La elección del PRM podría ser definitoria

Por Juan Bolívar Díaz
26_04_2015 HOY_DOMINGO_260415_ El País13 A

La elección de su candidato presidencial hoy domingo representa un gran desafío para el nuevo Partido Revolucionario Moderno (PRM) cuyo éxito podría representar una nueva ilusión política democrática en un panorama caracterizado por la concentración del poder, crisis del sistema político y la desesperanza de la ciudadanía.

El éxito de su prueba electoral ratificaría la reducción del viejo Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y abriría espacio para un amplio frente de oposición que equilibraría la competencia política, pero su fracaso ratificaría la dominación absoluta del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

En el sendero del éxito. No se le ha reconocido suficientemente, debido a la desilusión en el funcionamiento democrático de los partidos políticos, y porque los usufructuarios del poder y su amplio aparato comunicativo prefieren y alientan la actual dispersión de la oposición política, pero los dirigentes del PRM llegan hoy a su votación primaria transitando un camino exitoso.

Fue en apenas nueve meses, desde que la Alianza Social Dominicana (ASD), nutriéndose de la crisis del PRD, cambió su nombre por el de Partido Revolucionario Moderno el 5 de julio del 2014, que logró establecer estructuras en los 156 municipios y 234 distritos municipales, así como en decenas de zonas en las mayores concentraciones urbanas del país.

Esa amplia organización territorial fue posible porque contó con la integración de miles de militantes y dirigentes perredeístas que abandonaron el más antiguo partido del país, en la peor división de su historia de tres cuartos de siglo. Pero ha sido relevante que el proceso culminó sin mayores escándalos y pocas divergencias por los cargos, con la excepción de Tony Peña Guaba, quien prefirió retornar al PRD, tras no conseguir la secretaría general del nuevo partido.

El éxito se debió a que en la mayoría de los casos, y a todos los niveles, se ratificaron en el PRM los cargos que ostentaban en el viejo partido, pero también a la convicción de que no podían repetir los arrebatos y confrontaciones en que degeneró el perredeísmo, y a que Hipólito Mejía y Luis Abinadcer, quienes obtuvieron el 47 por ciento de los votos encarnando la candidatura presidencial del PRD en el 2012, arrastraron una alta proporción de sus cuadros y se propusieron dar ejemplo de concertación.

Entre Hipólito y Abinader. Aunque también la abogada Geanilda Vásquez y el politólogo Amaury Justo Duarte compiten por la candidatura del PRM, la apuesta es casi absolutamente entre Abinader y Mejía, como lo han mostrado las encuestas del último año, que han otorgado mayores preferencias al economista, aunque ambos han asegurado que saldrán victoriosos, con el primero presentando en público mayores apoyos internos y externos, pero al segundo se le atribuye la ventaja de la experiencia política.

Las últimas seis encuestas Gallup-HOY, desde abril del 2013 a febrero 2015, han otorgado progresiva ventaja a Luis Abinader para la candidatura presidencial, primero por el PRD y luego por el PRM, tanto en el universo de los encuestados como entre quienes se manifestaban simpatizantes o partidarios. En febrero pasado 44.8 a 15.5 en la totalidad y 69 a 28 por ciento entre perremeístas.

Sin embargo, otra encuesta acreditada, la Penn, Schoen Berland, publicada por Noticias SIN en marzo, presentaba un resultado dividido y menos dispar: Abinader preferido 42 a 38 por ciento en el universo, pero Mejía lo superaba 52 a 45 por ciento entre quienes simpatizaban por el PRM. En la Encuesta Greenberg-Diario Libre, entre probables votantes Abinader supera a Leonel Fernández en hipotética segunda vuelta 46 a 43 por ciento, mientras Mejía casi empata 42 a 43 por ciento.

La generalidad de las encuestas ha favorecido las posibilidades de Luis Abinader por la baja tasa de rechazo que registra, sólo comparable con la del presidente Danilo Medina, que ha liderado en todas. En cambio Mejía ha competido con Leonel Fernández en las más altas tasas de rechazo. Y mucho más joven y más cercano a la sociedad civil, Abinader aparece con mayores posibilidades de encarnar un frente opositor, aunque Hipólito es más carismático, lo que lo acerca más a los sectores populares mayoritarios.

Podría definir el panorama. Hay concierto entre analistas en que la convención del PRM este domingo 26 podría definir el panorama electoral de cara a los comicios del año próximo. Si no arroja un claro ganador y hay conflicto, se afianzará la ausencia de expectativa y el pesimismo generalizado de que no hay posibilidad de disputar el poder al PLD y por lo menos equilibrar su dominio legislativo.

Si el resultado de la primaria perremeísta es claro y se cumple de inmediato el compromiso firmado el jueves por los precandidatos de que “el triunfo de cualquiera será el triunfo del partido” y que “primará en sus actuaciones la visión del bien general de la nación y de la democracia dominicana”, quedaría abierto el camino para constituir la anunciada “Convergencia por un mejor país” como alternativa electoral.

Un éxito democrático en el PRM generaría ilusión de oposición y repercutiría en la lucha interna del PLD, acentuando la tendencia de los peledeístas a irse por el “camino seguro” de la reelección, pero al mismo tiempo le haría más difícil conseguir votos para modificar la Constitución entre los 78 diputados perredeístas y perremeistas. También pondría en mayores dificultades al PRD y su candidato, Miguel Vargas Maldonado, ya reducido a preferencias de un solo dígito en las encuestas y hasta a 3-4 por ciento. Incentivaría el trasvase de perredeístas, muchos buscando candidaturas a los 4 mil 100 puestos electivos a disputarse el 15 de mayo del 2016.

Institucionalidad y jubilaciones. El fracaso del PRM facilitaría que parte de sus diputados y los del PRD acepten las ofertas de negociar su apoyo a la reforma constitucional para la reelección, aunque también podría alentar a la tendencia de Leonel Fernández sobre la base de que “no hay oposición que impida el triunfo del PLD”. Quedarían todavía otras opciones emergentes, como la de Guillermo Moreno y su Alianza País, que registra crecimiento en las encuestas, pero aún sin el reconocimiento legal, con poco tiempo para levantar este año una estructura nacional y con ínfimos recursos para competir.

La convención de hoy no sólo podría definir la suerte del PRM, sino también romper el limitado dilema Danilo/Leonel y señalar la suerte inmediata y de mediano plazo de la institucionalidad democrática nacional ahora mismo en ascuas por un nuevo proyecto reeleccionista cuyo éxito parece depender, como siempre en la historia nacional, de la debilidad de las instituciones nacionales, incluyendo los partidos, y de la capacidad para comprar y corromper voluntades políticas y legislativas.

El triunfo de Luis Abinader podría hasta definir también la jubilación de Hipólito Mejía, Miguel Vargas y Leonel Fernández. En cualquier caso el economista, con menos de 50 años, quedaría en el campo de batalla al igual que Guillermo Moreno.-

El desafío del padrón

El expresidente Mejía y el economista Abinader se han disputado con mucha altura la candidatura presidencial perremeísta, cuidándose de aparecer muchas veces juntos, no descalificarse ni ofenderse, preconizando entre sus seguidores que se necesitan mutuamente si quieren recobrar la credibilidad que perdieron por las extremas confrontaciones escenificadas en el partido de donde provienen.

Se vaticinaba que sería imposible que en pocos meses pudieran elaborar un padrón para escoger candidatos para los comicios del año próximo, Rescataron uno de los viejos padrones perredeistas depositados en la Junta Central Electoral, del cual excluyeron los que figuran en los listados de los partidos mayoritarios cruzándolos informáticamente. Y abrieron un período menor de un mes para nuevas inscripciones, que totalizaron unas 300 mil. Cerraron un padrón de 2 millones 100 mil ciudadanos, después de revisiones en municipios, distritos y zonas, sin objeciones ni disensiones significativas. Esperan que entre 500 y 600 mil acudan a las urnas hoy en 2 mil 500 centros de votación.

Pero por encima del optimismo con que se han expresado tanto la Comisión Nacional Organizadora, presidida por Milagros Ortiz Bosch, los dos principales dirigentes del partido, Andrés Bautista y Jesús Vásquez, o los mismos precandidatos, el padrón de electores sigue siendo el talón de Aquiles para el éxito de la convención. Como telón de fondo está la anterior elección primaria del PRD, en el 2011, que constituyó a Hipólito Mejía candidato presidencial para el 2012. El perdedor Miguel Vargas Maldonado aún alega que fue vulnerado por el supuesto voto de entre 200 y 300 mil peledeístas. Una comisión organizadora de tanta credibilidad como la de ahora, entonces presidida por el doctor Enmanuel Esquea, desechó el alegato y aunque pocos le dieron crédito, fue la fuente de la gran división del PRD. Además de la exvicepresidenta Ortiz Bosch, en la organización hay otras personalidades inobjetables como Sonia Guzmán, Hugo Tolentino, José García Ramírez, Antonio Almonte y Antonio Rodríguez.

La Convergencia decantaría la crisis del partidismo

Por Juan Bolívar Díaz
partidismo

En la medida en que se acerca el desenlace de la crisis del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que es su inminente división, se perfila la Convergencia por un Mejor País, que busca constituirse en un amplio frente que capitalice la oposición al gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

El pasado domingo, ocho grupos políticos proclamaron la Convergencia con una agenda programática general a la espera de concertar un programa de gobierno, mientras esta semana el partido reconocido Alianza Social Dominicana será rebautizado como Partido Revolucionario Mayoritario.

Hacia nuevo ciclo político. El documento de proclamación de La Convergencia comienza reivindicando los anhelos políticos y sociales de las últimas cinco décadas, tras la desaparición de la tiranía trujillista para iniciar “un nuevo ciclo político” que “no solo desplace la corporación PLD del poder en 2016, sino que produzca una transformación profunda del modelo económico, del sistema político y la sociedad dominicana, esfuerzo posible si logramos una vigorosa coalición de fuerzas políticas y sociales, usando adecuadamente las armas y las herramientas de la política del siglo XXI”.

La estrategia fundamental parte de “la superación de los abismos existentes entre las fuerzas políticas y el movimiento social”, con una coalición no solo de partidos sino de grupos diversos de la sociedad, desde el empresariado hasta las comunidades de base “con el interés de plantear soluciones a los problemas más sensibles de la ciudadanía”.

Reconocen el “deterioro que padece la clase política” por lo que se empeñarán en “construir una voluntad democrática que impregne confianza y entusiasmo en la población”, con propuestas presentadas “desde el pluralismo y la tolerancia, con prácticas y actitudes favorables a la creación de una relación necesaria entre el movimiento social y el movimiento político”, a través de la participación en las propuestas programáticas y en el Gobierno.

Proponen articular un espacio plural y abierto para congregar “una amplia gama de posiciones políticas, ideológicas y sociales” con capacidad no solo para ganar la presidencia de la nación, sino para alcanzar una significativa representación congresual y municipal “con propuestas que vayan más allá de un simple cambio de autoridades”.

Buscan incorporar otros. El manifiesto de La Convergencia fue presentado por los partidos reconocidos Frente Amplio y Partido Humanista Dominicano, por el PRD Mayoritario, el Foro Renovador del PRD, y los movimientos políticos sociales La Multitud, Red de Acción Política, Ciudadanos y Ciudadanas por la Democracia y Dominicanos por el Orgullo Nacional.

La exvicepresidenta Milagros Ortiz Bosch y el politólogo Pedro Catrain, de los principales ideólogos de La Convergencia, explican que están entregando el manifiesto a una serie de entidades políticas y sociales, a la vez que los invitan a participar en la concertación del programa de gobierno.

Aspiran a lograr la incorporación de los partidos como Alianza País, Alianza por la Democracia, Partido Revolucionario Social Demócrata y Dominicanos por el Cambio, que lideran Guillermo Moreno, Max Puig, Hatuey de Camps y Eduardo Estrella.

En la concreción del programa esperan incluir cuestiones vitales para reducir la corrupción, la impunidad, el clientelismo y al reparto del Estado, y señalan asuntos como la incorporación de las entidades sociales en el Consejo Nacional de Ética, la supresión de organismos inoperantes y suplicantes de funciones, de cientos de vicecónsules, embajadores y cargos innecesarios, así como de las nominillas, dentro de una política de prioridades en la inversión y el gasto.

También proscribir barrilitos y cofrecitos de los legisladores, con el compromiso de dedicarse a sus funciones constitucionales, y gestión municipal absolutamente transparente y participativa. Los estrategas están convencidos de que el compromiso concreto con las principales demandas de la sociedad producirá una avalancha que sacudirá el sistema partidista, aunque reconocen que para alcanzar esos objetivos tendrán que aunar grandes energías, “espantando los fantasmas del grupismo autodestructivo que ha afectado tanto al PRD como a los partidos y grupos de izquierda, que una y otra vez han impedido la sumatoria de los sectores democráticos y progresistas”.

Esperan que esa avalancha no solo liquide lo que quedará del viejo PRD, sino que genere un terremoto en el PLD. Todo ello en base al rechazo que las encuestas marcan al actual sistema partidista.

El desafío de candidaturas. Cuando se discute a fondo con los promotores de La Convergencia, se llega siempre al desafío que representan las candidaturas, no solo la presidencial, sino también las legislativas y municipales.

Milagros Ortiz y Catrain dijeron el viernes por Teleantillas que esperan tener candidatura presidencial para octubre, o a más tardar para comenzar el 2015.

Conciben la elección con el padrón universal, llamando a toda la población a elegir sobre las propuestas que formulen los partidos y grupos coaligados.

De los actuales participantes solo el Frente Amplio ha señalado su candidato, Fidel Santana, y se espera que otros, incluyendo los que aún no se han comprometido, presenten candidaturas, lo mismo que el PRD Mayoritario, el cual tiene el desafío de decidir entre Hipólito Mejía y Luis Abinader. El primero no ha dicho si la buscará, pero el segundo lleva más de un año en campaña. Hasta ahora los dos se mantienen unidos en la creación de la estructura que sustentará el PRD Mayoritario, conformada por la dirección media y de base del perredeísmo.

Todos reconocen que si los perredeístas transportan el grupismo y el clientelismo tradicional, La Convergencia quedaría corta.

Un proyecto de reglamento elaborado a principio de año concibe que el 80 por ciento de los cargos sean elegidos en votación abierta, y el restante 20 por ciento para asegurar la representación de las minorías políticas y de los grupos sociales.

Pero eso está aún por definirse, esperando la incorporación de otros partidos y núcleos sociales.

La suerte está echada. Para los dirigentes de lo que ya se conoce como “PRD Mayoritario”, la suerte está echada, porque tienen la convicción de que la elección de dirigentes del viejo partido culminará el próximo domingo en “otra imposición de Miguel Vargas con el apoyo del Tribunal Electoral y la Junta Central Electoral de Leonel Fernández”, a quien dan por candidato presidencial del PLD.

Han dado apoyo al intento de polarización con Vargas protagonizado por Guido Gómez Mazara, pero la actitud antidemocrática de aquel, la exclusión de casi dos tercios del viejo padrón del PRD y la parcialidad de la comisión organizadora, no dejan margen a la duda. Por eso proclamarán esta semana el PRD Mayoritario.

La decisión está basada en todas las encuestas que, como la Gallup HOY, han dejado entre 9 y 13 por ciento las simpatías de los perredeístas por Vargas Maldonado, entre dos tercios y tres cuartas partes inclinados a seguir los pasos de Mejía y Abinader.

Una investigación del Centro Económico del Cibao al primero de junio indicó que el 72 por ciento de los perredeístas apoyaría La Convergencia y el 21 por ciento no lo haría.

El 68 por ciento se integraría a ella y el 23 por ciento no lo haría. El 70 por ciento dijo que Abinader y Mejía tienen la real representación del PRD, y el 15 por ciento la atribuyó a Vargas Maldonado.

La agenda programática

Los propulsores de La Convergencia parten de una agenda de cuatro capítulos generales a ser enriquecidos por los actores sociales y políticos en un proceso de concertación democrática para “desmontar el antidemocrático modelo peledeísta, erigido sobre la base de la corrupción, la impunidad y el clientelismo”.

En el capítulo 1, “participación electoral con transparencia” plantean “una reformulación integral de las normas que rigen el proceso electoral”. Si bien apoyan la promulgación de una Ley de Partidos y del régimen electoral, lo consideran insuficiente para lograr la libertad de elección, por lo que incluyen la modificación de la actual composición del Tribunal Superior Electoral y la Junta Central Electoral.

Los objetivos estructurales, en el capítulo 2, parten de la reestructuración del modelo económico “para que las grandes mayorías puedan beneficiarse de las riquezas del país, incentivando los sectores productivos, la generación de empleos de calidad con salarios dignos y derechos laborales garantizados, así como el aumento de la inversión social dirigida a combatir la pobreza y la desigualdad, garantizando una distribución equitativa de la inversión pública entre las diversas provincias del país”.

Esbozan acciones en los sistemas educativos, eléctrico y la seguridad social, en materia de derechos humanos y seguridad ciudadana, y en políticas internacional y migratoria, incluyendo una Asamblea Nacional Constituyente “para desatar los nudos autoritarios existentes y reconfigurar los principales poderes públicos”.

El capítulo 3 se refiere a “objetivos Coyunturales”, como convertir la Loma Miranda en parque nacional, la impunidad, código laboral y servicios públicos, y el cuarto se refiere al medio ambiente, mujer y género, juventud, discapacidad y diversidad.

 

Los perredeístas se aferran a una difícil reunificación

Por Juan Bolívar Díaz

Aunque quedó sellada la división con la constitución de dos comités ejecutivos esta semana, dirigentes de ambos sectores en conflicto se aferran a la posibilidad de un entendimiento que rescate la unidad del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), conscientes de que separados van al ostracismo político.

La persistencia en mantener las expulsiones y suspensiones de cuatro dirigentes, encabezados por el  expresidente Hipólito Mejia, abortó un proyecto de acuerdo que iniciaría el proceso de convención para elegir nuevos dirigentes en el cual se daría mayoría al sector de Miguel Vargas Maldonado en la Comisión Organizadora.

  Un regalo envenenado.  Los contactos para evitar la división definitiva del PRD se iniciaron una semana antes de constituirse los dos comités ejecutivos que ahora se disputan la representación de la organización. Según lo que se ha podido establecer, esta vez partieron del sector que lidera Miguel Vargas Maldonado. Los primeros contactos los realizó el profesor Aníbal García Duvergé y luego el general retirado Miguel Soto Jiménez.

Escogieron como interlocutores a integrantes de la “Tercera Fuerza”, que tiene como principal figura a Luis Abinader, a través de Guido Gómez Mazara, Tony Peña Guaba, Neney Cabrera, y Eligio Jáquez. Dicen que García Duvergé expresaba preocupación por la división del partido. Los terceristas mostraron disposición a la búsqueda de una fórmula que auspiciara la reunificación.

La primera propuesta fue llevar a Gómez Mazara de secretario general, lo que ya había sido formulado públicamente hace dos semanas por un columnista del Listín Diario y funcionario diplomático. A Peña Guaba le ofrecieron la secretaría de Organización. En ambos casos a ser presentados y electos en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que convocaría Vargas.

Gómez Mazara rechazó “muy cortésmente” la propuesta, consciente de que implicaba un intento de dividir a los terceristas de los otros sectores perredeístas adversarios de Vargas. Lo mismo hizo luego Peña Guaba, pero ambos insistieron en que  podían proseguir explorando caminos de entendimiento. Las fuentes aseguran que en una segunda etapa Peña rehusó también la secretaría general.

Luis Abinader dijo el viernes en un comunicado que se mantuvo al tanto de las conversaciones, y autorizó a Peña Guaba a representarlo, coherente con su posición de favorecer cualquier esfuerzo “para lograr un acuerdo entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas”, pero que nunca se reunió con Vargas Maldonado como le atribuyeron a éste.  Enteró al expresidente Mejía de los contactos y éste también los favoreció.

La fórmula fracasada.   En conversaciones de varios días se concretó una fórmula de seis puntos presentada el miércoles 31 de agosto: Convención Nacional para elegir nuevos dirigentes del partido el 23 de febrero del 2014; elección de una Comisión Nacional Organizadora integrada por 15 miembros, de los cuales 9 serían del sector Vargas y 6 de Mejía y los terceristas; a más tardar el 30 de noviembre quedaría establecido el padrón nacional de militantes electores; que las próximas autoridades serían las responsables de organizar posteriormente la convención para elegir los candidatos a las elecciones generales del 2016; y que las expulsiones y suspensiones se podrían revisar en una segunda etapa. Llegaron a contactar a Monseñor Agripino Núñez para que obrara de mediador. Vargas pidió que llamaran al Cardenal López Rodríguez.

Entre los terceristas predominaba la disposición a aceptar los términos propuestos en su mayoría por el sector de Vargas, entendiendo que la Comisión Organizadora asumiría la dirección del partido, “como es tradicional y dado que el período de elección del presidente ya venció”,  pero no lograron especificarlo en el proyecto de acuerdo y el otro sector insistía en que el período de Vargas concluye en febrero, aunque en realidad fue juramentado por cuatro años el 19 de julio del 2009.

A media tarde del miércoles, en víspera de las dos convocatorias del CEN, se reunieron de urgencia los contradictores de Vargas. Abinader llevó la propuesta, ante la cual Hipólito Mejía respondió que “no seré obstáculo” pero no pueden contar con mi participación”. El rechazo fue absoluto de parte del otro expulsado, el expresidente en funciones del PRD, Andrés Bautista, y de los suspendidos el exsecretario general Orlando Jorge Mera y la exsecretaria de Organización Geanilda Vásquez, aunque esta  dijo que ella estaría dispuesta hasta a renunciar posteriormente, pero no podía aceptar un acuerdo que la mantuviera como expulsada.

El rechazo más enérgico fue expresado por Enmanuel Esquea, quien dijo que sería “una claudicación y una indignidad”, originando un incidente con Peña Guaba, quien se consideró ofendido. Milagros Ortiz Bosch, Fello Suberví y otros se sumaron al rechazo. Abinader precisó, en su comunicado, que el intento fracasó “porque los representantes del sector mayoritario del PRD no estuvieron de acuerdo con aceptar las expulsiones dispuestas por el grupo de Vargas”.

¡Acuerdo con exclusiones?  Los terceristas que acogían la propuesta de Vargas están convencidos de que este no tiene la menor fuerza partidaria para ganar una convención (hablan de 8 y 10 por ciento lo más aduciendo encuestas) aunque controlen la Comisión Organizadora, lo que implica una subestimación de la ventaja del 9 a 6 para imponerse en el proceso, y más aún contando con la última instancia  de las cortes electorales fruto del pacto de Vargas con el expresidente Leonel Fernández.

Si bien ese optimismo podría ser discutible, luce imposible un acuerdo que mantenga las expulsiones y suspensiones. Y como dijo Esquea, parecería hasta indigno y claudicante. Con el agravante de que fortalecería el sector de Vargas y le daría impulso para otras imposiciones, o para entorpecer  el proceso y prolongar la agonía elevando su costo político y al final dejándolos sin tiempo para levantar otra opción.  Hasta fuera del PRD es difícil de concebir un acuerdo duradero y que rescate la democracia interna manteniendo expulsados y suspendidos por un tribunal parcial al expresidente de la República y último candidato presidencial que sacó 47 por ciento de los votos batallando contra todo el poder del Estado y la disensión interna, y a los tres mayores dirigentes del partido después de Vargas: Bautista, Jorge Mera y Geanilda Vásquez.

A menos que los expulsados y suspendidos fueran masoquistas, la fórmula era inviable y su sola consideración por los terceristas, tendía a debilitarlos, a separarlos de Mejía y a fortalecer las imposiciones de Vargas quien subordina todo acuerdo a que le den la próxima candidatura presidencial. Este no consiguió la separación con el rechazo de Guido Gómez y Peña Guaba a aceptarle dos cargos directivos importantes, pero sembró cizañas entre sus contradictores, anotándose un triunfo parcial.

Abinader, quien parece avanzar entre los perredeístas cansados de la  confrontación, “reiteró su posición” de que “estoy y estaré siempre en contra de la expulsión de Hipólito Mejía y de los otros dirigentes meritorios del partido”, pero también cree que la solución de la crisis pasa por “la celebración de una convención democrática, una sola convención en que participen todos los perredeístas”. Eso es imposible manteniendo expulsiones y suspensiones unilaterales que son esencia de la crisis que se busca superar. Es obvio que el deseo de mantener la unidad partidaria es fuerte en los terceristas, pero el sector de Vargas oferta poco al altar del entendimiento.

Divididos pero aferrados al PRD.  El primero de agosto marcó la división formal del PRD, la más significativa tras la renuncia del profesor Juan Bosch y la fundación del Partido de la Liberación Dominicana en 1973.  Pero aquella vez la franquicia quedó en manos de un líder de la dimensión de José Francisco Peña Gómez, que fue capaz de mantener la mayoría.

Aunque se eligieron dos comités ejecutivos paralelos, nadie tiene duda que el Tribunal Superior Electoral, donde Vargas Maldonado tiene representación y aliados, seguirá como hasta ahora dictaminando a su favor, como hizo y reiteró recientemente al negarse a contactar 600 exclusiones en el listado de miembros del CEN perredeísta.

Eso determina que sus contradictores estén más dispuestos a pactar algún entendimiento, y probablemente persistirán intentando salvar la unidad del partido luchando desde dentro. Pero corren el riesgo de dividir sus fuerzas, por lo cual las expulsiones y suspensiones seguirán siendo punto crítico.  Su preocupación obedece a la voluntad de la mayoría de los perredeístas que rechazan la división, pero tropiezan  con los sectores que buscan negocio económico y político con el desguañangue de uno de los partidos fundamentales del sistema político, el más votado en la última elección.

Pero en ambos sectores hay quienes saben que separados no alcanzarán más que algunos diputados y regidores en la próxima elección. Vargas contaría con la franquicia PRD, pero partiría de una minoría claramente indicada en las encuestas, que tuvo que apelar al Gobierno para que la fuerza pública le garantizara celebrar la reunión de su CEN, y que mantiene una casa nacional sitiada por hombres armados, mientras el otro sector sesionaba sin protección.

Para cualquier observador era fácil contactar que una gran mayoría de los dirigentes nacionales del PRD y de los militantes conocidos estuvo en la reunión del CEN convocado por los expulsados y suspendidos, pero quienes han sido ineficientes en hacer valer su fuerza en términos políticos.

La fuerza de Vargas sigue radicando en las cortes, pero si sus contradictores resisten, la división será profunda y le será difícil salir adelante y reconstituir una instancia política en capacidad de hacer efectiva oposición y disputar el poder al continuismo peledeísta. La prolongación de la lucha ya satura el cansancio nacional frente a sus carencias. Tiene otra ventaja: es mandante único frente a múltiples cabezas.

Los intentos de revertir la división iniciada en la convención del 2011 siguen y seguirán, pero cada vez con menos perspectivas porque no hay clara intención de dar paso a la expresión democrática, por ejemplo constituyendo  una Comisión Nacional Organizadora de la Convención equilibrada con dirigentes razonables o de consenso.-

 

El PRD al borde de su peor división

Por Juan Bolívar Díaz
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El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) afronta lo que podría ser su peor división, tras haber superado seis anteriores en los 74 años que acaba de cumplir, ya que actualmente carece de grandes propósitos y de un líder en capacidad de reunificarlo y devolver la vida a sus órganos atrofiados.

Con ventajas en los tribunales Electoral y Constitucional, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado,  encarnando un “nuevo PRD” se encamina a quedarse no sólo con la casa nacional partidaria, que el viejo perredeísmo ya perdió dos veces, sino también con el nombre y los símbolos, y también con la subvención estatal.

Pasos hacia el abismo.  Cada semana el perredeísmo da nuevos pasos hacia el abismo de una división que esta vez tiene signos ominosos por la ausencia de líderes como Juan Bosch o José Francisco Peña Gómez que en el pasado mantuvieron o rescataron la mística que ha extendido por tres cuartos de siglo de existencia de la más prolongada organización política nacional y de las más antiguas de América Latina.

A pocos ha sorprendido que el Tribunal Superior Electoral (TSE) siguiera dando aprobación a las expulsiones y suspensiones dictadas por un tribunal disciplinario constituido en juez y parte, en contradicción con elementales principios del derecho, dejando a los afectados sin más recurso que apelar ante el Tribunal Constitucional. Pero en este como en el Electoral el grupo de Vargas cuenta con ventaja fruto del pacto que, sin aprobación partidaria, hizo en el 2009 con el expresidente Leonel Fernández.

El presidente del PRD rechazó de inmediato la propuesta del expresidente Hipólito Mejía para que la Iglesia Católica mediara en busca de una salida concertada a la crisis, y para no dejar dudas de su firmeza convocó para hoy domingo una reunión del Comité Ejecutivo Nacional que ratificaría las sanciones de la semana anterior.

Con el expresidente Hipólito Mejía y el presidente en funciones Andrés Bautista expulsados, e impedidos de participar en la reunión del CEN, al igual que los suspendidos Orlando Jorge y Geanilda Vásquez, se ignora si el grueso de sus seguidores y aliados internos concurrirán a la cita de este domingo. En cualquier caso estarían en desventaja dentro de un local donde no caben los 2,307 miembros que constituyen el organismo de acuerdo con la nómina que registró Vargas ante la Junta Central Electoral el 18 de mayo pasado, justo el día en que su partido concluía la campaña electoral.

Esa nómina ya está reconocida por el TSE, aunque Enmanuel Esquea Guerrero,  expresidente del PRD y abogado de los expulsados y suspendidos, sostiene que excluye a unos 300 de los 1,790 miembros que tenía cuando ratificaron a Vargas Maldonado  como presidente en el 2009 y cuando en el 2011 fue proclamado Mejía como candidato presidencial, y que incluye a unos 550 nuevos.

En manos de Vargas.  La división es un hecho, porque Vargas Maldonado ha demostrado que quiere el partido para él solo, el “nuevo PRD” que proclamó al ser investido presidente, donde nadie le dispute su preponderancia y que no se le ocurra volver a descartarlo como candidato presidencial, como ocurrió en la última convención del 6 de marzo del 2011.

Cuenta con las ventajas de las cortes y el apoyo del expresidente Leonel Fernández y su partido en el poder, y con la dispersión e ineficacia de la mayoría de sus contradictores.

Se quedará no solo con la Casa Nacional, que mantiene encadenada desde mediados del año pasado, sino también con el nombre y los símbolos del viejo partido, así como con la subvención del Presupuesto Nacional, que el año pasado significó 374 millones de pesos, el 0.5 por ciento de los ingresos fiscales.

Para 2013, como no hay elección se reduce al 0.25 por ciento, pero como crecen las recaudaciones, alcanzaría 254 millones de pesos, con el estimado de ingresos de 384 mil millones de pesos.

Con apenas un puñado de los dirigentes nacionales del PRD, y dado que confrontó al candidato presidencial que arrastró a más del 90 por ciento de sus militantes y obtuvo el 47 por ciento de la votación nacional, Vargas tendrá escasas posibilidades de reunificar ese partido y rescatar sus apoyos externos.

Más aún por su limitado carisma político y por girar hacia la derecha política, un espacio que corresponde a Leonel Fernández, el próximo candidato presidencial del partido oficialista.

Con un poco de suerte, el “nuevo PRD” podría sobrevivir gracias al financiamiento público y con el reparto de candidaturas para los comicios del 2016. Pero le resultará muy difícil remontar el descrédito que sufrirá en la imagen democrática que acumuló durante décadas y que le dio vigencia a pesar de la frecuencia con que la pluralidad ha devenido en confrontación abierta.

Una prolongada agonía.  El PRD es víctima de una prolongada agonía, originada en el pragmatismo que  afecta al sistema partidista, y que en su caso ha adolecido de una renovación del liderazgo en todos sus niveles. Decenas de dirigentes nacionales ya cansados, frustrados o resignados, ni siquiera han protestado tras haber sido excluidos por acción individual.

Los organismos perredeístas, desde los comités de base al CEN, dejaron de ser operantes y solo eso explica que se permitieran el lujo de ir a las elecciones presidenciales del año pasado con un presidente que junto a un pequeño núcleo, trabajaba para provocar la derrota, algo insólito y sin precedente en la democracia.

La mayoría de los dirigentes del partido blanco, incluyendo los de edad media, y cientos de jóvenes formados en los cursos de gestión política quedaron inmovilizados en medio del conflicto, a lo que contribuyó la reducción del conflicto a la confrontación entre Vargas y Mejía, y que éste aceptó el juego sin echarse a un lado y llamar a la renovación del partido para preservarlo, aunque tanto en la campaña electoral como después dejó abiertas las puertas a un entendimiento que salvara la unidad.

Hipólito Mejía fue responsable en parte de la degradación de la mística y la democracia interna del perredeísmo cuando desde la Presidencia, entre el 2000 y el 2004, practicó el autoritarismo y compró voluntades para imponer una inútil reforma constitucional que le permitiera buscar la reelección en condiciones que obligaban a una alternativa.

Se impuso sobre símbolos perredeístas como Milagros Ortiz Bosch, Emmanuel Esquea Guerrero, Hugo Tolentino Dipp y Hatuey Decamps, quien terminó expulsado.

Dos derrotas consecutivas como candidato presidencial debieron ser suficientes para que Hipólito Mejía promoviera una renovación.

El haber obtenido el 47 por ciento de la votación en una elección tan desigual, luchando hasta con el presidente de su partido en contra, le ha permitido mantener su esperanza de volver al poder, ignorando que una parte de ese sufragio fue por sanción a la gestión del PLD. Eso ha contribuido a inhibir a muchos partidarios de la renovación.

No hay quien salve al PRD. La validación de las expulsiones y suspensiones por el TSE puede ser el golpe de gracia a la unidad del PRD que quedaría profundamente escindido y con un nuevo liderazgo fundado en el pragmatismo político. Sería la octava división del partido blanco y esta vez con preponderancia de una minoría de sus dirigentes y sin un líder en capacidad de reunificarlo. La primera fragmentación ocurrió en 1940, al año de fundado en el exilio, protagonizada por su primer secretario general, Juan Isidro Jimenes Grullón, quien luego crearía la Alianza Social Demócrata.

Recién llegado al país en 1961, dos de sus tres precursores, Nicolás Silfa y Ramón Castillo, se fueron casi solos para constituir el Partido Revolucionario Dominicano Auténtico y el Partido Progresista Demócrata Cristiano. No hicieron mella a un partido que lideraba Juan Bosch. Otra insignificante fue la salida de Rafael Peguero Méndez, quien con otros nueve diputados expulsados, adquirió la franquicia del Partido Popular Cristiano en 1998.

La mayor división del PRD fue la protagonizada por el profesor Juan Bosch en diciembre de 1973, cuando renunció para constituir el Partido de la Liberación Dominicana. Se quedó con el local nacional, pero la mayoría se mantuvo en el partido blanco que ya contaba con el liderazgo de relevo de Peña Gómez, que 4 años y medio después lo llevaría al poder.

La escisión del perredeismo fue casi a la mitad tras la derrota electoral de 1986, protagonizada por las rivalidades de los grupos del candidato perdedor Jacobo Majluta y Peña Gómez, que dieron origen a dos partidos el Revolucionario Independiente y el Bloque Institucional Social Demócrata. Otra vez el liderazgo peñagomista logró rescatar la unidad para resurgir con fuerza. La séptima y última fue originada en la expulsión de Hatuey Decamps, quien lo presidía, y constituyó el Partido Revolucionario Social Demócrata, quedándose con el local nacional.

Ironía de la política nacional. Hipólito Mejía contribuyó a elevar el protagonismo político de Miguel Vargas. Lo mantuvo sus cuatro años como ministro de Obras Públicas clave para aumentar fortunas, y luego lo respaldó para la candidatura presidencial del 2008, prefiriéndolo a Milagros Ortiz Bosch,  y un año después para la presidencia del partido. El expresidente propició el rescate de Fiquito Vásquez, que había sido expulsado por traición y quien ahora preside el tribunal que lo extraña del partido que más votos recibió, con Mejía de candidato, en la última consulta democrática hace solo ocho meses.

De espalda a la realidad del país, la división del PRD auspiciará el retorno al poder dentro de tres años del nuevo caudillo Leonel Fernández, dueño del escenario judicial y político nacional, quien ya hace tiempo se apropió del Partido Reformista Social Cristiano que durante más de tres décadas compartió con el perredeismo el dominio de la política dominicana.

 

Considera muy difícil reunificación del PRD

Por Juan Bolívar Díaz
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La suerte del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) luce cada vez más irrelevante en una sociedad agobiada por graves problemas económico-sociales, al extremo de que ha pasado casi desapercibida la propuesta de solución a su crisis presentada esta semana por una comisión de mediadores.

 El plan diseñado por seis dirigentes perredeístas prolongaría por otro año y medio la virtual división que arrojó la convención de marzo de 2011, y dejaría al PRD incapacitado  para asumir un rol coherente  de oposición en medio de incertidumbres y de un proceso de reformas trascendentales.

Cada vez más irrelevante.   El partido más antiguo del país luce cada vez más irrelevante, como si sufriera el peso de sus 73 años, y agobiado por las carencias democráticas que lo han convertido en un instrumento encadenado con sus organismos secuestrados y con pocos dolientes en capacidad para movilizar sus viejas estructuras.

 Después de varios meses de consultas y ponderaciones, una Comisión Mediadora (CM) integrada por seis conocidos dirigentes presentó esta semana una propuesta que pretende rescatar la unidad partidaria y que hasta el viernes había tenido muy poca resonancia en una opinión pública que le es adversa.

 La mayor debilidad de la propuesta es que contiene un calendario de eventos tan largo como para prolongar hasta febrero del 2014 la agonía orgánica del partido blanco, con el agravante de que para entonces ya estaría encendida la lucha por las candidaturas  para las elecciones nacionales del 2016. El partido blanco se consumiría en su propia salsa, incapacitado para asumir un rol coherente de oposición política durante un período en que el país estará obligado a reformas trascendentales para equilibrar sus finanzas y definir nuevas prioridades de gobierno.

 De esa forma la ciudadanía podría terminar de acostumbrarse a la idea de que no hay un partido en capacidad de equilibrar el peso hegemónico del bloque de gobierno que encabeza el Partido de la Liberación Dominicana junto a lo que resta del desintegrado Partido Reformista Social Cristiano.

 La situación del perredeísmo es cada vez más irrelevante en la opinión pública y más allá de sus militantes es común la indiferencia de la población respecto a su suerte. Hasta en los cenáculos políticos y académicos se evita o se rechaza hablar de las perspectivas en que se encuentra el partido más votado en 28 de las 32 jurisdicciones provinciales en las elecciones de mayo pasado, cuyo candidato obtuvo el 47 por ciento del sufragio válido. El sentimiento es que los perredeístas son incapaces de colocar el interés nacional por encima de sus desgarrantes e incesantes querellas internas.

Primera propuesta.   Una comisión mediadora fue constituida tras las elecciones de mayo pasado con el objetivo de recuperar la unidad del perredeísmo y quedó constituida por la viuda de José Francisco Peña Gómez, Peggy Cabral, Eligio Jáquez, Neney Cabrera, William Jana, Nelson Espinal Báez, Angel de la Cruz y Siquió NG de la Rosa.

El 3 de julio pasado la CM presentó su primera “Propuesta para la reconciliación de la familia perredeísta”, tras la cual se reunieron con los principales protagonistas de la división interna, el presidente titular Miguel Vargas Maldonado por un lado, y por el otro el presidente en Funciones Andrés Bautista, el secretario general Orlando Jorge Mera, la secretaria de Organización  Geanilda Vásquez, y el excandidato presidencial Hipólito Mejía.

Según los comisionados Hipólito Mejía acogió plenamente sus planteamientos, al igual que Vargas, quien mostró disposición a convocar la Comisión Política, aunque luego condicionó el proceso, mientras Bautista, Jorge y Vásquez pidieron plazo para responder formalmente. No obstante el 22 de agosto Vargas Maldonado y Jorge Mera se reunieron “para iniciar el proceso de concertación de una agenda con miras al restablecimiento de la vida institucional de nuestro partido”.

La primera propuesta se sintetiza en aprobar una oposición al gobierno firme y responsable, rechazar cargos gubernamentales, demandar la aprobación de la Ley de Partidos y las modificaciones pendientes a la Ley Electoral y retorno al orden institucional del partido bajo la dirección de “las máximas autoridades electas”.

 También convocar los organismos partidarios para evaluar el desempeño en las elecciones de mayo, establecer fecha para la convención ordinaria estatutaria que elige dirigentes cada cuatro años, aprobar la expulsión definitiva de seis que apoyaron  la candidatura peledeísta  y solicitar al presidente y al secretario general la convocatoria, a la mayor brevedad, de la Comisión Política para que conozca esos planteamientos.

Puntos conflictivos.   De aceptar la convocatoria de la Comisión Política debe asumirse que Vargas Maldonado recogerá las cadenas que cierran la entrada a la casa nacional perredeísta y permitirá que todos sus dirigentes entren y salgan, incluyendo a quienes tienen despachos en el local. Pero aún así será casi imposible que puedan ponerse de acuerdo en quiénes conformarán la Comisión Organizadora de la Convención, ya que dirigentes de la categoría de Milagros Ortiz Bosch, Enmanuel Esquea y Hugo Tolentino que organizaron la del 2010 terminaron estigmatizados por Vargas Maldonado.

 También será difícil que los dirigentes del PRD se pongan de acuerdo sobre el padrón de militantes e incluso sobre quiénes son los miembros de la Comisión Política y del Comité Ejecutivo Nacional, cuya composición Vargas Maldonado dispuso modificar ante la Junta Central Electoral el 18 de mayo, día en que su partido concluía la campaña electoral que él no apoyó.

 La reunificación del perredeísmo luce casi una quimera, sobre todo si la división sigue siendo incentivada desde los poderosos predios del ex presidente Leonel Fernández, quien cuenta con ella para facilitarse un retorno al poder en el 2016. Y mientras más tiempo transcurra la división podría ser más traumática e irremediable por cuanto Vargas Maldonado, administrando el subsidio estatal del PRD podría posicionarse mejor de lo que luce hasta ahora.

Segunda llamada de la CM

 Más de dos meses y medio después sin que se haya producido la convocatoria de la Comisión Política, a pesar de que múltiples dirigentes la han demandado, la CM hizo pública el pasado jueves 20 una carta dirigida a Vargas, Bautista, Jorge, Vásquez y Mejía, en la que formula un calendario de eventos en base a “puntos comunes”.

Proponen “la celebración de la Comisión Política Concertada” para el lunes 8 de octubre para aprobar la línea de oposición al gobierno, saludar los esfuerzos de Miguel Vargas por la aprobación de la Ley de Partidos y una Ley de Garantías Electorales y felicitar a Hipólito Mejía por su desempeño como candidato presidencial.

También sugieren fijar la convención ordinaria para el 21 de septiembre del 2013, y que quienes resulten elegidos para dirigir el partido asuman sus funciones  en febrero del 2014. Esos cinco meses de transición son una  concesión a Vargas, quien alega que su período como presidente concluye en el 2014, aunque fue proclamado presidente por la Convención Nacional del 19 de julio del 2009 para el período 2009-13.

El calendario incluye elegir de inmediato una comisión organizadora que entraría en funciones en febrero del 2013, aprobar la implementación inmediata de las resoluciones adoptadas por el Congreso José F. Peña Gómez de 2010, y autorizar a la Comisión Estatutaria a presentar en 60 días sugerencias de modificaciones para modernizar y readecuar las estructuras del partido.

Con fecha del mismo día 20, Andrés Bautista, Jorge Mera, Geanilda Vásquez e Hipólito Mejía respondieron acogiendo la propuesta de convocar la Comisión Política para el 8 de octubre para que conozca la propuesta de convención el 21 de septiembre del 2013, “bajo una integración de esfuerzos entre todos”. También apoyan la conformación de la Comisión Organizadora de la convención y que se ejecuten las resoluciones del congreso Peña Gómez. Se remiten a los estatutos para todos los fines.

Una unidad casi imposible

   Los perredeístas estarán a la espera de la reacción del ingeniero Vargas Maldonado, su presidente titular, cuestionado por su resistencia a respaldar la candidatura perredeísta en las pasadas elecciones, y quien desde entonces mantiene encadenado el local nacional de la organización, negándose a convocar formalmente los máximos organismos.

 Encuestas que circulan entre los perredeístas confirman la percepción pública de que Vargas Maldonado tiene un amplio rechazo de los perredeístas, que llegan  a considerarlo responsable de que no ganaran el poder en mayo pasado, cuando quedaron con 47 por ciento del sufragio. Se acusa a su círculo íntimo de haber hecho campaña contra Mejía y a favor del partido de gobierno. Una encuesta que reatribuye a la socióloga Ana María Acevedo registra rechazo hasta del 74 por ciento.

 Son pocos los perredeístas que creen en la posibilidad de una reconciliación entre Mejía y Vargas Maldonado, considerando que no se logró antes de las elecciones, ni cuando el candidato presidencial del PRD dominaba las encuestas, ni tampoco cuando lo intentaron sus familiares apelando a los vínculos matrimoniales.

 Ninguno de los dos reunifica por completo el PRD. Pero por lo menos Mejía ha dicho que no aspirará a presidir el partido, cosa que no ha hecho Vargas y a lo que debería abocarse si aceptara las dificultades reales que confronta. En realidad él ya no reunifica ni siquiera a los que constituyeron el estado mayor del grupo que sostuvo su precandidatura presidencial hasta semanas después de la convención de marzo del 2011 que ganó Mejía.

 Bautista, Jorge Mera y Geanilda Vásquez. que respaldaban a Vargas, decidieron apoyar la candidatura del partido y ahora encabezan su confrontación. También perdió el apoyo de quien fuera su jefe de precampaña Alfredo Pacheco, de la presidenta de la federación de mujeres Janet Camilo y del presidente de la Juventud, así como de Jesús Vásquez, Roberto Fulcar, Andy Dauhajre,  y de Neney Cabrera y Eligio Jáquez que ahora son parte de la CM.

 

Los infinitos errores de Vargas Maldonado

Por Juan Bolívar Díaz
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A  cuatro semanas de la elección de Hipólito Mejía como candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) su presidente Miguel Vargas Maldonado y sus seguidores son los únicos en el país que lo desconocen, colocando a esa organización entre el chantaje y la división.

El excandidato presidencial del 2008 pretende negociar desde una posición de fuerza, prolongando irracionalmente una crisis que lo aniquila políticamente, socava las potencialidades del perredeísmo y alienta las aventuras inconstitucionales de quienes pretenden la reelección del presidente Leonel Fernández.

Ya no es simple pataleo.  A casi un mes de la elección de su candidato presidencial el PRD fue colocado al borde de la división cuando los partidarios del presidente del partido, Miguel Vargas Maldonado, destituyeron y luego expulsaron sumariamente al presidente de la Comisión Nacional Organizadora (CNO) de la convención, Enmanuel Esquea Guerrero y cerraron  sus oficinas en la casa nacional de los perredeístas. Las desconsideraciones alcanzaron a los demás comisionados, al punto que Hugo Tolentino tuvo que reclamar enérgicamente su derecho a ingresar al local del partido. Luego optaron por reunirse en las oficinas privadas de Esquea para evitar que estallara la violencia.

Cuatro semanas no han sido suficientes para que Vargas y sus más fieles adherentes se convenzan de que perdieron la votación del 6 de marzo, algo que fue documentado por el cómputo y la CNO, y reconocido por prácticamente todos los medios de comunicación, incluyendo la totalidad de los diarios. Casi a unanimidad los editoriales de los periódicos y los articulistas y analistas han ponderado el orden y entusiasmo en que transcurrió la elección primaria, dando crédito a sus organizadores.

Los impugnadores han arrojado sombras sobre la generalidad de los integrantes de la CNO pero han concentrado sus dardos en Esquea Guerrero, aunque el reconocido jurista ha tenido pleno respaldo de la mayoría de los comisionados, que se han hecho co-responsables de las decisiones, especialmente los independientes Milagros Ortiz  Bosch, Hugo Tolentino, Ivelisse Prats y Quico Tabar, todos con tan amplio crédito moral y ético, que muchos piensan que si ellos no pueden ser árbitros, deben cerrar ese partido.  También han tenido el respaldo de otros tres vinculados a la candidatura de Mejía, en tanto los cuatro de Vargas han apoyado las impugnaciones.

Posición de fuerza.  El mismo miércoles cuando las tensiones alcanzaron su mayor nivel, se produjo el primer encuentro entre comisionados de los dos sectores en conflicto convocados por el presidente de la Internacional Socialista para América Latina Martín Torrijos. Se esperaba la asistencia de Vargas y Mejía, pero el primero no concurrió, por lo que el expresidente se retiró. El jueves volvieron a reunirse bajo la mediación del abogado Nelson Espinal Báez, hijo del fallecido senador perredeísta (1963) y Procurador General (1983-86) Américo Espinal Hued, quien es egresado de la Universidad de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachusetts y experto en solución de conflictos.

Por lo que ha trascendido, el sector de Vargas es consciente de que no hay solución sin reconocer el triunfo de Mejía, pero negociando desde una posición de fuerza, casi chantajeando con la amenaza de división y con demandas insostenibles como que el expresidente acepte que votaron cientos de miles de peledeístas y reformistas, lo que ilegitimaría su candidatura.

Una aspiración sin precedente en el mundo democrático es que proclamen desde ya a Vargas como candidato presidencial para el 2016. También es difícil que le otorguen la candidatura vicepresidencial, dado que ya Mejía la pactó con Luis Abinader. Más viable es la participación en el gobierno en la proporción obtenida en la votación, lo que figuró en el “pacto de honor” que antecedió la votación del 6 de marzo, y que les garanticen mantener el dominio de la estructura del partido hasta el 2016, que también estarían reclamando, según un panfleto que circula en Internet.

El sector de Vargas cuenta  a su favor con el control de los cargos ejecutivos del partido, los locales y recursos y con la premisa de que Mejía es el más interesado en un acuerdo. Pero un reparto de hipotéticos puestos gubernamentales y un premio al arrebato antidemocrático, restarían  crédito al PRD en los sectores pensantes de la sociedad, donde ya hay disgusto por la prolongación de la garata mientras la nación afronta  la crisis institucional desatada con la inconstitucional aprobación de las leyes orgánicas y la amenaza de una improcedente  repostulación del presidente Fernández.

Una caterva de errores de Vargas Maldonado.  Una división del PRD sin contar con la menor legitimidad en la opinión pública sepultaría definitivamente la carrera política de Vargas Maldonado y sería la culminación de la caterva de errores tácticos y estratégicos en que ha incurrido al pretender que podía manejar ese partido como una empresa que había adquirido más por su fortuna económica que por carisma.

Su imagen se ha desfigurado desde que la noche de la votación se hizo proclamar ganador en base a una supuesta encuesta a boca de urna para alegar  que le habían hecho fraude al día siguiente cuando le comunicaron el cómputo oficial. Pretendió que no publicaran los resultados de la elección mientras él mismo se proclamaba ganador, y desde entonces se le ve como un resentido, en contraste  con sus habilidades empresariales.

Vargas ha tenido un pésimo asesoramiento político desde que como candidato presidencial en el 2008 trató de ocular los símbolos del PRD. Tras su derrota se lanzó a buscar la presidencia del partido, aunque tuviera que modificar sus estatutos que prohibían ser presidente y candidato a la vez, ignorando que desde su fundación en 1939 ese partido ha tenido una pluralidad de dirigentes y que ni sus dos grandes líderes, Juan Bosch y Francisco Peña Gómez,  reunieron esas dos condiciones a la vez. Tampoco los presidentes Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. Y es una de las razones por las que tiene casi 72 años.

Rodeado de dirigentes que no tenían mucha empatía con las bases  se empeñó en proclamar un “nuevo PRD”, donde un recién salido secretario general reformista se convirtió en su vocero. Aunque es una persona formal y cortés, el exitoso empresario es percibido como distante por los sectores populares.

Se creyó tan dueño del partido que antes de presidirlo y sin consultar sus organismos,  pactó con el presidente Fernández para aprobarle su Constitución, sin reparar en que prolongaba la carrera política del mandatario y habilitaba a Hipólito Mejía para que ahora le ganara la candidatura presidencial. Lo único que ha podido reivindicar como beneficio del pacto es que cambió el nunca jamás de la doble postulación presidencial  por la prohibición de la reelección consecutiva, y hasta eso ahora está en peligro. Desligó el PRD de las luchas populares y de las denuncias de corrupción, pero no pudo conseguir que le cumplieran el compromiso de aprobar una ley de partidos que mejoraría la competencia democrática.

Cuando le confirieron la presidencia del partido por consenso, tomó parte activa en la elección del secretario general y secretario de organización, confrontando a aspirantes que tenían arraigo en el “viejo PRD”, en vez de ser un ente arbitral, papel que tuvo que asumir la Junta Central Electoral. Y cuando hubo que escoger candidatos para la elección congresual y municipal, violentó el procedimiento democrático en la mayoría de los cargos para legisladores y síndicos, en beneficio de sus propios cuadros, dejando un reguero de inconformidad y un aguacero de impugnaciones ante las JCE. Fue simbólico que intentaran despojar a Hugo Tolentino de una candidatura a diputado después de cerrado el plazo de inscripción, para complacer a un acólito.

El último grave error fue subestimar al expresidentes Hipólito Mejía, auspiciando una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría de Obras Públicas durante los cuatro años de ese gobierno.-

No convencen a nadie

El problema de Vargas Maldonado es que sus argumentos no han logrado convencer a nadie más allá de sus más fieles seguidores, y aún entre éstos ha habido deserciones tan notables como la del jefe nacional de su campaña Alfredo Pacheco, y el jefe de la misma en el Cibao Mario Torres y muchos otros, y no faltan quienes mantienen un silencio forzado por la lealtad.

La objeción fundamental de que entre 200 y 400 mil peledeístas y reformistas habrían votado por Mejía ha resultado imposible de demostrar. Los escasos 1,924 votos observados, y el que no hubiese habido una sola impugnación en los 3 mil 641 centros de votación desacreditan las objeciones.

El hecho de que se desmantelara la antigua Junta Central Electoral, sin que se constituyera el nuevo Tribunal Superior Electoral deja al PRD sin una instancia arbitral externa, lo que alienta la prolongación del conflicto y las posibilidades de división.

Por de pronto los observadores estiman que el PRD desperdició el éxito obtenido en la jornada de votación y que su descrédito aumenta con cada día que se prolongue la crisis, aunque se pondera la serenidad y sensatez con que Hipólito Mejía ha asumido el conflicto, interesado en preservar la unidad partidaria, fundamental para su éxito en los comicios presidenciales.

El último grave error fue subestimar al expresidente Hipólito Mejía, auspiciando una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría de Obras Públicas.

 

El juego democrático a prueba en el PRD

Por Juan Bolívar Díaz
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Con la elección del candidato presidencial pautada para hoy el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) podría estar jugándose no sólo su democracia interna y su unidad, sino también las posibilidades de retornar al poder en los comicios presidenciales del año próximo.

La bipolarización entre un resucitado Hipólito Mejía, orlado por un carisma que lo acerca a las bases, y el presidente del partido Miguel Vargas Maldonado, con amplios recursos económicos y control de la maquinaria partidaria, pone en difícil trance al más antiguo de los partidos políticos dominicanos.

Evento trascendente.  En la opinión pública hay consenso en que la elección primaria perredeísta de hoy será trascendente de cara a los comicios presidenciales del año próximo y hasta para la fortaleza institucional de la nación en la medida en que salga fortalecido o debilitado el principal partido de oposición al régimen del presidente Leonel Fernández.

No sólo se juega la candidatura presidencial entre Miguel Vargas Maldonado e Hipólito Mejía, sino también la capacidad de los perredeístas para regirse por el juego democrático y convertirse en opción alternativa al gobierno de los últimos ocho años del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en franco proceso de desgaste.

Y hay quienes creen que hasta las posibilidades del debilitado proyecto continuista del presidente Leonel Fernández depende del desarrollo de la elección perredeísta. Quedaría liquidado con una demostración de fortaleza institucional y democrática que mejoraría la imagen del PRD, pero se alentaría y abriría perspectiva en medio de un proceso de irregularidades, arrebatos, y posibles fragmentaciones internas.

Hasta los mismos perredeístas reconocen que sus posibilidades de retornar al poder ocho años después que lo perdieran en medio de la crisis financiera del 2003-04, dependen de que puedan recuperar la confianza de los sectores medios y altos que le cuestionan sus reiteradas incoherencias internas.

De que el PRD sigue siendo un reducto popular no ha habido dudas para quienes han observado las masivas movilizaciones generadas en la campaña por la candidatura presidencial, y la atención que ha tenido en los medios de comunicación y en los más diversos sectores sociales y regiones del país.

Con el Partido Reformista en persistente proceso de subordinación al presidente Fernández y al PLD, el tripartidismo de las últimas décadas podría devenir en un régimen casi monopartidista con un fuerte debilitamiento o una división del PRD.

El problema del padrón.  Aunque Mejía aparece como favorito en más encuestas, lo mismo que en sondeos de radio y en tertulias, Vargas tiene ventajas en la estructura partidaria y en los cargos municipales y legislativos que podrían ser la diferencia en la jornada de votación.

El presidente del PRD se atribuye 138 de los presidentes municipales, 960 de 1028 presidentes zonales, 412 de 520 regidores, 52 de 57 alcaldes y 54 de los 75 diputados del partido. Y cuenta también con más amplios  recursos económicos que podría darle una mayor capacidad de movilizar electores. Sólo el viernes pagó una decena de páginas en los diarios mientras su contrincante no ocupó ninguna. Aunque uno de los estrategas de Mejía dijo que ellos estaban reservando recursos “para competir en la jornada de votación”, convencidos de que las elecciones se ganan también transportando e incentivando electores, delegados y activistas.

Atendiendo al hecho de que ambos grupos proclaman que ganarán por amplia diferencia, no debería haber tensiones en la jornada de votación. Y algunos perredeístas cruzan los dedos para que las urnas arrojen una diferencia significativa, pues los resultados cerrados originan conflictos y divisiones hasta en los gremios profesionales y los clubes sociales.

Los mayores peligros están identificados en el padrón de electores. Como el PRD, igual que los otros partidos, carece de un padrón de miembros actualizado, decidió utilizar el de la Junta Central Electoral, excluyéndole los dirigentes y militantes de los otros dos partidos mayores. Se ha dicho que por ello fueron excluidos entre 500 y 600 mil personas.

Aún así el sector de Vargas Maldonado ha insistido en denunciar supuestos aprestos gubernamentales para promover votación por Mejía. Eso es algo que se ha aducido en otras votaciones con el padrón universal, pero nunca se ha producido. Es difícil que ocurriera en proporción significativa si han excluido a los dirigentes y militantes y porque en los barrios, pueblos y mesas electorales, todos los activistas se conocen. Pero esa puede ser la piedra de conflictos y hasta de impugnaciones, aunque la Comisión Organizadora estableció el voto observado en determinados casos.

La ventaja del arbitraje.Una clara ventaja en el proceso ha sido la calificada Comisión Nacional Organizadora encabezada por Enmanuel Esquea Guerrero, Milagros Ortiz  Bosch y Hugo Tolentino, reforzada luego con Quico Tabar, a quienes se les reconoce una independencia, rectitud y honestidad a toda prueba.

La circunstancia de que la elección se produzca en la fecha originalmente señalada, sin los tradicionales aplazamientos, es ya un éxito que debe atribuirse a los organizadores. Y aunque haya habido excesos verbales y de propaganda, el proceso ha transcurrido sin violencia. Esos factores han alentado expectativas de que la elección primaria perredeísta concluya con éxito y sin graves conflictos que podrían ser devastadores también por el hecho de que desapareció la Cámara Contenciosa de la JCE y no se ha constituido el nuevo Tribunal Superior Electoral. Esta vez los perredeístas tendrán que decidir por ellos mismos.

El peligro de división no está determinado por diferencias ideológicas, que no son significativas entre los dos precandidatos, aunque Mejía y su equipo están más vinculados a las bases y a la historia del perredeísmo. El ex-presidente es más carismático, espontáneo y accesible a las masas, pero su locuacidad lo mete frecuentemente en problemas. Vargas Maldonado es más cerebral y planificador, pero al mismo tiempo más distante del ciudadano promedio y del popular.

Aunque las encuestas y los observadores dan ventaja a Mejía, habrá que esperar a  ver si sus partidarios acuden a votar tanto como los de Vargas. Gran parte de los perredeístas estarán luchando por la transparencia democrática y la unidad, conscientes de que son fundamentales para superar el fuerte dominio del PLD y sus aliados que han ganado las últimas cuatro elecciones.-

Sorprendente ascenso

Aunque fueron ocho los que en principio pretendían la candidatura presidencial perredeísta, desde finales del año pasado se produjo una bipolarización entre el expresidente Mejía y Vargas Maldonado, quien fue el candidato derrotado en la elección presidencial del 2008, a manos del doctor Fernández, quien ya había liquidado el intento reeleccionista de Mejía en el 2004.

Irónicamente fue el pacto para la reforma constitucional suscrito por Vargas Maldonado con el presidente Fernández en mayo del 2009, lo que abrió las posibilidades a Mejía de volver a ser candidato, ya que la anterior carta magna se lo impedía. Todavía a mediados del 2010 eran escasas las posibilidades de que éste  pudiera disputar en serio la candidatura presidencial para el 2012, mientras Vargas Maldonado parecía firme manejando a su antojo la estructura partidaria.

El resultado de los comicios legislativos y municipales en los que el PRD no pudo descontar el dominio político del PLD dio un gran aliento a Hipólito Mejía que ya en julio apareció empatado en las preferencias generales con Vargas y hasta con 8 puntos de ventaja entre quienes se consideraban perredeístas en la encuesta Gallup-HOY.  Pero la siguiente, a fines de noviembre recuperó a Vargas con clara ventaja de 14 puntos en la población general y 12 entre los simpatizantes del partido blanco.

Para mediados de febrero un renovado Hipólito Mejía, tras una cirugía que lo postró en noviembre, había recobrado la ofensiva y otra encuesta Gallup lo situó con una ventaja de 11 puntos en las preferencias generales y  más de 21 (60.6 a 39.0 por ciento) entre quienes se consideran perredeístas.  Desde entonces otras cuatro encuestas  diversas han dado ganador a Mejía y dos a Vargas Maldonado, con la sorprendente característica de que las seis señalan diferencias enormes entre los dos.

El Centro Económico del Cibao, Asisa Research (que mide para peledeístas), la Fogby International y la tradicional encuesta perredeísta de Ana María Acevedo otorgan entre 20 y hasta 28 puntos de ventaja a Hipólito Mejía, pero Alfonso Cabrera y Asociados (con muchos años en el mercado) registra más de 7 puntos de ventaja a Miguel Vargas, y la Hamilton es entre todas las que da mayor diferencia, 71 a 29 por ciento, en favor de Vargas Maldonado.

 

Solo si juega limpio el PRD se salvará

Por Juan Bolívar Díaz

La fuerte competencia entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado por la candidatura presidencial del Jacho pondrá a prueba la unidad de esa organización política en los próximos meses.

La fuerte competencia entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado  por la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) pondrá a prueba la unidad de esa organización política en los próximos meses.

En lo inmediato los siete precandidatos han tenido el acierto de coincidir en encargar la organización de la convención eleccionaria a tres de los perredeístas más aptos para ejercer el papel de árbitros: Enmanuel Esquea Guerrero, quien la presidirá; Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino Dipp como vicepresidentes.

Prevén bipolarización.  En diversos sectores perredeístas hay consciencia de que sólo un proceso electoral interno limpio y diáfano permitiría mantener la unidad partidista si el margen de diferencia entre los dos principales competidores es estrecho  como se viene perfilando en las últimas semanas.

Aunque faltan cinco meses para la elección del  candidato presidencial del PRD para los comicios presidenciales del 2012, desde ya se advierte una tendencia a la bipolarización entre el ex presidente de la República Hipólito Mejía y el presidente del partido, Miguel Vargas  Maldonado.

Otros cinco perredeístas se han manifestado precandidatos: Luis Abinader, Eligio Jáquez, Guido Gómez Mazara, Aníbal García Duvergé y Jesús Colón, aunque los dos últimos ni siquiera  han sido asimilados por la opinión pública.

Sin embargo, a cualquier perredeísta u observador que se le pregunte dará la misma respuesta: la candidatura se decidirá entre Vargas y Mejía. E incluso se cree que varios de los otros cinco precandidatos terminarán apoyando a uno de los reales competidores, probablemente al ex presidente del que casi todos fueron colaboradores, y porque adversan a Vargas Maldonado, a quien acusan desde ya de intentar manipular las estructuras y los recursos del partido para imponerse como candidato.

La irrupción de Hipólito.  Hasta mediados de año, Vargas Maldonado parecía correr cómodamente tras la candidatura del partido blanco, pero en junio el expresidente Mejía se lanzó con fuerte impulso al grito paternalista de “llegó papá. Y en la encuesta Gallup para HOY publicada en julio ya aparecieron  en  empate técnico en las preferencias generales.

Pero llamó la atención que entre quienes dijeron simpatizar por el PRD Mejía lo superó por 8 puntos.

Ambos proclaman que de acuerdo a sus propias encuestas,  ganarán abrumadoramente la candidatura. Pero en dos investigaciones auspiciadas por peledeístas y en la de un grupo empresarial, Mejía registró amplias ventajas, aunque recientemente otra marcó una tendencia a  reducirse.

Lo que parece indiscutible es que Vargas controla la Comisión Política y cuenta con el apoyo de gran parte de los legisladores, alcaldes y regidores.

En un reciente “Taller Nacional de Dirigentes” organizado por su grupo se llegó a afirmar que estaban presentes 58 de los 75 diputados, 52 de  los 57 alcaldes, 68 de los 87 directores de distritos municipales y 412 de los 520 regidores.

Es posible  que esas proporciones estén exageradas, pero pueden estar cerca de la realidad, ya que al presidente del PRD se le acusa de haber utilizado el cargo para postular a sus seguidores en los comicios de mayo pasado. El control de la maquinaria proporciona ventajas, sobre todo al contarse los votos, pero puede ser un bumerán donde los relegados tenían un liderazgo local.

Dentro y fuera del partido blanco no se subestima a Hipólito Mejía, a quien le sobra el carisma y la capacidad que le falta a Vargas Maldonado para vincularse a las masas, y además espera rentabilidad de los favores y distinciones que repartió en los cuatro años que presidió la nación.

Frente contra Vargas.  Por de pronto Vargas Maldonado podría tener que responder a todo un frente de competidores, particularmente integrado por Hipólito, Abinader, Gómez y Linares, quienes le impugnaron la semana pasada la sustitución de varios dirigentes de consejos regionales del municipio Santo Domingo Este, dispuesta de forma administrativa por el secretario general del partido, Orlando Jorge Mera.

Cuando las sustituciones estaban a punto de constituirse en una confrontación,  el Pleno del Comité Municipal decidió “dejarlas sin efecto” al considerarlas  violatorias de los Estatutos del partido, que atribuyen esa facultad a la Comisión Política, y de una resolución del reciente Congreso del PRD.

La objeción podría llegar a la próxima reunión de la Comisión Política fijada para el día 21, pero aplazada para el 28, por viaje de Vargas Maldonado.

Esa sesión tiene la misión de concluir la integración de la Comisión Organizadora de la convención eleccionaria y fijar su fecha en marzo próximo, la que estará encabezada por Enmanuel Esquea, Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino. Entre estos decidieron que la presidirá el primero.

El difícil proceso recayó en buenas manos, pues esos tres dirigentes históricos del perredeísmo son considerados incorruptibles e indoblegables y han sido señalados de consenso por todos los precandidatos.

Pero habrá que esperar a ver si el espíritu de consenso se extiende al resto de los comisionados, algunos clave como los del Centro de cómputos.

El papel  de esos comisionados será fundamental para salvar al PRD de una división o de nuevos sacudimientos internos que le resten crédito para constituirse en opción de Gobierno.

La precaria institucionalidad democrática del partidismo político dominicano estará a prueba nuevamente.

Resumen de las Resoluciones de la Mesa de Unidad y Concertación  Del Congreso José Francisco Peña Gómez

1.- La XXIX Convención Extraordinaria llevará el nombre de Angel Miolán.

2.- Todos los perredeístas se comprometen a ofrecer apoyo irrestricto al que resulte ganador.

3.- Los organismos que requieran ser reestructurados o completados deberán serlo acorde a los Estatutos y con equilibrio de todas las corrientes.

4.- La Comisión Política será convocada para el 21 de octubre para seleccionar y ratificar la Comisión Organizadora y fijar fecha de inicio de la campaña interna.

5.- Milagros Ortiz Bosch, Enmanuel Esquea y Hugo Tolentino  serán presidente y vicepresidentes. Ellos mismos decidirán el orden.

6.- La Comisión Política reunirá el CEN para que convoque la Convención en marzo del 2011.

7.- El director del Centro de Cómputos de los resultados será seleccionado por la Comisión Organizadora. Todos los precandidatos tendrán un representante allí.

8.- El padrón será semi-abierto, es decir el de la JCE excluyendo a los militantes de los demás partidos.

9.- Todos se comprometen a una campaña electoral respetuosa y a participar en la elaboración de un Proyecto de Nación  que orientaría el ejercicio gubernamental.

10.- El candidato presidencial será también presidente del partido con carácter transitorio. La Comisión Organizadora de la Convención determinará la proporción que corresponderá a los precandidatos participantes en los organismos de dirección del partido.

 

Congreso del PRD: renovarse o morir

Por Juan Bolívar Díaz

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) podría tener una oportunidad de renovación ideológica-programática, de reestructuración orgánica y de reposicionamiento frente a la sociedad dominicana en el Congreso que finalmente ha programado para el segundo fin de semana de octubre próximo, tras meses de discusiones.

Pero el esfuerzo podría naufragar en el mar de canibalismo interno que consume las energías de sus dirigentes, les impide elaborar políticas de oposición  y los descalifica para dirigir la nave de una nación desesperanzada de su liderazgo político y harta de contemplar el predominio de las ambiciones grupales sobre los intereses partidarios y nacionales.

Por fin habrá congreso.   Con la presencia de las dos terceras partes de sus miembros y pese a la ausencia de tres de sus precandidatos presidenciales, la Comisión Política del PRD logró el jueves aprobar el reglamento que regirá su Congreso Nacional, al tiempo que fijó sus sesiones finales para los días 9 y 10 de octubre próximo.

El evento, que llevará el nombre del desaparecido líder perredeísta José Francisco Peña Gómez, está concebido como culminación de un proceso de análisis y elaboración de propuestas para la actualización doctrinaria, la renovación programática, la reestructuración orgánica y la reconexión con los sectores sociales que la degeneración política dejó atrás, especialmente con las expectativas de los sectores populares y la clase media.

Pasaron más de dos años para que tomara cuerpo el congreso perredeísta propuesto en junio del 2008 por sectores clarividentes vinculados a las raíces de ese partido, tras la derrota en los comicios presidenciales del 2008, pero fue preciso pasar por la de mayo pasado, la cuarta caída consecutiva del partido blanco a manos del Partido de la Liberación Dominicana y una docena de grupos políticos aliados.

La idea del congreso ganó apoyo entre los sectores más identificados con los planteamientos social demócratas que bajo el liderazgo de Juan Bosch y Peña Gómez configuraron al perredeísmo como el partido de más prolongada vigencia en la historia nacional.

Fue impulsado determinantemente por el “Foro Renovador del PRD” constituido en  marzo del 2009. Dos de sus principales figuras, el dirigente de la vieja guardia Tirso Mejía Ricart, y Alejandro Abreu, de las nuevas generaciones, aparecen como presidente y secretario ejecutivo de la Comisión Organizadora del Congreso. Ha tenido el respaldo de Hugo Tolentino, Milagros Ortiz Bosch, Ivelisse Prats, Amaury Justo Duarte, Fausto Herrera, Jesús Feris Iglesias,  Regina Buret, Fafa Taveras y muchos otros

Objetivos planteados.  El congreso fue concebido a partir del documento “Relanzar al PRD para conquistar el poder, construir un nuevo país y devolverle la esperanza al pueblo”, elaborado por Luis Felipe Rosa, Ernesto Zabala y Julio Peña, del Foro Renovador, pasó por un seminario y la presentación de 68 propuestas.

Una serie de documentos han sido elaborados y propuestos a consideración de miles de dirigentes medios del PRD en todo el país, que han venido celebrando asambleas regionales y sectoriales, tras la convocatoria del Congreso en junio pasado por el presidente del partido, Miguel Vargas Maldonado, y la elección de la Comisión organizadora el 25 de julio, para fundamentar los objetivos generales contenidos en el Reglamento aprobado por la Comisión Política el pasado jueves.

El primer objetivo es redefinir la plataforma doctrinaria, a partir de la declaración de principios, destacando las reformas institucionales y políticas públicas para enfrentar los principales problemas nacionales.

El segundo es renovar el compromiso histórico con partidos de  objetivos similares y con las instituciones y asociaciones que conforman  la red social de la nación; tercero, fortalecer el espíritu de compañerismo para fomentar la unidad  partidaria, y cuarto, analizar la coyuntura nacional e internacional para recomendar estrategias para ejercer con firmeza y talento la función opositora.

Aparentemente el Reglamento dejó fuera de los objetivos la evaluación de los resultados de los comicios de este año, que se venía realizando en las asambleas regionales y de los frentes de masas. Tampoco señala el objetivo de revisión de la estructura del partido, incluido entre los fundamentales por los promotores del congreso.

De haber sido el partido con mejor organización nacional, tras la muerte de Peña Gómez, el PRD ha devenido en una estructura infuncional.  Una Convención del 28 de noviembre del 2004, aprobó nuevos estatutos, modificados posteriormente por otra en julio del 2005. Establecieron los Comités de Colegios Electorales, que a su vez incorporarían sus tradicionales comités de base, pero estos han desaparecido sin que se constituyeran los nuevos. También son infuncionales su Comité Ejecutivo Nacional, que tiene unos 1,800 miembros, y no se renuevan los directivos de los comités provinciales, municipales y zonales. La Comisión Política, con 240 miembros, que debe sesionar cada semana, apenas lo logra tres o cuatro veces por año.

Terrible canibalismo.  El principal mal que afecta al partido blanco es la lucha interna sin tregua ni consideraciones. Uno de los documentos de reflexión que circulan entre los perredeístas sostiene que “En el PRD actual no hay afectos, sólo competencias caníbales. Si no reconstruimos los afectos, será imposible avanzar, salir del hoyo, superar la crisis”.

La lucha grupal se alimenta actualmente en los tempranos ajetreos por asegurar la candidatura presidencial para los comicios del 2012, para los que aún faltan 20 meses, protagonizada principalmente entre los grupos que favorecen a Vargas Maldonado y al ex presidente Hipólito Mejía. Este último luce en crecimiento en las encuestas, lo que tiende a agudizar la confrontación. También intervienen los grupos que promueven a Luis Abinader, a Guido Gómez Mazara y a Eligio Jáquez.

Representantes grupales llevan semanas tratando de consensuar una comisión organizadora de la Convención que elegirá el candidato presidencial, sin haberlo logrado. En la reunión del jueves se dijo que están en “un punto muerto”.

Esta semana trascendió que los de Mejía, Abinader y Gómez  proponen que la presida Enmanuel Esquea  y los de Vargas plantean a Milagros Ortiz. Ambos son considerados personas invulnerables, incapaces de prestarse a manipulaciones y dijeron el viernes que a ellos no les han propuesto nada. Hay quienes creen que las diferencias están en el resto de los integrantes.

Aunque uno de los objetivos del Congreso, aceptado por algunos a regañadientes, es fortalecer la unidad partidaria, las luchas internas, podrían hacerlo naufragar o convertir sus resoluciones en letra muerta. Tras la reunión de la Comisión Política el jueves se anunció una sesión para la próxima semana para dejar integrada la Comisión Organizadora de la Convención que elegirá el candidato.

Los más sensatos entienden que esa elección procede después del Congreso para evitar que la lucha por la candidatura lo haga naufragar. En un documento del 9 de julio, Fafa Taveras, uno de los mejores analistas del partido, sostenía que “una competencia interna sin la restauración de la institucionalidad partidaria y sin una plataforma común que recupere la esencia socialdemócrata que nos defina, es una locura y sólo servirá para atomizarnos”. Taveras proclamó esta semana por Teleantillas que al PRD sólo le queda renovarse o desaparecer como opción política real, y que no aguanta más fuera del poder.

De lo sublime a lo ridículo

Desde su fundación en Cuba, en 1939, durante el exilio antitrujillista, el PRD ha sido un partido de liderazgo múltiple, con organismos en los que  se discute y se expresan disensiones, aún bajo las fortalezas de Juan Bosch y Peña Gómez. En sus orígenes, además de Bosch, tuvo a Juan Isidro Jiménes Grullón, Virgilio Mainardi Reyna, Angel Miolán, Nicolás Silfa, Leovigildo Cuello, Cotubanamá Henríquez, Luis F. Mejía y Juancito Díaz, repartidos entre La Habana, Caracas, Nueva York y México.

Desde su primera convención para elegir los candidatos a los comicios de 1962 hubo conflicto. Bosch no aceptó el candidato a la vicepresidencia escogido, Buenaventura Sánchez Félix y pocos días después hubo que repetir la elección, recayendo en Segundo Armando González Tamayo. Los conflictos han matizado todas sus elecciones posteriores.

Los tres comisionados que lo instalaron en el país en de julio de 1961 (Angel Miolán, Nicolás Silfa  y Ramón Castillo), salieron poco después de la organización, aunque el primero retornó años después.

Aunque tiene 71 años de fundado, y va para 50 de establecido en el país, el PRD sólo ha gobernado 12 años y 7 meses, con cuatro presidentes diferentes Bosch, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. Sus partidos competidores en medio siglo sólo han tenido un presidente cada uno: Joaquín Balaguer con 6 períodos, y Leonel Fernández que ya agota el tercero.

Hay quienes creen que el PRD ha sido el más democrático internamente de los partidos dominicanos. Pero dentro de una cultura poco democrática, pasa sistemáticamente la raya que separa lo sublime de lo ridículo para caer en la anarquía.-