Resalta la aprobación del presidente Medina

Por Juan Bolívar Díaz
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La encuesta Gallup-HOY publicada esta semana ratifica la percepción general sobre el buen desempeño del presidente Danilo Medina en los primeros cinco meses de su mandato, aún cuando tres cuartas partes de la población desaprueba la reforma fiscal puesta en vigor.

También resalta que la gran mayoría de los perredeístas consideran que Miguel Vargas Maldonado es el más responsable de la crisis que afecta al Partido Revolucionario Dominicano, resultando el político con mayor rechazo del universo de los encuestados, seguido por los expresidentes Hipólito Mejía y Leonel Fernández.

Éxito del presidente Medina.  Lo más relevante de la encuesta Gallup-HOY publicada esta semana ha sido la alta aprobación de la forma en que Danilo Medina se ha desempeñado como Presidente de la República en los cinco primeros meses de su mandato, a pesar de haber implementado una reforma fiscal que tiene el  rechazo de  tres cuartas partes de la población. El prorrateo de la aplicación del alza impositiva luce un gran acierto.

La percepción generalizada antes de la encuesta era que el mandatario tenía buena aprobación, como suele ocurrir al comienzo de los períodos de gobierno, pero resulta relevante que alcance el 81.3 por ciento de los encuestados y que el 76.4 por ciento considere que Medina ha dado una idea clara de lo que se propone hacer.

El haber acatado el clamor nacional por el cumplimiento de la ley que instituye el 4 por ciento del producto bruto interno para la educación es de los factores que genera tan alta aprobación, ya que el 87 por ciento valoró como positiva la gestión educativa, seguida por el 71 por ciento a la de salud y el 67 por ciento en el campo económico, aunque “se quema” con apenas 50 por ciento de aprobación frente a la corrupción, con el 46 por ciento en relación al narcotráfico y la seguridad ciudadana y 42 por ciento frente al costo de la vida.

Llama la atención que el 72 por ciento de los encuestados encuentre el gobierno de Medina muy diferente o diferente al de su antecesor Leonel Fernández, pese a provenir del mismo partido y haber mantenido en sus puestos a la mayoría de los altos funcionarios del régimen que concluyó en agosto. Aún así el 60.5 por ciento considera el nuevo gobierno “mejor de lo esperado”.

La imagen personal de cercanía con la gente, la austeridad y frugalidad que ha impreso al Gobierno, especialmente en su entorno, la sencillez con que se moviliza y hasta la humildad de que ha hecho gala se señalan como factores positivos del mandatario, lo que se ratifica en el 82 por ciento de los encuestados que expresó opinión favorable de su persona.

 Contrastes en lo económico.  No es sólo que el 76% de los encuestados desaprueba el nuevo paquete fiscal, incluyendo hasta 68 por ciento de los que se definieron como peledeístas, sino  también que dos terceras partes, 67 por ciento, considera que la situación económica está empeorando, con un 77 por ciento que cree muy mala y mala la condición de la economía, y 57 por ciento aprecia que las cosas van por mal camino.

Otros indicadores de insatisfacción económica se encuentran en el 94 por ciento que estima que el  costo de la vida va en aumento y en el 79 por ciento que cree lo mismo sobre el desempleo. También es alta, 80 por ciento, la apreciación de que se incrementa la inseguridad y el narcotráfico, elementos de primer orden en las preocupaciones de la ciudadanía. Para los encuestados los tres mayores problemas que más afectan el país son: el costo de la vida para el 97 por ciento, la inseguridad, con el 90 por ciento, y 82 por ciento el narcotráfico.

Es relevante que con tan altas tasas de insatisfacción en materias claves como la economía y la seguridad ciudadana, el Presidente  obtenga tan alta aprobación. Ello implica la responsabilidad de quien gobernó los ocho años anteriores y las manifestaciones contra el expresidente Leonel Fernández  por su responsabilidad en el déficit fiscal de casi 200 mil millones de pesos durante el año pasado.

Sobre el desguañangue del PRD.  La encuesta Gallup-HOY también arroja luz sobre el desguañangue de que es objeto el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), víctima de arrebatos, odios, resentimientos y hasta violencia desenfrenada, por la inoperancia en que han devenido sus organismos, dirección unipersonal y renuencia a acogerse al dictamen democrático.

Las simpatías por el PRD han caído a los niveles más bajos de mucho tiempo, 22.4 por ciento, sólo comparable a lo registrado tras la derrota del intento reeleccionista de Hipólito Mejía en el año 2000, o al 23% que alcanzó en los comicios de 1990, tras la división protagonizada entre José Francisco Peña Gómez y Jacobo Majluta. Se recuperó para 1994 por un liderazgo como el de Peña Gómez, del que ahora carece.

La caída del aprecio por el PRD, que marca la encuesta realizada entre el 18 y el 21 de enero, antes de la violencia del domingo 27 que debe haberlo hundido más, es espectacular en relación a los votos que obtuvo en la elección presidencial de mayo último, cuando Hipólito Mejía consiguió el 47 por ciento, luchando contra una coalición de 14 partidos y contra el gobierno de Leonel Fernández, con todo y caballo de Troya.

Independientemente de los aliados, el PRD fue el partido más votado con 42.13 por ciento, casi cinco puntos más que el PLD, que obtuvo 37.73 por ciento. Lo superó en más de 200 mil votos, en 28 de las 31 provincias. En medio de sus luchas intestinas ha caído casi a la mitad en las preferencias, mientras el PLD marca 14 puntos más, para 51.7 por ciento.

Los resultados de la Gallup-HOY confirman la percepción general de la responsabilidad de Miguel Vargas Maldonado e Hipólito Mejía en la crisis perredeísta, pero sobre todo del primero. Ambos encabezan las opiniones desfavorables, Vargas con 65 y Mejía 63 por ciento, superando a Leonel Fernández que registra 52 por ciento.

Cuando se preguntó quién era más responsable de la crisis del PRD, el 26 por ciento señaló a Vargas y el 20 por ciento a Mejía, pero entre quienes se identificaron como perredeístas el resultado fue devastador para el primero con 54 por ciento, mientras sólo el 9 por ciento señalaba al segundo, y el 34 por ciento a ambos.

También apunta contra Vargas Maldonado el 73 por ciento del universo y el 85 por ciento de los perredeístas que dijeron que las expulsiones del expresidente Mejía y otros dirigentes profundizan la crisis, y el 58 por ciento que plantea una convención para solucionar la crisis, que es lo que reclama la mayoría de los dirigentes perredeístas. Pero el presidente perredeísta llegó al extremo esta semana de decir a la agencia Efe que aunque el período para el que fue electo concluye en julio, se prolongará hasta el año próximo porque “hemos tenido catorce meses de ingobernabilidad en el partido”.

Es apenas el comienzo

Los méritos alcanzados por el presidente Medina se ratifican en la actuación de la mayoría de sus funcionarios, especialmente de los provenientes de su propio equipo, imbuidos de la mística que él ha impreso al Gobierno y que ha obligado a recogerse a los ratificados. Ministros claves como los de la Presidencia, Salud y Obras Públicas están respondiendo con presteza a los requerimientos ciudadanos.

Los concursos transparentes y equitativos para la asignación de la construcción de miles de aulas, y para las importaciones de productos agropecuarios, el inicio de la campaña contra el analfabetismo, y hasta la revisión de contratos otorgados en la transición, como unos de obras públicas que han implicado una economía de 90 millones de dólares, y la atención a pequeñas demandas de las comunidades se cuentan entre los factores que marcan el buen inicio del Gobierno.

Pero tampoco es extraño que un gobierno tenga buen arranque, de lo que está consciente el propio presidente Medina, pues cuando se le felicitó por ello recientemente, respondió con mucha convicción que “lo importante no es como se comienza, sino como se termina”.

Viendo hacia atrás se recuerda la aureola de “mano de piedra Durán” que se le otorgó en 1978 al campechano don Antonio Guzmán, por los éxitos iniciales. Salvador Jorge Blanco hasta se paraba en los semáforos y en las frituras, pero perdió la brújula a medio término con la poblada por los ajustes económicos de abril de 1984. Hipólito Mejía tuvo una primera mitad exitosa, cercano a la gente común, construyendo miles de pequeñas obras por todo el país, y su partido  barrió en las elecciones congresuales y municipales de medio término, para inmediatamente embarcarse en la reforma constitucional reeleccionista que lo sepultó. Leonel Fernández vivió años cosechando de lo que sembró al volver al poder en el 2004.

 

El PRD al borde de su peor división

Por Juan Bolívar Díaz
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El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) afronta lo que podría ser su peor división, tras haber superado seis anteriores en los 74 años que acaba de cumplir, ya que actualmente carece de grandes propósitos y de un líder en capacidad de reunificarlo y devolver la vida a sus órganos atrofiados.

Con ventajas en los tribunales Electoral y Constitucional, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado,  encarnando un “nuevo PRD” se encamina a quedarse no sólo con la casa nacional partidaria, que el viejo perredeísmo ya perdió dos veces, sino también con el nombre y los símbolos, y también con la subvención estatal.

Pasos hacia el abismo.  Cada semana el perredeísmo da nuevos pasos hacia el abismo de una división que esta vez tiene signos ominosos por la ausencia de líderes como Juan Bosch o José Francisco Peña Gómez que en el pasado mantuvieron o rescataron la mística que ha extendido por tres cuartos de siglo de existencia de la más prolongada organización política nacional y de las más antiguas de América Latina.

A pocos ha sorprendido que el Tribunal Superior Electoral (TSE) siguiera dando aprobación a las expulsiones y suspensiones dictadas por un tribunal disciplinario constituido en juez y parte, en contradicción con elementales principios del derecho, dejando a los afectados sin más recurso que apelar ante el Tribunal Constitucional. Pero en este como en el Electoral el grupo de Vargas cuenta con ventaja fruto del pacto que, sin aprobación partidaria, hizo en el 2009 con el expresidente Leonel Fernández.

El presidente del PRD rechazó de inmediato la propuesta del expresidente Hipólito Mejía para que la Iglesia Católica mediara en busca de una salida concertada a la crisis, y para no dejar dudas de su firmeza convocó para hoy domingo una reunión del Comité Ejecutivo Nacional que ratificaría las sanciones de la semana anterior.

Con el expresidente Hipólito Mejía y el presidente en funciones Andrés Bautista expulsados, e impedidos de participar en la reunión del CEN, al igual que los suspendidos Orlando Jorge y Geanilda Vásquez, se ignora si el grueso de sus seguidores y aliados internos concurrirán a la cita de este domingo. En cualquier caso estarían en desventaja dentro de un local donde no caben los 2,307 miembros que constituyen el organismo de acuerdo con la nómina que registró Vargas ante la Junta Central Electoral el 18 de mayo pasado, justo el día en que su partido concluía la campaña electoral.

Esa nómina ya está reconocida por el TSE, aunque Enmanuel Esquea Guerrero,  expresidente del PRD y abogado de los expulsados y suspendidos, sostiene que excluye a unos 300 de los 1,790 miembros que tenía cuando ratificaron a Vargas Maldonado  como presidente en el 2009 y cuando en el 2011 fue proclamado Mejía como candidato presidencial, y que incluye a unos 550 nuevos.

En manos de Vargas.  La división es un hecho, porque Vargas Maldonado ha demostrado que quiere el partido para él solo, el “nuevo PRD” que proclamó al ser investido presidente, donde nadie le dispute su preponderancia y que no se le ocurra volver a descartarlo como candidato presidencial, como ocurrió en la última convención del 6 de marzo del 2011.

Cuenta con las ventajas de las cortes y el apoyo del expresidente Leonel Fernández y su partido en el poder, y con la dispersión e ineficacia de la mayoría de sus contradictores.

Se quedará no solo con la Casa Nacional, que mantiene encadenada desde mediados del año pasado, sino también con el nombre y los símbolos del viejo partido, así como con la subvención del Presupuesto Nacional, que el año pasado significó 374 millones de pesos, el 0.5 por ciento de los ingresos fiscales.

Para 2013, como no hay elección se reduce al 0.25 por ciento, pero como crecen las recaudaciones, alcanzaría 254 millones de pesos, con el estimado de ingresos de 384 mil millones de pesos.

Con apenas un puñado de los dirigentes nacionales del PRD, y dado que confrontó al candidato presidencial que arrastró a más del 90 por ciento de sus militantes y obtuvo el 47 por ciento de la votación nacional, Vargas tendrá escasas posibilidades de reunificar ese partido y rescatar sus apoyos externos.

Más aún por su limitado carisma político y por girar hacia la derecha política, un espacio que corresponde a Leonel Fernández, el próximo candidato presidencial del partido oficialista.

Con un poco de suerte, el “nuevo PRD” podría sobrevivir gracias al financiamiento público y con el reparto de candidaturas para los comicios del 2016. Pero le resultará muy difícil remontar el descrédito que sufrirá en la imagen democrática que acumuló durante décadas y que le dio vigencia a pesar de la frecuencia con que la pluralidad ha devenido en confrontación abierta.

Una prolongada agonía.  El PRD es víctima de una prolongada agonía, originada en el pragmatismo que  afecta al sistema partidista, y que en su caso ha adolecido de una renovación del liderazgo en todos sus niveles. Decenas de dirigentes nacionales ya cansados, frustrados o resignados, ni siquiera han protestado tras haber sido excluidos por acción individual.

Los organismos perredeístas, desde los comités de base al CEN, dejaron de ser operantes y solo eso explica que se permitieran el lujo de ir a las elecciones presidenciales del año pasado con un presidente que junto a un pequeño núcleo, trabajaba para provocar la derrota, algo insólito y sin precedente en la democracia.

La mayoría de los dirigentes del partido blanco, incluyendo los de edad media, y cientos de jóvenes formados en los cursos de gestión política quedaron inmovilizados en medio del conflicto, a lo que contribuyó la reducción del conflicto a la confrontación entre Vargas y Mejía, y que éste aceptó el juego sin echarse a un lado y llamar a la renovación del partido para preservarlo, aunque tanto en la campaña electoral como después dejó abiertas las puertas a un entendimiento que salvara la unidad.

Hipólito Mejía fue responsable en parte de la degradación de la mística y la democracia interna del perredeísmo cuando desde la Presidencia, entre el 2000 y el 2004, practicó el autoritarismo y compró voluntades para imponer una inútil reforma constitucional que le permitiera buscar la reelección en condiciones que obligaban a una alternativa.

Se impuso sobre símbolos perredeístas como Milagros Ortiz Bosch, Emmanuel Esquea Guerrero, Hugo Tolentino Dipp y Hatuey Decamps, quien terminó expulsado.

Dos derrotas consecutivas como candidato presidencial debieron ser suficientes para que Hipólito Mejía promoviera una renovación.

El haber obtenido el 47 por ciento de la votación en una elección tan desigual, luchando hasta con el presidente de su partido en contra, le ha permitido mantener su esperanza de volver al poder, ignorando que una parte de ese sufragio fue por sanción a la gestión del PLD. Eso ha contribuido a inhibir a muchos partidarios de la renovación.

No hay quien salve al PRD. La validación de las expulsiones y suspensiones por el TSE puede ser el golpe de gracia a la unidad del PRD que quedaría profundamente escindido y con un nuevo liderazgo fundado en el pragmatismo político. Sería la octava división del partido blanco y esta vez con preponderancia de una minoría de sus dirigentes y sin un líder en capacidad de reunificarlo. La primera fragmentación ocurrió en 1940, al año de fundado en el exilio, protagonizada por su primer secretario general, Juan Isidro Jimenes Grullón, quien luego crearía la Alianza Social Demócrata.

Recién llegado al país en 1961, dos de sus tres precursores, Nicolás Silfa y Ramón Castillo, se fueron casi solos para constituir el Partido Revolucionario Dominicano Auténtico y el Partido Progresista Demócrata Cristiano. No hicieron mella a un partido que lideraba Juan Bosch. Otra insignificante fue la salida de Rafael Peguero Méndez, quien con otros nueve diputados expulsados, adquirió la franquicia del Partido Popular Cristiano en 1998.

La mayor división del PRD fue la protagonizada por el profesor Juan Bosch en diciembre de 1973, cuando renunció para constituir el Partido de la Liberación Dominicana. Se quedó con el local nacional, pero la mayoría se mantuvo en el partido blanco que ya contaba con el liderazgo de relevo de Peña Gómez, que 4 años y medio después lo llevaría al poder.

La escisión del perredeismo fue casi a la mitad tras la derrota electoral de 1986, protagonizada por las rivalidades de los grupos del candidato perdedor Jacobo Majluta y Peña Gómez, que dieron origen a dos partidos el Revolucionario Independiente y el Bloque Institucional Social Demócrata. Otra vez el liderazgo peñagomista logró rescatar la unidad para resurgir con fuerza. La séptima y última fue originada en la expulsión de Hatuey Decamps, quien lo presidía, y constituyó el Partido Revolucionario Social Demócrata, quedándose con el local nacional.

Ironía de la política nacional. Hipólito Mejía contribuyó a elevar el protagonismo político de Miguel Vargas. Lo mantuvo sus cuatro años como ministro de Obras Públicas clave para aumentar fortunas, y luego lo respaldó para la candidatura presidencial del 2008, prefiriéndolo a Milagros Ortiz Bosch,  y un año después para la presidencia del partido. El expresidente propició el rescate de Fiquito Vásquez, que había sido expulsado por traición y quien ahora preside el tribunal que lo extraña del partido que más votos recibió, con Mejía de candidato, en la última consulta democrática hace solo ocho meses.

De espalda a la realidad del país, la división del PRD auspiciará el retorno al poder dentro de tres años del nuevo caudillo Leonel Fernández, dueño del escenario judicial y político nacional, quien ya hace tiempo se apropió del Partido Reformista Social Cristiano que durante más de tres décadas compartió con el perredeismo el dominio de la política dominicana.

 

Tiende a acentuarse el bipartidismo

Por Juan Bolívar Díaz

Las encuestas y las percepciones de los analistas indican una tendencia a acentuarse el bipartidismo en el sistema electoral dominicano con un Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) en progresiva decadencia y que lleva más de un año discutiendo cómo afrontar el desafío de las elecciones presidenciales de 2012.

Por otra parte media docena de partidos alternativos, sin perspectivas de convertirse en una opción competitiva frente a las fuerzas dominantes, se encaminan a otro fracaso en el viejo proyecto de orquestar una candidatura común que pudiera representar una opción siquiera para el segmento más insatisfecho del electorado.

 Bipartidismo más fuerte.  Todas las encuestas publicadas en los últimos meses indican una tendencia al fortalecimiento del bipartidismo que fuera quebrado en los comicios presidenciales de 1986 cuando el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) alcanzó el 18% del sufragio para restablecerse en el 2008 cuando el PRSC se redujo al 4.6%.

Las investigaciones de las preferencias electorales otorgan al reformismo entre el 3 y el 6% y las perspectivas no apuntan a mejorar sus perspectivas ya que el partido colorado está virtualmente congelado más de un año después que en noviembre de 2010 inició su Tercer Congreso Unitario Joaquín Balaguer que sesionó en enero y concluyó en febrero con la resolución de elegir candidato presidencial en julio pasado.

 Aunque sus organismos ejecutivos han ratificado una y otra vez la resolución de elegir un candidato todo indica que llegará al nuevo año sin concretarlo.

El último intento fue el 17 de septiembre cuando la Comisión Ejecutiva, sin la participación del presidente del partido, acordó la elección para el 16 de octubre, y aunque varios  precandidatos la respaldaron, luego fue dejada sin efecto “en aras de la unidad”.

El pasado fin de semana el presidente del PRSC, Carlos Morales Troncoso, dijo que no se dan las condiciones para que participen en los comicios aliados a alguno de los partidos dominantes, pero sin señalar fecha para escoger candidato propio.

Cuando en las encuestas se ha preguntado a los reformistas si prefieren ir solos o aliados a las elecciones de mayo, los resultados indican una división casi en partes iguales.

La reciente encuesta Gallup-HOY indicó que 47% quieren ir solos y 41 en alianza. Registró al PRSC una preferencia del 5%, un punto menos que el 6 que le había otorgado en agosto y casi similar al 4.7% en la de mayo.

La última encuesta Penn Schoen Berland publicada el mismo mayo le atribuyó el 5%. Otras como la CID Latinoamericana han reducido el caudal reformista al 3%.

Un frente alternativo.  Como ha ocurrido en múltiples procesos electorales desde  de 1994, partidos y grupos alternativos han estado envueltos en intentos por orquestar un amplio frente electoral, pero luego de meses de reuniones y discusiones el tiempo se les viene encima sin que hayan logrado el objetivo.

La agitación comenzó con el año y pese a haber tenido como abogados a una Coalición de  Movimientos Políticos Independientes, a un grupo de presión como Autoconvocados y hasta a una docena de sacerdotes católicos, van quedando pocas expectativas de éxito.

En el proceso fueron proclamadas las candidaturas de Julián Serulle, por el partido Frente Amplio, (el antiguo MIUCA), Guillermo Moreno por el nuevo partido Alianza País, Max Puig por la Alianza por la Democracia y Eduardo Estrella por Dominicanos por el Cambio. Todos estos han  participado en reuniones donde se ha discutido la posibilidad de unificación de sus candidaturas.

Para este mes de diciembre el Frente Amplio que encabeza Serulle ha convocado una “cumbre de líderes” donde se discutiría el proyecto unitario, pero hay quienes creen que ya es tarde para iniciar el proceso de escogencia de un solo candidato, cuando los partidos dominantes llevan meses en campaña y las encuestas le atribuyen sobre el 90%  de las intenciones de voto.

De los cuatro candidatos involucrados en el proyecto, el que más preferencias ha obtenido en las encuestas es Moreno, con 2.2% en la última Gallup-HOY. Le ha seguido Estrella.

El veterano exlider perredeísta Hatuey de Camps, ahora presidente del Partido Revolucionario Social Demócrata, ha favorecido el frente unitario y lo mismo han hecho Ismael Reyes y Luis Acosta, que encabezan otros dos agrupamientos minoritarios.

Se ha considerado que la decadencia del PRSC representa  una mayor posibilidad para una tercera fuerza independiente, que aunque no pueda desplazar el bipartidismo, alcance una votación que le permita ser la llave para una segunda vuelta y en consecuencia negociar un programa serio de reformas político-sociales y económicas, que le sirva de plataforma para el futuro.

Sólo el PLD lo ha logrado.  El electorado dominicano ha sido históricamente conservador, casi siempre cultivando el bipartidismo. En la etapa democrática que se inició en 1978, y hasta el 1994, que abarca cinco elecciones, las opciones fueron el PRSC y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y en las últimas cuatro, desde el 1996, el PLD sustituyó al partido colorado.

El PLD es el único partido que en la etapa democrática logró romper el bipartidismo y necesitó participar en seis comicios para lograrlo, a pesar de que en los primeros cinco intentos tuvo de candidato presidencial al profesor Joaquín Balaguer., su fundador e ideólogo.

En su primera cita -en 1978- apenas alcanzó el uno por ciento de los votos y pasó al 9% en 1982, duplicándolo a 18% en 1986.

En 1990 el partido morado pudo haber ganado el poder si los comicios hubiesen sido real expresión de la voluntad popular. Con el 33%  la candidatura de Bosch quedó a menos de 2% de Joaquín Balaguer. Y aunque se redujo al 14% en el 1994 con un Bosch ya agotado, alcanzó el poder en la segunda vuelta de 1996 para lo cual requirió el apoyo de Balaguer cuando a éste se le prohibió buscar otra reelección.

Irónicamente, los peledeístas no pudieron romper el bipartidismo en las cinco ocasiones en que llevaron de candidato presidencial al profesor  Bosch, uno de los mayores líderes políticos de la historia nacional, que había ganado la primera elección democrática tras la tiranía de Trujillo, entonces postulado por el PRD, lo que indica la escasa alternabilidad que ha tenido el partidismo dominicano.

34 fracasos en 9 comicios.  En las 9 elecciones presidenciales celebradas a partir de 1978 el electorado ha tenido opciones alternativas al bipartidismo, especialmente en el 2004, cuando se le presentaron ocho, además de los tres que entonces dominaban el escenario.

La mayor expresión del tripartidismo fue el resultado del 2000, cuando el PRD ganó con el 49.9% y el PLD y el PRSC quedaron casi empatados, ambos a fracciones para alcanzar el 25%.

Treinta y cuatro  candidaturas presentadas por una veintena de partidos representaron las alternativas del período y sólo tres consiguieron más del uno por ciento del sufragio, mientras de las otras 31 sólo tres superaron el medio por ciento. Jacobo Majluta, tras ser candidato del PRD en 1986, obtuvo casi el 7% en 1990 postulado por su nuevo Partido Revolucionario Independiente, y cuatro años después se redujo al 2.29%. Y Elías Wessin consiguió el 1.89 en 1982.

Los más insistentes fueron José Rafael Abinader y Narciso Isa conde que se postularon tres veces cada uno.

Las candidaturas alternativas que fracasaron han representado todo el espectro ideológico y han incluido a destacadas figuras de la vida nacional. Trece pueden situarse en el centro democrático: César Estrella Sadhalá, Roberto Saladín, Eduardo Estrella, Rafael Flores Estrella, Jorge Martínez Lavandier, Jaime Manuel Fernández, Rafael Peguero Méndez, Trajano Santana, Jacobo Majluta dos veces, y José Rafael Abinader en tres elecciones.

La derecha ha tenido diez candidaturas alternativas: Elías Wessin, Francisco Augusto Lora, Luis Julián Pérez, Homero Lajara Burgos, Pedro de Jesús Candelier, Carlos Bencosme, Nelson Didiez  y Ramón E. Concepción y Vincho Castillo dos veces.

Desde la izquierda salieron 11 candidaturas: Rafael Fafa Taveras, José González Espinosa, Antonio Reynoso, Pin Montás, Raúl Pérez Peña, Guillermo Moreno, Ramón Almánzar –dos veces-  y Narciso Isa Conde en tres oportunidades.

Aunque todas las encuestas señalan el descrédito de los partidos dominantes y la poca confianza que inspiran en la ciudadanía, a la hora de las votaciones los electores apenas han tomado en cuenta a relevantes figuras del arco iris político nacional, lo que se atribuye a diversos factores, como el clientelismo y el rentismo, el desproporcionado financiamiento estatal y del lavado de activos, así como a la inconsistencia de muchas de las alternativas que se han presentado y a una cultura nacional de votar por el que puede ganar.