofrecito mensual de “promoción social” y que además reciben asignaciones para repartos navideños, del Día de las Madres, inicio del año escolar y para las habichuelas con dulce de la Semana Santa, pero no que reparten mosquiteros y canastillas. Dos semanas antes, al despedirse de la presidencia de esa cámara, Abel Martínez reveló que deja un excedente de 986.9 millones pesos, 753,5 millones en certificados financieros, especulando en Hacienda o el Banco Central, como cualquier empresa o persona.

Resalta la abundancia de los diputados, cuando el Gobierno central programó para este año un déficit de 76 mil millones de pesos, que ya se proyecta alrededor de 120 mil millones, mientras los jueces y funcionarios de la justicia se manifiestan públicamente demandando los recursos que asigna la ley al Poder Judicial, cuando en muchos hospitales públicos no hay recursos ni para comprar gasa, ni en INAPA para reparar la mitad de sus plantas de tratamiento de aguas fuera de operación.

Durante las últimas semanas se ha evidenciado un festival de incrementos de salarios, pensiones y liquidaciones en los ayuntamientos y el viernes el Concejo de Regidores del Distrito Nacional conocería una contratación de publicidad, a 11 días de una nueva administración.

Esta semana abundaron las exhortaciones para que alcaldes y regidores no lleven armas de fuego a la instalación de las nuevas autoridades municipales el 16 de agosto, temiéndose violencia en la elección de los directivos de los Concejos de Regidores. Eso, porque los principales partidos de oposición han desestimado la vieja práctica de elegir a quien el alcalde propusiera para presidente municipal, planteando que debe imperar la mayoría.

El jueves El Nacional dio cuenta de que en los organismos estatales están despidiendo a miles de los activistas políticos empleados en la campaña electoral, y que el líder de la principal central de trabajadores pidió que dejaran de aplicar una circular administrativa que disponía el cese, en vez de reclamar suministro a los hospitales.

El gasto en nominillas se elevó de 10.9 mil millones de pesos en enero a más de 12 mil millones en febrero, marzo y abril, y se mantuvo sobre 11.6 mil millones de pesos entre mayo y julio.

Se asume tan normal el abuso de lo público que el viernes un reportaje de Diario Libre indicó que “El PRM manejará cuota de más de 6 mil millones (de pesos por año) a partir del 16 de agosto”, pero equiparando los presupuestos de los municipios que controlaría, con la asignación propia del subsidio a los partidos. Resaltaba el “poder político” que eso representa, aunque sea apenas el 1 por ciento del Presupuesto Nacional.

Todo esto es solo un muestrario del mayúsculo desorden en un país de tantas precariedades de energía, agua potable, salubridad, transporte, empleo, salarios, pensiones y seguridad ciudadana.

Legislando para beneficio propio

Por Juan Bolívar Díaz
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Aunque esta vez no hay cambio en el presidencia y la vicepresidencia de la República, ni en más del 80 por ciento de los integrantes del Senado ni de dos tercios de la Cámara de Diputados, una vez más el período de “transición” se está convirtiendo en tiempo de repartos impúdicos a la vista impotente de toda la sociedad.

En los mayores municipios, como el Distrito Nacional y Santiago, los regidores y alcaldes tratan de atribuirse pensiones improcedentes o se elevan sus sueldos, y en el Congreso Nacional se adelantan legislaciones para beneficio propio de los legisladores, sin que ningún poder pueda alcanzar a establecerles límites, ya que desde hace algún tiempo se ha extendido hasta la iniquidad el concepto de autonomía estatal.

Los mismos legisladores que crearon el Sistema Dominicano de la Seguridad Social, que instituye un seguro de salud y un sistema de pensiones, definido como universal para los empleados públicos y privados, legislaron en su propio beneficio, creando, por separado un Instituto de Previsión Social del Congresista Dominicano, con niveles privilegiados de beneficios.

En este período de transición, el Senado y ahora acaba de refrendarlo la Cámara de Diputados, ha ampliado los beneficios de su plan de pensiones, pero también están creando el Instituto de Desarrollo Parlamentario y Capacitación Legislativa. Para colmo, diputados que pasan a ser alcaldes, apresuran una modificación de la Ley 176-06 sobre Municipios y el Distrito Nacional, en búsqueda de un mayor margen de autonomía administrativa.

Bajo el paragua de que aumentan del 10 al 12 por ciento, es decir en un 20 por ciento, los aportes al plan de pensiones de los pocos nuevos senadores y diputados a partir del próximo período constitucional, se incrementa en 67 por ciento el aporte para pensiones que han de extraer del presupuesto del Poder Legislativo, que pasaría del 6 al 10 por ciento del total. Eso no tiene otro nombre que legislar para beneficio propio.

Como si nada, los diputados aprobaron esta semana y a toda velocidad, en dos lecturas consecutivas, un proyecto de creación del Instituto de Derecho Parlamentario y Capacitación Legislativa. Puede parecer un buen propósito promover la formación de los legisladores, pero es otro privilegio a ser financiado con los dineros públicos. El Instituto impartiría diplomados y maestrías en técnicas legislativas y derecho parlamentario, con pretensión de reconocimiento como entidad de educación superior. Por supuesto con financiamiento estatal privilegiado, al margen de la Universidad del Estado y de tres docenas de academias privadas.

El otro desaguisado legislativo es la modificación de la Ley 176-07 sobre Municipios y el Distrito Nacional, para beneficio de varios diputados que pasarán el 16 de agosto a ejercer como alcaldes, relevantemente el actual presidente de la Cámara Abel Martínez, quien se juramentará como alcalde de Santiago.

Se pretende reducir el papel de las salas capitulares, en beneficio de los alcaldes, y modificar la distribución de los ingresos de los municipios, que según el artículo 21 de la Ley 176-07, sólo se puede puede erogar hasta el 25 por ciento en gastos de personal, y 31 por ciento para actividades y servicios municipales, reservando 40 por ciento para obras de infraestructura y adquisición de muebles, y el 4 por ciento restante para programas educativos, de género y de salud. También se pretende otorgar discrecionalidad al cumplimiento de la Ley de Libre Acceso a la Información Pública.

Vale recordar que la Ley 176-07 fue fruto de una larga década de concertaciones y asesorías nacionales e internacionales, y ahora se pretende una modificación al vapor. Por suerte a la actual legislatura sólo le quedan seis días hábiles, pues concluye el lunes 25.
Una vez más resalta la miseria de institucionalidad democrática que se gasta este país, con seres privilegiados que legislan para su propio beneficio, que se apropian de recursos estatales para “planes de asistencia social”, pero que no cumplen su función de fiscalizar y se pasan años y hasta décadas acariciando proyectos fundamentales como la ley del Régimen Electoral, la de Partidos, o el proyecto de ley de tránsito, transporte y seguridad vial.

Un Voto por la Esperanza

Por Juan Bolívar Díaz
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Me cuento entre los que suscribieron el manifiesto “Un voto por la Esperanza” pretendiendo incentivar a la ciudadanía a que, aunque caigan aguaceros y lluvias de papeletas en este domingo 15, concurra a las urnas con un sufragio “útil, consciente y comprometido para favorecer las candidaturas que rompan el monopolio del poder y/o puedan encarnar los cambios que esta sociedad necesita, las que representan la tradición de lucha por la democracia, la libertad y la igualdad de oportunidades y el respeto a la diversidad de creencias y opciones de vida individual”.

Sabemos que es muy difícil tocar la conciencia de las masas, en gran parte víctimas de la ignorancia y la manipulación que les mantiene domesticadas con las dádivas clientelistas y la compra de conciencias. Pero podemos apelar a esa mayoría de la ciudadanía que sueña con una sociedad mejor organizada, donde se respete la dignidad de las personas y en la que la Constitución y las leyes no sean simples sugerencias.

Estas elecciones representan un fuerte desafío a la conciencia de mujeres y hombres libres que rechazan las groseras manipulaciones y saturaciones propagandísticas con que se nos ha bombardeado durante meses, en un derroche de recursos que ofende la pobreza de las mayorías, sobre todo porque en gran proporción son extracciones de las escasas rentas nacionales y provienen del lavado de dinero ilegítimo.

Un voto consciente y comprometido es el que se otorga a quienes se lo han ganado por la calidad de sus propuestas para corregir los graves diseños de la sociedad dominicana, como la perversa distribución de la riqueza que mantiene la pobreza, la precariedad de los servicios básicos, la exclusión y la desigualdad. Y a quienes proponen enfrentar los graves índices de corrupción, descomposición social y descarada impunidad, generadores de la delincuencia y la inseguridad ciudadana.

Esta consulta popular representa un retroceso en múltiples aspectos. Primero porque después de 22 años de una reforma política, volvemos a elegir al por mayor nuestros representantes congresuales y autoridades municipales conjuntamente con el presidente y vicepresidente, lo que en vez de incitar a la selección, estimula el arrastre, con escasa distinción de los méritos individuales y de las propuestas programáticas.

En segundo lugar, porque después que al final del siglo pasado y en la primera década del presente los partidos dieron pasos hacia la democratización en la selección de candidatos, han vuelto a los peores períodos de la mera distribución en las cúpulas, en muchos casos con una repostulación total que confunde a los meritorios con los traficantes.

Hemos sido testigos de un transfuguismo sin precedente, sin mayor base que la ley de la oferta y la demanda, y casi siempre a costa de los recursos del Estado.

La extensión de las campañas y el gasto desorbitado de recursos de origen ilegítimo han encarecido enormemente el costo de la adolescente democracia dominicana, lo que a su vez saca de competencia a muchos ciudadanos y ciudadanas honorables que no tienen recursos para competir en condiciones de extrema desigualdad.

Que nadie se deje vencer por el pesimismo, la resignación o por la frustración frente al más atrasado sistema político del continente, que lleva dos décadas discutiendo una ley de partidos que imponga normas democráticas, y que durante seis años se ha negado a conciliar la Ley Electoral con el ordenamiento derivado de una nueva Constitución. La abstención o la indiferencia son la peor inversión. Hay que votar y hacerlo por los que siquiera dejen margen a los sueños, aferrados a las utopías que, como han dicho los poetas, aunque parezca que se alejan, nos incitan a seguir caminando.

Hace cuatro años escribíamos “sueños de un domingo de mayo”, cuya conclusión sigue con igual vigencia: “Tengo muchos otros sueños que algún día se realizarán, pero no caben en esta cama en el amanecer de este 20 de mayo. Como dijo el recién fallecido cantor José A. Labordeta: También será posible que esa hermosa mañana/ni tú ni yo ni el otro la lleguemos a ver/pero habrá que empujarla para que pueda ser”.

Límite a las diatribas e infamias

Por Juan Bolívar Díaz
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Nunca he ocupado los espacios periodísticos en que intervengo para enjuiciar el trabajo individual de los demás comunicadores, por respeto a la diversidad y entendiendo que no me pagan para eso, y he rehuido responder los frecuentes ataques e infamias de otros convertidos en sicarios de la palabra. Pero como todo tiene su límite, esta vez quiero poner en su lugar algunas de las infamias lanzadas esta semana por mi testimonio sobre el asesinato del inolvidable periodista Gregorio García Castro (Goyito), hace 43 años.

No sé de dónde sacó el comentarista Alvaro Arvelo que en ese trabajo, titulado “A Goyito García Castro lo matan por combatir crímenes políticos”, se insinuaba que el periodista César Medina fue quien realizó la llamada telefónica que condujo al Jefe de Redacción de Última Hora hacia su carro, para ser asesinado. Dije que al despedirme de Goyito a las 8 de la infausta noche del 28 de marzo de 1973, lo dejé con Medina en la redacción, pero precisé que a las 8.30 ya aquel había quedado solo y que tras recibir una llamada no cerró la puerta como hacía el último en salir. Consigné que “he vivido hilvanando hipótesis sobre el gancho que movió a un periodista tan astuto”, lo que quiere decir que hasta ahora no lo sé.

Nunca he dicho ni he pensado que César Medina fuera el autor de la llamada telefónica, porque no apelo a la infamia, porque no lo he creído capaz de una acción tan horrenda, y porque siempre supe que Goyito fue víctima del sector militar-policial que adversaba al general Neit Nivar Seijas, con el que ambos mantenían vínculos.

Deploro y rechazo enérgicamente las diatribas que durante varios días me ha dirigido el periodista embajador Medina en su columna diaria del Listín Diario. Pero sobre todo por poner en boca de Goyito palabras infames que nunca pronunció, abusando del forzado silencio de ese mártir del periodismo.

No salí despedido de Última Hora ni de los dos diarios que luego dirigí, como inventa el columnista. Me fui del vespertino en mayo de 1974, días antes de la farsa electoral reeleccionista por la censura que impuso a mis trabajos personalmente el presidente de la editora, Moisés Pellerano. Hasta ahora nunca me han botado de un empleo en 55 años de trabajo, los últimos 29 como ejecutivo periodístico de Teleantillas.

Virgilio Alcántara dirigió Última Hora con absoluta profesionalidad, en armonía con Goyito y con todos los que integramos la redacción, todos afortunadamente vivos. Ambos integraron a Aníbal de Castro, Guarionex Rosa y a mí, a iniciativas propias de sus responsabilidades. Nos dieron confianza para planificar, investigar y ejecutar, y entre nosotros no hubo la menor fisura. No teníamos unanimidad de criterios, a lo que ninguno aspirábamos, pero sí pleno respeto profesional y una gran fraternidad.

Cuando asesinan a Goyito estuve entre los que dedicamos tiempo a investigar. Me tocó el triste encargo de pronunciar el panegírico en su funeral. Del 29 de marzo al 13 de abril el espacio de su columna “En un Tris” apareció vacío en Última Hora. Virgilio me encargó escribir su despedida el día 14.

En Última Hora nunca tuve problema alguno con César Medina, el reportero policial, y más de una vez, Goyito me encargó corregir algunos de sus trabajos. Ya entonces en torno al vespertino yo tenía un taller donde concurrieron varios incipientes periodistas que luego descollarían. Y recorría el país, a nombre del Sindicato de Periodistas Profesionales, junto al padre Villaverde, Núñez Grassals, Quiterio Cedeño, Luis Minier y Alvarez Vega, elevando la formación profesional de los corresponsales.

Donde sí tuve problemas con Medina fue en Teleantillas, a poco de haber yo asumido su dirección de prensa en 1987. Me llegó trasladado desde HOY y le encargué la jefatura de Información. No pudo ajustarse al equipo y algunas semanas más tarde me desafió a pelear. Como yo nunca resuelvo las diferencias a golpes, ese mismo día quedó despedido. Entiendo que se enemistara conmigo, pero no que a casi tres décadas persista en fabular e inventar infamias, contando siempre con mi renuencia a discutir mezquindades.

Más equidad y transparencia

Por Juan Bolívar Díaz
03_04_2016 HOY_DOMINGO_030416_ Opinión9 A

Si el Gobierno y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) están tan convencidos de que obtendrán hasta más del 60 por ciento de los votos en los comicios del mes próximo, como pregonan, y de frente a siete candidaturas de oposición, no deberían economizarse ni el menor esfuerzo por revestir de mayor equidad y total transparencia todo el proceso para, como dijo esta semana el ministro Administrativo de la presidencia, José Ramón Peralta, evitar dar justificación a las objeciones.

Por igual, el presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Roberto Rosario, debería dejar de ver conspiraciones en las legítimas preocupaciones que han expresado instituciones sociales y contados periodistas sobre la procedencia de auditorías técnicas tanto al padrón electoral como a los equipos que sostendrán el novísimo sistema de escaneo automático de los votos. Aunque sea también para no dar justificación a posibles objeciones. Con más razón si las hubiese anunciado antes de que se lo plantearan. Tampoco debería ofenderse con la sugerencia de hacer también un conteo manual de los votos en el 3 por ciento de los colegios para que no queden dudas de que el resultado ha sido igual al electrónico.

El Gobierno ha dado algunos pasos acogiendo varias de las objeciones al abuso de los recursos estatales en la campaña electoral, como instruir para evitar el uso de vehículos oficiales en el proselitismo, y el más significativo de suspender la desproporcionada publicidad política gubernamental, que es una forma indirecta de promover la reelección.

Por cierto que esas iniciativas las tomó después de las denuncias de instituciones sociales, como en el caso de Participación Ciudadana, que documentó un incremento sobre el cien por ciento de la publicidad gubernamental en el primer bimestre del año, incluyendo el 300 por ciento en el gasto publicitario de la propia Presidencia de la República. Ya antes había denunciado que el año pasado el gobierno se constituyó en el mayor anunciante del país, por encima de todo género de actividades comerciales, tras incrementar en 37 por ciento el gasto publicitario en relación al 2014.

Si el Gobierno gastó entre enero y febrero 1,113 millones de pesos en publicidad y propaganda, la JCE no debió esperar que la denunciara uno de esos grupos sociales que Roberto Rosario considera impertinentes y creadores de ruido, sino que le correspondía dictaminar que la publicidad oficial se limitara a la promoción de servicios o campañas educativas, que es lo que debería proceder todo el tiempo y no gastar el dinero público en auto-promoción política.

En cambio la Junta de Roberto, donde casi todas las decisiones se adoptan sin unanimidad, en tres a dos, y se rechazan todas las iniciativas de los dos, que son José Angel Aquino y Eddy Olivares Ortega, tomó la “heroica” decisión de suspender los barrilitos y cofrecitos de los legisladores hasta que pasen las elecciones. Los diputados y senadores actuales, la mayoría con diez años recibiendo hasta un millón de pesos mensuales para “asistencia social”, podrán tomar prestado el monto de estos dos meses para pagarlos cuando se les entregue después de los comicios. ¡Tremenda forma de promover la equidad!

Tampoco se entiende por qué Roberto Rosario no ha explicado a qué se debió que el crecimiento del padrón electoral para estas elecciones se redujera tan drásticamente, al 4 por ciento, cuando en los tres cuatrienios anteriores aumentó 12, 16 y hasta 17 por ciento. Y sobre todo por qué los nuevos electores en el 2016 suman solo 351 mil 44 cuando un informe oficial de la Junta Central Electoral de abril del 2015 ya los cuantificaba en 662 mil 313. Aclarar esas inconsistencias debería ser preferible a quejarse de ruidos y conspiraciones. Y solicitarlo e un acto de absoluta legitimidad y hasta deber ciudadano. Al menos en la democracia.

En cuanto al gobierno todavía debería dar otros pasos en aras de la equidad, como evitar que una gran proporción de los funcionarios se lancen cada tarde en caravanas, entorpeciendo gravemente la circulación en las vías públicas, así como las actividades normales y aumentando el consumo de combustibles.

No deberían aspirar a más del 60 por ciento de los voto y evitar justificar los temores de que el peledeísmo quiere el cien por ciento de los puestos electivos y del poder político.

La respuesta está silbando en el viento

Por Juan Bolívar Díaz
06_03_2016 HOY_DOMINGO_060316_ Opinión9 A

Gran parte de los que ya teníamos plena conciencia en la mitad de los gloriosos años sesenta, adoptamos para siempre la canción Blowing in the Wind que universalizó el genio creativo e interpretativo de Bob Dylan:

“Cuántos caminos debe recorrer un hombre/antes de que le llames hombre/Cuántos mares debe surcar una paloma blanca/antes de dormir en la arena/Cuántas veces deben volar las balas de cañón/antes de ser prohibidas para siempre/ La respuesta, amigo mío, está silbando en el viento.

“Cuántos años puede existir una montaña/antes de que sea arrasada por el mar/ Cuántos años pueden vivir algunos/antes de que se les permita ser libres/ Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza/y fingir que simplemente no ha visto/ La respuesta, amigo mío, está silbando en el viento.

“Cuántas veces debe un hombre levantar la vista/ antes de poder ver el cielo/Cuántas orejas debe tener un hombre/antes de poder oír a la gente llorar/ Cuántas muertes serán necesarias/antes de que él se dé cuenta/de que ha muerto demasiada gente/ La respuesta, amigo mío, está silbando en el viento. Está silbando en el viento”.

Este himno vino a la memoria al leerse en estos días los reportajes de HOY sobre la depredación que estamos realizando, a la vista de todos, en las montañas de Constanza, la llamada madre de los ríos en el país, que no dejan de ser una repetición de los que hemos publicado desde antes de la canción de Dylan, sin que hayamos podido mover la voluntad de los políticos y gobernantes a quienes se encargó una y otra vez la protección de la naturaleza potestad, ni conmover la conciencia de los depredadores.

Cuántas veces más tendremos que entonar la misma canción sobre este y muchos otros escenarios que la naturaleza levantó durante milenios y que estamos arrasando para siempre en desmedro de la vida. Y cuántos años más pasarán antes de que el daño sea definitivamente irreversible. La respuesta está silbando en el viento.

Qué más podremos hacer para que nuestros gobernantes, políticos y empresarios asimilen el grito de que no podemos seguir levantando edificios a costa del lecho de los ríos, socavados durante décadas en aras de reducir el costo de la construcción que se elevaría un poco si explotáramos las canteras de piedras hace tiempo predeterminadas. Cuánto más tendremos que agudizar el grito para que los privilegiados entiendan que nos estamos liquidando las fuentes del agua.

Cuántas muertes más tendremos que pagar antes de que cese el tráfico de influencias, el soborno y la extorsión por los que seguimos autorizando la instalación de bombas de combustibles, con equipos obsoletos y descartados por la civilización, en medio de urbanizaciones de pobres, y en violación a las más elementales previsiones de seguridad hace tiempo señaladas. La respuesta está silbando en el viento.

Qué más tendremos que hacer para que nos sacudamos y entendamos que urge poner un límite a la corrupción pública y privada, que corroe nuestras instituciones, reproduciendo la delincuencia y la inseguridad, y genera que esta sociedad se esté retrotrayendo al primitivismo y a la barbarie del ojo por ojo y diente por diente.

Y cuánto llanto más tendremos que derramar para que esta sociedad entienda que las leyes, las normas y los pactos que aprobamos no son simples sugerencias, sino el armazón y fundamento de la convivencia civilizada.

Las respuestas, amigos míos, están silbando en el viento y hay que percibirlas antes de que nos quedemos sordos. Están silbando en el viento.

Quemados por la corrupción

 Por Juan Bolívar Díaz

07_02_2016 HOY_DOMINGO_070216_ Opinión9 A

Aunque los gobernantes insistan en negarlo, por todas partes brotan las evidencias que justifican la quemazón del país en los índices de Percepción de la Corrupción que anualmente publica la muy acreditada organización Transparencia Internacional (TI), el último a finales de enero pasado.

Para vergüenza de los dominicanos, la nación apenas recibió 33 puntos sobre 100 en transparencia y combate a la corrupción, quedando en la posición 103 de 168 países evaluados, y entre los últimos diez de los 34 del continente, mejorando apenas un punto y manteniendo estancada la pésima evaluación de los años anteriores, registrada también en el Indice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial.

El Indice de TI se construye en base a las evaluaciones de múltiples organismos internacionales, incluyendo multilaterales como el Banco Mundial o publicaciones del prestigio de The Economic, además de encuestas y consultas a centenares de personas influyentes en los respectivos países.

Pero los que abrigan dudas sobre las evaluaciones internacionales, y no faltan quienes atribuyen tan bajas calificaciones a una conspiración, solo tienen que verificar los resultados de las encuestas nacionales más acreditadas sobre la percepción de la ciudadanía sobre la falta de transparencia y la corrupción predominantes.

La Gallup-HOY publicada esta semana ratifica que la corrupción sigue siendo un cáncer que debilita progresivamente el cuerpo social de la nación, sustrayendo una proporción considerable de los recursos que deberíamos invertir para paliar la pobreza que sufre alrededor del 40 por ciento de la población. Con la agravante de una progresiva corrosión de las instituciones gubernamentales, incluyendo la justicia, el Poder Legislativo y el municipal.

Los resultados de esa encuesta son perturbadores: El 45.7 por ciento considera que ahora hay más corrupción que antes, y otro 34.4 cree que igual, para totalizar un 80 por ciento, mientras solo el 19.2 cree que ahora es menor. Un ínfimo 0.4 por ciento no percibe corrupción. Es relevante que hasta un 32 por ciento de los que dicen simpatizar por el partido de Gobierno aprecian que hay más corrupción que antes.

Estremecedor que el 62.7 por ciento de los jóvenes considere que aumenta con el paso del tiempo.

Esas apreciaciones constituyen un total fracaso de las actuales autoridades y en especial del presidente Danilo Medina que en la pasada campaña electoral firmó, como otros candidatos, el Protocolo por la Transparencia e Institucionalidad presentado por el movimiento cívico Participación Ciudadana, cuyas evaluaciones del mismo también lo quema. Es penoso porque este Gobierno inició estableciendo un Código de Pautas Éticas que recogió lo fundamental del protocolo. Un decreto presidencial dispuso que fuera firmado por todos los altos funcionarios. Se ignora si alguno ha cumplido, por ejemplo, la letra b de su capítulo 6, donde se comprometían a “presentar anualmente mis informes fiscales y la constancia de mis compromisos tributarios”…

Un rotundo fracaso ha sido la reformulada Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental que jamás se ha preocupado por verificar el cumplimiento de las metas de transparencia, incluidas en el protocolo y en el Código de Ética. Ni siquiera ha podido lograr que más de 1,200 funcionarios cumplan con la obligación de formular su declaración jurada de bienes, acorde con la ley, y que ha reclamado tan persistentemente la presidenta de la Cámara de Cuentas, Licelot Marte.

La sociedad dominicana tiene que protagonizar una rebelión contra el nivel de corrupción que percibe.