Por Juan Bolívar Díaz
Una vez más la cultura democrática de los dominicanos es puesta a prueba con las elecciones primarias del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que ha de elegir su candidato presidencial para los comicios del año 2000.
A dos semanas de la segunda fecha programada, la primera era para fines de febrero) resulta obvio que dos de los cinco precandidatos están empeñados en lograr un nuevo aplazamiento, alegando irregularidades que no han podido substanciar ante la opinión pública.
Las dificultades amenazan nuevamente la unidad interna del perredeismo que lleva en sus entrañas el cáncer de la dispersión y el arrebato que han caracterizado la política dominicana, aún cuando las encuestas y la opinión de los observadores indican que uno de los competidores está llamado a barrer en la votación.
A dos semanas
El lunes 3 de mayo, justo cuando comenzó la cuenta regresiva de las dos semanas para la votación primaria del PRD, crecía el reclamo de los precandidatos Rafael Suberví Bonilla y Hatuey de Camps para que el evento fuera aplazado. La batalla se daba básicamente a través de medios de comunicación. Al interior del partido los delegados técnicos de los 5 competidores participaban, desde el sábado 1, en una auditoría al padrón perredeista de electores.
Comenzando la tarde del lunes el presidente del PRD, doctor Enmanuel Esquea Guerrero reiteró que la fecha para la convención seguía siendo el domingo 16 de mayo y que sólo sería aplazada si la auditoría arrojaba suficientes fundamentos, errores significativos que deban ser corregidos. Ninguno de los precandidatos había formalizado una solicitud de aplazamiento y ni siquiera habían presentado errores o problemas que pudieren alterar la voluntad de los electores o sembrar confusión y dudas.
“Todos estamos firmes en que si hay errores tenemos que corregirlos. Si la auditoría dice que hay irregularidades y debemos aplazar la convención por un día, una semana o un mes, se hará. Pero esa auditoría concluirá el día 10, según convinieron los técnicos, incluidos los de los precandidatos”, enfatizó el presidente del PRD.
Para el martes 4 se esperaba una comparecencia de Suberví Bonilla ante la Comisión Organizadora y la Comisión Política del partido blanco para escuchar sus alegatos, después que le fuera entregado el padrón de electores, dentro de los plazos convenidos, tras su revisión e inclusión de nuevos militantes. El exsíndico del DN es quien ha llevado la voz cantante en denuncias sobre supuestas irregularidades.
Tanto Suberví como de Camps han ido subiendo el tono de sus denuncias en los últimos días, hasta advertir que una convención con ese padrón electoral lleva directamente a la división del partido.
De Camps dijo el lunes 3 en el telediario Uno más Uno que el padrón electoral perredeista está viciado desde sus orígenes, a lo que atribuyó la crisis en que devino el intento de escoger candidato a síndico para los comicios del 1998. La denuncia agrega gravedad a la situación perredeista, proviniendo de su secretario general, y de un dirigente que, si bien no ha sido favorecido por las encuestas, tiene arraigo en el partido y se le considera con suficiente capacidad para producir un enfrentamiento mayúsculo.
En la entrevista televisiva Hatuey de Camps evadió identificar irregularidades y lugares específicos, así como opinar sobre el tiempo que sería preciso para revisar el padrón de su partido, aunque en algún momento se refirió a problemas en seccionales del extranjero.
Con todo, cuando hizo su presentación ante los máximos organismos del partido, a mediados de la semana pasada, Hatuey de Camps apenas presentó quejas sobre presuntas irregularidades en comités de 3 o 4 municipios. Esquea Insistió en que el precandidato no pidió el aplazamiento de la convención.
El llamado PRAMIL
El Programa de Revisión y Apertura del Registro de Militantes (PRAMIL) se inició a fines del año pasado después que fuera aprobado por el Comité Ejecutivo Nacional Reglamento de Elección para el o la candidata a la presidencia de la República en el año 2000.
A lo largo de varios meses fueron depuradas las listas de los comités de base, que entonces eran unos 30 mil, (ningún dirigente ha podido precisar el número) teóricamente con un mínimo de 25 miembros y un máximo de 32. Fruto de las inscripciones para los comicios de 1996 fueron registrados unos 200 mil simpatizantes que no quedaron en un comité específico, los cuales fueron dejados fuera posteriormente. Esquea cree que en su mayoría formalizaron nuevas inscripciones a través de comités de base, es decir, que regularizaron su situación.
El hecho es que el viejo registro de miembros quedó en unos 820 mil, a los que se han sumado otros 280 mil nuevos inscritos, que totalizarían ahora un millón 100 mil. Pero estas cifras, provenientes de un informe del Centro de Cómputos de principios de abril, pudieran haber sido desbordadas. Al menos el Presidente del partido no quiso dar una cirfra.
Más de 100 mil de los que se inscribieron entre fines del año pasado y abril nfueron rechazados por el programa de cómputos. De ellos 41 mil 950 (el 17.30%) porque ya estaban inscritos con anterioridad, y 46 mil 222 porque los números de cédula no aparecían en el padrón oficial de la Junta Central Electoral. En otras palabras, que el centro de cómputos hizo un trabajo arduo, informó detalladamente a los líderes del partido como a los precandidatos.
Una vez concluido el PRAMIL, los listados fueron enviados a cada secretario general de l0os comités de base para que procedieran a revisarlo y formular sus observaciones. Estos lo devolvieron excluyendo fallecidos, emigrantes o renunciantes. Cuántos no cumplieron esa tarea es imposible de determinar, según Enmanuel Esquea, pero el duda que fueran muchos, porque casi los precandidatos tenían sus delegados hasta en los comités de base y eran los más interesados en que se revisaran los listados. Con todo Hatuey de Camps ha señalado 5 o 6 lugares donde no se hizo la revisión, pero la cantidad es absolutamente insignificante, según estiman dirigentes del partido blanco.
De Camps reconoce que los técnicos y organizadores han hecho un trabajo arduo y hasta rechaza que puedan auspiciar irregularidades. Nerys Cabrera Febrillet está al frente del departamento técnico, o de cómputos, mientras Virgilio Bello Rosa es el director del Centro Electoral.
Otros dirigentes consultados reconocen que pueden aparecer errores. Alguien señaló a modo de ejemplo, que hubo quienes se inscribieron hasta en tres comités de base, siendo admitidos sólo en el primero. Si en realidad militan en el segundo o tercero, allí no van a aparecer y aducirán que fueron expresamente marginados.
Serias dificultades
El PRD, por ser un partido grande arrastra las mayores dificultades operativas. Más de un millón de electores fue más de la mitad de los que votaron en los comicios de 1998. Más de 30 mil comités de base es una carga grande. Esquea Guerrero estima, y en ello conviene Amadeo Lorenzo, delegado de Suberví, que los centros de votación para la convención serán entre 4 mil 500 y 5 mil, es decir casi la mitad de los 10 mil 200 que operó la JCE en los comicios del año pasado.
Se estima que el costo de la organización de la votación será de unos 10 millones de pesos. Y tienen dificultades porque contaban con la subvención de ley a los partidos. Pero el gobierno está retrasado en la entrega de los fondos. Sólo ha entregado la proporción correspondiente a enero, a principios de abril pasado. Al PRD le tocan este año poco más de 4 millones de pesos mensuales, la mayor proporción, en virtud del último resultado electoral.
El problema mayor radica, empero, en una cultura autoritaria y del arrebato que impide a diversas instancias sociales dominicanas organizarse y aceptar las reglas de la transparencia y la democracia. Se da siempre la coincidencia que aquellos que lucen perdedores son los que más irregularidades descubren y más aplazamientos solicitan, siempre con la esperanza de cambiar el curso del proceso.
Para la percepción de la generalidad de los analistas y observadores no hay secreto en las preferencias de los perredeistas para su candidatura presidencial. Las encuestas publicadas por los diarios tampoco han dejado dudas. Según la última Hamilton and Staff para el periódico Hoy (12 de abril de 1999, página 1), Hipólito Mejía registraba el 52 por ciento de las simpatías de todos sus encuestados y el 71 por ciento de los que se consideraban perredeistas. En segundo lugar Milagros Ortiz Bosch con el 22 y 17 por ciento. Suberví Bonilla aparecía con 9 y 8 por ciento y Hatuey de Camps con 5 y 2 por ciento, respectivamente.
En relación a las encuestas Hamilton de junio y noviembre de 1998, el único cambio es que Mejía sobrepasó a Ortiz Bosch que entonces aparecía encabezando, 42 a 21 por ciento en junio y 40 a 38 por ciento en noviembre. Los demás volaban bien lejos.
Por su parte la última encuesta Sigma Dos para el Listín Diario (18 de febrero de 1999, página 6A), Hipólito Mejía computaba 66.4 por ciento entre quienes se decían perredeistas, contra 15.5 de Rafael Suberví, 8 de Milagros Ortiz ,6.9 para de Camps y 2.7 de Abinader. La anterior Sigma Dos, en diciembre de 1998, otorgó a Hipólito 57 por ciento, 26.8 a Suberví, 7 a Milagros y 5.9 a Hatuey.
Con resultados tan sistemáticos en las encuestas, ratificados por todo el que tiene el mínimo orfato político, poco deberían discutir los perredeistas, que no fueran groseras irregularidades. Porque errores aparecerán y seguramente muchos. Lo que deberían preguntarse es si hay un patrón de irregularidades tendentes a alterar la voluntad de los electores. Pero nadie se sorprenda si el proceso termina en nuevas crisis. En tal caso, los perredeistas podrían desbaratar las muchas posibilidades que se le otorgan para los comicios del año próximo.-