Los peledeístas podrían equivocarse otra vez

Por Juan Bolívar Díaz

 Por las revelaciones que se han hecho acerca de las reflexiones de los organismos del partido de la Liberación Dominicana (PLD) sobre los resultados de las elecciones de mayo pasado, se deduce que esa organización sigue dependiendo excesivamente de los reformistas para obtener éxito en los certamenes electorales.

El PLD podría incurrir nuevamente en el error de trabajar en vano en la búsqueda de otra alianza con el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) que luce sumamente difícil, ya que la dinámica de la supervivencia conduce a los colorados por un camino de confrontación con el actual gobierno y su partido.

A los actuales gobernantes les queda el recurso de comprometer a los reformistas desde ahora compartiendo con ellos el gobierno, en una coalición, no simplemente tratando de captar dirigentes para incorporarlos individualmente a la gestión pública. Este último camino sólo servirá para agudizar contradicciones.

Triple coincidencia

            Tanto el secretario de Propaganda, José Tomás Pérez, como el secretario general, Lidio Cadet, y el influyente secretario de la Presidencia, Danilo Medina, coincidieron la semana pasada en la autocrítica de que el gobierno “No se manejó bien” con los reformistas, atribuyendo a esa causa que no se produjera la alianza electoral que ellos persiguieron sistemáticamente en los últimos meses.

            Los tres dirigentes señalaron, en circunstancias y escenarios diferentes, que en las evaluaciones de los organismos peledeistas se llegó a la conclusión de que tienen que iniciar nuevas relaciones con los reformistas de cara a los comicios presidenciales del 2000.

            “Yo creo que se cometieron errores en las relaciones con el Partido Reformista. Se cometieron errores”, repitió varias veces Danilo Medina, según lo recogido por el diario Hoy en su edición del jueves 4 de junio. Al igual que Cadet y Pérez, el secretario de la presidencia evadió identificar los “errores”, pero no han faltado quienes especulen que se refieren a las tímidas iniciativas judiciales contra funcionarios del pasado régimen, de las cuales sólo han tenido limitados efectos la referente al tráfico de terrenos estatales por parte del Instituto Agrario Dominicano.

            Las denuncias sobre el fraude en la Lotería se diluyeron al punto de que el Procurador General de la República dijo que el mismo solo existía en los periódicos. Otras como la radicadas por el director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos contra su predecesor, al que acusó de dilapidar decenas de millones de pesos, y las referentes a fraudes en el Banco Agrícola, se han quedado también en material de periódicos.

            Los errores también podrían referirse a las investigaciones de cuestiones más gruesas, como el asesinato del periodista Orlando Martínez o las indagatorias sobre la desaparición del comunicador Narciso González. En el primer caso es donde se ha llegado más lejos, con el apresamiento de unas 4 personas, entre ellos tres exmilitares.

Factores exógenos

            Ha llamado la atención de los analistas que la mayoría de las reflexiones u opiniones de los peledeistas sobre las causas de su derrota electoral giren sobre factores exógenos, ajenos a ellos mismos en la mayoría de los casos. Algunos han llegado, como Lidio Cadet, al grado de atribuir el resultado electoral al escaso desarrollo cerebral de las mayorías.

            Alejandrina Germán, miembra del ComitéPolítico, fue más fina, pero expresó un concepto similar cuando expresó que “el pueblo dominicano no valora en su justa dimensión las ejecutorias de este gobierno, porque para muchoa dominicanos y dominicanas resolver los problemas es una solución personal y este gobierno trabaja para construir el porvenir.”

            Evadiendo hurgar hacia dentro de las políticas del partido y del gobierno, muchos dirigentes del PLD encuentran explicaciones del resultado electoral en manipulaciones de la prensa y de los perredeistas, en el costo de la modernización que ha desplazado a buscones y choferes, en los chubascos que cayeron al amanecer del 16 de agosto en la capital y hasta en la muerte de José Francisco Peña Gómez.

            Sólo por excepción dos o tres peledeistas han formulado críticas o autocríticas públicas a las políticas del partido y del gobierno. Hay quienes afirman que tales críticas han salido a flote en las reuniones partidarias, pero que nunca se harán en público, por la particular concepción de la disciplina que predomina en el partido morado.

Esfuerzo vano

            El publicista José Tomás Pérez fue bien claro en el telediario Uno más Uno la semana pasada en plantear que se en la reunión del Comité Central se acordó trabajar para un acercamiento al PRSC con miras a los comicios del 2000, aunque tal esfuerzo consumió excesivas energías del peledeismo desde principios del año pasado, sin haber aportado frutos.

            La razón fundamental no parece ser los “errores” cometidos con dirigentes del partido colorado, sino que la supervivencia de este pasa necesariamente por un alejamiento del partido de gobierno, que desde el Frente Patriótico de 1996 le ha succionado miles de cuadros medios y de base.

            Ni el PLD ni el PRSC están en condiciones de crecer a costa del PRD, al menos que los dirigentes de éste comiencen a facilitárselo mediante la fragmentación. El PLD se pasó buena parte de la campaña electoral conquistando y juramentando militantes y dirigentes perredeistas y reformistas, especialmente de los primeros, lo que aparentemente no le sirvió para nada.

            Las crecientes rivalidades entre peledeistas y perredeistas, y la evolución política de los primeros hacia posiciones cada vez más conservadoras determinan que su crecimiento se de a costa del PRSC, devenido en un partido de tercera posición en los dos últimos torneos electorales.

            A menos que los reformistas no quieran enterrar definitivamente su partido, tendrán que evadir la cercanía con el partido de gobierno, tanto como evitar dejar al PRD solito todo el espacio de la oposición. En las reflexiones de dirigentes reformistas resalta la consideración de que su pobre desempeño electoral se debió, en parte, a no haber hecho suficiente oposición al régimen peledeista.

Ninguna razón

            Ninguna razón tienen los reformistas para mostrarse generosos con un partido al que llevaron al poder y que ha crecido a su costa, desplazándolos del espacio que ocuparon durante más de tres décadas. Muchos más cuando es consubstancial a la naturaleza peledeista el considerar que sólo ellos sirven en la política nacional.

            Los que sueñan con un nuevo Frente Patriótico no parecen darse cuenta que aquel esperpento sólo fue posible cuando las contradicciones de los reformistas estaban centradas en el PRD y particularmente en alguien que ya no existe: José Francisco Peña Gómez, especialmente por los prejuicios raciales, clasistas y políticos que le afectaban.

            Aún en vida de Peña Gómez, y ahora tiende a acentuarse, los perredeístas borraron contradicciones con el PRSC, por razones de fondo como tácticas. Es casi imposible que pueda darse una unanimidad refromista contra el perredeismo, y que éste no pueda ofrecer lo mismo o más que lo que ofertarían los peledeistas para el 2000.

Gobierno de coalición

            El PLD tiene, sin embargo, una opción: plantear a los reformistas un gobierno de coalición desde ahora, y el compromiso de que quien quede en tercer lugar en la primera vuelta del 2000, respalde al otro.

            El cogobierno es la única forma de evitar que el PRSC se vaya a una oposición confrontativa buscando recuperar el espacio que le ha sustraído el PLD. Pero eso difícilmente se consiga dando dos o tres secretarías de estado y algunos cargos más a dirigentes reformistas, sino estableciendo un pacto de gobierno, una real coalición que debió haber sido lo de 1996.

            En los últimos días se ha dicho que el gobierno estaria ofreciendo cargos a dirigentes reformistas. Si es a título personal, ello en vez de producir acercamiento, podría profundizar la separación y la confrontación que comenzó a sentirse en la reciente campaña electoral.

            En la historia política dominicana no hay precedentes de reales coaliciones de gobierno, pra las cuales se requiere la voluntad de dos partidos. A los peledeístas podría parecerle conveniente dar una fracción del poder a cambio de garantía de continuidad. Habrá que ver con qué tajada están dispuestos a conformarse los reformistas. Y sobre todo si están resignados a que ya perdieron el poder para siempre. La lógica del poder los lleva a tomar distancia del que lo usufructúa.

Grave riesgo

El PLD podría correr un grave riesgo si insiste en condicionar su futuro a una nueva alianza con el PRSC y no se lanza definitivamente a ganarse las masas de los votantes. Podría perder el tiempo soñando con un imposible como ya le ocurrió en los últimos meses.

Habría que ponderar también si en realidad le conviene fundirse en un gobierno de coalición con el PRSC, lo que acabaría por cambiarle el perfil de que hicieron gala durante un cuarto de siglo los seguidores del profesor Juan Bosch.

Sería abandonar el “nuevo camino” y acentuar la tendencia frustratoria que hace ya más de un año señaló el padre Jorge Cela con aquella lapidaria frase de “más de lo mismo”. Ello podría conllevar frustraciones en importantes segmentos del mismo PLD y de los grupos y sectores sociales que han esperado cambios importantes en la forma de hacer política y regir el Estado.

El gobierno de coalición puede ser discutido. Pero si no se da, lo que se impone al PLD es comenzar a pensar en cómo agenciarse la continuidad en el poder con sus propias fuerzas, o por lo menos sin estar dependiendo de la ajena. Para ello en vez de contemporizar con los reformistas, lo que les puede convenir es acentuar su propio perfil en la gestión de gobierno. Pero pronto, porque pronto, en cuestión de meses, puede comenzar a ser tarde.-