Por Juan Bolívar Díaz
Aunque en la última semana persistieron las declaraciones altisonantes y confrontativas, tanto desde el gobierno como de la oposición, las tensiones siguen reduciéndose mientras se fortalcecen los que consideran que los principales líderes nacionales tienen que concertar para garantizar avances sociales, institucionales y democráticos.
Las expectativas de que se produzca un diálogo entre los líderes de los tres partidos mayoritarios y los principales funcionarios del gobierno van en aumento a medidas que se evidencia el fracaso de la confrontación que no ha servido para mejorar la imagen de sus principales propulsores.
El director de Información, Análisis y Programación Estratégica del gobierno, doctor Carlos Dore Cabral, comenzó la semana llamando a dialogar sin condiciones previas, tras deplorar que la nación haya persido un mes, desde la instalación del nuevo Congreso, sin retomar el camino de las reformas, mediante una concertación, como se esperaba.
Lecciones importantes
La impresión generalizada entre analistas políticos es que ninguno de los partidos y mucho menos el gobierno, han salido beneficiados de la confrontación iniciada a partir de Julio pasado como consecuencia de los resultados de las elecciones que renovaron la matrícula congresional y de los ayuntamientos.
El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) resultó fracturado y perdió el control de la Cámara de Diputados, pero una vez más fue visualizado como víctimas de maquinaciones que contradecían la voluntad popular. Esa visión le ha ratificado varias veces el respaldo del electorado al tiempo que tiende a reavivar la mística perredeista.
El Partido de la Liuberación Dominicana (PLD) y su gobierno quedaron como arrebatadores ofensivos con dificultades para reconocer a sus opositores y convivir con ellos, al tiempo que han tenido que aplazar el envío al Congreso Nacional de una serie de proyectos de reformas económico-sociales pendientes. En vez de abrir perspectivas a la reelección se las han cerrado más aún.
El caudillo Joaquín Balaguer pareció una vez más sacar beneficio del avivamiento de las contradicciones entre peledeistas y perredeistas, pero a costa de sacrificar una vez más a su Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), sumido en el desconcierto con claras tendencias a la dispersión que se traducirán en divergencias internas en la medida en que su líder siga afianzándose como el comodín del gobierno peledeista.
Actitud evasiva
Cansada de asistir a la larga como infructífera confrontación protagonizada por el sistema partidario y los ejecutivos del Estado, la comunidad dominicana ha parecido en actitud evasiva, refugiándose en las hazañas beisbolísticas de Samuel Sosa, en los interticios del juicio por el asesinato del niño José Rafael Llenas Aybar y hasta en las increíbles revelaciones sobre el escándalo Clinton-Lewinsky.
La batalla jonronera de Sosa ha tenido el efecto catalítico de rescatar la autoestima nacional en momentos en que el liderazgo político parece haber alcanzado sus más bajos niveles de credibilidad y la gente no encuentra un líder donde descansar ilusiones. Ese papel del sensacional beisbolista eqivale al realizado por Juan Luis Guerra en los finales de la pasada década y principio de la presente, cuando la huida masiva al exterior. Entonces nos recordó ardientemente que “la República Dominicana es el único lugar en donde no somos extranjeros”.
En la Sociedad Civil si bien losmás activos han mantenido los reclamos y esfuerzos, muchos dirigentes lucen con poca fé y creen que lo mejor es esperar que pase el tiempo para ver si el liderazgo político reacciona por sí mismo.
La generalidad tiene la convicción de que si la confrontación no es detenida rápidamente, echará raíces y se extenderá “hasta las elecciones del 2000.” No faltan quienes recuerden que para entonces no hay garantía tampoco de que desaparezca, sea cual sea el resultado de la consulta para escoger nuevo presidente, incluyendo la posibilidad de que ésta naufrague en este mar de pasioens políticas en que vive la nación.
Tiempo perdido
Por lo menos Carlos Dore ha alentado con su planteamiento del domingo 13 de que “no se debe seguir perdiendo el tiempo, obviando un problema que, a medida que pasa el tiempo tiende a agravarse, es hora de buscar una solución concertada, mediante un diálogo franco, al que se llegue sin condiciones previas, y en ánimo de buscar la mejor salida para la democracia dominicana”.
En una declaración escrita, el importante asesor presidencial consideraba que “la creación de un clima adecuado para negociar una solución a la crisis política actual debe ser responsabilidad de todos los sectores, y no sólo del Gobierno”. Refiriéndose a lña disposición del presidente del PRD, Enmanuel Esquea, de propiciar un diálogo condicionadolo a que no se toque la Junta Central Electoral, Dore Cabral ripostó constructivamente: “lo correcto es acudir a la mesa de negociaciones sin condiciones previas, y establecer la agenda y el temario de discusión en las primeras reuniones, de manera concertada”.
Del lado perredeísta no sólo Esquea, sino también el secretario general Hatuey de Camps, Tony Raful y la senadora Milatgros Ortiz Bosch han vuelto sobre la necesidad de crear condiciones apropiadas al diálogo político y la concertación. En mayor o menor grado han considerado que corresponde al gobierno, especialmente al Presidente Leonel Fernández, crear el clima para concertar, ya que fue su convocatoria de legislatura extraordinaria, tras pactar con Balaguer, lo que lo vició.
Por el lado reformista, mientras se manifiesta una tendencia a disentir con la forma en que Balaguer compromete todo el partido detrás del gopbierno,el presidente en funciones Donalrd Reid Cabral, el secretario de organización Jhonny Jones, y hasta Leonardo Matos Berrido han asumido papeles moderadores.
Reid Cabral sugirió relegar a un segundo o tercer plano el tema de la Junta Central Electoral, en beneficio de una concertación sobre los problemas nacionales. Johnny Jones y Matos Berrido pidieron una tregua, darl un “tiempo prudente” frente al problema que para ellos y el PLD significa la situación del tribunal electoral.
Por dónde comenzar
Carlos Dore Cabral no es dirigente del PLD, aunque por ser asesor presidencial se le supone intérprete y consejero a veces, vocero en otras oportunidades. En el Listín Diario del Lunes publicó un artículo titulado “Un mes sin reformas”, donde deplora que paara el primer mes del nuevo Congreso sin que se hayan duiscutido las reformas pendientes.
En esa pieza el sociólogo reconoce que los ingredientes de “las dificultades” se cocinaron “días antes y días después del pasado 16 de agosto”, y formula una sugerencia interesante, que ojalá esté siendo auspiciada por otros en el gobierno: “se puede estudiar también una especie de tregua alrededor de los puntos que han creado la llamada crisis actual hasta tanto no se resuelva el tema de las reformas”.
Son muchos los que creen que tampoco las reformas caminarán muy lejos si no se da una tregua a las pasiones y se produce un mutuo reconocimiento de las respectivas fuerzas políticas, sentándose respetuosamente en una mesa de conversaciones. Insistir por los medios de comunicación en que sólo hay que analizar, revocar o negociar los efecots de la ofensiva del contrario, porque la propia es la justa, no servirá más que para mantener la hoguera encendida.
Mucho menos será viable comenzar por la última ofensiva, consecuencia del grueso de las hostilidades, la integración unilateral de la JCE, aunque tampoco esta debe ser descartada, con el respeto que merecen los jueces electorales, que aunque no correspondieron al consenso deseable, son personas honorables, incluyendo relevantemente a su presidente.
Incluso hay quienes creen que una renuncia de los jueces electorales en medio del actual clima de confrontación, no sería solución, porque dejaría acéfalo el organismo, a merced de que los partidos puedan ponerse de acuerdo. Más adelante se podrían considerar fórmulas como la de aumentar en dos el número de jueces, o sugerir consideradamente la renuncia de uno o dos, previo acuerdo, en aras del consenso necesario, sobre todo en arbitraje electoral.
Por la Liga Municipal
Como el control de la Liga Municipal Dominicana está planteado como el próximo escenario de confrontación, y aunque faltan todavía más de 4 meses para la renovación de ejecutivos, podría ser el escenario ideal para comenzar el inter-reconocimiento y la concertación. De paso se volvería al escenario de julio antes de la ofensiva PLD-PRSC, cxuando el PRD quería concertar. Y el gobierno daría el ejemplo que eludió al no asimilar debidamente el golpe electoral de mayo pasado.
A partir de ahí se podría mejorar notablemente el clima para abordar los hechos consumados que deban ser revisados, dando y dando. Todavía antes se deberían reuir los técnicos y comisiones gobierno-congreso para estudiar juntos al proyecto de presupuesto, incluyendo la ineludible reforma arancelaria. Dar pasos concertados en dos o tres puntos que no sean el centro de la confrontación actual, permitirá abrir trochas para meterle el machete a los más ambrollados.
Desde luego, todo depende de que en el gobierno predominen los que privilegian la concertación y la transacción sobre la línea más agresiva que parte de la premisa de que la única forma de vencer al PRD es combatiéndolo con todos los hierros y recursos, sin miramientos ni tregua, hasta promover su división interna.
Al respecto, no sólo será necesario bajar el tono de los disicursos de todos los sectores, sino los llamados a protestar frente a las juntas electorales o las peticiones de que se vayan ya los jueces, tratados como si fueran delincuentes o los ejecutivos del fraude que llegaron a la JCE no hace mucho tiempo.
Hay quienes entienden que los duros del gobierno podrían tener razón en términos estrictamente partidarios,. El problema es que su ofensiva vaya a incentivar el espíritu y la mística perredeísta, y entonces en vez de divisiones, más allá de pequeños fraccionamientos como el encabezado por Rafael Peguero, se produzca una compactación en el partido blanco. En tal caso no sólo el PLD como partido, sino el gobierno del presidente Fernánedez y la nación entera, habrá perdido el tiempo. Y no se sabe cuánto.