La OEA puede ayudar a disipar equívocos

Por Juan Bolívar Díaz

12_07_2015 HOY_DOMINGO_120715_ El País13 A

La visita de una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) debe ser aprovechada para empezar a revertir la generalizada condena internacional originada por la desnacionalización que afectó a decenas de miles de descendientes de haitianos nacidos en el país y para justificar el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros.

Persistir en explotar el sentimiento nacionalista podría ser políticamente rentable, pero es riesgoso pretender extenderlo hasta las elecciones del año próximo con un escenario internacional tan adverso que podría traducirse en daños al comercio y la economía, como ya advierten sectores empresariales.

Bienvenida a la OEA. El Gobierno hizo lo correcto al recibir la misión de investigación que dispuso la OEA, tras dos sesiones donde quedó patente una fuerte confrontación entre las dos naciones que comparten la isla. Solo fanáticos pueden pretender que la nación se cierre al escrutinio internacional en el mundo globalizado. Y si no hay nada que ocultar con más razón debe darse la bienvenida a los comisionados, como hizo el viernes el canciller Andrés Navarro.

Es un craso error asumir que todo el mundo forma parte de una siniestra conjura contra la República Dominicana, de la que no escapa “ni siquiera el Papa Francisco, porque hasta la instancia máxima de la iglesia Católica ha sido permeada”, según escribió esta semana el embajador César Medina. Tampoco se puede creer que “No hay oídos atentos ni sensatos que escuchen nuestras razones, sino un prejuicio generalizado…” ni que “le estamos hablando a un mundo que ha cerrado sus ojos y sus oídos a nuestros argumentos”, como proclamó el influyente Listín Diario en su editorial del miércoles 8 de julio.

Más allá de las arengas nacionalistas hay suficientes argumentos para explicar a la misión de la OEA que la nación decidió ordenar la inmigración, mediante un Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, y de seguro que esos diplomáticos y expertos no van a cuestionar un derecho que asumen con responsabilidad la mayoría de las naciones del mundo contemporáneo. Incluso comprenderán que se deporte a quienes no hayan calificado para obtener un permiso de permanencia en el país, si se realiza acorde con los protocolos internacionales, derecho soberano que ni siquiera las autoridades haitianas han podido negar, como ningún organismo, medio de comunicación o personalidad internacional.

Bajar la tensión binacional. Objetivo fundamental de la misión de la OEA, una institución de la que el Estado dominicano es parte desde su fundación hace seis décadas y media, es contribuir a reducir las tensiones entre estados miembros, allanando caminos al entendimiento en sus diferendos. A ello contribuirán, seguramente los reiterados compromisos dominicanos de que no habrá deportaciones masivas.

Se podrá deplorar las circunstancias en que se produjo la precipitada salida de 36,593 ciudadanos haitianos que cruzaron la frontera en los 18 días siguientes al vencimiento del plazo para la regularización, huyendo del temor a ser deportados sin mayores consideraciones, tras incontables advertencias de que serían expulsados. Muchos dominicanos razonables no aprobarían que en Puerto Rico, por ejemplo, sometido ahora a graves apremios económicos, se creara un clima de amenazas que implicara el retorno abrupto de decenas de miles de los compatriotas que allí viven sin documentación legal.

Una de las razones por las que se estigmatiza a los dominicanos en el exterior es por un discurso de desprecio y poco reconocimiento al trabajo y derecho de los inmigrantes haitianos, en contradicción con el hecho de que el país ha exportado más de millón y medio de nacionales que han saturado algunos mercados y se han extendido por todo el mundo.

Sin renunciar al reclamo de que las autoridades haitianas no exageren ni hagan política mezquina con el antidominicanismo, las nacionales tienen que dar ejemplo de ponderación en el plano interno y por encima de toda circunstancia mantener el discurso diplomático y el empeño en buscar la cooperación de los vecinos, sin la cual se complicará infinitamente la convivencia en la isla.

El escenario internacional. No hay duda de que la posición internacional de República Dominicana se ha complicado excesivamente, como ha quedado patente en la multiplicación de artículos, editoriales y reportajes en los principales periódicos de Estados Unidos, España y otros países, así como en la televisión internacional.

Comunicados de organizaciones y declaraciones de personalidades persisten en rechazar el “genocidio civil” que suspendió la nacionalidad dominicana a decenas de miles de descendientes de haitianos.

Debe llamar la atención que las críticas hayan incluido a los alcaldes de Nueva York, Miami, Boston y Toronto, ciudades con fuerte presencia de emigrantes dominicanos, que en su mayoría llegaron ilegalmente. También que grupos de presión estén planificando acciones contra la nación dominicana, incluyendo que abrieran un sitio en Internet induciendo a boicotear el turismo dominicano. Ya esta semana el principal vocero de la Cámara Americana de Comercio en el país advirtió sobre la necesidad de trabajar para evitar daños a la economía dominicana y hasta a la de Haití.

Es evidente el error de persistir en negar la masiva exclusión que hubiese constituido un gueto en la sociedad dominicana, cuando el pasado 26 de junio se publicó una lista de 55 mil personas a quienes se restituye su documentación como dominicanas. Lo procedente es difundir lo más posible esa rectificación, como hizo el canciller Navarro al dar la bienvenida a la misión de la OEA, explicándole los alcances de la Ley 169-14, aprobada de urgencia para enmendar la desnacionalización masiva y cuyo cumplimiento inexplicablemente fue dilatado 13 meses.

Y debe aclararse que implica a otras decenas de miles de sus descendientes que ahora podrán ser registrados como ciudadanos.

Los pendientes de amparo. Urge disipar la confusión entre la desnacionalización que todo el mundo exterior rechaza, ya reparada en gran parte, y la regularización de los inmigrantes. Hay que persistir en que no se extrañará del país a ninguno de los nacidos aquí que no fueron declarados como ciudadanos (grupo B de la Ley 169-14), y en instituir un mecanismo que les garantice a estos, no a los inmigrantes, por lo menos un estatus de residentes permanentes.

Se estima que los nacidos en el país que no pudieron cumplir los exigentes requisitos para acogerse a la vía de la naturalización, son mucho menos que los 55 mil a quienes se devolvió la nacionalidad.

No se puede ignorar que la deportación que de antemano se rechaza es la que podría afectar a este segmento. Si hay que apelar a una nueva ley para proteger a los del grupo B, sería no solo justo, sino también conveniente para disipar los temores de apatridia, que es lo que determina las fuertes objeciones internacionales. Fue una injusticia que a ese segmento se les obligara a inscribirse como extranjeros y se les diera apenas 90 días, prorrogados luego a 180, cuando a los inmigrantes se les daba año y medio para regularizarse. Incluso a esos nacidos en el país, presumidos en extrema pobreza, debería dejarse abierta la puerta permanentemente para que puedan reunir los requisitos para su naturalización.

Los responsables del descrédito

Hace muchos años que había consenso en la sociedad dominicana sobre la necesidad de limitar la inmigración haitiana, lo que quedó manifiesto en un extenso debate que concluyó en la Ley General de Migración 285-04 promulgada el 15 de agosto del 2004 por el presidente Hipólito Mejía, la que disponía el Plan de Regularización de Inmigrantes y un reglamento en el plazo de seis meses. Pero fue más de 7 años después, en noviembre del 2011, que se dictó el Reglamento 631-11.

La Encuesta Nacional de Inmigrantes de la Oficina Nacional de Estadística, realizada en 2012, demuestra que el 62 por ciento de los 524,632 extranjeros que habría en el país (87 por ciento haitianos), habían ingresado entre 2005 y 2012, justo el período en que los ultranacionalistas controlaban la Dirección General de Migración y el Consejo Nacional de Frontera.

Mientras el país se llenaba de haitianos, la Junta Central Electoral se dedicó, a partir del 2007, a perseguir a los ciudadanos dominicanos descendientes de inmigrantes, negándoles administrativamente sus actas de nacimiento. Eso fue legitimado por la sentencia del Tribunal Constitucional 168/13, de septiembre del 2013, de forma retroactiva hasta el 1929. Y es la propia sentencia que los cuantifica en los 209,912 que estimó la Encuesta. Como la Corte Interamericana de Derechos Humanos dispuso la anulación de la desnacionalización masiva, el Constitucional dominicano “descubrió” que el país no había llenado los requisitos para adscribirse a esa jurisdicción. Así se constituyó el escándalo internacional que afecta al país.

 

 

2014 con mejoría económica y descalabro institucional

Por Juan Bolívar Díaz
28_12_2014 HOY_DOMINGO_281214_ El País13 A

Con crecimiento económico cercano al 7 por ciento del producto interno bruto (PIB), inflación y devaluación alrededor del 3 por ciento y mejoría en la balanza de pagos, el 2014 puede calificarse de bueno en términos económicos, aunque se ratifican altos déficits, fuerte endeudamiento e inequidad en la distribución del ingreso.

Pero el año fue pésimo para la institucionalidad democrática, con el descalabro de la oposición política y el descrédito de las altas cortes y el Congreso Nacional bajo absoluto control político, configurando una crisis del Estado de derecho, manteniendo la impunidad y ratificando la exclusión económica y social de las decenas de miles desnacionalizados.

El crecimiento económico. Con crecimiento económico sobre el 6 por ciento, el doble del promedio latinoamericano, baja inflación y devaluación del 3 por ciento y mejoría en el histórico déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, el Gobierno del presidente Danilo Medina puede reclamar un importante éxito en el 2014, aunque relativizado por un nuevo déficit fiscal de alrededor del 3 por ciento del PIB.

Por séptimo año consecutivo el país acumula déficit fiscal, financiado con un persistente endeudamiento que el Fondo Monetario Internacional sitúa en el 50 por ciento del PIB al concluir 2014, año en que los ingresos fiscales fueron consumidos por el gasto corriente sobre el 85 por ciento de la ejecución presupuestaria.

La pobre inversión de capital se basa en un endeudamiento interno y externo que ha llevado la deuda del Estado sobre los 32 mil millones de dólares, triplicada en la última década, cuando solo el déficit cuasi-fiscal del Banco Central pasó de RD$101,966 millones a RD$346,589 millones.

El año concluye con devaluación por debajo de lo proyectado y con un control significativo de la inflación, pero sin que pudiera revertirse el deterioro del poder adquisitivo de los empleados públicos y privados, que ha convertido el país en líder regional en crecimiento excluyente certificado por el Banco Mundial.

Una encuesta del Banco Central reveló en noviembre que el 60 por ciento de los hogares recibe menos de 18 mil pesos mensuales, muy por debajo del costo promedio de la canasta familiar.

Aunque todavía no alcanzará el 4 por ciento del PIB debe acreditarse al Gobierno el esfuerzo por lograr esa meta legal y de amplio reclamo nacional.

El experto fiscal José Rijo documenta que, al igual que en 2013, pasará del 3.5 por ciento, aunque excesivamente concentrada en la construcción de aulas.

También se le acredita una mejoría en la calidad de la inversión, aunque sin reducción del gasto clientelar y del reparto del Estado.

Descrédito institucional. El 2014 registró un marcado deterioro del Estado de derecho en el país, evidenciándose más que nunca el entramado de poder casi absoluto que configuró el expresidente Leonel Fernández cuando tras promulgar la Constitución del 2010 colocó a una mayoría de incondicionales en las llamadas altas cortes de justicia, y a través de ellas en gran parte del aparato judicial así como del Ministerio Público.

El liderazgo lo llevó el Tribunal Superior Electoral con repetidas sentencias a favor del ingeniero Miguel Vargas Maldonado, socio de Fernández en la repartición de ese y otros organismos, utilizando artificios jurídicos hasta para validar un conato de convención que concluyó en un tiroteo cuando un candidato contestatario pretendió ejercer el voto. No hubo sufragio en casi todo el país, pero Vargas Maldonado queda como presidente del dividido Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que recibe más de 18 millones de pesos mensuales del Presupuesto Nacional.

El Tribunal Constitucional quedó en medio de la calle con la sentencia que desconoció la adscripción del país ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, quince años después que se produjera, desconociendo la Convención Americana de Derechos Humanos, contradiciendo su propia ley orgánica y olvidando tres sentencias que había dictado basadas en jurisprudencia del organismo continental. También ignoró que el Estado se había defendido en cuatro procesos judiciales ante esa corte y hasta un acuerdo de colaboración que había firmado con la misma institución.

Descalabro político. La definitiva división del PRD, el más antiguo partido político dominicano, marcó el descalabro de la oposición política, fruto de la escasa cultura democrática, de las luchas grupales y la desvalorización de la política, aunque también con el auspicio de un importante sector del partido de Gobierno, que cifra su expectativa de predominio hasta el 2044, según reiterado planteamiento de su líder Leonel Fernández.

Aunque lo que las encuestas marcan como mayoría perredeísta constituyó el Partido Revolucionario Moderno y paralelamente se propuso una “Convergencia” de múltiples grupos políticos y sociales, el año concluye en la nebulosa con evidentes dificultades para encontrar un método de escogencia de su candidatura presidencial, lo que diluye sus posibilidades y distrae su atención de los problemas y las expectativas nacionales.

Mientras la oposición política se dispersa, en el PLD por lo menos cinco dirigentes se mantienen en campaña por la candidatura presidencial para el 2016, incluyendo al expresidente Fernández, y otros centenares también gastan fortunas de dudoso origen promoviéndose desde ya para legisladores o funcionarios municipales, sin que ninguna autoridad establezca orden ni límites.

Fue relevante el surgimiento de una abierta lucha por el predominio en el PLD entre los seguidores de Fernández, que luchan por volver al poder, y los del presidente Medina, algunos de los cuales quisieran abrir espacio a una nueva reforma constitucional para posibilitar la repostulación del mandatario, lo que luce difícil, a menos que el expresidente se vea obligado a declinar, presionado por los escándalos de corrupción que le salpican.

Limitados logros sociales. La sociedad civil no ha logrado compactar fuerzas suficientes para contener la corrupción, que se registra cada vez más como gran preocupación. Pero se hizo presente en algunas campañas, lo mismo que en la lucha por la preservación de la loma Miranda y celebró la decisión judicial que revocó el fraudulento reparto de la bahía de Las Aguilas.

Luchó por la restitución de los derechos de los desnacionalizados por la JCE y la sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional, y acogió la transacción de la Ley 169-14, que en mayo planteó devolver sus documentos a los descendientes de extranjeros que habían sido reconocidos como dominicanos, pero la JCE mantiene la discriminación y la exclusión, evadiendo el cumplimiento de la ley, sin que autoridad alguna le reclame.

El año se cierra con preocupaciones sobre el Estado de derecho, sin haberse disipado las incertidumbres provocadas por el asalto a la cárcel de Najayo, el intento de sabotaje a las torres eléctricas y el atentado en el Metro de Santo Domingo.

El Congreso Nacional

El Congreso Nacional no escapa al derrotero institucional. Pasó otro año burlándose de los reclamos de casi dos décadas por una Ley de Partidos que garantice la funcionalidad democrática y la transparencia de las organizaciones políticas. Con la introducción de un nuevo proyecto del PLD, se creyó que por lo menos este sería aprobado, pero trajo tales distorsiones a los varias veces consensuados, que ha resultado imposible convertirlo en ley.
Las cámaras legislativas, controladas absolutamente por el partido gobernante, ni siquiera han contemplado discutir otro proyecto fundamental, el de Ley Orgánica Electoral, que como el de partidos, fue presentado hace tres años por la Junta Central Electoral en atención a reformas incluidas en la Constitución hace casi 5 años.

La forma en que la Cámara de Diputados manejó las observaciones presidenciales al Código Penal, que procuraban excepciones a la penalización del aborto, se constituyó en otro desaguisado institucional. Violaron varios artículos de su reglamento interno y se volaron el Senado, enviando la ley modificada directamente al Poder Ejecutivo. Para colmo este promulgó el fundamental código, con modificaciones que nunca conoció el Senado, en clara e inexplicable violación de un aspecto básico del ordenamiento constitucional.

El año concluye sin que el Gobierno haya logrado los pactos fiscal y eléctrico que según la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, deberían estar en vigencia en enero próximo. Tampoco ha logrado poner en vigencia la Ley de Regularización Salarial del Estado, en medio del escándalo sobre la nómina del Ministerio de Relaciones Exteriores, aunque registra avances hacia la cuenta única del tesoro y en mayor transparencia de las compras y contrataciones, pero todavía el país registra los más altos niveles de corrupción e impunidad del continente.

 

Esperan Gobierno reaccione hoy a caída de popularidad

Por Juan Bolívar Díaz

El Presidente  Leonel Fernández pronunciará un discurso esta noche que algunos círculos vaticinan que será el comienzo de  una ofensiva contra la caída de popularidad del Gobierno, mostrada en encuestas y  a través de  la percepción de algunos observadores.

Entre  figuras de la administración de Fernández  se habló estos días de un “plan mediático” de descrédito, lo que otros sectores describen más bien  como pérdida de popularidad  por desaciertos y  crecida deuda social.

El discurso que pronunciará esta noche el presidente Leonel Fernández ante los dirigentes nacionales de su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) estaría destinado a retomar la ofensiva frente a la caída de la popularidad del gobierno que muestran encuestas y percepciones generalizadas.

El pánico parece apoderarse de voceros gubernamentales que denuncian lo que denominan como plan mediático de descrédito y no aceptan que la deuda social acumulada y los desaciertos desgastan la popularidad de los gobiernos y, más aún, cuando acumulan dos períodos consecutivos y en tiempos de crisis económicas.

Una arenga política

Para disipar confusiones, el secretario general del PLD, Reynaldo Pared Pérez, precisó el jueves que el doctor Leonel Fernández hablará este domingo en su condición de presidente del partido morado, y que de haber sido un discurso de Estado se habría producido en el Palacio Nacional y no en un hotel, como está programado para las 8 de la noche de hoy domingo.

Diversos medios habían anunciado que el mandatario dirigiría un mensaje a la nación para explicar los alcances y repercusiones en el país de la crisis económica internacional, aunque desde el principio se habló de un acto público al que se ha convocado a los más de 400 miembros del comité central del partido oficial, al centenar de legisladores y otros tantos alcaldes, a los altos funcionarios y a los aliados.

El discurso sería el primer paso en una estrategia dirigida a contener el deterioro de la imagen del gobierno y a devolver la confianza de sus propios dirigentes y militantes en el liderazgo del presidente Fernández, que aparece en declive en las últimas encuestas publicadas y en otras, oficiales y de oposición, que circulan limitadamente.

Es obvio que en las dificultades financieras que obligaron al gobierno a restablecer el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional después de medio año en suspenso, influye la crisis económica global, y es natural que el doctor Fernández, dueño de una sólida retórica comunicativa,  magnifique sus repercusiones para restarle responsabilidad al dispendio y las erráticas políticas de inversión que se le enrostran.

La crisis internacional repercute en el país desde el inicio del período de gobierno en el 2008, aunque al principio el presidente Fernández sostuvo con reiteración que la economía nacional estaba “blindada”, y en vez de asumir un programa de racionalidad en la inversión y de austeridad, amplió subsidios, inició una inoportuna segunda línea de metro y desbordó el gasto corriente hasta acumular déficits por más de de 150 mil millones de pesos, en los últimos tres años y medio.

Conspiración mediática.  Tres funcionarios e importantes dirigentes del PLD denunciaron esta semana lo que consideran una especie de “conspiración mediática” para reducir la imagen del presidente Fernández, estigmatizar a los peledeístas como corruptos y condenar el gobierno. Dicen que es promovida por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y sus aliados en la sociedad civil y los medios de comunicación, especialmente en la televisión. Y reclamaron una estrategia gubernamental para enfrentarlos.

El primero fue el director de prensa de la presidencia, Rafael Núñez, quien en artículo del lunes en el Diario Libre, sostuvo que “como no hay razones económicas para atacar al gobierno del presidente Leonel Fernández, el partido opositor, valiéndose de los aliados en los medios de comunicación, se lanzaron hace un tiempo a querer desprestigiar la figura del Presidente de la República”, con la intención de invalidar su gran obra. Se refirió a “todo tipo de bellaquerías, de manipulaciones groseras y tratativas diseñadas hasta en el exterior, que no son de ahora”, para concluir exhortando al equipo de gobierno a enfrentarlos.

En El Nacional del mismo día, Euclides Gutiérrez insistió en la puesta en marcha de “un plan para desacreditar al PLD, a su gobierno y al Presidente de la República”, responsabilizando, en particular, a los programas televisivos. Se quejó de que sus compañeros “no comprendan que los objetivos de esa campaña, la mayoría de las veces, están financiados por organismos internacionales”.

Al día siguiente, en el canal 9, Rafael Camilo, el director de Aduanas y un peledeísta generalmente ponderado, reconoció que “nunca la imagen del gobierno había estado tan baja como ahora”, lo que atribuyó a la “manipulación de informaciones que han hecho el PRD y algunos sectores de la sociedad civil”. Empero, Camilo se diferenció al reconocer errores, actos inadecuados en el manejo de la cosa pública, y planteando la necesidad de una nueva estrategia de comunicación y de centrar la atención en los problemas que más preocupan a la sociedad,  como salud, educación y seguridad.

Y aseguró que el presidente trabaja en una estrategia para recuperar la imagen del PLD.

Mejor ayuda del gobierno

Los resultados de las encuestas Gallup-HOY y Penn-Schoen, publicadas hace dos meses, y de otras que circulan limitadamente, han disparado la alarma de los peledeístas. Muestran que el PRD ha recuperado la primacía política y mantienen  su candidato Hipólito Mejía con alta ventaja. Ganó particular rechazo la encuesta CID-Gallup de Costa Rica, que dejó al presidente Fernández con la más alta desaprobación en la región centroamericana con 63 por ciento, aunque no muy distante del 61 por ciento que antes había registrado la Penn-Schoen y del 59 por ciento de la Gaullup-HOY.

Entre los seguidores de Danilo Medina se debate sobre la necesidad de lograr un apoyo firme del presidente Fernández, pero al mismo tiempo sin opacar la figura del candidato ni hacerlo cargar todo el peso muerto de la gestión gubernamental. Saben que deben “trocar el pasivo por el activo del gobierno”, pero que “la mejor ayuda que se puede dar de cara a la candidatura oficial es enderezar el rumbo, gobernar bien, buscar mejorar la imagen del gobierno, afrontar las pequeñas demandas de las comunidades”.

Para que eso sea posible, lo primero es aceptar que hay grandes insatisfacciones en la ciudadanía, y que hasta en los países desarrollados dos períodos de gobierno consecutivos desgastan incluso los más firmes liderazgos, más aún  cuando hay una deuda social acumulada muy alta y en medio de una crisis económica internacional.

En vez de buscar la causa de las insatisfacciones, y reconocer que 11 años de gobierno, de los últimos 15. es un período significativo para haber resuelto problemas básicos, que hay desbordamientos de corrupción y dispendio, y que se precisaría de renovaciones como las que han realizado en los últimos días los gobiernos nuevos de Brasil y Chile, los funcionarios y voceros peledeístas dan palos de ciego, atribuyendo su decadencia a planes mediáticos, a la sociedad civil y a un partido opositor que persiste en demostraciones de incoherencia interna.

El talento y la clarividencia política del presidente Fernández tienen un desafío importante  con el discurso de hoy, llamado a marcar la estrategia política de su gobierno y partido de cara a las elecciones presidenciales de dentro de diez meses.-

Reafirmación del líder

Aunque el telón de fondo del discurso de hoy sería preparar al partido para iniciar una ofensiva que le permita retener el poder en los comicios del año próximo y no dejar dudas de su apoyo a la candidatura presidencial de Danilo Medina, el doctor Fernández persigue, en primera instancia, reafirmarse como líder del PLD.

Llama la atención que este acto se anunció al día siguiente de la reunión del Comité Político peledeísta que relegó, sin explicación, hasta el 28 de agosto la proclamación formal de Danilo Medina como candidato, más de dos meses después de su elección. Aunque se dijo que el escogido prefería la fecha del 16 de agosto.  El 16 de junio, 10 días antes de la elección de Medina, el presidente del PLD pronunció un discurso ante el liderazgo nacional de su partido prometiendo  respaldar a quien ganara, diciendo que “se verá al león recorriendo las calles por todo el territorio nacional, ondeando la bandera morada y entonando nuevos cantos de victoria”.

Ya entonces se expresó temor de que el afán por reafirmarse como líder del partido lleve al mandatario a protagonizar la campaña, compitiendo en el escenario del candidato y reduciendo su estrategia de diferenciación, que se expresa en la afirmación de que “proseguiría lo que está bien, corregiría lo que está mal y haría lo que nunca se ha hecho”.

Aunque se ha puesto énfasis en que el presidente explicaría los alcances de la crisis internacional, eso ya lo hizo en un discurso a la nación el 17 de marzo pasado, donde abundó sobre las políticas adoptadas para evadir el peso del alza de los combustibles y los alimentos y anunció nuevos programas, incluyendo un plan de austeridad para reducir el gasto en 12 por ciento, ahorrar 10 por ciento en la energía que consumen los organismos públicos, estimular la producción de alimentos, establecer 800 plazas agropecuarias y vender paquetes de alimentos suficientes para 8 personas durante una semana, al precio de mil 248 pesos. Aún pendientes están de materialización.