Los perredeístas se aferran a una difícil reunificación

Por Juan Bolívar Díaz

Aunque quedó sellada la división con la constitución de dos comités ejecutivos esta semana, dirigentes de ambos sectores en conflicto se aferran a la posibilidad de un entendimiento que rescate la unidad del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), conscientes de que separados van al ostracismo político.

La persistencia en mantener las expulsiones y suspensiones de cuatro dirigentes, encabezados por el  expresidente Hipólito Mejia, abortó un proyecto de acuerdo que iniciaría el proceso de convención para elegir nuevos dirigentes en el cual se daría mayoría al sector de Miguel Vargas Maldonado en la Comisión Organizadora.

  Un regalo envenenado.  Los contactos para evitar la división definitiva del PRD se iniciaron una semana antes de constituirse los dos comités ejecutivos que ahora se disputan la representación de la organización. Según lo que se ha podido establecer, esta vez partieron del sector que lidera Miguel Vargas Maldonado. Los primeros contactos los realizó el profesor Aníbal García Duvergé y luego el general retirado Miguel Soto Jiménez.

Escogieron como interlocutores a integrantes de la “Tercera Fuerza”, que tiene como principal figura a Luis Abinader, a través de Guido Gómez Mazara, Tony Peña Guaba, Neney Cabrera, y Eligio Jáquez. Dicen que García Duvergé expresaba preocupación por la división del partido. Los terceristas mostraron disposición a la búsqueda de una fórmula que auspiciara la reunificación.

La primera propuesta fue llevar a Gómez Mazara de secretario general, lo que ya había sido formulado públicamente hace dos semanas por un columnista del Listín Diario y funcionario diplomático. A Peña Guaba le ofrecieron la secretaría de Organización. En ambos casos a ser presentados y electos en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que convocaría Vargas.

Gómez Mazara rechazó “muy cortésmente” la propuesta, consciente de que implicaba un intento de dividir a los terceristas de los otros sectores perredeístas adversarios de Vargas. Lo mismo hizo luego Peña Guaba, pero ambos insistieron en que  podían proseguir explorando caminos de entendimiento. Las fuentes aseguran que en una segunda etapa Peña rehusó también la secretaría general.

Luis Abinader dijo el viernes en un comunicado que se mantuvo al tanto de las conversaciones, y autorizó a Peña Guaba a representarlo, coherente con su posición de favorecer cualquier esfuerzo “para lograr un acuerdo entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas”, pero que nunca se reunió con Vargas Maldonado como le atribuyeron a éste.  Enteró al expresidente Mejía de los contactos y éste también los favoreció.

La fórmula fracasada.   En conversaciones de varios días se concretó una fórmula de seis puntos presentada el miércoles 31 de agosto: Convención Nacional para elegir nuevos dirigentes del partido el 23 de febrero del 2014; elección de una Comisión Nacional Organizadora integrada por 15 miembros, de los cuales 9 serían del sector Vargas y 6 de Mejía y los terceristas; a más tardar el 30 de noviembre quedaría establecido el padrón nacional de militantes electores; que las próximas autoridades serían las responsables de organizar posteriormente la convención para elegir los candidatos a las elecciones generales del 2016; y que las expulsiones y suspensiones se podrían revisar en una segunda etapa. Llegaron a contactar a Monseñor Agripino Núñez para que obrara de mediador. Vargas pidió que llamaran al Cardenal López Rodríguez.

Entre los terceristas predominaba la disposición a aceptar los términos propuestos en su mayoría por el sector de Vargas, entendiendo que la Comisión Organizadora asumiría la dirección del partido, “como es tradicional y dado que el período de elección del presidente ya venció”,  pero no lograron especificarlo en el proyecto de acuerdo y el otro sector insistía en que el período de Vargas concluye en febrero, aunque en realidad fue juramentado por cuatro años el 19 de julio del 2009.

A media tarde del miércoles, en víspera de las dos convocatorias del CEN, se reunieron de urgencia los contradictores de Vargas. Abinader llevó la propuesta, ante la cual Hipólito Mejía respondió que “no seré obstáculo” pero no pueden contar con mi participación”. El rechazo fue absoluto de parte del otro expulsado, el expresidente en funciones del PRD, Andrés Bautista, y de los suspendidos el exsecretario general Orlando Jorge Mera y la exsecretaria de Organización Geanilda Vásquez, aunque esta  dijo que ella estaría dispuesta hasta a renunciar posteriormente, pero no podía aceptar un acuerdo que la mantuviera como expulsada.

El rechazo más enérgico fue expresado por Enmanuel Esquea, quien dijo que sería “una claudicación y una indignidad”, originando un incidente con Peña Guaba, quien se consideró ofendido. Milagros Ortiz Bosch, Fello Suberví y otros se sumaron al rechazo. Abinader precisó, en su comunicado, que el intento fracasó “porque los representantes del sector mayoritario del PRD no estuvieron de acuerdo con aceptar las expulsiones dispuestas por el grupo de Vargas”.

¡Acuerdo con exclusiones?  Los terceristas que acogían la propuesta de Vargas están convencidos de que este no tiene la menor fuerza partidaria para ganar una convención (hablan de 8 y 10 por ciento lo más aduciendo encuestas) aunque controlen la Comisión Organizadora, lo que implica una subestimación de la ventaja del 9 a 6 para imponerse en el proceso, y más aún contando con la última instancia  de las cortes electorales fruto del pacto de Vargas con el expresidente Leonel Fernández.

Si bien ese optimismo podría ser discutible, luce imposible un acuerdo que mantenga las expulsiones y suspensiones. Y como dijo Esquea, parecería hasta indigno y claudicante. Con el agravante de que fortalecería el sector de Vargas y le daría impulso para otras imposiciones, o para entorpecer  el proceso y prolongar la agonía elevando su costo político y al final dejándolos sin tiempo para levantar otra opción.  Hasta fuera del PRD es difícil de concebir un acuerdo duradero y que rescate la democracia interna manteniendo expulsados y suspendidos por un tribunal parcial al expresidente de la República y último candidato presidencial que sacó 47 por ciento de los votos batallando contra todo el poder del Estado y la disensión interna, y a los tres mayores dirigentes del partido después de Vargas: Bautista, Jorge Mera y Geanilda Vásquez.

A menos que los expulsados y suspendidos fueran masoquistas, la fórmula era inviable y su sola consideración por los terceristas, tendía a debilitarlos, a separarlos de Mejía y a fortalecer las imposiciones de Vargas quien subordina todo acuerdo a que le den la próxima candidatura presidencial. Este no consiguió la separación con el rechazo de Guido Gómez y Peña Guaba a aceptarle dos cargos directivos importantes, pero sembró cizañas entre sus contradictores, anotándose un triunfo parcial.

Abinader, quien parece avanzar entre los perredeístas cansados de la  confrontación, “reiteró su posición” de que “estoy y estaré siempre en contra de la expulsión de Hipólito Mejía y de los otros dirigentes meritorios del partido”, pero también cree que la solución de la crisis pasa por “la celebración de una convención democrática, una sola convención en que participen todos los perredeístas”. Eso es imposible manteniendo expulsiones y suspensiones unilaterales que son esencia de la crisis que se busca superar. Es obvio que el deseo de mantener la unidad partidaria es fuerte en los terceristas, pero el sector de Vargas oferta poco al altar del entendimiento.

Divididos pero aferrados al PRD.  El primero de agosto marcó la división formal del PRD, la más significativa tras la renuncia del profesor Juan Bosch y la fundación del Partido de la Liberación Dominicana en 1973.  Pero aquella vez la franquicia quedó en manos de un líder de la dimensión de José Francisco Peña Gómez, que fue capaz de mantener la mayoría.

Aunque se eligieron dos comités ejecutivos paralelos, nadie tiene duda que el Tribunal Superior Electoral, donde Vargas Maldonado tiene representación y aliados, seguirá como hasta ahora dictaminando a su favor, como hizo y reiteró recientemente al negarse a contactar 600 exclusiones en el listado de miembros del CEN perredeísta.

Eso determina que sus contradictores estén más dispuestos a pactar algún entendimiento, y probablemente persistirán intentando salvar la unidad del partido luchando desde dentro. Pero corren el riesgo de dividir sus fuerzas, por lo cual las expulsiones y suspensiones seguirán siendo punto crítico.  Su preocupación obedece a la voluntad de la mayoría de los perredeístas que rechazan la división, pero tropiezan  con los sectores que buscan negocio económico y político con el desguañangue de uno de los partidos fundamentales del sistema político, el más votado en la última elección.

Pero en ambos sectores hay quienes saben que separados no alcanzarán más que algunos diputados y regidores en la próxima elección. Vargas contaría con la franquicia PRD, pero partiría de una minoría claramente indicada en las encuestas, que tuvo que apelar al Gobierno para que la fuerza pública le garantizara celebrar la reunión de su CEN, y que mantiene una casa nacional sitiada por hombres armados, mientras el otro sector sesionaba sin protección.

Para cualquier observador era fácil contactar que una gran mayoría de los dirigentes nacionales del PRD y de los militantes conocidos estuvo en la reunión del CEN convocado por los expulsados y suspendidos, pero quienes han sido ineficientes en hacer valer su fuerza en términos políticos.

La fuerza de Vargas sigue radicando en las cortes, pero si sus contradictores resisten, la división será profunda y le será difícil salir adelante y reconstituir una instancia política en capacidad de hacer efectiva oposición y disputar el poder al continuismo peledeísta. La prolongación de la lucha ya satura el cansancio nacional frente a sus carencias. Tiene otra ventaja: es mandante único frente a múltiples cabezas.

Los intentos de revertir la división iniciada en la convención del 2011 siguen y seguirán, pero cada vez con menos perspectivas porque no hay clara intención de dar paso a la expresión democrática, por ejemplo constituyendo  una Comisión Nacional Organizadora de la Convención equilibrada con dirigentes razonables o de consenso.-

 

La democracia necesita un PRD renovado

Por Juan Bolívar Díaz
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El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) está fraccionado desde la convención que escogió  candidato presidencial hace 15 meses y si no pudo reunificarse aun cuando las encuestas lo proyectaban ganador de las elecciones, parece casi imposible que lo logre tras la derrota.

Una crisis prolongada en el PRD tendría fuertes repercusiones en el proceso democrático, acentuando el poder hegemónico del presidente Leonel Fernández en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y debilitando las posibilidades de renovación que ha planteado el presidente electo Danilo Medina.

Una guerra avisada.  El candado que encadena la casa nacional del PRD es simbólico de una guerra que la campaña electoral y las debilidades institucionales aplazaron, pues ese partido quedó fraccionado desde la convención del 6 de marzo del 2011 que escogió a Hipólito Mejía candidato presidencial.

Su contrincante Miguel Vargas Maldonado aceptó proclamarlo, pero sin convencerse de que había perdido una batalla y permitió que familiares y seguidores trabajaran abiertamente en contra de su candidato, incluyendo a su vocero personal Víctor Gómez Casanova, con aplausos e incentivos externos, mientras evadía todos los intentos de mediadores y familiares por reunirlo con Hipólito Mejía.

La generalidad de los analistas advirtieron que la posición adoptada por Vargas y su grupo lo dejaba incapacitado para sobrevivir como presidente del perredeísmo y más aún como candidato presidencial en el futuro, cualquiera que fuera el resultado de la elección presidencial.

Después que Mejía alcanzara el 47 por ciento de la votación, no es posible visualizar que Vargas pueda encarnar la unidad perredeísta, él que en el 2009 pactó con el presidente Fernández una reforma constitucional que concentraría todos los poderes en manos del mandatario, sin consultar los organismos del PRD, amparado en que el año anterior había recibido un 40 por ciento del sufragio.

Vargas Maldonado pasó la campaña electoral al margen del esfuerzo partidista y más bien contradiciendo al candidato presidencial, reclamando la representación de la institucionalidad del Partido Revolucionario Dominicano, pero sin reunir sus organismos ejecutivos, que hipertrofiados  han devenido en inoperantes.

La Comisión Política (CP), que según el artículo 34 de los estatutos debe reunirse cada semana, tuvo un año sin ser convocada, y previendo la posibilidad de que ahora lo fuera, dos días antes de las elecciones sometieron a la Junta Central Electoral una nueva matrícula del organismo que deja fuera al propio Mejía y a dirigentes tan paradigmáticos como Hugo Tolentino Dipp y Enmanuel Esquea Guerrero, mientras se encadenaba con candado el acceso a la casa nacional del partido.

Convocatorias paralelas del CEN.  La reunión de la Comisión Política que el viernes decidió la suspensión de Vargas como presidente y de los dirigentes Fiquito Vásquez, Julio Maríñez y Aníbal García Duvergé, así como la expulsión de Gómez Casanova, Kalil Michel, Annie Felipe, Pascual Valenzuela, Angela Peña y Héctor Domínguez, marca el estallido de una nueva crisis en el partido más antiguo del país, cuando acaba de quedar  como el más votado, con 200 mil votos sobre el PLD, que ganó la presidencia por la contribución de 13 aliados.

Es significativo que la mesa de honor de la reunión fuera encabezada por el presidente en funciones Andrés Bautista (investido en lugar de Vargas Maldonado), por el secretario general Orlando Jorge Mera, la secretaria nacional de organización Geanilda Vásquez y la presidenta de la Federación de Mujeres, Janet Camilo, ya que los cuatro fueron de los principales dirigentes que apoyaron a Vargas Maldonado cuando luchó por la candidatura presidencial perredeísta, pero luego se incorporaron a la campaña electoral.

La letra c del artículo 35 de los estatutos del PRD da facultad a la Comisión Política para “decidir sumariamente la expulsión de un miembro del partido, debiendo someterlo al Comité Ejecutivo Nacional (CEN).

La letra d autoriza la suspensión, remitiendo el caso al Consejo Nacional de Disciplina, con la complicación de que como presidente de este figura uno de los mismos suspendidos, Fiquito Vásquez.

La reunión decidió convocar al CEN para el domingo 10 de junio para que ratifique sus disposiciones.

El panorama se complicó la misma noche del viernes cuando Vargas Maldonado reaccionó restando calidad a la Comisión Política para adoptar esas resoluciones y anunció su propia convocatoria del CEN para este domingo.

La primera dificultad será establecer con certeza cuántos y quiénes son los miembros de esos organismos, el primero con unos 253 y el otro diez veces más numeroso.

El apoyo de Vargas Maldonado luce mermado para enfrentarse a la mayoría partidaria que en más de un 90 por ciento se integró a la campaña electoral de Mejía, aunque hay sectores que plantean que la lucha debe estar por encima de ambos dirigentes.

Sin embargo, los suspendidos dicen tener el control de la membresía del  CEN y en última instancia confían en ser favorecidos por el Tribunal Superior Electoral y el Tribunal Constitucional, cuyo control se atribuye al presidente Leonel Fernández, a quien la otra parte señala como incentivador del fraccionamiento del partido.

Debilita la democracia.  Para muchos observadores la nueva crisis perredeísta será prolongada y no tiene salida sin una división, lo que puede tener serias repercusiones sobre el proceso democrático nacional, puesto que debilitaría el único contrapeso político significativo que tiene el Gobierno del PLD, y particularmente acentuaría la hegemonía del presidente Leonel Fernández sobre su partido y en los poderes del Estado.

Con una oposición política más débil podría tomar nuevo impulso la tendencia absolutista que se arraiga en sectores del partido gobernante, que ya trabajan para el 2016 y repercutir hasta en las posibilidades de relevos, cambios y rectificaciones que se ha planteado el proyecto de gobierno del presidente electo Danilo Medina.

Al sector duro del presidente Fernández se atribuye el incentivo a la división en el Partido Revolucionario Dominicano desde semanas antes de la convención que eligió el candidato.

Algunos de sus financistas llegaron a proclamar abiertamente que contribuían con Mejía o Vargas Maldonado y éste alegó que había perdido porque votaron cientos de miles de peledeístas.

Luego se ha dicho que han incentivado al grupo de Vargas Maldonado para que enfrentara la candidatura perredeísta.

Cuando en la campaña electoral se produjo una escisión entre los comentaristas  de la radioemisora Zeta 101, Gómez Casanova y otro seguidor de Vargas Maldonado se fueron junto a los peledeístas aduciendo parcialidad del medio a favor del PRD.

Una prolongada y profunda crisis en el PRD, cualquiera que sea su desenlace, deja inquietudes dentro de unas perspectivas de decisiones trascendentes como una reforma fiscal de gran magnitud.

La ausencia de un mínimo equilibrio político partidista no es necesariamente augurio de gobernabilidad ni estabilidad, pues podría remitir al fortalecimiento de los grupos populares que capitalizarían el descontento social, aunque también podría abrir espacio a la emergencia de una nueva organización política que encarne la oposición.

Mientras tanto, tiene validez la cita que hizo Espinal Báez de un amigo empresario que planteaba la necesidad de “seguir apoyando que el PRD siga concertando con el PRD para evitar que se siga venciendo a sí mismo; de lo contrario nuestra democracia se quedará con un solo suplidor y entonces dejaremos de ser democracia”.

Urgente renovación

Hay sectores en el PRD que no quieren jugar una partida en la que solo se debata si la organización queda en manos de Mejía o Vargas Maldonado, aunque entre  estos una parte comparte la convicción de que el último se descalificó al no apoyar la  candidatura del partido que presidía, en lo que se ha considerado un hecho sin precedente en la democracia.

En esta tesitura estarían dirigentes históricos como Hugo Tolentino Dipp, Milagros Ortiz Bosch, Ivelisse Prats Ramírez, Tony Raful, Enmanuel Esquea Guerrero y Tirso Mejía Ricart, y movimientos como el Foro Renovador y el Grupo Concertación por el Cambio Democrático, que promovieron el Congreso perredeísta celebrado en octubre del 2010, el cual aprobó un amplio programa de renovación que ha sido ignorado por la dirección partidaria.

El Grupo de Concertación, que integra a jóvenes profesionales, plantea que la crisis puede ser una oportunidad para renovar la estructura, reactivar los organismos, retomar la disciplina y la institucionalidad, volver sobre los principios ideológicos y abrirse a un nuevo liderazgo.

Dentro y fuera del  PRD son muchos los que plantean que no basta con romper el candado que sostiene la cadena que impide el paso a la casa nacional, sino que hay que abrir de par en par las puertas a la renovación de una estructura partidaria anquilosada.

Hugo Tolentino Dipp, uno de los que reivindican la social democracia que enarboló José Francisco Peña Gómez, dijo esta semana por televisión que “el PRD es un partido secuestrado por Vargas Maldonado, sin vinculación con el pueblo, que requiere rescatar sus fundamentos ideológicos y  definir una estrategia de oposición”.

Nelson Espinal Báez, un experto en solución de conflictos que el año pasado medió hasta que Vargas Maldonado aceptó proclamar la candidatura de Hipólito  Mejía, plantea una concertación para restaurar la disciplina, la transparencia  y la institucionalidad, aunque en un artículo publicado el miércoles en Diario Libre sostuvo que la concertación no puede verse como bálsamo para inequidades ni ilegalidades.

 

Solo si juega limpio el PRD se salvará

Por Juan Bolívar Díaz

La fuerte competencia entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado por la candidatura presidencial del Jacho pondrá a prueba la unidad de esa organización política en los próximos meses.

La fuerte competencia entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado  por la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) pondrá a prueba la unidad de esa organización política en los próximos meses.

En lo inmediato los siete precandidatos han tenido el acierto de coincidir en encargar la organización de la convención eleccionaria a tres de los perredeístas más aptos para ejercer el papel de árbitros: Enmanuel Esquea Guerrero, quien la presidirá; Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino Dipp como vicepresidentes.

Prevén bipolarización.  En diversos sectores perredeístas hay consciencia de que sólo un proceso electoral interno limpio y diáfano permitiría mantener la unidad partidista si el margen de diferencia entre los dos principales competidores es estrecho  como se viene perfilando en las últimas semanas.

Aunque faltan cinco meses para la elección del  candidato presidencial del PRD para los comicios presidenciales del 2012, desde ya se advierte una tendencia a la bipolarización entre el ex presidente de la República Hipólito Mejía y el presidente del partido, Miguel Vargas  Maldonado.

Otros cinco perredeístas se han manifestado precandidatos: Luis Abinader, Eligio Jáquez, Guido Gómez Mazara, Aníbal García Duvergé y Jesús Colón, aunque los dos últimos ni siquiera  han sido asimilados por la opinión pública.

Sin embargo, a cualquier perredeísta u observador que se le pregunte dará la misma respuesta: la candidatura se decidirá entre Vargas y Mejía. E incluso se cree que varios de los otros cinco precandidatos terminarán apoyando a uno de los reales competidores, probablemente al ex presidente del que casi todos fueron colaboradores, y porque adversan a Vargas Maldonado, a quien acusan desde ya de intentar manipular las estructuras y los recursos del partido para imponerse como candidato.

La irrupción de Hipólito.  Hasta mediados de año, Vargas Maldonado parecía correr cómodamente tras la candidatura del partido blanco, pero en junio el expresidente Mejía se lanzó con fuerte impulso al grito paternalista de “llegó papá. Y en la encuesta Gallup para HOY publicada en julio ya aparecieron  en  empate técnico en las preferencias generales.

Pero llamó la atención que entre quienes dijeron simpatizar por el PRD Mejía lo superó por 8 puntos.

Ambos proclaman que de acuerdo a sus propias encuestas,  ganarán abrumadoramente la candidatura. Pero en dos investigaciones auspiciadas por peledeístas y en la de un grupo empresarial, Mejía registró amplias ventajas, aunque recientemente otra marcó una tendencia a  reducirse.

Lo que parece indiscutible es que Vargas controla la Comisión Política y cuenta con el apoyo de gran parte de los legisladores, alcaldes y regidores.

En un reciente “Taller Nacional de Dirigentes” organizado por su grupo se llegó a afirmar que estaban presentes 58 de los 75 diputados, 52 de  los 57 alcaldes, 68 de los 87 directores de distritos municipales y 412 de los 520 regidores.

Es posible  que esas proporciones estén exageradas, pero pueden estar cerca de la realidad, ya que al presidente del PRD se le acusa de haber utilizado el cargo para postular a sus seguidores en los comicios de mayo pasado. El control de la maquinaria proporciona ventajas, sobre todo al contarse los votos, pero puede ser un bumerán donde los relegados tenían un liderazgo local.

Dentro y fuera del partido blanco no se subestima a Hipólito Mejía, a quien le sobra el carisma y la capacidad que le falta a Vargas Maldonado para vincularse a las masas, y además espera rentabilidad de los favores y distinciones que repartió en los cuatro años que presidió la nación.

Frente contra Vargas.  Por de pronto Vargas Maldonado podría tener que responder a todo un frente de competidores, particularmente integrado por Hipólito, Abinader, Gómez y Linares, quienes le impugnaron la semana pasada la sustitución de varios dirigentes de consejos regionales del municipio Santo Domingo Este, dispuesta de forma administrativa por el secretario general del partido, Orlando Jorge Mera.

Cuando las sustituciones estaban a punto de constituirse en una confrontación,  el Pleno del Comité Municipal decidió “dejarlas sin efecto” al considerarlas  violatorias de los Estatutos del partido, que atribuyen esa facultad a la Comisión Política, y de una resolución del reciente Congreso del PRD.

La objeción podría llegar a la próxima reunión de la Comisión Política fijada para el día 21, pero aplazada para el 28, por viaje de Vargas Maldonado.

Esa sesión tiene la misión de concluir la integración de la Comisión Organizadora de la convención eleccionaria y fijar su fecha en marzo próximo, la que estará encabezada por Enmanuel Esquea, Milagros Ortiz Bosch y Hugo Tolentino. Entre estos decidieron que la presidirá el primero.

El difícil proceso recayó en buenas manos, pues esos tres dirigentes históricos del perredeísmo son considerados incorruptibles e indoblegables y han sido señalados de consenso por todos los precandidatos.

Pero habrá que esperar a ver si el espíritu de consenso se extiende al resto de los comisionados, algunos clave como los del Centro de cómputos.

El papel  de esos comisionados será fundamental para salvar al PRD de una división o de nuevos sacudimientos internos que le resten crédito para constituirse en opción de Gobierno.

La precaria institucionalidad democrática del partidismo político dominicano estará a prueba nuevamente.

Resumen de las Resoluciones de la Mesa de Unidad y Concertación  Del Congreso José Francisco Peña Gómez

1.- La XXIX Convención Extraordinaria llevará el nombre de Angel Miolán.

2.- Todos los perredeístas se comprometen a ofrecer apoyo irrestricto al que resulte ganador.

3.- Los organismos que requieran ser reestructurados o completados deberán serlo acorde a los Estatutos y con equilibrio de todas las corrientes.

4.- La Comisión Política será convocada para el 21 de octubre para seleccionar y ratificar la Comisión Organizadora y fijar fecha de inicio de la campaña interna.

5.- Milagros Ortiz Bosch, Enmanuel Esquea y Hugo Tolentino  serán presidente y vicepresidentes. Ellos mismos decidirán el orden.

6.- La Comisión Política reunirá el CEN para que convoque la Convención en marzo del 2011.

7.- El director del Centro de Cómputos de los resultados será seleccionado por la Comisión Organizadora. Todos los precandidatos tendrán un representante allí.

8.- El padrón será semi-abierto, es decir el de la JCE excluyendo a los militantes de los demás partidos.

9.- Todos se comprometen a una campaña electoral respetuosa y a participar en la elaboración de un Proyecto de Nación  que orientaría el ejercicio gubernamental.

10.- El candidato presidencial será también presidente del partido con carácter transitorio. La Comisión Organizadora de la Convención determinará la proporción que corresponderá a los precandidatos participantes en los organismos de dirección del partido.