Perú: ejemplo de avance institucional democrático

Por Juan Bolívar Díaz
12_06_2016 HOY_DOMINGO_120616_ El País13 A

El Perú está demostrando que los países latinoamericanos pueden avanzar en la fortaleza de la institucionalidad democrática, al pasar la prueba de una de las elecciones presidenciales más reñidas de la historia, con un resultado de apenas 0.24 por ciento de diferencia, a favor del economista Pedro Pablo Kuczyinsky.

Es relevante que la perdedora, Keiko Fujimori, con tan estrecho margen, haya aceptado el resultado sin alegar fraude, que no haya habido incidentes, lo que se explica por la independencia de los órganos electorales, y porque el Estado no estuvo en la campaña como ocurre en República Dominicana.

Resultado casi insólito. La diferencia de 0.24 puntos, 50.12 a 49.88 por ciento, con que Kuczynski ha ganado la presidencia de Perú es histórica, probablemente la segunda más estrecha en la democracia universal, después de la registrada en Estados Unidos en 1960 cuando John Kennedy superó a Richard Nixon 49.7 a 49.6 por ciento. Más recientemente en el 2000, George Bush se impuso a Al Gore 48.38 a 47.87 para una diferencia de 0.51 puntos.

Para la candidata perdedora, Keiko Fujimori, la hija del dictador Alberto Fujimori, condenado a 25 años de cárcel por crímenes y corrupción, el resultado es más que doloroso, porque ya en el 2011 la victoria se le había escapado también en la segunda ronda electoral, a manos del actual presidente, Ollanta Humala, aunque no tan estrechamente: 51.44 a 48.55, para 2.89 puntos de diferencia.

Hace cinco años Keiko había llegado de segunda en la primera ronda, pero en abril pasado fue primera con votación de 40 por ciento, casi el doble del 21 que consiguió Kuczynski, quien debe su triunfo ahora a la tercera candidata, Verónika Mendoza, del Frente Amplio, quien en la primera ronda había quedado en tercer lugar con 19 por ciento.

Hasta tres días antes de la segunda vuelta, las encuestas daban el triunfo a Keiko, con ventaja entre 3 y 5 puntos, pero el apoyo de Mendoza, de la moderada izquierda peruana, al economista centro derechista resultó definitivo. Ella pidió votar por Kuczynski sin siquiera reunirse con él y encabezó una marcha multitudinaria en Lima, proclamando que no podía permitir el triunfo del fujimorismo, recordando la dictadura de Alberto Fujimori (1990-2000), con sus crímenes y corrupción.

Asombrosa tranquilidad. Muchos dominicanos no entienden la asombrosa tranquilidad con la que los peruanos han asumido un resultado tan estrecho en su elección presidencial, sin violencia ni impugnaciones, cerrándose el proceso al quinto día, con la aceptación de la candidata perdedora, Keiko Fujimori, cuyo partido queda en control del Congreso con 73 de sus 130 miembros. Si aquí hubiese habido un resultado parecido, casi estalla una guerra civil, dadas las precariedades de la institucionalidad democrática.

En Perú el resultado de la elección presidencial fue proclamado el jueves, al cuarto día de los comicios, mientras aquí tomó el doble, completándose el 23 de mayo.

Medio día después ya la señora Fujimori había aceptado la realidad, lo que aquí no ha ocurrido formalmente cuatro semanas después de la votación. Y el Perú es un país 26 veces mayor en territorio, con muchas poblaciones aisladas en la zona amazónica y la sierra andina. La población de 32 millones triplica la dominicana, como su padrón electoral de 22.9 millones.

Los peruanos experimentaron el voto electrónico en 19 de los 43 distritos de la capital y su puerto El Callao, incluyendo apenas a 743 mil electores, un 3.25 por ciento del total. Y hubo atrasos y dificultades sobre todo para la población adulta mayor. En la elección del 2011 se probó en un único distrito, Pacarán. Aquí se impuso de golpe en todo el país el 15 de mayo, para registrar un colapso en el escrutinio.

En Perú las elecciones municipales y locales están separadas de la presidencial y congresual. En la primera vuelta solo elegían 138 cargos, presidente, dos vicepresidentes, 130 diputados de un congreso unicameral y 5 representantes al Parlamento Andino. Aquí el 15 de mayo se eligieron 4,106 funcionarios, incluyendo 222 para dos cámaras legislativas. En Perú se eligió un legislador por cada 246 mil peruanos y aquí uno por cada 45 mil dominicanos.

El electorado sanciona. Otra diferencia fundamental con RD es que en Perú es bajo el clientelismo político y el electorado es exigente y sanciona, tanto que los partidos tradicionales han desaparecido y ninguno de los nuevos domina el escenario, desde hace casi cuatro décadas. En 1980 Belaúnde gana la elección y en 1985 su partido obtiene 6%; gana Alan García y en 1990, su APRA cae al 11%, Fujimori gana y se constituye en dictador, pero tras imponer una segunda reelección en el 2000, es obligado al exilio y luego condenado a 25 años de cárcel por crímenes y corrupción; electo Toledo, termina en el piso en el 2006, y vuelve Alan, pero su partido ni siquiera pudo presentar candidato en el 2011, cuando llega Ollanta Humala, cuyo partido tampoco pudo llevar candidatura presidencial ahora en el 2016.

Cualquiera tiene la tentación de creer que los resultados gubernamentales han sido un desastre, pero relativamente no es cierto. La economía ha crecido en promedio anual de 5% en lo que va de siglo, en 7 años por encima del 6 por ciento, y en tres con más del 8.5%. Perú es el país de América Latina que más redujo la pobreza, según la CEPAL, a menos de la mitad, del 54.7 en el 2001, al 22.7 en el 2014, con gran descentralización de la inversión. República Dominicana solo logró bajarla del 42 al 37% en ese período, según la misma fuente.

Como en todas partes, hay mucha corrupción en el Perú, pero su principal diario, El Comercio, informaba el 2 de enero pasado, que durante el 2015 el Poder Judicial dictó 13,307 condenas por delitos de corrupción en todos los niveles del país.

La realidad dominicana. A cuatro semanas de las elecciones generales dominicanas, todavía se conocen impugnaciones en juntas municipales, el Tribunal Superior Electoral, partidarizado y sin el menor crédito, tiene decenas de impugnaciones pendientes, y la oposición sigue restando legitimidad al proceso, tras una automatización fallida que prometió resultados la misma noche de la votación.

La diferencia fundamental fue que aquí el Estado irrumpió, se involucró por completo, con el presupuesto, sin el menor escrúpulo, desde la reforma de la Constitución hasta una campaña absolutamente desigual, aplastante, con enorme clientelismo y decenas de miles de activistas pagados del presupuesto nacional y con los órganos electorales y gran parte de los medios comunicativos secuestrados. El resultado es que los aplastados se niegan a reconocer a quienes consideran impostores.

La ventaja del 62 por ciento en la reelección presidencial y la captura de dos terceras partes del Congreso y los municipios por el partido gobernante, no han sido disuasivos y están cobrando un alto costo de descrédito e ilegitimidad. Mientras hay razones para cuestionar si es beneficioso o perjudicial el colapso de los partidos que dominaron el escenario político peruano en el siglo pasado.

Volver una y otra vez al Perú

Por Juan Bolívar Díaz
Perú

Como los dominicanos solo miramos hacia el norte, una alta proporción de los que viajan se han perdido el disfrute de los encantos de este inmenso país que es el Perú, centro de una de las culturas emblemáticas de América. Resulta imperdonable no ir al Cusco para escalar las alturas de Machu Pichu y sentir las inevitables vibraciones de ese templo celestial, rodeado de picos casi inaccesibles, lo que explica que pasaran más de 4 siglos tras la despiadada colonización para que fuera descubierto ese refugio incaico, patrimonio de la humanidad.

Llegar por avión a Lima, la ciudad donde nunca llueve, es una experiencia casi traumática. En dirección norte sur, una gruesa alfombra de nubes que no se condensan cubre el espacio hasta bajísimas alturas. Por encima brilla el sol y una vez se traspasa penetra la nublazón casi se está aterrizando y lo que se puede divisar es un entorno plomizo montañoso y desértico apenas con algunos puñaditos de verde. Y gran pobreza de casucha y hacinamiento. Muchos se asustan pensando que han equivocado el rumbo.

Con casi 9 millones de habitantes, Lima es tan diversa como todo el Perú que integra 30 millones de personas en tres conglomerados, el de la costa, la sierra andina y la selva amazónica, con una extensión territorial de más de millón y medio de kilómetros cuadrados donde cabe 32 veces la República Dominicana. Su extensa zona colonial es un legado de palacios, de plazas y balcones esplendorosos.

Pero Lima es hoy una ciudad cosmopolita, con extensas barriadas populares, expresión indiscutible de la exclusión y la desigualdad social, donde se hacina la mayoría, pero también con múltiples urbanizaciones de la modernidad, que concentran tres o cuatro millones de los estratos de clase media. La ciudad se transformó en las últimas tres décadas, y mejoró absolutamente la limpieza y el ornato, sin una sola basura visible, con sus plazas y múltiples parques esplendorosos. El tráfico vehicular es lento en las horas pico, pero se siente el esfuerzo por agilizarlo.

El mayor encanto de la urbe son los hermosos seres humanos que son los limeños y limeñas, y lo más difícil es el clima extremadamente húmedo todo el año, donde solo el verano (diciembre-marzo) escapa a la sensación de bosque gris a punto de romper el techo nuboso que desparrama nieblas y tristeza, complicado por la sombra de la inmensa pared de Los Andes sobre la que se recuesta.

Al volver al Perú cualquiera se queda con la pena de no disponer de tiempo para sumergirse en las profundidades de la geografía que fuera centro de la cultura incaica, pero se admira de que estén mejorando su organización social, aunque arrastran la iniquidad e inequidad de la concentrada distribución de la riqueza. Con muchos años de continuo crecimiento económico, líder en exportaciones mineras, por 23 mil millones de dólares en el 2013, un 55 por ciento del total exportado, ascendente a 41 mil 800 millones de dólares, con China como principal socio comercial.

Llama la atención que Perú tiene una extraña institucionalidad, sin partidos políticos dominantes, donde nunca se sabe quién será el próximo presidente. Ahora mencionan hasta a Gastón Acurio, el chef de 47 años que ha universalizado el prestigio de la comida peruana con sus redes de restaurantes en una decena de países. De su pasado solo quedan rastros del legendario Apra que para la última elección no pudo ponerse de acuerdo en seleccionar candidatos. El presidente Humala es fruto de uno de los múltiples movimientos creados en torno a personalidades sin ideología ni programas definidos, una repetición de Fujimori y Toledo, el primero prisionero condenado y el segundo bajo investigación judicial, al igual que el anterior mandatario, Alan García.

La desconcentración de los ingresos tributarios, gracias al canon minero, ha horizontalizado la administración pública, pero también multiplicado la corrupción, aunque hay decenas de procesos incoados por una justicia que no se ha detenido ni ante los ex presidentes, y los principales medios de comunicación la denuncian con vigor.

Más allá de las nostalgias y la tristeza del imperio incaico, volver a Lima es siempre una nueva y agradable experiencia.