La Gallup-HOY registra resultados contradictorios

Por Juan Bolívar Díaz

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La encuesta Gallup-HOY publicada esta semana presenta una población contradictoria, que da alta aprobación a una reforma constitucional que la mayoría cree comprada, y a la reelección presidencial y la gestión del Gobierno, a pesar de expresar que la corrupción lo abarca todo y que le agobian la delincuencia, la inflación y el desempleo.

Con 63 por ciento de preferencias electorales el presidente Danilo Medina corre cómodo a su reelección, favorecido por una cultura presidencialista y continuista, fortalecida por el clientelismo y el reparto del Estado y por un enorme aparato mediático, todo lo cual obliga a los opositores a unificarse por lo menos para evitar la insignificancia.

Alta aprobación de Danilo. El nivel de aprobación que arrojó la encuesta Gallup-HOY a la reforma constitucional y el proyecto reeleccionista del presidente Danilo Medina sorprendió hasta a sectores progubernamentales que temían un mayor costo político derivado de la forma en que se consiguió modificar la Constitución y por los antidemocráticos pactos de reparto que la viabilizaron.

La preferencia del 62.6 por ciento registrada por Medina, con apenas 17.4 por ciento para Luis Abinader, 3.6 por Guillermo Moreno y 1.2 para Quique Antún, arroja un desnivel sin precedente a 10 meses de una elección presidencial. En la historia de las encuestas electorales dominicanas nunca se había registrado una diferencia tan alta, muy superior a la ventaja de 54.4 a 34.5 por ciento que a la misma distancia de los comicios del 2012 obtuvo Hipólito Mejía frente a Medina, entre los que estaban habilitados para votar y de 47.9 a 33.4 por ciento en el universo de la encuesta Gaallup-HOY publicada en agosto del 2011. Al final Medina pudo remontar la diferencia y obtener victoria en primera vuelta con 51 por ciento del sufragio, aunque con la ayuda de todo el poder del Estado, que no dispondrán ahora sus opositores.

En relación a la anterior Gallup-HOY, publicada en febrero, Medina redujo sus preferencias en 6.4 por ciento y Abinader las elevó en 4, mientras Moreno caía 5 por ciento. En la oposición se esperaba un resultado menos desfavorable, como el arrojado por una encuesta telefónica de Newlink publicada esta misma semana por el periódico El Dinero que marcaba 54 a Medina, 37 para Abinader, 7 a Moreno y 2 para Antún.

Muy bajo costo de la reforma. Analistas y articulistas, incluyendo a progubernamentales, esperaban un mayor costo político de la forma en que se aprobó la reforma de la Constitución para viabilizar la repostulación del presidente Medina. Resalta que el 52 por ciento de los encuestados por Gallup entienden que corrió el dinero, contra sólo 26 por ciento que no lo cree, y otro 22 por ciento que no responde, y también que 67 por ciento, dos tercios, desaprobara el pacto Danilo-Leonel para seleccionar las candidaturas para los comicios del próximo año.

Esas altas tasas de rechazo no impidieron que el 64 por ciento manifestara aprobación por la reforma constitucional, lo que podría explicarse en la cultura presidencialista y la histórica adscripción de los dominicanos al continuismo en el poder, así como en la laxitud frente a la corrupción, que muchos ven como cosa normal en la política a pesar de que, en correspondencia con lo que ocurre en el mundo de hoy, crece en el país su rechazo.

Esa laxitud es contradictoria con el 88 por ciento que en la misma encuesta considera que la corrupción en los gobiernos y la política dominicana es un problema muy grave y que se manifiesta principalmente en la policía, los políticos, funcionarios del Gobierno, los abogados y los militares. Otra contradicción es que aunque el 60 por ciento estima que en este Gobierno hay igual o mayor corrupción que antes, 62 por ciento piensa que el Gobierno está interesado en enfrentarla. Pero el 60 por ciento considera que se requieren sanciones drásticas, incluso de cárcel para combatirla, en uno de los pocos países del mundo democrático que no tiene un solo político preso por corrupción.

Mayores contradicciones. En esta encuesta se repite una contradicción fuerte entre los niveles de aprobación del presidente Medina y las insatisfacciones con los resultados de un Gobierno próximo a entrar en su cuarto año. Resalta que 82 por ciento apruebe la gestión del mandatario, aunque apenas cuatro de sus renglones fundamentales reciben más del 50 por ciento de reconocimiento, especialmente educación, con 87 por ciento, construcciones con 62 y turismo y salud, con 55 y 53 por ciento.

La insatisfacción se expresa a partir de los renglones de deportes, transporte, control fronterizo y medio ambiente, con notas por debajo del 40 por ciento. Pero electricidad, reforma policial, manejo de conflictos, pobreza, economía y seguridad ciudadana quedan con menos del 30 por ciento. En materia de inflación, empleo y delincuencia la aprobación queda entre 17 y 14 por ciento.

Más aún, a la pregunta sobre cuáles son los principales problemas del país, los mayores señalamientos son para la delincuencia, que abarca dos tercios, y le siguen alza del costo de la vida, desempleo, falta de electricidad, agua potable y corrupción administrativa.

Una mina que está explotando el reeleccionismo es la del nacionalismo, maximizando hasta niveles irresponsables una supuesta conspiración de todo el mundo contra la nación dominicana, de la cual el presidente Medina es su nuevo salvador, promoviendo un inconcebible aislamiento del país.

Unificarse o morir. Con el nivel de preferencias que registra el reeleccionismo en la encuesta más acreditada del mercado, más las ventajas del control absoluto del Estado, el desafío es muy grande para una oposición que todavía trata de reconfigurarse tras el virtual entierro del Partido Revolucionario Dominicano, que habiendo obtenido 47 por ciento contra ese poder estatal en la última elección, absurdamente renunció a llevar candidaturas propias cuando faltaban 11 meses para los próximos comicios, quedando a expensas de una alianza aún indefinida, con el partido gobernante.

Los números de Gallup-HOY y las perspectivas nacionales indican la urgencia de una total convergencia de quienes pretendan enfrentar la maquinaria de poder absoluto del Partido de la Liberación Dominicana, que tendría que configurarse en torno a las candidaturas de Abinader y Moreno, por lo menos para aspirar a un mejor balance congresual y municipal.

Hay todavía amplios espacios para ganar apoyo de los sectores insatisfechos por razones socioeconómicas que multiplican sus protestas y demandas, de los preocupados por la institucionalidad y el equilibrio democrático, y de los más de 700 mil jóvenes que llegan a la edad de votar, en su mayoría con escasas oportunidades de desarrollo.

Como todos han adelantado, un amplio frente electoral que gane credibilidad tiene que conformarse a partir de un programa mínimo de cambios sociales, económicos e institucionales, compromiso real para reducir la corrupción y malversación en todos los estamentos del Estado, y con candidaturas que generen ilusión de renovación. Pero tienen que lograrlo en breve plazo antes de que se afiance la sensación de invencibilidad que ya proyecta la reelección. La permanencia de la dispersión tendría un costo devastador para la sociedad dominicana y para quienes persistan en ignorar la realidad.-

 

 

 

El primer reto de la oposición es concertar programa mínimo

Por Juan Bolívar Díaz

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Aunque advierten que el panorama político carga muchos elementos de incertidumbre, tras los bruscos cambios de las últimas semanas, los dirigentes de oposición reconocen que resultará muy difícil derrotar la reelección del presidente Danilo Medina, montada sobre el poder del Estado y unos quince partidos, incluidos los tres tradicionales.

Sólo una conjunción del liderazgo de oposición en torno a un proyecto de nación que responda a las graves insatisfacciones nacionales podría generar energías e ilusiones para por lo menos contener la concentración del poder que ha venido protagonizando el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en base al reparto del Estado y el clientelismo.

Múltiples incertidumbres. Los bruscos cambios políticos de las últimas diez semanas arrojan incertidumbres que permiten a los analistas políticos sostener que no está definido el escenario para las elecciones del 2016, aunque se reconocen las amplias ventajas del presidente Danilo Medina para conseguir la reelección con todo el poder del Estado, reparto y clientelismo incluidos, montado sobre unos 15 partidos políticos, entre ellos los tres tradicionales.

El panorama político se complicó a partir del 19 de abril cuando el Comité Político del PLD dispuso reformar la Constitución para viabilizar la reelección del presidente Medina, sepultando las expectativas de retorno del expresidente Leonel Fernández. Una semana después Luis Abinader consolidó su emergencia de los últimos años, al vencer abrumadoramente en una ordenada elección primaria al expresidente Hipólito Mejía.

No pasaron tres días para que Leonel se viera abandonado por sus legisladores después de proclamarse guardián que evitaría la reforma de la Constitución y en mayo Danilo le conquistó casi todos sus legisladores, sumó de inmediato a los de los otros dos partidos tradicionales, el Revolucionario Dominicano (PRD) y el Reformista Social Cristiano (PRSC) para ejecutar una “casi mágica” reforma constitucional que a la vista de toda la sociedad conllevó un costo económico e institucional invaluable.

La “conquista” reeleccionista de unos 40 diputados, que eran el patrimonio político que le quedaba al presidente del PRD Miguel Vargas, obligó a éste a precipitar la renuncia a su candidatura presidencial, en junio, a 11 meses de los comicios, anunciando un brumoso pacto con el partido de gobierno que el presidente Medina ni ningún dirigente del PLD ha definido.

Cambios muy abruptos. En apenas dos meses la caída del liderazgo de Leonel arrastró a Vincho Castillo, reducido al romper con Danilo y su gobierno, la fuerte emergencia de Abinader dejó fuera de juego a Hipólito, quien sin embargo quedó mejor parado al aceptar el dictamen democrático, lo que a su vez precipitó a Vargas. Sólo después de todo eso y aparentemente compelido por el costo político de la imposición de la reforma constitucional, fue que el presidente Medina abrió la boca para tratar de justificar su cambio de criterio sobre lo nefasta de la reelección en la historia nacional.

De repente el país se encontró con un acontecimiento sin precedente: la anunciada alianza de los tres partidos tradicionales, rivales de medio siglo, precipitada con tanta anticipación a las elecciones, sin que el candidato común (Danilo) los haya convocado públicamente y sin definir sus bases ni objetivos.

El tres en uno confronta aún muchas incertidumbres: aunque los legisladores del PRSC respaldaron la reelección de Medina, su candidato presidencial, Quique Antún, funcionario del gobierno, dice que aún no hay nada definido, mientras al interior del PLD se teme el incumplimiento de lo pactado entre danilistas y leonelistas y toma fuerza el rechazo al reparto y reservas de las candidaturas congresuales y a las alcaldías. En tanto en lo que queda del desangrado PRD, se disputan el favor de los peledeístas esperando que les garanticen mantener posiciones, difícil en el caso de los diputados por el voto preferencial.

Remotas posibilidades. Nadie puede pretender que será fácil estructurar una opción electoral que en diez meses pueda desplazar el inmenso poder de la plataforma reeleccionista, aunque también con debilidades y rechazo. Está de por medio el desgaste del PLD tras 12 años de gobierno, por lo que algunos prevén la posibilidad de un escenario de cambio como el que se montó en 1978 tras los también 12 años del gobierno de Balaguer, derrotado pese al abuso de todo el poder del Estado, incluyendo un consorcio empresarial que ya no existe y la superada participación política de las Fuerzas Armadas y la Policía.

Ya en las elecciones del 2012 el PLD redujo su votación al 38 por ciento, perdiendo como partido 199 mil votos en relación a las del 2008, y dependió de sus aliados para alcanzar el 51 por ciento, pese a haber gastado más de 150 mil millones de pesos, más de un tercio de excedente por encima del presupuesto nacional.

Una alternativa tendría que apostar a reducir al PRD al 1 por ciento que obtuvo el PLD con Juan Bosch en 1978, a conquistar gran parte de los 700 mil nuevos votantes, y a capitalizar las insatisfacciones con una gestión de 16 de los últimos 20 años, que no ha reducido la pobreza ni resuelto las deficiencias de los servicios básicos, ni garantizado seguridad ciudadana y que ha sido catalogada con un nivel de corrupción sin precedente.

La difícil concertación. Todos aceptan que para ganar credibilidad tienen que superar el simple sorteo de candidaturas, con firme compromiso de un plan de nación que cambie el modelo de desarrollo, el reparto del Estado y la corrupción y que cree la ilusión de un cambio de rumbo de la sociedad dominicana. Tanto los que promueven la “Convergencia por un Mejor País”, encabezada por el PRM, como Guillermo Moreno, Max Puig, Eduardo Estrella, y Minou Tavárez han planteado la necesidad de dar fundamento programático a una nueva opción. Pero ninguno ha convocado formalmente al resto, sea a una concertación, convergencia o mesa de diálogo que vienen postulando hace más de un año.

Es obvio que todos han invertido gran parte del tiempo en constituir o reactivar sus propias plataformas partidarias, y algunos, como el PRM, trabajan en sus bases programáticas, pero el tiempo se les agota para iniciar una batalla tan cuesta arriba contra una maquinaria de poder encarnada en una corporación política absolutista. Están los grupos progresistas que han fracasado en numerosos intentos de concertación electoral.

No faltan quienes conciben el frente opositor como un simple apoyo a las aspiraciones individuales, y el otro extremo de los que quisieran un programa revolucionario irrealista en un escenario dominado por el conservadurismo y la desmovilización popular que podría conducir al aislamiento y de nuevo a la insustancialidad del 1 por ciento de los votos. Pero no hay dudas que requerirían un programa mínimo que los vincule a las amplias capas sociales insatisfechas.-

 

La política lo arropa todo, con alto costo económico

Por Juan Bolívar Díaz
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A casi 14 meses de las elecciones generales, la política domina el debate nacional y se manifiesta en propaganda masiva en medios de comunicación y vías públicas, relegando los graves problemas de la sociedad dominicana, sin la menor regulación y sin siquiera adaptar el régimen electoral a la Constitución promulgada hace cinco años.

Es imposible calcular el costo económico de la endeble democracia nacional, que este año implica 4 mil 506 millones de pesos del presupuesto nacional, más 1,370 millones de subsidio a los legisladores, para totalizar 5 mil 876 millones de pesos, superior al de 4 ministerios, sin cuantificar nominillas, clientelismo, uso de recursos públicos y corrupción.

Se desborda la política. Cuando la Constitución del 2010 unificó las elecciones presidenciales con las congresuales y municipales en el mismo año, se justificó el regreso al sistema de arrastre con el argumento de que se reduciría el tiempo y costo de las campañas electorales, pero antes que el actual gobierno cumpliera su primer año comenzó la promoción de precandidaturas para todos los niveles electivos. Lo más inconcebible es que los primeros en salir a la palestra electoral fueron los del partido que concentra todos los poderes del Estado que desde hace meses pintan de morado las vías públicas y los medios de comunicación.

En ciudades como Santiago se cuentan por centenares las vallas propagandísticas de todos los tamaños de por lo menos seis que compiten por la candidatura a alcalde del Partido de la Liberación Dominicana, resaltando el dominio de los directores de Comedores Económicos y del Fondo Patrimonial para las Empresas Reformadas, Monchy Rodríguez y Fernando Rosa, con gasto millonario mensual, aunque ninguno de los dos pasaba de clase media cuando llegaron al Gobierno.

Hasta para las candidaturas a regidores y vocales municipales, que pasarán de 4 mil en todo el país, ya hay promoción, pero resaltan los precandidatos presidenciales peledeístas Leonel Fernández, Reinaldo Pared y Francisco Javier, y en menor medida Temístocles Montás y Radhamés Segura, dos de ellos ministros, mientras un tercero, el de Industria y Comercio, José del Castillo Saviñón, se promociona para senador por Barahona. Ya hay candidatos presidenciales formalizados por diversos partidos, como Miguel Vargas, Federico Antún, Fidel Santana y Luis Abinader, los dos primeros encabezan los partidos que, junto al PLD, reciben el 80 por ciento del subsidio estatal, 18 millones de pesos mensuales cada uno, y ya gastan en publicidad.

Saturan los medios masivos. El destacado sociólogo Cándido Mercedes se quejó recientemente de que la política lo ha sobredimensionado todo: “Es como si la sociedad toda estuviera subordinada a la política, cuando la política es una parte de la vida social y tiene como epicentro dirigir el Estado, que es la sociedad políticamente organizada”.

Personas que visitan el país por primera vez y desde que salen del aeropuerto ven tanta propaganda electoral, y que el debate en los medios de comunicación gira sobre encuestas y perspectivas electorales, quedan asombrados cuando se enteran que falta más de un año para las próximas elecciones. Y es que tales niveles de saturación política ya no se dan en la democracia, pues las normativas limitan la propaganda en tiempo y volumen para reducir la irrupción del dinero mal habido, sea extraído del Estado, de actividades ilegales como el narcotráfico, o de los rentistas de la política.

Steven Griner y César Arias en un estudio sobre Medios de Comunicación y Partidos Políticos en América Latina, incluido en un informe de la Fundación Ebert del 2007, sostuvieron que la República Dominicana y Honduras eran los países de la región con menores regulaciones de las campañas electorales. Desde entonces aquí no se ha avanzado absolutamente y la mejor muestra es el proyecto de ley de partidos sobre el cual se han establecido numerosos consensos y compromisos pluripartidistas y con la sociedad civil desde 1999, sin que haya podido ser aprobado, pese a haber sido presentado al Congreso una decena de veces.

La renuencia a legislar para normar la actividad política se expresa también en que ni siquiera está en discusión un proyecto de Ley Orgánica del Régimen Electoral introducido al Congreso por la Junta Central Electoral en el 2011 y que, al igual que el de Ley de Partidos, fue fruto de una asesoría de técnicos de la OEA para conciliar el sistema con el nuevo marco de la Constitución proclamada en el 2010. Todo parece indicar que pasará una segunda elección general sin que se haga el ajuste.

Relegados los problemas. La extensa campaña electoral ya envuelve al Gobierno, como casi siempre, agravada por los esfuerzos para prolongarse en el poder vía reelección, aunque está prohibido por la Constitución, y relega el enfrentamiento de graves problemas nacionales. Pocos creen que puedan lograrse en el actual período los pactos fiscal y eléctrico que la ley de Estrategia Nacional de Desarrollo mandaba para comienzo de este año.

En campaña electoral adelantada, ya nadie espera que se aplique la ley de salarios públicos aprobada hace dos años y medio, ni que vayan a despedir cientos de botellas diplomáticas y consulares, ni a eliminar organismos inoperantes ni a fusionar las duplicidades. Mucho menos que pongan en retiro los generales que dispuso la ley, ni que reformen la Policía Nacional como se anunció en el discurso inaugural, ni que se enfrente el caos de la circulación vial, el deterioro de la seguridad social o la inseguridad ciudadana.

El inmenso costo de la política sustrae recursos que amortiguarían deficiencias estructurales como el caso de que la mitad de los hogares carecen de suministro interno de agua, que apenas el 5 por ciento de las viviendas de la gran urbe capitalina tienen alcantarillado sanitario y contaminan los ríos, el mar y el subsuelo de donde muchos se nutren para un precario servicio de agua, o permitirían reparar la mitad de los 36 sistemas de tratamiento de agua del gran Santo Domingo, ahora mismo fuera de servicio.

Con parte del costo de la política se afrontarían las plagas que afectan la producción de vegetales, frutas, café, banano y coco, se comprarían los contadores de electricidad y de agua que faltan para reducir las pérdidas y se incentivaría la producción de energía hídrica, eólica y solar para paliar los apagones, y se mejorarían los míseros salarios de policías, militares, enfermeras y otros servidores públicos.

Nada de eso está en el debate público, ni siquiera el aumento salarial que se discute hace seis meses, ni mucho menos los atrasos que nos dejan en los últimos lugares en todas las evaluaciones regionales e internacionales, incluyendo ese 41 por ciento de pobreza, la mitad en estado de indigencia, que diagnosticó en enero la Comisión Económica para América Latina, CEPAL.-

El PRSC no ha podido vivir fuera del gobierno

Por Juan Bolívar Díaz
escudo prsc

El anuncio del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) de que se desliga de la alianza con el gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) para tratar de recuperar el poder en las elecciones generales del 2016 agarró desapercibida a la opinión pública nacional.

Pero al mantenerse como funcionarios ejecutivos de una decena de organismos estatales, con miles de empleos, botellas y canonjías, generan escepticismo y burlas, porque ya anunciaron lo mismo antes de los últimos comicios. Al parecer quienes gobernaron 22 años, 1966-78 y 1986-96, no pueden vivir fuera del presupuesto nacional.

Un anuncio sorpresivo. La segunda mitad del año comenzó con un anuncio que cogió fuera de base a la opinión pública. El 1 de julio la máxima dirección del PRSC, encabezada por su presidente Federico (Quique) Antún, gerente general del estatal Banco Nacional de la Vivienda (BNV), anunciaba que esa organización trillará su propio camino, con candidaturas propias en las elecciones generales del 2016.

Antún dio lectura a la “Declaración de Restauración de la Independencia Política del Partido Reformista Social Cristiano” contentiva de interesantes propósitos políticos y una convocatoria a los diversos sectores nacionales a cerrar filas en un proyecto sustentado en las enseñanzas de los gobiernos de Joaquín Balaguer para presentar “candidaturas propias y viables” en el 2016.

“Proclamamos nuestra decisión de corregir los errores del pasado y asumir con humildad el indeclinable compromiso de construir un partido renovado para un nuevo comienzo de cambios y transformaciones de la República Dominicana”, indica el documento, fruto de una reunión del Directorio Presidencial del PRSC celebrada el 21 de junio en San José de las Matas.

Se quedan en el gobierno. La decisión fue recibida con escepticismo y hasta burlas en la opinión pública, porque pretende el rescate de un partido desarticulado, sin organismos operativos, ni en la base ni en la superestructura y manteniendo sus altos dirigentes en cargos del gobierno del partido del que pretenden distanciarse. Y también porque en coyunturas anteriores el mismo propósito ha quedado en el papel.

Al respecto en uno de sus últimos párrafos la “Declaración de restauración de la independencia política” dice que “Conscientes de que Joaquín Balaguer visualizaba el Estado y el Gobierno como expresión inclusiva de todos los ciudadanos y que el servicio público no es ámbito exclusivo de un sector partidario, entendemos el que algunos compatriotas ofrezcan su concurso en posiciones de gobierno. Sin embargo, eso en nada compromete nuestra independencia ni el compromiso ineludible de volver a gobernar el país”.

Reformistas como el exgobernador del Banco Central Guillermo Caram, recibieron el anuncio con optimismo y comprensión de que no se rompa con el gobierno del presidente Medina, aunque abandonen la alianza con el PLD, pero advirtiendo que “esto es una cuestión de honor”, aludiendo al compromiso contraído en el Congreso Joaquín Balaguer (noviembre 2010-febrero 2011), que acordó llevar candidaturas propias para el 2012, lo que luego fue evadido por la dirección encarnada en el ingeniero Carlos Morales Troncoso, canciller de la República desde el 2004.

Antún bajo cuestionamiento. La directiva del PRSC no sólo tiene a Antún como funcionario gubernamental, sino también al primer vicepresidente Luis Bogaert y al secretario de Organización Miguel Bogaert, familiares políticos de Morales Troncoso y funcionarios de la Cancillería. La segunda vicepresidencia es de la embajadora Rafaela Alburquerque y el secretario de Asuntos Internacionales Marino Berigüete es embajador en Paraguay.

Quique Antún, en períodos anteriores contratista del Estado, tiene la gerencia del BNV desde el 2010, período en el que se acentuaron las pérdidas que ya venía registrando en las anteriores administraciones, también de políticos, de Joaquín Gerónimo y Leonardo Matos Berrido. El Banco está ahora intervenido por la Superintendencia de Bancos. Se le pretende transformar en Banco de Exportaciones. Antún dijo que había presentado su renuncia, pero el Presidente le pidió completar la transformación.

Entre tanto, Humberto Salazar circuló documentos reveladores de que a fines del año pasado 54 altos funcionarios del BNV recibieron fondos de pensiones por un total de 180 millones 238 mil 496 pesos, provenientes de un remanente de 106 millones de pesos que había quedado del viejo plan de pensiones disuelto en el 2002 por la Ley de Seguridad Social, después que se devolvieron sus aportes a los empleados, a los que se sumaron “préstamos no reembolsables” del BNV por 58 millones de pesos. De esa manera se cerraba un nuevo “Plan Complementario de Pensiones” creado en la gestión de Antún, pero que hubo que disolver el año pasado cuando el gobierno prohibió esas prácticas a raíz del escándalo por las pensiones que se dieron en la Superintendencia de Bancos. Los beneficiarios de este último cotizaron por menos de 3 años.

Antún aceptó que recibió 12.3 millones de pesos como pensión, cuando tenía 3 años en el banco y aunque sigue de gerente. Otros funcionarios reformistas como el contralor Frank Nicolás y el subgerente José Román recibieron 6.3 y 10.6 millones de pesos. El subgerente general Administrativo y de Finanzas Roberto Payano fue el más beneficiado, con 13.1 millones de pesos.

Una alianza bien cara. Las dificultades para que el PRSC recupere su independencia del PLD están determinadas por los amplios beneficios que derivan de su alianza, bien cara para el presupuesto nacional, ya que implica cientos de altos cargos y millares de puestos para sus partidarios, familiares y asociados.

Además del BNV, los reformistas controlan el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde se estima en 800 los empleados por la gestión de Morales, la inoperante Liga Municipal Dominicana, donde también hay cientos de empleados de la actual gestión de Johnny Jones y la anterior de Amable Aristy Castro. También el Instituto Postal Dominicano, ProIndustria, la Comisión Aeroportuaria y la Comisión para Reforma del Sector Salud, además del Consejo Nacional de Drogas y el Consejo de la Generadora Hidroeléctrica. Reformistas son los embajadores en Taiwán, Paraguay, Honduras y Nicaragua, además de varios adscritos a la Cancillería.

La destacada dirigente reformista Licelotte Marte de Barrios fue electa para presidir la Cámara de Cuentas de la República y Zoila Martínez como Defensora del Pueblo. Otros, como César Féliz y Féliz y Víctor Gómez Bergés fueron designados en la Junta Central Electoral y la Suprema Corte de Justicia.

Tras la muerte de Balaguer, quien nunca se preocupó por institucionalizar su partido para que le sobreviviera, los reformistas han sido funcionarios de los gobiernos de Hipólito Mejía y de Leonel Fernández. Ya en 1996 se aliaron al PLD para la segunda vuelta. El PRSC se alió al PRD para los comicios legislativos y municipales del 2006, gracias a lo cual consiguieron 4 senadores, 22 diputados y 28 sindicaturas. Cambiaron para el PLD en el 2010, excepto en la provincia Altagracia, donde Aristy Castro reafirmó su predominio, con resultados más modestos.

En el 2012 se aliaron desde la primera vuelta con el PLD, aportando el 5.8 por ciento de los votos. En el 2004 y 2008 llevaron candidatura presidencial propia y quedaron por debajo del 5 por ciento. Al igual que los dos partidos mayoritarios, el PRSC recibirá este año como subsidio estatal unos 220 millones de pesos, 0.25 por ciento de los ingresos fiscales, Para el año de las elecciones serán 0.50 por ciento, más de 500 millones de pesos.

“Chantaje al gobierno”

Quien reaccionó con hostilidad fue Humberto Salazar, dirigente reformista que para los comicios del 2012 fue de los más firmes partidarios de la alianza PRSC-PLD, quien califica el anuncio de ahora como un “intento de chantaje al Gobierno”, asegurando que no renunciará a sus puestos ninguno de los altos dirigentes reformistas. Lo dice por la experiencia de la anterior elección, cuando él presentó una carta de renuncia condicionada a que lo hicieran todos.

En realidad, el doctor Salazar, quien lleva años como coordinador de la Comisión Presidencial para la Reforma del Sector Salud, ya no cree que el PRSC pueda recuperarse, porque sus organismos son hace tiempo infuncionales y su dirección no se renueva desde 1993: “El PRSC murió con Balaguer en el 2002”.

Como en los otros dos partidos dominantes, los organismos del PRSC están hipertrofiados: El Directorio Central Ejecutivo con más de 2 mil, la Comisión Ejecutiva, 501, una Comisión Política de 201 y el Directorio Presidencial 50, con cuatro vacantes, según las cuentas de Salazar.

Quique Antún asumió la presidencia del partido en enero pasado fruto de una “plancha de consenso presentada a último momento por su antecesor, el canciller Morales Troncoso, a una asamblea nacional ordinaria, por lo que Amable Aristy y José Hazim declinaron, aunque juntos parecían dominar la asamblea. Entonces se dijo que Antún llegaba con la bendición del presidente Danilo Medina.

 

¿Disuelven el Partido Reformista?

Por Juan Bolívar Díaz

Como una condena o maldición de su caudillo y fundador, el doctor Joaquín Balaguer, el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) se diluye inexorablemente, cada vez más insustancial en el proceso político, víctima de la incapacidad de sus dirigentes para vivir fuera del presupuesto nacional.

Para la generalidad de los analistas políticos no ha habido ninguna sorpresa. Siempre se apreció que el PRSC era Balaguer, quien lo subordinó a su inconmensurable ambición política, y se apostó a que no sobreviviría a la desaparición del  caudillo. Él mismo se encargó de relegarlo a la tercera posición en el ranking político cuando en las elecciones de 1996 traicionó a su candidato Jacinto Peynado para apoyar la candidatura del Partido de la Liberación Dominicana que encarnó el doctor Leonel Fernández.

El empeño de Balaguer en cerrarle el paso al doctor José Francisco Peña Gómez lo llevó a convertir al Partido de la Liberación Dominicana en la primera fuerza política nacional, lo que automáticamente relegó al suyo al tercer lugar, y desde entonces no ha podido ascender.

Los resultados de los tres últimos comicios presidenciales fueron reduciendo la votación reformista del 24 por ciento en el 2000, al 9 por ciento en el 2004 y a menos del 5 por ciento en el 2008. La alianza alternada con los dos partidos mayoritarios les ha permitido mantener una apreciable cuota de legisladores y autoridades municipales a costa de convertir al PRSC en un comodín o pieza de reforzamiento de las fuerzas políticas predominantes.

Con gran parte de sus principales figuras pegadas como la hiedra en la pared a un cargo gubernamental, en los cuatro últimos períodos gubernamentales tanto bajo regencia peledeísta como perredeísta, les resultó imposible aprovechar las insatisfacciones generadas por estas gestiones.

Ahora mismo el PRSC aparece atrapado y sin salida. Ni sus propios líderes, con contadas excepciones, creen que pueda repuntar, con la agravante de que está deviniendo en insustancial. Las encuestas apenas le atribuyen entre 5 y 8 por ciento de las preferencias de la población inclinada al sufragio. Y Amable Aristy Castro, que es quien más preferencias registra, no muestra interés en repetir una candidatura sin la menor perspectiva de éxito.

Lo peor es que ya el PRSC ni siquiera tiene poder para inclinar la balanza. Sus líderes están dramáticamente segmentados, halando unos para mantenerse aliados al PLD, otros buscan cobija en el PRD y unos pocos intentan  rescatar su identidad propugnando por llevar candidaturas propias.

La última encuesta Gallup-HOY indica que el 24.7 por ciento de los que aún prefieren al PRSC tienen como segunda opción a Hipólito Mejía, mientras el 17.8 por ciento prefiere a Danilo Medina.

En una encuesta auspiciada por uno de sus líderes, los reformistas se dividen en dos porciones casi iguales cuando se les pregunta si su partido debe ir solo o aliado a otro en las elecciones del 2012. El 45.8 por ciento por un lado y 47.8 por el otro. El 56 por ciento dice preferir al PLD como aliado, pero el 35 por ciento se inclina por el PRD. Pero en caso de una alianza con el partido gobernante, el 44.8 por ciento dice que votaría por otro partido.

En otras palabras que el PRSC se devalúa hasta en el mercado de las alianzas. Su presidente, Carlos Morales Troncoso, pudiera haber representado una opción, pero aparentemente prefiere seguir en la Cancillería de la nación, cargo al que tendría que renunciar si acepta la candidatura presidencial y quiere encarnar una alternativa.

Queda la persistencia de Guillermo Caram y la emergencia de nuevos lideratos como el de Ito Bisonó y Osiris de León. Pero para todo el tiempo se va agotando. Nunca el PRSC había estado tan cerca de su disolución.