El liderazgo nacional tendrá que hacer transacciones

Por Juan Bolívar Díaz

            La constitución de un foro permanente en busca de aunar esfuerzos y sumar fuerzas es un paso adelante de la Sociedad Civil dominicana, que tendrá empero, que acumular mayores cotas de valentía y sacudirse del intento de manipulación acomodaticia con que la enfrentan los partidos políticos.

            Mientras se crean condiciones adecuadas para un diálogo fructífero entre los poderes del Estado y los partidos, el resto de la sociedad debería discutir y formular propuestas de soluciones, privilegiando la Junta Central Electoral y la promoción del proceso de cedulación en que ese organismo está inmerso.

            La pastoral de la Iglesia Católica y los discursos del Presidente Leonel Fernández y del presidente del Senado, Ramón Alburquerque, podrían trazar la pauta dentro de la crisis política en esta última semana de febrero.

El Foro Ciudadano

            La constitución del Foro Ciudadano responde a las numerosas voces que en los últimos meses reclamaron acciones de la Sociedad Civil como forma de contener los desbordamientos y enfrentamientos en que se han sumido los poderes del Estado y los partidos políticos.

Aunque a decir verdad el propósito es viejo e incluso estaba a punto de fructificar a fines de 1997 cuando el gobierno convocó el “Diálogo Nacional”, que en la práctica desarticuló los esfuerzos y puso a la generalidad a bailar la música que tocaban desde el Palacio Nacional.

Tampoco vaya nadie a pensar que el Foro es una superestructura, que representa la totalidad o la mayor parte de la Sociedad Civil o que vaya a unificarla ni a constituirse en una superestructura que hable y decida por todos o que tienda a suplantar la personalidad y las particularidades de cada sector u organización.

Se trata de “un espacio de articulación de las diversas iniciativas individuales en el cual pueda analizarse la coyuntura en los diversos planos de interés nacional, con la finalidad de aprovechar la sinergia que se produce al conjugar las fortalezas individuales y orientarlas en beneficio de tales iniciativas o de una mayor y más efectiva influencia en la toma de las decisiones que afectan o benefician a la ciudadanía”.

Sin mayores pretensiones estructurales, lo concerniente al Foro está expresado en tres páginas a doble espacio, y sus objetivos en apenas tres párrafos, prometiendo convertirlo en “una forma efectiva de lograr que las organizaciones de la sociedad actúen de manera proactiva, anticipándose a los acontecimientos y eviten que su presencia se produzca de maniera individual o solamente de forma puramente coyuntural”.

            Desde luego, el Foro Ciudadano es tan solo un paso y no significa que todas las instituciones de la Sociedad Civil vayan a marchar a la misma velocidad ni con el mismo coraje para participar activamente en la construcción del destino nacional, en la planificación del desarrollo, o en las iniciativas de reformas para garantizar la modernización de las estructuras y lograr una mejor distribución del ingreso, proscribiendo la pobreza.

            Pero el hecho de que en su constitución haya participado más de un centenar de organizaciones, entre ellas algunas que ya son redes de mútiples entidades, es un factor positivo en medio del ambiente de frustraciones y esterilidad en que se desarrolla la acción pública dominicana.

Con los partidos

            El liderazgo de la Sociedad Civil dominicana tendrá que hacer un esfuerzo especial para clarificar su relación frente a las autoridades del Estado y los partidos. En primer lugar dejando claro que no quiere ni puede suplantarlos, sino ocupar el espacio que corresponde a los diversos grupos sociales y a los ciudadanos y ciudadanas que no están organizados en partidos políticos, pero quieren ejercer sus responsabilidades cívicas.

            Para reducir los recelos con que los partidos políticos los miran esos líderes sociales tienen que tener bien claro y así plantearlo que un partido político solo puede ser sustituido por otro partido, que cualquier institución social que asuma el proselitismo y la promoción de candidaturas para sumir la dirección del Estado, se convierte en un partido. Desde luego siempre aparecerán segmentos de la Sociedad Civil dispuestos a dar el salto a la lucha partidista, pero el grueso de sus líderes e instituciones, seguirán representando a la plural y amplia gama de la ciudadanía.

            Ciertamente que con frecuencia dirigentes de la Sociedad Civil cometen el error de hablar como si sólo los partidos encarnaran las debilidades, vicios y atrasos de la colectividad nacional. Si así fuera, ya los partidos habrían sido suplantados por otros. Aunque es obvio que ellos ponen su propia cuota, exagerada en estos tiempos de predominio del realismo salvaje, y de disminución del peso de las ideologías y programas.             Pero así como tienen que hablar un lenguaje sincero y sin prepotencia frente a las autoridades y los partidos, la Sociedad Civil tiene que defender con vigor su propios espacios y su autonomía, frente a los intentos de manipulación de la que es víctima frecuentemente. Para la generalidad es buena cuando coincide con sus propósitos, y sospechosa o mala cuando no. Y apelan a ponerle etiqueta política, logrando que algunos se atemoricen y hablen generalidades o evadan comprometerse hasta con los principios básicos de la defensa de la institucionalidad democrática y la Constitución.

Solución en la JCE

            Para salir del enconado enfrentamiento en que se encuentra desde hace 6 meses, el liderazgo nacional tendrá que hacer transacciones, mediatizar o partir los conflictos. Pero mientras ello se produce bien podrían las instituciones más relevantes de la Sociedad Civil presentar alguna salida, especialmente en torno a la Junta Central Electoral, desde luego, dentro del marco institucional.

            Entrando ya el tercer mes del año, y a 14 meses de las elecciones presidenciales, se hace más que urgente un gran acuerdo en torno al tribunal electoral. Si solo estuviera pendiente la organización de los comicios, la situación no sería crítica. Pero está de por medio la emisión de la nueva cédula de identidad y electoral, entregada hasta ahora apenas a poco más de la octava parte de los 4 millones de ciudadanos y ciudadanas.

            Hay informes de que en áreas de la JCE se han producido problemas derivados de la desconfianza y las posiciones políticas encontradas, que tendrían expresión en parte del personal técnico y administrativo, vinculado a las diferentes opciones partidarias. Un incremento de las diferencias podría afectar incluso el padrón electoral, introduciendo nuevos elementos de preocupación.

            Los segmentos más activos de la Sociedad Civil, reforzados ahora por otros que expresan preocupación, incluyendo a las iglesias, que tan buen papel han jugado en la promoción de la independencia y renovación de la justicia, bien podrían contribuir a crear condiciones para la transparencia y eficiencia de la JCE y que tiendan a dar garantías de imparcialidad a todos los actores políticos. El asunto ya ha sido discutido entre redes de organizaciones sociales.

            Las instituciones que se nuclearon en torno al Grupo de Acción por la Democracia y Participación Ciudadana fueron claves para que el proceso electoral de 1996 arribara a puerto limpio y sin conflictos, para lo cual tuvieron que ser desmontadas muchas resistencias y tentativas. No será toda la Sociedad Civil, tan variada y dispersa. Pero sí una parte de sus instituciones más activas y preocupadas.

Otra oportunidad

            La celebración de la festividad de la Independencia Nacional esta semana traerá otra oportunidad de acciones que conlleven una distensión y la urgencia de acuerdos mínimos para la gobernabilidad y para el mantenimiento de los avances democráticos de los últimos años.

            La Pastoral prometida por la Conferencia del Episcopado Dominicano para el 27 de febrero, deberá traducirse en una presión sobre el liderazgo político y del Estado para que asuma sus responsabilidades.

            Los discursos a pronunciar por el presidente de la República y el presidente del Senado en la sesión conjunta de las Cámaras Legislativas serán también oportunidades para tender ramos de olivo y formalizar propuestas.

            El Presidente Fernández que ya puso al día el subsidio de la Junta Central Electoral y dio un primer paso invitando al Partido Revolucionario Dominicano a dialogar sobre la crisis política, bien podría aprovechar la magna reunión para hablar más como lider del Estado y de la nación que de un partido político.

            Ojalá el doctor Leonel Fernández haya leido tranquilamente este párrafo del comunicado de la semana pasada en el que los rectores de cuatro de las principales universidades nacionales, demandaron un diálogo sincero: “El papel del gobierno en esta empresa es fundamental. A él le corresponde erigirse en guía de este proceso. Para ello debe convertirse en árbitro. Debe convertirse en guardián de la institucionalidad. Debe ser ejemplo de imparcialidad, de apego a las normas institucionales, de humildad, y orientador de nuestro futuro y principal compromisario en la búsqueda del diálogo y del consenso. Debe ser el principal conciliador, el principal componedor, el principal cumplidor de los acuerdos”.

            A los dirigentes de oposición les corresponde también una grande responsabildiad, especialmente a los del PRD que deben responder la invitación a dialogar y al presidente del Senado que abrirá la sesión conjunta de las cámaras legislativas el sábado 27: “pensar en el país antes que en sus intereses políticos o conveniencias económicas, es su reto principal. Trabajar junto al gobierno para que las metas de bien público se logren, es su responsabilidad”, al decir de los rectores.