Estudio sobre la reelección y constitucionalismo en RD

Por Juan Bolívar Díaz

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En un libro de 544 páginas, puesto a circular esta semana, el exrector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo Franklin García Fermín, realiza uno de los más amplios compendios y reflexiones sobre el crónico continuismo que ha castrado el proceso democrático en 171 años de la historia dominicana.

Se remonta a la conquista y colonización para mostrar el legado de imposición, autoritarismo caudillista y presidencialismo continuista que todavía caracterizan la sociedad dominicana con una democracia en ciernes y grandes precariedades institucionales.

Herencia de la España feudal

La obra comienza por la violenta imposición de la conquista y colonia de la España feudal de los siglos 15 y 16 que arraiga el autoritarismo y sumisión, que serían la base para el desarrollo del presidencialismo y el continuismo crónico, acomodando sistemáticamente la Constitución a los intereses de cada gobernante. Para llegar a los antecedentes históricos del Estado Dominicano considera necesario un estudio de los tres siglos de colonización, del 1,500 al 1,800.

“Aquí el hombre europeo ensayó todos los métodos de dominación que mente humana conocía: encomiendas, repartimientos, reducciones, mitas, esclavitud, trata negrera y factorías colombinas”. Luego agrega que “El Estado dominicano está cimentado, desde su nacimiento, sobre una estructura autoritaria y una cultura caudillista que como fenómeno político tiene sus raíces en una estructura de poder colonial española y 22 años de dominación haitiana, así como en una legislación constitucional que ha perpetuado el predominio personal por encima de las instituciones”.

La imposición de un sistema basado en el exterminio de una raza, en la explotación de las riquezas y la esclavitud, no puede dejar como herencia ideológica, menos que conductas autoritarias y caudillezcas, sostiene.

Fracaso de los Trinitarios

El libro conformó la tesis doctoral de García Fermín en la Universidad del País Vasco, aprobada a unanimidad y cum laude en el 2003, con un adéndum de actualización. Conduce por los vericuetos de la conformación del ser dominicano, con unos sectores dominantes sumisos a la corona, que no asumen el ideal independentista, ni se resignan al abandono de la madre patria y originan una España Boba, y que tras dos décadas de la creación del Estado independiente, se decantan por una reanexión.

García Fermín plantea que las relaciones de producción esclavista feudal del hato, determinan que Juan Pablo Duarte y los Trinitarios, expresión de la liberalidad pequeño burguesa, fueran descartados como jefes de la naciente República, que quedaría bajo control de los hateros atrasados, movidos más por el rechazo a los haitianos que por sentimiento patriótico, que persistirían en buscar un protectorado, fuere francés, inglés o norteamericano, y que finalmente retornarían a los brazos de la madre patria irresponsable.

“Los inspiradores de la gesta liberadora dominicana estaban imbuidos por las ideas más avanzadas del liberalismo que pregonaban los principios igualitarios consagrados en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789; sin embargo se impuso el autoritarismo sostenido por los sectores más atrasados y conservadores, encabezados por el sector de los hateros”.

Las 39 constituciones

El capítulo 2 compendia las constituciones dominicanas, que ya suman 39, comenzando por resaltar que desde la fundacional los poderes militares y caudillistas, reclaman y obtienen poderes que limitan la democracia y la participación, citando el artículo 210 de la Constitución del 1844, fruto de la “persuasión” de los constituyentes por las tropas del general Pedro Santana.

Ahí nació también el continuismo, indicando que Santana y Buenaventura Báez gobernaron cada uno en cinco ocasiones aunque la reelección no fue instituida hasta 1972, en lo que denomina como “caudillismo constitucional” mantenido hasta el presente.

García Fermín repasa todas las constituciones dominicanas, por lo menos una por cada gobernante que logró mantenerse en el poder siquiera un año. Hubo reformas en marzo de 1874 y de 1875, y en mayo de 1877 y 1878, y 9 meses después, en febrero de 1879, así como en mayo de 1880. En años consecutivos se instituyeron constituciones también en 1907 y 1908. Entre 1874 y 1887 cuenta 18 gobiernos y 8 reformas constitucionales. A 11 días de publicada la Constitución de 1907, Ramón Cáceres convocó la del 1908 que extendió el periodo presidencial a 6 años. No los disfrutó porque lo mataron en el 1911, y volvieron los gobiernos efímeros, siete hasta el 2014.

El legado norteamericano

García Fermín documenta que las luchas de caudillos, el relajo constitucional y la inestabilidad, condujeron a la ocupación norteamericana de 1916-24, que en vez de legar instituciones democráticas, dejaría a Rafael Trujillo como jefe militar del país, para hacerse con el poder en 1930, ayudado por la ambición continuista de Horacio Vásquez, y tiranizar la sociedad durante 31 años.

Durante la dictadura de Trujillo hubo 7 reformas constitucionales, tres en sus últimos tres años, dos de ellas en cinco meses del 1960. Resalta como Trujillo comenzó rechazando la reelección presidencial, para quedarse en dominio del poder durante tres décadas. Así comenzarían también Joaquín Balaguer, Leonel Fernández e Hipólito Mejía, siendo éste el único de los gobernantes dominicanos que fracasó en el intento reeleccionista. Todas las reelecciones en base a la corrupción y al atropello de los valores democráticos. La transición democrática registró tres constituciones en años seguidos, de 1961 al 63, ésta última considerada la más avanzada de nuestra historia, lo que decretó el derrocamiento del presidente Juan Bosch, y tras la segunda ocupación militar norteamericana y su legado Joaquín Balaguer se registra la Constitución de más extensa vigencia del 1966 al 1994.

El dominio conservador

A lo largo de su extensa obra, García Fermín documenta el predominio del caudillismo, del autoritarismo y del conservadurismo como base del continuismo reeleccionista, lo que explica que entre Santana, Báez, Heureaux, Vásquez, Trujillo, Balaguer y Leonel Fernández hayan gobernado dos tercios de la historia de la República y los dos últimos dos terceras partes de la “etapa democrática” tras el ajusticiamiento de Trujillo.

En cambio los gobernantes que más han encarnado el liberalismo democrático de los trinitarios fundadores, como Ulises Francisco Espaillat y Gregorio Luperón en el siglo 19 y Juan Bosch en el 20, fueron efímeros en el poder.

La obra registra las frustraciones originadas en los gobiernos del PRD que no avanzaron en las reformas constitucionales para afianzar la democracia, y en los del PLD que han montado un dominio de todas las instituciones del Estado en base a la corrupción y la absorción de los partidos.

 

 

El referendo o consulta popular

Por Juan Bolívar Díaz
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Un ilustre dominicano residente en el exterior ha preguntado por qué no se agota el recurso del referendo, instituido en la nueva Constitución para que el pueblo decida si el presidente Leonel Fernández puede o no ser repostulado en las elecciones presidenciales del próximo año, lo que implica la creencia de que, ese instrumento está por encima de la Carta Magna.

En muchos países del mundo está instituido el referendo (originalmente referendum), en unos casos como simple consulta y en otros con “carácter vinculante”, lo que quiere decir que su resultado tiene consecuencia inmediata. En otros se consulta para determinar si se modifica una ley o la misma Constitución en determinado sentido. Se pueden recordar dos referendos de gran resonancia internacional en los últimos años. El de 1988, en Chile, cuando se preguntó a la población si quería o no que terminara el régimen militar y triunfó el sí. Pero eso no quiso decir que al día siguiente se fuera Pinochet. El 14 de diciembre de 1989 fue electo el presidente Patricio Aylwin. El segundo, en 1995, cuando se preguntó a los canadienses si aceptaban la independencia de la provincia de Quebec. El no se impuso con el 50.4 por ciento.

En la Constitución dominicana del 2010 se establecen dos categorías de referendo, uno para asuntos municipales y otro para nacionales.

En el primer caso, el artículo 203 dice: La Ley Orgánica de la Administración Local establecerá los ámbitos, requisitos y condiciones para el ejercicio del referendo, plebiscito y la iniciativa normativa municipales con el fin de fortalecer el desarrollo de la democracia y la gestión local”. Nada más.

El artículo 210 indica: Las consultas populares mediante referendo estarán reguladas por una ley que determinará todo lo relativo a su celebración, con arreglo a las siguientes condiciones: 1) No podrán tratar sobre aprobación ni revocación de ninguna autoridad electa o designada: 2) Requerirán de previa aprobación congresual con el voto de las dos terceras partes de los presentes en cada cámara”. Y nada más. No especifica  la forma ni los alcances. Lo deja a la aprobación de una ley, que debemos suponer estará subordinada a la totalidad del texto constitucional. Eso nos remite al artículo 124, que indica que el Presidente  “no podrá ser electo para el período constitucional siguiente”, y en consecuencia la ley del referendo no puede derogar este precepto.

El doctor Vincho Castillo sostiene desde agosto del año pasado que la única forma en que el presidente Leonel Fernández puede repostularse es modificando su Constitución”, fruto de un pacto político. Y como resulta tan grotesco, sugirió el referendo para que el pueblo diga si se debe modificar lo que se acaba de promulgar. En diciembre, el mandatario favoreció el referendo, aunque dijo que no buscaba reformar la Constitución.

Para aprobar la ley del referendo, el presidente precisa de dos tercios de los votos en cada cámara, y en la de diputados sólo reuniría el 57 por ciento si cuenta con todos los miembros de su partido (cosa que luce difícil) y sus aliados. Con todos los reformistas llegaría al 60 por ciento. De ahí la trascendencia de la maniobra, nada inocente, de aprobar leyes orgánicas por mayoría simple tras una observación presidencial. Pero aún logrando aprobar la ley de referendo, habría que convocarlo, realizar una campaña electoral y obtener la mitad más uno de los votos. Y entonces dar otra batalla para modificar la Constitución, que es específica en la forma en que se puede hacer, otra vez con dos terceras partes de los votos. Sólo después podría repostularse el doctor Fernández. Como se puede ver, el camino correcto sería muy largo y costoso en términos económicos como de incertidumbres.

 

La difícil reflexión del Presidente

Por Juan Bolívar Díaz
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Con el aplazamiento por tres semanas de la reunión que escogerá  los precandidatos presidenciales del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) revivió esta semana el movimiento que promueve la reelección del presidente Leonel Fernández cuando se le daba por muerto.

La declaración del mandatario de que reflexiona sobre esa posibilidad, la violación de la Constitución en la aprobación de la Ley Orgánica del Consejo de la Magistratura y otros acontecimientos alentaron los promotores del continuismo, aunque sigue sin verse la escalera que permita superar la prohibición de la reelección.

Sorpresivo aplazamiento.  El escenario estaba montado el lunes 14 de marzo para que la Comisión Política del PLD escogiera los precandidatos que recomendará para que sean escogidos por la reunión del máximo organismo partidario, el Comité Central, que estaba pautada para este domingo 20. Tal como se había anunciado, previamente el doctor Fernández se reunió con los seis aspirantes públicos a la nominación Y de allí pasaron a la sesión de la Comisión Política integrada por 25 dirigentes.

 Al final hubo dos sorpresas: el aplazamiento de la reunión del Comité Central para el 10 de abril, y la primera confesión pública del presidente Fernández de que contempla la posibilidad de buscar otro período, a pesar de la prohibición de la reelección consecutiva en la Constitución que  promovió y promulgó en enero del 2010.

El mandatario se puso al alcance de los reporteros cuando el secretario general Reinaldo Pared informaba los resultados del encuentro. A la pregunta de una reportera, sorprendió al decir que se enteraba por ella del anuncio de que 50 diputados se proponían presentar su precandidatura. Pero ante la insistencia de otro sobre si aceptaría una nominación, respondió: “permítanme reflexionar sobre eso”.

Llamó la atención que al otro día el mandatario visitara un barrio capitalino “para supervisar el asfaltado de  sus calles” para ser recibido con letreros impresos uniformemente sobre telas en los que se promovía su repostulación.

Como el moriviví.  Desde la semana anterior se había registrado una reactivación del movimiento que promueve la reelección, que desde febrero era considerado liquidado. No era la primera vez que se le daba por muerto desde que fue lanzado públicamente en junio del año pasado, por lo que puede asemejarse a la planta conocida como moriviví.

A finales de agosto declaraciones del vicepresidente Rafael Alburquerque, de Reinaldo Pared y de su principal promotor Félix Bautista parecieron liquidar el proyecto continuista, pero retomó fuerza a mediados de octubre cuando el doctor Vincho Castillo propuso agotar la vía del referendo para legitimar una reforma constitucional.

Mediaba el mes de diciembre cuando Félix Bautista dijo en Nueva York que se buscarían dos millones de firmas y se haría un acto público masivo para reclamar al doctor Fernández que acepte la repostulación. El 20 de diciembre, en un almuerzo con periodistas, el Presidente descartó que promoviera una nueva reforma constitucional, pero señaló también la vía del referendo como camino a su repostulación.

El 30 de diciembre  HOY desplegó el inicio de la recolección de firmas. Al caer febrero, empero, el movimiento parecía en declive después que el vicepresidente Alburquerque lanzara abiertamente su precandidatura. Se dijo que con auspicios del mandatario. Por su parte Almeyda y Pérez formalizaron sus aspiraciones en actos públicos masivos, mientras se generalizaba el reclamo de que se convocara a los organismos partidistas para calendarizar el proceso de elección del candidato.

Todo parecía definido cuando el 9 de marzo se anunció que 50 diputados se proponían presentar la precandidatura de Fernández.  Trascendió que más de una veintena de senadores se reunieron en un restaurante con el mismo propósito. Al día siguiente  que el mandatario anunció su reflexión, el presidente de la Cámara de Diputados, Abel Martínez, informó que ya están listas  las dos millones de firmas que le entregarán próximamente en un acto que tendría lugar en el Estadio Olímpico.

Relajación constitucional.  Algunos partidarios del continuismo admiten que la simple interpretación de algunos abogados no puede legitimar la candidatura del mandatario, entre ellos Vincho Castillo, quien replanteó esta semana la vía del referendo para llegar a la reforma constitucional, y temen que no será suficiente para inclinar en su favor la reflexión en que esté el mandatario. Entonces toma cuerpo la búsqueda de las dos millones de firmas y el referendo instituido en el artículo 210 de la Constitución.

Pero la vía de la consulta es compleja, porque supone primero la aprobación de “la ley que determinará todo lo relativo a su celebración” con “el voto de las dos terceras partes de los presentes en cada Cámara”. Ahí es donde cobra explicación la maniobra de esta semana cuando la Cámara de Diputados estableció el precedente de aprobar una ley orgánica por simple mayoría tras una observación presidencial siguiendo una serie de relación e interpretación constitucional que lleva varios capítulos, y al mismo tiempo otorga mayor poder al Presidente en la elección de los jueces del Tribunal Constitucional y el Tribunal Superior Electoral, ambos organismos claves para aprobar una conflictiva candidatura.

Los reeleccionistas no cuentan con dos tercios de los votos de los diputados ni para aprobar una conveniente ley de referendo, como no la consiguieron para la ley orgánica del Tribunal Constitucional sin el límite constitucional de 75 años aún pendiente de promulgación, esperándose una observación presidencial para modificarla con la simple mayoría absoluta. Sólo el Partido Revolucionario Dominicano tiene cinco diputados más del tercio y tampoco se cuenta con los danilistas más firmes.

La vía del referendo está llena de escollos. Aprobada la ley la JCE tendría que convocarlo, lo que implica una campaña electoral y el riesgo de no alcanzar la mayoría. En caso positivo entonces habría que aprobar una ley para convocar la reforma de la Constitución, lo que tomará tiempo, aunque otra interpretación presume que el referendo se sobrepone al mandato constitucional. En esa línea se inscribió el doctor Fernández cuando el 20 de diciembre dijo que no auspiciaría una reforma constitucional, pero señalando que “ahí está el referendo”.

La decisión de Leonel.  En la opinión pública, entre analistas políticos y hasta entre seguidores del presidente Fernández predomina el criterio de que los escollos siguen siendo muy fuertes para que pase el proyecto continuista. De ahí que quienes ponderan el talento político y la serenidad del mandatario creen que su reflexión lo llevará a rechazar la repostulación.

No faltan quienes esperan que el líder peledeísta aproveche el acto multitudinario que se prepara o la reunión del Comité Central para proclamar que se sacrifica para evitar incertidumbres en amplios sectores nacionales, incluyendo a empresarios, eclesiásticos y sociedad civil. Capitalizaría ese apoyo para influir en la elección del candidato del PLD y quedar como líder indiscutible de ese partido y de sectores conservadores.

La prolongación y profundización de la crisis post eleccionaria en el PRD es un factor que, como se esperaba, ha reanimado las huestes continuistas, que con una oposición debilitada y con poca legitimidad tendría menos posibilidad de encabezar un amplio frente anti-reeleccionista.

La situación económica nacional e internacional no favorecen las maniobras de dudoso carácter constitucional, pero el proceso de relajación institucional puesto en marcha hace temer lo peor.  Queda la esperanza de que la reflexión anunciada por el presidente Fernández sea profunda y le permita liberarse de la adicción al poder y el mesianismo que ha determinado que seis hombres hayan presidido la República en dos tercios de su existencia.-

No se ve el “bajadero”

Los analistas no acaban de visualizar el “bajadero” que pudiera utilizar el mandatario para legitimar una repostulación, teniendo de frente el artículo 124 de su propia Constitución que instituye que “el Presidente de la República será elegido cada cuatro años por voto directo y no podrá ser electo para el período constitucional siguiente”. Además del pacto político que viabilizó la aprobación de su carta magna.

Fuentes vinculadas al proyecto reeleccionista aseguran que el acto de proclama popular de la pre-candidatura del doctor Fernández sería efectuado antes de la reunión del Comité Central, que es donde la formalizarán. Esta semana se dijo que la avalan de antemano 95 de los más de 400 miembros del máximo organismo peledeísta.

Cuando en el almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio de esta semana  se le preguntó al ingeniero Freddy Pérez, uno de los más decididos líderes del proyecto continuista, por la escalera constitucional para bajar esa candidatura, respondió que varios abogados interpretan  que la prohibición no rige para este período gubernamental. No descarta que esa interpretación pueda predominar, aunque manifestó “respeto por los que tienen otras interpretaciones”.

Los promotores de  la postulación del presidente Fernández creen que la mayoría de los miembros del Comité Central darán respaldo a la propuesta y hubo un entusiasta partidario que llegó a asegurar que se producirá por aclamación, y que será un movimiento tan decidido y firme que no dará oportunidad a oposición. “Es más, los demás candidatos se retirarán”, aseguró. Y refiriéndose al más fuerte, Danilo Medina, consideró que no volverá a cruzarse en el camino de Leonel.

 

Una agenda para el presidente LF

Por Juan Bolívar Díaz
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Al comparecer este domingo ante el Congreso Nacional, el presidente Leonel Fernández tiene una buena oportunidad para despejar las incertidumbres políticas que ha generado el proyecto continuista que impulsan sus más devotos seguidores y concentrarse en el afianzamiento de la institucionalidad democrática.

El impulso a la Estrategia Nacional de Desarrollo, una ponderada integración de los nuevos órganos derivados de la nueva Constitución, la reforma política  y el restablecimiento del equilibrio fiscal forman parte de la agenda pendiente que le permitirían culminar con éxito su tercer período de gobierno.

La agenda pendiente.   Al entrar en la recta final del actual período gubernamental el presidente Fernández tiene una importante agenda pendiente que reclama su atención, buscar consensos y legitimar acciones trascendentales derivadas de la Constitución que promulgó el año pasado.

El proyecto de Estrategia Nacional de Desarrollo que el mandatario introducirá al Congreso requiere un adecuado clima político  para su aprobación consensuada si se  le quiere convertir en un instrumento fundamental para pautar el desarrollo sostenible y la fortaleza institucional de la nación en los años por venir. El proyecto ha sido prioridad del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo en los últimos dos años.

Hace un año el Presidente anunció que lo introduciría al Congreso en agosto de 2010,  luego se dijo que sería este 27 de febrero, aunque todavía en los últimos días era objeto de intensas jornadas de trabajo en el Consejo Económico y Social, donde representantes de diversos sectores sociales buscaban consensuarlo.

En la agenda gubernamental está todavía la adecuación de numerosas leyes al nuevo marco constitucional, en especial la ley orgánica del trascendente Tribunal Constitucional y la posterior elección de sus integrantes, así como los del Tribunal Superior Electoral y la evaluación y renovación de la Suprema Corte de Justicia.

En su comparecencia del año pasado ante el Congreso el doctor Fernández se comprometió también a hacer realidad una ley de partidos políticos y otra de participación popular y nuevas legislaciones sobre libertad de expresión y medios de comunicación, de radio, televisión e Internet, así como reformas a la ley electoral, la de municipios, de la cámara de cuentas, del defensor del pueblo y de los recursos de amparo. También anunció proyectos de reformas a las leyes orgánicas de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, aún pendientes al igual que una ley para regular las consultas y el referendo instituidos en la nueva Constitución.

La renovación judicial.  La aprobación definitiva de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional y la designación de sus miembros, como los del nuevo Tribunal Superior Electoral y la renovación de la Suprema Corte de Justicia son piezas relevantes de la agenda del presidente Fernández  y que reclaman mucha atención.

La evaluación de los miembros de la Suprema Corte y la sustitución de siete que ya pasan de la edad límite de 75 años, así como la elección de los miembros de los dos nuevos tribunales es una tarea particularmente trascendente que concita atención pública y exige ponderación y consenso más allá del partido gobernante.

En sectores sociales se ha incubado la preocupación de que estos órganos sean instrumentados por el amplio control que tiene  el Presidente de la nación sobre el Consejo Nacional de la Magistratura. Algunos recuerdan y proponen la repetición de la experiencia de concertación y participación democrática que conllevó la elección de los actuales integrantes de la Suprema Corte en 1997, cuando se permitió a la sociedad civil presentar candidatos y la elección fue transmitida por televisión.

Esa participación se dio precisamente en la primera presidencia del doctor Fernández, quien estrenó el Consejo Nacional de la Magistratura. Pero entonces el mandatario no disponía siquiera de otro voto en el organismo, a diferencia de ahora cuando cuenta con cinco de ocho integrantes. Ahora es el real desafío a su vocación democrática.

Todavía el primer escollo a vencer es lograr la aprobación de la ley orgánica del Tribunal Constitucional, bloqueada por la persistencia en ignorar el límite de 75 años para ser escogido juez del organismo, sugerido en la Constitución y que figuró originalmente en el propio proyecto del Poder Ejecutivo.

Esas tareas, la ley de partidos y las reformas electorales suponen una magnífica oportunidad para el doctor Fernández de afianzar su imagen democrática y su coherencia con los compromisos contraídos.  Lo mismo puede decirse del cumplimiento de las Iniciativas Participativas Anticorrupción pactadas con los organismos internacionales y organizaciones sociales y puestas a prueba en este “Año de la Transparencia y la institucionalidad”.

Ajuste fiscal y FMI.  Otro asunto importante en la agenda del presidente Fernández es lograr un reajuste fiscal que mantenga la estabilidad macroeconómica, que es su mayor prenda de gobierno, y que salve el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el cual está a la espera de una nueva carta de intención, referida al ajuste fiscal.

Ya se ha dicho que el sector eléctrico demandará nuevamente  como subsidio el doble de los US$350 millones asignados para este año y el aumento del precio del petróleo complicará aún más las perspectivas de que el país pueda salir del desequilibrio fiscal de los tres años anteriores.

El comienzo de 2011 no ha sido promisorio para el Gobierno en materia fiscal y los reclamos de los acreedores no han podido ser atendidos, mientras hasta los altos funcionarios reconocen que no hay condiciones para una elevación de las cargas fiscales en tanto las instituciones sociales demandan pequeñas y medianas inversiones a nivel nacional. Sólo un eficiente programa  de austeridad podría ayudar a mantener la estabilidad macroeconómica, para lo que no se le reconoce vocación al gobierno del presidente Fernández.

En el empresariado se expresan preocupaciones de que la política desestabilice nuevamente las finanzas públicas como ha ocurrido en los últimos tres años, razón por la  cual consideran fundamental el mantenimiento del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

El gran desafío.  Para concentrarse en atender tan amplia agenda es urgente que el Presidente despeje las dudas que genera la campaña continuista, lo que le permitirá recuperar la compactación de su partido y la confianza de sectores conservadores que, como el empresariado y las iglesias, no le han sido contradictores.

Lo primero es que el Presidente se convenza  que cada día que pasa luce más difícil encontrar una escalera que le permita pasar por encima del artículo 124 de la Constitución sin una ruptura de la institucionalidad democrática, incluso dentro de su propio partido, donde ya hay cinco precandidatos invirtiendo tiempo y recursos en la búsqueda de la candidatura presidencial, uno de los cuales, Danilo Medina, no tiene aparentemente camino de regreso.

Así  como ahora luce casi imposible su repostulación,  Fernández tendría todas las posibilidades de volver dentro de  cuatro años, especialmente si concluye su gobierno fortaleciendo la institucionalidad democrática, promoviendo la Estrategia Nacional de Desarrollo  y reafirmando la unidad de su partido en el que seguiría siendo líder aún cuando un compañero alcance la presidencia, ya que éste tampoco podría reelegirse.

En ese marco el actual mandatario mantendría un fuerte liderazgo nacional y el reconocimiento internacional que perdería si intenta saltarse la valla constitucional. Quedaría con suficiente influjo en los órganos de poder en medida directamente proporcional a la transparencia y amplitud democrática que auspicie en la reestructuración de la Suprema Corte y la elección de los titulares del Tribunal Constitucional y el Tribunal Superior Electoral.

Por lo contrario el intento continuista crearía una crisis institucional y política con repercusiones internacionales, confrontaciones y pérdida de confianza  que le harían muy difícil superar las limitaciones fiscales  y la gobernabilidad y podrían conducirlo a un fracaso que sería como un suicidio político. Todo luce tan claro que sólo la adicción del poder, el aventurerismo  y la rapacidad de los cortesanos puede confundir a un líder del talento político que ha demostrado Leonel Fernández Reyna.

 

Discurso de Leonel definirá su camino

Por Juan Bolívar Díaz
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Convencidos  de que se le agota el tiempo para las ambigüedades, tanto  seguidores como antagonistas del Presidente Leonel Fernández están esperanzados  de que en su discurso del próximo domingo 27, el Mandatario decidirá si transita o no el camino del continuismo.

También se espera que el  presidente de la República apele a algunos recursos para restar presión a la caldera social y responda a crecientes demandas e insatisfacciones como las recogidas por los obispos dominicanos en su carta pastoral con motivo de la festividad de la Independencia Nacional.

Se le agota el margen.  El sociólogo César Pérez en su  artículo publicado el miércoles en HOY,  recoge  la convicción general de que al presidente Leonel Fernández se le está agotando “el margen de maniobra del juego reeleccionista”, presionado por factores tanto internos como externos a su propio partido.

Por esa razón son muchos, seguidores como adversarios, los que tienen la  expectativa de que Fernández  aprovechará su comparencia del próximo 27 de febrero ante las cámaras legislativas, para despejar las incertidumbres generadas por el movimiento que promueve su reelección.

La ocasión suele ser tradicionalmente  propicia para que los mandatarios definan el curso político del último año del cuatrienio gubernamental, período en que los partidos se adelantan a celebrar elecciones primarias para escoger su candidato presidencial con un año de anticipación a los comicios. El presidente Joaquín Balaguer pudo retrasar esa indicación hasta pocos meses antes de las elecciones porque nunca tuvo competencia interna y porque la Constitución no prohibía la reelección presidencial.

El discurso-informe a la nación ocurrirá cuando en el propio partido del Mandatario, el de la Liberación Dominicana (PLD), aumenta el reclamo para  que se decida sobre el clamor de sus más ardientes seguidores, de que intente una repostulación no obstante la prohibición conteniad en la nueca Carta Magna.

Fernández tiene la presión que representan seis dirigentes de su partido que aspiran a sucederlo en la candidatura presidencial. Son ellos el vicepresidente Rafael Alburquerque, Danilo Medina, José Tomás Pérez, Franklin Almeyda, Francisco Domínguez Brito y Radhamés Segura. Con la excepción de Medina, todos han expresado de alguna manera que abandonarían sus aspiraciones si el doctor Fernández decide optar por un tercer período de gobierno consecutivo y cuarto de su carrera.

Ansiedad en el PLD.  La ansiedad es creciente en el partido de gobierno donde una gran mayoría desearía que el Presidente pueda repostularse, aunque muchos reconocen que tendría que vencer el escollo constitucional. Pero cada semana son más los que advierten que el tiempo corre contra el proyecto continuista porque tanto dentro como fuera del partido se generaliza la convicción de que su suerte es incierta.

Varios de los precandidatos presidenciales peledeístas han expresado públicamente sus expectativas de que la Comisión Política decida convocar al Comité Central a más tardar en marzo, para decidir quiénes competirán por una candidatura que tradicionalmente se define en mayo, un año antes de las elecciones.

Pero esta semana hubo algo más, no sólo que Medina recordó el plazo tradicional, sino que el secretario general del partido, Reinaldo Pared Pérez, y el precandidato Franklin Almeyda asumier que Fernández además de buscar la candidatura, también será un árbitro moderador de  la elección primaria.

Pared Pérez, también presidente del Senado, respondió cuestionamientos periodísticos sobre la reciente promoción del vicepresidente  Alburquerque para la candidatura presidencial utilizando la fotografía del presidente Fernández, y rechazó que éste tenga el aval del mandatario. Llegó a decir, como lo consignaron los diarios del martes 15, que el líder del PLD “sería incapaz de apoyar a alguien por encima de los demás. Más bien él se dedica a velar porque la unidad del partido quede intacta después de estos comicios”.

El secretario general y otros altos dirigentes peledeístas,  algunos tan cercanos al presidente como Temístocles Montás y César Pina Toribio, ministros de la Presidencia y de Economía, respectivamente, son de los que no han mostrado simpatía alguna con el proyecto continuista que encabezan los “ingenieros constitucionalistas” Félix Bautista y Freddy Pérez. Más bien se inscriben entre quienes discretamente expresan su convencimiento de que el mandatario no escogerá ese “aventurero camino” .

Tiene que desactivar la caldera.  Hay quienes creen que el presidente Fernández todavía podría seguir jugando a ganar tiempo antes de despejar la ruta para la candidatura presidencial de su partido, aún a riesgo de seguir sacrificando las posibilidades de quienes le subordinan su precandidatura, y de seguir beneficiando a  Medina, que es el único decidido y quien encabeza por mucho las encuestas excluyendo al líder del partido.

Lo que no podrá ignorar el Mandatario son el descontento de la gente por las  generalizadas de precios y los reclamos de incremento salarial que han matizado el comienzo de este año, generando protestas sociales en diversas regiones.

También tendrá el Presidente, sobre todo si deja abierto el camino al continuismo, que poner atención a las grandes insatisfacciones reflejadas por la Conferencia del Episcopado DominicanoCarta  publicada el jueves, donde se   denuncia un “estado de incertidumbre, desigualdad social, pobreza, delincuencia, deficiencia educativa, violencia, impunidad, destrucción y contaminación del ambiente, pérdida de valores e identidad”.

El grito episcopal subió de tono para proclamar que “en esta situación de atracos, sicariato, narcotráfico, participación de autoridades en actos delictivos, corrupción administrativa, politiquería clientelista, inseguridad ciudadana, no podemos construir un país libre, soberano e independiente  tal como lo soñara el Padre de la Patria Juan Pablo Duarte.

En el contexto político llamó la atención que los obispos concluyeran su carta pastoral llamando a que “Hagamos valer nuestra Constitución” y a que “superemos la gran brecha que separa el discurso de la realidad, la teoría de la práctica” y a “construir un estado de derecho, donde se pongan en práctica los principios de nuestra Carta Magna y se guarde el debido respeto a las leyes.

Más presión. El presidente tendrá la presión ademásde un déficit fiscal que retrasó hasta el pago salarial en enero, y excedió los compromisos  del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que le ha requerido una nueva “carta de intención que reitere las políticas para el 2011 en línea con el programa”.

¿Un último aliento?

Mientras duró el largo viaje presidencial de dos semanas por Suiza e India y con la velocidad que tomó la promoción del vicepresidente Alburquerque sobre la base de que “después del primero va el segundo”, creció la convicción de que “Leonel no está en eso de volarse su propia Constitución”. Pero un veterano dirigente peledeísta aseguró esta semana que tras el retorno del mandatario “lo de Alburquerque fue frenado”.

Un dirigente de tanta experiencia y conocimientos marrulleros como Luis Incháusti, no se arredró para decir por Teleantillas el jueves que hay funcionarios  que han hecho grandes   fortunas y ahora  temen hasta de sus propios compañeros de partido, por lo que empujarán hasta lo indecible para que Fernández se mantenga en el poder. entendiendo que sólo él les garantiza continuar en el poder, y que requieren algunos años más para terminar de lavar sus fortunas.

La circunstancia de que no se haya podido aprobar la ley orgánica del Tribunal Constitucional, en el que muchos cifran esperanzas de que dictamine una procedencia de la repostulación del presidente Fernández, se ha considerado un tropiezo indicativo de lo abrupto que está el camino al continuismo por el artículo 124 de la Constitución.

Fue Félix Bautista quien en diciembre dijo en Nueva York que “ocho de los jueces que integrarán el Tribunal Constitucional entienden que el presidente puede reelegirse en el 2012”. En el mismo discurso anunció la búsqueda de 2 millones de firmas para un referendo sobre la reelección, lo que comenzó a ejecutarse al concluir el año.

Aunque ya hay consenso para que la ley orgánica del Tribunal Constitucional consigne la facultad de éste para conocer incluso las decisiones de la Suprema Corte de Justicia, como establece la Carta Magna, todavía los oficialistas insisten en que puedan integrarlo abogados mayores de 75 años, lo que ha impedido la aprobación de la ley. Se cree que la insistencia oficialista tiene como objetivo llevar a la presidencia del nuevo organismo al doctor Rafael Luciano Pichardo, quien precisamente por ese límite de edad tiene que ser jubilado de la Suprema Corte.

 

El continuismo es endémico en RD

Juan Bolívar Díaz

La República Dominicana registra el 36 por ciento de las 14 reelecciones presidenciales ocurridas en América Latina en los últimos 40 años, duplicando a los otros siete países donde se han producido, y Joaquín Balaguer es el líder indiscutible con cuatro, con un intervalo de ocho años, seguido del peruano Alberto Fujimori, quien logró dos.

Más de un centenar de presidentes latinoamericanos se han retirado definitivamente tras cumplir sus períodos de gobierno, mientras apenas una decena logró retornar al poder tras uno o más períodos de alternabilidad.

Muy pocas reelecciones.  Cuando se pasa balance al proceso político latinoamericano de las últimas cuatro décadas se comprueba que, contrario al planteamiento nacional de que el poder no se abandona, las reelecciones presidenciales han sido mas bien excepciones que norma, y sólo República Dominicana y Brasil y Perú registran más de dos.

De dieciocho países latinoamericanos, excluyendo a Cuba, donde no ha habido comicios con más de un partido, sólo en seis se han producido reelecciones de los presidentes, ninguna de ellas en las naciones centroamericanas, donde más de 50 mandatarios se han retirado tras cumplir períodos de cuatro años de gobierno.

La República Dominicana es la líder en el reeleccionismo latinoamericano de las últimas cuatro décadas, cuando se ha fortalecido la tendencia a elegir sus gobernantes, aunque varios países, particularmente sudamericanos, pasaron por regímenes militares, el más prolongado en Chile donde se extendió por 17 años.

Joaquín Balaguer encabeza con amplia ventaja la lista de los gobernantes que han sido reelectos en esos 40 años, habiéndolo logrado en dos etapas, la primera en 1970 y 1974, y tras un intervalo de 8 años fuera del poder, nuevamente en 1990 y 1994. A esas cuatro hay que sumar la conseguida en el 2008 por el presidente Leonel Fernández, para totalizar cinco, que son el 36 por ciento de las 14 reelecciones ocurridas en la región.

Brasil y Perú son los otros países de la región donde se han registrado más de una reelección. En el primer caso por los presidentes Fernando Henrique Cardoso, que gobernó entre 1995 y 2003, y Luiz Inácio Lula da Silva, quien el año próximo concluye el período iniciado en el 2003. El peruano Alberto Fujimori es, aparte de Balaguer, el único que ha conseguido dos reelecciones consecutivas, aunque no pudo concluir su tercer mandato, habiendo gobernado del 1990 al 2001.

Los otros cinco presidentes que consiguieron una segunda elección consecutiva (una sola reelección) fueron Raúl Menem en Argentina (1989-99), Álvaro Uribe en Colombia (2002-10), Evo Morales en Bolivia (2005-15), Rafael Correa de Ecuador (2007-13) y  Hugo Chávez en Venezuela (1999-2013). Este tiene en realidad tres elecciones consecutivas, porque acortó su primer período a dos años tras una nueva Constitución.

Los que regresaron.   Son apenas diez los presidentes latinoamericanos que han logrado retornar al poder entre el 1970 y el 2010, después de por lo menos un período de intervalo. El primero en lograrlo fue Juan Domingo Perón, en Argentina,  el que más tiempo tardó en volver, del 1955 en que fue derrocado al 1973, pero para morir un año después. Le siguieron los venezolanos Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, quienes iniciaron sus segundos períodos en 1989 y 1994. Habían concluido sus primeras gestiones en 1979 y 1974, respectivamente.

Oscar Arias, de Costa Rica, retornó en el 2006, tras haber gobernado entre 1986 y 1990. El peruano Alan García salió del poder en 1990 para retornar en el 2006 y Daniel Ortega salió también en 1990 y volvió en el 2007. En Bolivia Gonzalo Sánchez de Lozada fue presidente entre 1993 y 97 y volvió a ser electo en el 2002, pero fue desplazado al año siguientes  por una asonada popular. Jean Bertrand Aristide y René Préval, en Haití,  también registran dos elecciones con intervalos cada uno, el primero en 1991 y 2001 y el otro en 1996 y 2006. El décimo que volvió fue Leonel Fernández, quien lo consiguió sólo 4 años después de haber salido del poder en el 2000.

Durante las cuatro décadas indicadas la República Dominicana, Colombia, Guatemala y Costa Rica son de los que más elecciones con intervalos regulares han tenido, 11 en cada caso. México y Venezuela registran menos porque sus períodos presidenciales han sido de 6 años en el primer caso, y de 5 y ahora 6 en el segundo.

Han sido muy escasos los que han fracasado en el intento de volver tras un intervalo fuera del poder. Más de un centenar se resignó a un solo período. Por ejemplo en los seis países de América Central, incluyendo a Panamá,  ha habido 53 presidentes electos y sólo Arias y Ortega se repostularon y volvieron después de haber dejado el poder.

Puro providencialismo.   El continuismo que hasta mediados del siglo pasado fue una epidemia política en América Latina, está fundado en el providencialismo. Comienza siempre proclamando imprescindible al gobernante de turno, que al principio se sonroja, luego deja correr la pelota y al final entra al juego, a menudo incentivado por temor a que su partido pierda el poder y le pasen cuenta por malversaciones y hasta crímenes.

El primer pretexto para alentar las ondas reeleccionistas es que si el mandatario se acoge a la Constitución y proclama que no se va a repostular, “lo dejan solo” y se debilita el gobierno. Eso obliga a sus partidarios a hacer el coro o por lo menos guardar discreto silencio para no caer en desgracia, mientras se prepara el escenario para la continuidad.

Cientistas sociales como Daniel Zavatto, quien ha venido múltiples veces al país, atribuyen el continuismo a las debilidades institucionales, la personalización de la política y al hiperpresidencialismo. Siempre tiene un costo institucional, democrático y hasta económico, pues se practica abusando de los recursos del Estado.

En el caso dominicano el continuismo invade todas las instituciones y los funcionarios y líderes no conciben el retiro. Don Antonio Guzmán no pudo pasar la prueba de la descompresión del poder y prefirió suicidarse. Hipólito Mejía intentó continuar en medio de una terrible crisis financiera cuando muy pocos lo veían posible, y ya está en ajetreos para retornar. Balaguer, ciego, quería volver a los 94 años, y Juan Bosch fue candidato con dificultades mentales y casi nonagenario.

Pero la renuencia al retiro supera la política y se constituye en una endemia cultural en el país. Por eso los actuales jueces de la Suprema Corte interpretaron que no se les puede aplicar la ley de carrera judicial que plantea su retiro a los 75 años, aún cuando le garantiza el 90 por ciento de su salario, como justa compensación. Tres extraordinarios directores de periódicos, Don Rafael Herrera, Germán Ornes y don Mario Álvarez, murieron en sus puestos de mando, pese a sufrir largas enfermedades. Y glorias del béisbol como Samuel Sosa y Pedro Martínez han rehuido proclamar su retiro.-

El tercero traumático

El planteamiento de que un tercer período de gobierno consecutivo es dañino se convierte en un axioma, a la luz de la historia latinoamericana. En el caso de Joaquín Balaguer desde su primera reelección en 1970 medió la fuerza militar y el abuso total del poder. Lo mismo ocurrió en 1974. Esas dos elecciones no catalogan como democráticas. Y la siguiente, en 1978, concluyó en derrota y una grave crisis política cuando intentó desconocer por la fuerza ese  resultado.

Lo mismo ocurriría en el segundo período de gobiernos balagueristas, con sus reelecciones  de 1990 y 1994, ésta última derivada en la peor crisis política nacional tras la guerra civil y la intervención norteamericana de 1965.

El caso de Alberto Fujimori en Perú es paradigmático. Logró una cómoda y fácil reelección en 1995, tras haber tenido suerte con la captura del líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán y con la estabilización de la economía que había encontrado maltrecha en 1990. Para repostularse la primera vez hubo de reformar una Constitución que la prohibía, instituyendo una reelección. Para buscar una segunda reelección sustituyó tres jueces del Tribunal Constitucional para conseguir una “Ley de interpretación auténtica”, según la cual con la nueva carta magna se contaba de nuevo y por tanto podía postular para un tercer período consecutivo. Es justamente lo que postulan aquí quienes plantean que las elecciones del presidente Leonel Fernández anteriores a la Constitución proclamada en enero no cuentan para la prohibición de la reelección inmediata que postula su artículo 124, lo que, según esa “interpretación auténtica”, le permite postularse de nuevo en el 2012.

Para lograr el tercer período consecutivo, Fujimori pervirtió no sólo el Tribunal Constitucional, sino muchas otras instancias democráticas, y Vladimiro Montesinos compró políticos, comunicadores y hasta empresarios y religiosos. Se impuso a todo costo, pero la explosión de los “Vladivideos”, desató una crisis política que lo obligó a huir del Perú cuatro meses después, en noviembre del 2000. Extraditado en el 2007 cumple condenas que suman 32 años de cárcel por latrocinio, matanzas, secuestros y abuso de autoridad.

 

La fuerte vorágine del continuismo

Por Juan Bolívar Díaz

Dos reuniones en menos de una semana en pleno Palacio Nacional, manifestación frente al Congreso Nacional, lanzamiento de volantes desde helicópteros, aumento de vallas y afiches y apertura de locales parecen indicar que la vorágine del continuismo se apodera de sectores del Gobierno y grupos de apoyo, especialmente provenientes del balaguerismo.

Mientras en sectores políticos y sociales aumentan las preocupaciones porque un precipitado movimiento reeleccionista, a un año y 9 meses de la próxima elección presidencial, distraiga la atención del Gobierno y genere incertidumbres institucionales que se reviertan en desconfianza y mayores problemas económicos.

Un remolino impetuoso.  Los acontecimientos de las últimas semanas parecen indicar que se ha desatado la vorágine del poder que, como remolino impetuoso, se aferra al continuismo por encima de consideraciones institucionales, políticas o económicas, como ha sido recurrente en la historia nacional.

Dos reuniones en el Palacio Nacional en menos de una semana, una manifestación en otro escenario privilegiado, frente al Congreso Nacional, al instalarse los nuevos legisladores, reparto de volantes desde helicópteros, proliferación de vallas y afiches en las vías públicas, y emergencia de nuevos grupos que propugnan por otra repostulación del presidente Leonel Fernández, con apertura de locales, han copado la atención pública.

Lo más significativo, para algunos observadores, han sido las dos reuniones efectuadas en una semana en el Palacio Nacional, la última el martes 17, encabezadas por el ex secretario de Obras Públicas y dirigente del Partido de la Liberación Dominicana, ingeniero Freddy Pérez, y el hasta el jueves director del Instituto Agrario Dominicano,  Héctor Rodríguez Pimentel, que han incluido a la gama grupal en que se han dispersado los dirigentes del Partido Reformista Social Cristiano.

Llamó la atención la “destitución” de Rodríguez Pimentel del IAD, lo que los más optimistas interpretan como una señal de freno del presidente Fernández, aunque no faltan maliciosos que consideran que lo están relevando de responsabilidades administrativas para que, con el mismo cargo inorgánico de Ministro sin Cartera que ostenta Freddy Pérez,  pueda dedicarse a tiempo completo a promover el continuismo. Empero, para Rodríguez Pimentel, a quien el director del Departamento de Persecución de la Corrupción Administrativa bautizó como “corrupto patológico”, debe ser un castigo quedarse sin un cargo donde se maneje fondos y pueda pagar a cientos de sus activistas.

Pérez y Rodríguez no sólo han utilizado el Palacio Nacional para reuniones políticas, en violación de la Ley de la Función Pública (inciso 9 del artículo 83), sino que se han regodeado haciendo declaraciones. Rodríguez  anunció allí el martes la apertura del primer local de su “Corriente Balaguerista” de 35 que, según dijo, instalará en todo el país para promover la continuidad del presidente Fernández.

Calma en el PLD.  En los ámbitos del PLD han tomado con calma los aprestos reeleccionistas, incluidos  quienes se oponen resueltamente, como los que promueven la candidatura de Danilo Medina, empeñados en evadir la confrontación. Han sorprendido pronunciamientos continuistas como el del ahora senador por Santiago, Julio César Valentín, hasta la pasada semana presidente de la Cámara de Diputados, y quien fuera vicepresidente de la Asamblea Nacional que aprobó la “Constitución de Leonel” que prohíbe la reelección consecutiva.

Aunque se afirma que más de la mitad de los 25 miembros del Comité Político no favorece otra reelección, la  generalidad de los dirigentes peledeístas guarda discreto silencio. Se estima que si Fernández se decide terminaría imponiéndose, aunque con un costo en la unidad y la coherencia del partido. Se cree que el propio Fernández ha alentado la campaña reeleccionista con sus declaraciones públicas, primero la de Colombia, donde dijo que a un presidente de alta popularidad no se le debería vetar la reelección, y luego la del 3 de julio en almuerzo con periodistas dominicanos cuando dijo que no podía impedir la promoción pese a la prohibición constitucional porque la decisión “en última instancia la tiene el pueblo”.

Franklin Almeyda y José Tomás Pérez, además de Medina, han definido claramente su decisión de buscar la candidatura presidencial del PLD para el 2012. Se dice que también aspiran Francisco Javier García y Radhamés Segura, y es pública la promoción de la primera dama Margarita Cedeño de Fernández. Se señala también a Jaime David Fernández y al vicepresidente Rafael Alburquerque, pero éstos han evadido confirmarlo.

Almeyda declaró esta semana que el presidente había pedido a los precandidatos que esperen la proclama del Comité Político que a principios del 2011 debe abrir un período de precampaña y proponer precandidatos para escoger a mediados del año. Pero hay quienes creen que eso no es posible en tanto arrecia la campaña reeleccionista, en tanto José Tomás Pérez dice que él declinaría si Leonel decide repostularse.

Mientras tanto, una “Cruzada por el Progreso” anuncia que buscará un millón de firmas para reivindicar “la soberanía del pueblo”, y emergen grupúsculos que buscan subirse al carro del continuismo, como un llamado Movimiento Estrellas Rojas que se reunió la semana pasada en un viejo restaurant capitalino.

Incertidumbre a la vista.  En los más diversos sectores sociales se expresan temores de que el movimiento continuista, a contrapelo de la flamante Constitución, cree incertidumbre que desvíe la atención de los problemas nacionales y distraiga el Gobierno, como ocurrió en la segunda mitad del régimen que presidió Hipólito Mejía.

Los temores aumentan en la medida en que hasta abogados reconocidos como Jottyn Cury hijo, empiezan a publicar artículos sosteniendo la viabilidad constitucional de la reelección. A ello se atribuye que un hombre tan cauto como monseñor Agripino Núñez Collado sostuviera esta semana que la nueva Constitución “es un valladar a la reelección presidencial”.

En igual sentido se manifestaron  el miércoles el experto en derecho constitucional y hasta hace poco embajador en Washington, Flavio Darío Espinal,  el vicepresidente de la Fundación Institucionalidad y Justicia, Servio Tulio Castaños, y el experto constitucionalista Cristóbal Rodríguez Gómez, quienes coinciden en que para que el presidente Fernández pueda repostularse tendría que modificarse de nuevo la Constitución, lo que estiman difícil y conflictivo, dado que la nueva carta magna fue también fruto de un pacto avalado por los dos principales partidos.

Son muchos los que todavía albergan esperanza de que el presidente Fernández no quede atrapado en la vorágine continuista confiando en su talento político y capacidad de ponderación.

Cada día son más los que creen que por el momento está tocado por el virus del providencialismo y está dejando correr la bola hasta ver si se vuela la valla.

Activistas a la carga

El principal promotor de la reelección que quedó prohibida en la Constitución promulgada en enero por el propio presidente Fernández, es el ingeniero Freddy Pérez, quien fuera secretario de Obras Públicas desde el 2004 a agosto del 2007, cuando fue sustituido por el actual ministro Víctor Díaz Rúa. Ambos han sido tesoreros de campañas del PLD y  objeto de denuncias sobre supuestas sobrevaluación de obras. Díaz Rúa es también de los que han proclamado su apoyo a otra repostulación del doctor Fernández (El Nacional del 20 de julio pasado).

Al entusiasmo de Pérez se le atribuyen las vallas que han aparecido en carreteras y avenidas  proclamando “el destino” del líder del PLD, “que no se pertenece” o que ha dado su apellido al país, el cual “Reyna por él”. A su activismo se le atribuyen también las manifestaciones reeleccionistas que acompañan las actividades públicas del primer mandatario en los últimos meses, incluido el “cálido recibimiento” de que éste fue objeto cuando visitó territorio haitiano al finalizar julio. Afiches a colores de Fernández Reyna fueron levantados “espontáneamente” por cientos de haitianos que los recibieron de activistas dominicanos, gratificados con billetes haitianos y dominicanos de cien pesos.

La campaña diseñada cuenta con la integración de múltiples grupos reformistas, para los cuales “la reelección siempre ha sido un principio balaguerista”, al decir de Rodríguez Pimentel. En las reuniones del Palacio Nacional  han participado dirigentes de la categoría de Amable Aristy, Rogelio Genao, Rafaela Alburquerque, Humberto Salazar, Leoncio Almánzar y Modesto Guzmán, los últimos tres funcionarios del Gobierno.

Se ha dicho que Pérez busca como tropa de asalto a los reformistas por la experiencia que acumularon en las reelecciones de Joaquín Balaguer. Modesto Guzmán declaró tras la reunión del martes, que “un reformista que no sea reeleccionista, no es balaguerista”. Ellos apoyaron también la reforma constitucional del 2002 para que Hipólito Mejía pudiera repostularse en el 2004. Igual en 1998 cuando se intentó reformar la Constitución con el mismo objetivo. A mediados de agosto de ese año fue la célebre exhortación de Aristy Castro: “póngase los pantalones, presidente”.

 

Conviene a Leonel tomar un descanso

Por Juan Bolívar Díaz
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Cualquier vía que escoja el presidente Leonel Fernández para prolongarse en el poder más allá del 2012 implica desconocer la propia Constitución que acaba de proclamar y serios riesgos de debilitamiento de su liderazgo, lo que podría decretar un mal final de su exitosa carrera política.

En vez de aferrarse al Gobierno, el líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) podría tomarse un descanso y dejar abierta la posibilidad del retorno, dedicándose estos dos años a mejorar su promedio de gobierno y a realizar reformas políticas que afiancen la institucionalidad democrática.

Una sola y única vía.   Sólo una nueva reforma constitucional legitimaría una repostulación del presidente Leonel Fernández, y cualquiera de las otras dos vías que se han señalado implicaría una violación de la Constitución que él mismo acaba de proclamar, la que cambió el “nunca más” después de dos gobiernos por un posible retorno, pero sin reelección consecutiva.

El artículo 124 de la Constitución proclamada el 26 de enero pasado no deja la menor duda: “Elección Presidencial. El Poder Ejecutivo se ejerce por el o la Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo y no podrá ser electo para el periodo constitucional siguiente”.

La única vía válida para una repostulación de  Fernández en el 2012 sería una nueva  modificación de la Constitución. La interpretación por parte del Tribunal Constitucional a ser constituido o apelar al referendo que instituye la nueva carta magna serían traumáticas para la institucionalidad y legitimidad democráticas.

Hay corrientes jurídico-políticas  que sostienen que la nueva Constitución implica un nuevo conteo, como se aventuró a sostener esta semana el joven abogado Trajano Vidal Potentini, quien preside la Fundación Justicia y Transparencia. Pero los expertos constituconalistas Flavio Darío Espinal y Eduardo Jorge Prats, como se pudo leer en HOY del 9 y 11 de junio plantean tajantemente lo contrario. Ambos juristas, quienes formaron parte de la comisión presidencial que redactó el primer borrador de la nueva Constitución, dicen que la única vía sería una nueva reforma del texto, lo que dudan  que ocurra.

La tercera vía que contemplan los continuistas, la del referendo, todavía no ha sido sostenida públicamente por nadie, y es más difícil de justificar que pueda estrenarse el mecanismo de la consulta instituido en el artículo 210 de la Constitución con algo que contradiga una clara disposición de la misma.

Sacudiría hasta el PLD

Antes de enviar al Congreso el proyecto que originó la actual Constitución, el presidente Fernández se comprometió ante el Comité Político de su partido a que no intentaría un mecanismo para buscar la reelección en el 2012, lo que disipó incertidumbres y disensiones en el seno de su organización, donde por lo menos Danilo Medina, Franklin Almeyda, Francisco Domínguez Brito y Francisco Javier García han dejado manifiesta su voluntad de optar por la candidatura presidencial.

Ya esta semana un dirigente del PLD de la categoría del ministro de la Presidencia, el destacado jurista César Pina Toribio, se atrevió a echar un balde de agua sobre los “sectores externos al partido” que alientan el continuismo, sosteniendo que la nueva Constitución no le permite al presidente Fernández optar por la reelección en el 2012.

El Diario Libre del viernes 11 recogió su respuesta: “Mi criterio es que  no le permite (la repostulación). Además el Presidente estaba muy cierto y muy seguro cuando suscribió el pacto en ese sentido, de cuáles eran los alcances de esa disposición constitucional y no mostró preocupación alguna de que fuera de otra manera”.

 La perspectiva de seguir en el disfrute del poder determinaría que una gran mayoría de sus partidarios se decantaran en apoyo al Presidente, si decidiera dar el salto definitivo al continuismo, lo que al decir de Rosario Espinal implicaría “la etapa final de la mutación del peledeísmo al balaguerismo”. Pero conllevaría el riesgo de desgarramientos e inhibiciones que pudieran revertirse en debilitamiento del partido y pérdida de un caudal electoral que se ha mostrado en proceso de reducción.

 Los conflictos serían mayores en la medida en que en los próximos meses inevitablemente se manifiesten las aspiraciones y movimientos de los aspirantes peledeístas que luego serían más difíciles de revertir. Es de los factores que tienen en cuenta los que favorecen que se busque una reforma constitucional de inmediato “que ponga raya a los que aspiran a suceder al líder”.  Pero a su vez, eso adelantaría conflictos y rechazos que podrían debilitar la gobernabilidad en los dos próximos años. Algunos “estrategas” plantean que al Presidente le convendría adelantar su metro y otras obras de exhibición antes de decidirse.

El merecido descanso.  En el PLD, como en todos los sectores nacionales, hay quienes creen que lo más conveniente es que el doctor Fernández logre resistir las tentaciones derivadas de la adicción al poder, de la que él parece empezar a ser una víctima, empujado por quienes se benefician de las liberalidades y reparticiones que ese camino conlleva.

Con la actual Constitución y quedando con el control de todos los poderes del Estado, en el liderazgo del partido y con su millonaria Fundación Global, el mandatario tendría todas las posibilidades de ser repostulado en el 2016. Sea quien sea el que le suceda en el 2012 no reuniría fuerzas para reformar la Carta Magna a fin de reelegirse. Mas bien habría que negociar con él hasta para aprobar un préstamo o un nuevo impuesto.

 Auspiciando una sucesión democrática, sobre todo si rehúye la tentación de  imponer un candidato, Fernández Reyna quedaría con toda la fuerza moral para prolongar su liderazgo en el PLD, con buenas perspectivas para el 2016, cualquiera que sea la suerte que se corra en la próxima elección presidencial. Hasta en el caso de que su contrincante Danilo Medina sea el Presidente.

Lo mismo ocurriría en el plano nacional si dedica los próximos dos años a fortalecer la institucionalidad democrática, auspiciando reformas políticas que demanda la sociedad, como la ley de partidos políticos.

El renunciar al continuismo le facilitaría reducir la repartición del patrimonio público y la corrupción que han minado el prestigio del Gobierno y reivindicar los principios éticos y políticos que dieron origen al PLD y de los que Fernández fue uno de los más firmes sustentadores.

La mayoría legislativa que le permitirá al líder peledeísta configurar los poderes  del Estado a su voluntad, y las perspectivas de mayores luchas internas en el principal partido de oposición son factores que le dan la oportunidad de redimensionar su liderazgo desechando las tradiciones del caudillismo basado en el clientelismo, e impulsar una verdadera estrategia de desarrollo nacional.

Todavía tiene tiempo y oportunidad de contradecir a quienes lo advierten en la pendiente resbaladiza del providencialismo.

Riesgosa aventura

Aunque el presidente Fernández ha salido triunfante en su apuesta de los recientes comicios y son muchos los que le sugieren acogerse al planteamiento de que “el poder no se declina”, la vía al continuismo no deja de ser una riesgosa aventura. El sólo plantear una nueva reforma constitucional genera rechazos e incertidumbres al dejar mal parado el compromiso y la coherencia del mandatario.

La reputada socióloga Rosario Espinal planteó el miércoles en su artículo de HOY que “Ni al país, ni al PLD, ni al Presidente Fernández, le haría bien la reelección en el 2012”. Importantes empresarios no lo van a proclamar, pero por lo bajo expresan temores de que cualquier vía al continuismo genere inestabilidad política y económica con serias repercusiones.

Se reconoce que el mandatario puede estar deslizándose hacia el mesianismo continuista y que pudiera imponerse al interior de su partido y comprar los pocos votos que le faltarían para una reforma constitucional, pero despertaría incertidumbres capaces de auspiciar un amplio frente antireeleccionista. A lo mejor eso es lo que pudiera generar una cohesión en el principal partido de oposición o hacer brotar una nueva opción política que sacuda el espectro político.

Aunque el reeleccionismo ha salido triunfante en casi todos los intentos en las más diversas circunstancias de la historia nacional, está demasiado reciente el fracaso del presidente Hipólito Mejía cuando lo intentó en el 2004, generando un amplio rechazo nacional que facilitó el retorno al poder del doctor Fernández Reyna. Conllevó una división del propio partido de gobierno e hizo brotar una Coalición por la Transparencia y la Institucionalidad que vertebró hasta las más representativas organizaciones empresariales y sociales.

 

Leonel: tres vías a la continuidad

Por Juan Bolívar Díaz
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Las apuestas están abiertas y la generalidad de los analistas coincide en que el presidente Leonel Fernández intentará continuar en el poder más allá del 2012, pero hay quienes confían en que su extraordinario talento político y su ponderación le impedirán transitar un camino conflictivo y peligroso.

El mandatario tendría tres vías a seguir si la adicción del poder y los intereses creados lo inducen al continuismo: una nueva modificación de la Constitución, una reinterpretación de la misma apelando al Tribunal Constitucional pendiente de constituirse, y convocar el referendo instituido en la nueva Carta Magna.

Una apuesta nacional.  Ya hay muchos dispuestos a apostar a que el presidente Leonel Fernández no resistirá la tentación histórica dominicana del continuismo en el poder tras la barrida electoral que consiguió en los recientes comicios apelando a todo el poder del Estado.

La generalidad de los analistas, políticos y observadores consultados coincide en que todos los pasos del mandatario, inspirados en el pragmatismo político de Joaquín Balaguer,  parecen encaminados a establecer como aquel un dominio político de largo alcance, pero algunos confían que el talento político y la ponderación que lo caracteriza, le desaconsejarán intentar una reelección en el 2012.

Los que apuestan a que Fernández intentará seguir en el poder más allá de su actual mandato, se apoyan en la tradición nacional, desde Pedro Santana, Buenaventura Báez y Ulises Hereaux (Lilís) en el siglo 19, Horacio Vásquez, Rafael Trujillo y Joaquín Balaguer en el 20, más el intento fallido de Hipólito Mejía al comenzar el siglo 21.

La irrupción de Fernández con todo su gobierno en la reciente campaña electoral y su proclama del 8 de abril en Colombia de que a un presidente con gran apoyo popular (se refería a Alvaro Uribe) no se le debería impedir aspirar a un tercer período consecutivo, han afirmado la convicción de que no está resignado a dejar el poder dentro de dos años.

Los que dudan argumentan que al líder peledeísta le resultaría muy difícil justificar una repostulación cuando acaba de entrar en vigencia su Constitución, la que prohíbe la reelección consecutiva. Estiman que Fernández puede tomar “un descanso” para volver cuatro años después tras concentrar el poder del Estado, con su aplastante mayoría en el Congreso, lo que le da posibilidad de controlar también, ahora  por seis años, el Consejo de la Magistratura, la Suprema Corte de Justicia, la Cámara de Cuentas, la Junta Central Electoral y los nuevos tribunales de garantías constitucionales y electoral.

Tocan los tambores.  Ya hace rato que están tocando los tambores que convocan al continuismo. En la reciente campaña electoral y a menos de 100 días de la nueva Constitución que prohíbe la reelección, Marino Vinicio Castillo, aliado, abogado e inspirador de Fernández planteó la pertinencia del continuismo.

La primera ofensiva ha partido de los aliados políticos del presidente, en particular los provenientes del reformismo balaguerista. En un comunicado publicada el 26 de mayo el Partido Popular Reformista proclamó a Fernández “gran triunfador nacional, coloso gladiador político, magno y noble vencedor y excelente conductor de pueblos”.

Esta semana apareció el movimiento “2 más 4 Seguimos con Leonel”, encabezado por el ex reformista Miguel Sanz Jiminián. El 23 de Mayo en un artículo en HOY Levis Suriel estimó que el reciente resultado electoral declara “la urgencia de que iniciemos ya, temprano, el trabajo de mantener el progreso de nuestra República Dominicana más allá del 2012”.

Otro ex reformista, el recién electo diputado por el Partido Revolucionario Dominicano Víctor Gómez Casanova, está en la acera del frente y denunció el fin de semana pasado que ya se iniciaron los tanteos a diputados perredeístas y reformistas con miras a una nueva reforma constitucional para abrir paso al continuismo. Y fue específico atribuyéndolo a dos de los más íntimos colaboradores del presidente quienes han manejado gran proporción de las obras de los gobiernos leonelistas, Diandino Peña y Félix Bautista. Por otra parte dirigentes del PLD y aspirantes a su próxima candidatura presidencial, ya han comenzado a condicionar su lanzamiento definitivo a que el presidente decida no repostularse, mientras otros consideran que “no es tiempo de discutir ese tema” como si la reelección estuviera permitida.

Los dilemas de Leonel.  Acontecimientos como la presencia de cientos de mujeres ante la residencia del presidente Fernández para buscar regalos el pasado domingo en el día de las madres, reeditando  las degradantes prácticas clientelistas balagueristas, reafirman  la convicción de que el mandatario puede estar pensando cualquier cosa menos retirarse del poder. El primer dilema sería si toma el descanso en el 2012, teniendo todas las posibilidades de regresar, o si se lanza de nuevo, con riesgos al interior de su partido y a nivel nacional. El otro dilema es si hacerlo de inmediato o esperar lo más próximo a la elección.

Fernández tiene tres caminos para intentar la reelección: apelar al referendo que instituye su Constitución, pedir una interpretación al Tribunal Constitucional que él mismo elegirá acorde con la nueva carta magna, o autorizar una nueva reforma para permitir la reelección consecutiva. Este último sería el más seguro si logra un amplio consenso en el PLD de que él es quien garantiza la continuidad en el, poder, convenciendo o neutralizando a los seguidores de Danilo Medina. El riesgo de crisis interna y hasta división es real, tomando en cuenta el arraigo de Medina en el partido morado y la proporción de legisladores que le son fieles.

Si se va por la reforma constitucional, encontrará fuertes críticas por incoherente ante su propia y reciente Constitución y frente al pacto con Miguel Vargas Maldonado que la hizo posible. Despertará o promoverá incertidumbres institucionales y políticas. Con el control de ambas cámaras se garantiza aprobar la convocatoria de modificación, y para sancionarla sólo tendría que “convencer” a tres perredeístas si cuenta con los 137 votos de su partido y aliados en la Asamblea Revisora.

Esa maniobra puede ser más viable antes del 16 de agosto, con los congresistas salientes, entre los cuales encontrarán decenas dispuestos a “dejarse  convencer”. La reforma para autorizar la reelección de Hipólito Mejía se aprobó en agosto del 2002 con un congreso saliente. Así se intentó también en 1998, pero el presidente Fernández finalmente no sometió el proyecto al no tener seguridad de que pasaría. Entonces el PLD sólo tenía un senador y 14 diputados, y no habían podido “convencer” a todos los que necesitaban.

El referendo implicaría buscarse el voto de más de la mitad del electorado nacional, que no deja de conllevar riesgos. La tercera vía, la interpretación de la nueva Constitución consistiría en aducir que ella implica “borrón y cuenta nueva” y por tanto sería a partir del 2016 que el presidente no podría repostularse. Como es muy discutible se corre el riesgo de un dictamen negativo como le acaba de ocurrir al presidente Uribe en Colombia.

La adicción al poder

Cualquiera que resulte presidente en el 2012, sea o no de su partido,  tendría que negociar con Leonel Fernández sus iniciativas legislativas, con escasas posibilidades de desafiarlo sin crear una crisis institucional y política. Con la actual Constitución el eventual sucesor no se podría repostular en el 2016, lo que le dejaría abiertas las puertas al retorno del líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Sobre esas consideraciones y tomando en cuenta la frialdad y el talento político del presidente Fernández, cualquiera se adscribe a la apuesta contra el continuismo. Pero a Balaguer no le faltaba ni talento político ni frialdad y persistió en el continuismo casi hasta la muerte.

Ahí entran en juego factores como la adicción al poder, que en la historia nacional ha inducido al continuismo en la jefatura del Estado, pasando por encima de todo compromiso programático o ideológico y hasta pisoteando la institucionalidad democrática, y los intereses creados, de los propios mandatarios, como de sus partidarios y especialmente del círculo íntimo beneficiarios de las canonjías, negocios y favores.

Los riesgos de que venga otro y tome cuenta de escandalosos repartos del poder, “desconsiderando” al saliente, que el sucesor pueda montar una competencia al ya líder providencial, o que el partido quede en desventaja y pierda las elecciones, más el pragmatismo de que “el poder no se cede”, son también estimulantes del continuismo en la historia de la nación.

En el caso específico del PLD, la circunstancia de que tiene un segundo líder importante, como Danilo Medina, con el que ya hay desencuentros y resentimientos derivados de la competencia por la candidatura presidencial del 2008, es otro elemento que incentiva la continuidad. Entran en juego los resentimientos personales y grupales y los consiguientes temores.