Por Juan Bolívar Díaz
Al igual que hace cuatro años, la suerte electoral del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) sigue dependiendo de la gracia del caudillo reformista Joaquín Balaguer, aunque cada vez con menores perspectivas de éxito, como ya quedó evidenciado en los comicios congresionales y municipales del 1998.
A menos ya de cuatro semanas para las elecciones presidenciales, la candidatura presidencial del PLD, encarnada en Danilo Medina, luce tan débil que esa organización se podría ver en el dilema de escoger si atacar a Balaguer y perder en la cada vez más probable segunda vuelta, o no hacerlo y quedar eliminado en la primera.
El apremio es tan fuerte que el Presidente Leonel Fernández ha tenido que lanzarse de lleno a la campaña, exponiéndose a otra derrota política como la que recibió hace dos años, cuando recorrió en caravana casi todos municipios, persiguiendo una mayoría en el Congreso Nacional.
Las preferencias
En las últimas encuestas publicadas por los medios impresos resalta que el candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) mantiene una tendencia a la baja que no ha sido para nada aprovechada por el candidato del partido de gobierno.
En la última encuesta de Hamilton and Staff para el diario Hoy, publicada este domingo 16 de abril, Hipólito Mejía registra el 40 por ciento de las preferencias electorales, 2 puntos menos que en la de enero pasado. Pero Danilo Medina, ahora con 26 por ciento tiene 1 menos. El única que ha crecido netamente es Balaguer, quien ahora aparece con el 25 por ciento, 5 puntos más que en la de hace tres meses.
En relación a la encuesta Hamilton de septiembre pasado, el perdedor neto es el candidato perredeista, quien ha caído 6 por ciento, del 46 al 40. Pero en esos 7 meses, sus contrincantes Medina y Balaguer apenas han crecido en 3 y 5 por ciento respectivamente. El primero del 26 al 26 y el otro del 20 al 25 por ciento.
El hecho de que los indecisos y los que rehusan identificar sus preferencias apenas hayan bajado 2 puntos desde septiembre, cuando totalizaban 11 por ciento, parece sugerir que ninguno de los candidatos lograr registrar tasas de arrastre de simpatías. Ello podría explicarse en limitados méritos o aciertos, como también en la falta de generación de pasiones y entusiasmo, debido a la decadencia de Balaguer y a la ausencia del ruedo electoral de los otrso grandes líderes de multitudes del período postrujillista. Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez
Balaguer, el único que registra real crecimiento, aparece todavía en tercer lugar de las preferencias en el sondeo que publica Hoy, todavía un punto por debajo de Medina, prolongando una fiera lucha por el escalón que permite el pase a la segunda vuelta. En la última encuesta de Gallup para Rumbo se daban las mismas proporciones, pero alternando las posiciones, es decir Balaguer en segundo lugar con 26 por ciento y Medina en el tercero con 25.
La encuesta Pennn and Schoen que publica el diario El Siglo registró el pasado marzo al candidato del PRSC en segundo lugar, siempre con un punto por encima del peledeista, 24 a 23 por ciento. En esa el candidato perredeista totalizaba el 44 por ciento.
La mayor ventaja en un segundo lugar lo obtuvo el candidato reformista en la encuesta nacional del Centro Económico del Cibao, realizada del 7 al 11 de marzo pasado, que le otorga el 27.7 por ciento contra 20.1 por ciento al del PLD.
Lucha sin cuartel
Si el descenso de Hipólito Mejía robustece la posibilidad de que sea necesaria la segunda vuelta, la lucha luce cada vez más sin cuartel por el segundo lugar, ahora con Balaguer sacando una ligera ventaja en las últimas investigaciones publicadas, mientras en la opinión pública se reafirma el criterio de que el anciano caudillo no sólo está en camino de vencer al peledeista, sino que terminaría acabando con el perredeísta el 30 de junio.
Lo de la primera vuelta luce más cierto, ya que Balaguer se beneficia grandemente del hecho de que ninguno de los otros dos partidos quieren tocarlo “ni con el pétalo de una rosa”, esperando beneficiarse de sus votos en la segunda ronda. Ello se refleja necesariamente en la opinión de los electores al ser consultados por los encuestadores. De ahí que el líder del PRSC sea ahora quien registre la menor tasa de rechazo, algo hasta hace poco insólito.
Esa delicadeza con Balaguer podría ser más grave para el PLD, a quien se le podría acabar antes la pista. Los perredeistas tendrían mes y medio, entre el 17 de mayo y el 30 de junio para enfocar sus cañones contra el eterno caudillo. Por eso Hatuey de Camps se puede dar el lujo de anunciar que la Comisión Política del PRD reafirmó la línea de que a Balaguer no se le puede ni amagar, induciendo a José Tomás Pérez a decir lo mismo, pero en peligrosa desventaja.
Y es que para el PLD sería tan catastrófico caer a un tercer lugar, después de 4 años en el poder, que tendría que hacer todo lo necesario para evitarlo. Lo necesario en este caso sería exponer las limitaciones y precariedades del caudillo reformista. Pero al depender del favor de éste para la segunda vuelta, los peledeistas prefieren la prudencia. Corren el riesgo de quedar “sin pito, sin flauta y sin que tocar”. De reafirmarse esa tendencia en los próximos días, tendrían que aceptar el riesgo de perder en la segunda y no quedar descalificado en la primera vuelta. Pero no quedan muchos días.
Por el viejo camino
Se sabe que el asunto ha sido intensamente discutido entre los peledeistas en las últimas semanas. Pero todos los razonamientos los conducen al mismo callejón sin salida. Si tocan a Balaguer se alejan las posibilidades de contar con sus votos al caer junio. De ahí que hasta ahora haya predominado la línea de la convivencia pacífica. Aunque Norge Botello primero, y Alejandrina Germán, apenas la semana pasada, hayan ensayado el camino de la descalificación del candidato de los 94 años.
Los estrategas peledeistas cuentan con un factor clave en la recta final que comienza este domingo de resurrección: los recursos del poder, un viejo camino bien conocido por los balagueristas. Por eso insistieron, y lo lograron, que el presidente Leonel Fernández se lanzara de lleno a la campaña electoral, como hizo el sábado 15 en San Cristóbal. En alguna medida ya antes con su discurso del 30 de marzo en el teatro regional del Cibao.
El viejo camino sería trillado fuertemente en las próximas semanas, combinando inauguraciones y atenciones gubernamentales, reparticiones de todo género -cientos de taxis amarillos esperan- con la magia discursiva del presidente y nuevo líder peledeista. Lo mismo intensificando la propaganda a nivel nacional, aún a riesgo de reproducir la saturación de 1998, y apelando a campaña sucia, desde luego sólo contra Hipólito Mejía, sobre quien se planifica hasta un “panel de siquiatras” para que lo declaren “loco”, algo que podría resultar insólito y hasta contraproducente.
En el PLD hay conciencia de que lo mismo se puede ofender a Balaguer y sus seguidores con el ataque directo, que con el abuso del poder en su contra. Pero no están dispuestos a tanto como cruzarse de brazos en las actuales perspectivas. Prefieren la acción indirecta al enfrentamiento.
Más cómoda es la posición del PRSC, que juega dos cartas frente al PLD y su gobierno. El caudillo se ahorra toda crítica al gobierno, y de esa forma mantiene vivas las esperanzas peledeistas de un nuevo apoyo en junio, mientras los dirigentes de su partido se lanzan frontalmente contra el grupo gobernante. Y casi le sacan sangre con sus ruedas de prensa semanales, donde vienen entregando por escrito enjundiosos ataques al gobierno de Fernández, sin que nadie les responda proporcionalmente.
Un futuro incierto
Atado a la dependencia del reformismo, el PLD ha llegado al final de la campaña electoral con perspectivas bien inciertas. Si descalifica a Balaguer el 16 de mayo, podría estar al mismo tiempo firmando su sentencia de muerte para el 30 de junio. Es obvio que la mayor parte de los dirigentes reformistas, sobre todo los que quieren hacer carrera política más allá de Balaguer, prefieren hoy una alianza con el PRD que con el PLD. Por una razón fundamental, al margen de algunas “ofensas”: que un PLD con otro período gubernamental, en el ocaso de Balaguer, tendería a absorber el partido colorado.
Y ese factor sería clave, ya que Balaguer de perder en la primera ronda, no apostaría para perder también en la segunda. Y él mismo ya sin futuro político no podría exponerse a un pacto que dividiera a sus propias huestes. Las condiciones para reeditar el Frente Patriótico no se dan en el 2000. Comenzando porque Peña Gómez está muerto, pasando porque Balaguer no está en el poder, y concluyendo en que para su propia gloria le convendría reivindicar haberle dado el triunfo a los dos partidos que le hicieron mayor oposición.
La elección de Jacinto Peynado como su compañero de boleta, muestra que ya Balaguer tiene que contar con lo que piensa la mayor parte de su partido, que no está en condiciones de imponerse como en el pasado, que si quiere seguir en el juego político tiene que apostar al sentimiento de su propia colectividad.
La historia reciente parece demostrar que nadie debe hacer planes contando con Balaguer. Y es en lo que ha insistido el PLD, a pesar de que hace justamente dos años los dejó con la carabina al hombro y si no pactó con el perredeismo fue porque tuvo de frente a otro hábil jugador que se dio cuenta a tiempo que no lo necesitaba. Pero terminó la campaña utilizando el terrible epíteto de “comesolos”, cuando proclamó en Baní que “los reformistas no andan solos, ni se divierten solos, ni comen solos…”