Aquí no ha pasado nada

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/792/460x390/0/D95D2BF4-9626-47DB-A770-BC1D3EBDA62A.jpeg

Los niveles de corrupción, manipulación política, complicidad e impunidad que carcomen el alma de la sociedad dominicana han quedado nuevamente al desnudo con las informaciones relativas a los acuerdos que hace casi dos años hicieron las autoridades judiciales con la señora Sobeida Félix Morel, durante las investigaciones sobre la red de narcotráfico que lideraba su marido José David Figueroa Agosto.

Vale recordar que desde el principio las autoridades parecieron más interesadas en dilucidar los aspectos anecdóticos y eróticos de las relaciones de la pareja y de varios jóvenes involucrados, conscientes o no, en el lavado de dinero, bien poco en relación a los volúmenes de narcotráfico que se le atribuye. Varios de ellos pagan condenas que en algunos casos lucen desproporcionadas, mientras no ha sido procesado ni uno solo de los ejecutivos del negocio criminal y sus asociados y beneficiarios, funcionarios, oficiales policiales y militares, políticos, empresarios y legisladores. Aunque se sabe que al menos un alto oficial policial y un empresario pagaron con sus vidas.

 El primer grave escándalo del año estalló a partir del día 5 cuando HOY publicó los documentos que formaron parte del acuerdo de la Procuraduría Fiscal del Distrito Nacional con la celebrada Sobeida Félix con dos objetivos: reducirle la condena que le correspondía, y facilitarle la excarcelación cuando cumpliera la mitad de la pena. La primera se cumplió cuando la principal beneficiaria del lavado de dinero ilícito fue sentenciada a la mitad y tercera parte de los años de cárcel que recibieron actores secundarios. Pero –no se asombren- las actuales autoridades se niegan a cumplir el acuerdo, desconociendo la continuidad del Ministerio público y del Estado.

Versiones que han merecido crédito indican que en los archivos de la Procuraduría General no se encontraron los documentos relativos al acuerdo, manejados y manipulados como si se tratara de un negocio particular. Ninguno de los involucrados sale a aclarar nada, pese a los reclamos de la opinión pública.

A no ser que consideremos aclaración las declaraciones de dos de los señalados por Sobeida  Félix como financiados por el alto empresario del narco, que se conforman con decir que no conocieron a Figueroa Agosto, quien para entonces operaba bajo otros nombres. Sin demandar una investigación liberadora y una explicación de las autoridades que negociaron y beneficiaron a narcotraficantes en base a afirmaciones que no indagaron o que descartaron ya que no hubo consecuencias. Tampoco demandan a la belleza Félix que los ha involucrado en delitos que en cualquier parte del mundo civilizado conllevan graves repercusiones.

Son muchas las preguntas que bullen en estos días: ¿se inventó Sobeida Félix acusaciones tan concretas, con tantos testigos con nombres y apellidos para sacar ventaja en el proceso judicial? Se la aceptaron las autoridades sin mayor indagación aunque involucraban a dos generales y un coronel policial y otro del Ejército Nacional y nada menos que al presidente del principal partido de oposición y excandidato presidencial? ¿Se quiso tener de rehén a un importante dirigente político? ¿Fue el único político que recibió dinero de Figueroa, o era el que convenía que ella involucrara? ¿Y qué pasó con funcionarios relacionados con algunos de los asociados de Figueroa, uno de los cuales quedó en evidencia pública?

Hay muchas preguntas más: ¿Por qué tras la publicación de los documentos no se emprende la investigación correspondiente? ¿Qué han dicho los honorables funcionarios encargados de perseguir el narcotráfico, el lavado de dinero y la ética? ¿Será que hay temor en volver a destapar esa caja de serpientes que fue la red de Figueroa Agosto?

No esperen respuestas, que aquí no ha pasado nada. Son simples entretenimientos en este hermoso país donde “to e to y na e na”.

El autorretrato de Sobeida Félix

Por Juan Bolívar Díaz

Aclamada por multitudes que quieren verla y tocarla, a ritmo de consignas que la proclaman la gran mami nacional, Sobeida Félix Morel, una muchacha -todavía lo parece- de origen humilde y ricos atributos físicos, que no llegó a ninguna universidad, se ha convertido en un fenómeno de masas, capaz de romper durante horas la programación “prime time” de los principales canales de televisión.

Durante los últimos diez meses hemos asistido a su consagración como la gran diva nacional, capaz ella solita de cargar con todo el peso del narcotráfico y el lavado de dinero rampantes en el país cada vez con mayores ribetes de criminalidad,  escándalo,  y complicidad. La hemos perseguido convencidos de que si la condenamos lograremos reivindicar el honor nacional.

No la pudimos capturar, ni siquiera con la ayuda americana, y cuando cayó su marido José David Figueroa Agosto, ella decidió entregarse y pidió ser enviada a su país para enfrentarse a nuestra justicia. Y ahí está, como dice Ernesto Cardenal en su Oración a Marilyn Monroe, “insistiendo en maquillarse en cada escena”, como si fuera consciente de que su vida ha sido transformada en un gran set cinematográfico. Después que “llegó papᔠy “llegó mamá”, acaba de llegar “la gran mami”.

Confieso que me he esforzado en estos días en tratar de desentrañar el fenómeno Sobeida y no encuentro otra explicación: se trata de un autorretrato de la sociedad dominicana, de sus perversiones y frustraciones, de la confusión de valores, de nuestra anomia social, de la resignación que esta semana rechazaba don José León, del cinismo de nuestras autoridades, y también de la afición del dominicano por la chercha y la distracción.

 Conscientes de nuestras debilidades, los estrategas gubernamentales aprovecharon la ola del sobeidismo para anunciar un aumento de los precios de los combustibles, y consideran a toda máquina qué otra multa nos impondrán para compensar siquiera parcialmente los desbordamientos fiscales del último proceso electoral.

El fenómeno Sobeida es una creación colectiva. Lo iniciaron las autoridades que desde el principio la convirtieron en figura central de una red de narcotráfico que la opinión general vincula al poder, político, militar y policial, como la de Paya, la de Toño Leña y la del señor Del Tiempo, las tres figuras más relevantes del escándalo del narcotráfico del último año. Del Tiempo, Toño y Figueroa fueron arrestados en España, Venezuela y Puerto Rico, después que se nos escaparan. Al igual que como ocurrió cuando el caso Quirino hace casi seis años, confesamos que no tenemos capacidad para juzgarlos. En cambio la justicia dominicana espera reivindicarse con Sobeida.

Nuestras limitaciones y debilidades convierten a Sobeida en una mujer legendaria, en un episodio del drama nacional. Y por eso es admirada por gente que se agolpa a su paso, alrededor de Najayo o del tribunal. Muchos y muchas con ilusiones de tocar su fortuna, sin importar legitimidad, ven en ella el retrato de sus propias frustraciones, en esta sociedad de la impunidad, donde la soga siempre se rompe por lo más débil.

Imposible negarle sus propios méritos. Ella ha lucido radiante, inteligente, con autocontrol, serena aún con chaleco y casco protector, llevada y traída por un aparataje de más de un centenar de antimotines, amets y secretos. Y en capacidad para ocultar sus temores en una sociedad donde los jefes policiales ya envían sus familiares al exterior para protegerse hasta de su propia sombra.

Extasiado ante Sobeida, no he podido desprenderme de la memoria este fragmento de la oración de Cardenal por Marilyn Monroe:

Señor, en este mundo contaminado de pecados y radioactividad

Tú no culparás tan solo a esta empleadita de tienda, que como toda empleadita de tienda

Soñó con ser estrella de cine. Y su sueño fue realidad, pero como la realidad del tecnicolor.

Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos, el de nuestra propia vida, y era un script absurdo

Perdónala Señor y perdónanos a nosotros por nuestra 20th Century, por esa colosal súper  producción en la que todos hemos trabajado.