Crece y crece nómina

Por Juan Bolívar Díaz
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La nómina del servicio exterior dominicano es una muestra de por qué el país es líder mundial en malversación de los recursos públicos, con 1,163 funcionarios, de ellos 660 diplomáticos y 503 consulares, muchos de los cuales son auténticas cuotas del clientelismo político y el nepotismo, equivalentes a los de toda América Central.

La nación gasta en el servicio exterior más de cuatro mil millones de pesos anuales, con salarios que a veces superan los de los altos funcionarios de los países donde están acreditados, y compite con Estados Unidos en la representación en las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos.

Líder diplomático y consular.  En términos proporcionales la República Dominicana lidera la representación diplomática y consular en el mundo, compitiendo con las grandes potencias económicas, poblacionales y territoriales, en una contundente expresión del derroche clientelista que sitúa el país como campeón mundial en malversación de los recursos públicos entre 142 naciones evaluadas en el índice de competitividad del Foro Económico Mundial.

Al 30 de noviembre pasado la nómina oficial del servicio exterior dominicano totalizaba 1,163 funcionarios diplomáticos y consulares designados en 54 países y 6 organismos internacionales, además de 113 embajadores adscritos al Ministerio de Relaciones Exteriores, que este año dispone de un presupuesto de 4 mil 937 millones de pesos, 100 millones menos que el año pasado.

Sólo en Estados Unidos el Estado paga 384 funcionarios, lo que según un embajador dominicano supera los acreditados por los seis países de América Central así como los de Brasil, una de las diez mayores economías del mundo, que posee 21 veces la población y 177 veces la extensión territorial de la República Dominicana.

Una considerable proporción de los funcionarios dominicanos en el exterior no reside en los lugares donde están designados, y por lo menos en Estados Unidos y  Colombia muchos no han recibido la acreditación diplomática o consular porque han excedido la proporción correspondiente. En el caso norteamericano se complica la situación porque muchos no califican al ser ciudadanos  estadounidenses o residentes, lo que en los últimos años ha causado tensiones entre las respectivas cancillerías.

Muchos diplomáticos dominicanos pasan la mayor parte del tiempo, y hasta trabajan, en el país. En muchas embajadas y representaciones consulares los designados asisten esporádicamente y en algunos lugares se les ha pedido que no concurran ya que no tienen espacio disponible ni para sentarlos. Es común que embajadores tengan cónyuges, hijos u otros familiares designados como diplomáticos o servidores consulares en el mismo país donde están acreditados.

Representación muy desigual.  La desproporción del cuerpo diplomático y consular dominicano acreditado en el exterior queda de manifiesto cuando se compara con los acreditados en la República Dominicana. De un muestreo de 16 países de los que se estableció el número de sus representantes en Santo Domingo, se alcanzó un total de 84, pero en esos países los dominicanos acreditados ascienden a 442, lo que arroja más de cinco por uno.

En la muestra se incluyen países tan ricos y enormes como Canadá, que tiene 8 funcionarios diplomáticos y consulares aquí, pero los dominicanos allá suman 46 entre la embajada en Ottawa (26) y los consulados de Montreal (16), Toronto (3) y Vancouver.

La desproporción es mayor con Haití, 64 a 6,  diez veces mayor la misión dominicana. España, seis a uno, donde la embajada dominicana cuenta con 30, y los consulados de Madrid 22, Barcelona 16, de Valencia 11, de Sevilla 8, e Islas Canarias 2, para totalizar 89, mientras los diplomáticos y consulares españoles aquí son 15.

Colombia ha rehusado acreditar más personal dominicano. Los designados allá son 30, contra 5 aquí. Las mayores desproporciones están con Jamaica, 14 a 1, con Trinidad Tobago 9 a 1, (cónsul honorífico). Y se dan casos como las islas caribeñas de Aruba, Curazao, Antigua-Barbudas, y Saint Maarten, donde la representación nacional es de 10, 9, 6 y 6 funcionarios consulares contra 0. La mayoría son vicecónsules que cobran hasta 200 dólares para legalizar cualquier documento a los miles de dominicanos y dominicanas trabajadores emigrantes a esos territorios.

Un país tan grande y rico como Argentina tiene en Santo Domingo apenas tres funcionarios: un embajador, un ministro consejero encargado de asuntos consulares y comerciales y un encargado de asuntos administrativos. En la embajada dominicana en Buenos Aires hay 15, un embajador, 4 ministros consejeros, 4 consejeros, cuatro secretarios de primera clase, una agregada cultural y un auxiliar.

Casi 5 mil millones anuales.  En el presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores se consignan para  este año 4,937 millones de pesos, de los cuales 2,899 millones están destinados al servicio diplomático y 1,048 millones de pesos al consular, el resto se consume en las labores administrativas.

Pero los cónsules cobran también por servicios sumas que superan su presupuesto. Han perdido ingresos por la supresión de las facturas consulares, pero siguen cobrando sumas significativas por la certificación de documentos empresariales y personales, renovación y emisión de pasaportes y cartas de ruta y todavía en muchos países por emisión de visas, por las que llegan a cobrar hasta 300 dólares, aunque los sellos oficiales no alcanzan a diez dólares.

Todos los embajadores aparecen en la nómina oficial del ministerio con sueldos de 3 mil dólares al mes, pero esa cifra oculta la realidad de que, por otro lado, reciben asignaciones muy superiores por concepto de gastos de representación, viáticos, para vivienda y oficinas. La mayoría de los embajadores reciben entre 10 y 20 mil dólares mensuales, pero los hay que llegan hasta a 40 mil, como los casos de Washington y  Madrid, que junto a Puerto Príncipe son las únicas tres que tienen residencia y oficina propiedad del Estado dominicano.

Hay casos en que se pagan compensaciones desde el Banco Central, la Oficina de Promoción de Exportaciones, Turismo o la Presidencia de la República. En España, por ejemplo, lo que recibe el embajador supera el sueldo del presidente del gobierno español, que el año pasado fue de 84 mil euros. A la tasa de 1.29 dólar, equivale a 108 mil 360 dólares divididos entre 12 da 9 mil 30 dólares mensuales.

Los ministros consejeros también aparecen con sueldos subestimados de 2 mil dólares mensuales, los cónsules con 2,500 y los vicecónsules oscilan entre 2 mil y mil 500 dólares.

El Ministro de Relaciones Exteriores tiene un salario nominal de 300 mil pesos, los viceministros de 225 mil y 200 mil y los 113 embajadores adscritos a la cancillería reciben entre 59 mil 512 y 50 mil pesos mensuales.-

En las representaciones ante las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y en Estados Unidos es donde la República Dominicana aparece como líder mundial. En la sede central de la ONU, en Nueva York, hay 63 designados y 14 en la de Ginebra, para totalizar 77, de ellos 15 con rango de embajadores, 11 en la americana y cuatro en la europea. En la primera hay 15 ministros consejeros y 24 consejeros.

Los designados ante la OEA son 44, incluyendo 4 con rango de embajadores, 17 ministros consejeros y 16 consejeros. Un exembajador dominicano ante el organismo aseguró que sólo Estados Unidos podría aproximarse a esos números, advirtiendo que muchos de los norteamericanos son acreditados pero trabajan en  organismos estatales. En la embajada en Washington hay 38 designados, entre ellos 4 con rango de ministros consejeros y 17 como consejeros. En total 82 dominicanos están designados en esa capital, aunque algunos ni siquiera residen allí.

Pero en ninguna ciudad hay tantos designados como en Nueva York, donde suman 160, ya que a los 63 ante la ONU hay que sumarle 97 que integran el elenco del consulado dominicano en la gran urbe, de los cuales 35 son vicecónsules y 58 asistentes consulares. Sólo una veintena trabaja en realidad y el resto realiza actividades políticas o personales. Más de la mitad no han sido acreditados por el Departamento de Estado.

Otros consulados mayúsculos son el de Miami, con 54 funcionarios, entre ellos 23 vicecónsules, el de Boston con 31, de los cuales 18 son vicecónsules. En Puerto Rico son 33, con 21 en San Juan y 12 en Mayagüez, de los cuales 25 son vicecónsules.

En Haití el personal diplomático nombrado suma 31, entre ellos 9 ministros consejeros y 13 consejeros. A ellos se suman 33 en 5 consulados para totalizar 64. Además de los 5 cónsules, hay 26 vicecónsules.

 

Macondo está entre nosotros

Por Juan Bolívar Díaz

De verdad hay que reconocer cuan ilusos fuimos todos los que creímos que con la desaparición de Joaquín Balaguer, -el más acabado producto del primo-conchismo político de comienzos del siglo pasado- el país daría un salto a la modernidad con todo lo que conlleva de cambios de paradigmas, de institucionalidad y de abolición de la corrupción política y social.

 Desafortunadamente nuestros políticos se han dedicado a apostar a cuál reproduce con mayor efectividad los viejos métodos del clientelismo, el reparto de lo público y el cinismo, mientras hablamos de transparencia e institucionalidad. Los gestos, los silencios, sordera y mudez y hasta las inflexiones sonoras del más prolongado caudillo de nuestra azarosa historia se eternizan como emblema de sagacidad, ponderación y capacidad política que vergonzantemente se admira.

 Desde nueve meses antes de una elección andamos en caravanas de automóviles lujosos consumiendo un combustible cada vez más caro  que nos regalan o robamos, mientras en los principales partidos se desarrolla una doble campaña, de los candidatos del 2012 y de los que quieren serlo cuatro años después y  para colmo de ridiculez dicen que juegan un papel institucional.

 Este es el país que tiene una docena de embajadores ante las Naciones Unidas, 36 vicecónsules en Nueva York y 22 en Miami, más de 300 viceministros o subsecretarios y más de 250 generales, pero paga 8 mil pesos a los maestros y cinco mil a los policías para que hagan lo que puedan por contener el atraso y la delincuencia.

Pagamos un millón de pesos a Jacques Attalí para que nos diga lo que todos ya sabemos, para luego ignorar todas sus conclusiones, incluyendo la necesidad de invertir al menos 5 por ciento del producto bruto en educación, y luego firmamos compromisos internacionales de invertir un 5.5, pero declaramos enemigos a los necios que insisten en reclamar por lo menos el 4. El gobierno tiene miles de comunicadores en sus nóminas y doblega cada vez más la independencia de los medios, pero auspicia campaña para denunciar a un puñado de peligrosos agentes de la subversión o de los enemigos de la nación.

Tenemos que poner en retiro a unos jueces que han pasado de los 75 años limites, pero andamos a todo costo buscando una brecha para burlar la flamante Constitución o colarlos en una de las nuevas altas cortes, porque no pueden vivir fuera del entramado público. Mientras un subjefe de cómputos se autoproclama jefe  forzando la dimisión de su superior y los representantes de la institucionalidad lo premian. En tanto se arrea a los legisladores como ganado para que aprueben al vapor una ley que entrará en vigencia más de dos meses después. Pero dos meses no han sido suficientes para persuadir a un cónsul en Boston a que entregue el cargo del cual fue relevado por su presidente.

Nos  asombramos de que se roben y despeguen un avión en un aeropuerto internacional  en horas en que nada se mueve allí pero estamos resignados a que militares y policías dirijan el narcotráfico y todo género de actividad delincuencial mientras matamos a miles de muchachos pobres que salen a “buscarse lo suyo”.

Nos robamos las barandillas de los puentes, desmantelamos las torres eléctricas y el alambrado público, las espadas y los bustos de nuestros héroes, o las reliquias de los museos, para incrementar nuestras exportaciones de minerales, y  robamos doce veces una misma iglesia y asaltamos hasta al cura que nos confiesa.

Dios mío! Quién hubiese creído que Gabriel García Márquez era un “chivito excedido de frutas tropicales. Su Macondo con todo y su siglo de soledad se han quedado chiquititos. ¡Mete tu mano Señor!