Entre Ivelisse y Temístocles

Por Juan Bolívar Díaz
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Se me acabó el tiempo de entregar este artículo debatiéndome sobre a quién escribirle primero, si a mi querida profesora Ivelisse Prats Ramírez, descalificada por su terquedad libertaria o a Temístocles Montás, un viejo amigo con quien en tiempos de opresión compartí sueños de progreso social colectivo y de fortaleza de la institucionalidad democrática.

Ivelisse, quien nos dio las primeras lecciones de libertad de pensamiento y conciencia en el liceo nocturno Eugenio María de Hostos, hace medio siglo todavía en plena tiranía trujillista, en realidad no necesita que la defiendan, porque hay muy pocas personas con su magistral manejo del verbo en los periódicos dominicanos. Y afortunadamente todavía le sobran fuerzas y talento para defenderse por sí misma, como hace en su último artículo bajo el expresivo título de “La vejez, mi mejor tesoro”, que he leído este sábado.

Intentan descalificarla, no por bisabuela, sino por su terquedad en militar en los principios de la democracia, en la defensa de la libertad y en la lucha por una sociedad más equitativa donde quepan todos los sueños y se satisfagan las necesidades fundamentales de los seres humanos. Ella tendrá su espacio en esta sociedad hasta más allá del último aliento. Porque ha pasado por la política dominicana sin siquiera dejarse salpicar de la podredumbre que la ha envilecido. Profesional, intelectual y académica de primera categoría, decana universitaria, presidenta de uno de los más grandes partidos de la historia nacional, diputada durante dos períodos. Y todavía vive de su trabajo, en casa alquilada y se mueve en un automóvil de diez años. Su trono es tan alto que resulta inalcanzable para dardos y pedradas.

Temístocles Montás, necesita en estos momentos de aliento y reconocimiento. Le tiran piedras e intentan descalificarlo porque ahora en campaña electoral reivindica los principios y planteamientos programáticos fundamentales del partido que contribuyó a fundar, junto al profesor Juan Bosch y otros muchos que pretendían la liberación nacional de toda dependencia, atraso y corrupción.

A Temo, como a Leonel Fernández, lo recuerdo con añoranzas de los años ochenta y principios de los noventa, cuando elucubrábamos sobre la superación de la autocracia Trujillo-balaguerista y apostábamos por la inserción del país en la institucionalidad democrática, renegando de la corrupción y los corruptos, de los manipuladores y compradores de conciencia y de la dominación nacional e internacional.

Temo está ahora sometido a un fuego cruzado por quienes se sienten incómodos cuando vuelve a rechazar el caudillismo y la perpetuidad en el poder, cuando replantea la democracia como instrumento de ciudadanía, recupera la cultura de la ética y la transparencia, del Estado de derecho con políticas de inclusión social. Y de la recuperación de los principios fundacionales de su partido.

Hay quienes descalifican a Temo porque guardó silencio público durante los años en que fue ministro fundamental del expresidente Leonel Fernández, el amigo común que cambió el boschismo por el balaguerismo y el vinchismo para reproducir el fatalismo nacional del continuismo.

Pudo haber pecado de conservadurismo y complicidad, aunque me consta que muchas veces disentía, no solo a nivel privado, sino que, tengo entendido, también frente al mandante de turno. El sentimiento de cuerpo de que Bosch revistió a sus últimos discípulos, para bien y para mal, imponía la ley del silencio en su partido.

Pero nadie está condenado a morder silencio eternamente y todos estamos llamados a recuperar la voz. Temístocles lo ha hecho en circunstancias bien difíciles, cuando ya sus reclamos encuentran pocos oídos entre los suyos. Tal vez tenga conciencia de sus limitadas posibilidades, o espere un milagro o simplemente quiera dejar constancia de que tiene voz propia, de que no fue definitivamente atrapado por el pragmatismo salvaje de la política nacional. Salve Temo, los viejos amigos te saludan.

 

 

Los infinitos errores de Vargas Maldonado

Por Juan Bolívar Díaz
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A  cuatro semanas de la elección de Hipólito Mejía como candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) su presidente Miguel Vargas Maldonado y sus seguidores son los únicos en el país que lo desconocen, colocando a esa organización entre el chantaje y la división.

El excandidato presidencial del 2008 pretende negociar desde una posición de fuerza, prolongando irracionalmente una crisis que lo aniquila políticamente, socava las potencialidades del perredeísmo y alienta las aventuras inconstitucionales de quienes pretenden la reelección del presidente Leonel Fernández.

Ya no es simple pataleo.  A casi un mes de la elección de su candidato presidencial el PRD fue colocado al borde de la división cuando los partidarios del presidente del partido, Miguel Vargas Maldonado, destituyeron y luego expulsaron sumariamente al presidente de la Comisión Nacional Organizadora (CNO) de la convención, Enmanuel Esquea Guerrero y cerraron  sus oficinas en la casa nacional de los perredeístas. Las desconsideraciones alcanzaron a los demás comisionados, al punto que Hugo Tolentino tuvo que reclamar enérgicamente su derecho a ingresar al local del partido. Luego optaron por reunirse en las oficinas privadas de Esquea para evitar que estallara la violencia.

Cuatro semanas no han sido suficientes para que Vargas y sus más fieles adherentes se convenzan de que perdieron la votación del 6 de marzo, algo que fue documentado por el cómputo y la CNO, y reconocido por prácticamente todos los medios de comunicación, incluyendo la totalidad de los diarios. Casi a unanimidad los editoriales de los periódicos y los articulistas y analistas han ponderado el orden y entusiasmo en que transcurrió la elección primaria, dando crédito a sus organizadores.

Los impugnadores han arrojado sombras sobre la generalidad de los integrantes de la CNO pero han concentrado sus dardos en Esquea Guerrero, aunque el reconocido jurista ha tenido pleno respaldo de la mayoría de los comisionados, que se han hecho co-responsables de las decisiones, especialmente los independientes Milagros Ortiz  Bosch, Hugo Tolentino, Ivelisse Prats y Quico Tabar, todos con tan amplio crédito moral y ético, que muchos piensan que si ellos no pueden ser árbitros, deben cerrar ese partido.  También han tenido el respaldo de otros tres vinculados a la candidatura de Mejía, en tanto los cuatro de Vargas han apoyado las impugnaciones.

Posición de fuerza.  El mismo miércoles cuando las tensiones alcanzaron su mayor nivel, se produjo el primer encuentro entre comisionados de los dos sectores en conflicto convocados por el presidente de la Internacional Socialista para América Latina Martín Torrijos. Se esperaba la asistencia de Vargas y Mejía, pero el primero no concurrió, por lo que el expresidente se retiró. El jueves volvieron a reunirse bajo la mediación del abogado Nelson Espinal Báez, hijo del fallecido senador perredeísta (1963) y Procurador General (1983-86) Américo Espinal Hued, quien es egresado de la Universidad de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachusetts y experto en solución de conflictos.

Por lo que ha trascendido, el sector de Vargas es consciente de que no hay solución sin reconocer el triunfo de Mejía, pero negociando desde una posición de fuerza, casi chantajeando con la amenaza de división y con demandas insostenibles como que el expresidente acepte que votaron cientos de miles de peledeístas y reformistas, lo que ilegitimaría su candidatura.

Una aspiración sin precedente en el mundo democrático es que proclamen desde ya a Vargas como candidato presidencial para el 2016. También es difícil que le otorguen la candidatura vicepresidencial, dado que ya Mejía la pactó con Luis Abinader. Más viable es la participación en el gobierno en la proporción obtenida en la votación, lo que figuró en el “pacto de honor” que antecedió la votación del 6 de marzo, y que les garanticen mantener el dominio de la estructura del partido hasta el 2016, que también estarían reclamando, según un panfleto que circula en Internet.

El sector de Vargas cuenta  a su favor con el control de los cargos ejecutivos del partido, los locales y recursos y con la premisa de que Mejía es el más interesado en un acuerdo. Pero un reparto de hipotéticos puestos gubernamentales y un premio al arrebato antidemocrático, restarían  crédito al PRD en los sectores pensantes de la sociedad, donde ya hay disgusto por la prolongación de la garata mientras la nación afronta  la crisis institucional desatada con la inconstitucional aprobación de las leyes orgánicas y la amenaza de una improcedente  repostulación del presidente Fernández.

Una caterva de errores de Vargas Maldonado.  Una división del PRD sin contar con la menor legitimidad en la opinión pública sepultaría definitivamente la carrera política de Vargas Maldonado y sería la culminación de la caterva de errores tácticos y estratégicos en que ha incurrido al pretender que podía manejar ese partido como una empresa que había adquirido más por su fortuna económica que por carisma.

Su imagen se ha desfigurado desde que la noche de la votación se hizo proclamar ganador en base a una supuesta encuesta a boca de urna para alegar  que le habían hecho fraude al día siguiente cuando le comunicaron el cómputo oficial. Pretendió que no publicaran los resultados de la elección mientras él mismo se proclamaba ganador, y desde entonces se le ve como un resentido, en contraste  con sus habilidades empresariales.

Vargas ha tenido un pésimo asesoramiento político desde que como candidato presidencial en el 2008 trató de ocular los símbolos del PRD. Tras su derrota se lanzó a buscar la presidencia del partido, aunque tuviera que modificar sus estatutos que prohibían ser presidente y candidato a la vez, ignorando que desde su fundación en 1939 ese partido ha tenido una pluralidad de dirigentes y que ni sus dos grandes líderes, Juan Bosch y Francisco Peña Gómez,  reunieron esas dos condiciones a la vez. Tampoco los presidentes Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. Y es una de las razones por las que tiene casi 72 años.

Rodeado de dirigentes que no tenían mucha empatía con las bases  se empeñó en proclamar un “nuevo PRD”, donde un recién salido secretario general reformista se convirtió en su vocero. Aunque es una persona formal y cortés, el exitoso empresario es percibido como distante por los sectores populares.

Se creyó tan dueño del partido que antes de presidirlo y sin consultar sus organismos,  pactó con el presidente Fernández para aprobarle su Constitución, sin reparar en que prolongaba la carrera política del mandatario y habilitaba a Hipólito Mejía para que ahora le ganara la candidatura presidencial. Lo único que ha podido reivindicar como beneficio del pacto es que cambió el nunca jamás de la doble postulación presidencial  por la prohibición de la reelección consecutiva, y hasta eso ahora está en peligro. Desligó el PRD de las luchas populares y de las denuncias de corrupción, pero no pudo conseguir que le cumplieran el compromiso de aprobar una ley de partidos que mejoraría la competencia democrática.

Cuando le confirieron la presidencia del partido por consenso, tomó parte activa en la elección del secretario general y secretario de organización, confrontando a aspirantes que tenían arraigo en el “viejo PRD”, en vez de ser un ente arbitral, papel que tuvo que asumir la Junta Central Electoral. Y cuando hubo que escoger candidatos para la elección congresual y municipal, violentó el procedimiento democrático en la mayoría de los cargos para legisladores y síndicos, en beneficio de sus propios cuadros, dejando un reguero de inconformidad y un aguacero de impugnaciones ante las JCE. Fue simbólico que intentaran despojar a Hugo Tolentino de una candidatura a diputado después de cerrado el plazo de inscripción, para complacer a un acólito.

El último grave error fue subestimar al expresidentes Hipólito Mejía, auspiciando una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría de Obras Públicas durante los cuatro años de ese gobierno.-

No convencen a nadie

El problema de Vargas Maldonado es que sus argumentos no han logrado convencer a nadie más allá de sus más fieles seguidores, y aún entre éstos ha habido deserciones tan notables como la del jefe nacional de su campaña Alfredo Pacheco, y el jefe de la misma en el Cibao Mario Torres y muchos otros, y no faltan quienes mantienen un silencio forzado por la lealtad.

La objeción fundamental de que entre 200 y 400 mil peledeístas y reformistas habrían votado por Mejía ha resultado imposible de demostrar. Los escasos 1,924 votos observados, y el que no hubiese habido una sola impugnación en los 3 mil 641 centros de votación desacreditan las objeciones.

El hecho de que se desmantelara la antigua Junta Central Electoral, sin que se constituyera el nuevo Tribunal Superior Electoral deja al PRD sin una instancia arbitral externa, lo que alienta la prolongación del conflicto y las posibilidades de división.

Por de pronto los observadores estiman que el PRD desperdició el éxito obtenido en la jornada de votación y que su descrédito aumenta con cada día que se prolongue la crisis, aunque se pondera la serenidad y sensatez con que Hipólito Mejía ha asumido el conflicto, interesado en preservar la unidad partidaria, fundamental para su éxito en los comicios presidenciales.

El último grave error fue subestimar al expresidente Hipólito Mejía, auspiciando una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría de Obras Públicas.

 

Congreso del PRD: renovarse o morir

Por Juan Bolívar Díaz

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) podría tener una oportunidad de renovación ideológica-programática, de reestructuración orgánica y de reposicionamiento frente a la sociedad dominicana en el Congreso que finalmente ha programado para el segundo fin de semana de octubre próximo, tras meses de discusiones.

Pero el esfuerzo podría naufragar en el mar de canibalismo interno que consume las energías de sus dirigentes, les impide elaborar políticas de oposición  y los descalifica para dirigir la nave de una nación desesperanzada de su liderazgo político y harta de contemplar el predominio de las ambiciones grupales sobre los intereses partidarios y nacionales.

Por fin habrá congreso.   Con la presencia de las dos terceras partes de sus miembros y pese a la ausencia de tres de sus precandidatos presidenciales, la Comisión Política del PRD logró el jueves aprobar el reglamento que regirá su Congreso Nacional, al tiempo que fijó sus sesiones finales para los días 9 y 10 de octubre próximo.

El evento, que llevará el nombre del desaparecido líder perredeísta José Francisco Peña Gómez, está concebido como culminación de un proceso de análisis y elaboración de propuestas para la actualización doctrinaria, la renovación programática, la reestructuración orgánica y la reconexión con los sectores sociales que la degeneración política dejó atrás, especialmente con las expectativas de los sectores populares y la clase media.

Pasaron más de dos años para que tomara cuerpo el congreso perredeísta propuesto en junio del 2008 por sectores clarividentes vinculados a las raíces de ese partido, tras la derrota en los comicios presidenciales del 2008, pero fue preciso pasar por la de mayo pasado, la cuarta caída consecutiva del partido blanco a manos del Partido de la Liberación Dominicana y una docena de grupos políticos aliados.

La idea del congreso ganó apoyo entre los sectores más identificados con los planteamientos social demócratas que bajo el liderazgo de Juan Bosch y Peña Gómez configuraron al perredeísmo como el partido de más prolongada vigencia en la historia nacional.

Fue impulsado determinantemente por el “Foro Renovador del PRD” constituido en  marzo del 2009. Dos de sus principales figuras, el dirigente de la vieja guardia Tirso Mejía Ricart, y Alejandro Abreu, de las nuevas generaciones, aparecen como presidente y secretario ejecutivo de la Comisión Organizadora del Congreso. Ha tenido el respaldo de Hugo Tolentino, Milagros Ortiz Bosch, Ivelisse Prats, Amaury Justo Duarte, Fausto Herrera, Jesús Feris Iglesias,  Regina Buret, Fafa Taveras y muchos otros

Objetivos planteados.  El congreso fue concebido a partir del documento “Relanzar al PRD para conquistar el poder, construir un nuevo país y devolverle la esperanza al pueblo”, elaborado por Luis Felipe Rosa, Ernesto Zabala y Julio Peña, del Foro Renovador, pasó por un seminario y la presentación de 68 propuestas.

Una serie de documentos han sido elaborados y propuestos a consideración de miles de dirigentes medios del PRD en todo el país, que han venido celebrando asambleas regionales y sectoriales, tras la convocatoria del Congreso en junio pasado por el presidente del partido, Miguel Vargas Maldonado, y la elección de la Comisión organizadora el 25 de julio, para fundamentar los objetivos generales contenidos en el Reglamento aprobado por la Comisión Política el pasado jueves.

El primer objetivo es redefinir la plataforma doctrinaria, a partir de la declaración de principios, destacando las reformas institucionales y políticas públicas para enfrentar los principales problemas nacionales.

El segundo es renovar el compromiso histórico con partidos de  objetivos similares y con las instituciones y asociaciones que conforman  la red social de la nación; tercero, fortalecer el espíritu de compañerismo para fomentar la unidad  partidaria, y cuarto, analizar la coyuntura nacional e internacional para recomendar estrategias para ejercer con firmeza y talento la función opositora.

Aparentemente el Reglamento dejó fuera de los objetivos la evaluación de los resultados de los comicios de este año, que se venía realizando en las asambleas regionales y de los frentes de masas. Tampoco señala el objetivo de revisión de la estructura del partido, incluido entre los fundamentales por los promotores del congreso.

De haber sido el partido con mejor organización nacional, tras la muerte de Peña Gómez, el PRD ha devenido en una estructura infuncional.  Una Convención del 28 de noviembre del 2004, aprobó nuevos estatutos, modificados posteriormente por otra en julio del 2005. Establecieron los Comités de Colegios Electorales, que a su vez incorporarían sus tradicionales comités de base, pero estos han desaparecido sin que se constituyeran los nuevos. También son infuncionales su Comité Ejecutivo Nacional, que tiene unos 1,800 miembros, y no se renuevan los directivos de los comités provinciales, municipales y zonales. La Comisión Política, con 240 miembros, que debe sesionar cada semana, apenas lo logra tres o cuatro veces por año.

Terrible canibalismo.  El principal mal que afecta al partido blanco es la lucha interna sin tregua ni consideraciones. Uno de los documentos de reflexión que circulan entre los perredeístas sostiene que “En el PRD actual no hay afectos, sólo competencias caníbales. Si no reconstruimos los afectos, será imposible avanzar, salir del hoyo, superar la crisis”.

La lucha grupal se alimenta actualmente en los tempranos ajetreos por asegurar la candidatura presidencial para los comicios del 2012, para los que aún faltan 20 meses, protagonizada principalmente entre los grupos que favorecen a Vargas Maldonado y al ex presidente Hipólito Mejía. Este último luce en crecimiento en las encuestas, lo que tiende a agudizar la confrontación. También intervienen los grupos que promueven a Luis Abinader, a Guido Gómez Mazara y a Eligio Jáquez.

Representantes grupales llevan semanas tratando de consensuar una comisión organizadora de la Convención que elegirá el candidato presidencial, sin haberlo logrado. En la reunión del jueves se dijo que están en “un punto muerto”.

Esta semana trascendió que los de Mejía, Abinader y Gómez  proponen que la presida Enmanuel Esquea  y los de Vargas plantean a Milagros Ortiz. Ambos son considerados personas invulnerables, incapaces de prestarse a manipulaciones y dijeron el viernes que a ellos no les han propuesto nada. Hay quienes creen que las diferencias están en el resto de los integrantes.

Aunque uno de los objetivos del Congreso, aceptado por algunos a regañadientes, es fortalecer la unidad partidaria, las luchas internas, podrían hacerlo naufragar o convertir sus resoluciones en letra muerta. Tras la reunión de la Comisión Política el jueves se anunció una sesión para la próxima semana para dejar integrada la Comisión Organizadora de la Convención que elegirá el candidato.

Los más sensatos entienden que esa elección procede después del Congreso para evitar que la lucha por la candidatura lo haga naufragar. En un documento del 9 de julio, Fafa Taveras, uno de los mejores analistas del partido, sostenía que “una competencia interna sin la restauración de la institucionalidad partidaria y sin una plataforma común que recupere la esencia socialdemócrata que nos defina, es una locura y sólo servirá para atomizarnos”. Taveras proclamó esta semana por Teleantillas que al PRD sólo le queda renovarse o desaparecer como opción política real, y que no aguanta más fuera del poder.

De lo sublime a lo ridículo

Desde su fundación en Cuba, en 1939, durante el exilio antitrujillista, el PRD ha sido un partido de liderazgo múltiple, con organismos en los que  se discute y se expresan disensiones, aún bajo las fortalezas de Juan Bosch y Peña Gómez. En sus orígenes, además de Bosch, tuvo a Juan Isidro Jiménes Grullón, Virgilio Mainardi Reyna, Angel Miolán, Nicolás Silfa, Leovigildo Cuello, Cotubanamá Henríquez, Luis F. Mejía y Juancito Díaz, repartidos entre La Habana, Caracas, Nueva York y México.

Desde su primera convención para elegir los candidatos a los comicios de 1962 hubo conflicto. Bosch no aceptó el candidato a la vicepresidencia escogido, Buenaventura Sánchez Félix y pocos días después hubo que repetir la elección, recayendo en Segundo Armando González Tamayo. Los conflictos han matizado todas sus elecciones posteriores.

Los tres comisionados que lo instalaron en el país en de julio de 1961 (Angel Miolán, Nicolás Silfa  y Ramón Castillo), salieron poco después de la organización, aunque el primero retornó años después.

Aunque tiene 71 años de fundado, y va para 50 de establecido en el país, el PRD sólo ha gobernado 12 años y 7 meses, con cuatro presidentes diferentes Bosch, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. Sus partidos competidores en medio siglo sólo han tenido un presidente cada uno: Joaquín Balaguer con 6 períodos, y Leonel Fernández que ya agota el tercero.

Hay quienes creen que el PRD ha sido el más democrático internamente de los partidos dominicanos. Pero dentro de una cultura poco democrática, pasa sistemáticamente la raya que separa lo sublime de lo ridículo para caer en la anarquía.-