2011: un año de incertidumbres

Por Juan Bolívar Díaz
http://hoy.com.do/image/article/679/460x390/0/194FB16D-AD02-4264-8E57-59C4EFF277B4.jpeg

El  2011 concluye con tantas incertidumbres como comenzó, primero  institucionales y políticas, y ahora en el orden económico sin que pueda asegurarse si el Gobierno quiere y puede mantener el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), congelado en el último trimestre.

A pesar de altos déficits fiscal y en la cuenta corriente de la balanza de pagos, con un volátil escenario económico internacional y encarecimiento de las importaciones que agravan el déficit de balanza de pagos, el Gobierno logró mantener la estabilidad macroeconómica y el crecimiento gracias a un alto endeudamiento.

Fracaso del continuismo.  Durante todo el primer trimestre del año el país fue sometido a un fuerte estrés político-institucional cuando tomó cuerpo el intento de imponer una nueva repostulación del presidente Leonel Fernández a pesar de la prohibición incluida en la Constitución que él mismo había promulgado un año antes.

Una parte de los funcionarios del Gobierno y dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y hasta la primera dama se manifestaron partidarios de otra reelección del doctor Fernández, mientras desarrollaban una movilización nacional en procura de dos millones de firmas para avalar el proyecto.

Paralelamente se desarrollaban acciones como la elección de un secretario general “provisional” de la Liga Municipal, la aprobación de la Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura sin los dos tercios de los votos que manda la Constitución e intento de desconocer el límite de los 75 años para la elección de los miembros del nuevo Tribunal Constitucional, que configuraron un “relajamiento institucional para condicionar la sociedad a cualquier salto”.

El 14 de marzo aumentó la tensión cuando el Presidente se declaró “en reflexión” sobre la posibilidad de repostularse. El domingo 27 de marzo en un acto masivo recibió “más de dos millones 200 mil firmas” en libros encuadernados donde se le pedía que se postulara. Fue el 8 de abril cuando finalmente el mandatario anunció que declinaba la candidatura, aunque avalaba el argumento de los “ingenieros constitucionalistas” y algunos abogados de que podía optar por la reelección.

Para entonces ya se había lanzado la precandidatura presidencial del vicepresidente Rafael Alburquerque y el 10 de abril la de la primera dama Margarita Cedeño, tratando de crear una alternativa a la de Danilo Medina que había corrido casi solo. En medio de tensiones intrapartidarias  ella pronunciaría un dramático discurso de declinatoria al final del mes. Y Alburquerque apoyaría a Medina antes de que éste fuera finalmente electo candidato presidencial el 26 de junio, poniendo fin a las incertidumbres. Predominó la voluntad democrática en el partido gobernante.

 Intensa movilización social.  Por encima de las profundas insatisfacciones expresadas en las encuestas y recogidas por los medios de comunicación, especialmente por el desempleo, elevación del costo de la vida, la corrupción generalizada y el incremento del narcotráfico y la inseguridad, la sociedad dominicana protagonizó este año intensas luchas que incluyeron marchas, protestas y un paro casi general de actividades en junio.

Lo más relevante del año ha sido la amplia movilización social en reclamo del cumplimiento del mandato legal y ahora también constitucional de destinar el 4%  del Producto Interno Bruto a la educación. La incorporación de grupos juveniles y segmentos de clases medias y altas a las manifestaciones constituyó un aliento para los que promueven un mayor sentido de ciudadanía como contrapeso el pragmatismo salvaje en que ha devenido la actividad política.

Una Coalición por la Independencia de la Justicia concertó también a numerosas entidades de diversos estamentos sociales en los reclamos porque se elijan los jueces de la Suprema Corte y los nuevos tribunales Constitucional y Superior Electoral en función de la integridad y la capacidad y no por simple conveniencia política. También hubo grupos que se movilizaron contra la delincuencia y la corrupción, aunque los órganos del ministerio público no produjeron ni un solo proceso judicial y ni siquiera parecieron preocuparse por las denuncias de malversación que se produjeron casi cada semana, incluso en auditorías de la Cámara de Cuentas.

La movilización más exitosa del año fue la que en el primer trimestre logró hacer respetar la Constitución, reivindicando el carácter de las leyes orgánicas y poniendo freno a los intentos continuistas que amenazaron hasta la integridad del partido de gobierno y sobre todo la institucionalidad democrática nacional. El empresariado, las iglesias, las instituciones que luchan por la vigencia de la democracia y el fortalecimiento institucional, así como gran parte de los medios de comunicación constituyeron un sólido valladar social.

El mayor éxito del Gobierno.  El Gobierno ratificó su éxito en mantener la estabilidad macroeconómica con un crecimiento del producto bruto proyectado al 4.5%, en el promedio regional, inflación del 8% e ínfima devaluación, pero continuando el endeudamiento interno y externo que ha duplicado la deuda dominicana en 7 años.

Crece la convicción de que esa pista se está agotando. En este 2011 por primera vez hubo que dedicar más del 50% del monto de los ingresos fiscales al servicio de la deuda.

El déficit fiscal que a finales de septiembre el Banco  Central cuantificó en más de 35 mil millones de pesos, volverá a sobre pasar los 50 mil millones, por cuarto año consecutivo. Aunque en junio hubo que hacer una rectificación fiscal poco ortodoxa para buscar unos 12 mil millones de pesos. Peso a ello las recaudaciones quedaron por debajo de lo presupuestado en diez mil millones de pesos. Mientras el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos se proyecta sobre los 5 mil millones de dólares, un diez por ciento del PIB.

A lo largo del año siguieron siendo intensos los cuestionamientos a la política de inversiones y el gasto social a lo que se atribuye que la población no perciba los beneficios del crecimiento económico, mientras devastadoras evaluaciones internacionales dejaban al país en absoluto descrédito, como las de competitividad del Foro Económico Mundial que lo declaró campeón mundial en malversación de los recursos públicos y en confianza en la Policía, entre 142 naciones evaluadas.

El año concluye con gran incertidumbre sobre la suerte de la institucionalidad democrática y la estabilidad económica en medio de una nueva dispendiosa campaña electoral que se vaticina con ribetes de arrebatos por la incursión de todo el Gobierno en la promoción de su candidatura para cuyo triunfo ya el propio presidente Fernández tuvo la osadía de anunciar que invertiría 40 mil millones de pesos.

El acuerdo con el FMI ha quedado frisado. El Gobierno no ha pasado con éxito ninguna de las evaluaciones trimestrales desde su firma en el 2009, y desde septiembre no ha podido presentar una nueva carta de intención para reanudarlo, mientras adelantaba venta de bonos por 250 millones de dólares con cargo al presupuesto de 2012 de por sí sobrevaluado, convertía en deuda una línea de crédito de 210 millones de dólares en el Banco de Reservas y elevaba sobre esa cifra su deuda con los generadores eléctricos.

Economistas, empresarios, comunicadores y hasta el gobernador del Banco  Central han dejado constancia de la conveniencia de reanudar el acuerdo con el FMI, con la esperanza de que pueda moderar el vaticinado desguañangue de la economía nacional en aras de la prolongación en el Gobierno.

Resucitó y llegó papá

El mayor partido de la oposición, el Revolucionario Dominicano (PRD) también fue sometido a fuertes tensiones en el proceso de elección de su candidato presidencial para los comicios de 2012, lo que culminó temprano el 6 de marzo con la resurrección política del expresidente Hipólito Mejía, quien fuera derrotado de forma aplastante en el 2004 cuando intentó la reelección en medio de una devastadora crisis financiera.

Al grito de “llegó papá”, el agrónomo Mejía logró una victoria que muy pocos creían posible al comienzo del año, superando por 7 puntos al presidente del partido blanco Miguel Vargas  Maldonado, el cual había sido candidato para la elección del 2008. La elección de Mejía fue más sorpresiva por cuanto su contendiente controlaba los cargos ejecutivos del partido, su Comisión Política y gran parte de los legisladores, alcaldes y dirigentes provinciales.

La elección generó grandes tensiones que sacudieron el PRD y sólo a regañadientes Vargas aceptó dos meses después que Mejía fuera proclamado candidato, y desde entonces mantiene una “presidencia institucional” del partido, sin participar en ninguna actividad de la campaña electoral y más bien proyectando una imagen de resentimiento sin límites en lo que parece un hecho sin precedentes en el mundo, aunque gran parte de quienes le promovieron han optado por la decisión partidaria.

Pero la resurrección del agrónomo Mejía no fue sólo en su partido, sino en el ámbito nacional, pues la generalidad de las encuestas, especialmente las más acreditadas, como la Gallup y la Penn Schoen-Berland lo han proyectado encabezando las preferencias electorales, bordeando el cincuenta por ciento. Para los analistas políticos él posicionamiento de Hipólito Mejía ha constituido “el retorno del año” como lo proclamaron los seis periodistas que participaron el viernes en el debate periodístico de fin del año de Teleantillas.

El presidente disipa las incertidumbres

Por Juan Bolívar Díaz

http://hoy.com.do/image/article/607/460x390/0/AEA43BBE-8643-48B6-99A6-39505288BCE7.jpeg

La decisión del presidente Leonel Fernández de no buscar la repostulación para las elecciones del próximo año, que sería seguida por la revocación de la aprobación irregular de las leyes orgánicas, disipa las incertidumbres y temores que se venían expresando sobre la institucionalidad democrática nacional.

Debe satisfacer a la sociedad organizada el anuncio de que el mandatario se concentrará en la gestión gubernamental para enfrentar los problemas de la nación y que asumirá un rol de neutralidad en la elección del candidato de su partido sin inclinar la balanza a favor de ningún precandidato y que respaldará al que resulte electo.

Arbitraje democrático.  Lo que sí fue para muchos sorpresivo es la afirmación de Fernández de que como presidente del PLD asumirá un “rol de neutralidad”, de que no influenciará para inclinar la balanza a favor de ninguno de los que competirán por la nominación presidencial, los que serán proclamados hoy domingo, así como que respaldará y trabajará a favor de quien su partido escoja.

 La tajante afirmación provocó alivio entre los seguidores de Danilo Medina, quien aparece en las encuestas y en la percepción general con una gran ventaja en relación a los demás competidores, y contradice a muchos que juraban que el mandatario se emplearía a fondo para cerrarle el paso por haberlo desafiado al buscar la candidatura presidencial hace 4 años. Se le ha atribuido incentivar la precandidatura del vicepresidente Alburquerque, lanzada con profusión de propaganda desde diciembre, y la de la primera dama en los últimos días.

Al asumir ese papel el presidente muestra racionalidad política, pues dadas las ventajas en que las encuestas colocan a Medina, comprometerse con algún precandidato conllevaría el riesgo de auto inflingirse una derrota política, de abusar de los recursos del poder y de provocar una fractura en su partido.

Entre los aspectos más positivos del discurso presidencial estuvo el planteamiento de que “en lo inmediato mi objetivo central será el de concentrarme en la tarea de Gobierno, a fin de enfrentar los distintos desafíos globales que tanto impacto tienen en los diversos sectores de la vida nacional”.

Los problemas económicos derivados de las alzas de precios internacionales y los déficits fiscales acumulados por el Gobierno, particularmente por la campaña electoral del 2010, que mantienen en suspenso el vital acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, es de los factores que desaconsejaban emprender el camino continuista y que más preocupaciones generaban, sobre todo en un empresariado temeroso de los desbordamientos de gastos que históricamente conllevan las campañas reeleccionistas.

Seguirá la distensión.  Ya el martes 5 uno de los senadores que había aparecido promoviendo el continuismo expresó en forma confidencial que el Presidente había tomado la “decisión definitiva” de no repostularse y dio seguridades de que además “a partir del lunes también se resolverá el asunto de las leyes orgánicas”. Por de pronto la del Tribunal Constitucional ya fue enviada a una comisión de la Cámara de Diputados, que podría solucionar el conflicto rechazando con dos terceras partes las observaciones del Poder Ejecutivo, o admitiendo que sin esa proporción queda como ley lo ya aprobado.

El problema es más complejo con la Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura, que fue la que los diputados dieron por aprobada con las observaciones del Presidente sin contar con los dos tercios de los votos como instituyen los  artículos 102 y  112 de la Constitución, lo que generó un escándalo entre expertos constitucionalistas, legisladores, dirigentes sociales y comunicadores que lo estimaron como un golpe de Estado constitucional.

La rectificación podría ser dada por no aprobada y, en consecuencia, rechazada la observación presidencial y promulgar el texto original que fue sancionado con los votos de la oposición. También contemplan promulgar el texto dado por aprobado irregularmente y que de inmediato el Presidente someta un proyecto de modificación para que sea procesado acorde con la Constitución.

Lo relevante es que al abandonar el proyecto continuista carece de sentido insistir en aprobar las leyes orgánicas sin los dos tercios de los votos. Porque ya no requieren un voto adicional para el Presidente en el Consejo de la Magistratura, ni imponer a Luciano Pichardo, con más de 75 años, en el Tribunal Constitucional, ni condicionar a la opinión pública a las interpretaciones de la Constitución. En otras palabras, que “muerto el perro se acabó la rabia”.

Confunde tanta generosidad.  Al presidente Fernández le faltó elegancia al no señalar las reales causas por las que declinó su repostulación, validando la opinión de un par de abogados que se atrevieron a sostener que hasta el 2016 no se le aplica el artículo 124 que prohíbe la reelección, pero ignorando la opinión casi unánime de los expertos constitucionalistas, incluidos los que redactaron su proyecto de Constitución.

La realidad fue que Fernández se encontró con un muro de contención que le interpusieron los jerarcas de las iglesias, particularmente los obispos católicos, el sector empresarial, las organizaciones más activas de la sociedad civil, la comunidad jurídica en general, más de un tercio de los diputados  y los medios de comunicación que exigieron hasta el cansancio respeto a la Constitución, muchos sosteniendo que no podían concebir que el doctor Fernández la fuera a violentar.

Asumió que la Constitución es como las leyes que no tienen efecto retroactivo, pero ignorando el “nunca jamás” de la anterior Carta Magna. Pero al mismo tiempo se comparó con el legendario Aníbal que a la puerta de Roma consideró que tenía fuerzas para tomarla, pero temió destruirla. Habló de las vías de la reforma constitucional y del referendo consultivo y aprobatorio, pero olvidó que no tiene los votos para transitarlas y que el simple intento dividiría hasta su partido.

Lo mismo hizo cuando aludió a la primera vez que “generosamente” eludió el camino continuista, en 1998. Olvidó decir que entonces también lo definitivo fue que no contaba con los votos precisos para modificar la Constitución, y que aunque intentaron comprarlos, no pudieron conseguir los necesarios.

Aquel sábado 25 de julio del 1998, cuando el Senado pasó el día reunido esperando el proyecto de reforma constitucional que el presidente Fernández no envió, pese a la histórica exhortación de Amable Aristy a que se pusiese los pantalones, el conteo que se hizo en el Palacio Nacional no arrojó los votos necesarios para aprobarlo. El PLD sólo tenía un senador y 14 diputados, apenas el 10 por ciento de la Asamblea Nacional Revisora. Aún contando con todos los reformistas sólo llegaban al 55 por ciento y necesitaban el 67 por ciento. Habían “convencido”  a una decena de perredeístas, pero eran 18 los que tenían que “conquistar”.

Cuando en agosto del 1998 cambió el Congreso la correlación de fuerzas fue peor, porque entonces el PRD pasó a tener 107 legisladores,  60 por ciento de la Asamblea. Por eso fue que entonces, como ahora, el presidente Fernández no pudo seguir el camino del continuismo.

Discurso tranquilizador

Solo, sin las multitudes que le acompañaron 12 días antes cuando le entregaron  2 millones 200 mil firmas en reclamo de que se repostulara aún por encima de la Constitución, el presidente Leonel Fernández disipó las incertidumbres este viernes 8 de abril, al anunciar que desestima la petición. Lució rígido y adusto, a diferencia del domingo 27 de marzo en el Palacio de los Deportes, cuando apareció triunfalista proclamando que “el país entero dijo sí”.

La decisión presidencial provocó alivio en amplios sectores sociales y políticos, particularmente en el liderazgo de la sociedad civil, del empresariado, las iglesias y la comunicación social, que durante meses se empeñó en advertir con insistente reiteración que el artículo 124 de la Constitución cerraba la posibilidad de una reelección, sin que sus propulsores contaran con el necesario apoyo legislativo para modificarlo y que el proyecto dividía hasta el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), de Gobierno.

El discurso del doctor Fernández no fue sorpresivo,  pues fue precedido de  advertencias desde el fin de semana pasado de que él había adoptado la decisión. Incluso los principales promotores del continuismo, los “ingenieros constitucionalistas” Félix Bautista y Freddy Pérez, habían dado señales de que su proyecto estaba definitivamente en caída. El primero publicó una página en los diarios con una carta que pareció un tambor de retirada.

La multiplicación de la promoción de la precandidatura presidencial de la primera dama, la doctora Margarita Cedeño, que incluyó cinco páginas en casi todos los diarios en días consecutivos, fue otra señal de que el Presidente había tomado la difícil decisión. En tanto dirigentes y legisladores oficialistas se volvieron locuaces para dar seguridades de que las turbulencias de las que había hablado Danilo Medina estaban a punto de cesar para estabilizar la nave del PLD y su Gobierno.