Persistente fiasco del metro e ineficiencia del transporte

Por Juan Bolívar Díaz
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A siete años y medio del inicio de las operaciones del metro de Santo Domingo y a más de tres años de su segunda línea, los resultados siguen siendo un fiasco, en relación a la inversión, ya que apenas mueve el 6 por ciento de los pasajeros de la gran urbe en beneficio de unas 92 mil personas, menos del 3 por ciento de su población.

Con una inversión superior a los dos mil millones de dólares, el metro no ha impactado sobre el costoso transporte en una ciudad agobiada por el caos vehicular, mientras se espera la aprobación de un proyecto de ley de Transporte, Tránsito y Seguridad Vial que lleva más de cinco años de manoseo en comisiones de la Cámara de Diputados.

Escaso brillo del metro. El hermoso metro de Santo Domingo transportó 66 millones 236 mil 092 pasajeros durante el año 2015, con un incremento del 8 por ciento respecto al año anterior, según un informe de la Oficina Nacional de Estadística, publicado hace dos semanas, lo que implica un promedio diario de 183 mil 989, apenas el 6 por ciento del estimado de 3 millones de pasajeros por día en la gran urbe de Santo Domingo, según el diagnóstico en que se basa el proyecto de Ley de Transporte, Tránsito y Seguridad Vial que cursa en la Cámara de Diputados desde hace cinco años.

El informe de la ONE supera en más cinco millones los 60 millones 737 mil 690 pasajeros que reportó la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPREP), que administra el metro, en sus memorias del 2015. Este con la ventaja de que los desglosa en 235 mil 953 pasajes los días laborables, 165 mil 890 los sábados y 77 mil 509 los domingos, como promedio.
Aceptando la cifra mayor de la ONE, el promedio diario de los pasajeros del metro dividido entre dos, por ida y vuelta, implica que apenas 91 mil 995 personas se benefician cada día de esa inversión, 118 mil los días laborables, según los datos de la OPRET, para un 2.63 por ciento y 3.37 por ciento, respectivamente, de la población estimada del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, sobre los 3 millones 500 mil personas.
Si se proyecta a nivel nacional, sobre una población que ya supera los 10 millones, no llegan al uno por ciento quienes reciben beneficio de las dos primeras líneas del metro, presentado como símbolo de la modernidad del país, con una inversión que supera los 100 mil millones de pesos, en sus dos primeras líneas, la mayor en una solo obra.

Errática planificación. Desde que se anunció la construcción del metro a comienzos del 2005, contra la generalidad de las opiniones técnicas que recomendaban soluciones de transporte más económicas, hubo múltiples cuestionamientos a su improvisación y falta de estudios técnicos y de eficiencia económica. Los resultados indican una errática planificación, pues la primera línea se trazó en dirección norte sur, cuando la ciudad se extiende mucho más de este a oeste. En las mañana el flujo es hacia el sur y viceversa en la tarde, determinando baja ocupación de los vagones.

Aunque la segunda línea fue en la dirección correcta, no empezó ni terminó en los barrios más poblados del Este y Oeste de la urbe, quedándose entre el kilómetro 9 de la carretera Duarte y el puente de la 17. Es su extensión 2-B o tercera línea, la que llevará el metro al mayor municipio del país, el Santo Domingo Este, cuando sea finalmente abierta, aunque ya fue inaugurada en la reciente campaña electoral. Se espera que, entroncando con la línea norte sur, pueda incrementar significativamente los usuarios del metro.

Pero el bajo rendimiento de esa obra está determinado también porque 7 años después del inicio de sus operaciones, aún no se ha establecido un eficiente servicio de autobuses para alimentar las líneas del metro, y la mayor parte de los pasajeros siguen utilizando los minibuses, “carros del concho” y el “moto-concho”.

El costo del transporte. La escasa transparencia que ha rodeado la construcción del metro hace imposible establecer con certeza cuál ha sido la inversión. Oficialmente se informó que la primera línea costó 750 millones de dólares, pero en uno de los wikileaks de la embajada de Estados Unidos, fechado en el 2007, se le estimaba en 1,290 millones de dólares. Hamlet Hermann la valuó en 1,584 millones de dólares, incluyendo financiamiento. El costo oficial de la segunda línea fue de 830 millones de dólares.

Es alarmante la alta proporción de su salario que los capitalinos sin vehículo tienen que gastar para transportarse, que en los niveles medios y bajos promedia del 20 al 25 por ciento de su ingreso, aún en el caso del más alto de los salarios mínimos, sobre 12 mil pesos mensuales. Con cuatro pasajes por día el costo oscila en 100 pesos y 2 mil 500 al mes.

El riesgo es incalculable para los que utilizan el moto-concho, ya que más de dos tercios de los muertos y heridos en accidentes de tránsito son motoristas y sus pasajeros. Y el país ocupa el segundo lugar en más alta proporción de víctimas de accidentes a nivel mundial, con seis fallecidos por día en lo que va del año, y 162 por mes en el 2015.

El proyecto de ley. El proyecto de Ley de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial trata de crear una autoridad única para todo el sector, refundiendo la Dirección General de Tránsito Terrestre (DGTT) del Ministerio de Obras Públicas, instituida por la ley de Tránsito 241, de 1967, con otras seis entidades creadas por decretos en las últimas cuatro décadas, que se conocen por sus siglas: ONATRATE-OMSA, OTTT, FONDET, AMET, CART, OPREP, aparte las funciones que la Ley del Distrito Nacional y los Municipios reserva a los ayuntamientos.

Esa proliferación de organismos que se sobreponen tiene más de ocho mil empleados, sin incluir los municipales, que cada año cuesta varios miles de millones de pesos, suficientes para financiar el Instituto Nacional de Transporte y Seguridad Vial contemplado en el proyecto.

Es un código de 331 artículos, con normativas para todos los aspectos implicados, con el objetivo de modernizar y colectivizar el transporte, eliminar chatarras para mayor eficiencia y reducción de la contaminación ambiental, promover la educación vial en todos los niveles escolares, y penalizar eficientemente las violaciones a las normativas del tránsito, entre otros aspectos.

El proyecto fue aprobado por los diputados en primera lectura en diciembre pasado. y se espera que lo ratifiquen en segunda lectura la semana próxima, antes que concluya la legislatura el lunes 25, después de múltiples introducciones en los últimos 5 años. Pero ya no habría tiempo para que pueda ser sancionado por el Senado, y nadie garantiza que sea convertido en ley en la próxima legislatura que comienza el 16 de agosto.-

De vuelta a la vida

Por Juan Bolívar Díaz

Luego de una ausencia de cuatro semanas trato de volver a la vida  que casi se me escapa en el accidente que sufrimos el 22 de agosto, del cual afortunadamente mi esposa, Ada Wiscovitch, salió casi ilesa. Yo también tuve bastante suerte, considerando lo aparatoso del accidente. La yipeta que conducía bajo lluvia se deslizó sorpresivamente. Tratando de impedir lo peor dimos de dos a tres vueltas sobre la pista antes de que nos fuéramos   por una pendiente. El vehículo dio un vuelco en redondo, para quedar  sobre sus ruedas.

 Tengo que dar gracias a Dios y a la vida que me han dado una nueva oportunidad. Guardo gratitud hacia tanta gente que nos ayudaron y se solidarizaron con nosotros, que es imposible mencionarlos a todos. Al señor George Hart, el conductor que nos seguía y quien prestó apoyo a mi esposa en busca de auxilio.

  Gratitud para los agentes que nos trasladaron al Centro de salud de Piedra Blanca. Al personal médico que allí me suturó la herida que sufrí en la barbilla. Al equipo médico de Aero-Ambulancia que me dio auxilio, incluyendo la virtual puñalada para introducirme un tubo para evitarme un colapso pulmonar.

 Especial gratitud para todo el personal de Cedimat, a su director médico, el doctor Eduardo Yermenos, y los doctores José Miguel Stefan, Alejandro Báez y Ricardo Gutiérrez, y la directora administrativa, Milagros Ureña. Tuve la suerte de contar también con la asistencia de viejos amigos médicos, Bernardo Defilló, José J. Puello, Frank Valdés, y de otros generosos como Tomás  Lambertus y Carlos Guzmán.

 Agradezco al presidente Danilo Medina que se interesó de inmediato por ayudarnos. A los ministros Gustavo Montalvo y Gonzalo Castillo, al director de Amet y a todas las  personas que se apersonaron al centro de salud y luego a mi residencia, o que escribieron o llamaron por teléfono, A obispos, sacerdotes, religiosas y parroquianos que me incluyeron en sus oraciones y me comunicaron su valiosa solidaridad.

 De fundamental valor ha sido la solidaridad de compañeros y compañeras de Teleantillas y de HOY, incluyendo sus directivos, y a los que me han suplido con tanta generosidad como eficiencia. Lo mismo tengo que agradecer las atenciones de tantos colegas de otros medios.

Todavía estoy en proceso de recuperación, que parece será largo. Sufrí fracturas en la escápula y clavícula izquierda, y lesiones en dolorosas terminaciones nerviosas, lo que según algunos creyentes purifica el alma. Y como en mi juvenil militancia católica acumulé muchas indulgencias plenarias, espero tener garantizado un pase directo al paraíso.

Mientras tanto vuelvo al  oficio que llena mi vida, con su carga de angustias y frustraciones, pero también de buenaventuras, esperando ser más merecedor de la solidaridad de estas últimas semanas. Como el poeta León Felipe podría decir que no he sido suficientemente bueno, porque estoy hecho de un barro que no está bien cocido todavía. Y que marcho siempre con las riendas tensas y refrenando el vuelo, consciente de que lo que importa no es llegar solo y de prisa, sino con todos y a tiempo.

El cerco es gubernamental, no mediático

Por Juan Bolívar Díaz

En la última sesión del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el lunes 6 de octubre, se expresaron preocupaciones por el mal momento por el que atraviesa el gobierno, llegándose a considerar que es víctima de un cerco mediático y de grupos de la sociedad civil.

 Según fuentes bien informadas, uno de los distinguidos miembros del organismo,  jurista de verbo encendido, historiador y polemista, llegó a poner nombres y apellidos a  responsables del supuesto cerco. Hay que suponer que sólo con el objetivo de alertar a sus compañeros para que actúen con mayor transparencia y eviten nuevos escándalos que den municiones a los eternos francotiradores.

 Como según la versión recibida, la denuncia nos involucra, tuvimos que reflexionar sobre el asunto. Y debemos reconocer que es cierto que algunos periodistas pecamos de excesos en los cuestionamientos a los funcionarios y de idealismo en la concepción de la política y del gobierno, aunque no tanto como el profesor Juan Bosch, quien abandonó el mayor partido de la historia nacional, que él lideraba y encarnaba, porque estaba lleno de ambiciosos, para con sus más impolutos seguidores fundar el de la Liberación Dominicana.

En realidad en todas partes del mundo los periodistas que persisten en las denuncias de la corrupción y en añorar un mundo de mayor justicia, y menores exclusiones son la minoría. La mayoría se acomoda o incorporan al sistema atraídos por sus altas retribuciones.

Pero aún por encima de los beneficios que deja el poder, no solo a los oficiantes del periodismo, sino también a los dueños del negocio, muy pocos medios quieren aparecer como comparsas del poder, y auspician la crítica, la denuncia, y las propuestas alternativas. Hasta los incondicionales se auto reputan como independientes.

El problema de muchos peledeístas es que ellos siempre se creen víctimas de persecución y ven toda disensión o cuestionamiento como parte de una conspiración. Reformistas y perredeístas son capaces de admitir que sus partidos están llenos de imperfecciones, de oportunistas y hasta de  corruptos, pero los morados no, para ellos sólo sus contradictores encarnan la corrupción, el boato, la malversación  y el aprovechamiento de los recursos del pueblo que con tanta persistencia denunció Bosch.

Es lamentable que tantos dirigentes y funcionarios empeñados en servir queden opacados por el desparpajo y la vida escandalosa de otra apreciable proporción. Los comunicadores deberíamos reconocer que tenemos que ocuparnos más de los primeros, pero sin dejar de denunciar a los segundos.

Por demás, no hay tal cerco mediático al gobierno. Y si algún cerco podemos encontrar es el del gobierno a la sociedad dominicana, por su falta de transparencia y por los escándalos de corrupción y reparto que se denuncian cada semana.  En la última el nuevo director de la Autoridad Portuaria Dominicana, ingeniero Ramón Rivas,  acaba de justificar la cancelación de unos 700 partidarios de su antecesor, sosteniendo que el 86 por ciento de los recursos de la entidad se iban en sueldos, muchos innecesarios.

El cerco lo pone el gobierno cuando  se niega  a acatar el gran consenso nacional que reclama priorizar la educación, la formal de las escuelas y la que debería impulsar en campañas de educación cívica, siquiera para que aprendamos a disponer de la basura y a respetar las más elementales reglas del tránsito, incluyendo la de no cerrar calles y avenidas para recoger a los hijos de los colegios.

El último gran cerco gubernamental ha sido el incalificable abuso de haber roto la ciudad al mismo tiempo en las principales vías, como la Kennedy, 27 de Febrero, Núñez de Cáceres, Máximo Gómez, Ortega y Gasset y otras, en aras de construir  a velocidad sin precedente en el mundo líneas de Metro y elevados. Y no han dejado espacio ni siquiera para que transiten los peatones.

El resultado es un incremento del taponamiento y la pérdida de tiempo, de combustibles, de accidentes  y desgaste vehicular, estimulando la irritación, la  violencia y el fatalismo.

 

El caos vehicular llegó a su tope

Por Juan Bolívar Díaz
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Debemos orar porque sea firme el propósito anunciado esta semana por el director de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), general José Aníbal Sanz Jiminián, de emprender una campaña para enfrentar el caos del movimiento vehicular de esta ciudad de Santo Domingo, que parece estar llegando a su tope.

 Hay quienes estiman que si las autoridades dilatan en establecer límites al enorme desorden que nos afecta, será muy difícil revocar los niveles de violación de la ley y de anarquía que está alcanzando la circulación en las calles capitalinas, convertidas en una verdadera jungla donde ya ni los más osados pueden salir airosos.

 Es obvio que en las últimas semanas la vuelta de los apagones que sacan de servicio  y rompen la sincronización de los semáforos y las múltiples construcciones viales simultáneas están contribuyendo a convertir en agonía la circulación vehicular. Es incalificable que se estén construyendo múltiples  pasos a desnivel y una nueva línea del Metro al mismo tiempo afectando los dos ejes viales fundamentales que cruzan la ciudad de este a oeste y las consiguientes confluencias de norte a sur. Es obvio que la prisa está por encima de toda racionalidad y prudencia, cobrando un alto costo en combustibles, desgaste de los vehículos, accidentes, tiempo, salud y paciencia de la ciudadanía.

 Mientras todo el esfuerzo de las autoridades está encaminado a la construcción de obras como vitrina de exhibición política, la ausencia de otras medidas complementarias y cautelares está permitiendo el enorme desorden que se advierte a todas horas del día y la noche, con desprecio de las más elementales normas, como los semáforos, los carriles de circulación y el régimen de estacionamiento.

 Sanz Jiminián anunció esta semana por Uno Más Uno el inicio de un conjunto de acciones para las cuales pide el apoyo de la ciudadanía. Y de inmediato comenzó a detener a los motoristas que circulan sin cascos, sin placa ni identidad, lo que a su vez ha generado protestas y hasta desordenes por parte de los confrontados.

 Toda la opinión pública debería darle apoyo a la campaña que inicia la AMET, la que esta semana entraría en una fase más formal, de acuerdo a lo prometido. Pero ese apoyo tiene que ser condicionado a que no se limite a la batida contra los motoristas, que son el lado más flaco de la larga soga del desorden circulatorio.

 Todos sabemos que la crisis del transporte tiene múltiples facetas que deben ser enfrentadas en el orden estructural como en el normativo, en el educativo como en el coercitivo. Las grandes inversiones en construcción vial de las últimas décadas no han sido eficientes, habida cuenta de que cada vez se ha complicado más la circulación, y el transporte se ha encarecido aumentando la ineficiencia.

 Múltiples diagnósticos y recomendaciones siguen quedando engavetados y la improvisación marca la pauta de las autoridades ante los ojos atónitos de una población que ya ni siquiera recibe información fundamental. Por ejemplo, desde el año pasado se construye una segunda línea del Metro, sin que se haya informado quién ganó el concurso  convocado en octubre pasado, ni cómo se está financiando y cuál será su costo.

 Aunque este gobierno es prolífico en el gasto publicitario, incluso en promocionar innecesariamente la ineficiente línea del Metro en servicio, todavía no se invierte  un peso para incentivar la educación de los conductores de vehículos y el respeto a las normas.

 Con más de 20 mil carros de concho y unos cuatro mil minibuses, en alta proporción pasados de tiempo, con calles y avenidas convertidas en estacionamiento, Santo Domingo hierve a todas horas del día en impotencia y salvajismo a la espera de la acción de autoridades diseminadas en una decena de organismos ineficientes.

 Si en ese panorama aparece alguien que quiera comenzar a hacer cumplir las normas, no hay más remedio que bendecir tan buena disposición y apoyarlo, aunque sin dejar de advertir que eso no será suficiente, que se requiere una política integral, y que urge hacerlo pronto.