Desproporciones inaceptables

Por Juan Bolívar Díaz
JUAN BOLIBAR

I) Si el objetivo hubiese sido disuadir manifestantes para que no mortificaran al expresidente Leonel Fernández, líder y aspirante por cuarta vez a la candidatura presidencial de su Partido de la Liberación Dominicana, hubiesen bastado las decenas de agentes policiales apostados en la zona, y los cientos de seguidores allí transportados con suficiente anticipación.

Pero no, fue necesario contratar una tropa de choque disponible en la periferia social dominicana, constituida por un tigueraje siempre dispuesto a realizar las peores encomiendas, y el resultado no pudo ser más alarmante y desproporcionado, tanto que debió avergonzar a muchos de los invitados a la original conferencia de prensa con un periodista extranjero, porque los nacionales no tienen dimensión suficiente para el personaje.

La embestida en pleno corazón de la capital dominicana pareció obedecer a una encomienda mezcla de venganza y de terrorismo advertidor. Vengaban en el Nueva York Chiquito de Leonel la afrenta que le confirieron grupos de manifestantes en el Nueva York real hace algunas semanas. Y advertían a todo el que quiera entenderlo que los estrategas del nuevo eterno aspirante al poder no se ahorrarán los métodos que sean necesarios para contener el creciente repudio, incentivado por el hartazgo de impunidad que padecemos.

Esas hordas de perdonavidas que llegaron, algunos armados con bates de aluminio, recordaron etapas superadas de nuestro infantilismo democrático, como la de los paleros de Balá que entre 1960 y 61 pretendieron contener el descalabro trujillista, o la Banda Colorá que sembró el terror balaguerista diez años después. Absolutamente desporporcionado.

Esas imágenes de la señora Jeanne Marie Delgado, que solitaria logró penetrar el cordón y sacó un cartelito, agredida, zarandeada y despojada por cuatro fornidos malhechores, ofendieron la sensibilidad hasta de los más indiferentes, llenando a todos de bochorno, vergüenza y estupor.

La paliza y despojo de que fueron objeto reporteros y camarógrafos de Acento, Diario Libre y Antena Latina, y los empujones sufridos por el crítico columnista Raúl Pérez Peña, a la vista cómplice de oficiales y agentes del “orden público” y la seguridad ciudadana fueron un atropello absolutamente injustificado.

Todo absolutamente desproporcionado y degradante para la imagen del doctor Leonel Fernández, a quien se le pueden imputar muchos desaciertos y acciones ofensivas de la ética política, pero hasta ahora no vinculado a la violencia ni al terror contra sus contrincantes y contestatarios.

II) El Jefe de la Policía Nacional se atribuye haber detenido y enviado a la justicia a 152 mil delincuentes. Unos medios dijeron que en un año y otros que en lo que lleva en el cargo, lo que en vez de 12 meses serían 16, ya que el general Manuel Castro Castillo fue posicionado en el cargo el 26 de junio del 2013.

Tras la asombrosa revelación se han reiterado las imputaciones a la justicia de mano blanda con los delincuentes, lo que es injusto porque si esa cifra fuera cierta, habría que construir dos cárceles de dimensiones Najayo cada mes. Porque 152 mil entre 16 arroja 9 mil 500 mensuales, igual a 317 diariamente, incluyendo días de guardar.

Si esa cantidad de detenidos fueran encarcelados y procesados, cada tres meses habríamos acumulado más de los 26 mil reos que componen actualmente la población carcelaria dominicana. Habría que triplicar los tribunales, fiscales y jueces. Cualquiera se aterroriza de sólo calcular la cantidad de delincuentes que según el general Castro Castillo pare esta sociedad cada día, y cuántos serían los presos si tuviéramos una policía eficiente. Todo absolutamente desproporcionado.

 

Leonel protagonizaría la campaña electoral

Por Juan Bolívar Díaz
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El presidente Leonel Fernández no dejó dudas esta semana de que respaldará al candidato presidencial que escoja su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en la elección primaria del próximo domingo, aunque sea Danilo Medina, lo que reafirma la unidad y la fortaleza institucional de esa organización.

Pero al mismo tiempo adelantó que asumirá un protagonismo que podría reducir  el margen de diferenciación del candidato y traspasarle todo el desgaste de su gobierno cuando como presidente de la nación debería asumir un firme respeto a la formalidad y equidad democrática.

Panorama despejado.  A una semana de la elección del candidato presidencial del partido de Gobierno, el panorama luce despejado de los nubarrones y turbulencias que lo sacudieron en un  largo proceso interno que fue seriamente afectado por los intentos de imponer la repostulación del presidente Fernández.

El mandatario y líder del PLD no dejó dudas al proclamar el miércoles 16 que tan pronto se produzca la elección de su candidato se lanzará a las calles a promoverlo, anunciando la constitución de “un frente contra el retroceso” junto a los actuales aliados de su partido.

Fue significativo que sus propósitos fueron enunciados en una asamblea nacional que reunió a millares de dirigentes nacionales, provinciales, municipales y de base provenientes de todo el país con el objetivo de promover la participación en la votación primaria del domingo 26. Habló de un partido unificado y compacto y tomó  impulso y entusiasmo para prometer que “se verá al león recorriendo las calles por todo el territorio nacional, ondeando la bandera morada y entonando nuevos cantos de victorias”.

El discurso pareció una contundente respuesta a los que dentro y fuera de su partido han venido poniendo en duda que el líder peledeísta fuera a respaldar la ya virtual candidatura presidencial de Danilo Medina. La hipótesis fue promovida incluso por algunos de los más entusiastas promotores de la frustrada repostulación del mandatario, por oposición a Medina que siempre apareció como alternativa real para la candidatura presidencial del PLD para los comicios del próximo año.

Hasta en el PRD no han faltado quienes se frotaran las manos asumiendo que el presidente Fernández pudiera preferir un triunfo de la oposición para no correr el riesgo de una fuerte competencia por el liderazgo de su partido.

Esa presunción parte de la errática consideración de que auspiciando que su partido salga del poder, con todo lo que eso implica en el país, el presidente  va a preservar su liderazgo, como si él tuviera soberanía eterna sobre los intereses de los miles que disfrutan de las mieles del poder. Por demás, nadie garantizaría más la seguridad y la preservación del liderazgo del doctor Fernández que un presidente de su propio partido, sobre todo cuando tampoco podría reelegirse.

El equilibrio democrático.  Si el presidente vuelve a lanzarse en campaña con todo el Gobierno detrás, puede inclinar votos de los sectores populares, beneficiarios de los subsidios a través de tarjetas electrónicas, pero también generar mayor rechazo en las clases medias que están sufriendo las consecuencias de la crisis económica y que serán las que pagarán el mayor costo de los nuevos tributos que se busca imponer.

El “rugido del león” en las calles sin ser candidato presidencial ensombrecerá el carácter democrático del proceso electoral y acentuaría el rechazo de los sectores que vienen expresando preocupaciones por la institucionalidad nacional, que si bien no son muy significativos en términos cuantitativos, sí por su influencia en la opinión pública y en segmentos importantes de los sectores populares.

Una nueva grosería con los recursos estatales en campaña electoral en medio de una crítica situación económica no ayudaría mucho al candidato oficialista y abriría mejores perspectivas a Hipólito Mejía de ser aceptado en segmentos poblacionales en los ue mantiene rechazo, apuntalando una candidatura que las encuestas colocan en buena posición.

En ese escenario crecerían las posibilidades de un frente amplio de oposición que reuniría hasta a grupos independientes y distantes del perredeísmo, especialmente en una muy probable segunda ronda de votación, bajo la consigna de rechazar la imposición y el continuismo.

Aún en una democracia de mediana intensidad se puede entender que el presidente de la nación apoye a su partido y participe en algunas de sus manifestaciones de campaña electoral, pero no que él mismo y los altos funcionarios se lancen a una larga campaña electoral, implicando recursos del Estado. La mejor forma en que los funcionarios del Gobierno pueden y deben apoyar su candidato es concentrándose en el buen Gobierno, demostrando disposición a la austeridad y la rectificación, sobre todo en un período de estrecheces económicas.

La gran tentación.  El PLD llega a esta campaña colocado en una segunda posición en las preferencias electorales después de las cuatro últimas elecciones, lo que conlleva la tentación de apelar a los recursos del poder para tratar de neutralizar el desgaste. Pero esta será la primera vez que afronta una elección general con un grave déficit fiscal.

También llega a una campaña electoral con un acentuado temor de los sectores productivos de que un nuevo abuso de los recursos públicos, pueda aumentar los desequilibrios fiscales como ocurrió relevantemente en los comicios del 2008 y el 2010. Eso explica que el Consejo Nacional de la Empresa Privada propusiera esta semana que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que rige hasta marzo próximo, se extienda hasta finales del 2012.

Aunque en su discurso del miércoles el doctor Fernández manifestó optimismo sobre el futuro de la economía, la realidad está demostrando que no tenía razón cuando insistía en el supuesto blindaje de la economía nacional. Se ha visto obligado a proponer nuevos tributos económicos al comenzar la campaña electoral para aplazar una desestabilización económica y con ello la pérdida del principal atributo de sus dos periodos consecutivos de Gobierno.

El Gobierno terminará consiguiendo salvar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que le da acceso a financiamiento fundamental para el presupuesto de este año, pero las repercusiones objetivas y subjetivas de los nuevos impuestos apuntan contra la candidatura oficial, que sólo saldría adelante ofertándose como una nueva opción. Le será muy difícil salvarse si se le percibe como más de lo mismo.

Riesgos de un protagonismo

Si bien el discurso presidencial del miércoles produjo algarabía y satisfacción en un partido con tanto sentimiento de cuerpo como el PLD, una mirada más profunda podría generar algunas incertidumbres, la primera de las cuales es que el líder quiera mantener un protagonismo tan fuerte que eclipse o entre en competencia con el candidato presidencial.

Ya en la campaña electoral del 2010 el doctor Fernández recorrió el país en caravanas, pueblo por pueblo y barrio por barrio, como si hubiese sido candidato y se impuso la meta de ganar en todas las provincias, y sólo le faltó una, aunque su partido siguió reduciendo su votación, que cayó del 49 por ciento en el 2004, al 46 en el 2006, el 45 en el 2008 y sólo 41 por ciento en el 2010.

La mayor consecuencia de una irrupción de Fernández en la campaña es que reduciría el margen de diferenciación que debe mantener el candidato para eludir el desgaste de dos períodos consecutivos de Gobierno, que han elevado su desaprobación a tasas de 59 y 61 por ciento según las recientes encuestas Gallup-HOY y Penn, Schoen y Berland.

Lo peor que puede ocurrir a Danilo Medina es que después de varios años luciendo como alternativa y renovación del PLD herede todo el peso muerto y el descrédito del Gobierno, más aún cuando junto al presidente Fernández aparecerán como co-protagonistas las figuras más desacreditadas de su Gobierno, que fueron las que más hostilizaron a Medina y que ahora lógicamente querrán ocupar lugares destacados en los escenarios de campaña.

El mejor apoyo que puede dar el presidente a la campaña de su partido es dejar que el candidato ocupe todo el espacio como protagonista central, que pueda escoger su equipo y acompañantes fundamentales y que tengan posibilidad de crear nuevas ilusiones en un electorado que empieza a dar demostraciones de deseos de cambios políticos y económicos.

 

El proyecto continuista va cobrando su costo

Por Juan Bolívar Díaz

Con el arrodillamiento de las tres cuartas partes del Senado oficialista y con una mayoría de sus diputados esperando turno, el proyecto que impulsa la continuidad en el poder del presidente Leonel Fernández a pesar de la restricción constitucional, empieza a cobrar el costo institucional que esa práctica ha tenido en la historia nacional.

 Sin embargo, entre analistas políticos predomina el criterio de que aunque el mandatario aliente el plan al final terminará declinándolo por los graves obstáculos que enfrentará tanto al interior de su partido como en una sociedad cada vez más temerosa del costo institucional y económico que conlleva.

La bestia embiste duro.  La bestia del continuismo en el poder, que ha carcomido la institucionalidad democrática a lo largo de la historia de la República Dominicana, ha comenzado a mostrar todas sus garras a favor del doctor Leonel Fernández, contrariando la prohibición de la repostulación  presidencial de su propia y flamante Constitución.

El acontecimiento político de la semana fue el comunicado suscrito por 24 de los 32 senadores, en el cual se postran en disposición incondicional frente a la decisión que el doctor Fernández adopte en relación a las elecciones presidenciales del 2012, entregado a un satisfecho mandatario, en ceremonia  en el Palacio Nacional, el martes 9.

Dos días antes, en un acto público, el segundo líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), víctima de intrigas políticas por atreverse a aspirar a la candidatura presidencial, se vio precisado a anunciar que limitará sus actividades para dejar espacios a los actos políticos del Presidente, proclamando que no quiere confrontarlo.

 El ambiente es tan tenso en los círculos gubernamentales del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y aliados, que los senadores peledeístas por el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo tuvieron que explicar por qué no firmaron el comunicado. Los cuestionamientos al primero, Reinaldo Pared, son más fuertes por tratarse a la vez del presidente del Senado y secretario general del partido gobernante.

 Otros dos senadores que no suscriben el documento, el de Monte Plata, Charlie Mariotti, y el de Peravia, Wilton Guerrero, lucen los más resueltos disidentes del proyecto continuista, particularmente el primero, quien llegó a considerarlo “un hecho lamentable y un golpe a la Constitución y a la institucionalidad, que debilita al Senado”. Los senadores de Azua, Rafael Calderón, y el de Santiago Rodríguez, Antonio Cruz, tampoco firmaron, lo mismo que el de Sánchez Ramírez, Félix Vásquez, quien dijo que su candidato presidencial sería el ingeniero Carlos Morales Troncoso, presidente de su Partido Reformista Social Cristiano, aunque también canciller del gobierno. Amable Aristy aún no se había juramentado como senador por La Altagracia.

Se ha adelantado que se recolectan firmas entre los diputados para ampliar la adhesión incondicional suscrita por los senadores. Incluso se afirma que cuentan con unos 74 diputados que serían también las tres cuartas partes de la bancada peledeísta en la cámara baja. Y luego vendrán los síndicos, gobernadores y secretarios de Estado para reeditar la práctica horacista, trujillista y balaguerista del siglo pasado.

Fuerte impacto emocional.  Llamó la atención de los observadores la satisfacción con que el Presidente recibió la incondicionalidad del apoyo de los senadores que, aunque algunos quisieron disfrazar, no deja duda de sus alcances. Articulistas y comentaristas equipararon sus términos a las peticiones que se formularon a Horacio Vásquez, Rafael Trujillo y a Joaquín Balaguer en el siglo pasado.

Como aquellos, Leonel Fernández emerge como imprescindible para que “bajo su égida” la nación enfrente “las urgencias de largo plazo”, tareas “que requieren de un liderazgo firme, experimentado y con la visión necesaria para continuar recorriendo el camino del progreso”, ante incertidumbres internacionales que impactarán sobre el país, “por lo menos durante las próximas dos décadas”.

Los 24 senadores se manifiestan “testigos del debate que se suscita en los medios en torno a la reelección y los fieros ataques que se dirigen contra el gobierno”, por lo que le expresan apoyo y defensa “y sobre todo para seguir tras sus pasos, en cualquier circunstancia que la vida le depare”.

Más expresivos todavía, le dicen que él “merece tener la oportunidad de decidir el rumbo a seguir”, y se manifiestan prestos a acompañarle en la senda del progreso, ya que su figura es la que expresa la mayor posibilidad de armonizar un movimiento que sintetice las aspiraciones mayoritarias. Para añadir que “En la histórica y trascendente coyuntura que estaremos atravesando en mayo del 2012 su decisión final pesará mucho, y en ese tránsito ahí estaremos para acompañarle”, listos para “correr la suerte que usted corra en el porvenir”.

Ese discurso dista mucho de un partido democrático de la modernidad y choca con la Constitución que muchos de los firmantes aprobaron hace un año, proclamada en enero pasado por el propio presidente Fernández, la que, en su artículo 124, prohíbe la reelección presidencial consecutiva, lo que en ese aspecto fue fruto de un pacto del líder peledeísta con el ahora presidente del  principal partido opositor, Miguel Vargas Maldonado.

La paciencia de Danilo.  Danilo Medina se ha venido consolidando como la primera opción del PLD para suceder al presidente Fernández, manteniendo la lealtad de gran parte de los que le acompañaron en la lucha por la candidatura presidencial para los comicios del 2008, cuando compitió en desventaja con el mandatario. Tras año y medio de bajo perfil, el que fuera segundo hombre en los dos primeros gobiernos de Fernández se ha movido con sagacidad, recabando respaldo en diversos sectores sociales, incluidos  importantes empresarios. Su equipo afirma que han conformado 290 movimientos o grupos de apoyo.

Pero el domingo 7, Medina tuvo que dar un paso atrás buscando reducir las intrigas que lo responsabilizaban del “limitado éxito” del acto político de San Francisco de Macorís encabezado una semana antes por el presidente Fernández, el primero de una serie programada hasta enero “para juramentar nuevos peledeístas”. No sólo Medina estuvo ausente, sino también el secretario general Reinaldo Pared y la mayoría de los 25 miembros del Comité Político convocante, muchos de ellos adscritos al “danilismo”.

Al hablar en un acto público, Danilo Medina proclamó que no caerá en las intrigas del pasado y que evadirá la confrontación que algunos quieren, por lo que suspenderá sus actividades cuando el Presidente encabece algún acto, para que todos los suyos puedan participar. Enfatizó que quiere ser presidente de la República, pero por todo el PLD y sus partidos aliados y por los movimientos externos que lo apoyan. Describió la coyuntura diciendo  que “estamos pasando en este momento por una especie de turbulencia, pero en cuanto pasen los nubarrones el avión se va a estabilizar, y cuando se estabilice estará claro que Danilo Medina será el candidato del PLD”.

Desoyendo a seguidores y a críticos externos que plantean que ha debido ser más agresivo, Medina se ha manejado con paciencia y prudencia, pero amarrando dentro y fuera de su partido. La agresividad le hubiese conllevado mayores dificultades a sus seguidores frente al poder presidencialista y el caudillismo tradicional. Uno de sus asesores dijo que están tranquilos, conscientes de que hay lealtades muy fuertes ante el Presidente, pero seguros de que las resistencias se irán desvaneciendo.

Que corra la pelota

No hay dudas de que el presidente Fernández está dejando correr la pelota del continuismo con la esperanza de que se convierta en una avalancha partidaria y luego nacional, pero las circunstancias lucen tan desfavorables como las que enfrentó el presidente Hipólito Mejía, quien fracasó en el intento de reelegirse en el 2004.

Aunque muchos de los promotores del continuismo aducen que Fernández puede repostularse “porque la Constitución no tiene efecto retroactivo”, el mandatario posee luces suficientes para saber que sería un acto de ilegitimidad que sacudiría la institucionalidad democrática. Es por ello que ya adelantan su oposición sectores tan influyentes como los obispos católicos, que lo han expresado más contundentemente que nunca, y discretamente amplios sectores empresariales, temerosos de los costos no sólo institucionales sino también en estabilidad económica. Un empresario  recordó que el presidente Obama le advirtió a principios de año al colombiano Álvaro Uribe, cuando  le visitaba en Washington, que un tercer período de gobierno no era beneficioso para la democracia. Leonel buscaría un cuarto.

El único camino que daría alguna legitimidad a la continuidad de Fernández es una nueva reforma constitucional, pero de difícil ejecución, pues  conllevaría rupturas internas y externas, ya que tendría que comprar no sólo a todos los reformistas y a decenas de danilistas, sino también a por lo menos tres perredeístas, para alcanzar los dos tercios de votos de la asamblea nacional, necesarios para validarla. 32 senadores y 183 diputados suman 215. Dos tercios son 143. Y entre peledeístas y reformistas suman 140, y los perredeístas son 75.

Aún si lograra “conquistar” los dos tercios, los riesgos de rechazo serían altos, comenzando por la unidad del propio partido de gobierno, donde cada vez hay más tensiones, mientras el asombro y la incertidumbre ganan terreno en la sociedad dominicana. El continuismo ha comenzado a cobrar su costo.