Por Juan Bolívar Díaz
A un mes de las elecciones primarias para escoger el candidato presidencial del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) la caldera en que se cuece el debate entre los aspirantes se calienta progresivamente en la misma proporción en que se polariza la lucha entre el vicepresidente Jacinto Peynado y el canciller Carlos Morales Troncoso.
Al mismo tiempo aumentan los temores de que sectores del gobierno puedan jugar a anarquizar el proceso convencional para forzar una intervención del caudillo Joaquín Balaguer, en provecho propio o de alguien de su conveniencia.
La característica de «abiertas» de las elecciones primarias tiene en sí misma una brecha por donde se pueden colar graves contradicciones entre los contrincantes, dado que aún no queda claro si cualquier ciudadano podrá votar independientemente de que sea o no simpatizante o miembro del partido.
DEBATE BIEN CALIENTE
Durante la última semana fue notable que se caldeó considerablemente el debate, proliferando los intercambios de acusaciones entre los principales contendientes, y entre éstos y miembros de la Comisión Ejecutiva.
El vicepresidente Jacinto Peynado es quien aparece más beligerante, denunciando que los patrocinadores de Morales Troncoso en el Palacio Nacional están comprando sus cuadros a cambio de favores materiales, mientras otros permanecen en la sombra por temor a perder empleos y favores.
Tanto Peynado como Morales han chocado públicamente con el secretario político del partido, Ingeniero Federico Antún, a quien acusan de mantener una posición confusionista o de negarle información.
La pugna entre los dos precandidatos considerados como favoritos para ganar la nominación ha ocupado los espacios en los medios de comunicación, reduciendo la atención a los demás competidores, aún cuando tanto el doctor Víctor Gómez Bergés como el licenciado Angel Lockward publicaron resultados de supuestas encuestas en los que aparecen encabezando las preferencias de los reformistas.
FACTORES DE CONFUSION
El intento de los dirigentes reformistas Pedro Blandino y Pedro Bonilla por inscribir la precandidatura del doctor Joaquín Balaguer y la declaración del diputado Marino Collante reclamando una nueva reforma constitucional para que el mandatario pueda repostularse, crearon más confusión al interior del partido que en la opinión pública.
En general, la opinión pública restó seriedad a ambas ocurrencias, enmarcadas en intentos por mantener en primer plano la vigencia del doctor Balaguer o por ganar favores de éste, aunque no faltan quienes estiman que tales aprestos han sido alentados por personajes que no se resignan a la realidad de que la Era de Balaguer llega a su fin el año próximo.
Sin embargo, el Presidente en funciones del PRSC, doctor Donald Reid Cabral actuó con determinación para despejar dudas, cuando rechazó que la precandidatura de Balaguer pudiera ser válida sin la firma de éste en el formulario de inscripción establecido en el reglamento para la selección del candidato.
Dado que Reid Cabral es quien más comunicación ha mantenido últimamente con el doctor Balaguer, se estima que éste desautorizó en privado su inscripción como candidato, lo que de haber sido validado hubiese dado inicio a una crisis política nacional, pues la oposición habría considerado que se intentaba desconocer la Constitución de la República, que con la reforma del año pasado prohibe la reelección en dos períodos consecutivos.
Tanto los factores de orden nacional como internacional siguen determinando como sumamente difícil que un hombre del olfato político de Balaguer pueda iniciar aventuras para desconocer la Constitución. La semana pasada fue presentado públicamente el programa de trabajo del Grupo de Acción por la Democracia, que reune a los sectores más influyentes del país, como casi todas las organizaciones empresariales y sindicales, las iglesias Católica y protestantes, universidades y otras instituciones que firmaron como testigos del Pacto por la Democracia que acordó las reformas constitucionales de 1994.
¿UN BUEN CANDIDATO?
Pero aún asumiendo la difícil circunstancia de que Balaguer pueda ser repostulado y validado por la Junta Central Electoral, sería sumamente discutible que se constituyera en un buen candidato para ganar las elecciones de mayo próximo. El mandatario cumplirá 89 años esta misma semana, y con los resultados del actual período constitucional, sumado a la escasa legitimidad de los comicios del año pasado, le resultaría más que difícil reunir el apoyo necesario para convertirse otra vez en un candidato ganador, con una Junta Central Electoral que cada semana reafirma su compromiso de auspiciar comicios libres y transparentes.
Hay quienes creen que el PRSC tiene más posibilidades de hacer un papel airoso con un nuevo candidato que si pudiera repetir la candidatura de su caudillo, pues en este remoto caso, se produciría una polarización mayor que la de 1994, lo que iría en beneficio del principal partido de oposición.
Y es que una repostulación de Balaguer traumatizaría hasta a su propio partido, pues tendría que ocurrir en desmedro de las legítimas aspiraciones de los que dentro del PRSC han invertido cuantiosos recursos y tiempo en buscar la nominación presidencial.
Por todas esas circunstancias es que los intentos de repostular al presidente Balaguer o de impedir las elecciones de mayo para prolongar el período no pasan de ser fuegos artificales, que si superan ambiciones individuales no llegan a ser más que nostálgicas añoranzas de un tiempo que fue bien largo, pero que se ha agotado indefectiblemente.
BRECHA PELIGROSA
Sin embargo, la confusión sobre quienes podrán votar en las elecciones primarias programadas para el primero de octubre próximo puede ser la piedra de contradicción que haga naufragar el esfuerzo democrático de la comunidad política reformista. Hasta dirigentes de la categoría de Reid Cabral y Quique Antún lucen confusos en cuanto a los llamados a participar en las votaciones primarias.
El artículo 16 del Reglamento para escoger el candidato presidencial dice textualmente: «El objetivo primordial del proceso electoral interno es seleccionar el mejor candidato para postularlo al cargo de Presidente de la República en las próximas elecciones, para lo cual se establece el método de ELECCIONES PRIMARIAS ABIERTAS, en las cuales podrán votar todos los dominicanos miembros o simpatizantes del PRSC qye hayan obtenido su Cédula de Identidad y Electoral y que figuren en el Listado elaborado por la Junta Central Electoral.»
Si ese artículo no es suficiente, el que le sigue, 17, establece que «El voto en las Elecciones primarias es un derecho y un deber de los miembros y simpatizantes del Partido Reformista Social Cristiano debidamente inscritos en el Registro Electoral.»
El problema radica en que es imposible establecer quienes son todos los miembros del partido, ya que muchos carecen de carnet partidario. Y peor es la confusión cuando se trata de los simpatizantes.
Todavía el pasado viernes una crónica de Manuel Jiménez, en el diario Hoy, atribuye al doctor Reid Cabral haber dicho que toda persona interesada en participar en las primarias podrá hacerlo con solo presentar su cédula de identidad electoral, pues no será obligatorio estar debidamente inscrita en el partido.
Pero en el siguiente párrafo, se cita entre comillas al mismo Reid Cabral diciendo : «Todo el que tiene un carnet electoral puede votar, pero por supuesto debe ser miembro del Partido Reformista Social Cristiano, porque de otra manera sería permitir que se produzcan desórdenes». Es más que obvia la contradicción entre los dos párrafos.
¿Qué ocurrirá en las mesas de votación cuando delegados de precandidatos comiencen a objetar a personas que consideren ni miembros ni simpatizantes del partido? El conflicto sería mayor si, como se teme, algunos potentados «incentivan» a ciudadanos y ciudadanas sin militancia ni simpatías partidarias a que voten por ellos o sus patrocinados.
Si ese asunto no es totalmente dilucidado y acordado por la Comisión Ejecutiva y los precandidatos, hay pocas dudas de que será el detonante de la confrontación, y que si no hay crisis en la misma jornada de votación, la habrá posteriormente para fundamentar impugnaciones y conflictos que pueden fraccionar el partido.
Ya hay quienes han calculado que con 10 millones de pesos se puede mover la voluntad de voto de 100 mil indiferentes, a razón de 100 pesos por cada uno, y de 50 mil si el incentivo se lleva a los 200 pesos per cápita. No hay dudas de que en el reformismo hay quienes pueden invertir esos 10 millones de pesos y muchos más, si se trata de que un patrocinado gane la nominación y también si el interés fuere provocar una confrontación que obligue a la intervención de Balaguer.
Desde luego, una clara orientación de Balaguer a sus seguidores, para disuadir a quienes acarician la idea de que intervenga el proceso, o para disipar otras dudas, contribuiría mucho a darle confiabilidad y viabilidad a la elección del candidato. Pero hay quienes dudan que tal intervención -que tendría que ser pública- se produzca. O porque el caudillo tenga sus simpatías y antipatías en el proceso, o porque acaricie expectativas de prolongar el tiempo de la escogencia para mantener incólume su poder o vivas sus íntimas esperanzas de que algún milagro vuelva a prolongarlo en la presidencia de la nación.