Por Juan Bolívar Díaz
Para todo el que siguió de cerca la ruta del huracán Georges que la semana pasada devastó gran parte del país resultó claro que el gobierno nacional, no solo la Comisión Nacional de Emergencia, se manejó con enorme desacierto antes, durante y en las horas que siguieron al fenómeno atmosférico.
En contradicción con el discurso del Presidente Leonel Fernández de la noche del miércoles 23, al día siguiente del paso del huracán, no ha habido coordinación del gobierno central con los demás organismos del Estado y mucho menos se ha tratado de incorporar a la sociedad civil en las tareas asistenciales a los cientos de miles de damnificados y de limpieza y reconstrucción.
Desde el fin de semana la gestión gubernamental ha registrado notable mejoría, , pero los cuestionamientos de medios de comunicación y agencias internacionales sobre la imprevisión e ineficiencia abundan tanto en el país como en el exterior, lo que ha obligado a los funcionarios públicos a desarrollar una avalancha defensiva.
A media base
No hay que realizar una retrospectiva demasiado minuciosa para darse cuenta que el gobierno fue atrapado a media base por el desastre atmosférico, que subestimó hasta último momento la posibilidad de que afectara al país y que se movió erráticamente cuando el peligro era inminente.
La noche del domingo 27 el ciclón más fuerte del Caribe en los últimos tres años había enfilado directamente sobre la isla de Puerto Rico y las proyecciones del Canal del Tiempo y del Centro de Huracanes de Miami indicaban claramente que pasaría sobre territorio dominicano, entrando por Higuey y saliendo al nordeste de Montecristi. La urta variaría más al sur, posteriormente. Entró entre La Romana y la isla Saona para cruzar casi transversalmente la isla de este a oeste, saliendo del país por lo alto de la cordillera Central, más al sur de Loma de Cabrera.
El peligro era tan clara que los productores de Jornada Extra, por Teleantillas recomendaron a las 10 de la noche dominical que se suspendiera la sesión del Consejo de Gobierno convocada para el medio dia del lunes para conocer los proyectos de reformas económicas y sociales que serían envíados esa misma semana al Congreso Nacional. A la mañana siguiente, entrevistando a Melanio Paredes en Uno más Uno los mismos periodistas le preguntaron si el gobierno se iba a concentrar en ese Consejo de Gobierno en vez de atender a la emergencia nacional. El dirigente peledeista y funcionario reafirmó que la reunión se mantenía. Y se mantuvo, lo que concentró ese día la atención de gran parte del gobierno.
Ya el Listín Diario publicó viernes y sábado pasados cómo la Comisión Nacional de Emergencia restó importancia a la gravedad de los vaticinios e ignoró las recomendaciones formuladas por los especialistas desde tres días antes del huracán tocar tierra dominicana. Se he relevado el desacierto de los rectores de Metereología y la Defensa Civil y sus esfuerzos por “limpiar” los boletines meteorológicos de expresiones que “pudieran causar alarma en la población”.
En Palacio Nacional
Funcionarios como Elpidio Báez, Félix Abréu o Juan Delancer tuvieron responsabilidad en el ineficiente manejo gubernamental del aciago día 22 de septiembre y las horas siguientes. Al fin y al cabo era titulares de organismos básicos como Defensa Civil, Meteorología y Televisión Dominicana (estatal), aunque ninguno tenía experiencia de afrontar con tales responsabildiades los desafíos de un huracán grado tres. El más importante. El primero apenas tenía un mes en el cargo.
Sin embargo sería injusto hacer recaer en ellos la responsabilidad exclusiva o principal del desacierto. Es que el gobierno en su conjunto “no estaba en eso”. La prueba es que fue alrededor de las 11 de la mañana día del martes cuando el director de Telecomunicaciones, Rubén Montás, llamó a los canales de televisión para pedirles que se sumaran a una cadena de radio y televisión que transmitiría desde el Palacio Nacional, donde “se está instalando un centro de operaciones”.
Teleantillas llevaba 5 horas ofreciendo informaciones y orientaciones, desde las 6 de la mañana, cuando su director de Prensa recibió tal invitación. Por fortuna el periodista dejó bien claro que seguirían su propia labor informativa y estarían en cadena sólo en los momentos en que el gobierno estuviera informando y orientando.
Cuando el Presidente Leonel Fernández se dirigió al país por la “cadena” para advertirle del grave peligro era cerca de las 2 de la tarde, y el huracán Georges tenía 8 horas sobre territorio nacional. Ya había devastado las provincias del Este y su furia sacudía la capital de la nación. Más aún la energía eléctrica había sido cortada y muchas estaciones de radio y televisión estaban fuera del aire por lo que la mayoría no pudo escucharlo.
Cadena derretida
Aparentemente Georges devoró hasta la cadena de radio y televisión del gobierno que aparentemente quedó derretida, porque pasaron muchas horas antes de que pudieran producirse algunas informaciones precisas por los canales del Estado. Hasta la noche de ese día la televisora estatal se dedicó a poner música clásica, películas (incluyendo una casi pornográfica) y la entrevista a uno de los asesinos del niño Llenas Aybar.
Nadie ha podido precisarme quiénes eran los responsables del Centro de Operaciones establecido en el Palacio Nacional, ni qué hacían mientras el huracán se paseaba impunemente por el territorio nacional. Tampoco por qué no orientaron a la población sobre el curso del huracán aún después que pasó del Distrito Nacional, cuando le faltaban por lo menos otras 8 horas sobre el territorio dominicano.
Todavía en la noche el Palacio Nacional no se recuperaba. Cuando alrededor de las 8 el secretario de las Fuerzas Armadas ofreció allí una rueda de prensa dijo que el ojo del huracán estaba por Azua y Padre las Casas, aunque había tomado dirección noroeste desde que azoló las provincias orientales. A una pregunta de los reporteros, el almirante Rubén Paulino Alvarez dijo que carecían de informaciones de la región este del país por donde el huracán había cruzado entre 8 y 10 horas antes.
Los altos funcionarios estaban tan sobrepasados por los acontecimientos que el decreto que establecía un toque de queda a partir de las 8 de esa noche, fue dado a conocer a las 9. Las quejas por la desinformación oficial llovieron por todos los medios y se constituyeron en burlas y expresiones de decepción. No sería hasta el jueves 24 cuando la televisora estatal inten taría jugar su rol comunicativo. Aparentemente ya fuera del Centro de Operaciones del Palacio Nacional.
Costo de imprevisión
Sería aventurado e injusto cargar sobre el gobierno el costo de la devastación y los muertos y desaparecidos que cobró el huracán Georges a su paso por el país. Nuestras precariedades son tantas que de todas formas hubiese sido grande la destrucción y el número de víctimas mortales que hasta el domingo las cifras oficiales establecían en 203 mientras se hablaba de centenares de desaparecidos, sobre todo en San Juan de la Maguana, y sobre 200 mil refugiados en 711 locales.
Pero no hay dudas de que el costo pudo haber sido menor si toda la maquinaria se mueve oportunamente. Si la lentitud y el atraso imperaba en el Palacio Nacional no debe causas sorpresa que los moradores de la Mesopotamia, en San Juan de la Maguana, no tomaran en serio la advertencia de que debían desalojar el lugar por el inminente peligro de que la presa de Sabaneta se desbordara. Y también explica que las autoridades de aquella localidad no obligaran al desalojo de la zona, como correspondía en la circunstancia, para lo cual debieron utilizar hasta la fuerza pública.
La falta de planes de contingencia explica también que pasaran muchas horas antes de que el gobierno pudiera asumir la realidad de que gran parte de la región Este, central y wsur del país había sido devastada por el ciclón. A falta de teléfonos que quedaron fuera de servicio en las zonas más golpeadas, no había otro mecanismo rápido de comunicación.
Arranque lento
Al no estar debidamente preparado el gobierno arrancó sumamente lento en las labores de auxiliol, rescate y asistencia a las poblaciones devastadas y espe0cialmente a las comunidades aisladas. En algunas como Tamayo y Vicente Noble, en el suroeste, se llegó tres días después, período en el cual la parte de la población sobrevivió en techos de edificios.
A algunas de las comunidades más arfectadas los periodistas de los diarios y de la telvisión privada llegaron primero que las autoridades y la asistencia del gobierno central. Y desde luego, recogieron y transmitieron las protestas indignadas de la población. Esto último tuvo un efecto positivo y es que sacudió al gobierno y lo empujó a moverse para responder a las demandas.
Aunque, como siempre, molesto con los medios de comunicación, hasta el punto de haberle negado permiso a Teleantillas para operar un helióptero el jueves 24, el gobierno debe agradecer la criticidad de periódicos, televisoras y agencias de prensa, aunque ella se reflejara en el exterior. En vez de ello, viernes y sábado el tono de las transmisiones de la telñevisora oficial era de hostilidad a “los que desinformaban” y actuaban “en función de intereses políticos”.
Para el fin de semana ya los organismos del gobierno daban señales de agilización y mayor efectividad frente a los inmensos desafíos de la población. Comenzaba a llegar ayuda exterior en términos significativos y se avanzaba en la restauración de los servicios de agua y electricidad, así como en el auxilio a las comunidades más necesitadas y a los refugiados. Para entonces los funcionarios copaban los medios de comunicación, ya casi todos rehabilitados, para defender su gestión y pregonar sus logros.
Poco crédito
Aunque los estrategas y los funcionarios del gobierno no quieran aceptarlo, su crédito vuela bien bajo en la población y ante los extraños, incluyendo la comunidad diplomática. Quedó seriamente disminuído por los vientos de Georges. La mejor prueba puede ser que el gobierno norteamericano condicionó su ayuda a que fuera administrada por la Cruz Roja, que tiene un comisariado internacional.
Ello ocurrió aún después que la Presidencia de la República había advertido que “ninguna persona física o institución está autorizada a recoger las ayudas y donaciones para los damnificados del huracán Georges. Por lo tanto las donaciones deben ser llevadas a las opficinas del Plan de Asistencia Social que están ubicadas en Villa Duarte”.
Tal advertencia se inscribió en el sectarismo y la incapacidad de coordinar con oitros organismos y poderes del Estado. Molestó a los ayuntamientos, a partidos opositores y a instituciones de la Sociedad Civil, incluyendo a las iglesias, acostumbradas a recolectar y distribuir ayuda en circunstancias de emergencia.
Al concluir la semana de Georges gobierno central y Ayuntamiento del Distrito Nacionalno habían podido concertar para recoger los millones de árboles caídos ni la basura acumulada que pone en peligro la salud general. Aunque el síndico Johnny Ventura visitó el Palacio y procuró ayuda desde el dia 23, todavía el domingo27 no contaba con ningúnh recurso adicional . Dinero le dijeron que no había, aunque le prometieron equipos y respaldo de la secretaría de Obras Públicas y de las Fuerzas Armadas. Pero cada institución andaba por su cuenta.
La impresión era que ni los vientos del huracán, a casi 200 kilómetros por hora, barrieron un poco del espíritu sectario y de confrontación que afecta a los poderes públicos y los partidos políticos. Hay indicios de que en el Ayuntamiento predomina una línea que también planifica en función del partido, y que los líderes de éste están al acecho para cobrar los desaciertos más que para aportar a las soluciones.-