El PRD no logra salir de su calvario

Por Juan Bolívar Díaz
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Las expectativas de inicio de un diálogo que pudiera conducir a la reunificación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), derivadas del reciente encuentro entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas, parecieron esfumarse justo al conmemorarse el decimoquinto aniversario de la muerte de su líder José Francisco Peña Gómez.

Sólo el rescate de los procedimientos democráticos para elegir nuevos dirigentes podría permitir al PRD superar su prolongado calvario, pero su presidente sigue boicoteando todos los intentos de mediación y solución, persistiendo en su empeño de concertar afuera e imponerse dentro.

Esperanza que se esfuma. El encuentro verificado el viernes 3 de mayo entre el presidente del PRD Miguel Vargas Maldonado y el expresidente de la República Hipólito Mejía despertó expectativas de reunificación entre diversos sectores de ese partido, pero parecieron esfumarse en apenas una semana al conmemorarse el decimoquinto aniversario de la muerte de su líder José Francisco Peña Gómez.

Al conocerse del encuentro la reacción inicial fue de incredulidad y sorpresa, pues ni en la campaña electoral del año pasado se logró reunir a esos dirigentes políticos, a pesar de múltiples mediaciones, hasta de familiares. Se dio por hecho un cambio de actitud y se comenzaron a trazar rutas para el restablecimiento de la unidad, aunque algunos advertían que no avalarían “acuerdos de aposento”, y que cualquier solución tendría que incluir a todos los sectores, con aval de los organismos partidarios.

La proximidad del aniversario de la desaparición de Peña Gómez alentó las expectativas de que se aprovechara la ocasión para, invocando al líder histórico, realizar una conmemoración unitaria que empujara un compromiso de concertación. Por canales de mediación se propuso restablecer la presencia de todos en una misa conmemorativa, como se hizo hasta el 2010.

La misa unitaria era, para los más eufóricos, una manera de demostrar que se iniciaba una nueva etapa de entendimiento entre los perredeístas. Para los incrédulos y desconfiados era poner a prueba la disposición de los dos protagonistas más allá del encuentro celebrado bajo la sombra del general retirado Miguel Soto Jiménez y el médico José Joaquín Puello.

Un José Joaquín Puello. En la euforia que siguió al encuentro Vargas-Mejía, sectores perredeístas llegaron a plantearse la posibilidad de escoger una nueva dirección plural, presidida por alguien aceptable para todos y que no aspire a la candidatura presidencial, llegándose a identificar al neurocirujano José Joaquín Puello, sin excluir a otros como el también médico Jesús Feris Iglesias.

El doctor Puello fue candidato vicepresidencial del PRD en el 2008 en la boleta que llevó de candidato presidencial a Vargas Maldonado, justamente por su integridad y su carácter conciliador y afable y por su pluralidad y ascendiente en diversos sectores nacionales. Respaldó a Vargas en la lucha por la candidatura presidencial del 2012, pero terminó aceptando y respaldando a Mejía, aunque se ha mantenido entre quienes han mediado para subsanar los conflictos derivados de la lucha interna.

Se afirma que el doctor Puello sería aceptable para los mayores protagonistas de la confrontación perredeísta, pero también para Luis Abinader, quien busca afianzar su propia identidad y camino, aunque se teme que pudiera producir disgusto en algún legítimo  aspirante a la presidencia del partido, pero que terminaría en consenso en aras de la unidad.

Varios dirigentes perredeístas consultados se mostraron partidarios de un presidente de consenso, aunque algunos reconocen que es una tarea muy difícil y requeriría una dedicación de tiempo completo, sobre todo cuando se les recordó que personas de la integridad e independencia de Hugo Tolentino, Milagros Ortiz, Enmanuel Esquea y Quico Tabar terminaron siendo impugnados por Miguel Vargas como árbitros en la convención que desató la crisis con la elección de Hipólito Mejía para candidato presidencial del 2012.

El tiempo apremia. En las tertulias políticas se discutió intensamente sobre las causas que determinaron la reciente reunión Vargas-Mejía. Unos la creen resultado de la última encuesta Gallup-HOY que mostró a Abinader como primera opción para la próxima candidatura presidencial con 26 por ciento en el electorado y 41 por ciento entre los que se identificaron como perredeístas, atribuido en parte al cansancio de la pugnacidad entre los dos últimos candidatos presidenciales del PRD.

Vargas con 9 por ciento de las preferencias de los perredeístas, luce muy rezagado, y aunque Mejía registró un 35 por ciento, “ya fue presidente y lleva dos intentos de regreso frustrados y frustratorios”. Una de sus defensoras dijo que, a diferencia de Vargas y Abinader, él no ha dicho que aspira a la candidatura del 2016 y que si lo proclama sube.

Otra explicación de la reunión es el reconocimiento mutuo de que el tiempo apremia y de que en julio termina el período para el que Vargas fue electo presidente del partido. Se reconoce que Mejía siempre ha estado abierto al diálogo, y que lo demostró cuando en la campaña fue al local del partido, anunciando su interés de reunirse con Vargas, lo mismo que al almuerzo con que los hermanos de éste intentaron juntarlos dos semanas antes de los comicios del año pasado.

Se atribuye también la reunión al convencimiento de ambos de que se les puede hacer tarde para relanzar el partido blanco, con 21.7 por ciento de preferencias en la última encuesta Gallup. Y no faltan quienes plantean que Vargas busca ganar tiempo, desconcentrando a sus contradictores que han venido celebrando masivas asambleas partidarias en todas las provincias, lo que él ha limitado a dos o tres, por el alto rechazo de la militancia perredeísta que lo señala como mayor responsable de la crisis.

El presidente del PRD administrará este año unos 225 millones de  pesos del presupuesto nacional, lo que le implica una ventaja significativa para el proselitismo interno y atraerse adherentes, sobre todo si logra mantener la facultad para registrar candidaturas para el 2016, cuando millares de perredeístas aspirarán a todos los cargos electivos.

Rescate de la democracia. El rescate del PRD pasa necesariamente por el restablecimiento de los procedimientos democráticos, porque aunque los principales protagonistas de sus luchas internas se pongan de acuerdo en un procedimiento, cuando llegue la hora de escoger candidato volverán a dividirse, a menos que acepten los principios básicos de la democracia que en los partidos tienen expresión en los organismos de dirección.

Ese rescate luce tan difícil como el de los principios ideológicos que durante décadas dieron vigencia al perredeísmo y le permitieron sobrepasar numerosas crisis y divisiones. Pero las ambiciones y los intereses individuales han predominado, con expresiones de clientelismo. Los que aún creen en los principios socialdemócratas que animaron al PRD no tienen recursos económicos para competir con los empresarios de la política.

Mientras tanto, el PRD sigue en proceso de desgaste acelerado, incapacitado para ejercer su responsabilidad como primera fuerza política de oposición, por lo que la sociedad se va acostumbrando a vivir sin contar con esa fuerza predominante por más  de medio siglo. Sus principales dirigentes han lucido errantes buscando favores y acuerdos con otras fuerzas políticas, especialmente con contrincantes del partido gobernante, pero negados a dialogar entre ellos mismos.

Un balde de agua fría

Por una carta conciliatoria de Hipólito Mejía a Miguel Vargas del miércoles 8, se supo que éste rechazaba “lo ideal” de celebrar la misa con la presencia de todo el liderazgo partidista.

El expresidente mostró resignación, indicando que no debía ocurrir nada que dañara la memoria de Peña ni el proceso iniciado con el encuentro del día 3, y propuso la integración de una comisión de tres representantes de cada uno de los dos sectores enfrentados para preparar el protocolo que “permita discutir y definir la hoja de ruta y la agenda, de acuerdo con los Estatutos, y solucionar la crisis que vive actualmente el partido, lo que es exigido a gritos por la mayoría de los dominicanos, especialmente los perredeístas”.

Vargas terminó de echar un balde de agua fría al entusiasmo perredeísta cuando el jueves, respondiendo a los reporteros sobre la solicitud de Mejía, dijo que “nosotros no vamos a discutir nada al margen de lo que son los organismos del PRD, porque así es como se fortalece la democracia, donde prevalezca la posición de la mayoría”. Se ignora si alguno de los mediadores habrá podido rescatar la ruta de entendimiento, explicándole a Vargas que la propuesta busca explorar caminos de entendimiento que democráticamente tendrían que desembocar en los organismos máximos del partido que hace tiempo no funcionan.

Uno de los dirigentes consultados expresó su convicción de que los mediadores deberán proseguir una tarea en la que han fracasado numerosos mediadores desde que se originó la crisis tras los resultados de la convención que el 6 de marzo del 2011 escogió a Hipólito Mejía candidato presidencial para el 2012. Todos los intentos, incluyendo los impulsados por familiares y los que han involucrado a personalidades religiosas, han tropezado con la renuencia de Vargas a aceptar un diálogo. Los otros sectores, incluyendo a Mejía, siempre han mostrado disposición.

 

Los infinitos errores de Vargas Maldonado

Por Juan Bolívar Díaz
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A  cuatro semanas de la elección de Hipólito Mejía como candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) su presidente Miguel Vargas Maldonado y sus seguidores son los únicos en el país que lo desconocen, colocando a esa organización entre el chantaje y la división.

El excandidato presidencial del 2008 pretende negociar desde una posición de fuerza, prolongando irracionalmente una crisis que lo aniquila políticamente, socava las potencialidades del perredeísmo y alienta las aventuras inconstitucionales de quienes pretenden la reelección del presidente Leonel Fernández.

Ya no es simple pataleo.  A casi un mes de la elección de su candidato presidencial el PRD fue colocado al borde de la división cuando los partidarios del presidente del partido, Miguel Vargas Maldonado, destituyeron y luego expulsaron sumariamente al presidente de la Comisión Nacional Organizadora (CNO) de la convención, Enmanuel Esquea Guerrero y cerraron  sus oficinas en la casa nacional de los perredeístas. Las desconsideraciones alcanzaron a los demás comisionados, al punto que Hugo Tolentino tuvo que reclamar enérgicamente su derecho a ingresar al local del partido. Luego optaron por reunirse en las oficinas privadas de Esquea para evitar que estallara la violencia.

Cuatro semanas no han sido suficientes para que Vargas y sus más fieles adherentes se convenzan de que perdieron la votación del 6 de marzo, algo que fue documentado por el cómputo y la CNO, y reconocido por prácticamente todos los medios de comunicación, incluyendo la totalidad de los diarios. Casi a unanimidad los editoriales de los periódicos y los articulistas y analistas han ponderado el orden y entusiasmo en que transcurrió la elección primaria, dando crédito a sus organizadores.

Los impugnadores han arrojado sombras sobre la generalidad de los integrantes de la CNO pero han concentrado sus dardos en Esquea Guerrero, aunque el reconocido jurista ha tenido pleno respaldo de la mayoría de los comisionados, que se han hecho co-responsables de las decisiones, especialmente los independientes Milagros Ortiz  Bosch, Hugo Tolentino, Ivelisse Prats y Quico Tabar, todos con tan amplio crédito moral y ético, que muchos piensan que si ellos no pueden ser árbitros, deben cerrar ese partido.  También han tenido el respaldo de otros tres vinculados a la candidatura de Mejía, en tanto los cuatro de Vargas han apoyado las impugnaciones.

Posición de fuerza.  El mismo miércoles cuando las tensiones alcanzaron su mayor nivel, se produjo el primer encuentro entre comisionados de los dos sectores en conflicto convocados por el presidente de la Internacional Socialista para América Latina Martín Torrijos. Se esperaba la asistencia de Vargas y Mejía, pero el primero no concurrió, por lo que el expresidente se retiró. El jueves volvieron a reunirse bajo la mediación del abogado Nelson Espinal Báez, hijo del fallecido senador perredeísta (1963) y Procurador General (1983-86) Américo Espinal Hued, quien es egresado de la Universidad de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachusetts y experto en solución de conflictos.

Por lo que ha trascendido, el sector de Vargas es consciente de que no hay solución sin reconocer el triunfo de Mejía, pero negociando desde una posición de fuerza, casi chantajeando con la amenaza de división y con demandas insostenibles como que el expresidente acepte que votaron cientos de miles de peledeístas y reformistas, lo que ilegitimaría su candidatura.

Una aspiración sin precedente en el mundo democrático es que proclamen desde ya a Vargas como candidato presidencial para el 2016. También es difícil que le otorguen la candidatura vicepresidencial, dado que ya Mejía la pactó con Luis Abinader. Más viable es la participación en el gobierno en la proporción obtenida en la votación, lo que figuró en el “pacto de honor” que antecedió la votación del 6 de marzo, y que les garanticen mantener el dominio de la estructura del partido hasta el 2016, que también estarían reclamando, según un panfleto que circula en Internet.

El sector de Vargas cuenta  a su favor con el control de los cargos ejecutivos del partido, los locales y recursos y con la premisa de que Mejía es el más interesado en un acuerdo. Pero un reparto de hipotéticos puestos gubernamentales y un premio al arrebato antidemocrático, restarían  crédito al PRD en los sectores pensantes de la sociedad, donde ya hay disgusto por la prolongación de la garata mientras la nación afronta  la crisis institucional desatada con la inconstitucional aprobación de las leyes orgánicas y la amenaza de una improcedente  repostulación del presidente Fernández.

Una caterva de errores de Vargas Maldonado.  Una división del PRD sin contar con la menor legitimidad en la opinión pública sepultaría definitivamente la carrera política de Vargas Maldonado y sería la culminación de la caterva de errores tácticos y estratégicos en que ha incurrido al pretender que podía manejar ese partido como una empresa que había adquirido más por su fortuna económica que por carisma.

Su imagen se ha desfigurado desde que la noche de la votación se hizo proclamar ganador en base a una supuesta encuesta a boca de urna para alegar  que le habían hecho fraude al día siguiente cuando le comunicaron el cómputo oficial. Pretendió que no publicaran los resultados de la elección mientras él mismo se proclamaba ganador, y desde entonces se le ve como un resentido, en contraste  con sus habilidades empresariales.

Vargas ha tenido un pésimo asesoramiento político desde que como candidato presidencial en el 2008 trató de ocular los símbolos del PRD. Tras su derrota se lanzó a buscar la presidencia del partido, aunque tuviera que modificar sus estatutos que prohibían ser presidente y candidato a la vez, ignorando que desde su fundación en 1939 ese partido ha tenido una pluralidad de dirigentes y que ni sus dos grandes líderes, Juan Bosch y Francisco Peña Gómez,  reunieron esas dos condiciones a la vez. Tampoco los presidentes Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. Y es una de las razones por las que tiene casi 72 años.

Rodeado de dirigentes que no tenían mucha empatía con las bases  se empeñó en proclamar un “nuevo PRD”, donde un recién salido secretario general reformista se convirtió en su vocero. Aunque es una persona formal y cortés, el exitoso empresario es percibido como distante por los sectores populares.

Se creyó tan dueño del partido que antes de presidirlo y sin consultar sus organismos,  pactó con el presidente Fernández para aprobarle su Constitución, sin reparar en que prolongaba la carrera política del mandatario y habilitaba a Hipólito Mejía para que ahora le ganara la candidatura presidencial. Lo único que ha podido reivindicar como beneficio del pacto es que cambió el nunca jamás de la doble postulación presidencial  por la prohibición de la reelección consecutiva, y hasta eso ahora está en peligro. Desligó el PRD de las luchas populares y de las denuncias de corrupción, pero no pudo conseguir que le cumplieran el compromiso de aprobar una ley de partidos que mejoraría la competencia democrática.

Cuando le confirieron la presidencia del partido por consenso, tomó parte activa en la elección del secretario general y secretario de organización, confrontando a aspirantes que tenían arraigo en el “viejo PRD”, en vez de ser un ente arbitral, papel que tuvo que asumir la Junta Central Electoral. Y cuando hubo que escoger candidatos para la elección congresual y municipal, violentó el procedimiento democrático en la mayoría de los cargos para legisladores y síndicos, en beneficio de sus propios cuadros, dejando un reguero de inconformidad y un aguacero de impugnaciones ante las JCE. Fue simbólico que intentaran despojar a Hugo Tolentino de una candidatura a diputado después de cerrado el plazo de inscripción, para complacer a un acólito.

El último grave error fue subestimar al expresidentes Hipólito Mejía, auspiciando una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría de Obras Públicas durante los cuatro años de ese gobierno.-

No convencen a nadie

El problema de Vargas Maldonado es que sus argumentos no han logrado convencer a nadie más allá de sus más fieles seguidores, y aún entre éstos ha habido deserciones tan notables como la del jefe nacional de su campaña Alfredo Pacheco, y el jefe de la misma en el Cibao Mario Torres y muchos otros, y no faltan quienes mantienen un silencio forzado por la lealtad.

La objeción fundamental de que entre 200 y 400 mil peledeístas y reformistas habrían votado por Mejía ha resultado imposible de demostrar. Los escasos 1,924 votos observados, y el que no hubiese habido una sola impugnación en los 3 mil 641 centros de votación desacreditan las objeciones.

El hecho de que se desmantelara la antigua Junta Central Electoral, sin que se constituyera el nuevo Tribunal Superior Electoral deja al PRD sin una instancia arbitral externa, lo que alienta la prolongación del conflicto y las posibilidades de división.

Por de pronto los observadores estiman que el PRD desperdició el éxito obtenido en la jornada de votación y que su descrédito aumenta con cada día que se prolongue la crisis, aunque se pondera la serenidad y sensatez con que Hipólito Mejía ha asumido el conflicto, interesado en preservar la unidad partidaria, fundamental para su éxito en los comicios presidenciales.

El último grave error fue subestimar al expresidente Hipólito Mejía, auspiciando una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría de Obras Públicas.

 

El juego democrático a prueba en el PRD

Por Juan Bolívar Díaz
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Con la elección del candidato presidencial pautada para hoy el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) podría estar jugándose no sólo su democracia interna y su unidad, sino también las posibilidades de retornar al poder en los comicios presidenciales del año próximo.

La bipolarización entre un resucitado Hipólito Mejía, orlado por un carisma que lo acerca a las bases, y el presidente del partido Miguel Vargas Maldonado, con amplios recursos económicos y control de la maquinaria partidaria, pone en difícil trance al más antiguo de los partidos políticos dominicanos.

Evento trascendente.  En la opinión pública hay consenso en que la elección primaria perredeísta de hoy será trascendente de cara a los comicios presidenciales del año próximo y hasta para la fortaleza institucional de la nación en la medida en que salga fortalecido o debilitado el principal partido de oposición al régimen del presidente Leonel Fernández.

No sólo se juega la candidatura presidencial entre Miguel Vargas Maldonado e Hipólito Mejía, sino también la capacidad de los perredeístas para regirse por el juego democrático y convertirse en opción alternativa al gobierno de los últimos ocho años del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en franco proceso de desgaste.

Y hay quienes creen que hasta las posibilidades del debilitado proyecto continuista del presidente Leonel Fernández depende del desarrollo de la elección perredeísta. Quedaría liquidado con una demostración de fortaleza institucional y democrática que mejoraría la imagen del PRD, pero se alentaría y abriría perspectiva en medio de un proceso de irregularidades, arrebatos, y posibles fragmentaciones internas.

Hasta los mismos perredeístas reconocen que sus posibilidades de retornar al poder ocho años después que lo perdieran en medio de la crisis financiera del 2003-04, dependen de que puedan recuperar la confianza de los sectores medios y altos que le cuestionan sus reiteradas incoherencias internas.

De que el PRD sigue siendo un reducto popular no ha habido dudas para quienes han observado las masivas movilizaciones generadas en la campaña por la candidatura presidencial, y la atención que ha tenido en los medios de comunicación y en los más diversos sectores sociales y regiones del país.

Con el Partido Reformista en persistente proceso de subordinación al presidente Fernández y al PLD, el tripartidismo de las últimas décadas podría devenir en un régimen casi monopartidista con un fuerte debilitamiento o una división del PRD.

El problema del padrón.  Aunque Mejía aparece como favorito en más encuestas, lo mismo que en sondeos de radio y en tertulias, Vargas tiene ventajas en la estructura partidaria y en los cargos municipales y legislativos que podrían ser la diferencia en la jornada de votación.

El presidente del PRD se atribuye 138 de los presidentes municipales, 960 de 1028 presidentes zonales, 412 de 520 regidores, 52 de 57 alcaldes y 54 de los 75 diputados del partido. Y cuenta también con más amplios  recursos económicos que podría darle una mayor capacidad de movilizar electores. Sólo el viernes pagó una decena de páginas en los diarios mientras su contrincante no ocupó ninguna. Aunque uno de los estrategas de Mejía dijo que ellos estaban reservando recursos “para competir en la jornada de votación”, convencidos de que las elecciones se ganan también transportando e incentivando electores, delegados y activistas.

Atendiendo al hecho de que ambos grupos proclaman que ganarán por amplia diferencia, no debería haber tensiones en la jornada de votación. Y algunos perredeístas cruzan los dedos para que las urnas arrojen una diferencia significativa, pues los resultados cerrados originan conflictos y divisiones hasta en los gremios profesionales y los clubes sociales.

Los mayores peligros están identificados en el padrón de electores. Como el PRD, igual que los otros partidos, carece de un padrón de miembros actualizado, decidió utilizar el de la Junta Central Electoral, excluyéndole los dirigentes y militantes de los otros dos partidos mayores. Se ha dicho que por ello fueron excluidos entre 500 y 600 mil personas.

Aún así el sector de Vargas Maldonado ha insistido en denunciar supuestos aprestos gubernamentales para promover votación por Mejía. Eso es algo que se ha aducido en otras votaciones con el padrón universal, pero nunca se ha producido. Es difícil que ocurriera en proporción significativa si han excluido a los dirigentes y militantes y porque en los barrios, pueblos y mesas electorales, todos los activistas se conocen. Pero esa puede ser la piedra de conflictos y hasta de impugnaciones, aunque la Comisión Organizadora estableció el voto observado en determinados casos.

La ventaja del arbitraje.Una clara ventaja en el proceso ha sido la calificada Comisión Nacional Organizadora encabezada por Enmanuel Esquea Guerrero, Milagros Ortiz  Bosch y Hugo Tolentino, reforzada luego con Quico Tabar, a quienes se les reconoce una independencia, rectitud y honestidad a toda prueba.

La circunstancia de que la elección se produzca en la fecha originalmente señalada, sin los tradicionales aplazamientos, es ya un éxito que debe atribuirse a los organizadores. Y aunque haya habido excesos verbales y de propaganda, el proceso ha transcurrido sin violencia. Esos factores han alentado expectativas de que la elección primaria perredeísta concluya con éxito y sin graves conflictos que podrían ser devastadores también por el hecho de que desapareció la Cámara Contenciosa de la JCE y no se ha constituido el nuevo Tribunal Superior Electoral. Esta vez los perredeístas tendrán que decidir por ellos mismos.

El peligro de división no está determinado por diferencias ideológicas, que no son significativas entre los dos precandidatos, aunque Mejía y su equipo están más vinculados a las bases y a la historia del perredeísmo. El ex-presidente es más carismático, espontáneo y accesible a las masas, pero su locuacidad lo mete frecuentemente en problemas. Vargas Maldonado es más cerebral y planificador, pero al mismo tiempo más distante del ciudadano promedio y del popular.

Aunque las encuestas y los observadores dan ventaja a Mejía, habrá que esperar a  ver si sus partidarios acuden a votar tanto como los de Vargas. Gran parte de los perredeístas estarán luchando por la transparencia democrática y la unidad, conscientes de que son fundamentales para superar el fuerte dominio del PLD y sus aliados que han ganado las últimas cuatro elecciones.-

Sorprendente ascenso

Aunque fueron ocho los que en principio pretendían la candidatura presidencial perredeísta, desde finales del año pasado se produjo una bipolarización entre el expresidente Mejía y Vargas Maldonado, quien fue el candidato derrotado en la elección presidencial del 2008, a manos del doctor Fernández, quien ya había liquidado el intento reeleccionista de Mejía en el 2004.

Irónicamente fue el pacto para la reforma constitucional suscrito por Vargas Maldonado con el presidente Fernández en mayo del 2009, lo que abrió las posibilidades a Mejía de volver a ser candidato, ya que la anterior carta magna se lo impedía. Todavía a mediados del 2010 eran escasas las posibilidades de que éste  pudiera disputar en serio la candidatura presidencial para el 2012, mientras Vargas Maldonado parecía firme manejando a su antojo la estructura partidaria.

El resultado de los comicios legislativos y municipales en los que el PRD no pudo descontar el dominio político del PLD dio un gran aliento a Hipólito Mejía que ya en julio apareció empatado en las preferencias generales con Vargas y hasta con 8 puntos de ventaja entre quienes se consideraban perredeístas en la encuesta Gallup-HOY.  Pero la siguiente, a fines de noviembre recuperó a Vargas con clara ventaja de 14 puntos en la población general y 12 entre los simpatizantes del partido blanco.

Para mediados de febrero un renovado Hipólito Mejía, tras una cirugía que lo postró en noviembre, había recobrado la ofensiva y otra encuesta Gallup lo situó con una ventaja de 11 puntos en las preferencias generales y  más de 21 (60.6 a 39.0 por ciento) entre quienes se consideran perredeístas.  Desde entonces otras cuatro encuestas  diversas han dado ganador a Mejía y dos a Vargas Maldonado, con la sorprendente característica de que las seis señalan diferencias enormes entre los dos.

El Centro Económico del Cibao, Asisa Research (que mide para peledeístas), la Fogby International y la tradicional encuesta perredeísta de Ana María Acevedo otorgan entre 20 y hasta 28 puntos de ventaja a Hipólito Mejía, pero Alfonso Cabrera y Asociados (con muchos años en el mercado) registra más de 7 puntos de ventaja a Miguel Vargas, y la Hamilton es entre todas las que da mayor diferencia, 71 a 29 por ciento, en favor de Vargas Maldonado.