El lunes amarillo por la educación

Por Juan Bolívar Díaz
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La población dominicana tiene este lunes una preciosa oportunidad de dar una lección a sus líderes políticos, pintando de amarillo todos los ámbitos de la vida cotidiana en atención al llamado de la Coalición por una Educación Digna que viene desarrollando una exitosa campaña por el cumplimiento de la ley que dispone el 4 por ciento del producto interno  bruto para la formación de los recursos humanos.

Ya es tiempo de que dominicanos y dominicanas se sacudan de la modorra, la indiferencia y las frustraciones y pasen de las amarguras y maldiciones al reclamo activo, a la participación en jornadas de luchas para mejorar definitivamente la sociedad que estamos legando a las nuevas generaciones. El desafío es especialmente para estas.

Lo que se pide es sencillo, que ejerzamos los derechos de ciudadanía, garantizados en la Constitución de la República y que el pueblo exprese su sentimiento y lance sus reclamos a los cuatro vientos hasta encontrar eco en un sistema político desenfrenado, fundado en el más salvaje pragmatismo de la conveniencia grupal y personal.

Se le pide a las actuales autoridades que pasen de los discursos a los presupuestos para dar vigencia a las mil veces prometida y tantas veces consensuada prioridad en la inversión educativa, como fundamento del desarrollo.

Pero el reclamo toca a todos los que han gobernado el país en las últimas décadas, cuando se deterioró hasta el infinito el sistema educativo.

El lunes amarillo llega justo cuando la Cumbre de Jefes de Estados Iberoamericanos acaba de ratificar las Metas 2021, sobre “La educación que queremos para la generación de los bicentenarios de la independencia latinoamericana”, entre las cuales está “invertir más e invertir mejor” en la formación de los recursos humanos, pero también “reforzar y ampliar la participación de la sociedad en la acción educativa.

Es obligatorio recordar que las naciones latinoamericanas invierten este año más del 5 por ciento de su producto bruto en la educación, mientras República Dominicana permanece en menos de la mitad de ese promedio, ocupando los últimos escalones en las evaluaciones internacionales sobre la calidad de la educación fundamental. Y ni una sola universidad dominicana figura entre las primeras 200 de la región.

Hay que coincidir con el presidente Leonel Fernández en que sólo el aumento de la inversión no resolverá los atavismos de la educación dominicana, pero hay que comenzar por ahí. Juan Bosch una vez recordó el precepto evangélico de que no solo de pan vive el hombre, para concluir en su certeza, proclamando “pero primero es el pan”.   No caben argumentos para regatear la demanda de recursos para la educación, que para las obras físicas, para las remodelaciones, para el clientelismo y el dispendio siempre aparecen.

Es cuestión de voluntad política invirtiendo en algo fundamental, aunque los resultados tarden años en verse.

Pero además es porque la ley lo manda y la flamante Constitución proclamada en enero pasado que en el inciso 10 de su artículo 63 proclama: “La inversión del Estado en la educación, la ciencia y la tecnología deberá ser creciente y sostenida, en correspondencia con los niveles de desempeño macroeconómico del país. La ley consignará los montos mínimos y los porcentajes correspondientes a dicha inversión”.

Como ya la Ley General de Educación consigna el monto mínimo del 4 por ciento del producto, pasarlo por alto equivale a una flagrante violación de la carta magna que el presidente Fernández se empeñó en hacer aprobar y proclamar.

Lo que se pide para el éxito de la jornada de este lunes 6 de diciembre es que salgamos a las calles con todo género de ropa, corbatas, pañuelos, banderas, paraguas, o  cintas amarillas, que los colguemos de los automóviles y proclamemos que queremos una educación digna y sin exclusiones para todos los dominicanos.

A los más decididos se les pide que vayan en la mañana frente al edificio del Ministerio de Educación, en la avenida Máximo Gómez, y que en la tarde se manifiesten pacíficamente en la esquinas de mayor confluencia.

El desafío está lanzado y el que no se manifieste este lunes que calle para siempre.

Que encendamos siquiera velitas en vez de vivir maldiciendo la oscuridad.

No queda otro camino

Por Juan Bolívar Díaz

En los ámbitos de la sociedad civil dominicana va creciendo el sentimiento de que ya hay que pasar de los comunicados a la acción si se quiere que el liderazgo político nacional escuche el clamor que demanda atención a los problemas prioritarios, a la institucionalidad democrática y a los consensos y pactos de las últimas dos décadas.

Cada día son más los que piensan que sólo la movilización activa de las organizaciones sociales logrará hacer mella en la sordera y ceguera que caracteriza la acción gubernamental frente a una sociedad que ha militado  en la concertación y acudido a los múltiples llamados de los políticos desde los años noventa.

Si se quiere que se entienda que hay que cumplir la Constitución, la ley, los consensos, los estudios, programas de gobierno y discursos que declaran la educación como prioridad nacional, ya no queda otro camino que el de la protesta o demanda pública, dejando clara la determinación de hacer valer los derechos de la ciudadanía. Se trata de exigir acciones específicas, diagnosticadas, consensuadas y convertidas en leyes, para enfrentar problemas tan acuciantes como la creciente inseguridad ciudadana, el eterno desastre energético y la inmigración desenfrenada a voluntad de los traficantes de  personas y de los intereses económicos y políticos más mezquinos.

Es por esas razones que diversos sectores de la sociedad civil han integrado una coalición para luchar por el tantas veces pactado 4% mínimo del producto interno bruto para educación y están desarrollando un programa de lucha callejera. Ahí están el Foro Ciudadano, el Comité para Defensa de los Derechos Barriales, la Federación de Asociaciones Industriales, los industriales de Herrera, Ciudad Alternativa, Participación Ciudadana, el Centro Juan Montalvo, Educa  y otras instituciones, incluyendo las expresiones de las inquietudes juveniles como La Lucha.

Es lamentable que no se haya sumado la Asociación Dominicana de Profesores, aunque esta semana publicó un extenso comunicado fundamentando la prioridad de la educación. Es fundamental la participación de los maestros y de las asociaciones de padres y amigos de la escuela, como de todas las entidades vinculadas a la educación.

Cada día más ciudadanos y ciudadanas deben sumarse a las vigilias que durante el mes de noviembre desarrolla esta coalición, los lunes frente al Ministerio de Hacienda, martes; miércoles y jueves, frente al Congreso Nacional, y los viernes en torno al Palacio Nacional.

Se trata de demandas pacíficas, pidiendo educación para salir de la pobreza. Y aunque las autoridades han desarrollado intimidación e impuesto restricciones, las vigilias se han mantenido, por lo que sólo la cobardía puede explicar que no se hagan progresivamente  masivas.

Es que el último consenso que ratificó la prioridad de la inversión para la educación ocurrió a principios del 2009 en la última cumbre convocada por el Gobierno, que estableció un calendario de aumento para  llegar al 4 por ciento, según el cual en el 2011 debería destinarse el 3.42 por ciento del PIB. Pero el Gobierno apenas ha presupuestado el 1.9 por ciento, menos de la mitad de lo que indica la ley.

No hay excusa válida. El presidente Leonel Fernández agotará su décimo primer año de Gobierno, discurseando sobre la educación para el desarrollo, la sociedad de la información, la era del conocimiento y otras teorías, y se enorgullece de haber mantenido tasas de crecimiento de alrededor del 7 por ciento anual.

Si ese crecimiento duplica el promedio de América Latina, si el país ha sido el de mayor crecimiento en la región durante medio siglo, si el resto de esas naciones promedia el 5.5 por ciento del PIB a educación,  nada justifica nuestra miseria.

Ciertamente ya no bastan discursos ni lamentos. Hay que pasar a la acción para lavar la vergüenza de que ocupemos el escalón 137, de 139 países del mundo, en calidad de la educación primaria.

Sólo se puede entender porque en cuanto a dispendio del Gobierno somos los subcampeones del mundo, en la posición 138 de la evaluación del Foro Económico Mundial.

 Tal vez lo explique todo el anuncio de que para este año el monto del salario navideño del Estado crecerá en 25 por ciento, cuando no hubo revaluación salarial.

Es que como dice el pueblo “no hay prigilio”. ¡Ofrézcome !!!