Las coordenadas para entender las elecciones del martes

Por Juan Bolívar Díaz

            Alrededor de 3 millones y medio de ciudadanos y ciudadanas dominicanas acudirán el próximo martes 16 a las urnas para intentar elegir nuevo presidente de la República, pero casi todas las encuestas y vaticinios de los analistas adelantan que ninguno de los seis candidatos participantes alcanzará la mitad más uno de los votos, o mayoría absoluta, necesarios para la elección, por lo que habría una segunda ronda el 30 de junio.

            Dos interrogantes básicas rodean la votación, una si el agrónomo Hipólito Mejía, candidato del Partido Revolucionario Dominicano y otros seis partidos aliados, podrá dar una sorpresa y ser electo en esta primera ronda, y dos si el eterno caudillo Joaquín Balaguer, con sus 94 años, logrará desplazar del segundo lugar al candidato del partido de gobierno, economista Danilo Medina.

            Aunque precedida de una intensa y extensa polémica entre los partidos mayoritarios por un nuevo empadronamiento, con tecnología más avanzada y complicada, esta podría ser la quinta elección libre y transparente desde la liquidación de la tiranía de Trujillo y apenas la séptima en toda la historia nacional.

El padrón electoral

            Contra todos los vaticinios la Junta Central Electoral atendió 4 millones 373 mil solicitudes de cédulas desde que fuera convocada la ciudadanía a mediados de 1998 a un nuevo empadronamiento, ahora con fotografía a colores impresa en el carnet y en el listado de electores, con registro y comparación de huellas dactilares y otros mecanismos de seguridad. Pero de ellos 121 mil 863 quedaron descalificados en su mayoría por irregularidades en las actas de nacimiento, por lo que el padrón electoral está integrado por 4 millones 2251 mil 218 personas, hasta una semana antes de la votación.

            Sin embargo, poco más de 100 mil no habían retirado sus cédulas todavía este lunes 8 de mayo, la mayoría de los cuales ya no se espera que lo harán, por encontrarse fuera del país o movilizados de residencia dentro del territorio nacional, o por haber fallecido después de haberla solicitado, por enfermedad o simple negligencia.

            Contrario a lo que han alegado algunos dirigentes políticos estas cifras están por encima de los parámetros nacionales. Según estimaciones de la Oficina Nacional de Planificación y el Centro de Estudios Demográficos y Sociales, la población dominicana en edad de votar sería de 5 millones 31 mil 625 personas. El padrón de 4 millones 251 mil 218 equivale al 84.49 por ciento.

            Para el empadronamiento anterior, hecho en 1993, calificaron para recibir la cédula 3 millones 372 mil personas, apenas el 78.38 por ciento de los 4 millones 303 mil 003, en que fue estimada entonces la población dominicana. En los comicios de 1998 el porcentaje, con los cedulados que se fueron agregando en 5 años, llegó al 86.56 por ciento, es decir sólo 2.07 más que ahora.

            En cuanto a la proporción que habiendo calificado y colocada en la categoría de “cedulable”, no retira el documento de identidad, es mucho menor en esta ocasión. En el empadronamiento de 1993, el 4.79 por ciento, para un total de 172 mil 459 personas, no retiró el carnet. Si ahora quedan 100 mil, sería apenas el 2.35 por ciento del total, menos de la mitad que para los comicios de 1994. Las estadísticas de la JCE registran que para los comicios congresionales y municipales de 1998 había 329 mil 264 cédulas acumuladas sin retirar.

            Para este artículo no se pudo establecer cuántos de los que no han retirado la cédula son de los electores que solicitaron cédula por primera vez y que ascendieron a casi medio millón. Al 31 de diciembre sumaban 440 mil 661.

            Del universo del padrón el 50.13 por ciento son hombres y el 49.87 mujeres, más de la mitad concentrados en las principales 6 ciudades, Distrito Nacional, Santiago, La Vega, San Francisco de Macorís, San Cristóbal y San Pedro de Macorís. En el DN se concentra el 32.12 por ciento, en Santiago el 8.29 y en La Vega el 3.01.

Abstención en baja

            El estimado de que alrededor de 3 millones y medio votarían en los comicios de la semana próxima se desprende de la deducción de la abstención, que esta vez viene el baja al haberse renovado completamente el padrón electoral.

            El promedio de la abstención de elecciones presidenciales de los últimos 30 años es de 26.6 por ciento. La más baja, en la primera vuelta de 1996 de un 21.31 por ciento, y la mayor en los irregulares comicios de 1990, cuando ascendió a 39.76 por ciento. En las congresionales y municipales de 1998 los que no votaron fueron el 49 por ciento.

            La referencia para un vaticinio de la abstención debían ser los comicios con que se estrenó el anterior padrón, 1994, pero el ejercicio sería inútil, dado el cúmulo de irregularidades de esas elecciones, en las que se computó en una provincia Espaillat, más votos de las cédulas que la JCE había emitido en esa jurisdicción.

            De cualquier forma, debería esperarse una abstención menor a la de las dos vueltas de 1996, dado que el nuevo padrón está limpio de los que se ausentaron en los últimos 7 años. Debería esperarse entre un 15 y 20 por ciento. Si fuera del 18 por ciento votarían 3 millones 485 mil 999, incluidos los 100 mil que ni siquiera retirarán la cédula.

            En la primera vuelta de los últimos comicios presidenciales votaron 2 millones 951 mil 378 personas, que se redujeron a 2 millones 878 mil 503 en la segunda ronda, cuando fue electo presidente el doctor Leonel Fernández Reyna.

            Aunque la pelea de los partidos no ha tenido tregua en los últimos dos años, y los actuales jueces electorales han estado bajo continuo cuestionamiento, especialmente del partido de gobierno, desde su elección en agosto de 1998 por la mayoría perredeista del 80 por ciento del Senado, nunca antes había habido tanta transparencia en el manejo del padrón electoral y la organización de unos comicios.

            La JCE sometió a verificación el padrón a fines de marzo y lo puso en manos de los partidos más de un mes antes de la votación. Lo ha colocado en el internet y distribuido por mesa hasta con dos semanas de anticipación. También ha implementado, lo mismo que los partidos, un servicio a la ciudadanía para que por teléfono pueda verificar su lugar de empadronamiento.

            Asímismo, todas las decisiones han sido adoptadas en consulta con los partidos políticos, y en su mayoría por consenso. Todavía esta semana la JCE ponderaba la posibilidad de variar la resolución que observaría el voto a los ciudadanos que tengan la foto de otro en el padrón, y que podrían oscilar entre 18 y 35 mil, según estimados, única cuestión en la que persisten diferencias entre los partidos.

Cansancio generalizado

            La persistente polémica y recriminaciones entre los partidos y los enfrentamientos oficialistas a la JCE, sumado a la prolongada campaña electoral sin mayores diferencias ideológicas o programáticas entre las opciones, han generado un cansancio bastante generalizado.

            El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez lo hizo patético el pasado fin de semana, cuando dijo a los periodistas que ya no quiere hablar más de elecciones. Ello mientras el PLD recusaba a varios titulares de la Junta Electoral del Distrito Nacional, y un departamento de la Procuraduría tenía la ocurrencia de citar a funcionarios electorales a menos de 2 semanas de los comicios para verificar una querella en sus manos desde hace 9 meses. Luego se denunciaría la irregularidad de que militares han ido a juntas municipales procurando copias del padrón electoral.

            El choque del sábado 29 de abril en Moca, donde murió un dirigente y un simpatizante del PLD durante una caravana perredeista, también ha contribuido al desazón que se registra al final de una campaña que por demás ha evidenciado inconsistencias en los principales partidos, cuyos candidatos ya generan los entusiasmos de las décadas anteriores.

            Todo ello, más lo penalizante del sistema de votación en “colegios cerrados”, que obligan a invertir entre 2 y media y 4 horas para votar, podría generar un aumento de la abstención, y es la brecha por donde se puede colar Hipólito Mejía en una primera vuelta, dados los porcentajes que siguen atribuyéndole las encuestas. Sobre todo cuando todas las investigaciones y las experiencias muestran que el PRD tiene el voto “más duro” o firme y por lo tanto el menos llamado a disminuir con la abstención.

            El escenario favorable a Mejía toma más cuerpo cuando muchos electores piensan en que una segunda ronda implicará otros 45 días de campaña electoral, de sistemático y quizás peor enfrentamiento. Más aún en aquellos que temen la posibilidad de otro retorno de Balaguer, en plena disminución a sus 94 años, y en quienes creen que no debe quedar en sus manos nuevamente la determinación del próximo presidente, como pasó hace 4 años.

            Pese a todo, las mayores posibilidades es que habrá segunda votación, a menos de que Mejía tenga una racha de aciertos en esta última semana, lo que parece depender enteramente de él, ya que su partido cada vez luce más incoherente en esta campaña.

           En cuanto a quien quedaría en segundo lugar, los analistas están divididos. Ahora mismo en ligera tendencia a creer que será Balaguer. Aunque hay quienes siguen creyendo que el peso del poder inclinará la balanza ligeramente hacia el partido de gobierno.-