La representación de las minorías

Por Juan Bolívar Díaz

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La ley del Congreso Nacional que canaliza la representación de las minorías políticas en la Cámara de Diputados, instituida en el artículo 81 de la Constitución recién proclamada, viene a satisfacer un viejo reclamo democrático que fue parte de uno de los primeros consensos para reformas políticas pactados por el sistema partidista dominicano.

La propuesta está consignada en el documento titulado “Una Reforma Política para el Futuro Dominicano”, suscrito el 7 de abril de 1994 por 16 partidos políticos reconocidos, fruto de una concertación auspiciada por la Fundación Siglo 21 en el marco del Proyecto Iniciativas Democráticas.

Aunque participó del consenso tras siete meses de negociaciones, el Partido Reformista Social Cristiano fue el único que al final no suscribió el pacto, lo que se atribuyó a que, entre múltiples reformas, prohibía la reelección presidencial, a la que su caudillo, Joaquín Balaguer, sólo accedió en la transacción política que saldó la crisis en que derivó su último gran fraude electoral un mes después.

A pesar del atraso, conviene reivindicar la ley de representación de las minorías en la Cámara de Diputados, con la esperanza de que no pase mucho tiempo sin que se honren otros de aquellos acuerdos como una “Ley de partidos” para la cual se concretaron tres objetivos fundamentales: garantizar la democracia interna, establecer un sistema de financiamiento moderno y flexibilizar los requisitos de reconocimiento de los partidos, al mismo tiempo que mecanismos más rigurosos para mantener la personería.

Contrasta que esta reivindicación fue consignada en la nueva Constitución, la que al mismo tiempo eliminó la separación de las elecciones, que figuró también en el pacto de 1994, por lo que fue incluida en la reforma constitucional de ese año. El objetivo, ahora anulado, era fortalecer los poderes Legislativo y Municipal víctimas del arrastre por el voto presidencial. Es decir que ahora se da un pequeño paso adelante y otro grande para atrás.

La ley de representación de las minorías fue aprobada por las dos cámaras legislativas y promulgadas por el Poder Ejecutivo en tiempo récord de tres días, sin permitir  ninguna consideración ni análisis, lo que facilitó una vulneración de su objetivo básico, ya que el texto permitiría abultar la representación de las mayorías.

 En efecto, el artículo 4 dispone cómo se asignarían los cinco representantes de las minorías: el primero para el partido que sin haber logrado escaño en las circunscripciones obtuviera la mayor votación sobre el uno por ciento del sufragio, el segundo para el que le siga y así sucesivamente. Pero consigna que en caso de que no haya suficientes agrupaciones con más del uno por ciento, los escaños sobrantes se asignarán a los que sacaron más del uno por ciento a razón de uno por partido.

 Si la ley hubiese existido para las elecciones congresuales del 2006, de acuerdo con sus resultados la distribución hubiese sido el primer escaño para el Bloque Institucional Social Demócrata, que sacó el 2.53 por ciento, el segundo para el Partido Revolucionario Social Demócrata, que obtuvo el 1.56 por ciento. El tercero para la Alianza por la Democracia con 1.55 por ciento, y el cuarto para Partido de Unidad Nacional que logró el 1.16 por ciento. Como ningún otro sacó sobre el 1 por ciento, el quinto hubiese ido a parar al Partido de la Liberación Dominicana, que obtuvo la primera mayoría.

Con el creciente bipartidismo podría darse el caso de que la mayoría fuera a los partidos dominantes, revirtiendo el objetivo de la representación de las minorías. Más justo hubiese sido distribuirlos todos proporcionalmente entre los que no alcanzaren escaños en las circunscripciones. Así con un resultado como el del 2006 al BIS le tocarían dos. O declarar desierto el quinto.

 Pero todo esto era mucha sofisticación para la prisa con que se aprobó la ley, tras 16 años de espera.

 

 

El PRCS atrapado y sin salida

 

Por Juan Bolívar Díaz

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Sumido en un largo proceso de dispersión y reducción, el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) hace el papelazo de su historia, mendigando una impúdica alianza con el gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y tendrá que terminar aceptando migajas para no quedarse sin pito, sin flauta y sin qué tocar.

Los colorados no podrán conseguir mucho porque antes de negociar, ya se habían atado a un acuerdo con el partido morado que además lo necesita cada vez menos porque no sólo ha ido absorbiendo sus dirigentes y cuadros, sino también porque el presidente Leonel Fernández con un neo balaguerismo, ha asumido las posiciones conservadoras.

Penoso espectáculo.  No deja de ser penoso el espectáculo que protagoniza el PRSC en las últimas semanas, aferrándose como tabla de salvación a una alianza con el PLD en términos indignos de una entidad que fue fundamental en el sistema político dominicano, en las tres décadas que mediaron entre 1966 y 1996. Aunque para muchos no ha resultado sorpresa, porque su vigencia fue fundada en el caudillismo de Joaquín Balaguer y sus capacidades para mantenerse en el poder utilizando todos sus recursos, incluyendo el fraude electoral.  Sumido en un progresivo proceso de extinción llama la atención la torpeza negociadora de sus dirigentes. Es que tan pronto el presidente Fernández se reeligió en el 2008 y propuso una nueva Constitución al juramentarse en agosto de ese año, los reformistas se entregaron como aliados para los comicios de mayo próximo.

 Sin tener nada en las manos, el archipiélago grupal en que ha devenido el reformismo, dedicó sus energías a disputarse la primacía en la gracia del nuevo caudillo. Cada grupo quería ser el interlocutor válido del líder peledeísta, conformándose con fragmentos del pastel gubernamental y los más diversos privilegios que se reparten desde un poder todavía sin límites institucionales ni éticos.

 Comparsa de la reforma constitucional del presidente Fernández quedaron como insignificantes tras el pacto de éste con el dirigente perredeísta  Miguel Vargas Maldonado, y han llegado al momento de definir alianzas sin haber asegurado nada para el colectivo político, degradados por el 4 por ciento de los votos que obtuvieron en las presidenciales del 2008,  que les redujo en dos terceras partes el financiamiento del presupuesto nacional.

En manos de Leonel

Todos los indicios son que la suerte del PRSC depende casi exclusivamente del presidente Fernández, cuya astucia política en aras de su dominio nacional de largo alcance le aconseja no asfixiar definitivamente a grupos que ya tiene en sus bolsillos, consciente de que aún el 4 por ciento de los votos que cosecharon los reformistas en el 2008 puede ser decisivo en futuras coyunturas. Al fin de cuentas, hasta el presidente del Partido Reformista es un subordinado del mandatario en su condición de canciller del Gobierno.

Por eso el mandatario ha preferido otorgar al PRSC la tabla de salvación de la candidatura a síndico de Santiago, a la que los colorados han apostado como cuestión de vida o muerte, tal vez porque es lo más significativo de poder que les queda y donde la relativa popularidad del actual alcalde José Enrique Sued puede rememorar viejos dominios. Se dice que entre los 25 miembros del Comité Político del PLD, sólo José Tomás Pérez y Francisco Javier han acompañado a Fernández en favorecer la candidatura de Sued ahora dependiente de tres encuestas.

Los reformistas están conscientes de su debilidad y rezan para que los seguidores del presidente Fernández no lo hagan quedar mal en Santiago, porque más allá lucen bien feos para la foto del 16 de mayo. Si fallan en la segunda ciudad tendrán que buscarle alguna compensación. La reafirmación del bipartidismo y el voto preferencial por los diputados han reducido la representación de los partidos minoritarios en el Congreso desde el 2002.

¿Pueden irse solos? Durante la reunión de la Comisión Ejecutiva del PRSC celebrada el miércoles 10, hubo brotes de indignación, por el papelazo que juegan en las negociaciones con el PLD, tanto que algunos pedían irse solos y Ramón Pérez Martínez salió en algún momento para expresar su descontento ante reporteros, llegando a sugerir que deberían contemplar la posibilidad de negociar con el PRD. Eso lo publicó el periódico digital 7 días.

Aunque nada se puede descartar en el pragmatismo político dominicano, parece un poco tarde para que los reformistas vuelvan a cambiar su rumbo para acercarse al principal partido de la oposición, como ocurrió hace cuatro años. Para los comicios del 2006 el PRSC comenzó negociando una alianza con el PLD, pero rompieron en noviembre del 2005. El 5 de diciembre reformistas y perredeístas anunciaron su propósito de pacto.

La “Alianza Rosada” del 2006 resultó muy cuesta arriba y costó tres meses de negociaciones, siendo finalmente proclamada el 28 de febrero, al término del plazo para registrarla en la Junta Central Electoral. Aún así el PRD y el PRSC llevaron candidaturas separadas en tres provincias. El resultado arrojó un  buen negocio para los reformistas y vergüenza para los perredeístas, peor cuando de inmediato los primeros persistieron en buscar la cobija del presidente Fernández. Con esos antecedentes y a dos semanas del plazo, luce casi imposible una reedición de aquella alianza, lo que deja al PRSC con la única salida de participar solos, exponiéndose a un descalabro casi total. Sin duda que eso lo saben los peledeístas y por ello no están dispuestos a muchas concesiones. Como nunca en su historia, el gallo colorado luce atrapado y sin salida en la red de sus propias debilidades. Los reformistas no han podido asumir el papel de opositores a ninguno de los cuatro gobiernos que han seguido al final del imperio balaguerista en 1996, en esencia porque aparentemente no pueden vivir sin alguna porción de los privilegios del poder.

La decadencia reformista quedó de manifiesto en los comicios de 1996 cuando hasta el propio Balaguer traicionó la candidatura de su partido para dejarlo en un pírrico 13 por ciento, que se elevó al 17 por ciento en los congresuales y municipales del 98, para volver al 25 y 24 por ciento en el 2000 y 2002. Pero desde el 2004 cayeron en picada con un 9 por ciento, elevado al 11 dos años después para rematar en ese sepulturero 4.6 por ciento del 2008. Sin proyecto ni identidad propia, disperso en media docena de grupos, el PRSC escenifica una espectacular agonía, víctima también del bipartidismo que su propio  caudillo incentivó cuando prefirió a los peledeístas en detrimento de sus propios pupilos, haciendo honor al    viejo predicamento caudillista de que “detrás de mi el diluvio”.-

Difícil negociación

El PRSC y el PLD tienen todavía tiempo para alcanzar algún acuerdo para los comicios de mayo. Ya los colorados no tienen alternativa de acuerdo con la otra fuerza política nacional, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y tampoco pueden participar solos en los comicios porque corren el riesgo de esculpir su epitafio. El plazo para registrar alianzas concluye el 2 de marzo próximo, (setenta y cinco días antes de los comicios) pero las negociaciones de candidaturas pueden extenderse otros quince días, pues las mismas deben registrarse a más tardar 60 días antes de la votación.

El PRSC parte del supuesto de que no debe negociar para obtener menos de los 4 senadores, 28 síndicos y 22 diputados que obtuvo en las anteriores elecciones congresuales y municipales, aunque en el proceso ha perdido 3 de los cuatro senadores y al menos cinco diputados e igual número de síndicos que se han pasado a los dos partidos dominantes.

 Si parten de resultados de las encuestas, de las que dispone abundantemente el PLD, los reformistas no predominan hoy día más que en la provincia Altagracia, donde el caudillo regional Amable Aristy Castro sigue señoreando gracias a su gran capacidad de repartición. Lo mismo ocurre en casi todos los municipios, excepto Higüey y Santiago y uno que otro pequeño.

Como es lógico los peledeistas reivindican el derecho de encabezar  las candidaturas  en todas las jurisdicciones donde tienen mayoría, con el agravante de que tienen otra docena de partidos aliados, a los cuales tienen que garantizarles alguna representación, en la mayoría de los casos un síndico, y varios regidores y no más de dos diputados.

Es en las candidaturas a senador, síndico y regidor donde los reformistas pueden asegurar más, porque los diputados son más difícil de garantizar debido al voto preferencial, ya que en una alianza la mayoría peledeísta preferirá votar por sus compañeros de partido. Sólo se evitaría otorgando al PRSC todas las candidaturas a diputados de algunas circunscripciones.