Haití: gran desafío a los dominicanos

Por Juan Bolívar Díaz

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La brillante y reconocida solidaridad de la sociedad dominicana con el pueblo haitiano tras el trágico terremoto de enero tiene que extenderse a la búsqueda de los enormes recursos que demanda la reconstrucción del devastado país como objetivo estratégico nacional pero dentro del marco de las Naciones Unidas.

La coyuntura es también propicia para dejar atrás los históricos desencuentros y propiciar los largamente aplazados acuerdos sobre asuntos migratorios, intercambio comercial, de seguridad fronteriza y en tantos otros ámbitos en los que la indisoluble hermandad insular obliga a los dos pueblos.

Objetivo estratégico

Tal como lo ha planteado el Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás, la reconstrucción de Haití es un objetivo estratégico nacional, razón por la cual el país tiene que contribuir a lograrla, buscando la más amplia participación internacional, sin la cual será imposible su financiamiento.

El gobierno dominicano ha mantenido la iniciativa tras una exitosa gestión de solidaridad desde el momento que se conoció la tragedia del 12 de enero, de la que ha sido parte casi toda la sociedad dominicana en sus más diversos estamentos. No podía ser de otro modo, dado que las dos naciones están atadas por la geografía, sin que ni siquiera los fenómenos telúricos pudieran separarlas, ya que las dos grandes fallas geológicas de la isla se extienden de oeste a este y ninguna de norte a sur.

Hubiese sido indigno de un pueblo noble, que los dominicanos no fueran los primeros que llegaran con todo lo que tenían a mano para dar su solidaridad frente a un drama escatológico que ha conllevado la pérdida de más de 200 mil vidas y que pasó tabla rasa a las infraestructuras del vecino dejando dos millones de personas sin vivienda, en lo que un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo considera el más destructivo de los fenómenos naturales de la era moderna, cuantificando el costo de la reconstrucción en 14 mil millones de dólares. El verdadero desafío a la solidaridad comienza ahora que la tragedia de Haití pierde preponderancia en el escenario internacional.

Nadie puede estar más interesado que los dominicanos en que no se abandone  al vecino a su suerte, porque sólo este país está indisolublemente atado a la tragedia y porque en la medida en que no se deje espacio a la esperanza los haitianos saldrán a buscarla expulsados como los pilotos de una nave en picada y su primera tabla de salvación no es el espacio extraterrestre ni el mar, sino el territorio vecino. Lo que ha invertido en la solidaridad inicial es ínfimo en relación a lo que podría tocar a la República Dominicana si no se produce un concierto de asistencia internacional proporcional a la devastación.

Urgente cooperación

Las circunstancias obligan más que nunca a transitar el camino de la plena cooperación para “construir un presente y preparar un futuro que sea ventajoso a los dos pueblos”, como expresaba la carta de los intelectuales haitianos. Ese objetivo hace tiempo que ha sido planteado por innumerables instituciones y personalidades dominicanas, de todos los sectores políticos, sociales, empresariales y religiosos, incluyendo relevantemente al Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) y la Conferencia del Episcopado Dominicano en sendos documentos al respecto.

Probablemente la propuesta más integral para la cooperación bilateral es la contenida en el documento titulado “El Reto Haitiano en República Dominicana”, presentado el 4 de julio del 2008 por el CONEP, el cual reivindica la Comisión Bilateral y detalla diez aspectos básicos para la cooperación entre los dos países. “Con la esperanza de que simples desacuerdos y posiciones encontradas en el presente dejen de avivar los fuegos de la animosidad y de la exclusión. Las diferencias están llamadas a sustentar por fin el respeto mutuo y la colaboración de todos aquellos que viven y que ayudan a institucionalizar cada día más nuestro régimen democrático”.

Los diez aspectos señalados en el documento del empresariado son los referentes a la nacionalidad dominicana, el racismo en el país, la Ley General de Migración 285-04 (cuyo reglamento no se acaba de aprobar seis años después), la documentación civil,  repatriaciones y deportaciones, frontera, comercio, mercado y derechos laborales, medio ambiente y cultura.

No faltan quienes consideran que la coyuntura no es propicia para debatir  temas conflictivos, pero existe el temor de que la trágica situación que viven millones de haitianos dispare su migración hacia su salida más fácil, lo que obligaría a la adopción de disposiciones que podrían disipar el ambiente de reencuentro decretado por el terrible sismo. Podría ser preferible afrontar bilateralmente la contingencia, en el amplio espíritu de colaboración ahora existente.

Sin duda la debilidad actual del Estado haitiano, cuya gobernabilidad tendrá que abordarse dentro de pocos meses, hace más difícil la negociación bilateral. Hasta entre  dominicanos muy racionales se expresan dudas sobre la capacidad institucional del vecino, pero no habrá ninguna solución en Haití,  ni siquiera una restauración parcial, que no tenga como protagonista fundamental al pueblo haitiano, con todas sus debilidades y fortalezas.

Los protagonistas

El drama haitiano es mayor en cuanto el sismo se llevó también una considerable proporción de sus más capacitados recursos humanos, dejando casi inviable una nación que ya se consideraba fallida por su precariedad institucional, pobreza extrema y disolución, al extremo de que medio centenar de partidos y grupos se aprestaban a concurrir a los comicios parlamentarios que estaban programados para febrero y que ahora están en un limbo, al igual que los presidenciales que deberían celebrarse en noviembre próximo.

Tal como advirtió el presidente de Francia al visitar esta semana a Puerto Príncipe es al pueblo haitiano al que corresponder ser artífice de su recuperación. Lo dijo también el canciller de Brasil, como lo han manifestado cientistas sociales. Pero además ni los Estados Unidos ni ningún otro país, por más poderoso que sea, se va a echar sobre sus exclusivos hombros la responsabilidad de dar viabilidad a la nación haitiana.

En la perspectiva coyuntural internacional no se prevé ningún escenario mejor que  las Naciones Unidas para asumir la responsabilidad de la reconstrucción de Haití, por lo que es un acierto que al efecto se haya fijado para el 31 de marzo en su sede central de Nueva York  una reunión cumbre internacional. En ella deben concentrarse todos los esfuerzos dejando de lado cualquier intento de excesivo protagonismo, como sería la insistencia en celebrar otra cumbre mayor en Santo Domingo en junio próximo. Debe ser suficiente el encuentro preparatorio programado aquí para el 17 y 18 de marzo.

La Comisión Bilateral

Por el momento es un gran acierto la constitución de misiones técnicas de los gobiernos de Haití y República Dominicana para el diseño de un “Plan de Acción para Refundar Puerto Príncipe”, como anunciaron el día 13 el presidente Leonel Fernández y el primer ministro haitiano Jean Max Bellerive en una primera reunión efectuada en Santo Domingo.

La coyuntura parece más que propicia para dejar reactivada y hacer operativa la Comisión Mixta Bilateral Domínico-Haitiana creada en 1996, pero dejada en inanición después de unos pocos acuerdos no implementados. El 22 de mayo próximo se cumplen tres años de que el presidente Fernández emitiera su decreto 263-07 donde disponía una serie de previsiones para reactivarla.

Justamente al ocurrir la tragedia del 12 de enero se esperaba una fecha para una inminente visita del presidente René Preval, en tanto funcionarios de ambos gobiernos habían coincidido en la necesidad de reactivar la Comisión Bilateral. La iniciativa correspondió al gobierno dominicano, concretada en la visita que hizo a Puerto Príncipe el ministro Temístocles Montás el 18 de diciembre último.

Es posible que esa iniciativa fuera la respuesta silenciosa que diera el presidente Fernández a la carta de principios de noviembre en la que 30 reconocidos intelectuales haitianos le expresaron preocupación por la seguridad de sus compatriotas residentes en el país. Le sugerían “reactivar, con el Ejecutivo haitiano, los mecanismos binacionales de cooperación para plantear, en la serenidad, todos los problemas y contenciosos no discutidos”, incluyendo “la obligación de nuestro país (Haití) de controlar su flujo migratorio hacia la República Dominicana con la finalidad de no superar un límite máximo manejable por las autoridades dominicanas”.

 

Es urgente renovar el diálogo con Haití

 Por Juan Bolívar Díaz
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Todavía no está segura la visita del presidente Préval  que renovaría la Comisión Mixta Bilateral para una etapa de negociaciones sobre asuntos de interés mutuo.

Aunque aquí se ha puesto fecha dos veces para una tentativa visita del presidente de Haití, René Préval, la realidad es que todavía no se ha concretado nada y parece necesario crear las condiciones adecuadas para lograrlo, con la expectativa de que abra una nueva etapa de negociaciones bilaterales tras una década de interrupción.

Tanto en el gobierno dominicano como en sectores empresariales y sociales aumenta la convicción de la necesidad de buscar acuerdos sobre problemas fundamentales como la migración, el comercio y la cooperación, sobre todo al entrar en vigor el tratado de libre comercio con la Unión Europea.

Una iniciativa positiva   La opinión pública nacional fue sorprendida cuando el 18 de diciembre el secretario de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás, viajó a Haití y se entrevistó con el presidente René Préval y con su nuevo primer ministro, Jean Max Bellerive, a lo cual siguió el anuncio de que el mandatario visitaría el país en enero en interés de reactivar la Comisión Mixta Bilateral creada hace trece años, pero inactiva desde hace una década.

En principio se dijo que la visita de Préval sería en la primera semana de enero y luego fuentes extraoficiales la anunciaron  para la segunda, mientras se informaba que el embajador dominicano en Puerto Príncipe, Rubén Silié, coordina con las autoridades.

Sin embargo, todavía el viernes el embajador Silié no estaba en condiciones de precisar fecha, aunque sí confirmó que el asunto se maneja diplomáticamente, razón por la cual no podía entrar en detalles. Pero en fuentes cercanas al gobierno de Haití se advirtió que todavía es temprano para anunciar una fecha. Uno de los consultados dijo que de materializarse ya sería para la segunda mitad del mes.

Las fuentes haitianas indican que la visita del secretario Montás fue bien acogida por las máximas autoridades haitianas y citaron las palabras del primer ministro en la cena que dedicó al visitante: “Toda la gente responsable en Haití sabe que no hay futuro, no hay estabilización, no habrá paz si no se plantea una relación positiva entre los dos países”. Bellerive expresó su esperanza de que lo antes posible sea reactivada la Comisión Bilateral, incluso sugiriendo que podría ser antes de la visita al país del presidente Préval.

Crear condiciones   Asesores del presidente Préval tendrían la misión de esbozar pasos concretos, primero para viabilizar la visita y, luego, para que la misma no resulte en una nueva frustración, quedándose en lo meramente protocolar. En Puerto Príncipe se  considera que todo lo relacionado con la visita y tentativos acuerdos ha de manejarse en forma bilateral, empezando por las informaciones. Y aunque no lo dicen abiertamente, está de por medio un largo período de muchos desencuentros y pocas coincidencias.

La circunstancia de que este es un año electoral en los dos países hace más difícil el tránsito a la cooperación, debido al creciente nacionalismo en las dos naciones. Para el próximo 28 de febrero están programadas elecciones legislativas en Haití, y para fin de año las presidenciales. Y el presidente Préval está estrenando su nuevo partido Le Unité. También se toma en cuenta que en República Dominicana hay elecciones legislativas y municipales en mayo.

La situación es tan sensible que recientes deportaciones masivas de haitianos podrían dificultar los avances bilaterales. En los últimos meses la opinión pública haitiana fue impactada por acontecimientos tan negativos como el asesinato e incineración de tres haitianos en el suroeste dominicano. Al comenzar noviembre una treintena de influyentes intelectuales, artistas y dirigentes políticos y sociales haitianos dirigieron una carta al presidente Leonel Fernández en tono respetuoso y conciliatorio pidiéndole sus  buenos oficios para garantizar la seguridad de los haitianos residentes en el país.

 Los signatarios se quejaban de campañas antihaitianas, pero se manifestaban “conscientes de la obligación de nuestro país de regular su migración hacia la República Dominicana a fin de no superar un nivel manejable por las autoridades dominicanas”. Y pedían “reactivar con el Ejecutivo haitiano los mecanismos de cooperación binacional para debatir, en la serenidad, todos los problemas y controversias actuales entre nuestros dos países”.

El presidente Fernández todavía no ha respondido la carta de los haitianos, pero al visitar Francia un mes después se dio el lujo de señalar las reformas constitucionales que a su juicio deben hacer los haitianos, entre otras para eliminar el primer ministro, y además pidió extender por diez años la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilidad de Haití, que se renueva por un máximo de un año y que el estamento intelectual y político haitiano había comenzado a pedir su final. Un intelectual haitiano preguntó recientemente cómo reaccionaría la opinión pública nacional si un presidente haitiano planteara las reformas constitucionales que deben hacer los dominicanos.

Creciente conciencia   Aunque las posiciones ultranacionalistas han estado muy activas en el país, cada vez hay más conciencia en diversos sectores dominicanos de la necesidad de lograr acuerdos con Haití para institucionalizar la migración, el comercio y la cooperación entre las dos naciones, indisolublemente unidas por la geografía insular.

 Las mejores muestras de ello son los dos gruesos  documentos emitidos por la Conferencia del Episcopado Dominicano en el 2005 y por el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) en el 2008, en los que se reclama una nueva etapa de entendimiento y cooperación entre las dos naciones, sin limitarse al interés nacional de controlar la masiva inmigración haitiana.

 En un extenso análisis titulado “El Reto Haitiano en la República Dominicana”, el CONEP plantea que el tema haitiano es prioritario en la agenda nacional. No puede seguir siendo desconocido, tampoco desatendido”, y sostiene que Haití, concomitantemente con los Estados Unidos, “es la nación a la que debemos prestar mayor atención, no sólo porque compartimos ecosistemas, tenemos una frontera común y un significativo intercambio comercial con esa nación sino también de manera más perentoria por la masiva inmigración anual de jornaleros haitianos al país”.

El máximo organismo empresarial dominicano formuló una veintena de propuestas en asuntos de interés para las dos naciones, desde el cumplimiento de la ley de migración promulgada en el 2004 y aún sin el correspondiente reglamento, hasta la garantía de derechos humanos y laborales de los inmigrantes haitianos. Aludiendo al tratado de libre comercio y cooperación con la Unión Europea, ya ratificado por República Dominicana y Haití, el CONEP plantea que “estos dos países deberán otorgarse entre sí lo que le  conceden a Europa, no sólo en el aspecto arancelario, sino también en las demás disciplinas y los procedimientos incorporados en el EPA”.

Los empresarios dominicanos han descubierto progresivamente que los haitianos no sólo suplen mano de obra barata e incondicional, sino que son un mercado privilegiado para las exportaciones nacionales que, en 2009, alcanzaron a 900 millones de dólares, quinta parte del total, según declaró por Teleantillas el presidente de la Asociación Dominicana de Exportadores, Ricardo Koenig. Y apenas importamos de Haití diez millones de dólares.-

Falta voluntad política

Uno de los firmantes de la carta al presidente Fernández cree que la visita de Temístocles Montás a Haití fue la respuesta del presidente Fernández, quien estaría acogiendo la petición de “reactivar los mecanismos de cooperación binacional” y aprecia la iniciativa. Pero enfatiza en la necesidad de que una reunión de los jefes de Estado de las dos naciones no sea meramente protocolar. Se requiere una firme voluntad política de ambos lados para adelantar acuerdos.

Señala que es en ese nivel donde tendrán que darse pautas definitivas para lograr nuevos acuerdos y que sean cumplidos en materias tan delicadas como migración, seguridad fronteriza y comercio. Tienen que partir de un reconocimiento de las crecientes dificultades en ambos lados para canalizar acuerdos y ayudarse mutuamente, tomando en cuenta las dificultades crecientes. Dejar las políticas fundamentales en manos de comisionados, sin capacidad para tomar decisiones, es seguir dándole largas a los problemas y aplazar soluciones.

La Comisión Mixta Bilateral Domínico-Haitiana fue creada mediante una declaración conjunta de los presidentes Joaquín Balaguer y René Préval en ocasión de una visita de éste al país el 13 de marzo de 1996. Se reunió por primera vez en Puerto Príncipe en septiembre de ese año, tras el inicio del primer gobierno del presidente Fernández, y celebró reuniones semestrales en las dos capitales hasta 1999.

Los comisionados lograron acuerdos sobre migración, seguridad fronteriza, comercio, cooperación para salud humana, animal y vegetal y en deportes, y para estudios universitarios. Pero algunos de los acuerdos, especialmente para garantizar repatriaciones ordenadas y con respeto a los derechos humanos fueron ignorados, lo que creó un muro de incomunicación que lleva diez años.

El 22 de mayo del 2007 el presidente Fernández dio un paso adelante en interés de reactivar la Comisión Bilateral. Con su decreto 263 renovó los comisionados dominicanos y hasta designó tres asesores: Bernardo Vega, Wilfredo Lozano y el fallecido Frank Marino Hernández. Nunca han sido convocados.