¿Revivirá la aplanadora?

Por Juan Bolívar Díaz

Concluido el conveniente descanso de una semana en un crucero por el Caribe, el Presidente electo, Hipólito Mejía se propone agotar los días restantes de julio en concluir la formación de su gobierno, con la designación de los altos funcionarios faltantes y la revisión de los cargos técnicos y medios del Estado.

De esa forma, por primera vez en la historia del país, el gobierno estará conformado dos semanas antes de su toma de posesión, lo que le permitirá comenzar de inmediato las acciones de gobierno que se han venido planificando.

Si los funcionarios designados, mucho de ellos desde hace seis y siete semanas, aprovechan el tiempo, se habrá compensado la inacción de esta larga transición de tres meses, pero hay quienes temen que en algunos casos la colaboración de los salientes ha sido pírrica, y en otros, los entrantes sólo están preocupados por las nominas planificando reactivar la “aplanadora” que hizo famosa a Thelma Frías en 1963.

Maquinaria completa

Al discreto retorno el domingo del viaje de una semana por puertos caribeños, el agrónomo Hipólito Mejía dijo que para el primero de agosto su maquinaria de gobierno estará completada y que esta semana se dedicaría a señalar los funcionarios faltantes con la esperanza de comenzar agosto con el equipo totalmente engrasado, compactado.

En realidad eran muy pocos los cargos de importancia para los cuales no se había anunciado titular el lunes 24 de julio. El gabinete propiamente dicho, conformado por los secretarios de estado, quedó casi completo desde antes de las vacaciones de Mejía, cuando el economista y dirigente político Fernando Alvarez Bogaert fue señalado para Finanzas. Sólo están pendientes los titulares de Industria y Comercio, tal vez porque el conocido industrial Rafael Perelló no había aceptado la nominación, y de la Secretaría de la Mujer.

Eso asumiendo que como informó muy temprano el presidente electo, no habrá secretario de la presidencia en su gobierno. El licenciado Rafael Calderón, uno de los profesionales más capaces y serios de la última década en el PRD, está encargado de la Secretaría Técnica, y el doctor Pedro Franco Badía, de la vieja guardia perredeista desgastada, fue nominado para la Secretaría Administrativa.

Para la recién creada secretaría de Cultura está señalado Tony Raful. Incluso se conocen los designados para otras dos carteras en proceso de creación: el historiador Frank Moya Pons para la de Recursos y Medio Ambiente, y Antonio Torres para una secretaría de los residentes en el exterior que todavía no ha sido propuesta formalmente al Congreso.

Los cargos más importantes por cubrir son la Procuraduría General y la Contraloría General de la República, las procuradurías fiscales y la importante jefatura de la Policía Nacional. En el primer caso el doctor Virgilio Bello Rosa, columna de honestidad profesional, viene operando como tal. Para Fiscal del Distrito Nacional suena ahora el joven abogado Erick Raful, un sólido candidato para mantener los indiscutibles avances registrados en el ministerio público capitalino.

Hasta el lunes no se había formalizado el anuncio de Luis González Fabra como director de Prensa del gobierno, pero operaba como tal. Faltaban los titulares de las comisiones creadas por el gobierno del PLD: las de Reforma y Modernización del Estado, de Reforma del Sector Salud, de Apoyo a la Reforma Judicial y de Reforma de la Empresa Pública.

De manera que no es mucho el esfuerzo que resta a Hipólito Mejía para dejar conformado el cuadro dirigencial de su gobierno. Los del servicio exterior se irán designando posteriormente, sin presión, sobre todo cuando algunos embajadores serán ratificados, al menos por algún tiempo, que es el caso de Roberto Saladín, en Washington.

¿Revivirá la aplanadora?

La aplanadora se llamó en 1963 a la política de sustitución masiva de empleados del Estado puesta en práctica por el gobierno perredeista del profesor Juan Bosch, aunque su conducción se atribuyó a los dirigentes del partido, encabezados por Angel Miolán, pero muy especialmente a Thelma Frías de Rodríguez, quien además de dirigente del PRD era entonces senadora por el DN.

Más justificable entonces un relevo masivo de empleados estatales, por tratarse en muchos casos de servidores y beneficiarios por mucho tiempo de la tiranía trujillista, el asunto fue magnificado por los opositores golpistas del gobierno boschista y terminó haciéndole daño a la imagen del nuevo régimen.

Los temores por una política de aplanadora en el servicio estatal han sido fortalecidos por declaraciones de los propios dirigentes del PRD, como Pedro Franco Badía, el secretario de la Presidencia, quien adelantó que cancelarían 10 mil empleados designados en los primeros meses de este año.

Otros, incluyendo al mismo presidente electo, han insistido mucho en que “los puestos serán para los que se fajaron en la campaña electoral”. Y en un partido de masas tan grande como el PRD, los que se fajaron fueron millares, a los que debe adicionarse los que arrimaron hombros a través de los aparatos integrantes del “sector externo”. Aunque debe consignarse también que Hipólito Mejía ha advertido que los puestos no alcanzan para los perredeistas, a quienes ha llamado a la moderación y la paciencia.

De cualquier manera es en estas coyunturas de transiciones tan largas, que se prestan para tantas elucubraciones, cuando se advierte la urgencia de poner en práctica la ley de servicio civil y carrera administrativa, aprobada a principios de la década pasada y que sólo ha tenido expresión en un cinco por ciento de los empleados públicos.

Según un informe de la Tesorería Nacional, dado a conocer la semana pasada al 32 de mayo pasado los empleados del gobierno central sumaban 263 mil 124, y los pensionados 29 mil 814 para un total de 292 mil 938, apenas 7 mil más que cuando comenzó este gobierno en 1996. Al 31 de agosto de 1996 los empleados eran 264 mil 551 y 20 mil los pensionados para un total de 285 mil 248.

De acuerdo al indicado informe, y contradiciendo a analistas privados, que incluyen centros de estudios económicos de universidades y fundaciones, el número de empleados decreció en mil 427. Los que aumentaron fueron los pensionados,en más de 9 mil. Pero la gran diferencia está en el monto de los sueldos, que hace cuatro años era de 506 millones 796 mil 867 pesos. Ahora de mil 167 millones 425 mil 936 pesos, para un crecimiento del 130 por ciento.

El justo medio

Hasta en una sociedad de tantas oportunidades y en la democracia más institucionalizada del mundo, como Estados Unidos, los cambios de gobierno implican remociones masivas de empleados. La faz de Washington cambia considerablemente cuando el gobierno pasa de los republicanos a los demócratas o viceversa.

Es iluso pretender que en un país como la República Dominicana, donde tantos miles cifran sus expectativas de ascenso económico, político o social en un empleo público, no habrá remoción considerable en el tren público, sobre todo si no se ha implementado una carrera civil. Más considerable en relación al tamaño del partido que va al poder.

El Partido de la Liberación Dominicana, que se formó como la negación de la política que buscaba cargos, colocó a todo su comité central en la nómina del Estado y virtualmente a todos sus militantes. Sería el desastre si los perredeistas hacen algo parecido. Comenzando porque su comité ejecutivo lo integran cerca de mil personas. Y sus militantes -todos se consideran en plenitud de derechos- son varios cientos de miles.

Pero nadie duda que los perredeistas van a apoderarse de muchos puestos, y que tienen que repartir entre numerosos partidos aliados. Pero nada justificaría que lo hicieran como un pastel, o como un botín de guerra antigua a merced del triunfador.

Sobre todo cuando en numerosas áreas del Estado se ha acumulado un experticio técnico y profesional en los últimos años, fruto de la revaluación salarial operada en el sector público y de los esfuerzos de modernización y organización encaminados por los gobernantes salientes.

Sería un despropósito sumamente dañino que el PRD aplicara la aplanadora en cualquier área gubernamental, pero especialmente si lo hace en los sectores que han mostrado más eficiencia, como el de las finanzas, incluido el Banco Central, relaciones exteriores, ministerio público, en las comisiones de reforma y otras áreas.

Prescindir del talento de muchos de esos servidores priva al Estado de una acumulación de experiencia. Ignorar la dedicación y la honradez de muchos que han realizado importantes trabajos de saneamiento público, es asociarse al pasado y promover la irresponsabilidad.

La política dominicana se ha hecho tan “realista”, ha crecido tanto el clientelismo y el oportunismo, y se han producido tantas frustraciones con gente que predicó toda una vida una cosa y llegada al poder ejecutó otra, que hay pocas ilusiones en los preparativos del nuevo gobierno. Se teme y sospecha de las maquinarias partidarias, aunque -como siempre- las mayores expectativas se cifran en el sello personal que imprimirá el nuevo presidente y líder de la nación.

La bola está ahora en la cancha de don Hipólito Mejía, quien selló una impresionante victoria electoral con el juramento de que es “un hombre de palabra”, que por cierto hasta ahora no se está cumpliendo en la cuota de cargos que prometió a las mujeres. Pero hay esperanzas de que el descanso del crucero le haya dado las energías suficientes para emprender con éxito su próximo gobierno.-