Los dilemas del PRM entre Hipólito y Abinader

Por Juan Bolívar Díaz
ABINADER

La consulta mediante encuestas de amplia representatividad podría ser el mecanismo más expedito, de menor costo económico y más seguro para la elección del candidato presidencial del nuevo Partido Revolucionario Moderno (PRM) que todavía se encuentra en la etapa del afianzamiento y construcción nacional.

Los principales líderes del PRM, comenzando por Hipólito Mejía y Luis Abinader, se muestran conscientes de que si quieren construir una nueva opción política que capitalice la división del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) tienen que superar la cultura de la imposición y demostrar cohesión y capacidad gerencial.

Coherencia o morir

Los dirigentes del nuevo partido, encabezados por Hipólito Mejía y Luis Abinader dicen estar conscientes de que están obligados a dar firmes demostraciones de coherencia con los principios y el concierto democrático para poder capitalizar la oposición pol´tiocia y crear nuevas ilusiones de cambio fgrente a una maquinaria como la representada por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que se ha impuesto en las últimas cinco elecciones generales.

El abandono de las prácticas democráticas, las intensas luchas internas y el canibalismo en que devino el PRD alcanzaron niveles de saturación y descrédito tan altos que muchos esperan que se repitan en el PRM. Con eso cuentan los líderes del partido de gobierno y gran parte de los columnistas y comentaristas de los medios informativos.

Los vaticinios  insisten en que Mejía y Abinader terminarán protagonizando una confrontación al estilo perredeísta que liquidaría el nuevo partido al que las encuestas atribuyen una gran proporción de los que militaron en el perredeísmo histórico. Tratando de mantener la ilusión de cambio, los dos dirigentes se empeñan en  aparecer juntos en la mayoría de las actividades partidistas.

Muchos de los que abandonaron las filas perredeístas para seguir a Mejía y Abinader se  inscriben entre quienes consideran que no tiene ningún futuro una reproducción de las prácticas antidemocráticas que han reducido al mínimo al más antiguo partido político nacional. Tanto el presidente Andrés Bautista como el secretario general del PRM, Jesús Vásquez, se cuentan entre quienes rechazan la reedición de las confrontaciones.

Candidatura presidencial

La primera disyuntiva del PRM es cómo escoger candidato presidencial para las elecciones del 2016, sin haber elaborado un padrón de militantes, marchando contra el tiempo, y cómo evadir el riesgo de que una competencia entre sus líderes principales que podría generar confrontaciones en los niveles medios y bajos donde el clientelismo político alcanza categoría de fanatismo.

El mecanismo más democrático sería la elección primaria, mediante la votación universal de los miembros, pero en este caso cuáles miembros, si el PRM está apenas en la etapa de la construcción de cuadros a nivel nacional y no tiene un padrón. Crearlo tomaría meses y tendría un costo económico considerable, a la vez que incentivaría la competencia desenfrenada que ratificaría una imagen que pretenden borrar.

Otro mecanismo sería la adopción del padrón nacional de electores, excluyéndole los registrados en los padrones del PLD y del Partido Reformista Social Cristiano, como se hizo en el 2011 cuando Mejía fue electo candidato presidencial, pero ese fue el origen de la división, ya que el precandidato derrotado, Miguel Vargas Maldonado, alegó que dos o tres cientos mil peledeístas habrían votado para inclinar la balanza en su contra. Ahora tendrían la dificultad adicional de identificar y excluir a los que se mantienen en el PRD que ya tiene al mismo Vargas proclamado candidato presidencial.

El tiempo conspira contra la oposición cuando al menos cinco peledeístas, incluyendo al expresidente Leonel Fernández, llevan ya más de un año en campaña por la candidatura presidencial y se va afianzando la idea de que no tienen competencia. El PRM tendría por delante también la constitución de la “Convergencia”, un frente amplio de oposición para enfrentar la corporación política en el poder, lo que con más razón supondría otra votación universal si logra integrar a varios partidos políticos.

Proponen encuestas

En ese contexto fue que tomó cuerpo recientemente la idea de escoger al candidato del nuevo partido a través de tres encuestas de amplias muestras a ser realizadas por diversas firmas. Se dijo que en principio estuvieron de acuerdo los aspirantes públicos a la candidatura: Luis Abinader, Geanilda Vásquez y Amaury Justo Duarte, además de Hipólito Mejía y los principales dirigentes del PRM. Pero posteriormente surgieron objeciones desde sectores que tratan de convencer a  Mejía de lanzarse a la búsqueda de la candidatura y quienes creen que en campaña sobre el territorio nadie le ganaría.

Tienen razón los críticos en que las encuestas no son un método de elección de candidatos, pero en un partido emergente se hace hasta por consenso entre sus dirigentes. En este caso si todos los aspirantes aceptan someterse al resultado de investigaciones científicas, no deja de ser una consulta que podría incluir sólo a quienes se confiesen simpatizantes del nuevo partido o al universo ciudadano.

También es cierto que ese mecanismo no está previsto en la Ley Electoral, pero sí la convención por delegados. Si en ella todos los aspirantes a la candidatura validan los resultados, estarían acogiendo un mecanismo de consulta de la opinión ciudadana. Pero es obvio que para implementarlo necesitaría el compromiso previo de todos los precandidatos y de la dirección del partido.

Hipólito en su laberinto

Nadie debe subestimar la posibilidad de que el expresidente gane una convención interna, una vez decida lanzarse tras la candidatura presidencial, dado su arraigo y carisma, pero lo mismo podría ocurrir con encuestas. Subyace en esa subestimación la alta tasa de rechazo que le registran las encuestas de los últimos años con la que tendría que enfrentarse una vez fuere proclamado candidato.

El propio Mejía, que tendrá 75 años para la próxima elección, está consciente de sus dificultades y de que se arriesgaría a concluir su carrera política con una tercera derrota electoral consecutiva después de haber sido presidente de la República. No le favorece el haber sido visualizado como protagonista, junto a Vargas Maldonado, de la división del PRD. Con los dos de candidatos es difícil que alguno pueda desplazar del  poder al PLD. Serían circunstancias más difíciles que en el 2012.

En conversaciones privadas Mejía ha reconocido que él también podría constituirse en líder del frente electoral Convergencia y auspiciar otra candidatura que cree nuevas expectativas e ilusiones de cambio, sobre todo si tiene más posibilidades de acercarse a la mayoría joven del electorado, a las mujeres y a los sin partido.

Aunque muchos de sus seguidores, especialmente sus más cercanos colaboradores, lo quieren de nuevo en la lucha por el poder, Hipólito no ha decidido lanzar su candidatura y durante meses ha dicho a empresarios, diplomáticos y profesionales amigos que no protagonizaría una batalla electoral tras la larga agonía de su viejo PRD y que respaldaría a Abinader, quien fuera su candidato vicepresidencial en los comicios del 2012.

El 21 de mayo pasado ante el Grupo de Comunicaciones Corripio, Mejía dijo que nunca sería obstáculo para el desarrollo de otros liderazgos, que se mantendría equidistante de los aspirantes a la candidatura presidencial, que su prioridad sería la construcción de la Convergencia para derrotar el continuismo y sobre una eventual nominación suya dijo que “estaré en el lugar donde las circunstancias y las mayorías me requieran”.

Ventajas de Abinader

Economista y empresario, Luis Abinader ha venido afianzándose como opción electoral desde su papel como candidato vicepresidencial en el 2012 y ha mantenido un crecimiento sostenido en las encuestas, con preponderancia tanto entre sus partidarios como en el universo. No tiene el carisma de Mejía, pero el día de las elecciones estará en los 48 años, lo que le permitiría acercarse más al segmento mayoritario del electorado.

Con la más baja tasa de rechazo en las encuestas Gallup, similar a la del presidente Danilo Medina, goza de buena imagen en importantes sectores empresariales, intelectuales y profesionales y en clases medias deseosos de nuevas opciones. Es en estos sectores donde podría encontrarse un caudal de votos para vencer la maquinaria en el poder que con sus políticas clentelistas cuenta con mayor apoyo firme en los sectores populares.

Para salir adelante Abinader tendría que contar con el apoyo decidido de Hipólito Mejía que mantiene fortaleza en sectores populares. Pero lo mismo, si Mejía fuera el candidato tampoco saldría adelante sin el respaldo firme de Abinader. Doble razón por la que muchos creen que si se enfrentan en una lucha por la nominación presidencial, matarán en la cuna la criatura con la que pretenden sustituir el histórico PRD.

Vargas se ratifica como propietario del PRD

Por Juan Bolívar Díaz

El último round de la lucha interna en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) evidencia que su presidente, Miguel Vargas Maldonado,  mantendrá el secuestro de sus organismos y está dispuesto a descuartizarlo, a menos que la mayoría se comprometa a erigirlo candidato presidencial para los comicios del 2016.

Malversado su capital político, con escaso apoyo y cuestionada legitimidad, el ingeniero empresario persigue recuperar y rentabilizar su inmensa inversión económica en la política, por lo cual no tiene el mínimo interés en que se solucione la crisis que mantiene maniatado al principal partido de oposición.

El extremo de la ambición.  Ha quedado transparente en el intercambio de comunicaciones que  marca la ruptura del último intento de diálogo para solucionar la crisis del PRD, iniciado con una reunión entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía el 2 de mayo, la extrema ambición del primero, quien condiciona cualquier acuerdo a que le garanticen la candidatura presidencial para el 2016, la mitad de las candidaturas legislativas y municipales y un año de prórroga en la presidencia del partido, que concluye el 19 de julio próximo.

Esas condiciones las rechazó el expresidente de la República Hipólito Mejía en carta dirigida a Vargas con fecha 17 de junio, indicando que fueron presentadas verbalmente por su delegado Eduardo Jorge Prats al secretario general Orlando Jorge Mera, estos dos convertidos en intermediarios a raíz de una segunda reunión Vargas-Mejía el 4 de junio en la residencia del eminente neurocirujano José Joaquín Puello.

Al responder la carta de Mejía, en un extenso documento escrito del  23 de junio, Vargas confirma sus condiciones, indicando que en la primera reunión, celebrada en casa del general (r) Miguel Soto Jiménez “no formulé una propuesta de acuerdo, sino más bien, que se arribó de forma preliminar al acuerdo en sí, con el total consentimiento de las partes, bajo la premisa de que el ex Presidente Mejía a su decir público, no aspiraría a ningún cargo de ser amnistiado en el PRD y que apoyaría mi candidatura reservando la eventual candidatura vicepresidencial para su hija, la señora Carolina Mejía”… “También se acordó una cuota para su sector en la dirigencia del Partido, garantizado en un proceso convencional transparente y ejemplarizante”.

 Acuerdo preliminar no obliga.  Aún si en la reunión del  2 de mayo hubiese habido un acuerdo preliminar, verbal, sin testigos, sin contar con el resto del partido, incluyendo a los demás dirigentes y a grupos que tienen otras posiciones, como el que encabeza Luis Abinader, el Foro Renovador o la “Tercera Fuerza”, no había obligación y cualquiera de las dos partes podía luego formalizar condiciones y modificaciones, como ocurre a diario en todo tipo de actividad humana, sin que ello implique romper diálogo o negociación.

Una carta pública de Mejía a Vargas fechada el 8 de mayo, seis días después del encuentro inicial, ayuda a entender que si hubo algún acuerdo fue seguir explorando caminos de entendimiento. Lamenta que el presidente del partido no quiso que dos días después se conmemorara unificadamente el aniversario de la muerte del líder Peña Gómez, pese a lo cual le proponía “la formación de una Comisión de seis personas (tres que tú elijas y la nuestra por tres que representan la institucionalidad) con el fin de que preparen el Protocolo que nos permita discutir y definir la hoja de ruta y la agenda, de acuerdo con los Estatutos, y solucionar la crisis que vive el partido”…Si hubiese habido un preacuerdo tan generoso con él, Vargas debió aceptar ambas propuestas.

En otra carta a Vargas, el 28 de mayo, una semana antes de la reunión en casa de Puello, en el interés de “asegurar que el próximo encuentro que celebremos tenga resultados positivos”, Mejía planteó una agenda de cinco puntos: línea de oposición al Gobierno, cronograma y hoja de ruta para la Convención Nacional Ordinaria que elegiría nuevos directivos, posición ante los proyectos de leyes de Partidos y Electoral, reencuentro de todas las autoridades partidarias electas en la convención del 2009, y reunión de la Comisión Política y el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) para aprobar.

La realidad es que sistemáticamente Mejía, como la generalidad del liderazgo perredeísta, ha reclamado la convocatoria de los organismos del partido para buscar soluciones democráticas y unitarias, lo que el presidente del partido ha evadido.

  Reacciones contradictorias.  Las expectativas de reunificación  que acariciaban los perredeístas se esfuman  luego que su presidente diera por roto el diálogo, acusando a Mejía de haber “malogrado el preacuerdo”. El 26 de junio comunicó a la Junta Central Electoral (JCE)  que “hemos iniciado los trabajos con el objetivo de celebrar nuestra Convención Nacional a partir del mes de febrero del año 2014”, sin señalar una fecha fija. Dice que antes convocará el CEN para actualizar la lista de militantes y dirigentes, reestructurar los organismos de dirección y designar la comisión organizadora de la convención.

Esa fue su respuesta a la solicitud de 90 miembros de la Comisión Política que el 20 de junio, amparados en el artículo 34 de sus Estatutos, le solicitaron reunir  ese organismo para aprobar la línea de oposición al Gobierno y convocar el CEN “para la celebración de la Convención Ordinaria del partido en el 2013”.

Es obvio que Vargas persiste en ignorar que fue juramentado para un período de 4 años que inició el 19 de julio del 2009, como ha certificado la JCE, por lo que vence en tres semanas, y que él solo, sin aprobación de ningún organismo, no puede  prolongarse legítimamente como presidente del PRD. Ha argumentado que puede hacerlo por haber atravesado por un “período de ingobernabilidad partidaria”.

Descuartizar el buey blanco.  Más allá del aparato mediático que controla el expresidente Leonel Fernández, que sistemáticamente promueve y defiende al presidente del PRD, la percepción general es que éste ha malversado su capital político en la alianza con el líder peledeísta iniciada con el pacto que suscribieron en el 2009 y una serie de errores  políticos que le llevaron a perder la candidatura presidencial del 2012.

El escaso apoyo de Vargas en el electorado en general y entre quienes se confiesan perredeístas, ha sido registrado en múltiples encuestas, relevantemente en las dos últimas de Gallup-HOY y en la Penn Schoen Bertland. En la última Gallup, de abril pasado, solo el 9 por ciento de los perredeístas lo favorecía como próximo candidato presidencial, mientras a Luis Abinader lo apoyaba el 41 por ciento y el 35 por ciento a Hipólito Mejía. El 50 por ciento lo responsabilizaba individualmente de la crisis de su partido y solo 6 por ciento a Mejía. El 40 por ciento a ambos por igual.

Vargas es consciente de sus dificultades, razón por la cual evade cualquier consulta democrática, especialmente una convención con el voto universal. Busca ganar tiempo remitiendo la convención ordinaria para una fecha imprecisa del año próximo, que luego puede ser el 2015. Administrando sin rendir cuentas el subsidio del presupuesto nacional, de unos 20  millones mensuales, y contando con respaldo en “las cortes de Leonel”, espera mejorar su posición si es quien escoge entre los miles que aspirarán a ser postulados a los cargos legislativos y municipales para el 2016.

En esa perspectiva al PRD le espera una división que le desacreditaría aún más ante el electorado y reduciría sus posibilidades electorales. Mientras más tarde, menos posibilidades de las partes para restaurar la fuerza electoral del partido. Vargas no ha podido siquiera reconciliarse con casi todos los dirigentes perredeístas que lo apoyaron en la lucha por la candidatura del 2012, y por el contrario ha expulsado  al presidente en funciones Andrés Bautista, y supendido al secretario general Orlando Jorge, y a la secretaria de Organización Geanilda Vásquez.

Se ven muy reducidas sus posibilidades de reunificar la mayoría del PRD para llevarlo al poder y el camino que lleva lo conduce a descuartizar el viejo buey blanco, pero mientras tanto él y algunos de sus seguidores se benefician del presupuesto nacional y de algunos contratos y favores que les dejó el gobierno de Leonel Fernández, quien cifra en la división del PRD sus posibilidades de volver a ser candidato de su partido y retornar al poder.

Subestimación e insulto

El confuso párrafo antes citado indica que Vargas subestima la inteligencia de Mejía e insulta a la comunidad perredeísta, a los que han mediado en la crisis de ese partido, y a toda la sociedad, que reclama respeto a los procedimientos democráticos.

Sostiene que “no formulé una propuesta de acuerdo”, para seguido decir que “se arribó de forma preliminar al acuerdo en sí”, sin nada escrito, en una conversación entre dos, sin testigo de lo hablado. Si él no formuló la propuesta, hay que deducir que quien lo hizo fue Mejía. En un diálogo que desde el día siguiente éste dijo que había sido un simple “romper el hielo” y que a solas no duró 30 minutos. Según la versión, Mejía fue a claudicar ante un contradictor al que acusa de haberle hecho perder la presidencia de la nación, de aliado al presidente del partido de gobierno, después de dos años de graves confrontaciones, incluido que Vargas se negó a reunirse con el candidato presidencial, con múltiples agravios de ambas partes, enfrentamiento violento en el local nacional del PRD y negativa sistemática a convocar los organismos partidarios.

Según Vargas, Mejía virtualmente se retiraba, pues “no aspiraría a ningún cargo de ser amnistiado en el PRD”, lo único que obtendría Mejía con ese “preacuerdo” , además del perdón, era “la eventual candidatura vicepresidencial para su hija”, aunque “también se acordó una cuota para su sector en la dirigencia del partido”, no en las candidaturas legislativas y municipales, y de ganar el gobierno “una serie de cargos en la administración pública”.

El presidente perredeísta citó como testigos a los mediadores. Soto Jiménez dijo que esas fueron las condiciones de Vargas para el diálogo y que éste le dijo que Mejía las había aceptado. El doctor Puello ha preferido reservarse como mediador, pero al ser preguntado dijo que “delante de mí no ha habido algo que pudiéramos llamar acuerdos, sino propuestas y contradicciones”.

 

El PRD al borde de su peor división

Por Juan Bolívar Díaz
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El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) afronta lo que podría ser su peor división, tras haber superado seis anteriores en los 74 años que acaba de cumplir, ya que actualmente carece de grandes propósitos y de un líder en capacidad de reunificarlo y devolver la vida a sus órganos atrofiados.

Con ventajas en los tribunales Electoral y Constitucional, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado,  encarnando un “nuevo PRD” se encamina a quedarse no sólo con la casa nacional partidaria, que el viejo perredeísmo ya perdió dos veces, sino también con el nombre y los símbolos, y también con la subvención estatal.

Pasos hacia el abismo.  Cada semana el perredeísmo da nuevos pasos hacia el abismo de una división que esta vez tiene signos ominosos por la ausencia de líderes como Juan Bosch o José Francisco Peña Gómez que en el pasado mantuvieron o rescataron la mística que ha extendido por tres cuartos de siglo de existencia de la más prolongada organización política nacional y de las más antiguas de América Latina.

A pocos ha sorprendido que el Tribunal Superior Electoral (TSE) siguiera dando aprobación a las expulsiones y suspensiones dictadas por un tribunal disciplinario constituido en juez y parte, en contradicción con elementales principios del derecho, dejando a los afectados sin más recurso que apelar ante el Tribunal Constitucional. Pero en este como en el Electoral el grupo de Vargas cuenta con ventaja fruto del pacto que, sin aprobación partidaria, hizo en el 2009 con el expresidente Leonel Fernández.

El presidente del PRD rechazó de inmediato la propuesta del expresidente Hipólito Mejía para que la Iglesia Católica mediara en busca de una salida concertada a la crisis, y para no dejar dudas de su firmeza convocó para hoy domingo una reunión del Comité Ejecutivo Nacional que ratificaría las sanciones de la semana anterior.

Con el expresidente Hipólito Mejía y el presidente en funciones Andrés Bautista expulsados, e impedidos de participar en la reunión del CEN, al igual que los suspendidos Orlando Jorge y Geanilda Vásquez, se ignora si el grueso de sus seguidores y aliados internos concurrirán a la cita de este domingo. En cualquier caso estarían en desventaja dentro de un local donde no caben los 2,307 miembros que constituyen el organismo de acuerdo con la nómina que registró Vargas ante la Junta Central Electoral el 18 de mayo pasado, justo el día en que su partido concluía la campaña electoral.

Esa nómina ya está reconocida por el TSE, aunque Enmanuel Esquea Guerrero,  expresidente del PRD y abogado de los expulsados y suspendidos, sostiene que excluye a unos 300 de los 1,790 miembros que tenía cuando ratificaron a Vargas Maldonado  como presidente en el 2009 y cuando en el 2011 fue proclamado Mejía como candidato presidencial, y que incluye a unos 550 nuevos.

En manos de Vargas.  La división es un hecho, porque Vargas Maldonado ha demostrado que quiere el partido para él solo, el “nuevo PRD” que proclamó al ser investido presidente, donde nadie le dispute su preponderancia y que no se le ocurra volver a descartarlo como candidato presidencial, como ocurrió en la última convención del 6 de marzo del 2011.

Cuenta con las ventajas de las cortes y el apoyo del expresidente Leonel Fernández y su partido en el poder, y con la dispersión e ineficacia de la mayoría de sus contradictores.

Se quedará no solo con la Casa Nacional, que mantiene encadenada desde mediados del año pasado, sino también con el nombre y los símbolos del viejo partido, así como con la subvención del Presupuesto Nacional, que el año pasado significó 374 millones de pesos, el 0.5 por ciento de los ingresos fiscales.

Para 2013, como no hay elección se reduce al 0.25 por ciento, pero como crecen las recaudaciones, alcanzaría 254 millones de pesos, con el estimado de ingresos de 384 mil millones de pesos.

Con apenas un puñado de los dirigentes nacionales del PRD, y dado que confrontó al candidato presidencial que arrastró a más del 90 por ciento de sus militantes y obtuvo el 47 por ciento de la votación nacional, Vargas tendrá escasas posibilidades de reunificar ese partido y rescatar sus apoyos externos.

Más aún por su limitado carisma político y por girar hacia la derecha política, un espacio que corresponde a Leonel Fernández, el próximo candidato presidencial del partido oficialista.

Con un poco de suerte, el “nuevo PRD” podría sobrevivir gracias al financiamiento público y con el reparto de candidaturas para los comicios del 2016. Pero le resultará muy difícil remontar el descrédito que sufrirá en la imagen democrática que acumuló durante décadas y que le dio vigencia a pesar de la frecuencia con que la pluralidad ha devenido en confrontación abierta.

Una prolongada agonía.  El PRD es víctima de una prolongada agonía, originada en el pragmatismo que  afecta al sistema partidista, y que en su caso ha adolecido de una renovación del liderazgo en todos sus niveles. Decenas de dirigentes nacionales ya cansados, frustrados o resignados, ni siquiera han protestado tras haber sido excluidos por acción individual.

Los organismos perredeístas, desde los comités de base al CEN, dejaron de ser operantes y solo eso explica que se permitieran el lujo de ir a las elecciones presidenciales del año pasado con un presidente que junto a un pequeño núcleo, trabajaba para provocar la derrota, algo insólito y sin precedente en la democracia.

La mayoría de los dirigentes del partido blanco, incluyendo los de edad media, y cientos de jóvenes formados en los cursos de gestión política quedaron inmovilizados en medio del conflicto, a lo que contribuyó la reducción del conflicto a la confrontación entre Vargas y Mejía, y que éste aceptó el juego sin echarse a un lado y llamar a la renovación del partido para preservarlo, aunque tanto en la campaña electoral como después dejó abiertas las puertas a un entendimiento que salvara la unidad.

Hipólito Mejía fue responsable en parte de la degradación de la mística y la democracia interna del perredeísmo cuando desde la Presidencia, entre el 2000 y el 2004, practicó el autoritarismo y compró voluntades para imponer una inútil reforma constitucional que le permitiera buscar la reelección en condiciones que obligaban a una alternativa.

Se impuso sobre símbolos perredeístas como Milagros Ortiz Bosch, Emmanuel Esquea Guerrero, Hugo Tolentino Dipp y Hatuey Decamps, quien terminó expulsado.

Dos derrotas consecutivas como candidato presidencial debieron ser suficientes para que Hipólito Mejía promoviera una renovación.

El haber obtenido el 47 por ciento de la votación en una elección tan desigual, luchando hasta con el presidente de su partido en contra, le ha permitido mantener su esperanza de volver al poder, ignorando que una parte de ese sufragio fue por sanción a la gestión del PLD. Eso ha contribuido a inhibir a muchos partidarios de la renovación.

No hay quien salve al PRD. La validación de las expulsiones y suspensiones por el TSE puede ser el golpe de gracia a la unidad del PRD que quedaría profundamente escindido y con un nuevo liderazgo fundado en el pragmatismo político. Sería la octava división del partido blanco y esta vez con preponderancia de una minoría de sus dirigentes y sin un líder en capacidad de reunificarlo. La primera fragmentación ocurrió en 1940, al año de fundado en el exilio, protagonizada por su primer secretario general, Juan Isidro Jimenes Grullón, quien luego crearía la Alianza Social Demócrata.

Recién llegado al país en 1961, dos de sus tres precursores, Nicolás Silfa y Ramón Castillo, se fueron casi solos para constituir el Partido Revolucionario Dominicano Auténtico y el Partido Progresista Demócrata Cristiano. No hicieron mella a un partido que lideraba Juan Bosch. Otra insignificante fue la salida de Rafael Peguero Méndez, quien con otros nueve diputados expulsados, adquirió la franquicia del Partido Popular Cristiano en 1998.

La mayor división del PRD fue la protagonizada por el profesor Juan Bosch en diciembre de 1973, cuando renunció para constituir el Partido de la Liberación Dominicana. Se quedó con el local nacional, pero la mayoría se mantuvo en el partido blanco que ya contaba con el liderazgo de relevo de Peña Gómez, que 4 años y medio después lo llevaría al poder.

La escisión del perredeismo fue casi a la mitad tras la derrota electoral de 1986, protagonizada por las rivalidades de los grupos del candidato perdedor Jacobo Majluta y Peña Gómez, que dieron origen a dos partidos el Revolucionario Independiente y el Bloque Institucional Social Demócrata. Otra vez el liderazgo peñagomista logró rescatar la unidad para resurgir con fuerza. La séptima y última fue originada en la expulsión de Hatuey Decamps, quien lo presidía, y constituyó el Partido Revolucionario Social Demócrata, quedándose con el local nacional.

Ironía de la política nacional. Hipólito Mejía contribuyó a elevar el protagonismo político de Miguel Vargas. Lo mantuvo sus cuatro años como ministro de Obras Públicas clave para aumentar fortunas, y luego lo respaldó para la candidatura presidencial del 2008, prefiriéndolo a Milagros Ortiz Bosch,  y un año después para la presidencia del partido. El expresidente propició el rescate de Fiquito Vásquez, que había sido expulsado por traición y quien ahora preside el tribunal que lo extraña del partido que más votos recibió, con Mejía de candidato, en la última consulta democrática hace solo ocho meses.

De espalda a la realidad del país, la división del PRD auspiciará el retorno al poder dentro de tres años del nuevo caudillo Leonel Fernández, dueño del escenario judicial y político nacional, quien ya hace tiempo se apropió del Partido Reformista Social Cristiano que durante más de tres décadas compartió con el perredeismo el dominio de la política dominicana.

 

Persistente empeño en aniquilar el PRD

Por Juan Bolívar Díaz
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El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) ha entrado en un tercer año consecutivo de crisis institucional que prolonga una agonía que lo incapacita para ejercer el papel de oposición y equilibrio político que requiere el desarrollo democrático nacional, sin que se vislumbre una salida que no sea una convención democrática.

Numerosos esfuerzos por alcanzar acuerdos para convocar los organismos de dirección de ese partido han tropezado con la resistencia de su presidente Miguel Vargas Maldonado, quien parece haber asumido la misión de desguañangar una organización que en sus 74 años ha sobrevivido a múltiples avatares.

Se profundiza la agonía.  La pretendida expulsión del expresidente de la República Hipólito Mejía y del presidente en funciones del PRD Andrés Bautista, así como la suspensión por dos años de su secretario general Orlando Jorge Mera y su secretaria nacional de organización Geanilda Vásquez, profundiza la agonía del más antiguo instrumento del sistema partidista dominicano, sin que se vislumbre posibilidad de rectificación.

El 2012 terminó en la expectativa de que el presidente del partido blanco, Miguel Vargas Maldonado, respondiera una solicitud de más de un centenar de dirigentes de que convocara la Comisión Política (CP) perredeísta para abrir una vía institucional de entendimiento. Pero la respuesta al comenzar el año ha sido la convocatoria a un juicio disciplinario que abona la división.

Con la casa nacional del PRD encadenada y con impedimento de entrada de sus dirigentes nacionales e históricos, Vargas Maldonado monta un tribunal disciplinario sin la menor legitimidad estatutaria ni democrática, ya que fue conformado por seguidores de su fracción, violentando el principio de que no se puede ser juez y parte a la vez.

Resulta grotesco que tuvieran que apelar a oficiales de la Policía para hacer prevalecer un listado de quienes podían o no ingresar al local partidario. Hasta la “peligrosa profesora” doña Ivelisse Prats está impedida de entrar a sus oficinas. El juez presidente sería Rafael Francisco Vásquez (Fiquito), con un largo historial conflictivo desde que en 1985 armó un tiroteo que anarquizó una  convención que pretendía elegir candidato presidencial, y quien en 1998 fue expulsado del partido junto a otros nueve diputados  por aliarse al gobierno de Leonel Fernández desafiando a su dirección.

Fiquito Vásquez fue designado presidente del tribunal el 1 de noviembre del 2012 en sustitución de José Luis Tavárez, quien había sido electo apenas cuatro meses antes, el 29 de junio. Quien actuó de fiscal, Geovanny Tejada, fue designado  el 3 de junio pasado en sustitución de Nelson Arroyo, antes que este terminara su período en el 2013. En una instancia de  impugnación elevada ante el Tribunal Superior Electoral y pendiente de fallo, se documenta que esas designaciones no fueron ratificadas por la CP como indica el artículo 206 de los estatutos partidarios ni acorde con el 31, 121 y 172.

Responsabilidad compartida.   Es obvio que la responsabilidad de la crisis rebasa el resentimiento de Vargas Maldonado y se extiende al primitivismo político con que a menudo actúa Hipólito Mejía, y a todo su alto liderazgo que se acostumbró a los acuerdos de aposento, al margen de los organismos, lo que degradó la democracia interna. Aunque Vargas lo extremó cuando invirtió una altísima suma de dinero para comprar voluntades y actuó como quien adquiere una nueva empresa, sin capacidad para gerenciar las diversidades y disensiones.

Los organismos perredeístas medios y de base han venido siendo inmovilizados desde antes que Vargas asumiera la presidencia y las ambiciones personales han predominado sobre los objetivos partidarios y ni hablar de los propósitos nacionales. La mayoría de sus dirigentes lucen desmovilizados, dejando todo el espacio a los más ambiciosos y ha permitido que la crisis se vea como un simple enfrentamiento entre Vargas y Mejía.

La crisis del PRD no deja de ser una expresión de la crisis de la institucionalidad democrática nacional, donde el estado de derecho y la legitimidad son carcomidas por la corrupción y la imposición para mantener privilegios cada vez más desproporcionados. Es obvio que la confrontación perredeísta ha sido estimulada y financiada con los recursos del Estado y abonada por los repartos originados en el pacto del 2009 del presidente Leonel Fernández con Vargas Maldonado, quien a título de excandidato comprometió al PRD pasando por encima a todos sus dirigentes y organismos. Por eso Fernández le dio una cuota en la Suprema Corte, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Superior Electoral, lo que se pregona como una de sus “fortalezas”.

La voluntad democrática.   A pesar de que el precario equilibrio de la democracia dominicana requiere un partido de oposición, cada vez más hay quienes quitan relevancia al PRD y hasta se plantea que lo más conveniente podría ser que acabaran de desguañangarlo, para ver si surge una mejor alternativa partidista, lo que no parece a la vista, dado el conservadurismo y la desmovilización predominantes.

En los cenáculos políticos se advierte que la división del PRD es irremisible por los intereses que la alientan, entre ellos porque parece la mejor garantía para que Leonel Fernández vuelva al poder en el 2016, reeditando el continuismo de Santana, Báez, Lilís, Horacio Vásquez, Trujillo y Balaguer, hilo conductor de la historia política nacional.

Lo que se puede discutir es si la división se producirá civilizadamente o por actos de violencia e imposición. Si la mayoría de sus dirigentes, más allá de las voluntades de Vargas y Mejía, se lo propusieran tal vez podrían lograr algún arbitraje y una observación externa capaz de incentivar la realización de una convención democrática, donde quede certificada la voluntad de las mayorías de los perredeístas.

Es lo que han propuesto y pactado varias comisiones, la última en septiembre pasado integrada por Peggy Cabral, Neney Cabrera, Nelson Espinal, Siquió NG de la Rosa, Eligio Jáquez, William Jana y Ángel de la Cruz. Obtuvo apoyo de los cuatro recién sancionados, pero Vargas no respondió. Como tampoco respondió la solicitud del centenar de dirigentes, por iniciativa de una “tercera fuerza”, que en noviembre pidió reunir la Comisión Política para iniciar el proceso de elección de nuevos dirigentes.

Vargas Maldonado aduce que su mandato de 4 años termina en el 2014, porque según él comenzó en el 2010. Los periódicos y documentos permiten establecer que fue propuesto a “unanimidad” por una reunión de la Comisión Política el 7 de junio del 2009. La segunda resolución de la XXVII Convención Nacional Ordinaria del 19 de julio del mismo año indica: “Se aprueba la elección del compañero Ing. Miguel Vargas Maldonado y en consecuencia se proclama como presidente del Partido Revolucionario Dominicano para el período 2009-2013”.  Dos días antes, el 17, la entonces Cámara Contenciosa de la JCE, mediante su Resolución 049-2009 estableció “como al efecto declara, en cuanto al fondo, buena y válida la convocatoria única y exclusivamente para la proclamación y juramentación del Ing. Miguel Vargas Maldonado como presidente del Partido Revolucionario Dominicano a celebrarse el domingo 19 de julio del 2009, dentro de las actividades de la XXVII Convención Nacional Ordinaria, por haber sido realizada por los organismos competentes, de conformidad con los Estatutos del PRD y el Reglamento de la indicada convención”.

Una división irrevocable

En El Tema de Hoy del 3 de junio del 2012 se planteaba que “el PRD está fraccionado desde la convención que escogió candidato presidencial hace 15 meses y si no pudo reunificarse aún cuando las encuestas lo proyectaban ganador de las elecciones, parece casi imposible que lo logre tras la derrota”. Numerosos esfuerzos realizados desde entonces han ratificado ese criterio.

A un año y diez meses de la convención del 6 de marzo del 2011 que escogió a Hipólito Mejía candidato presidencial, Vargas y parte de quienes le siguieron todavía no aceptan que perdieron como lo entendió más de un 90 por ciento de los perredeístas que se incorporaron a su campaña electoral y la opinión pública que desde el principio legitimó la votación. El resentimiento y odio parece haber guiado su accionar político, constituyéndose en caballo de Troya durante la campaña y permitiendo que sus más cercanos hasta hicieran proselitismo por la candidatura peledeísta. Decepcionó hasta su propia familia que poco antes de la votación se empeñó en invitarlo a un almuerzo de reconciliación al que asistió Mejía.

Reclamando una “presidencia institucional” que él mismo había propuesto que correspondiera a quien fuera el candidato, Vargas aceptó una mediación encabezada por el especialista en conflicto Nelson Espinal para proclamar a Mejía candidato, pero resistió todos los intentos de reunirlos, incluidos los que hicieron cercanos a él como Peggy Cabral viuda Peña Gómez, y los reconocidos médicos José Joaquín Puello y César Mella. Hasta el expresidente panameño Martín Torrijos fracasó como mediador.

Mientras casi todos los integrantes de su estado mayor en la lucha por la candidatura se incorporaban a la campaña perredeísta, incluyendo a tres de los cuatro que hizo sancionar esta semana (Bautista, Orlando y Geanilda), y que le seguían en la jerarquía partidaria, Vargas se mantuvo encerrado. También se le alejaron la presidenta de las mujeres Janet Camilo y el presidente de la Juventud perredeísta, así como Alfredo Pacheco, quien dirigiera su campaña interna, y otros relevantes como Neney Cabrera, Eligio Jáquez, Jesús Vásquez, Roberto Fulcar, Andy Dauhajre y Peggy Cabral.

De los dirigentes perredeístas nacionales reconocidos sólo siguen respaldando a Vargas: Fiquito Vásquez, Julio Maríñez, Aníbal García, Ruddy González, César Díaz Filpo, Alejandro Abréu, Wilfredo Alemany y Nelson Marte, varios de ellos funcionarios pagados del partido, cuyo presupuesto maneja solito el presidente.

 

Considera muy difícil reunificación del PRD

Por Juan Bolívar Díaz
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La suerte del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) luce cada vez más irrelevante en una sociedad agobiada por graves problemas económico-sociales, al extremo de que ha pasado casi desapercibida la propuesta de solución a su crisis presentada esta semana por una comisión de mediadores.

 El plan diseñado por seis dirigentes perredeístas prolongaría por otro año y medio la virtual división que arrojó la convención de marzo de 2011, y dejaría al PRD incapacitado  para asumir un rol coherente  de oposición en medio de incertidumbres y de un proceso de reformas trascendentales.

Cada vez más irrelevante.   El partido más antiguo del país luce cada vez más irrelevante, como si sufriera el peso de sus 73 años, y agobiado por las carencias democráticas que lo han convertido en un instrumento encadenado con sus organismos secuestrados y con pocos dolientes en capacidad para movilizar sus viejas estructuras.

 Después de varios meses de consultas y ponderaciones, una Comisión Mediadora (CM) integrada por seis conocidos dirigentes presentó esta semana una propuesta que pretende rescatar la unidad partidaria y que hasta el viernes había tenido muy poca resonancia en una opinión pública que le es adversa.

 La mayor debilidad de la propuesta es que contiene un calendario de eventos tan largo como para prolongar hasta febrero del 2014 la agonía orgánica del partido blanco, con el agravante de que para entonces ya estaría encendida la lucha por las candidaturas  para las elecciones nacionales del 2016. El partido blanco se consumiría en su propia salsa, incapacitado para asumir un rol coherente de oposición política durante un período en que el país estará obligado a reformas trascendentales para equilibrar sus finanzas y definir nuevas prioridades de gobierno.

 De esa forma la ciudadanía podría terminar de acostumbrarse a la idea de que no hay un partido en capacidad de equilibrar el peso hegemónico del bloque de gobierno que encabeza el Partido de la Liberación Dominicana junto a lo que resta del desintegrado Partido Reformista Social Cristiano.

 La situación del perredeísmo es cada vez más irrelevante en la opinión pública y más allá de sus militantes es común la indiferencia de la población respecto a su suerte. Hasta en los cenáculos políticos y académicos se evita o se rechaza hablar de las perspectivas en que se encuentra el partido más votado en 28 de las 32 jurisdicciones provinciales en las elecciones de mayo pasado, cuyo candidato obtuvo el 47 por ciento del sufragio válido. El sentimiento es que los perredeístas son incapaces de colocar el interés nacional por encima de sus desgarrantes e incesantes querellas internas.

Primera propuesta.   Una comisión mediadora fue constituida tras las elecciones de mayo pasado con el objetivo de recuperar la unidad del perredeísmo y quedó constituida por la viuda de José Francisco Peña Gómez, Peggy Cabral, Eligio Jáquez, Neney Cabrera, William Jana, Nelson Espinal Báez, Angel de la Cruz y Siquió NG de la Rosa.

El 3 de julio pasado la CM presentó su primera “Propuesta para la reconciliación de la familia perredeísta”, tras la cual se reunieron con los principales protagonistas de la división interna, el presidente titular Miguel Vargas Maldonado por un lado, y por el otro el presidente en Funciones Andrés Bautista, el secretario general Orlando Jorge Mera, la secretaria de Organización  Geanilda Vásquez, y el excandidato presidencial Hipólito Mejía.

Según los comisionados Hipólito Mejía acogió plenamente sus planteamientos, al igual que Vargas, quien mostró disposición a convocar la Comisión Política, aunque luego condicionó el proceso, mientras Bautista, Jorge y Vásquez pidieron plazo para responder formalmente. No obstante el 22 de agosto Vargas Maldonado y Jorge Mera se reunieron “para iniciar el proceso de concertación de una agenda con miras al restablecimiento de la vida institucional de nuestro partido”.

La primera propuesta se sintetiza en aprobar una oposición al gobierno firme y responsable, rechazar cargos gubernamentales, demandar la aprobación de la Ley de Partidos y las modificaciones pendientes a la Ley Electoral y retorno al orden institucional del partido bajo la dirección de “las máximas autoridades electas”.

 También convocar los organismos partidarios para evaluar el desempeño en las elecciones de mayo, establecer fecha para la convención ordinaria estatutaria que elige dirigentes cada cuatro años, aprobar la expulsión definitiva de seis que apoyaron  la candidatura peledeísta  y solicitar al presidente y al secretario general la convocatoria, a la mayor brevedad, de la Comisión Política para que conozca esos planteamientos.

Puntos conflictivos.   De aceptar la convocatoria de la Comisión Política debe asumirse que Vargas Maldonado recogerá las cadenas que cierran la entrada a la casa nacional perredeísta y permitirá que todos sus dirigentes entren y salgan, incluyendo a quienes tienen despachos en el local. Pero aún así será casi imposible que puedan ponerse de acuerdo en quiénes conformarán la Comisión Organizadora de la Convención, ya que dirigentes de la categoría de Milagros Ortiz Bosch, Enmanuel Esquea y Hugo Tolentino que organizaron la del 2010 terminaron estigmatizados por Vargas Maldonado.

 También será difícil que los dirigentes del PRD se pongan de acuerdo sobre el padrón de militantes e incluso sobre quiénes son los miembros de la Comisión Política y del Comité Ejecutivo Nacional, cuya composición Vargas Maldonado dispuso modificar ante la Junta Central Electoral el 18 de mayo, día en que su partido concluía la campaña electoral que él no apoyó.

 La reunificación del perredeísmo luce casi una quimera, sobre todo si la división sigue siendo incentivada desde los poderosos predios del ex presidente Leonel Fernández, quien cuenta con ella para facilitarse un retorno al poder en el 2016. Y mientras más tiempo transcurra la división podría ser más traumática e irremediable por cuanto Vargas Maldonado, administrando el subsidio estatal del PRD podría posicionarse mejor de lo que luce hasta ahora.

Segunda llamada de la CM

 Más de dos meses y medio después sin que se haya producido la convocatoria de la Comisión Política, a pesar de que múltiples dirigentes la han demandado, la CM hizo pública el pasado jueves 20 una carta dirigida a Vargas, Bautista, Jorge, Vásquez y Mejía, en la que formula un calendario de eventos en base a “puntos comunes”.

Proponen “la celebración de la Comisión Política Concertada” para el lunes 8 de octubre para aprobar la línea de oposición al gobierno, saludar los esfuerzos de Miguel Vargas por la aprobación de la Ley de Partidos y una Ley de Garantías Electorales y felicitar a Hipólito Mejía por su desempeño como candidato presidencial.

También sugieren fijar la convención ordinaria para el 21 de septiembre del 2013, y que quienes resulten elegidos para dirigir el partido asuman sus funciones  en febrero del 2014. Esos cinco meses de transición son una  concesión a Vargas, quien alega que su período como presidente concluye en el 2014, aunque fue proclamado presidente por la Convención Nacional del 19 de julio del 2009 para el período 2009-13.

El calendario incluye elegir de inmediato una comisión organizadora que entraría en funciones en febrero del 2013, aprobar la implementación inmediata de las resoluciones adoptadas por el Congreso José F. Peña Gómez de 2010, y autorizar a la Comisión Estatutaria a presentar en 60 días sugerencias de modificaciones para modernizar y readecuar las estructuras del partido.

Con fecha del mismo día 20, Andrés Bautista, Jorge Mera, Geanilda Vásquez e Hipólito Mejía respondieron acogiendo la propuesta de convocar la Comisión Política para el 8 de octubre para que conozca la propuesta de convención el 21 de septiembre del 2013, “bajo una integración de esfuerzos entre todos”. También apoyan la conformación de la Comisión Organizadora de la convención y que se ejecuten las resoluciones del congreso Peña Gómez. Se remiten a los estatutos para todos los fines.

Una unidad casi imposible

   Los perredeístas estarán a la espera de la reacción del ingeniero Vargas Maldonado, su presidente titular, cuestionado por su resistencia a respaldar la candidatura perredeísta en las pasadas elecciones, y quien desde entonces mantiene encadenado el local nacional de la organización, negándose a convocar formalmente los máximos organismos.

 Encuestas que circulan entre los perredeístas confirman la percepción pública de que Vargas Maldonado tiene un amplio rechazo de los perredeístas, que llegan  a considerarlo responsable de que no ganaran el poder en mayo pasado, cuando quedaron con 47 por ciento del sufragio. Se acusa a su círculo íntimo de haber hecho campaña contra Mejía y a favor del partido de gobierno. Una encuesta que reatribuye a la socióloga Ana María Acevedo registra rechazo hasta del 74 por ciento.

 Son pocos los perredeístas que creen en la posibilidad de una reconciliación entre Mejía y Vargas Maldonado, considerando que no se logró antes de las elecciones, ni cuando el candidato presidencial del PRD dominaba las encuestas, ni tampoco cuando lo intentaron sus familiares apelando a los vínculos matrimoniales.

 Ninguno de los dos reunifica por completo el PRD. Pero por lo menos Mejía ha dicho que no aspirará a presidir el partido, cosa que no ha hecho Vargas y a lo que debería abocarse si aceptara las dificultades reales que confronta. En realidad él ya no reunifica ni siquiera a los que constituyeron el estado mayor del grupo que sostuvo su precandidatura presidencial hasta semanas después de la convención de marzo del 2011 que ganó Mejía.

 Bautista, Jorge Mera y Geanilda Vásquez. que respaldaban a Vargas, decidieron apoyar la candidatura del partido y ahora encabezan su confrontación. También perdió el apoyo de quien fuera su jefe de precampaña Alfredo Pacheco, de la presidenta de la federación de mujeres Janet Camilo y del presidente de la Juventud, así como de Jesús Vásquez, Roberto Fulcar, Andy Dauhajre,  y de Neney Cabrera y Eligio Jáquez que ahora son parte de la CM.

 

La democracia necesita un PRD renovado

Por Juan Bolívar Díaz
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El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) está fraccionado desde la convención que escogió  candidato presidencial hace 15 meses y si no pudo reunificarse aun cuando las encuestas lo proyectaban ganador de las elecciones, parece casi imposible que lo logre tras la derrota.

Una crisis prolongada en el PRD tendría fuertes repercusiones en el proceso democrático, acentuando el poder hegemónico del presidente Leonel Fernández en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y debilitando las posibilidades de renovación que ha planteado el presidente electo Danilo Medina.

Una guerra avisada.  El candado que encadena la casa nacional del PRD es simbólico de una guerra que la campaña electoral y las debilidades institucionales aplazaron, pues ese partido quedó fraccionado desde la convención del 6 de marzo del 2011 que escogió a Hipólito Mejía candidato presidencial.

Su contrincante Miguel Vargas Maldonado aceptó proclamarlo, pero sin convencerse de que había perdido una batalla y permitió que familiares y seguidores trabajaran abiertamente en contra de su candidato, incluyendo a su vocero personal Víctor Gómez Casanova, con aplausos e incentivos externos, mientras evadía todos los intentos de mediadores y familiares por reunirlo con Hipólito Mejía.

La generalidad de los analistas advirtieron que la posición adoptada por Vargas y su grupo lo dejaba incapacitado para sobrevivir como presidente del perredeísmo y más aún como candidato presidencial en el futuro, cualquiera que fuera el resultado de la elección presidencial.

Después que Mejía alcanzara el 47 por ciento de la votación, no es posible visualizar que Vargas pueda encarnar la unidad perredeísta, él que en el 2009 pactó con el presidente Fernández una reforma constitucional que concentraría todos los poderes en manos del mandatario, sin consultar los organismos del PRD, amparado en que el año anterior había recibido un 40 por ciento del sufragio.

Vargas Maldonado pasó la campaña electoral al margen del esfuerzo partidista y más bien contradiciendo al candidato presidencial, reclamando la representación de la institucionalidad del Partido Revolucionario Dominicano, pero sin reunir sus organismos ejecutivos, que hipertrofiados  han devenido en inoperantes.

La Comisión Política (CP), que según el artículo 34 de los estatutos debe reunirse cada semana, tuvo un año sin ser convocada, y previendo la posibilidad de que ahora lo fuera, dos días antes de las elecciones sometieron a la Junta Central Electoral una nueva matrícula del organismo que deja fuera al propio Mejía y a dirigentes tan paradigmáticos como Hugo Tolentino Dipp y Enmanuel Esquea Guerrero, mientras se encadenaba con candado el acceso a la casa nacional del partido.

Convocatorias paralelas del CEN.  La reunión de la Comisión Política que el viernes decidió la suspensión de Vargas como presidente y de los dirigentes Fiquito Vásquez, Julio Maríñez y Aníbal García Duvergé, así como la expulsión de Gómez Casanova, Kalil Michel, Annie Felipe, Pascual Valenzuela, Angela Peña y Héctor Domínguez, marca el estallido de una nueva crisis en el partido más antiguo del país, cuando acaba de quedar  como el más votado, con 200 mil votos sobre el PLD, que ganó la presidencia por la contribución de 13 aliados.

Es significativo que la mesa de honor de la reunión fuera encabezada por el presidente en funciones Andrés Bautista (investido en lugar de Vargas Maldonado), por el secretario general Orlando Jorge Mera, la secretaria nacional de organización Geanilda Vásquez y la presidenta de la Federación de Mujeres, Janet Camilo, ya que los cuatro fueron de los principales dirigentes que apoyaron a Vargas Maldonado cuando luchó por la candidatura presidencial perredeísta, pero luego se incorporaron a la campaña electoral.

La letra c del artículo 35 de los estatutos del PRD da facultad a la Comisión Política para “decidir sumariamente la expulsión de un miembro del partido, debiendo someterlo al Comité Ejecutivo Nacional (CEN).

La letra d autoriza la suspensión, remitiendo el caso al Consejo Nacional de Disciplina, con la complicación de que como presidente de este figura uno de los mismos suspendidos, Fiquito Vásquez.

La reunión decidió convocar al CEN para el domingo 10 de junio para que ratifique sus disposiciones.

El panorama se complicó la misma noche del viernes cuando Vargas Maldonado reaccionó restando calidad a la Comisión Política para adoptar esas resoluciones y anunció su propia convocatoria del CEN para este domingo.

La primera dificultad será establecer con certeza cuántos y quiénes son los miembros de esos organismos, el primero con unos 253 y el otro diez veces más numeroso.

El apoyo de Vargas Maldonado luce mermado para enfrentarse a la mayoría partidaria que en más de un 90 por ciento se integró a la campaña electoral de Mejía, aunque hay sectores que plantean que la lucha debe estar por encima de ambos dirigentes.

Sin embargo, los suspendidos dicen tener el control de la membresía del  CEN y en última instancia confían en ser favorecidos por el Tribunal Superior Electoral y el Tribunal Constitucional, cuyo control se atribuye al presidente Leonel Fernández, a quien la otra parte señala como incentivador del fraccionamiento del partido.

Debilita la democracia.  Para muchos observadores la nueva crisis perredeísta será prolongada y no tiene salida sin una división, lo que puede tener serias repercusiones sobre el proceso democrático nacional, puesto que debilitaría el único contrapeso político significativo que tiene el Gobierno del PLD, y particularmente acentuaría la hegemonía del presidente Leonel Fernández sobre su partido y en los poderes del Estado.

Con una oposición política más débil podría tomar nuevo impulso la tendencia absolutista que se arraiga en sectores del partido gobernante, que ya trabajan para el 2016 y repercutir hasta en las posibilidades de relevos, cambios y rectificaciones que se ha planteado el proyecto de gobierno del presidente electo Danilo Medina.

Al sector duro del presidente Fernández se atribuye el incentivo a la división en el Partido Revolucionario Dominicano desde semanas antes de la convención que eligió el candidato.

Algunos de sus financistas llegaron a proclamar abiertamente que contribuían con Mejía o Vargas Maldonado y éste alegó que había perdido porque votaron cientos de miles de peledeístas.

Luego se ha dicho que han incentivado al grupo de Vargas Maldonado para que enfrentara la candidatura perredeísta.

Cuando en la campaña electoral se produjo una escisión entre los comentaristas  de la radioemisora Zeta 101, Gómez Casanova y otro seguidor de Vargas Maldonado se fueron junto a los peledeístas aduciendo parcialidad del medio a favor del PRD.

Una prolongada y profunda crisis en el PRD, cualquiera que sea su desenlace, deja inquietudes dentro de unas perspectivas de decisiones trascendentes como una reforma fiscal de gran magnitud.

La ausencia de un mínimo equilibrio político partidista no es necesariamente augurio de gobernabilidad ni estabilidad, pues podría remitir al fortalecimiento de los grupos populares que capitalizarían el descontento social, aunque también podría abrir espacio a la emergencia de una nueva organización política que encarne la oposición.

Mientras tanto, tiene validez la cita que hizo Espinal Báez de un amigo empresario que planteaba la necesidad de “seguir apoyando que el PRD siga concertando con el PRD para evitar que se siga venciendo a sí mismo; de lo contrario nuestra democracia se quedará con un solo suplidor y entonces dejaremos de ser democracia”.

Urgente renovación

Hay sectores en el PRD que no quieren jugar una partida en la que solo se debata si la organización queda en manos de Mejía o Vargas Maldonado, aunque entre  estos una parte comparte la convicción de que el último se descalificó al no apoyar la  candidatura del partido que presidía, en lo que se ha considerado un hecho sin precedente en la democracia.

En esta tesitura estarían dirigentes históricos como Hugo Tolentino Dipp, Milagros Ortiz Bosch, Ivelisse Prats Ramírez, Tony Raful, Enmanuel Esquea Guerrero y Tirso Mejía Ricart, y movimientos como el Foro Renovador y el Grupo Concertación por el Cambio Democrático, que promovieron el Congreso perredeísta celebrado en octubre del 2010, el cual aprobó un amplio programa de renovación que ha sido ignorado por la dirección partidaria.

El Grupo de Concertación, que integra a jóvenes profesionales, plantea que la crisis puede ser una oportunidad para renovar la estructura, reactivar los organismos, retomar la disciplina y la institucionalidad, volver sobre los principios ideológicos y abrirse a un nuevo liderazgo.

Dentro y fuera del  PRD son muchos los que plantean que no basta con romper el candado que sostiene la cadena que impide el paso a la casa nacional, sino que hay que abrir de par en par las puertas a la renovación de una estructura partidaria anquilosada.

Hugo Tolentino Dipp, uno de los que reivindican la social democracia que enarboló José Francisco Peña Gómez, dijo esta semana por televisión que “el PRD es un partido secuestrado por Vargas Maldonado, sin vinculación con el pueblo, que requiere rescatar sus fundamentos ideológicos y  definir una estrategia de oposición”.

Nelson Espinal Báez, un experto en solución de conflictos que el año pasado medió hasta que Vargas Maldonado aceptó proclamar la candidatura de Hipólito  Mejía, plantea una concertación para restaurar la disciplina, la transparencia  y la institucionalidad, aunque en un artículo publicado el miércoles en Diario Libre sostuvo que la concertación no puede verse como bálsamo para inequidades ni ilegalidades.