Por Juan Bolívar Díaz
Cumplidos 93 años el pasado primero de septiembre, el doctor Joaquín Balaguer sigue gravitando sobre la política dominicana, aunque cada vez con amenos posibilidades de volver a ser el factor decisivo, pero manteniendo en la incertidumbre a su Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) en torno a una nueva postulación presidencial.
Entre el extraordinario caudillo y sus seguidores políticos parece haber un juego doble, en el que cada parte luce consciente de que la otra la utiliza, aunque el pandero sigue en manos del anciano líder que no se resigna a entregar el trono ni siquiera a los más fieles de sus servidores.
Nadie se atreve siquiera a vaticinar cuál será la salida de Balaguer de cara a las elecciones presidenciales de mayo próximo, a la que es empujado más que nada por su inquebrantable amor al poder, pero desincentivado por el peso ineludible de los años y una realidad política desfavorable que no puede escapar a sus luces y experiencia.
Silencio en el bullicio
El miércoles 1 de septiembre fue de bullicio en la residencia del doctor Balaguer y los suyos se alentaron tanto con su nonagésimo tercer aniversario que hasta declararon una semana de celebraciones.
Los otros dos partidos mayoritarios hicieron esfuerzos por serles simpáticos y enviaron delegaciones a presentarle sus saludos, uno de ella encabezada por el candidato presidencial del Revolucionario Dominicano (PRD) Hipólito Mejía, considerado por encuestas y analistas como el favorito para los comicios de mayo próximo.
Todos los dirigentes reformistas quisieron verlo. Sólo unos cuantos lo lograron. Los periodistas le hicieron guardia el día entero. Pero Joaquín Balaguer permaneció en silencio. Dicen que satisfecho, y razones debe tener para estarlo, al llegar a esa edad ejerciendo el papel de máximo árbitro de la política nacional.
Algunos llegaron a alentar esperanzas de que él escogería la fecha de su onomástico para responder definitivamente el clamor de sus parciales para que vuelva a encabezar la boleta reformista en la justa presidencial del comienzo del milenio. Empero la generalidad de los dirigentes del PRSC se manifiesta consciente de que el caudillo difícilmente anuncie una decisión antes que comience el año 2000.
Balaguer estaría ganando tiempo por dos razones básicas: para observar la evolución del cuadro político, especialmente el desempeño y la suerte del candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y para evitarse una larga campaña electoral que a su edad sería inoportuna ya que lo expondría a la fatiga y al desgaste total frente al electorado. No tendría qué hacer ni mucho que ofrecer como candidato durante largos meses.
Mientras tanto, el caudillo político juega una de sus tácticas favoritas: al enigma, al de las decisiones imprevisibles e insondables, a mantener la expectativa al tiempo que hace girar a todo el mundo en torno a sus cavilaciones y pensamientos. Eso le dio resultado hasta cuando tenía suficientes energías para realizar una campaña electoral de 10 o 12 meses. No hay razón para esperar que vaya a cambiar ahora, por más que lo necesite, dadas sus desventajas políticas actuales, pero también tomando en consideración su precario equilibrio físico.
Ni que si, ni que no
Una revisión de las declaraciones públicas del doctor Balaguer en los últimos meses indica que gana busca ganar tiempo, sin definir para nada su pensamiento, a base de frases sueltas, incluso a veces contradiciéndose.
El entusiasmo por una nueva postulación volvió a los seguidores de Balaguer a su retorno de Miami, el 26 de febrero, tras varias semanas de tratamiento médico, cuando se le vio descender del avión de día y con poca ayuda. Se había ido de madrugada en enero, y desde una base áerea militar. Se llegó a decir que volvió “recauchado” y listo para emprender de nuevo “la marcha hacia el Capitolio”.
Desde entonces ha mantenido la dualidad, evadiendo las presiones públicas de los suyos que quisieran una definición sobre la candidatura presidencial. Los dirigentes del PRSC ya se cansaron de decir que el partido requería definir ese asunto con tiempo suficiente para competir y por debajo aceptan que dependen de la voluntad del caudillo.
Durante semanas evadió los periodistas, abandonando sus habituales caminatas vespertinas en el Parque Mirador del Sur y las visitas dominicales a la tumba de su madre y hermanas. Lunes 7 de junio se puso al alcance los reporteros al acudir a una funeraria en ocasión de la muerte del señor Luis Checo. Allí dijo que su partido escogería candidato presidencial luego que terminara de resolverse el diferendo sobre la Junta Central Electoral, con la elección de dos nuevos jueces. Pero al preguntársele si está dispuesto a ser candidato, respondió: “No, yo no estoy dispuesto a nada, yo estoy en manos de Dios”.
Otra visita funeraria al fallecer el 10 de junio, al fallecer doña Ligia Guerra viuda Bonetti sería seguida por una reaparición en el parque Mirador, aunque evadiendo a los reporteros. Pero 6 días luego en entrevista publicada por el diario La Nación, puso en manos del partido la decisión sobre su postulación. Su lenguaje estuvo lleno de dualidad. Cuando inquirieron su respuesta a una probable petición del partido, dijo: “vamos a esperar. Las cosas siguen y deben hacerse en su oportunidad porque hay mucha gente que está aspirando en el partido. Está Peynado, está Donald Reid, está Josecito, el senador por San Pedro, Hazzim Frappier, que es muy bueno, una persona con mucha aptitud”.
El 20 de junio, en el Cementerio Cristo Redentor, condicionó unas nueva postulación al estado de su salud : “Estamos esperando, pero no estoy aspirando a nada. Estoy dando apoyo al partido en la medida en que me es posible y estamos esperando que se solucionen los problemas que hay pendientes para convocar al Directorio Central Ejecutivo del partido próximamente”.
Cuando los máximos dirigentes del partido fueron a pedirle formalmente que aceptara la postulación, con la firma de más de 237 mil simpatizantes, el primero de julio pasado, Balaguer les respondió: “yo no digo ni que si, ni que no, sino que pido un tiempo prudente para darles una respuesta, que trataré que sea positiva, pero que dependerá de mi estado de salud”.
¿Apoyaría a otro?
El domingo 25 de julio, de nuevo en el cementerio, el doctor Joaquín Balaguer pareció dar marcha atrás cuando adujo que su postulación dependería de como evolucione su salud, diciendo que en su último viaje a Estados Unidos se le había deteriorado, que había empeorado su problema visual, que esperaba mejorar para decidir. “Eso no depende de mi, sino de mi salud, depende de como evolucione mi salud en los próximos días o en la próxima semana”. En esa ocasión llegó a insinuar que otro debería ser el candidato, expresando su decisión de apoyar sin reservas a cualquiera que escogiera su partido.
Los dirigentes reformistas se hicieron sordos y siguieron pidiéndole que se vuelva a postular, pero hasta ahora sin resultados concretos, aunque se resolvió hace tiempo el conflicto en torno a la Junta Central Electoral. La generalidad cree que el narcótico del poder llevará a Balaguer de nuevo a buscar la presidencia. Aunque hasta en los más altos niveles del partido se cree que el carrera será bien cuesta arriba. Algunos le restan toda posibilidad.
No faltan quienes no descartan la posibilidad de que viendo sus perspectivas políticas tan difíciles, el caudillo reformista decida auspiciar otro candidato, cinsciente de que ya no tendría tiempo para obtener éxito. Sería como para reeditar el juego de 1996, cuando pactó con el PLD desde la primera vuelta, traicionando al candidato de su propio partido, Jacinto Peynado.
En este caso, Balaguer volvería a tratar de garantizarse el papel de “dador del poder”, aunque esta vez podría jugar a Hipólito Mejía y al PRD, por ser una fórmula con mejores perspectivas. De esa forma seguiría jugando al arbitraje del poder, sin permitir que todo el partido se vaya detrás de otro candidato, que gane o pierda, pudiera emerger con un nuevo liderazgo que lo relegue para siempre.
Por ese camino, Balaguer podría lograr otro objetivo: ser reivindicado completamente por sus contrincantes políticos, esta vez por el partido que más le ha enfrentado en su dilatada carrera política, y al que virtualmente le arrebató el poder tanto en 1994 como en 1996.
Unico en el mundo
De aceptar una nueva postulación, Balaguer sería el único en el mundo en emprender una campaña electoral en proceso democrático a los 93 años. En América Latina, el caudillo ecuatoriano José María Velasco Ibarra se postuló por última vez en 1968, a los 75 años. Gobernó hasta 1972, cuando tenía 79, y murió a los 86 en 1979.
Juan Domingo Perón fue electo presidente en elecciones libres en 1973 y murió al año siguiente, cuando contaba 79 años.
Charles de Gaulle fue investido presidente de Francia por última vez en 1965, a la edad de 75 años y dimitió cuatro años después, también a los 79, para morir un año después.
El gobernante electo con más edad que recuerde el mundo democrático fue el canciller Konrad Adenauer, reconstructor de Alemania tras el desastre hitleriano. Fue electo por última vez como primer ministro en 1961, a la edad de 85 años y dimitió dos años después. Murió en 1967.
Por de pronto se ignora qué otro dirigente político contemporáneo haya tenido una vigencia tan prolongada como la del doctor Joaquín Balaguer, quien ya en 1930 apareció entre los redactores del manifiesto que llevó a Rafael Leonidas Trujillo al poder.-