Leonel resiste y encarece el costo de la reelección

Por Juan Bolívar Díaz
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Tres semanas después que su Comité Político (CP) dispusiera una reforma constitucional para posibilitar la repostulación del presidente Danilo Medina, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) atraviesa por su peor crisis en sus 41 años, con niveles de encono y confrontación que hacen temer una división.

Muchos observadores estiman que como siempre en la historia nacional se impondrá el poder presidencial, sin importar el costo institucional y económico, pero los leonelistas resisten y proponen que los dos períodos presidenciales y nunca más rijan a partir del 2020, cuando Medina podría repostularse y aspirar a 8 años más de gobierno.

Confrontación al rojo vivo. A tres semanas hoy de la decisión de buscar la reforma constitucional en post de la reelección del presidente Medina, la confrontación ha alcanzado niveles críticos en el PLD, tanto que dirigentes y legisladores empiezan a temer que pueda terminar en división o en un desgarramiento que los lleve a perder el poder en las elecciones del 2016, partiendo de las posibilidades de que se conforme un frente de oposición.

La división entre danilistas y leonelistas se expande por todas partes, y en algunos casos casi a la mitad, en los organismos de dirección, entre los legisladores, articulistas y comentaristas de los medios de comunicación, partidos aliados y entidades vinculadas, y ya separa al presidente Medina y la vicepresidenta Margarita Cedeño, quien esta semana se pronunció en defensa de la Constitución y de la institucionalidad democrática.

Ya pasó una semana desde que el secretario general del PLD, Reinaldo Pared Pérez, lanzó la toalla tras su estrepitoso fracaso en convencer a la mayoría de los senadores y diputados de que acataran la decisión del CP, al declarar que sólo una reunión entre Leonel y Danilo podría resolver el conflicto, mientras se teme que se profundice la confrontación.

Indicadores de la crisis son la virtual desintegración de la comisión que encabezó Pared Pérez y que aunque el proyecto de convocatoria de la Asamblea Nacional para la reforma constitucional tiene 10 días en el Senado, y allí se anunció una “comisión especial” para estudiarlo. Luego se identificó a cinco de los nueve que la integrarán: Reinaldo Pared Pérez, Adriano Sánchez Roa, Félix Vásquez, Amable Aristy Castro y Julio César Valentín. También por denuncias de intentos de soborno llevadas hasta un tribunal y por el debate provocado por quienes advierten que la ley de convocatoria requiere dos tercios de los votos al considerarla orgánica, además de un referéndum aprobatorio.

Debieron ir al Comité Central. Dadas las dificultades por las que atraviesa el proyecto de reforma, hay quienes creen que los estrategas del reeleccionismo se precipitaron pretendiendo que bastaba la aprobación del CP, cuando era aconsejable buscar la ratificación del máximo órgano de dirección del partido, después de su Congreso, que es el Comité Central (CC), lo que la hubiese revestido de mayor legitimidad a la luz del estatuto del partido.

La razón para evadir el CC pudo haber sido que los danilistas no tienen allí la clara mayoría de 25 a 10 de que disponen en el CP. Estarían más o menos a la mitad, pero con el ilimitado poder presidencial les resultaba más fácil conquistar la diferencia en un organismo de 630 personas que entre 32 senadores y un centenar de diputados.

Melanio Pared, un dirigente fundador del PLD al margen de la confrontación, dijo el miércoles por Teleantillas que el CP “actuó con irresponsabilidad”, porque es un órgano ejecutivo del CC que es a quien corresponde una decisión de esa naturaleza. Calificó la resolución que dispone la reforma constitucional como “popularmente tentadora, políticamente conflictiva y legalmente tortuosa”. Estima que como los legisladores son parte del CC, hubiesen quedado obligados a acatar su decisión, sin poder alegar que no se les permitió opinar en una materia fundamental de su oficio.

Es cierto que tradicionalmente las decisiones del CP han sido acatadas por los legisladores, pero siempre se tomaban por consenso, por lo que nadie las podía cuestionar, y nunca para algo tan fundamental como reformar la Constitución.

La fórmula leonelista. Aunque reconocen que han perdido el apoyo de dos o tres de los 17 senadores que juraban lealtad al expresidente y de una decena de diputados, los leonelistas aseguran que aún mantienen la mitad de los legisladores del PLD, “y aún cuando nos conquisten algunos más”, serán suficientes para impedir la reforma constitucional. Pero se cree que el poder presidencial y los intereses personales y partidistas determinarían que Leonel se quede con muy pocos. Aún con todos tendrían que buscarse una veintena en la oposición para los dos tercios de la Asamblea Revisora.

El temor a la división pudiera forzar a los dos líderes peledeístas a un acuerdo para apoyar un tercero como candidato presidencial unificador, pero en la medida en que la oposición tiende a recomponerse con la emergencia de Luis Abinader, se preguntan quién pudiera encarnar el “ni tu ni yo”, dado que los demás precandidatos no pasan de un dígito en las encuestas, aunque se dice que más de uno estaría esperando ser el afortunado en ese tentativo escenario. Margarita Cedeño, tercera en las encuestas tendría un veto por esposa de Leonel, a la inversa Francisco Domínguez Brito, por el expediente contra Félix Bautista.

Los leonelistas barajan su “fórmula mágica”: no hacer quedar mal a Danilo, que aún no dice públicamente que quiere buscar la reelección, y aprobar la reforma constitucional, pero para que entre en vigor a partir del 2020; que con la alta popularidad con que Danilo terminaría, sea quien sea el que gane en el 2016, que no podrá reelegirse, tendría la seguridad de la siguiente candidatura del PLD y un casi seguro triunfo. Entonces, al entrar en vigencia el dos períodos y nunca más, podría aspirar a la reelección en el 2024.

Otra vez “la maldita reelección”. La reelección ha sido una constante desde la primera constitución dominicana en 1844 cuando Pedro Santana forzó a los constituyentes a abrirle un espacio para dos períodos y ha sido la causa principal de 38 reformas constitucionales. Por ella 7 presidentes han gobernado dos tercios de la historia republicana. Casi todos, incluyendo a los de mayor dominio, Trujillo y Balaguer, comenzaron abominando del continuismo para terminar aceptando “el clamor popular”

Parece que Danilo Medina no será una excepción. Circula en la internet el vídeo de la entrevista con el Grupo Corripio en la campaña del 2012, cuando enfatizó que gobernaría cuatro años y ni un día más y se explayó en argumentos sobre los inconvenientes de la reelección para la institucionalidad democrática, lo que repitió al comienzo de su gestión.

Hipólito Mejía estableció récord al jurar más de 20 veces que no aceptaría “la maldita reelección” siendo el único en la historia nacional que fracasó en lograrla en el primer y único intento y dividió su partido. Balaguer la perdió en el 1978, pero luego de tres períodos consecutivos. Ningún presidente que buscó la repostulación ha fracasado, pero ninguno la persiguió abiertamente sin tener el control absoluto de su propio partido. Con frecuencia ha separado al vicepresidente del presidente, como a Velásquez de Horacio y Lora de Balaguer, y podría ocurrir ahora con Cedeño de Danilo.

La reelección siempre ha condicionado la gestión gubernamental y el gasto público, y ha implicado corrupción y compra de conciencia, lo que ya se está denunciando ahora, lo cual podría implicar un costo económico e institucional para la sociedad dominicana, y también costo moral para la imagen y popularidad del presidente Medina, quien ya parece inclinado a lo que siempre se ha hecho en la historia dominicana.-