Un parche mal pegado en la JCE

Por Juan Bolívar Díaz
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El pacto suscrito esta semana por los presidentes de los dos partidos mayoritarios, Leonel Fernández y Miguel Vargas Maldonado, con la bendición del cardenal Nicolás  de Jesús López Rodríguez, constituye un parche mal pegado aunque en lo inmediato conjura la crisis en la Junta Central Electoral (JCE).

Mientras las decisiones sobre la boleta electoral procuran compensar al candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Hipólito Mejía, quien, al igual que monseñor Agripino Núñez Collado, se vio forzado a aceptar la permanencia de Franklin Frías en el Centro de Cómputos de la JCE.

El triunfo de Rosario.   Si hubo un triunfador en el acuerdo que conjuró la crisis del Centro de Cómputos de la JCE fue el presidente del organismo, Roberto Rosario, cuya propuesta de  crear una “Gerencia de Informática” prevaleció con ligeras variantes frente al amplio reclamo para sacar al ingeniero  Franklin Frías de la dirección de esa fundamental unidad procesadora  de los resultados electorales.

El presidente de la JCE consolida su posición con la decisión del pleno del organismo de mantener la tradición de colocar en la primera casilla de la boleta electoral al partido que más votos obtuvo en la elección anterior, que esa vez fue el PRD, y al atender parcialmente la oposición de éste a que se incluyera en la misma las fotografías de los candidatos vicepresidenciales como reclamaba el gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Empero, la resolución fue salomónica al indicar que las fotos se incluirán en caso de que sea precisa una segunda votación para la elección presidencial de este año.  El partido oficialista reclamaba la inclusión, sin precedente en el país, al privilegiar la promoción de su candidata vicepresidencial, la primera dama Margarita Cedeño, a quien las encuestas señalan como más popular que su candidato presidencial Danilo Medina.

Rosario propuso en octubre una “Gerencia de Informática Electoral” como solución a la crisis surgida el mes anterior con la dimisión del licenciado Miguel Angel García al cargo de gerente general del Centro de Cómputos al que había llegado diez años antes justamente cuando el PLD objetó a Frías, quien había sido designado por una Junta Electoral fruto de la entonces mayoría senatorial perredeísta.

La sociedad civil y monseñor Núñez Collado respaldaron la objeción peledeísta y el presidente Hipólito Mejía y su partido acogieron la objeción, lo que no ocurrió ahora. García dimitió cuando Frías se autoproclamó en una circular como el jefe del departamento con obvio apoyo de Rosario. El polémico funcionario fue luego ratificado por la mayoría del pleno de la JCE.

La clave del Cardenal.  Tanto Hipólito Mejía como monseñor Agripino Núñez Collado quedaron mal parados sin otra opción que aceptar el acuerdo, lo que ambos se apresuraron a hacer públicamente, aunque el primero no ha ocultado su disgusto, y el segundo lo ha rumiado entre sus allegados. La clave la puso el cardenal López Rodríguez, quien sustituyó al rector de la Universidad Católica Madre y Maestra en la mediación cuando este intentaba  ser coherente con la solución de hace una década. Lo dijo públicamente en noviembre, lo que le ganó un reproche público del secretario general del PLD.

Cuando el presidente del PRD pactaba ese acuerdo, con la bendición del arzobispo de Santo Domingo, monseñor Núñez Collado quedaba sin alternativa.

Mejía no estaba sujeto a la obediencia, pero su rechazo generaría un enorme ruido, alentando el conflicto interno de su partido y con el riesgo de aparecer “enfrentado a la Iglesia”, dado el historial del purpurado que nunca ha evadido pleitos con líderes como Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez, Jorge Blanco o Jacobo Majluta.

El error de Mejía fue haber sido víctima de su impulsividad, cuando tres días antes de la firma del acuerdo reiteró que Frías tenía que irse, como lo hizo también su delegado ante la Junta Central Electoral, Salvador Ramos.  Ambos después que los términos del acuerdo habían sido publicados en el periódico digital 7Días.com y comentados en otros medios.

La ocurrencia de la semana mostró a un presidente Fernández en toda su capacidad de arreglos para fortalecer su posición y la de su partido, con el favor del Cardenal y del propio presidente del PRD.

También exhibiendo un poder inflexible, a diferencia de Hipólito Mejía hace diez años, si se asume que ahora como en el anterior conflicto, la presencia de Franklin Frías al frente del Centro de Cómputos de la  JCE no era fundamental, imprescindible o cuestión de principio institucional.

Lo peor para el PRD.   Para el PRD y sus perspectivas, el balance no puede ser más devastador. Echaron un pleito durante cinco meses para al final ser vencidos por su propio presidente, quien parece ratificar la generalizada convicción de que se ha constituido en un Caballo de Troya.

Se atribuye a Reinaldo Pared Pérez haberle dado crédito por la forma en que condujo las “negociaciones del PRD institucional”.

Intimos de Miguel Vargas Maldonado y algunos de los pocos que aún lo siguen, no tienen ningún rubor en proclamar que prefieren la victoria del PLD, incapaces de aceptar los resultados de la elección primaria de lo que en tres semana se cumplirá un año. Varios de los que constituyeron su “estado mayor” en la precampaña juran que está cerrado absolutamente y rehúye contacto con ellos.

Aseguran que ha evadido hasta el expresidente panameño Martín Torrijos, quien a mediados del año pasado medió públicamente para que superaran los resentimientos dejados por la elección del candidato presidencial.

Pero fue resaltante que Vargas Maldonado haya sostenido “varias conversaciones” con el presidente Fernández, como dice el primer párrafo del acuerdo, pero que ignorara por completo al candidato presidencial de su partido, con la agravante de que no le importa lo que piensen los demás.

Al principio se creía que reaccionaría a la consideración de que la derrota del PRD cavaría su tumba política, pero allegados entienden que sería lo mismo con una victoria de Hipólito Mejía. Si como quiera se pierde su capital político, él por lo menos estaría determinado a recuperar el capital económico que invirtió en la frustrada campaña por la candidatura.

Fuera del PRD no se entiende la inoperancia de sus órganos institucionales ni la indiferencia con que el liderazgo perredeísta sigue los acontecimientos.

Mejía evade el enfrentamiento definitivo, por los costos de imagen y la distracción que conllevaría para su campaña. Prevalece la decisión de “dejar a Miguel tranquilo” con la esperanza de que los electores, sobre todo los independientes, entiendan el conflicto.

Pero nadie se atreve a asegurar que el nuevo acuerdo de Vargas Maldonado con el presidente Fernández sea su última jugada, aunque le haga tanto daño político como el “Pacto para las reformas constitucionales” del 2009. Y no faltan quienes advierten que podría haber otras aún peores, antes, durante o después de la votación del 20 de mayo.

Persistirá la desconfianza

El acuerdo de esta semana introdujo dos variantes a la propuesta original de Roberto Rosario, presentada a los partidos el 25 de octubre, antes de que fuera conocida por el pleno de la JCE, que debía estar integrada por el director Frías y dos subdirectores que propondrían el PLD y el PRD.

Ahora se incluyó un cuarto miembro que de inmediato propuso el cardenal López Rodríguez en la persona de su sobrino José Agustín López Nieto.

A la gerencia se le da ahora la categoría de “colegiada”. El segundo punto dice  que sus decisiones “serán acordadas a unanimidad” y en caso que no la hubiese, decidiría el presidente Rosario o como última instancia el pleno de la JCE, lo que también estaba en la propuesta original. Frías tendría ventaja en las ejecuciones por su experiencia en el Centro de Cómputos y su ascendencia sobre los técnicos.

El titular de la JCE vinculado al PRD Eddy Olivares objetó la gerencia cuatripartita, reiterando su firme rechazo a Frías. Sostuvo que “su sola presencia mantendrá ese neurálgico departamento sembrado de dudas y desconfianza”.  Él, como parte de la opinión pública, no entiende por qué el PLD no aceptó el consenso que creyó fundamental hace diez años.

La solución es poco institucional y de escasa legitimidad democrática, pues desconoció la posición de los candidatos presidenciales de oposición, incluyendo al del mismo PRD, que todavía el viernes 3, cuando ya había trascendido el acuerdo, reiteró que “Frías tiene que irse”.

También lo habían reclamado los candidatos Guillermo Moreno, Julián Serulle, Max Puig, Eduardo Estrella e Ismael Cruz, así como Hatuey de Camps y otros dirigentes políticos.

Aunque la generalidad de la opinión pública parece haber aceptado el acuerdo como salida a una crisis que se prolongó excesivamente, no faltan quienes resaltan sus debilidades, especialmente por su carácter de imposición con el sello de aliento mezquinamente interesado a las debilidades institucionales del PRD.

El sociólogo César Pérez ha sido de los más duros al definirlo como “un arreglo afrentoso, fruto de la politiquería, la bellaquería y la pusilanimidad de determinados sectores de los poderes fácticos y formales del país”.

 

Avance de Danilo y fortaleza de Hipólito

Por Juan Bolívar Díaz
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Más esperada que nunca, la encuesta de Gallup para HOY ratificó el bipartidismo y mostró un repunte extraordinario y la potencialidad de la candidatura presidencial de Danilo Medina, ya con el pleno apoyo de su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y del Gobierno del presidente Leonel Fernández.

Pero al mismo tiempo quedó ratificada la fortaleza de la candidatura de Hipólito Mejía y del Partido Revolucionario Dominicano  (PRD), que mantuvo su mismo porcentaje aun con una significativa ventaja de cinco puntos y a solo dos de la mayoría absoluta necesaria para alcanzar la presidencia de la República.

El ganador fue Danilo. Así como Hipólito Mejía resultó el gran ganador de la anterior Gallup-HOY publicada en agosto, en la de noviembre lo ha sido Danilo Medina al haber logrado un repunte que cierra la brecha en la prematura lucha por la presidencia de la República a seis meses de las elecciones del 20 de mayo.

En agosto Mejía creció seis por ciento en las preferencias electorales, para quedar con un registro de 47.9 a 33.4%, que representaba una cómoda ventaja de 14.5 sobre el candidato oficialista. Pero ahora Medina marcó un extraordinario avance de 9.2  mientras el puntero mantenía su mismo porcentaje para cerrar la competencia en 47.9 a 42.6 por ciento, para cerrar la diferencia a 5.3 por ciento.

Llamó la atención de los observadores las agresivas descalificaciones de  la encuesta por parte de dirigentes peledeístas, que casi convertían en derrota lo que para los analistas más independientes representaba un gran avance. El despliegue de cinco encuestas propias en el último mes, una de las cuales –la de la firma ASISA- le otorgó una asombrosa ventaja de 16 puntos con Margarita Cedeño de candidata vicepresidencial, pareció convencer a dirigentes del PLD que ya estaban cómodamente situados. Una de Hamilton Campaigns del 17 de noviembre arrojó ventaja de 46 a 45 al candidato peledeísta. Pero el 8 de noviembre la también norteamericana Zogby Analytics otorgó 56 a 40 a favor del perredeísta.

Tampoco los perredeístas han parecido conformes con los resultados de la  encuesta más acreditada del mercado electoral dominicano, pues según sus propias investigaciones mantienen entre 10 y 12 puntos de ventaja, también reducida en relación a los 16 y 18 puntos que se atribuían en los meses anteriores.

La Gallup-HOY de esta semana ratifica la bipolarización, ya que los candidatos de los dos partidos mayoritarios acaparan el 90.5 por ciento de las preferencias. La ausencia de definición en el Partido Reformista Social Cristiano contribuye a la misma. Su último candidato presidencial Amable Aristy Castro recibe 2.2 por ciento, empatado con el ascendente Guillermo Moreno. En tanto su presidente, Carlos Morales Troncoso, queda en fracción de un punto junto a sus compatriotas Ito Bisonó y Ricardo Espaillat.

Habrá dura competencia. La generalidad de las interpretaciones concluyen en que esta encuesta apunta a una dura competencia para los comicios de mayo entre las dos principales fuerzas políticas. Medidas las simpatías por partido, el resultado no dista del de las candidaturas presidenciales: 44.8 a 40.2 con diferencia de 4.6 en favor del PRD. La percepción de ganador sigue beneficiando a Hipólito, ya que el 50.8 por ciento cree que ganará en primera vuelta, mientras el 45.9 por ciento estima que lo logrará Danilo.

A diferencia de la Gallup-HOY de agosto, ahora los entrevistados que dijeron simpatizar por el PRSC se inclinan más a votar por Medina que por Mejía, en proporción de 21.7 a 8.3. En la anterior, favorecían al perredeísta con proporción de 24.7 a 17.8, lo que restablece el beneficio para el PLD de repetir la alianza que hizo en el 2010 con el reformismo, aunque el 70 por ciento de los reformistas favorece que lleven su propia candidatura. El candidato morado saca ventaja en la tasa de rechazo, pues registra sólo 28.8 por ciento en tanto el del partido blanco está en 36.5 por ciento.

Ha llamado la atención que la candidatura de Mejía-Abinader se mantuviera sin mínima variación de preferencias en relación a la Gallup de agosto, lo que permite interpretaciones contradictorias: para unos es indicativo que alcanzó su techo y se congeló, pero para otros muestra su gran fortaleza, sobre todo por la escasa propaganda que ha desarrollado. Estimaciones empíricas indican que la propaganda del peledeísta es más de 20 a 1 en las vías públicas de todo el país, y sobre 10 a 1 en prensa, radio y televisión.

Asesores de Mejía sostienen que éste se lleva de sus propias encuestas, que le dan amplia ventaja, por lo que se está reservando recursos para multiplicar su propaganda en la recta final, “consciente de que nunca podrá estar ni cerca de la inversión del partido de Gobierno en la campaña”.

Se unifican los partidos. La percepción pública es de que la elección de la primera dama Margarita Cedeño para completar la candidatura del PLD marca una tendencia a la plena unificación más acentuadamente que en el PRD. Sin embargo, la Gallup-HOY indica que Mejía supera a Medina en la preferencia de sus propios partidarios: el 97.2 de los perredeístas y el 94.4 de los peledeístas dicen que votarán por sus propios candidatos.

Sin embargo, el estrechamiento de la competencia que indica esta encuesta podría alentar  el papel de Caballo de Troya que aún se atribuye al presidente del PRD Miguel Vargas Maldonado y a alguno de sus fieles, que llegan al extremo de plantear una modificación de la candidatura vicepresidencial, lo que carece de precedente y sería un desastre mercadológico y político.

La persistencia del “fenómeno Vargas Maldonado” ratifica la percepción del PRD  como un partido ingobernable, que debe ser el único en el mundo cuyo presidente no apoya al candidato presidencial luego de ocho meses de electo, pero se aferra al cargo, en su caso peor por haber modificado los estatutos partidarios bajo el predicamento de que el candidato debe también presidir el partido para evitar precisamente el absurdo que él está protagonizando.

En el ascenso de Danilo Medina habría influido la selección de Margarita Cedeño, tal como se esperaba en lo inmediato, por sus  propios méritos y porque mete en la campaña a los más beneficiarios del Gobierno de Leonel Fernández, con enorme potencial económico y de uso de los recursos del Estado. Ya las movilizaciones del PLD incluyen varios helicópteros y un gran despliegue de recursos, incluyendo los repartos del Plan de Asistencia Social de la Presidencia que preceden las giras proselitistas.

Pero nadie puede ignorar los propios méritos de Danilo, que desde su elección como candidato en junio no se ha dado tregua en una agotadora labor regional y provincial y con sus presentaciones ante las organizaciones sociales, donde ha sido portador de un discurso propio, aunque ahora con menos énfasis en la diferenciación del gobierno de su partido.

El peso de las insatisfacciones. El carisma de Hipólito parece seguir jugando en su favor, con un discurso que interpreta y se apropia de las grandes insatisfacciones de la sociedad. Una serie de spots televisivos del PLD que enfatizan sus desaciertos de gobierno miles de veces repetidos no le han quitado un solo voto, según el resultado de esta encuesta, lo que podría deberse al axioma de que el último golpe es el que más duele.

La Gallup-HOY sigue mostrando unos porcentajes muy elevados de insatisfacciones con la marcha de la economía, con un 75 por ciento que la considera negativa, aunque 9 puntos menos que en agosto. El 57 por ciento cree que su situación económica personal es negativa, con un 68 por ciento que cree que las cosas en el país van por mal camino y 59 por ciento advierte que al final del Gobierno será peor, contra sólo un 31 por ciento con expectativas de que mejorará.

A la pregunta sobre los principales problemas nacionales, las respuestas se van casi todas a los que son de difícil amortiguación en los 6 meses que distan para las elecciones: alto costo de la vida, delincuencia e inseguridad, desempleo, apagones, pobre inversión en educación, narcotráfico y corrupción.

El peso de las insatisfacciones se verifica en todos los estratos sociales, como quedó patente en la reciente convención del Consejo Nacional de la Empresa Privada, cuyas conclusiones fue una larga y terrible factura con cargo al Gobierno. Las denuncias de corrupción, incluidas algunas tan dramáticas como la formulada esta semana por el embajador de Gran Bretaña o la de la auditoría al Instituto Agrario Dominicano, sigue a la orden de cada semana, mientras crecen las protestas y demandas sociales.

El congelamiento del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional no mejora las perspectivas de ingresos para los próximos meses, en un escenario internacional cada vez más complicado y con el petróleo sobre 95 dólares el barril. Aunque el economista y analista político Bernardo Vega cree que facilitará otro “desguañangue” de la economía similar a los de los comicios del 2008 y 2010 en beneficio de la candidatura oficialista. Eso, por un lado podría dar votos por el reparto y los parches de emergencia, pero también acentuar el rechazo en las clases medias y altas, cuya capacidad de influir en la opinión pública es significativa.