Por Juan Bolívar Díaz
Al concluir el plazo, el lunes 11, para la fusión de precandidaturas, con miras a las elecciones primarias del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), el Vicepresidente Jacinto Peynado salió fortalecido al recibir el respaldo del Ingeniero Caonabo Javier Castillo y del doctor Guillermo Delmonte Urraca.
El Ingeniero Carlos Morales Troncoso, señalado como uno de los dos principales contendientes, quedó, inexplicablemente, a la defensiva después que falló el intento de alianza con el doctor Víctor Gómez Bergés, lo que se convirtió en boomerang para sus auspiciadores.
Un nuevo elemento de incertidumbre asomó en el panorama reformista al difundirse la carta con la que 41 dirigentes del partido oficial solicitan formalmente la suspensión de las elecciones primarias programadas para el primero de octubre próximo.
INTENTO FALLIDO
Los corrillos políticos fueron sacudidos el jueves 7 cuando, tras una reunión con el Presidente Joaquín Balaguer, en el Palacio Nacional, Morales Troncoso y Gómez Bergés anunciaron que «hemos acordado concurrir unidos a las Primarias del primero de Octubre del año en curso, esperando que los demás candidatos tomen la misma iniciativa en bien de la familia Reformista y por la unidad y armonía del PRSC».
Todos los medios informativos, al igual que los comentaristas interpretaron que se producía una fusión entre los dos precandidatos presidenciales, aunque ambos fueron evasivos en precisar quién renunciaba a sus aspiraciones en beneficio del otro.
Sin embargo, fue unánime el criterio de que esa alianza era en beneficio de Morales Troncoso. Primero porque a él se le atribuye mucho mayor respaldo y sobre todo el importante apoyo del denominado «anillo palaciego». Se llegó a considerar que Gómez Bergés ganaba si conseguía la candidatura vicepresidencial.
Las especulaciones se centraron más bien en cuanto a si la fusión era de la autoría del Presidente Balaguer, lo que se dio a entender al anunciarse luego de una reunión con el caudillo reformista, y que el texto de tres cortos párrafos se escribiera en papel membretado, con el escudo nacional, de la Presidencia de la República. También porque se dio a la publicidad en la oficina de Alfredo Mota Ruiz, coordinador del Movimiento «Lo que Diga Balaguer».
Cuando en el fin de semana, voceros de Gómez Bergés y luego éste mismo negaron que el comunicado implicara una alianza, todo el mundo resultó sorprendido y se andaba a la búsqueda de explicaciones al desaguisado político. Junto al cuestionamiento de por qué se utilizó el membrete del Presidente de la República, la opinión pública preguntaba quién había sido el autor del traspié político.
PEYNADO NO SE DUERME
Jacinto Peynado, que ha demostrado una sagacidad y una decisión política impresionante, no se durmió y puso en duda que la «alianza Morales-Gómez Bergés» fuera patrocinada por el Presidente Balaguer. Al mismo tiempo precipitó una alianza que ya se vaticinaba con el Ingeniero Javier Castillo, a la que a último momento se sumó el doctor Delmonte Urraca, cuya inscripción no podía tener otro objetivo que una negociación.
Si bien éste último no aporta votos, no deja de constituir bulto, y si Caonabo Javier no tiene mucho respaldo en el reformismo, aporta, sin duda, madurez y criterios políticos. El intercambio espitolar entre Peynado y Javier, dado a conocer textualmente, es conceptuoso y data del 31 de agosto cuando el primero tomó la iniciativa y se refirió a la «cualificación dirigencial, la modernización institucional y la moralización conductual» que representa el segundo.
En su carta, Peynado comparte «tus incansables luchas en pro de la real socialcristianización del reformismo así como de su reingeniería organizacional». En una segunda carta, el 11 de septiembre, el Vicepresidente recuerda que llegó al PRSC «en el momento en que mis hermanos Caonabo y Guido D’ Alesandro me convencieron de que ingresara a la actividad política y me trajeron a nuestro glorioso Partido Reformisa Social Cristiano».
Al fracasar el intento de alianza entre Morales y Gómez Bergés, con expresiones destempladas de éste, Jacinto Peynado resultó ganador de otro capítulo en la lucha por conseguir la candidatura presidencial reformista. El licenciado Angel Lockward, a quien se daba por otro aliado de Morales Troncoso, decidió segir adelante, aunque nadie debe descartar que al final capitule. Lo mismo podría ocurrir, incluso, con Gómez Bergés, pero por el momento, el impacto del anuncio del dia 7 se convirtió en un boomerang contra sus auspiciadores. Se puede decir que hicieron un papelazo.
OTRO CONFLICTO
Desde luego, nadie debe asumir que el camino está despejado para Jacinto Peynado. Quedan muchas escaramuzas pendientes en el camino. Y al cierre de esta edición de RUMBO, la Comisión Ejecutiva del PRSC estaba dilucidando una nueva: la carta en la que 41 dirigentes reformistas se dirigen al doctor Joaquín Balaguer pidiéndole la suspensión de las primarias abiertas.
En una lacónica comunicación, el doctor Balaguer envió la solicitud a la Comisión Ejecutiva. El documento, que se atribuye a la autoría del inquieto Luis Toral, aunque éste no lo suscribe, está firmado por conocidas diguras reformistas, incluyendo a algunos que se suponían respaldando a Morales Troncoso, como el senador petromacorisano José Hazim. También la firman Pedro Bretón, Atilio Guzmán, José Antonio Guzmán Alvarez, José Enrique Sued, Eduardo Estrella, Miriam Méndez de Piñeiro, Pedro Rivera y Rosa Fadul.
La carta no argumenta nada nuevo, más allá de los temores de que sus adversarios pudieran enviar militantes a votar para contribuir a la escogencia de un candidato que no represente al reformismo, cosa que está descartada por los más elementales razonamientos políticos.
Más relevante es el criterio de que que «este método de elección (las primarias abiertas) nos llevará indefectiblemente a la confrontación interna y a magulladuras innecesarias empujando al partido a un colapso institucional y a un posible fracaso en las próximas elecciones». Ambos riesgos seguirín pendientes con cualquier otro método de elección, mas aún si no está mediado por procedimientos democráticos, como el del dedo de Balaguer, sugerido en la frase de que la escogencia «debe efectuarse bajo sus orientaciones y sabia dirección.»
UN POCO TARDE
Si las elecciones primarias no es el método más adecuado, parece que la carta de objeción llega un poco tarde, pues hace meses que se le viene proclamando, afirmándose que cuenta con el respaldo del doctor Balaguer. Y hasta se ha reiterado que fue éste quien lo propuso.
Si el método puede resultar costoso económicamente, ya se ha gastado una parte del dinero que implica, no sólo por parte de los precandidatos, sino también del propio partido, el cual el lunes 11 comezó a publicar en los diarios los listados de los centros de votación que operarán el primero de octubre.
A estas alturas del juego, la suspensión de las primarias causaría más disturbios y conflictos que lo que puede implicar su realización. El proceso ya luce irreversible mediante recursos como el reclamo de algunas decenas de dirigentes. Centenares están comprometidos con el mismo.
Desde luego, cuando la democracia es tan débil, como la dominicana, y tan inédita al interior del PRSC, cualquier cosa es posible, sobre todo en materia de tramposerías que pueden ejecutarse hasta en la misma jornada de votación y en el cómputo de sus resultados.
RONDA UN FANTASMA
Aunque para los reformistas pueda ser un poco tarde, el fantasma de la división ronda sobre la votación primaria. El caso más parecido fue la votación en primaria cerrada, (solo los militantes) realizada en 1981 por el Partido Revolucionario Dominicano, de la cual emergió la candidatura presidencial del doctor Salvador Jorge Blanco.
Aunque vetado y hostilizado por el gobierno de don Antonio Guzmán, Jorge Blanco consiguió el 57 por ciento de los votos, contra el 37 por ciento de su principal competidor, el licenciado Jacobo Majluta. El doctor Pedro Franco Badía obtuvo el 4.5 por ciento.
A pesar de la diferencia de 20 puntos que lo separó del primer lugar, Majluta y su «Unidad de Acero», que integraba a la tendencia del Presidente Guzmán, protagonizó un intento de desconocer la votación, conjurado gracias al influjo del doctor Francisco Peña Gómez, quien apeló a prometer su respaldo para que el entonces Vicepresidente Majluta fuera el candidato presidencial para los comicios de 1986. Además se le garantizó la presidencia del partido y la candidatura a Senador por el DN para que presidiera el Senado.
Aquellas primarias fueron irrepetibles en el PRD. Las que debieron efectuarse a finales de 1985 para escoger el candidato presidencial, naufragaron en el Hotel Concorde. El partido blanco pudo superar esa crisis a duras penas, pero quedó sembrada la semilla de la división que se hizo incontenible tras el fracaso electoral de 1986.
Las circunstancias, obviamente, no son similares, pero se le parecen. En favor de los reformistas juega su mayor vocación por el poder, y la experiencia que queda del fracaso perredeista, cuando las rivalidades internas se impusieron y prevalecieron hasta la pérdida del poder.
Hay quienes creen que los reformistas serán más realistas a la hora de los hornos, y que hasta el anillo palaciego preferirá una negociación de último momento a repetir la historia perredeista, cuyo epílogo fue la persecución política y judicial de los años 1986-87.-