Una positiva rectificación

Por Juan Bolívar Díaz

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El Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS) ha tenido la valentía de revocar la devolución a los empleadores públicos y privados de 10 mil millones de pesos de los fondos del Seguro de Riesgos Laborales, lo que había lesionado su propio crédito y el de sus actores fundamentales, del Estado, empresariado y sindicalistas.

Como fuimos de los que cuestionamos la legalidad y la moralidad de esa expropiación, estamos en el deber de reconocer la sabiduría de la rectificación, contenida en la resolución 274-01 que deroga las 257-01 y la 260-06 de diciembre y enero pasados, las que habían ocasionado sensibles divisiones internas en las representaciones del régimen tripartito del Estado, sector privado y sindicalistas.

Aunque en los tres sectores hubo disensiones, tanto como en el mismo CNSS, se  validó un acuerdo que devolvía al gobierno tres mil 12 millones 856 mil pesos, pagaderos de inmediato, y 6 mil 982 millones 647 mil pesos a los empleadores privados acreditándolos con cargos a cuotas durante 60 meses. Parte de la representación laboral se hizo cómplice del dislate seguramente por los 60 millones de pesos que les dejarían caer como borona durante cinco años para programas de capacitación.

El mayor crédito por esta rectificación corresponde al Colegio Médico Dominicano, cuyo representante el doctor Fulgencio Severino encabezó la resistencia y denuncia de la operación, tomando la iniciativa de elevar un recurso ante el Tribunal Contencioso Administrativo para invalidarla. Este órgano, cuya  naturaleza se supone de acción rápida, ha dado en este caso una pobre demostración de ineficiencia, ya que a casi seis meses de la petición de amparo aún no se ha pronunciado.

Mantenemos la esperanza de que, contrario a lo denunciado, el gobierno no se haya apoderado de los tres mil millones de pesos que se atribuyó, porque la experiencia y las actuales circunstancias generan temores de que puedan recuperarse.

Ahora como colofón de este deplorable conflicto debe esperarse que los órganos de la seguridad social adopten cuanto antes las medidas correspondientes para simplificar los mecanismos y elevar considerablemente los montos de las pensiones por accidentes laborales, que según una evaluación de la Dirección de Defensa de los Afiliados al sistema de seguridad social son dramáticamente pocas e  irrisorias.

Esa evaluación demostró que el monto de 202 pensiones otorgadas por discapacidad era hasta fines del año pasado de 240 pesos mensuales y que “los 779 beneficiarios de pensiones de sobrevivencias (155 viudas y 624 huérfanos) reciben pensiones de hasta RD$93.50 mensuales”, el 54 por ciento menos de mil pesos mensuales. Se trata de montos vergonzosos, indignos de un sistema de seguridad social. Con razón se han acumulado más de diez mil millones de pesos.

Como en efecto esos fondos pertenecen a los trabajadores bien podrían servir para reparar una grave deuda contraída con por lo menos 18 mil trabajadores que cotizaron durante años al Instituto Dominicano de Seguros Sociales y que esperan las pensión que en justicia les corresponden, muchos de ellos enfermos, muriéndose a plazos y en la mayor indigencia. Debemos suponer que ninguno de los sectores que integran el sistema de seguridad social se opondría a una reivindicación como esa.

Mientras tanto, hay que celebrar la rectificación dispuesta por el CNSS y felicitar a los que se mantuvieron firmes y a quienes escucharon el clamor de justicia y de respeto a la ley.

 

Sigue la carrera de relajo institucional

Por Juan Bolívar Díaz
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Representantes empresariales y sindicales ante el Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS) se insertaron en la política de relajamiento institucional que desarrolla el Gobierno al ratificar la resolución de apropiación y reparto de casi 10 mil millones de pesos acumulados en el fondo de riesgos laborales.

Mientras un informe oficial revela que más de la mitad de las escasas 779  pensiones de sobrevivencia otorgadas por la seguridad social no llegan a mil pesos mensuales, algunas por debajo de cien pesos, y que hay más de 18 mil acreedores de pensiones del viejo seguro social que llevan años reclamando sus derechos.

Repartición tripartita
El pasado 27 de enero el CNSS, con algunas notables ausencias y pocas oposiciones, ratificó un acuerdo tripartito del 7 de diciembre mediante el cual se devuelven al Gobierno y los empresarios 9 mil 995 millones 503 mil pesos acumulados a partir del 2004 y hasta el 3 de diciembre del 2010 en el fondo de riesgos laborales.

Del total el 69.84 por ciento, equivalente a 6 mil 982 millones 647 mil pesos, serán acreditados a los empleadores privados en cuotas proporcionales durante 60 meses, y el restante 30.16 por ciento, 3 mil 12 millones 856 mil pesos, devuelto al Gobierno que promete emplearlos para mejorar los hospitales del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS).

La decisión se originó en reclamos del Consejo Nacional de la Empresa Privada y de la Confederación Patronal de la República propiciando aligerar las cargas de las empresas como estímulo para superar la crisis económica de los últimos años. Nunca contó con suficientes simpatías en el mismo CNSS ni en los ámbitos de la tesorería del sistema. El gobierno se adhirió al propósito en diciembre pasado desalumbrado por la recuperación inmediata de tres mil millones de pesos.

Como cualquiera de los tres sectores representados tanto en el Consejo del IDSS como en la seguridad social podía vetar la resolución, empresarios y funcionarios gubernamentales buscaron la anuencia de las centrales sindicales comprometiéndose a aportarle 60 millones de pesos, uno mensual por cinco años, para programas de capacitación de los trabajadores.

El acuerdo tripartito fue firmado por los sindicalistas Gabriel del Río, Pepe Abréu y Jacobo Ramos, representantes laborales en el Consejo del IDSS por la Confederación Autónoma Sindical Clasista (CASC), el Consejo Nacional de la Unidad Sindical (CNUS) y la Confederación Nacional de Trabajadores Dominicanos, (CNTD). Por el sector empleador privado lo suscribieron Lisandro Macarrulla y Marisol Vicens, y por el Gobierno el vicepresidente Rafael Alburquerque, el ministro de Trabajo, Max Puig y el director del IDSS, Sabino Báez.

Divisiones internas
En el único sector en que no se produjo disensión sobre la devolución de los fondos de riesgos laborales fue en el empresarial, porque hasta en el gubernamental hubo quienes no lo aprobaban, incluyendo al viceministro de Salud Nelson Rodríguez. Una primera resolución (257-01) del CNSS el 7 de diciembre dio la aprobación inicial, sujeta a que la tesorería de la seguridad social presentara un procedimiento técnico. El 27 de enero quedó ratificado el reparto mediante resolución 260-06. No asistió a la sesión el representante  gubernamental por el Instituto Nacional de Auxilios y Viviendas, de quien se dice que no favorecía la devolución de los fondos.

La oposición al reparto en el CNSS fue encabezada por el representante del Colegio Médico, doctor Fulgencio Severino, quien se retiró de la sesión al momento de la aprobación definitiva, y contó con el rechazo de Irene Alcántara y Celeste Beatriz Zorrilla, representantes de los técnicos. En la sesión del 7 de diciembre no aprobaron la resolución Severino y Alcántara así como el sindicalista Agustín Vargas Saillant y  Magino Corporán, en representación de los discapacitados.

Los representantes sindicales en el Consejo de la Seguridad Social se dividieron. Espiridión Villa Paredes, de la CASC, que rechazó el acuerdo en diciembre se retiró en enero para que su suplente Delcy Sosa lo aprobara, al igual que Roberto Pulá de la CNTD, mientras Vargas Saillant se mantuvo firme. Corporán estaba fuera del país.

Sosa habría prometido que no aprobaría la devolución de los fondos, pero se cree que fue persuadida por las cúpulas de su central. En ámbitos laborales se deplora no solo la posición de la mayoría de sus delegados sino también que los 60 millones de pesos los dividieran en el CNSS, lo que se considera un peligroso precedente.

  Montos irrisorios y demandas de pensiones
La expropiación del fondo de riesgos laborales ha sido justificada en que exceden las necesidades, pero la realidad es que se han regateado a los trabajadores que debieron ser beneficiados y a sus descendientes, con mecanismos burocráticos complejos y excluyentes, bajos tope  de apenas 4 salarios mínimos  y subvaluaciones de salarios reales, como lo indica un libro de la Dirección de Defensa de los Afiliados a la Seguridad Social (DIDA) publicado justamente la semana pasada.

En 163 páginas el libro titulado “10 Años de la Seguridad Social”, es una evaluación minuciosa del sistema “desde el punto de vista de los usuarios”, según su subtítulo. El capítulo 5 señala múltiples razones por las que hay excedente en el fondo.

Resalta el escaso número de beneficiarios, sugiriendo un subregistro de los accidentes laborales en el país, con tasa de apenas 1 por ciento, según estudio elaborado por Fidents Invertment LTD, cuando el promedio latinoamericano oscila entre 5 y 9 por ciento. Contribuye la ignorancia de los trabajadores y empleadores sobre ese seguro, lo que explica que apenas se refieran al mismo el 1 por ciento de las reclamaciones formuladas a la DIDA.

La evaluación indica que el monto mensual de 202 pensiones por discapacidad “es de aproximadamente 240 pesos mensuales”. El 31 por ciento registrados con salarios menores de 3 mil pesos y 76 por ciento por debajo de 5 mil pesos. Mucho peor y vergonzoso es que “los 779 beneficiarios de pensiones de sobrevivencias (155 viudas y 624 huérfanos), reciben pensiones de hasta RD$93.50”. El 54 por ciento menos de mil pesos mensuales. Señala que esos montos irrisorios no se están indexando de acuerdo al índice de precios al consumidor como ordena el artículo 47 de la Ley 87-01.

Pero si el Gobierno, los empresarios y los sindicalistas hubiesen querido dar un  buen empleo a los “excedentes” del fondo de riesgos laborales lo hubiesen destinado a atender “las más de 18 mil solicitudes de pensiones en proceso en el IDSS, de las cuales muchas datan de más de 8 años en espera de su otorgamiento”, como indica el Capítulo 4 del libro de la DIDA.

Otro renglón en el que pudieron emplearse justicieramente es en elevar el monto de las más de 43 miles pensiones del IDSS de cinco mil pesos mensuales que mantienen a sus beneficiarios en niveles de pobreza y que en muchos casos no alcanzan para pagar las medicinas que demandan sus beneficiarios.-

Dudosa base legal

Una vez más parece demostrado que no hay ninguna barrera que impida el retorcimiento del derecho en el país cuando el Gobierno y/o los poderes fácticos lo estiman conveniente a sus intereses inmediatos. Es cierto que esos fondos se originan en un aporte de los empleadores, privados y público, del 1.2 por ciento de los salarios, pero la ley 87-01 no prevé que puedan ser devueltos.

La decisión se produce justo cuando el sistema de seguridad social se apresta a celebrar su primera década de instituido, el 10 de mayo del 2001, y por ello tiene pendiente una primera evaluación prevista en su ley orgánica.

En sus primeros diez años la ley de la seguridad social ha sido modificada en dos ocasiones para otorgar amnistías a empresas e instituciones estatales que acumularon deudas y para permitir el registro a múltiples de ellas que habían evadido la responsabilidad legal.

Entre las 18 funciones (desde la letra a hasta la r), otorgadas al CNSS en el artículo 22 de su ley orgánica, no hay ninguna que lo autorice a variar las contribuciones de los empleadores o de los trabajadores, ni menos a devolverlas, las cuales están establecidas en el mismo texto legal, en el caso del seguro de riesgos laborales en el artículo 199.

Esta semana, tras la publicación de la resolución que devuelve los fondos, el Colegio Médico procedió a elevar un recurso de amparo ante el Tribunal Contencioso Administrativo, a quien solicita que detenga de inmediato la acción, supuesta a comenzar a aplicarse desde este mes de febrero.  El CMD programa para los próximos días un piquete al CNSS, mientras promueve una coalición de entidades sociales para demandar que se empleen los excedentes en el mejoramiento de las pensiones.

 

Meta Seguros: ¿otro caso cerrado?

Por Juan Bolívar Díaz

El doctor Bautista Rojas Gómez, ministro de Salud Pública, es uno de los funcionarios más reputados del actual gobierno y de los hombres  más pulcros de la política dominicana, razón suficiente para que se aclaren completamente las denuncias que sobre su gestión ha realizado la periodista investigadora Nuria Piera en sus dos últimos programas televisivos semanales.

Cualquiera preferiría aferrarse a esa reputación y dejar pasar el escándalo destapado en torno a la empresa Meta Seguros, integrada  por cinco  hermanas y otros relacionados del funcionario, beneficiaria del manejo de múltiples seguros, entre los cuales resalta uno contra accidentes por el cual se viene descontando 50 pesos mensuales a los más de 50 mil empleados del Ministerio.

Pero fue impresionante ver cómo la periodista Piera acusaba por televisión en ocho o diez ocasiones a Bautista Rojas y a su hermana Miguelina Rojas de Paulino, de haber mentido para ocultar el favoritismo familiar y, lo que es peor, algo que pudiera catalogarse de estafa de ser cierta la afirmación del presidente del Colegio Médico Dominicano, doctor Senén Caba, quien asegura que los médicos ignoraban que tenían ese seguro, por lo que incoarán demandas legales para que se les devuelva lo que les han descontado en por lo menos cuatro años y medio.

Tanto el ministro Rojas Gómez  como la presidenta de Meta Seguros reaccionaron a la primera denuncia afirmando que el seguro de vida data del 2001 durante la gestión en la Secretaría de Salud Pública del doctor José Rodríguez Soldevila, quien ha aclarado que lo que instituyó fue un seguro de vida y accidentes para las enfermeras organizadas en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Enfermería (SINATRAE), como parte de un pliego reivindicativo. El mismo comunicado publicado el 26 de marzo por Meta Seguros confirma la versión de Rodríguez Soldevila, al señalar que esa empresa inició sus operaciones contractuales “como representante del SINATRAE para administrar y distribuir los recursos económicos que les eran asignados por esa cartera como un logro de las enfermeras”. Luego sostiene que “renueva el contrato en las mismas condiciones que el anterior” en agosto del 2004 durante  la gestión del secretario Sabino Báez. Lo que tanto el ministro como la empresa obviaron fue que Bautista Rojas, a la semana de ser designado al frente de esa cartera, el 24 de agosto del 2005 y mediante el oficio 32741 traspasó a Meta Seguros todos los seguros de vida y accidente, contra incendios, odontológicos y para los más de dos mil vehículos del organismo. Para ello tuvo que rescindir el contrato que otorgaba esos contratos a la empresa Correseguros S.A., la que los mantenía con Angloamericana de Seguros.

Se afirma que es a partir del 2005 cuando el seguro de vida de SINATRAE se extiende inconsultamente a todos los empleados del Ministerio de Salud. Ya no se trata de aquella reivindicación del SINATRAE que Meta Seguros administraba.

Hasta ahí el delito podría ser que Bautista Rojas abusó de sus facultades para beneficiar a su familia. Pero si los médicos y el resto de los empleados del Ministerio ignoraban que tenían ese seguro, como no firmaron ninguna póliza ni registraron beneficiarios en caso de muerte, se puede asumir que tampoco pudieron reclamar beneficios.

Como el presidente del Colegio Médico dijo por televisión que el discutido seguro es “una ilegalidad, una inmoralidad y una felonía”, el ministro Rojas Gómez está en la obligación de informar todo lo concerniente al mismo. Es necesario que diga cuál es la aseguradora, ya que Meta Seguros es apenas una corredora de seguros, es decir una intermediaria, y cuáles empleados de su cartera han recibido beneficios y con qué montos. También cuándo se consultó o informó a los empleados sobre ese seguro, por el cual han les habrían descontado cerca de 200 millones de pesos. La honorabilidad obliga al esclarecimiento de la denuncia. No puede quedar como otro caso cerrado. Y si el ministro Rojas Gómez no responde, entonces corresponde al Presidente de la República y al Ministerio Público tomar cartas en el asunto.