Fuertes retos institucionales en las elecciones generales

Por Juan Bolívar Díaz
15_05_2016 HOY_DOMINGO_150516_ El País12 A

Aunque la generalidad de las encuestas marcan una buena ventaja a la reelección del presidente Danilo Medina, hay algunas incertidumbres derivadas de la improvisación y la confusión que rodean la forma en que se hará el escrutinio, complicado porque después de 22 años, los dominicanos vuelven a una elección conjunta, esta vez de 4,106 cargos.

En juego estará si la ciudadanía mantiene el dominio absoluto de un solo partido sobre todos los poderes del Estado que tiende a manipular las instituciones y a reducir los espacios democráticos para un continuismo que ya han proyectado hasta el bicentenario de la República en el 2044.

Votarían 5 millones. Aunque el padrón integra 6 millones 765,245 electores, los concurrentes a las urnas serían alrededor de 5 millones. A partir de la abstención promedio de los cuatro comicios presidenciales del siglo, que es 27.37 por ciento, podría esperarse hoy una votación de 4 millones 913 mil. Los abstencionistas han venido en ascenso del 23.9 en el 2000, al 29.8 en 2012. Esta última proporción daría una votación de 4 millones 749 mil.

Sin embargo, como el crecimiento del padrón se redujo significativamente para este cuatrienio, tras la emisión de una nueva cédula de identidad que habría dejado fuera a cientos de miles, parte de los cuales pudieran ser fallecidos no previamente descontados o emigrantes que no se han inscrito en el exterior, se puede esperar alguna reducción del porcentaje real de abstencionistas y que los concurrentes lleguen a los 5 millones.

De hecho el padrón de este año presenta una serie de incongruencias que no han sido aclaradas por la Junta Central Electoral, aunque este analista lo solicitó, lo mismo que hizo Participación Ciudadana. Una apresurada auditoría consideró que es uno de los mejores padrones, pero sus detalles, que debieron disipar dudas, no han sido publicados.

La mayor incongruencia es que el padrón apenas creció 4.03 por ciento en el último cuatrienio (2012-16), cuando en los tres anteriores se incrementó en 16.87 (2000-04) en 16.02 (2004-08 y en 12.81 por ciento al 2012. Es posible que una parte de la reducción se deba a la nueva cedulación, que excluyó a decenas de miles de dominicanos de ascendencia haitiana despojados de sus documentos. Pero se complica más porque los nuevos inscritos mayores de edad cayeron también abruptamente. Sobre 700 mil en los tres cuatrienios anteriores, y solo 351 mil ahora. Con el agravante de que a abril del 2015, un año atrás, una publicación oficial de la JCE los cuantificó en 662 mil 313.

La elección de 4 mil cargos. Desde los fraudulentos comicios de 1994 que generaron una crisis que se saldó reduciendo el período a dos años con una reforma constitucional que separó las elecciones presidenciales de las congresuales y municipales, el país no asistía a una votación tan complicada, eligiendo en una misma jornada a 4,106 funcionarios en tres boletas distintas.

La Constitución del PLD del 2010 volvió a juntar las tres elecciones, ahora con una mayor fragmentación, ya que se eligen directamente, además de los cargos tradicionales de presidente y vicepresidente, senadores, diputados, alcaldes y regidores, ahora también diputado preferido, 234 directores e igual número de subdirectores y 730 vocales de distritos municipales.

El pretexto para volver a unir todas las elecciones en una sola jornada fue que separadas cada dos años el país vivía siempre en campaña. Pero como no se regula nada, esta vez las promociones de candidaturas comenzaron hace 4 años. Se vuelve a la tradición del voto presidencial arrastrando a los demás en alta proporción, y contribuyendo al mantenimiento de un presidencialismo que subordina el Poder Legislativo y reduce el Poder Municipal, al cual este año solo se le ha asignado el 3 por ciento del Presupuesto General del Estado, cuando la Ley 176-07 dispone el 10 por ciento.

Como nunca antes todos los senadores, casi todos los diputados y la mayoría de los candidatos a alcaldes han sido repostulados, como fruto de acuerdos de las cúpulas partidarias que permitieron modificar la Constitución para restablecer la reelección presidencial, a costa de la democracia interna de los partidos.

El Estado reeleccionista. Si como han arrojado la mayoría de las encuestas, incluyendo a las más acreditadas, el presidente Danilo Medina logra alrededor del 60 por ciento de los votos, el procesamiento de la primera boleta será expedito y generará pocas objeciones. Aunque no faltan quienes esperan que la diferencia sea mucho menor con relación al candidato del PRM Luis Abinader, que en las últimas semanas afianzó la bipolarización. En los últimos tres días las encuestadoras Votia, mexicana, y la norteamericana Zogby Analytics, arrojaron resultados estrechos que determinarían segunda vuelta.

La percepción generalizada es que el mandatario logra la reelección, una constante en la historia dominicana. El único que ha fracasado en lograrla fue Hipólito Mejía, quien la intentó en el 2004, en medio de una grave crisis bancaria-financiera, y Joaquín Balaguer en el 1978, tras haberla logrado dos veces consecutivas.

Como lo advirtió el propio Medina antes de ser presidente, la búsqueda de la reelección presidencial se ha montado de nuevo con todo el poder del Estado, como lo ha dejado patente el movimiento cívico Participación Ciudadana, en sus cinco informes de observación de la campaña electoral, especialmente en el quinto, emitido el jueves 12, donde se documenta que las dos terceras partes de los altos funcionarios fueron involucrados directamente en la dirección de la campaña reeleccionista.

Ese informe precisa que el gasto publicitario del Gobierno se incrementó 49 por ciento en el primer cuatrimestre del año, en relación al mismo período del 2015, que el déficit fiscal del mismo período pasó de 34 mil millones de pesos, con incrementos enormes en nóminas, nominillas y personal transitorio, y que el partido de Gobierno registró el 71% de la publicidad en prensa, radio y televisión, gastando 923 millones de pesos solo en febrero y abril, que monitorizaron.

El Congreso y municipios. La generalidad de las encuestas no han medido las preferencias por las candidaturas congresuales y municipales, donde podría fraccionarse el voto en mayor proporción que lo tradicional, debido a la repostulación casi total que lesionó la unidad de los partidos en las localidades provinciales y municipales y al descrédito de representantes con tres y cuatro períodos. También se esperan consecuencias de la división interna del partido gobernante, donde seguidores del presidente Medina y del expresidente Leonel Fernández protagonizan de forma silente “una lucha a muerte”.

Múltiples candidatos de oposición con vínculos sociales y militantes contra la corrupción política y administrativa podrían ser la diferencia en varias localidades donde antes se decidió por decenas o cientos de votos. También se cuenta con segmentos conscientes que prefieren una diversificación del voto que frene la creciente monopolización del poder por parte del partido gobernante.

Los resultados de estos comicios podrían ser clave para el rumbo institucional y democrático de la República Dominicana.

Sólo Leonel ganó; el 44% no eligió

Por Juan Bolívar Díaz
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Tal como se temía, el balance de las elecciones congresionales y municipales es devastador para la institucionalidad democrática nacional, al concentrar todos los poderes del Estado en manos del presidente Leonel Fernández, quien utilizó todos los recursos públicos a su alcance para afianzar un proyecto de larga dominación política.

El resultado electoral deja mal parada a una ineficiente oposición encarnada en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), prosigue la liquidación del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) afianzando el bipartidismo y deja con escasa representación a los restantes 23 partidos políticos.

Un solo ganador: Leonel.  Por más vueltas que se dé al resultado de los comicios del domingo 16, sólo se encuentra un ganador, el presidente Leonel Fernández, quien se lanzó con todo el poder del Estado a la campaña electoral hasta lograr su anhelada barrida en el Senado de la República, concentrando 31 de sus 32 escaños, con el otro en manos de un aliado y dejando fuera a la oposición perredeísta.

Con 105 de los 183 diputados, la fuerza del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en el Congreso será durante seis años de 136 curules. Si le suman los 4 de su aliado PRSC, totalizan 140, faltándole 4 para las dos terceras partes necesarias para decisiones importantes como modificar la Constitución de la República, si lo creen necesario para que el presidente Fernández pueda optar por otra reelección en el 2012, como se reclamó durante la reciente campaña electoral cuando él recorría pueblos y carreteras.

Esos 4 votos son insignificantes para cualquier gobierno dominicano. En 1998 el PLD sólo tenía un senador y 14 diputados y pretendió modificar la Constitución para poder reelegirse. Falló por un puñado de legisladores que no pudieron “convencer”. En el 2002, el Gobierno de Hipólito Mejía lo logró “conquistando” el apoyo de 12 peledeístas, que terminaron expulsados, y de las tres cuartas partes de 36 perredeístas que se habían opuesto.

 Las mayorías congresionales de ahora permitirán al presidente Fernández conformar “a su imagen y semejanza” los nuevos Tribunal Constitucional y Tribunal Electoral, la Junta Central Electoral y la Cámara de Cuentas, y tener el control total del Consejo Nacional de la Magistratura, lo que le garantiza también imponerse en la pendiente reestructuración de la Suprema Corte de Justicia.

También podrán modificar unilateralmente decenas de leyes que deben ser adecuadas al nuevo marco constitucional, además de que se garantiza proseguir la carrera de endeudamiento interno y externo y las reformas tributarias que precisará el Gobierno para cubrir su déficit fiscal. En resumen: el poder total.

Un nuevo mago político.  Para todos los analistas es claro que tal resultado fue posible por el uso y abuso de los recursos del Estado, sin la menor inhibición ni recato, pero merece crédito la eficiencia con que el Gobierno y el PLD planificaron y ejecutaron su barrida electoral, con una aplastante e inequitativa propaganda que incluyó  el monopolio de decenas de emisoras de radio y TV al concluir la campaña electoral.   La inversión y el gasto público fueron subordinados desde comienzo del año al interés político, lo mismo que los planes sociales del Gobierno, y se manipuló a gran parte del millón y medio de los beneficiarios de los subsidios estatales, los que en muchos casos eran llevados a votar, listados en mano con asombrosa rigurosidad.

Hasta los observadores internacionales preguntaron insistentemente las razones por las que el presidente Fernández se lanzó a las calles con todo el Gobierno, cuando se trataba de una elección de legisladores y munícipes. La única explicación es que el país asistía a la consagración definitiva de un nuevo mago político. El mensaje es obvio para todos los peledeístas: que no pueden desperdiciar su principal activo político, capaz de lograr una barrida electoral total pese al desfavorable escenario económico internacional.

Fernández queda no sólo como líder indiscutible del PLD, sino también de otros 13 partidos aliados electorales. Es cierto que su partido vio reducido el porcentaje de votos, del 46.35% en 2006, al 44.94 en  2008 y ahora al 40.82%. Pero sus aliados le aportaron 455,891 sufragios, el 25% del millón 804,727 votos que acumuló junto a sus aliados, para un 54.62%, en ascenso en relación al 52.31  de 2006 y al 53.83% de 2008. El escenario que se montó en Villa Juana para que  el doctor Fernández votara  fue simbólico del nacimiento de un nuevo líder providencial.

Creció abstención.  Es relevante que sólo el 54.02% de los empadronados participó en la elección de los legisladores, 2 puntos menos que el 56.23% de 2006. El 2.37% fueron anulados, muchos por haberse abstenido “votando por ninguno” o dejando la boleta sin marcar. Los votos válidos sumaron 3,304,224. Hace 4 años representaron 56.23%.

En otras palabras, el 46% de la población no hizo valer su voto, 44% ni siquiera asistió, 2 puntos más que en  2006. En los tres grandes conglomerados urbanos del país, Santo Domingo, DN y Santiago, los abstencionistas pasaron del 50 por ciento, pero hubo provincias como Independencia, Ocoa, Dajabón, Azua y Santiago Rodríguez donde los concurrentes pasaron del 70%.

El mapa de la abstención sugiere que los sectores de bajos ingresos tuvieron alta proporción de participación, estimulados por las dádivas que caracterizaron la campaña electoral hasta la jornada misma de votación, así como por el temor a perder los subsidios estatales. La participación fue menor en las provincias de fuertes clases medias, incluyendo a San Pedro, Monseñor Nouel, La Romana, La Vega y Peravia. El resultado electoral fue devastador para los partidos minoritarios que en su mayoría quedan reconocidos sólo por  haberse aliado a los dos grandes. Ninguno de los 5 que concurrieron solos logró alcanzar el 1% para obtener alguno de los 5 diputados por acumulación nacional de votos.

Tampoco serán atribuidos a los otros 19 pequeños, porque sus aliados, PLD y PRD, obtuvieron representación, pero contradictoriamente se les suman a éstos, gracias a la vocación acaparadora, excluyente y contradictoria que determinó la ley que los rige. Como consecuencia de la mayor concentración del voto en el bipartidismo, organizaciones políticas alternativas y candidatos de nuevo perfil vieron frustradas sus expectativas de representación en el Congreso, siendo relegados a las regidurías y a los cargos de los distritos municipales.

(Todos los resultados son exclusivamente en base a la boleta congresual).

El PRD no logró avanzar Es obvio que de cara a la alianza que encarna el PLD bajo el liderazgo de Leonel Fernández el PRD no logró “avanzar en el 2010 para triunfar en el 2012”, como se propuso. En la votación para el Congreso obtuvo 38.45%, casi similar al 38.57 de las presidenciales del 2008. Con el voto de sus aliados, que le aportaron 113, 789 votos, mejoró más de un punto, al pasar de 40.48 en el 2008 a 41.89% ahora.

Pero el haber quedado sin representación en el Senado por primera vez en su larga historia, configura un fuerte revés para el perredeísmo, que en consecuencia pierde escenario en el Congreso y verá reducida su influencia en el Consejo Nacional de la Magistratura con sólo uno de sus 8 integrantes.

En ese marco no se puede hablar de avance por haber incrementado sus diputados de 60 a 75, y las alcaldías de 52 a 57, incluyendo muchas importantes, si su principal contrincante también creció significativamente, de 24 a 31 senadores, de 96 a 105 diputados y de 67 a 92 alcaldes. Ambos partidos se nutrieron del PRSC que prosiguió su proceso de reducción, asimilado por el peledeísmo.

Es generalizado el criterio de que “el nuevo PRD” sufrió un serio tropiezo al no haber podido capitalizar el desgaste del Gobierno, por una ineficiente oposición determinada por el pacto de Miguel Vargas Maldonado con el presidente Leonel Fernández, que sólo benefició a éste. No lograron atraerse el voto de los insatisfechos, y lo peor parece haber sido la designación “de dedo” de gran proporción de sus candidatos, especialmente de los 32 para senadores fracasados. Es significativo que fueran derrotados su secretario general, Orlando Jorge Mera, en Santiago, y su secretaria de Organización, Geanilda Vásquez, para diputada en el DN. Los reformistas vieron reducida una vez más su cosecha electoral al obtener el 6% del sufragio, poquito más de la mitad del 10.96% de hace 4 años, aunque con incremento del 1.5% en relación a las presidenciales de 2008. Sólo consiguieron un senador, 3 diputados y 4 alcaldes en su propia boleta, y según estimados una docena más en la alianza con el PLD, aunque varios a medias.