Por Juan Bolívar Díaz
El Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) pasó airosamente la prueba de sus elecciones primarias para seleccionar su candidato presidencial, con mayor normalidad y menos incidentes de lo que la opinión pública esperaba, lo que permite vaticinar que podría sobrevivir sin mayores traumas el eclipse de su caudillo, el doctor Joaquín Balaguer.
La selección del empresario Jacinto Peynado le puede garantizar una candidatura presidencial con capacidad para convertirse en un fuerte contendiente para las elecciones del próximo 16 de mayo, y la reacción de los demás precandidatos a menos de 24 horas de conocerse el resultado de la votación le allana el camino para iniciar en breve su campaña electoral.
Peynado tendrá que enfrentar ahora el desafío de curar las heridas que dejan las competencias por candidaturas y ganarse la buena voluntad de sus más sólidos contradictores internos, así como la colaboración del doctor Balaguer, cosa un tanto difícil si ha de mantener el discurso crítico que caracterizó su campaña interna.
UN GRAN TRIUNFADOR
La dimensión del triunfo logrado por Jacinto Peynado no se puede medir tan solo por el 58 por ciento de los votos obtenidos en las primarias, 27 puntos por encima de su más fuerte contendor, sino por el arrojo con que se desempeñó y por haber logrado dividir el famoso anillo palaciego. Más aún porque en la primera etapa de la precampaña se le consideraba en desafecto del caudillo reformista.
Su elección como candidato presidencial es su segunda victoria en poco más de un año, fruto de su arrojo y tenacidad. No debe olvidarse que en la primavera de 1994 proclamó públicamente que no aceptaba la candidatura a síndico del DN ni a senador y que sólo se lanzaría por la vicepresidencia. Su demostración de fuerza en la capital selló la decisión de Balaguer de llevarlo como compañero de boleta.
Los dos triunfos políticos de Peynado han sido a costa del ingeniero Carlos Morales Troncoso, de quien hay que decir que salió airoso con el 32 por ciento de la votación del primero de octubre, dado que no llevaba ni un año luchando abiertamente por la candidatura, a diferencia de Peynado, quien tiene por lo menos 12 años trabajando en las bases del PRSC.
Morales resultó perjudicado por los fallidos intentos de alianzas de las últimas semanas, y por haber puesto demasiado huevos en la canasta de «lo que diga Balaguer» y de un anillo palaciego que al final se dividió, quedando el precandidato casi a expensas del cónsul Guaroa Liranzo, quien por cierto nunca dio la cara públicamente en la contienda interna. La dignidad con que Morales reconoció la elección de su principal rival, y su tercio de los votos, lo dejan en buena posición para hacer carrera en el PRSC, si es que tiene la suficiente firmeza al respecto.
El triunfo de Peynado estaba pintado casi desde el principio de la precampaña, aunque por momentos se temió que una intervención del caudillo reformista inclinaría la balanza en otra dirección. Balaguer se mantuvo tan indiferente que ni siquiera votó en las elecciones primarias. Probablemente la tenacidad de Peynado le hizo más difícil una intervención, si es que la contempló.
UN FINAL EXITOSO
A pesar de las duras confrontaciones, que dejaron un muerto y un herido grave, al final la campaña interna de los reformistas resultó sorprendentemente exitosa, con la reserva de la relativamente baja votación registrada.
El total de los votos emitidos, cercano a los 400 mil, estuvo dentro de las expectativas expresadas por Peynado y Morales Troncoso en la última semana. Pero muy lejos de los vaticinios iniciales y de los votos que se le computaron al PRSC en los comicios del año pasado, más allá del millón y cuarto.
El 9 de mayo el diario Hoy recogió en su página 4 una declaración del presidente en funciones del PRSC, doctor Donald Reida Cabral, en la que expresaba que sólo la membresía del partido superaba el millón de personas. Posteriormente las expectativas bajaron a 800 mil y luego a la mitad.
De cualquier forma, 400 mil votantes es una proporción importante para un partido sometido al desgaste que significó la crisis postelectoral y el reconocimiento de serias irregularidades, así como un desempeño gubernamental gravemente cuestionado después de los comicios del año pasado.
BUENA REACCION
La actitud de los demás precandidatos al reconocer la victoria de Peynado y ofrecerle colaboración, en especial la de Morales Troncoso, es una buena reacción que da un margen de tranquilidad a Peynado y le podría permitir reunificar el partido en breve tiempo. Desde luego, el márgen de la victoria no ofreció la menor posibilidad para impugnaciones y alegatos traumáticos. Ello obra en beneficio del PRSC. En las primarias perredeistas de 1981, el doctor Jorge Blanco también obtuvo un amplio margen -58 contra 37 por ciento- y hubo que negociar el reconocimiento del ganador. Y las de 1985 concluyeron violentamente sin proclamarse ganador.
Es probable que Peynado no enfrente la hostilidad de sus contrincantes, y en algunos casos podrá conseguir la colaboración sincera. Pero tendrá todavía que lidiar con resistencias, no sólo de Guaroa Liranzo, sino también de algunos duros balagueristas que no boicotearon las primarias simplemente porque no pudieron. Varias figuras connotadas brillaron por su ausencia en las urnas de las primarias.
Sin embargo, las habilidades y la fortaleza del liderazgo de Jacinto Peynado los dejarán fuera de balance, si no se integran a la campaña, o por lo menos disimulan sus contradicciones, que en algunos casos ya pintan ribetes de la confrontación personal.
Por su parte, el vicepresidente de la República es suficientemente pragmático para darse cuenta de que el ramo de olivo que extendió a pocas horas de su elección tendrá que mantenerse en alto, por lo menos hasta que baje la marea y sus compatriotas tengan la oportunidad de aceptarlo o despreciarlo.
UN CIRCULO VICIOSO
El gran problema de Peynado para delinear su campaña electoral y tratar de reconsquistar el terreno perdido, será ganarse la buena voluntad del caudillo reformista, o por lo menos mantenerlo en la neutralidad aparente en que se refugió durante la campaña para la votación primaria.
El candidato reformista afianzó su liderazgo, gracias, entre otros factores, a que asumió un papel crítico frente al gobierno y en especial ante el anillo palaciego, diferenciándose de aspectos básicos de la política del presidente Balaguer.
Si eso fue necesario, y beneficioso, para ganarse el voto de los reformistas, mucho más lo será en la competencia abierta frente a candidatos tan sólidos como el doctor José F. Peña Gómez y el doctor Leonel Fernández, especialmente ante el primero que encarna la negación del balaguerismo.
El dilema de Peynado será cómo colocarse certeramente en oposición a las políticas balagueristas y ya como candidato obtener y mantener cierto nivel de apoyo del gobernante, elemento clave sobre todo en un partido acostumbrado excesivamente a depender de los recursos del Estado para realizar campañas electorales.
Ahora tendrá que hilar más fino en una campaña en que deberá enarbolar un programa y responder ya no a cuestionamientos desde el interior del partido, sino desde una oposición que jugará a la confrontación del balaguerismo, como herencia autocrática y como resultado gubernamental.
Como él absorbió parte del anillo palaciego, en la figura de Carmen Rosa Hernández Balaguer, y con la neutralidad -por lo menos- de otros relevantes miembros del mismo, ahora le resultará más difícil sostenerlo como blanco fundamental de sus críticas.
Hay quienes creen que la ausencia de Balaguer en la votación del domingo conlleva un metamensaje para Peynado. Al caudillo le tendría sin cuidado quien gane la presidencia en mayo próximo. A sus 90 años lo más que tendría que soportar son acusaciones y duras críticas, y seguramente preferirá que le lluevan desde la oposición que desde sus propios linderos partidarios, donde él ha señoreado durante décadas, a lo largo de seis períodos gubernamentales, sin que le hayan podido tocar ni con el pétalo de una rosa. Los que lo intentaron no están hoy en posibilidad de herederarlo.
UN DURO CONTRINCANTE
De cualquier forma, Jacinto Peynado tiene garras políticas para constituirse en un duro contrincante, en primer lugar para tratar de recuperar el espacio perdido por el PRSC a manos del vigoroso candidato del PLD, que será su objetivo inmediato, y para posteriormente enfrentar al doctor Peña Gómez que ya el año pasado demostró mayor consistencia de la que la opinión pública le atribuía.
Recursos materiales no le faltarán al candidato reformista, los propios y los que recibirá aún de muchos de sus contrincantes internos que optarán por jugar a la continuidad en el poder, cosa que Peynado le garantizará más que Peña Gómez o Leonel Fernández, sobre todo si en la campaña se muestran financieramente generosos. Por demás nadie debe dudar que el Vicepresidente reune tanto o más respaldo empresarial que sus contrincantes.
El gran reto de Jacinto Peynado lo planteó al dia siguiente de su elección el secretario político del PRSC, ingeniero Federico Antún: lograr una «simbiosis entre su liderazgo terrenal, y el místico, mesiánico e incondicional del doctor Joaquín Balaguer».-