El PRD al borde de su peor división

Por Juan Bolívar Díaz
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El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) afronta lo que podría ser su peor división, tras haber superado seis anteriores en los 74 años que acaba de cumplir, ya que actualmente carece de grandes propósitos y de un líder en capacidad de reunificarlo y devolver la vida a sus órganos atrofiados.

Con ventajas en los tribunales Electoral y Constitucional, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado,  encarnando un “nuevo PRD” se encamina a quedarse no sólo con la casa nacional partidaria, que el viejo perredeísmo ya perdió dos veces, sino también con el nombre y los símbolos, y también con la subvención estatal.

Pasos hacia el abismo.  Cada semana el perredeísmo da nuevos pasos hacia el abismo de una división que esta vez tiene signos ominosos por la ausencia de líderes como Juan Bosch o José Francisco Peña Gómez que en el pasado mantuvieron o rescataron la mística que ha extendido por tres cuartos de siglo de existencia de la más prolongada organización política nacional y de las más antiguas de América Latina.

A pocos ha sorprendido que el Tribunal Superior Electoral (TSE) siguiera dando aprobación a las expulsiones y suspensiones dictadas por un tribunal disciplinario constituido en juez y parte, en contradicción con elementales principios del derecho, dejando a los afectados sin más recurso que apelar ante el Tribunal Constitucional. Pero en este como en el Electoral el grupo de Vargas cuenta con ventaja fruto del pacto que, sin aprobación partidaria, hizo en el 2009 con el expresidente Leonel Fernández.

El presidente del PRD rechazó de inmediato la propuesta del expresidente Hipólito Mejía para que la Iglesia Católica mediara en busca de una salida concertada a la crisis, y para no dejar dudas de su firmeza convocó para hoy domingo una reunión del Comité Ejecutivo Nacional que ratificaría las sanciones de la semana anterior.

Con el expresidente Hipólito Mejía y el presidente en funciones Andrés Bautista expulsados, e impedidos de participar en la reunión del CEN, al igual que los suspendidos Orlando Jorge y Geanilda Vásquez, se ignora si el grueso de sus seguidores y aliados internos concurrirán a la cita de este domingo. En cualquier caso estarían en desventaja dentro de un local donde no caben los 2,307 miembros que constituyen el organismo de acuerdo con la nómina que registró Vargas ante la Junta Central Electoral el 18 de mayo pasado, justo el día en que su partido concluía la campaña electoral.

Esa nómina ya está reconocida por el TSE, aunque Enmanuel Esquea Guerrero,  expresidente del PRD y abogado de los expulsados y suspendidos, sostiene que excluye a unos 300 de los 1,790 miembros que tenía cuando ratificaron a Vargas Maldonado  como presidente en el 2009 y cuando en el 2011 fue proclamado Mejía como candidato presidencial, y que incluye a unos 550 nuevos.

En manos de Vargas.  La división es un hecho, porque Vargas Maldonado ha demostrado que quiere el partido para él solo, el “nuevo PRD” que proclamó al ser investido presidente, donde nadie le dispute su preponderancia y que no se le ocurra volver a descartarlo como candidato presidencial, como ocurrió en la última convención del 6 de marzo del 2011.

Cuenta con las ventajas de las cortes y el apoyo del expresidente Leonel Fernández y su partido en el poder, y con la dispersión e ineficacia de la mayoría de sus contradictores.

Se quedará no solo con la Casa Nacional, que mantiene encadenada desde mediados del año pasado, sino también con el nombre y los símbolos del viejo partido, así como con la subvención del Presupuesto Nacional, que el año pasado significó 374 millones de pesos, el 0.5 por ciento de los ingresos fiscales.

Para 2013, como no hay elección se reduce al 0.25 por ciento, pero como crecen las recaudaciones, alcanzaría 254 millones de pesos, con el estimado de ingresos de 384 mil millones de pesos.

Con apenas un puñado de los dirigentes nacionales del PRD, y dado que confrontó al candidato presidencial que arrastró a más del 90 por ciento de sus militantes y obtuvo el 47 por ciento de la votación nacional, Vargas tendrá escasas posibilidades de reunificar ese partido y rescatar sus apoyos externos.

Más aún por su limitado carisma político y por girar hacia la derecha política, un espacio que corresponde a Leonel Fernández, el próximo candidato presidencial del partido oficialista.

Con un poco de suerte, el “nuevo PRD” podría sobrevivir gracias al financiamiento público y con el reparto de candidaturas para los comicios del 2016. Pero le resultará muy difícil remontar el descrédito que sufrirá en la imagen democrática que acumuló durante décadas y que le dio vigencia a pesar de la frecuencia con que la pluralidad ha devenido en confrontación abierta.

Una prolongada agonía.  El PRD es víctima de una prolongada agonía, originada en el pragmatismo que  afecta al sistema partidista, y que en su caso ha adolecido de una renovación del liderazgo en todos sus niveles. Decenas de dirigentes nacionales ya cansados, frustrados o resignados, ni siquiera han protestado tras haber sido excluidos por acción individual.

Los organismos perredeístas, desde los comités de base al CEN, dejaron de ser operantes y solo eso explica que se permitieran el lujo de ir a las elecciones presidenciales del año pasado con un presidente que junto a un pequeño núcleo, trabajaba para provocar la derrota, algo insólito y sin precedente en la democracia.

La mayoría de los dirigentes del partido blanco, incluyendo los de edad media, y cientos de jóvenes formados en los cursos de gestión política quedaron inmovilizados en medio del conflicto, a lo que contribuyó la reducción del conflicto a la confrontación entre Vargas y Mejía, y que éste aceptó el juego sin echarse a un lado y llamar a la renovación del partido para preservarlo, aunque tanto en la campaña electoral como después dejó abiertas las puertas a un entendimiento que salvara la unidad.

Hipólito Mejía fue responsable en parte de la degradación de la mística y la democracia interna del perredeísmo cuando desde la Presidencia, entre el 2000 y el 2004, practicó el autoritarismo y compró voluntades para imponer una inútil reforma constitucional que le permitiera buscar la reelección en condiciones que obligaban a una alternativa.

Se impuso sobre símbolos perredeístas como Milagros Ortiz Bosch, Emmanuel Esquea Guerrero, Hugo Tolentino Dipp y Hatuey Decamps, quien terminó expulsado.

Dos derrotas consecutivas como candidato presidencial debieron ser suficientes para que Hipólito Mejía promoviera una renovación.

El haber obtenido el 47 por ciento de la votación en una elección tan desigual, luchando hasta con el presidente de su partido en contra, le ha permitido mantener su esperanza de volver al poder, ignorando que una parte de ese sufragio fue por sanción a la gestión del PLD. Eso ha contribuido a inhibir a muchos partidarios de la renovación.

No hay quien salve al PRD. La validación de las expulsiones y suspensiones por el TSE puede ser el golpe de gracia a la unidad del PRD que quedaría profundamente escindido y con un nuevo liderazgo fundado en el pragmatismo político. Sería la octava división del partido blanco y esta vez con preponderancia de una minoría de sus dirigentes y sin un líder en capacidad de reunificarlo. La primera fragmentación ocurrió en 1940, al año de fundado en el exilio, protagonizada por su primer secretario general, Juan Isidro Jimenes Grullón, quien luego crearía la Alianza Social Demócrata.

Recién llegado al país en 1961, dos de sus tres precursores, Nicolás Silfa y Ramón Castillo, se fueron casi solos para constituir el Partido Revolucionario Dominicano Auténtico y el Partido Progresista Demócrata Cristiano. No hicieron mella a un partido que lideraba Juan Bosch. Otra insignificante fue la salida de Rafael Peguero Méndez, quien con otros nueve diputados expulsados, adquirió la franquicia del Partido Popular Cristiano en 1998.

La mayor división del PRD fue la protagonizada por el profesor Juan Bosch en diciembre de 1973, cuando renunció para constituir el Partido de la Liberación Dominicana. Se quedó con el local nacional, pero la mayoría se mantuvo en el partido blanco que ya contaba con el liderazgo de relevo de Peña Gómez, que 4 años y medio después lo llevaría al poder.

La escisión del perredeismo fue casi a la mitad tras la derrota electoral de 1986, protagonizada por las rivalidades de los grupos del candidato perdedor Jacobo Majluta y Peña Gómez, que dieron origen a dos partidos el Revolucionario Independiente y el Bloque Institucional Social Demócrata. Otra vez el liderazgo peñagomista logró rescatar la unidad para resurgir con fuerza. La séptima y última fue originada en la expulsión de Hatuey Decamps, quien lo presidía, y constituyó el Partido Revolucionario Social Demócrata, quedándose con el local nacional.

Ironía de la política nacional. Hipólito Mejía contribuyó a elevar el protagonismo político de Miguel Vargas. Lo mantuvo sus cuatro años como ministro de Obras Públicas clave para aumentar fortunas, y luego lo respaldó para la candidatura presidencial del 2008, prefiriéndolo a Milagros Ortiz Bosch,  y un año después para la presidencia del partido. El expresidente propició el rescate de Fiquito Vásquez, que había sido expulsado por traición y quien ahora preside el tribunal que lo extraña del partido que más votos recibió, con Mejía de candidato, en la última consulta democrática hace solo ocho meses.

De espalda a la realidad del país, la división del PRD auspiciará el retorno al poder dentro de tres años del nuevo caudillo Leonel Fernández, dueño del escenario judicial y político nacional, quien ya hace tiempo se apropió del Partido Reformista Social Cristiano que durante más de tres décadas compartió con el perredeismo el dominio de la política dominicana.

 

Los infinitos errores de Vargas Maldonado

Por Juan Bolívar Díaz
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A  cuatro semanas de la elección de Hipólito Mejía como candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) su presidente Miguel Vargas Maldonado y sus seguidores son los únicos en el país que lo desconocen, colocando a esa organización entre el chantaje y la división.

El excandidato presidencial del 2008 pretende negociar desde una posición de fuerza, prolongando irracionalmente una crisis que lo aniquila políticamente, socava las potencialidades del perredeísmo y alienta las aventuras inconstitucionales de quienes pretenden la reelección del presidente Leonel Fernández.

Ya no es simple pataleo.  A casi un mes de la elección de su candidato presidencial el PRD fue colocado al borde de la división cuando los partidarios del presidente del partido, Miguel Vargas Maldonado, destituyeron y luego expulsaron sumariamente al presidente de la Comisión Nacional Organizadora (CNO) de la convención, Enmanuel Esquea Guerrero y cerraron  sus oficinas en la casa nacional de los perredeístas. Las desconsideraciones alcanzaron a los demás comisionados, al punto que Hugo Tolentino tuvo que reclamar enérgicamente su derecho a ingresar al local del partido. Luego optaron por reunirse en las oficinas privadas de Esquea para evitar que estallara la violencia.

Cuatro semanas no han sido suficientes para que Vargas y sus más fieles adherentes se convenzan de que perdieron la votación del 6 de marzo, algo que fue documentado por el cómputo y la CNO, y reconocido por prácticamente todos los medios de comunicación, incluyendo la totalidad de los diarios. Casi a unanimidad los editoriales de los periódicos y los articulistas y analistas han ponderado el orden y entusiasmo en que transcurrió la elección primaria, dando crédito a sus organizadores.

Los impugnadores han arrojado sombras sobre la generalidad de los integrantes de la CNO pero han concentrado sus dardos en Esquea Guerrero, aunque el reconocido jurista ha tenido pleno respaldo de la mayoría de los comisionados, que se han hecho co-responsables de las decisiones, especialmente los independientes Milagros Ortiz  Bosch, Hugo Tolentino, Ivelisse Prats y Quico Tabar, todos con tan amplio crédito moral y ético, que muchos piensan que si ellos no pueden ser árbitros, deben cerrar ese partido.  También han tenido el respaldo de otros tres vinculados a la candidatura de Mejía, en tanto los cuatro de Vargas han apoyado las impugnaciones.

Posición de fuerza.  El mismo miércoles cuando las tensiones alcanzaron su mayor nivel, se produjo el primer encuentro entre comisionados de los dos sectores en conflicto convocados por el presidente de la Internacional Socialista para América Latina Martín Torrijos. Se esperaba la asistencia de Vargas y Mejía, pero el primero no concurrió, por lo que el expresidente se retiró. El jueves volvieron a reunirse bajo la mediación del abogado Nelson Espinal Báez, hijo del fallecido senador perredeísta (1963) y Procurador General (1983-86) Américo Espinal Hued, quien es egresado de la Universidad de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachusetts y experto en solución de conflictos.

Por lo que ha trascendido, el sector de Vargas es consciente de que no hay solución sin reconocer el triunfo de Mejía, pero negociando desde una posición de fuerza, casi chantajeando con la amenaza de división y con demandas insostenibles como que el expresidente acepte que votaron cientos de miles de peledeístas y reformistas, lo que ilegitimaría su candidatura.

Una aspiración sin precedente en el mundo democrático es que proclamen desde ya a Vargas como candidato presidencial para el 2016. También es difícil que le otorguen la candidatura vicepresidencial, dado que ya Mejía la pactó con Luis Abinader. Más viable es la participación en el gobierno en la proporción obtenida en la votación, lo que figuró en el “pacto de honor” que antecedió la votación del 6 de marzo, y que les garanticen mantener el dominio de la estructura del partido hasta el 2016, que también estarían reclamando, según un panfleto que circula en Internet.

El sector de Vargas cuenta  a su favor con el control de los cargos ejecutivos del partido, los locales y recursos y con la premisa de que Mejía es el más interesado en un acuerdo. Pero un reparto de hipotéticos puestos gubernamentales y un premio al arrebato antidemocrático, restarían  crédito al PRD en los sectores pensantes de la sociedad, donde ya hay disgusto por la prolongación de la garata mientras la nación afronta  la crisis institucional desatada con la inconstitucional aprobación de las leyes orgánicas y la amenaza de una improcedente  repostulación del presidente Fernández.

Una caterva de errores de Vargas Maldonado.  Una división del PRD sin contar con la menor legitimidad en la opinión pública sepultaría definitivamente la carrera política de Vargas Maldonado y sería la culminación de la caterva de errores tácticos y estratégicos en que ha incurrido al pretender que podía manejar ese partido como una empresa que había adquirido más por su fortuna económica que por carisma.

Su imagen se ha desfigurado desde que la noche de la votación se hizo proclamar ganador en base a una supuesta encuesta a boca de urna para alegar  que le habían hecho fraude al día siguiente cuando le comunicaron el cómputo oficial. Pretendió que no publicaran los resultados de la elección mientras él mismo se proclamaba ganador, y desde entonces se le ve como un resentido, en contraste  con sus habilidades empresariales.

Vargas ha tenido un pésimo asesoramiento político desde que como candidato presidencial en el 2008 trató de ocular los símbolos del PRD. Tras su derrota se lanzó a buscar la presidencia del partido, aunque tuviera que modificar sus estatutos que prohibían ser presidente y candidato a la vez, ignorando que desde su fundación en 1939 ese partido ha tenido una pluralidad de dirigentes y que ni sus dos grandes líderes, Juan Bosch y Francisco Peña Gómez,  reunieron esas dos condiciones a la vez. Tampoco los presidentes Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. Y es una de las razones por las que tiene casi 72 años.

Rodeado de dirigentes que no tenían mucha empatía con las bases  se empeñó en proclamar un “nuevo PRD”, donde un recién salido secretario general reformista se convirtió en su vocero. Aunque es una persona formal y cortés, el exitoso empresario es percibido como distante por los sectores populares.

Se creyó tan dueño del partido que antes de presidirlo y sin consultar sus organismos,  pactó con el presidente Fernández para aprobarle su Constitución, sin reparar en que prolongaba la carrera política del mandatario y habilitaba a Hipólito Mejía para que ahora le ganara la candidatura presidencial. Lo único que ha podido reivindicar como beneficio del pacto es que cambió el nunca jamás de la doble postulación presidencial  por la prohibición de la reelección consecutiva, y hasta eso ahora está en peligro. Desligó el PRD de las luchas populares y de las denuncias de corrupción, pero no pudo conseguir que le cumplieran el compromiso de aprobar una ley de partidos que mejoraría la competencia democrática.

Cuando le confirieron la presidencia del partido por consenso, tomó parte activa en la elección del secretario general y secretario de organización, confrontando a aspirantes que tenían arraigo en el “viejo PRD”, en vez de ser un ente arbitral, papel que tuvo que asumir la Junta Central Electoral. Y cuando hubo que escoger candidatos para la elección congresual y municipal, violentó el procedimiento democrático en la mayoría de los cargos para legisladores y síndicos, en beneficio de sus propios cuadros, dejando un reguero de inconformidad y un aguacero de impugnaciones ante las JCE. Fue simbólico que intentaran despojar a Hugo Tolentino de una candidatura a diputado después de cerrado el plazo de inscripción, para complacer a un acólito.

El último grave error fue subestimar al expresidentes Hipólito Mejía, auspiciando una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría de Obras Públicas durante los cuatro años de ese gobierno.-

No convencen a nadie

El problema de Vargas Maldonado es que sus argumentos no han logrado convencer a nadie más allá de sus más fieles seguidores, y aún entre éstos ha habido deserciones tan notables como la del jefe nacional de su campaña Alfredo Pacheco, y el jefe de la misma en el Cibao Mario Torres y muchos otros, y no faltan quienes mantienen un silencio forzado por la lealtad.

La objeción fundamental de que entre 200 y 400 mil peledeístas y reformistas habrían votado por Mejía ha resultado imposible de demostrar. Los escasos 1,924 votos observados, y el que no hubiese habido una sola impugnación en los 3 mil 641 centros de votación desacreditan las objeciones.

El hecho de que se desmantelara la antigua Junta Central Electoral, sin que se constituyera el nuevo Tribunal Superior Electoral deja al PRD sin una instancia arbitral externa, lo que alienta la prolongación del conflicto y las posibilidades de división.

Por de pronto los observadores estiman que el PRD desperdició el éxito obtenido en la jornada de votación y que su descrédito aumenta con cada día que se prolongue la crisis, aunque se pondera la serenidad y sensatez con que Hipólito Mejía ha asumido el conflicto, interesado en preservar la unidad partidaria, fundamental para su éxito en los comicios presidenciales.

El último grave error fue subestimar al expresidente Hipólito Mejía, auspiciando una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría de Obras Públicas.

 

El juego democrático a prueba en el PRD

Por Juan Bolívar Díaz
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Con la elección del candidato presidencial pautada para hoy el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) podría estar jugándose no sólo su democracia interna y su unidad, sino también las posibilidades de retornar al poder en los comicios presidenciales del año próximo.

La bipolarización entre un resucitado Hipólito Mejía, orlado por un carisma que lo acerca a las bases, y el presidente del partido Miguel Vargas Maldonado, con amplios recursos económicos y control de la maquinaria partidaria, pone en difícil trance al más antiguo de los partidos políticos dominicanos.

Evento trascendente.  En la opinión pública hay consenso en que la elección primaria perredeísta de hoy será trascendente de cara a los comicios presidenciales del año próximo y hasta para la fortaleza institucional de la nación en la medida en que salga fortalecido o debilitado el principal partido de oposición al régimen del presidente Leonel Fernández.

No sólo se juega la candidatura presidencial entre Miguel Vargas Maldonado e Hipólito Mejía, sino también la capacidad de los perredeístas para regirse por el juego democrático y convertirse en opción alternativa al gobierno de los últimos ocho años del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en franco proceso de desgaste.

Y hay quienes creen que hasta las posibilidades del debilitado proyecto continuista del presidente Leonel Fernández depende del desarrollo de la elección perredeísta. Quedaría liquidado con una demostración de fortaleza institucional y democrática que mejoraría la imagen del PRD, pero se alentaría y abriría perspectiva en medio de un proceso de irregularidades, arrebatos, y posibles fragmentaciones internas.

Hasta los mismos perredeístas reconocen que sus posibilidades de retornar al poder ocho años después que lo perdieran en medio de la crisis financiera del 2003-04, dependen de que puedan recuperar la confianza de los sectores medios y altos que le cuestionan sus reiteradas incoherencias internas.

De que el PRD sigue siendo un reducto popular no ha habido dudas para quienes han observado las masivas movilizaciones generadas en la campaña por la candidatura presidencial, y la atención que ha tenido en los medios de comunicación y en los más diversos sectores sociales y regiones del país.

Con el Partido Reformista en persistente proceso de subordinación al presidente Fernández y al PLD, el tripartidismo de las últimas décadas podría devenir en un régimen casi monopartidista con un fuerte debilitamiento o una división del PRD.

El problema del padrón.  Aunque Mejía aparece como favorito en más encuestas, lo mismo que en sondeos de radio y en tertulias, Vargas tiene ventajas en la estructura partidaria y en los cargos municipales y legislativos que podrían ser la diferencia en la jornada de votación.

El presidente del PRD se atribuye 138 de los presidentes municipales, 960 de 1028 presidentes zonales, 412 de 520 regidores, 52 de 57 alcaldes y 54 de los 75 diputados del partido. Y cuenta también con más amplios  recursos económicos que podría darle una mayor capacidad de movilizar electores. Sólo el viernes pagó una decena de páginas en los diarios mientras su contrincante no ocupó ninguna. Aunque uno de los estrategas de Mejía dijo que ellos estaban reservando recursos “para competir en la jornada de votación”, convencidos de que las elecciones se ganan también transportando e incentivando electores, delegados y activistas.

Atendiendo al hecho de que ambos grupos proclaman que ganarán por amplia diferencia, no debería haber tensiones en la jornada de votación. Y algunos perredeístas cruzan los dedos para que las urnas arrojen una diferencia significativa, pues los resultados cerrados originan conflictos y divisiones hasta en los gremios profesionales y los clubes sociales.

Los mayores peligros están identificados en el padrón de electores. Como el PRD, igual que los otros partidos, carece de un padrón de miembros actualizado, decidió utilizar el de la Junta Central Electoral, excluyéndole los dirigentes y militantes de los otros dos partidos mayores. Se ha dicho que por ello fueron excluidos entre 500 y 600 mil personas.

Aún así el sector de Vargas Maldonado ha insistido en denunciar supuestos aprestos gubernamentales para promover votación por Mejía. Eso es algo que se ha aducido en otras votaciones con el padrón universal, pero nunca se ha producido. Es difícil que ocurriera en proporción significativa si han excluido a los dirigentes y militantes y porque en los barrios, pueblos y mesas electorales, todos los activistas se conocen. Pero esa puede ser la piedra de conflictos y hasta de impugnaciones, aunque la Comisión Organizadora estableció el voto observado en determinados casos.

La ventaja del arbitraje.Una clara ventaja en el proceso ha sido la calificada Comisión Nacional Organizadora encabezada por Enmanuel Esquea Guerrero, Milagros Ortiz  Bosch y Hugo Tolentino, reforzada luego con Quico Tabar, a quienes se les reconoce una independencia, rectitud y honestidad a toda prueba.

La circunstancia de que la elección se produzca en la fecha originalmente señalada, sin los tradicionales aplazamientos, es ya un éxito que debe atribuirse a los organizadores. Y aunque haya habido excesos verbales y de propaganda, el proceso ha transcurrido sin violencia. Esos factores han alentado expectativas de que la elección primaria perredeísta concluya con éxito y sin graves conflictos que podrían ser devastadores también por el hecho de que desapareció la Cámara Contenciosa de la JCE y no se ha constituido el nuevo Tribunal Superior Electoral. Esta vez los perredeístas tendrán que decidir por ellos mismos.

El peligro de división no está determinado por diferencias ideológicas, que no son significativas entre los dos precandidatos, aunque Mejía y su equipo están más vinculados a las bases y a la historia del perredeísmo. El ex-presidente es más carismático, espontáneo y accesible a las masas, pero su locuacidad lo mete frecuentemente en problemas. Vargas Maldonado es más cerebral y planificador, pero al mismo tiempo más distante del ciudadano promedio y del popular.

Aunque las encuestas y los observadores dan ventaja a Mejía, habrá que esperar a  ver si sus partidarios acuden a votar tanto como los de Vargas. Gran parte de los perredeístas estarán luchando por la transparencia democrática y la unidad, conscientes de que son fundamentales para superar el fuerte dominio del PLD y sus aliados que han ganado las últimas cuatro elecciones.-

Sorprendente ascenso

Aunque fueron ocho los que en principio pretendían la candidatura presidencial perredeísta, desde finales del año pasado se produjo una bipolarización entre el expresidente Mejía y Vargas Maldonado, quien fue el candidato derrotado en la elección presidencial del 2008, a manos del doctor Fernández, quien ya había liquidado el intento reeleccionista de Mejía en el 2004.

Irónicamente fue el pacto para la reforma constitucional suscrito por Vargas Maldonado con el presidente Fernández en mayo del 2009, lo que abrió las posibilidades a Mejía de volver a ser candidato, ya que la anterior carta magna se lo impedía. Todavía a mediados del 2010 eran escasas las posibilidades de que éste  pudiera disputar en serio la candidatura presidencial para el 2012, mientras Vargas Maldonado parecía firme manejando a su antojo la estructura partidaria.

El resultado de los comicios legislativos y municipales en los que el PRD no pudo descontar el dominio político del PLD dio un gran aliento a Hipólito Mejía que ya en julio apareció empatado en las preferencias generales con Vargas y hasta con 8 puntos de ventaja entre quienes se consideraban perredeístas en la encuesta Gallup-HOY.  Pero la siguiente, a fines de noviembre recuperó a Vargas con clara ventaja de 14 puntos en la población general y 12 entre los simpatizantes del partido blanco.

Para mediados de febrero un renovado Hipólito Mejía, tras una cirugía que lo postró en noviembre, había recobrado la ofensiva y otra encuesta Gallup lo situó con una ventaja de 11 puntos en las preferencias generales y  más de 21 (60.6 a 39.0 por ciento) entre quienes se consideran perredeístas.  Desde entonces otras cuatro encuestas  diversas han dado ganador a Mejía y dos a Vargas Maldonado, con la sorprendente característica de que las seis señalan diferencias enormes entre los dos.

El Centro Económico del Cibao, Asisa Research (que mide para peledeístas), la Fogby International y la tradicional encuesta perredeísta de Ana María Acevedo otorgan entre 20 y hasta 28 puntos de ventaja a Hipólito Mejía, pero Alfonso Cabrera y Asociados (con muchos años en el mercado) registra más de 7 puntos de ventaja a Miguel Vargas, y la Hamilton es entre todas las que da mayor diferencia, 71 a 29 por ciento, en favor de Vargas Maldonado.

 

Solo si juega limpio el PRD se salvará

Por Juan Bolívar Díaz

La fuerte competencia entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado por la candidatura presidencial del Jacho pondrá a prueba la unidad de esa organización política en los próximos meses.

La fuerte competencia entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado  por la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) pondrá a prueba la unidad de esa organización política en los próximos meses.

En lo inmediato los siete precandidatos han tenido el acierto de coincidir en encargar la organización de la convención eleccionaria a tres de los perredeístas más aptos para ejercer el papel de árbitros: Enmanuel Esquea Guerrero, quien la presidirá; Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino Dipp como vicepresidentes.

Prevén bipolarización.  En diversos sectores perredeístas hay consciencia de que sólo un proceso electoral interno limpio y diáfano permitiría mantener la unidad partidista si el margen de diferencia entre los dos principales competidores es estrecho  como se viene perfilando en las últimas semanas.

Aunque faltan cinco meses para la elección del  candidato presidencial del PRD para los comicios presidenciales del 2012, desde ya se advierte una tendencia a la bipolarización entre el ex presidente de la República Hipólito Mejía y el presidente del partido, Miguel Vargas  Maldonado.

Otros cinco perredeístas se han manifestado precandidatos: Luis Abinader, Eligio Jáquez, Guido Gómez Mazara, Aníbal García Duvergé y Jesús Colón, aunque los dos últimos ni siquiera  han sido asimilados por la opinión pública.

Sin embargo, a cualquier perredeísta u observador que se le pregunte dará la misma respuesta: la candidatura se decidirá entre Vargas y Mejía. E incluso se cree que varios de los otros cinco precandidatos terminarán apoyando a uno de los reales competidores, probablemente al ex presidente del que casi todos fueron colaboradores, y porque adversan a Vargas Maldonado, a quien acusan desde ya de intentar manipular las estructuras y los recursos del partido para imponerse como candidato.

La irrupción de Hipólito.  Hasta mediados de año, Vargas Maldonado parecía correr cómodamente tras la candidatura del partido blanco, pero en junio el expresidente Mejía se lanzó con fuerte impulso al grito paternalista de “llegó papá. Y en la encuesta Gallup para HOY publicada en julio ya aparecieron  en  empate técnico en las preferencias generales.

Pero llamó la atención que entre quienes dijeron simpatizar por el PRD Mejía lo superó por 8 puntos.

Ambos proclaman que de acuerdo a sus propias encuestas,  ganarán abrumadoramente la candidatura. Pero en dos investigaciones auspiciadas por peledeístas y en la de un grupo empresarial, Mejía registró amplias ventajas, aunque recientemente otra marcó una tendencia a  reducirse.

Lo que parece indiscutible es que Vargas controla la Comisión Política y cuenta con el apoyo de gran parte de los legisladores, alcaldes y regidores.

En un reciente “Taller Nacional de Dirigentes” organizado por su grupo se llegó a afirmar que estaban presentes 58 de los 75 diputados, 52 de  los 57 alcaldes, 68 de los 87 directores de distritos municipales y 412 de los 520 regidores.

Es posible  que esas proporciones estén exageradas, pero pueden estar cerca de la realidad, ya que al presidente del PRD se le acusa de haber utilizado el cargo para postular a sus seguidores en los comicios de mayo pasado. El control de la maquinaria proporciona ventajas, sobre todo al contarse los votos, pero puede ser un bumerán donde los relegados tenían un liderazgo local.

Dentro y fuera del partido blanco no se subestima a Hipólito Mejía, a quien le sobra el carisma y la capacidad que le falta a Vargas Maldonado para vincularse a las masas, y además espera rentabilidad de los favores y distinciones que repartió en los cuatro años que presidió la nación.

Frente contra Vargas.  Por de pronto Vargas Maldonado podría tener que responder a todo un frente de competidores, particularmente integrado por Hipólito, Abinader, Gómez y Linares, quienes le impugnaron la semana pasada la sustitución de varios dirigentes de consejos regionales del municipio Santo Domingo Este, dispuesta de forma administrativa por el secretario general del partido, Orlando Jorge Mera.

Cuando las sustituciones estaban a punto de constituirse en una confrontación,  el Pleno del Comité Municipal decidió “dejarlas sin efecto” al considerarlas  violatorias de los Estatutos del partido, que atribuyen esa facultad a la Comisión Política, y de una resolución del reciente Congreso del PRD.

La objeción podría llegar a la próxima reunión de la Comisión Política fijada para el día 21, pero aplazada para el 28, por viaje de Vargas Maldonado.

Esa sesión tiene la misión de concluir la integración de la Comisión Organizadora de la convención eleccionaria y fijar su fecha en marzo próximo, la que estará encabezada por Enmanuel Esquea, Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino. Entre estos decidieron que la presidirá el primero.

El difícil proceso recayó en buenas manos, pues esos tres dirigentes históricos del perredeísmo son considerados incorruptibles e indoblegables y han sido señalados de consenso por todos los precandidatos.

Pero habrá que esperar a ver si el espíritu de consenso se extiende al resto de los comisionados, algunos clave como los del Centro de cómputos.

El papel  de esos comisionados será fundamental para salvar al PRD de una división o de nuevos sacudimientos internos que le resten crédito para constituirse en opción de Gobierno.

La precaria institucionalidad democrática del partidismo político dominicano estará a prueba nuevamente.

Resumen de las Resoluciones de la Mesa de Unidad y Concertación  Del Congreso José Francisco Peña Gómez

1.- La XXIX Convención Extraordinaria llevará el nombre de Angel Miolán.

2.- Todos los perredeístas se comprometen a ofrecer apoyo irrestricto al que resulte ganador.

3.- Los organismos que requieran ser reestructurados o completados deberán serlo acorde a los Estatutos y con equilibrio de todas las corrientes.

4.- La Comisión Política será convocada para el 21 de octubre para seleccionar y ratificar la Comisión Organizadora y fijar fecha de inicio de la campaña interna.

5.- Milagros Ortiz Bosch, Enmanuel Esquea y Hugo Tolentino  serán presidente y vicepresidentes. Ellos mismos decidirán el orden.

6.- La Comisión Política reunirá el CEN para que convoque la Convención en marzo del 2011.

7.- El director del Centro de Cómputos de los resultados será seleccionado por la Comisión Organizadora. Todos los precandidatos tendrán un representante allí.

8.- El padrón será semi-abierto, es decir el de la JCE excluyendo a los militantes de los demás partidos.

9.- Todos se comprometen a una campaña electoral respetuosa y a participar en la elaboración de un Proyecto de Nación  que orientaría el ejercicio gubernamental.

10.- El candidato presidencial será también presidente del partido con carácter transitorio. La Comisión Organizadora de la Convención determinará la proporción que corresponderá a los precandidatos participantes en los organismos de dirección del partido.