La bienvenida al 10 millones

26_07_2015 HOY_DOMINGO_260715_ Opinión11 A

Como a todos nos gustan los “números redondos”, debemos prepararnos para dentro de cinco semanas dar la bienvenida al o la bebé que completará los 10 millones de habitantes que tendrá la República Dominicana a partir de septiembre, según los estimados dados a conocer esta semana por los ejecutivos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE).

El conocimiento de esta novedad nos permitió saber y celebrar que uno de los mayores éxitos que ha tenido el país en las últimas décadas es haber reducido a la tercera parte la tasa de incremento poblacional que tenía todavía en la década de los 70, que estaba en 3.5 por ciento. El director de Censos de la ONE, doctor Francisco Cáceres Ureña, sostuvo que con aquella tasa de crecimiento la población dominicana hubiese pasado ya de 19 millones de personas.

Imagínese cómo sería la vida y el tamaño de los problemas dominicanos si tuviéramos hoy el doble de población. Afortunadamente también ha caído la tasa poblacional en Haití, que ya registra 10 millones y medio de habitantes, porque al ritmo de los 70 ya esta isla de apenas 77 mil kilómetros cuadrados tendría 40 millones de habitantes, seguramente con la mayor densidad poblacional del mundo.

El avance hay que agradecerlo al mejoramiento de los niveles de educación, a la mayor incorporación de las mujeres a las actividades económicas modernas y a su acceso a los métodos anticonceptivos, así como a la labor de difusión y concienciación de medios de comunicación e instituciones educativas.

Debería servir de lección a la Iglesia Católica y otras confesiones religiosas que persisten en vivir en la prehistoria, oponiéndose al uso de los métodos para planificar la familia. Nadie le puede criticar su derecho a predicar a sus fieles para que corran el albur del “método del ritmo” que científicamente se ha demostrado altamente vulnerable. Aunque las investigaciones indican que más del 80 por ciento de los creyentes apelan también a mecanismos artificiales para prevenir el embarazo indeseado.

Pero resulta absolutamente inaceptable que la Iglesia estigmatice a las instituciones y personas, del ámbito público o privado, que optan por los métodos que la ciencia ha creado para determinar cuándo y en qué cantidad deben tenerse los hijos. El chantaje religioso ha perdido efecto en todo el mundo, pero en nuestro país todavía se le rinde culto, hasta el punto de que todavía se discute si procede la educación sexual en las escuelas, y los programas gubernamentales de expendio de medicamentos en los sectores populares, aún no incluyen los preservativos de la natalidad.

A la luz del resultado celebrado, las iglesias deberían desagraviar a instituciones como la Asociación Dominicana pro Bienestar de la Familia, calumniada durante años por sus programas de educación y suministro de preservativos en proyectos integrales de atención materna.

El o la bebé que completará los 10 millones de habitantes del país debe ser bien recibida con una renovación del esfuerzo por construir un habitáculo donde todas las personas puedan alcanzar niveles adecuados de desarrollo. Aunque sería lamentable que tuviera por madre a una niña, porque todavía el 17 por ciento de las menores son madres y el 22 por ciento han quedado alguna vez embarazadas.

Estos datos deberían motivar a los religiosos a reflexionar sobre la realidad social y a aceptar que el Estado tiene la obligación de ofrecer toda la información y educación necesaria para que los pobres y de menores autonomías educativas puedan planificar su familia. Se impone la educación sobre sexualidad y reproducción en las escuelas públicas y privadas.

 

El añejo mareo del incienso

Por Juan Bolívar Díaz

Bajo el sugestivo título de “A los políticos les marea el incienso” el diario español El País publicó el viernes 24 una interesante entrevista con el psicólogo industrial y maestro de artes gráficas Francisco Delgado, quien fuera diputado y senador en el período de transición y democratización a partir de 1977, y quien no oculta su frustración con el ejercicio de la política en su nación.

Delgado, quien desde el 2008 lidera el movimiento “Europa Laica”, se queja de lo difícil que ha sido en España establecer un Estado no confesional, a pesar de que en esa nación se ha llegado a aprobar leyes como la que autoriza el aborto, en contradicción con la doctrina oficial tradicional.

Sostiene que “la sociedad está muy secularizada, pero los políticos siguen sin estar a la altura. Les da pavor disgustar a los obispos. Les marea el incienso. La mezcla de la cruz y la corona la vemos por todos partes, también donde gobierna la izquierda”.

El mareo del incienso se convierte en pánico y es un mal endémico de los políticos dominicanos, asentado en una historia de origen precisamente español, cuando los conquistadores impusieron a sangre y fuego la cristianización de todo un continente. Como escribiría Pablo Neruda en su Versainograma a Santo Domingo, durante la ocupación militar de 1965: “Enarbolando a Cristo con su cruz,/los garrotazos fueron argumentos,/tan poderosos que los indios vivos,/se convirtieron en cristianos muertos”.

Ese mareo echó raíces tan profundas que la República Dominicana tiene como patrona a la Virgen de las Mercedes, cuya conmemoración el 24 de septiembre es fiesta nacional inamovible, a diferencia del natalicio del Padre de la Patria. El origen fue reivindicado esta semana por un historiador ahora gobernante que nunca se presentó como creyente sino como marxista: que esa virgen apareció en el “Santo Cerro” de La Vega para ayudar a los conquistadores a matar indios en aras de la codicia que disfrazaban de evangelización. Se llega a sostener que la virgen devolvía a los indios las flechas que disparaban a quienes les arrebataban vidas, mujeres y propiedades.

Durante mucho tiempo se creyó que la “profunda devoción católica” era propia de tiranos y dictadores que compraban con favores de todo género el silencio de una jerarquía eclesial que sólo circunstancialmente ha reivindicado el legado de los frailes dominicos Bartolomé de las Casas, Antonio de Montesinos y Pedro de Córdova, precursores de los derechos humanos que hoy se proclaman universalmente.

Pero en la democracia también. Lo primero que hace un político dominicano con aspiraciones de poder es vestirse de devoto militante y avalar los dogmas más irracionales y atrasados. Los que han renegado del legado del profesor Juan Bosch lo hacen convencidos de que el laicismo del maestro fue una de sus condenas, por la que fue derrocado y jamás pudo volver a gobernar. Correría la misma suerte José Francisco Peña Gómez, quien heredó el liberalismo democrático y la convicción del Estado laico boschista, fundado precisamente en el respeto a la amplia diversidad religiosa de los seres humanos. Porque el laicismo no supone sentimiento antirreligioso, como sí lo ha sido la interpretación predominante del marxismo.

Solo ese pánico al incienso explica que hayan pasado diez años sin que las autoridades educativas, discípulos de Bosch, hayan hecho caso al proyecto de programa afectivo sexual que serviría de base a la reclamada educación sexual en las escuelas y colegios, como denunciaran en HOY el 19 de enero el siquiatra José Miguel Gómez y la educadora María Teresa Cabrera, expresident4es de la Sociedad de Psiquiatría y de la Asociación de Profesores.

Nuestros políticos han preferido la ignorancia, responsable de que la nación esté entre las líderes del continente y del mundo en embarazos de adolescentes y muertes materno infantiles, pese al mejoramiento de la cobertura de salud. Se teme que la educación sexual induzca a relaciones tempranas, ignorando que la mayoría de los dominicanos se inician en la sexualidad antes de los 15 años y que el 22 por ciento de las jóvenes entre 15 y 19 años tiene al menos un hijo, lo que no ocurre en países donde se imparte educación sexual en las escuelas.

 

Educación sexual escolar

Por Juan Bolívar Díaz

Ya sabíamos por las evaluaciones de diversos organismos internacionales que la República Dominicana estaba entre los países latinoamericanos y del mundo que lideran ese renglón de la ignorancia que es el embarazo en las adolescentes, pero el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) nos acaba de ubicar entre las seis naciones líderes universales en tasas de infecciones de transmisión sexual en niñas de 15 a 19 años de edad.

Según el Estado de la Situación Mundial que acaba de publicar el UNFPA, el 21 por ciento de las niñas dominicanas de entre 15 y 19 años de edad han registrado infecciones de transmisión sexual, tasa que nos otorga el liderazgo mundial junto a Nicaragua, República del Congo, Ghana, Guinea y Costa de Marfil, países todos de los más pobres del mundo, entre otras razones por su bajísimo nivel educativo.

El informe aborda las consecuencias de orden personal, familiar, social, en el sistema de salud y económico del embarazo en adolescentes, que en el caso dominicano hace años que se sitúa por encima del 20 por ciento y que casi se duplica en la región sur, con alta concentración de pobreza. La provincia de Azua encabeza con un promedio de 37 por ciento de embarazo en las niñas entre 15 y 19 años. Los estudios llaman la atención de que en esa jurisdicción se registra analfabetismo en el 22 por ciento de la población, más del doble del promedio nacional de 10 por ciento.

Por donde quiera que se le observe, el problema se relaciona con los bajos niveles educativos. Casi la mitad de las niñas que quedan embarazadas no han pasado de la educación primaria. Son responsables de la alta tasa de mortalidad materno-infantil que registra el país, primera causa de muerte en mujeres entre 15 y 19 años, pese a la amplia cobertura hospitalaria que casi ha eliminado los nacimientos por comadronas.

Precisa el informe de la UNFPA que las adolescentes dominicanas “con nivel de instrucción básico presentan un porcentaje de embarazos siete veces mayor la de las que tienen nivel universitario”. Y que la “epidemia” afecta a las más pobres, sin educación y de las áreas rurales.

Todo lo indicado lleva directamente a la conclusión de que es urgente impartir educción sexual en el nivel primario de la escuela dominicana, sobre todo en las públicas, donde prevalece la pobreza. Se estima que apenas un 8 por ciento de los escolares dominicanos de ese nivel reciben educación sexual.

El UNFPA cita resultados preliminares de un estudio que cuantifica en 2 mil 100 millones de pesos anuales el costo de los embarazos en adolescentes “33 veces mayor a la inversión estimada anual del Plan Nacional de Prevención de Embarazos en Adolescentes”.

Hace muchos años que se discute la pertinencia de la educación sexual en las escuelas, pero las políticas estatales se han doblegado ante los prejuicios religiosos que alegan que la información y formación sexual en los primeros niveles induciría la población infantil a la actividad sexual. Aunque los estudios muestran que la sexualidad comienza muy temprano en el país.

He ahí un absurdo, uno de los casos en los que la educación tendría efectos perversos según los fundamentalistas moralistas, aunque a nivel mundial está sobradamente demostrado que el embarazo temprano, las enfermedades sexuales y muertes en niñas son proporcionales a la falta de conocimientos.

Todos los indicadores obligan a un cambio drástico de política educativa en el país para que niños y niñas tengan oportunidad de un ejercicio de mayor responsabilidad con sus cuerpos y sentimientos. Es cuestión de derecho humano. Ya es tiempo de que el salvaje pragmatismo político que cede al chantaje dé paso a política fundadas en la racionalidad.