El Gobierno buscaría desviar la atención del escándalo Joao Santana-Odebrecht

Por Juan Bolívar Díaz
06_03_2016 HOY_DOMINGO_060316_ El País13 A

La agresión policial a la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la acusación del ministro de Interior y Policía al candidato presidencial Luis Abinader de que patrocina intranquilidad carecen de sustento y buscarían desviar la atención nacional del escándalo de corrupción que envuelve a Joao Santana, el principal asesor de campaña del presidente Danilo Medina.

Lo que ha tenido características de montaje ocurrió mientras el partido de Abinader demandaba esclarecer los vínculos de Santana con el Estado dominicano y en Brasil se dictaba prisión preventiva contra el mercadólogo mientras la persecución de la corrupción incluía el allanamiento de la vivienda y la detención del expresidente Lula da Silva.

El montaje en la UASD. Desde las 6:30 de la mañana del miércoles 2 empezó a tenderse un cerco policial sobre la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), que según el profesor de filosofía y miembro fundador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) Juan Tomás Olivero, quien reside en la vecindad, implicó más de una veintena de vehículos policiales y más de 200 agentes, que no impidieron el ingreso de profesores, empleados y estudiantes.

Para las 10:00 de la mañana estaba anunciada una caravana vehicular hacia el Palacio Nacional para entregar un documento al presidente Medina reclamando recursos para paliar el grave déficit financiero de la institución. Lo había acordado el Consejo Universitario y el rector Iván Grullón llegó para presidir la manifestación. Estaba en el Aula Magna hablando ante una asamblea de la asociación de empleados cuando estallaron allí tres bombas lacrimógenas, una en la primera planta y dos lanzadas desde los balcones.

Serían las 11:00 cuando el Rector y los empleados salieron y se unieron al profesorado y estudiantado que ya esperaban para iniciar la caravana hacia la Casa de Gobierno. El presidente de la Federación de Asociaciones de Profesores, Santiago Guillermo, relató que junto a los decanos de Economía y de Ciencias Jurídicas se adelantó a conversar con el coronel que comandaba las tropas policiales en una salida hacia la José Contreras, pero este los detuvo a distancia y sin mediar incidentes ordenó disparar una lluvia de perdigones y bombas lacrimógenas que dejarían unos siete heridos y disturbios en la zona.

No hubo desórdenes ni confrontación previa con las fuerzas policiales.

El rector Grullón diría el viernes en un comunicado que “se disponían a iniciar la caravana en un ambiente de alegría y franca camaradería”.

El ministro y el Jefe de PN. El ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, y el jefe de la PN, Nelson Peguero Paredes, asistían a las 10:00 a una misa en la Catedral por el 80 aniversario de la institución del orden, cuando recibieron una llamada telefónica y se ausentaron apresurados. A las 10:20 el vocero policial dijo a los asombrados reporteros que darían una rueda de prensa, la cual ocurrió antes de las 11:00, previa a la violencia en la UASD.

Como en la época de Balaguer, Fadul arrastró al jefe de la PN a un montaje político, responsabilizando al candidato presidencial opositor Luis Abinader y a sus asociados el diputado Juan Hubieres y Fidel Santana de patrocinar “de manera directa” actos de violencia “contra la Policía, la propiedad y contra la sociedad y la ciudadanía”.

Abundó en que “tratan de crear en el país un clima de intranquilidad que va a afectar directamente a la familia dominicana, sobre todo el orden, la tranquilidad y la protección de la ciudadanía”.

Adelantándose a lo que estaba por ocurrir, Fadul dijo tener informaciones fidedignas de los organismos de seguridad de que “ese hecho, que quiere producirse hoy, y que está siendo programado en la Universidad Autónoma, que quieren salir a las calles a producir este tipo de actos”. Con prudencia, el jefe policial se limitó a decir que la institución garantizaba el respeto al orden público.

Fadul no aportó el menor indicio que vinculara a Abinader con lo que ocurriría en la UASD, y estaba cargando contra una caravana que él mismo había autorizado, por petición del Rector Grullón, quien llegó al cargo siendo dirigente del PLD. Su asistente personal Carlos Tamayo es del comité Central del mismo, y el secretario general de la UASD, Héctor Luis Martínez, integra la Alianza Cultural que apoya la reelección presidencial.

Una denuncia en la Fiscalía. La misma mañana del miércoles, una batería de 7 abogados del PRM depositaba una denuncia ante la Procuraduría Fiscal del Distrito Nacional para que se investigue a Joao Santana sobre posible lavado de activos y sobornos y sobre sus vínculos con el Estado dominicano y el origen de los pagos por su asesoría política al presidente Medina.

Pidieron que la Fiscalía procure información con la Dirección de Contrataciones Públicas, el Ministerio Administrativo de la Presidencia, la Dirección de Información y Prensa de la Presidencia y la Dirección de Análisis Estratégico de la misma para establecer si Santana y su empresa Polis Caribe SRL mantienen algún vínculo contractual con el Estado dominicano, y en caso de ser así el concepto por el cual se le ha pagado, y si guardaron las previsiones legales de contratación.

La denuncia se refiere a los informes de las autoridades judiciales brasileñas que vinculan a Santana y sus empresas con transferencias de la constructora Odebrecht, beneficiaria en el país de más de una docena de contratos de obras por varios miles de millones de dólares, incluyendo las plantas de carbón que se construyen en Punta Catalina, Baní. Citan 9 transferencias por 4.5 millones de dólares de Odebrecht a nombre de Santana y su esposa, que “fueron depositados en cuentas de la República Dominicana”.

La instancia del PRM señala que las relaciones de Santana no serían solo con el PLD, sino también con el Gobierno dominicano, “dado que el mismo cuenta con un registro de Proveedor del Estado No. 29659 de la Dirección General de Compras y Contrataciones Públicas”.

Ya antes habían denunciado que la Polis Caribe recibió el 16 de diciembre de 2014 un pago de RD$16 millones 720,754.97 con cargo a la cuenta gubernamental 22101 por el concepto de “saldo de pago de servicios de realización y producción de comerciales publicitarios para el Gobierno de República Dominicana”.

RD en la prensa de Brasil. La asesoría de Santana a las campañas electorales del presidente Medina siguió esta semana en los medios de comunicación de Brasil. Los periódicos Folha de Sao Paulo, O Globo, con ediciones en varios estados, y Estadao han enviado reporteros a investigar sobre las plantas de carbón que el Gobierno dominicano asignó a la Odebrecht en Punta Catalina, Baní.

La periodista Claudia Trevisan, enviada a Santo Domingo por el periódico Estadao, en un reportaje titulado “Odebrecht y Santana, Todos a ver El Caribe” relata las relaciones de Medina con el expresidente Lula y la presidenta Rouseff desde su primera visita a Brasil en el 2011 (en campaña electoral) y otra en julio del 2012, antes de iniciar su Gobierno, para vincularlas a contratos con la Odebrecht.

La situación se complicó el jueves cuando una jueza le dictó prisión preventiva a Santana y su esposa “por sospechas de que recibieron dinero de compañías salpicadas por el escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras”, según la agencia española EFE, que consigna que ambos fueron “responsables de las campañas electorales de los presidentes de Brasil, Dilma Rouseff, y la República Dominicana, Danilo Medina”.

El Gobierno flexibiliza el Plan de Regularización

Por Juan Bolívar Díaz

14_06_2015 HOY_DOMINGO_140615_ El País13 A

Al término del plazo para registrarse en el Programa Nacional de Regularización de Extranjeros (PNRE), el Gobierno ha dispuesto otorgar un estatus migratorio regular al 1.8 por ciento de los que lo han solicitado, y provisional al 93 por ciento que habiendo presentado documento de identidad no ha podido completar los demás requisitos.

Otras flexibilizaciones que permitirían registrar unos 260 mil inmigrantes irregulares, alrededor del 50 por ciento de más de medio millón estimado, son aceptar como solicitantes del registro a entre 20 y 25 mil que esperan ser documentados por el Gobierno de Haití y beneficiar como inmigrantes regulares a 2,835 cañeros pensionados.

Armónica reunión en Haití. Durante una armónica reunión en Puerto Príncipe el sábado 6 de junio entre una delegación dominicana, encabezada por el canciller Andrés Navarro, y su homólogo haitiano Lener Renaud, se informó sobre la marcha del PNRE y las decisiones del Gobierno dominicano, que según el acta oficial dominicana fueron:

Hasta el día anterior, los inscritos en el plan totalizaban 239,368, más del 96 por ciento haitianos; 86,953 con pasaporte (36%), 78,425 con actas de nacimiento (33%) y 56,695 con cédula (24%). El total de los poseedores de por lo menos uno de los documentos de identidad requeridos para la regularización es de 222 mil, el 93 por ciento.

Se precisa que “únicamente el 1.8% de los extranjeros ha cumplido al presente con todos los requerimientos del Decreto 327-13″, a los cuales se les dará el estatus migratorio regular. Al resto, o sea el 98.2 %, “el Gobierno ha decidido otorgar diversos períodos de gracia para completar dicho proceso”.

A los que presentaron actas o cédula se les dará un permiso de estadía de un año, y a los que se registraron con pasaporte un permiso de dos años.

A unos 20-25 mil a quienes el Gobierno haitiano no ha entregado la documentación solicitada, se les reconocerá como iniciados en el plan si presentan el recibo provisional de solicitud expedido por la embajada de Haití con fecha de entrada al país.

El Gobierno anunció “estatus migratorio regular” para 2,835 nacionales haitianos pensionados tras décadas de trabajar en el país “a pesar de que no habían podido tener el documento de identidad regular de su país de origen”, y que a 7,986 haitianos que estudian en el país no se les cobrará la visa, ni impuestos de entrada o salida del país.

Verdadero círculo vicioso. Más allá del discurso nacionalista, está la realidad de si el país tiene capacidad para identificar y deportar a 300 mil personas, sin incurrir en graves violaciones de derechos y generar un tráfico no solo de ida, sino también de alta proporción que intentará retornar.

Sería un negocio redondo para los traficantes de personas de ambos lados de la frontera.

Hay dos grandes interrogantes, la primera si los sectores productivos dominicanos, -agropecuario, construcción y servicios- podrían soportar tal extracción de recursos laborales, y segundo, si la precaria estabilidad económico-política de Haití podría asimilar una deportación tan elevada sin graves sacudimientos políticos-sociales que generarían nuevos flujos migratorios hacia la República Dominicana.

A la vez el Gobierno está preso del discurso de deportación, que aunque ha bajado desde que “los Vinchos” se alejaron del presidente Danilo Medina, ha calado en su partido y buena proporción de la sociedad, que esperan su materialización sin tener a manos suficientes elementos de ponderación, que no los ofrece públicamente el Gobierno.

La falta de cooperación. Durante años “El Tema de hoy” reclamó el dilatado Reglamento de la Ley de Migración del 2004.

El 27 de octubre 2013, con el título “Han preferido el desorden para explotar inmigrantes”, se detallaron los numerosos fracasos en iniciar la regularización dispuesta por el Decreto 417 de 1990 y luego por la Ley 285 promulgada por el presidente Hipólito Mejía el 15 de agosto del 2004.

Al ponderar el inicio del PRNE, el 15 de junio del 2014, el Tema titulaba “El Plan de Regularización ha arrancado con éxito”.

Pero ya el pasado 30 de noviembre advertía que “Se encamina al fracaso el Plan de Regularización de Extranjeros”, y el 24 de mayo del 2015 se adelantaba que “El Gobierno busca salvar su Plan de Regularización”, que es lo que ha hecho ahora con la flexibilización anunciada. Con esos títulos y mediante cualquier buscador de Internet, se accede a los textos.

Durante todo el proceso se centraron las explicaciones de sus problemas en la falta de cooperación del Gobierno haitiano, lo que es cierto solo en parte, como lo demuestra el acta de la reunión de cancilleres al consignar que la embajada de Haití tiene pendiente de responder entre 20 y 25 mil solicitudes de documentos, 5 por ciento del total de inmigrantes.

Si únicamente el 1.8% de los solicitantes ha podido completar los requerimientos y el 93 por ciento ha presentado documentos de identidad válidos, es obvio que los tropiezos fundamentales hay que buscarlos en la falta de apoyo que ha tenido el PNRE por la incomprensión de que para que sea exitoso debería abarcar una alta proporción del universo, para hacer posible identificar y deportar los excedentes.

La escasa respuesta está determinada básicamente por exceso de requerimientos, la negativa de los empleadores a dar certificaciones de empleo, que la Procuraduría General, en contradicción con el decreto, reclamó hasta el mes pasado el pasaporte para emitir certificados de buena conducta, y por los elevados costos de las notarizaciones, del tráfico hasta con los turnos y de los 7 viajes de promedio que han tenido que realizar los que lograron inscribirse.

El pecado original. Es difícil encontrar quien niegue el derecho dominicano a limitar la abrumadora inmigración haitiana, por lo que el PNRE ha sido de unánime aprobación, nacional e internacional.

El problema es el pecado original: que después de décadas amenazando establecer controles, pasaron 9 años antes de que se pusiera en vigencia, la nueva Ley de Migración, que preveía la regularización.

Las autoridades prefirieron desatar una venganza sobre los que habían nacido en el país, primero negándoles administrativamente sus documentos y luego despojándoselos por la retroactiva y colectiva sentencia 168/13.

La Encuesta Nacional de Inmigrantes, con una muestra de 68,146 viviendas, realizada por la Oficina Nacional de Estadística, y avalada por el Gobierno, indica que el 80 por ciento de los extranjeros dijeron haber llegado al país en el período 2000-12, y el 62 por ciento entre el 2005 y 2012, justo mientras se libraba el combate contra los que habían nacido aquí durante décadas y habían sido reconocidos como dominicanos.

Es significativo que ese enorme flujo ocurriera justo cuando el grupo más nacionalista controlaba la Dirección de Migración y el Consejo Nacional de Fronteras e influía sobre el Ministerio de Interior, la Junta Central Electoral y hasta en la Presidencia de la nación. No hubiera sido lo mismo iniciar la regularización con 300 mil inmigrantes que ahora con alrededor de 600 mil.

Todo el que quiera que alguna vez se inicie un control de la inmigración debería apoyar el esfuerzo que hace el Gobierno al flexibilizar el plan, y reclamar que se extendiera otros 60 días, ahora que ya no se exige el pasaporte para el papel de buena conducta, lo que permitiría alcanzar una proporción mayor que viabilizara los controles.

Y centrarse en las mayores causas del limitado resultado, sobre todo en reclamar la cooperación de los empleadores que, en su mayoría, prefieren mano de obra excedente y sin derecho alguno.

Sobre las deportaciones

En la reunión, dice la relatoría, las autoridades dominicanas informaron que procederán a deportar después del 17 de junio a quienes no se acogieran al PNRE, “en función de las disposiciones legales del país y los compromisos internacionales en materia de los DDHH y la dignidad de cada persona”, en coordinación con la OIM y la ONU.

Se detallaron seis lugares de acogida y el protocolo de procedimiento. El canciller haitiano reconoció la soberanía dominicana, aunque expresó temor de que un alto volumen pueda sobrepasar la limitada capacidad de su país para asimilarlos y generar conflictos.

El problema es sumamente complejo si, atendiendo a los estimados, los sujetos a deportación podrían superar los 300 mil e implicar a nacidos en el país, incluso de los 53 mil que la Junta Central Electoral ya anunció que serán documentados como dominicanos, según la Ley 169-14, pero aún sin ejecución. Se añade un número indeterminado de los descendientes que estos no han podido declarar.

Se asume que la Encuesta Nacional de Inmigrantes del Gobierno dominicano 2012 arrojó 524 mil extranjeros, que de esos un 10% serían inmigrantes regulares, por lo que los indocumentados se reducirían a 472 mil. Pero si se les suma el flujo 2012-15 pueden alcanzar los 600 mil, ya que la encuesta dice que entre 2010-12 creció 36.8%.

 

Un soberanismo irresponsable

Por Juan Bolívar Díaz
Es irresponsable persistencia de al- gunos de que  RD desafíe al mundo

No puede ser por ignorancia, sino por irresponsabilidad que algunos persistan en que la nación dominicana desafíe a todo el mundo globalizado, auspiciando graves y masivas violaciones de derechos humanos que contradicen principios filosóficos y jurisprudencias universales, y que están condenadas en múltiples tratados que el Estado dominicano suscribió soberanamente, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención Americana de Derechos Humanos.

Aunque para muchos en este país, las leyes son apenas sugerencias y la Constitución “un simple pedazo de papel”, como acuñó Balaguer, es de rigor citar el numeral 3 del artículo 74 de nuestra Carta Magna que reza: “Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y ratificados por el Estado dominicano, tienen jerarquía constitucional y son de aplicación directa e inmediata por los tribunales y demás órganos del Estado”.

Las relaciones internacionales de hoy se rigen por muchos otros tratados, que ya superan el ámbito de los derechos humanos, y se refieren al comercio, el medio ambiente, la energía nuclear, la aviación y uso del espacio aéreo, los derechos de autor, las transferencias financieras y el tráfico de narcóticos. Se asume que todo Estado que los asume está obligado a cumplirlos, sin el menor pretexto de soberanía nacional.

Es que el concepto de soberanía nacional hace tiempo que fue desplazado, hasta para las grandes naciones, aunque algunas, como Estados Unidos, no han suscrito varios de esos tratados, para escapar de su cumplimiento. Por eso no pueden ser sancionados.

A veces ni siquiera los grandes y poderosos países son sometidos a sanciones por violaciones a preceptos de la convivencia internacional. En algunos casos resisten y salen relativamente indemnes, pero ese lujo no se lo pueden permitir la mayoría, con economías dependientes, como en el caso dominicano del turismo, remesas, el financiamiento, donaciones y acceso privilegiado a mercados como la Unión Europea.

Esta misma semana la Unión Europea discutía un paquete de sanciones a Rusia que involucrarían 10 mil millones de euros por estar auspiciando la fragmentación violenta de su vecina Ucrania. Los alegatos soberanos no serán suficientes para disuadir a los veintiocho países integrados en Europa.

En los últimos días se han multiplicado las críticas por las recientes visitas al país del vicepresidente de Estados Unidos, del secretario general de las Naciones Unidas y del presidente del Consejo de la Unión Europea, bajo el alegato de que vinieron a presionar al presidente Danilo Medina para que carguemos con Haití y todos sus problemas.

Es obvio que esas visitas no fueron turísticas ni simples coincidencias. Han sido parte de un esfuerzo concertado por ayudar al Gobierno dominicano a salirse de debajo de la patana en que la irresponsabilidad soberanista dejó al país tras la sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional, desafiante de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de cuyas decisiones es compromisario el Estado dominicano por decisión soberana. Esos personajes han coincidido en apoyar los esfuerzos del Gobierno dominicano por encontrar una solución siquiera humanista, y a medias jurídica, al grave problema de derechos humanos.

Fue lo que en octubre pasado recomendó el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, cuando anunció la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, órgano de un sistema del cual somos también compromisarios, que vendría, como en efecto hizo, a ayudar a las autoridades nacionales a encontrar una salida del grave escándalo internacional que aquí algunos pretenden acallar con desaforados y trasnochados gritos soberanistas.

A lo mejor creen que este país tiene capacidad para desafiar a la OEA, la ONU, la Comisión y la Corte interamericanas de Derechos Humanos, a Estados Unidos y a la Unión Europea, para solo citar los más directamente involucrados en rechazar que este país de emigrantes e inmigrantes despoje de derechos a cientos de miles de personas nacidas en territorio nacional.

La mejor ayuda que se puede dar al Gobierno es incentivarlo a cumplir la ley que fue consensuada como solución, que la Junta Central Electoral y los ultranacionalistas aún regatean.

El presidente Medina, más que nadie, sabe que nuestro desprecio por la Constitución, las leyes y las normas no es aceptable en el mundo de hoy.

 

Regular la inmigración requiere voluntad política

Por Juan Bolívar Díaz

Compelido por el escándalo internacional generado por la sentencia que desnacionaliza a decenas de miles de personas, el Gobierno del presidente Danilo Medina comienza a mostrar la voluntad política que faltó a sus predecesores para regular y controlar la intensa inmigración haitiana.

La suspensión temporal de las deportaciones es una demostración de valentía, que los ultra nacionalistas no entienden, para crear un clima de confianza que abra espacio al Plan Nacional de Regularización de los Inmigrantes que se trata de implementar con muchos años de retraso.

Varios pasos adelante. Tras el escándalo internacional producido por la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional que en septiembre avaló el despojo de la nacionalidad a decenas de miles de descendientes de extranjeros nacidos en el país, el Gobierno parece encaminado a afrontar el plan regulador de inmigrantes dispuesto por la Ley de Migración del 2004, incluido en la Estrategia Nacional de Desarrollo de 2012 y demandado por decenas de entidades sociales.

En apenas un trimestre se han emprendido acciones fundamentales como el decreto 327-13 que establece el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, se puso en vigencia el Consejo Nacional de Migración, se dio curso al Instituto Nacional de Migración, y se nombró como su directora a la doctora Flor Rojas Rodríguez, con vasta experiencia en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados y Migrantes, y se dispuso la suspensión temporal de las deportaciones.

Al mismo tiempo el Gobierno ha procurado la asistencia técnica y financiera de organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Unión Europea, al tiempo que abrió un diálogo con las autoridades de Haití que incluye los desafíos migratorios, además del comercio bilateral, la seguridad fronteriza y medio ambiente.

Los organismos recién implementados están contemplados en la Ley General de Migración promulgada en agosto de 2004 por el presidente Hipólito Mejía, cuyo reglamento debió ser adoptado a los seis meses, pero el Gobierno del presidente Leonel Fernández lo dilató por más de siete años, hasta octubre de 2011.

También los contempla la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo y fueron incluidos en el “Compromiso Social y Político por un Nuevo Modelo de Gestión de las Migraciones” de mayo de 2013 asumido por 140 instituciones sociales y no gubernamentales, empresariales, sindicales, religiosas, académicas y comunitarias.

De la algarabía a la eficiencia. La voluntad política manifiesta por los voceros oficiales indica el propósito de rebasar la algarabía y la denuncia antihaitiana para concentrarse en un trabajo eficiente en dos direcciones, primero regularizar los extranjeros indocumentados que ya residen en el país, y segundo controlar y racionalizar el flujo, reduciéndolo a lo que demande el desarrollo nacional.

Tanto el presidente Danilo Medina como sus principales ejecutivos saben que no es fácil cambiar la tradicional política frente a la inmigración, 87 por ciento de haitianos, primero porque se trata de una frontera terrestre, permeable por múltiples recovecos, pero sobre todo por los intereses económicos que la han alentado durante un siglo, especialmente de los empresarios agrícolas y del propio Estado que han preferido disponer de una abundante mano de obra barata en incapacidad de reclamar, a la cual no se le reconoce ningún aporte al desarrollo dominicano. A ello se suma los beneficios del tráfico de personas, obtenidos por militares, policías, políticos y autoridades locales.

Sin embargo, el mandatario parece convencido de que urge pasar del discurso y la algarabía antihaitiana a las realizaciones positivas, que den fruto, lo que no ha ocurrido en la última década cuando no solo la dirección de Migración, sino también el Consejo Nacional de Frontera, dirigido por Norberto Rondón, han estado en manos del partido que encarna el ultranacionalismo, como lo resaltó el historiador Bernardo Vega en su artículo “Es Culpa Nuestra”, HOY del 17 de enero.

Según la Encuesta Nacional de Inmigrantes, realizada por la Oficina Nacional de Estadística, el 38.6 por ciento de los 524 mil 632 ingresadas al país habían llegado entre 2010 y el 2012, cuando se hizo la investigación. Como el 23.6 por ciento dijo haber inmigrado en el período 2006-09, y el 18.5 por ciento entre el 2000 y 2005, hay que convenir que dos terceras partes ingresaron en los 8 años consecutivos del gobierno de Leonel Fernández, cuando los ultranacionalistas dirigieron los organismos claves de control migratorio y protagonizaron el antihaitianismo. Y los siguen dirigiendo, aunque en las últimas semanas parecen relegados.

Un discurso hipócrita. En principio se traficó y alentó la inmigración haitiana para la agroindustria azucarera, que luego se fue desplazando a la agricultura en general y a la industria de la construcción, mientras los dominicanos se iban en yola a Puerto Rico para encabezar allí el trabajo en esos mismos sectores. Pero en los últimos años ha invadido la informalidad de los chiriperos, el trabajo doméstico y de vigilancia y comienza a ser visibles hasta en los hoteles turísticos.

Con un discurso hipócrita, muchos de los explotadores de esa mano de obra figuran entre los que denuncian “la invasión pacífica haitiana”, incluyendo familias de clase media que los tienen dentro de sus propias casas, como trabajadores sin horario, seguridad social ni vacaciones. En un almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio hace varios años un empresario denunció la documentación ilegal de haitianos, y cuando se le preguntó cómo lo había determinado, él mismo dijo que por uno de sus trabajadores haitianos. En una reunión de profesionales un religioso proclamó que los haitianos odian a los dominicanos, pero no pudo explicar cómo, con esa convicción, él tenía una haitiana dentro de su casa y preparándole la comida.

Solo la complicidad gubernamental explica que el presidente Fernández casi agotara sus últimos 8 años de gobierno para promulgar el reglamento a la Ley de Migración y que no diera vida a los organismos que instituye, como ahora hace su sucesor. Su ministro de Agricultura Salvador Jiménez aceptaba que ya más del 80 por ciento de la mano de obra rural es de origen haitiano. Y el constructor del tren subterráneo de Santo Domingo, Diandino Peña, proclamó que no había forma de construir esa obra sin emplear haitianos.

Más allá del Plan de Regularización, las autoridades tendrán que rescatar la disposición del código laboral que limita a 20 por ciento la contratación de trabajadores extranjeros, por lo menos en las obras públicas, para dar ejemplo y reducir a mediano plazo la inmigración y verificar por qué crece el empleo de haitianos en los servicios turísticos, y si es que también en esos ámbitos los dominicanos son renuentes al trabajo.

Mientras tanto, es un pecado capital confundir la regularización de inmigrantes irregulares, con la desnacionalización de los descendientes de extranjeros que nacieron en el país desde 1929, como dispuso el Tribunal Constitucional. Según la Encuesta de Inmigrantes serían 244,151, de los que 209,912 descienden de haitianos. El 55 por ciento dicen poseer acta de nacimiento dominicana.

Pretender cambiarle el estatus por una naturalización puede reducir el escándalo internacional, pero como ya advirtió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, no librará al país de condenas por violentar un derecho tan fundamental como el de la nacionalidad.

 Prioridad del Gobierno

La importancia que el Gobierno confiere a la regulación de la inmigración queda de manifiesto en el hecho de que la política al respecto ha sido asumida desde el Ministerio de la Presidencia, cuyo titular Gustavo Montalvo no ha vacilado en defender la suspensión de las deportaciones, fundamental para crear el clima de confianza para que los extranjeros indocumentados respondan la convocatoria a regularizar su estatus.

Es lo que se ha hecho en múltiples países para regular la inmigración en aras del interés nacional, porque se asume que si están deportando indocumentados, estos no tendrán confianza en presentarse ante las autoridades, lo que no implica que siga el flujo de inmigrantes, por lo que al mismo tiempo se ha dispuesto multiplicar la vigilancia para impedir que siga su curso.

El protagonismo en la aplicación del plan correspondería a la Dirección General de Migración, cuyo titular José Ricardo Taveras es dirigente del pequeño partido (0.73 por ciento en la elección presidencial del 2012) que encarna la ideología ultranacionalista, la Fuerza Nacional Progresista, y fue responsable de un intento de regularización que en el último año y medio apenas logró registrar a 200 inmigrantes, en gran medida por conferirle un carácter más recaudador que regulador.

Solo por la emisión del carné Migración estableció una tasa de 15 mil pesos que hubo de reducir a 12 y luego a 7 mil 500 pesos, como para que nadie se regulara.. Empresarios agrícolas y de la construcción estimaron que el costo total de regular un trabajador extranjero pasaba de 34 mil pesos (más de 700 dólares), haciéndolo inviable.

El proyecto de regulación elaborado originalmente por Migración fue modificado fundamentalmente por iniciativa de la Presidencia de la República para hacerlo viable, privilegiando el interés nacional en regularizar a más de medio millón de extranjeros inmigrantes que habría en el país de acuerdo con la Primera Encuesta Nacional de Inmigrantes publicada el año pasado por el Gobierno.