Con su pasido lento, Balaguer tiene pocas posibilidades de llegar segundo

Por Juan Bolívar Díaz

            La extraordinaria fuerza de voluntad y el amor al poder de Joaquín Balaguer y los resultados de la última encuesta Gallup para Rumbo, publicada la semana pasada, han replanteado la posibilidad de que el anciano caudillo reformista pudiera volver a ser presidente de la República, en lo que parece nuevamente empeñado.

            Esa posibilidad no puede ser descartada en lo absoluto, pero sigue viéndose muy difícil de materializar, dados los 94 años de edad y las condiciones físicas y ya hasta cerebrales del aún influyente político que en 1966 y 1986 sorprendió con inesperados retornos al poder.

            Aunque en algunos casos casi empatado con Danilo Medina en las preferencias electorales que miden las encuestas, todavía no se conoce una independiente que haya colocado al doctor Balaguer siquiera en la segunda posición. Y no le resultará fácil desplazar de esa posición al candidato de un partido de gobierno, en un país donde el usufructo del poder conlleva un valor político agregado.

Reciente sorpresa

            “Una segunda vuelta con los morados apoyando a los colorados es peligrosa para Hipólito”. Fue el título con que Rumbo encabezaba su informe sobre la encuesta Gallup realizada del 22 al 27 de febrero.

            Numerosas encuestas habían medido preferencias para la eventual segunda votación presidencial de este año. Todas han dado más posibilidades a Joaquín Balaguer de vencer a Hipólito Mejía en ese escenario que a Danilo Medina. Con o sin alianza formalmente establecida. Pero siempre Mejía ha quedado en segundo lugar. En la anterior investigación de la misma firma, efectuada del 17 al 21 de enero, el resultado había sido 48 a 44 por ciento en favor del perredeista.

            Sorpresivamente, la última Gallup-Rumbo los coloca empatados a 46 con un 5 por ciento que no sabe o no responde, 2 por ciento que rehusa hacerlo y 1 por ciento nulo.

            Ese resultado se reflejó en preocupación para perredeistas, depresión para peledeistas y alarma para independientes de raigambre antibalaguerista, mientras elevaba el entusiasmo de los balagueristas a los más altos niveles de los últimos 4 años, convirtiéndose en uno de los temas dominantes de las tertulias políticas.

            El mito balaguerista de la inmortalidad y eterna resurrección se hizo una vez más presente. Perredeistas que se sentían absolutamente ganadores en cualquier escenario, comenzaron a discutir el tema. Influyó el hecho de que mientras su propio candidato perdía algunos puntos en las últimas encuestas, el caudillo reformista parece “meterse en pelea”.

            Para los peledeistas es motivo de pánico pensar en la posibilidad de ser desplazados a un tercer lugar en los comicios presidenciales de este año, posición en la que se mantuvieron desde su fundación hasta la primera vuelta de las elecciones de 1996, cuando el balance fue de 46 por ciento para José Francisco Peña Gómez, 39 por ciento para Leonel Fernández y 15 por ciento para Jacinto Peynado.

            El trauma político sería grave tomándose en cuenta los casi 4 años en que el PLD ha estado en el poder, los abundantes recursos con que cuenta para la campaña electoral, y el hecho de que compite por la segunda posición con un hombre extremada e integralmente agotado.

            Los perredeistas temen una alianza para la segunda vuelta entre el PLD y el PRSC que hace cuatro años le cerró el paso a la presidencia a su líder el doctor José Francisco Peña Gómez y que llevó a la presidencia al joven abogado Leonel Fernández, a quien al principio de aquella campaña subestimaron.

            En aquella oportunidad, el perredeismo insistió en su rechaza del balaguerismo, lo que facilitó el acuerdo político que definió los comicios en la segunda ronda. Para ésta ocasión, los líderes del partido blanco se han empeñado en abrirse espacios de comunicación con el caudillo reformista, tratando de evitar la repetición de la historia de hace 4 años. Un nuevo fracaso ahora les dejaría un sentimiento de fatalismo.

Cuestión de leyenda

            Aunque le resultará sumamente difícil una nueva vuelta al capitolio, la participación de Balaguer en la campaña electoral es ya cuestión de leyenda. Nadie con más de 84 años se ha postulado a una elección presidencial democrática. Con más de dos décadas de haber perdido la vista y severas dificultades para mantenerse en pie y caminar, el doctor Balaguer cumplió el pasado 23 de febrero 70 años en la vida pública, ya que se le atribuye la redacción del Manifiesto del movimiento que en 1930 sirvió para justificar el golpe de Estado de Rafael Trujillo contra el presidente Horacio Vásquez.

El año pasado, como si estuviera reservando energías, apenas se le vio dos o tres veces en las calles. Dejó de visitar hasta la tumba de su madre. Se decía que no podría salir de su casa a hacer campaña. Y ahí está, en manifestaciones cada semana, desde que a fines de enero pasado fuera investido con la candidatura presidencial de su partido.

Pero aunque hay quienes creen que es inmortal, de cualquier forma, el hombre está disminuido. No solo física, sino también intelectualmente. Eso se deduce de la pobreza estructural y de contenido de sus discursos, que ninguno ha llegado a diez minutos. Ni siquiera aquel con el que aceptó la nominación presidencial. El que fuera un tribuno extraordinario, ya sólo va siendo nostalgia entre sus seguidores.

En sus discursos, generalmente, insulsos, ya no hay planteamientos programáticos, ni siquiera ataques enjundiosos contra sus contrincantes, fruto de su débil posición política, en la que quiere estar bien con el gobierno y al mismo tiempo desea sustituirlo. Para desplazar al partido oficial de la segunda posición requiere enfrentarlo, pero no tanto como para diluir la posibilidad de un apoyo de sus militantes y simpatizantes en la eventual segunda vuelta 45 días después de la primera.

Todavía si pudiera sustituir al PLD para la segunda vuelta, entonces se darían escenarios que las encuestas todavía no pueden registrar. Por ejemplo, el desconcierto mayúsculo que se produciría entre dirigentes, militantes y simpatizantes del partido de gobierno, en caso de verse relegado de nuevo a una tercera posición, después de 4 años en el poder, y vencidos por un candidato en las condiciones de Balaguer. Las recriminaciones, disgustos y búsqueda de responsables impedirían un respaldo unitario al caudillo.

Por demás, en el PLD hay sectores, sobre todo entre los cientos de miles de simpatizantes, que preferirían la abstención antes que votar por el doctor Balaguer. El antiperredeismo estaría por encima de cualquier cosa entre los 13 mil dirigentes y miembros, pero aún en ese segmento sería difícil la unanimidad en tal circunstancia. Más aún cuando la amenaza de un nuevo gobierno reactivaría el antibalaguerismo.

Balaguer ha figurado en las últimas encuestas como la figura política de más aceptación y baja tasa de rechazo, pasándole a Hipólito Mejía, que ocupó ese privilegio durante los últimos dos años. En la última de Hamilton-Hoy registró una aceptación del 69 por ciento, por encima del 56 atribuido a Mejía y 45 a Medina. La tasa de rechazo fue de 28, 37 y 48 respectivamente.

Obviamente que esa medición, nunca antes alcanzada por Balaguer, estaba determinada por la circunstancia de que tanto peledeistas como perredeistas se disputan su gracia, pensando en la segunda vuelta, que en definitiva lo mantiene como árbitro político.

Apostar a Danilo      

Es cierto que el candidato del PLD no ha llegado al 30 por ciento en ninguna de las encuestas consideradas independientes o acreditadas. La mayor puntuación la consiguió en Gallup-Rumbo del 14v al 19 de diciembre pasado, con 28 por ciento. Hamilton-Hoy y Penn-El Siglo le han conferido 27 por ciento. Pero en todos los casos ha quedado por encima de Balaguer.

En Diciembre la de Gallup-Rumbo le confirió una cómoda ventaja de 28-18 por ciento. Pero la misma lo bajó en enero 26 a 22 por ciento y en Febrero los metió dentro del margen de error con 26 a 23 por ciento. Pero siempre con Medina arriba. Los sondeos que publica Rumbo registraron el peor momento para Danilo Medina en septiembre y Octubre del 1999, cuando solo un punto los separaba, en ambas ocasiones 23 a 22 por ciento. Las últimas dos encuestas de Penn y Hamilton, a finales de enero y principio de febrero pasados, coincidieron en dar una cómoda ventaja a Medina sobre Balaguer de 27 a 20 por ciento.

En las circunstancias actuales de Balaguer hay que ser bien balaguerista para preferirlo como presidente de la República. Sus desventajas son muy grandes frente a más de la mitad de loa población electoral que tiene menos de 30 años de edad. De él todo lo que se puede esperar es fatiga, limitación progresiva del discurso en el período en que se debatirán las propuestas de gobierno. Ya el caudillo comenzó a optar por la ausencia en los foros de la sociedad civil o en los programas de televisión.

No es que Balaguer sea un desarrapado de recursos para su campaña, pero sus gentes están acostumbradas a moverse con muchos recursos. Y Danilo Medina parece ganarle también en ese apartado. En la recta final, el peso del gobierno puede significar varios puntos hacia arriba para el candidato oficialista. Al menos esa es la tradición dominicana, donde el peso del gobierno es muy grande todavía.

El líder reformista es un fenómeno universal, con una voluntad de poder inigualable, pero a 11 semanas de la cita en las urnas, su marcha luce cuesta arriba y sus fuerzas físicas son cada vez más débiles. A menos que se complique mucho más la situación del gobierno, si hay segunda vuelta será entre Hipólito Mejía y Danilo Medina.