Contra la Red ahora, pero la ofensiva es mayor

Por Juan Bolívar Díaz

      Acontecimientos políticos de los últimos días muestran una ofensiva aparentemente encaminada contra la Red de Observadores Electorales que auspicia el movimiento cívico Participación Ciudadana, pero sus alcances son mucho mayores y tendrían el objetivo de desarticular los esfuerzos que se hacen desde diversas instancias de la sociedad civil en favor de elecciones libres y transparentes en mayo próximo.

      La andanada de acusaciones lanzadas por el Cardenal Nicolás López Rodríguez apunta a la embajada de Estados Unidos y a los observadores electorales a quienes acusa de conspirar contra el proceso electoral, pero el fuego afecta sensiblemente a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), institución dependiente nada menos que de la Conferencia del Episcopado Dominicano, así como al Grupo de Acción por la Democracia, del que la propia Iglesia Católica es parte.

      Si los pronunciamientos y el llamado a la confrontación formulados por el purpurado católico produjeron desconcierto, el mismo aumentó cuando al dia siguiente el Presidente de la República coincidió con él en cuanto a que la nación vive momentos críticos y en el rechazo de una supuesta injerencia extranjera mientras guardaba silencio sobre el proceso electoral en que está inmersa la nación.

Imprudente ruego

      Particularmente grave fue que el máximo jerarca de los católicos del país escogiera el escenario de una misa para rogar a fin de que «el Señor nos conceda sentido patriótico, serenidad de juicio, autenticidad de vida y valor para enfrentarnos con los dominicanos y extranjeros que no creen en la República Dominicana y perseveran en sus inicuos propósitos de desconocernos como Nación».

      Tal oración fue una imprudencia después de haber acusado a ciudadanos dominicanos de conspirar, junto a poderes extranjeros contra el proceso electoral en marcha. Y sobre todo teniendo como auditorio relevante a dirigentes de la Unión Nacionalista, que se caracterizan por un lenguaje de confrontación incluso contra el Rector de la PUCMM, monseñor Agripino Núñez Collado, a quien ese grupo político ha hostilizado consistentemente en los últimos dos años con acusaciones tan infundadas y calumniosas como las formuladas por López Rodríguez contra los promotores de la Red de Observadores Electorales.

      De acuerdo a la doctrina cristiana, si el Arzobispo cree que alguna de sus ovejas andan descarriadas, lo que le corresponde es llamarlos a la rectificación y orar por ellos, no pedir fuerzas al Señor para una confrontación. De ahí a la guerra santa, a las cruzadas medievales, sólo hay un paso.

Graves acusaciones

      Aunque unos dias después, ante las respuestas que recibió, el Cardenal López consideró que habían tergiversado su pronunciamiento, el alcance de sus acusaciones fue realmente grave. No se limitó a acusar a la Embajada de Estados Unidos de una injerencia basada en informaciones anónimas, sino que además implicó en una conspiración contra la nación a cientos de ciudadanos y ciudadanas dominicanos que han expuesto transparentemente su propósito de luchar para que no se repita otro trauma electoral, como los tantos que han sacudido el país.

      Según la acusación, esa embajada financia junto a algún otro gobierno y organismos internacionales, la Red de Observadores, cuya labor «parece que no se limitará a una simple e inocua `observación‘, sino a traspasar indebidamente esos límites, ofreciendo incluso informaciones extemporáneas sobre el desarrollo de las elecciones y sus resultados antes de que la Junta Central Electoral, única instancia competente, se pronuncie, con la finalidad de crearle a ústa una situación difícil y restarle credibilidad a su veredicto cuando éste sea dictado».

     Como se puede advertir de la cita, el Cardenal se basa en simples presunciones: «parece», dice, para luego atribuir a la Red una intención maligna, conspirativa contra la JCE. No se fundamenta en las informaciones ni en la documentación que le entregó una comisión de Participación Ciudadana que le visitó en noviembre pasado para informarle del proyecto y pedirle su apoyo. Reprodujo acusaciones formuladas por los dirigentes políticos que le fueron a escuchar el 26 de febrero. Sin reciprocar la cortesía que los promotores de la Red tuvieron con él al visitarlo. Ni entonces ni nunca se molestó en preguntar o expresar inquietudes a los empeñados en la observación de los comicios. Su recepción fue fría.

      En cambio, en la misa del Panteón Nacional, el purpurado fue caliente al invitar a quienes no están dispuestos a «vender su primogenitura por un plato de lentejas, a estar muy atentos para observar el comportamiento de la Embajada norteamericana y sus organismos en los meses próximos y a `observar a sus observadores’.» O sea, que según él, la Red es de la embajada extranjera. Y desde luego, sus progenitores y miembros son traidores a los intereses nacionales.

Implica a la PUCMM

      Es natural que la PUCMM trate de esquivar el conflicto con el Cardenal, ya que la Iglesia Católica está muy lejos de practicar la democracia que predica hacia afuera. Pero las acusaciones del prelado la implican necesariamente, puesto que es precisamente a través de ella y con su beneplácito, que la Red ha recibido parte de su financiamiento, proveniente de un fondo para promoción de la democracia puesto bajo administración de la academia por la Agencia para el Desarrollo Internacional del gobierno norteamericano.

      El asunto es más complicado ya que el Grupo de Acción por la Democracia, del que la PUCMM y hasta la Conferencia del Episcopado Dominicano son parte, también recibe financiamiento de ese fondo, y mucho mayor. Eso ya lo admitió la Universidad, y se espera que lo hará también el Grupo de Acción, en cuyo programa de actividades se cuenta el apoyo a la Red de Observadores Electorales. De hecho desde su fundación ha venido coordinando trabajos con el movimiento Participación Ciudadana en torno a la observación electoral.

     La andanada del Cardenal López parece haber desconcertado tanto a la PUCMM como al Grupo de Acción. Más aún cuando el domingo 3 de marzo el Arzobispo le pidió a la Universidad «desentenderse tranquilamente» del financiamiento de la AID. Son dos los proyectos financiados por la AID que maneja esa academia. El primero, desde hace unos cuatro años, denominado Proyecto de Apoyo a Iniciativas Democráticas, para el cual la agencia donó unos 10 millones de dólares, y mediante el cual se han patrocinado decenas de proyectos de instituciones diversas y de la propia PUCMM.

      El segundo proyecto denominado «Para Fortalecimiento e Institucionalización de la Democracia», se inició en 1995, y es de donde se ha pasado una partida a la Red de Observadores y a otras 68 instituciones, según el comunicado de la PUCMM del 29 de febrero.

Debilita la academia

      Pedirle a la Pontificia Universidad que se desentienda de esos proyectos es privarla de una plataforma en la cual ha basado una gran influencia en la sociedad dominicana, con la que ha financiado varias investigaciones y ediciones de libros, bajo dirección de los universitarios, así como decenas de seminarios, conferencias, y otros eventos académicos, que le han dado brillo. Todo eso en nombre de la promoción de reformas, de la democracia y la concertación social. Fuera de los voceros de la Unión Nacionalista, se ignora que esas actividades hubiesen molestado a algún otro grupo político o social.

      Pero si hay una institución académica que haya recibido mucho financiamiento de la AID, del Banco Interamericano de Desarrollo y otras instituciones extranjeras y norteamericanas, es precisamente la PUCMM, y desde su fundación hace más de tres décadas. El mismo ha sido vital para su desarrollo y se ignora que la condicionara ideológicamente o que la convirtiera en un reducto anti-nacional.      Por si todo eso fuera poco, desligar a la PUCMM de esos proyectos, tendería a revertir el esfuerzo de esa academia por vincularse a decenas de instituciones y grupos de la sociedad civil, y conspiraría contra el papel de mediador social jugado por Monseñor Núñez Collado en los últimos años. En otras palabras, que la andanada del arzobispo-cardenal podría desestabilizar la misión en que ha estado empeñada la primera universidad católica del país.

¿Aislar a la JCE?

      En el ambiente flota una preocupación en torno a las intenciones de la ofensiva montada en los últimos dias contra la participación de la sociedad civil en los esfuerzos por elecciones libres y transparentes en mayo próximo. Hay quienes creen que el real objetivo es aislar a la JCE de la sociedad civil, para dejarla a merced de los partidos políticos.

      No es un secreto que tanto Participación Ciudadana, como el Grupo de Acción por la Democracia, y la PUCMM, han sido solidarios y altamente respetuosos del papel de la JCE, con la que han concertado numerosas acciones de promoción democrática y electoral, en la que han tomado parte con entusiasmo los jueces titulares del organismo, en especial su dinámico presidente. Ni una sola de esas acciones han ido en desmedro de las funciones.-