La búsqueda de un nuevo pacto político

Por Juan Bolívar Díaz

      A diez días de la juramentación de los nuevos presidente y vicepresidente de la República, las expectativas están concentradas en las posibilidades de los tres partidos mayoritarios de negociar un pacto que garantice la gobernabilidad del país, habida cuenta de que el gobierno a posesionarse el día 16 sólo descansará en el control del Poder Ejecutivo, teniendo por delante el desafío de importantes reformas que conduzcan a la nación por caminos de modernidad, democratización y desarrollo a la puerta del próximo siglo y milenio.

      Las posibilidades de una concertación descansan en los trabajos de comisiones creadas por los tres partidos mayoritarios, las cuales deberán materializar acuerdos básicos antes de que se produzca la reunión cumbre propuesta por el presidente electo, doctor Leonel Fernández, a los doctores Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez, líderes de los Partidos Reformista Social Cristiano y Revolucionario Dominicano.

      En fuentes políticas opositoras prevalece el criterio de que la reunión de los líderes difícilmente se producirá antes del 16 de agosto, y concretamente en los ámbitos perredeistas se estima que sería precipitado un encuentro sin que mediaran acuerdos mínimos entre los comisionados. La junta cumbre debería realizarse para suscribir acuerdos o para romper diferendos que no puedan manejarse al nivel de los comisionados, fue el criterio expuesto por una fuente cercana al doctor Peña Gómez.

Proceso de distensión  

      El primer día de agosto, el doctor Leonel Fernández, tras una reunión con el Presidente Joaquín Balaguer formuló públicamente su propósito de celebrar una reunión cumbre con el caudillo reformista y el líder del PRD y el Acuerdo de Santo Domingo, para un pacto que permita la gobernabilidad del país.

      La proposición del presidente electo fue la culminación de un proceso de distensión que él mismo había iniciado inmediatamente después de su triunfo electoral del 30 de junio, cuando planteó la conformación de un gobierno de unidad nacional, rechazado sin titubeos por Peña Gómez y que no encontró eco suficiente ni siquiera en sus aliados electorales del PRSC, aparentemente empeñados en distanciarse de las ejecutorias del nuevo gobierno..

      Leonel Fernández, mostrando sentido de la realidad, no se arredró y el 14 de julio, al emprender su viaje de diez días por Europa y Nueva York, dejó a consideración pública su propuesta a un “gobierno de unidad programática”, que obtuvo una mejor acogida en los partidos de oposición y sobre todo en la opinión pública, consciente de que sin algún nivel de concertación, sería muy difícil la nueva gestión gubernamental.

      El último domingo de julio, el doctor Peña Gómez , tras su regreso de un viaje por Centroamérica, expresó su “disposición de sostener conversaciones con la dirigencia de los partidos representados en el Congreso Nacional y con el presente y futuro gobierno a fin de que sea posible una gobernabilidad sostenida por instituciones sólidas y estables al servicio del pueblo dominicano”, aunque las condicionó a que se reconociera la mayoría relativa del Acuerdo de Santo Domingo tanto en el Congreso Nacional como en los municipios y el 49 por ciento de los votos obtenidos en la segunda ronda de votaciones.

      Aparentemente la posición perredeista fue mejor acogida por dirigentes del PRSC, lo que habría abierto una vía de conversaciones entre ambas partes. Esto y las versiones de prensa que daban cuenta de diferendos reformistas-peledeistas, habrían contribuído al aterrizaje del PLD. En tales circunstancias se produjo primero un encuentro de una comisión del PLD con el Presidente Balaguer y al día siguiente una reunión de éste y el presidente electo, de donde salió la propuesta de la reunión cumbre. El paso siguiente fue la constitución de una comisión de negociaciones integrada por los dirigentes peledeistas Danilo Medina, Temístocles Montás, Lidio Cadet y José Joaquín Bidó Medina. Una visita del vicepresidente electo al doctor Peña Gómez habría completado el cuadro de distensión.

Arrancan las comisiones

      El domingo 4 de agosto se produjo el primer encuentro entre la comisión del PLD y la integrada por los perredeistas Vicente Sánchez Baret, Ramón Alburquerque, Rafael Peguero, Francisco Guerrero Prats y Manuel Cáceres Troncoso. Fue definida como una reunión “breve pero cordial”, en la que obviamente los perredeistas pidieron una agenda que la otra parte quedó de entregar en el curso de esta semana.

      Fue relevante que al final de la reunión dominical, en la residencia de la intelectual vinculada al PLD Natacha Sánchez, el ingeniero Temístocles Montás, uno de los más fieles colaboradores del doctor Leonel Fernández, expresó que ese partido contempla la posibilidad de respaldar la expectativa del PRD de obtener la presidencia de la Cámara de Diputados, lo que implica una apertura a la transacción.

      Para cualquier observador resulta obvio que si los nuevos gobernantes quieren por lo menos una neutralización del perredeismo y sus aliados, tendrán que hacerles algunas concesiones, que por demás merecen, dado que tienen la mayoría relativa de la cámara baja y casi la mitad del Senado, aparte de haber conseguido casi la mitad de los votos de la última ronda electoral del 30 de junio. Algunos dirigentes del PLD reaccionaron negativamente cuando Peña Gómez planteó el control de la Cámara de Diputados y dos miembros en el Consejo de la Magistratura. Pero se cree que la actitud de Leonel Fernández y su equipo es más realista y menos sectaria.

      Obviamente, para el PLD hacer esas concesiones, o por lo menos la de la presidencia de los diputados, requiere garantizarse el apoyo perredeista a proyectos básicos. Y es ahí donde radica el delicado trabajo de las comisiones, que debe preceder a la propuesta reunión cumbre, partiendo realísticamente de que Peña Gómez no gana nada con reunirse con quienes aliados le cerraron el paso al poder, si es sólo para cuestiones protocolares.

Tela por donde cortar

      Si hay voluntad política para buscar la gobernabilidad, y se supone que los peledeistas deben ser los más interesados, no resultará tan difícil identificar una serie de proyectos en los que pueden encontrar consenso con los demás partidos y especialmente con el PRD, por la cercanía registrada en sus respectivos programas de gobierno. De hecho, los partidos participantes en el pasado proceso electoral firmaron el 30 de abril pasado un “Pacto por el Respeto a la Constitución y por la Gobernabilidad”, promovido por numerosas organizaciones de la sociedad civil.

      El tercer punto de ese pacto indica que “Los candidatos Presidenciales y Vicepresidenciales que firman este Pacto se comprometen también a respaldar a los candidatos elegidos para que puedan poner en ejecución aquellos puntos en los que sus Programas de Gobierno sean coincidentes, y a hacer esfuerzos de concertación para llegar a acuerdos en aquellos en los que hay diferencias, teniendo siempre como meta el interés nacional”. En el sexto acuerdo “se comprometen a designar comisiones de seguimiento que deberán reunirse cuantas veces sea necesario para asegurar la estricta observación de este pacto”.

      Del proceso de 1994 pueden ser rescatados los acuerdos para las reformas políticas firmados por los partidos mayoritarios tras una larga concertación auspiciada por la Fundación Siglo 21 y la Concertación para la Reforma Social y Disminución de la Pobreza, promovida por la Iglesia Católica.

      Identificar las coincidencias programáticas, que son muchas, y concertar acuerdos será una tarea que difícilmente pueda concluirse antes del 16 de agosto, lo que perjudica el interés del PLD y beneficia a las otras dos partes, habida cuenta de que aspiran a reconocimientos como el de la presidencia de las cámaras legislativas, lo que debe establecerse momentos antes de la juramentación de los nuevos mandatarios.

La difícil magistratura

      De cualquier forma, poco haría el PLD con la presidencia de la Cámara de Diputados, a no ser que ratifique un pacto con el PRSC que lo deje a expensas de la voluntad omnímoda del doctor Balaguer, dado que apenas cuenta con el diez por ciento de sus curules. Correría el riesgo de que posteriormente perredeistas y reformistas coincidan en su interés de hacer oposición, y le hagan más difícil la gobernabilidad. La transacción está planteada desde el orígen mismo de su mandato gubernamental, que lo recibió a conciencia de su minoría legislativa.

      Para la negociación después del 16 de agosto quedaría el ámbito del Consejo Nacional de la Magistratura, llamado a iniciar la reforma del Poder Judicial, con la designación de nuevos jueces, comenzando por los de la Suprema Corte de Justicia. Ahí si que no podrá ceder el PLD, y juntarlo con los demás proyectos para la gobernabilidad.

      Tendría el nuevo gobierno que abanderarse con el interés manifiesto de la Sociedad Civil de una integración del Consejo de la Magistratura que garantice equilibrio político y sobre el criterio de que los nuevos jueces deben ser independientes de la militancia partidaria o de los grupos de poder económico y social. Ya en 1990, la última vez que se escogieron los jueces, los tres partidos, sobre todo el PLD y el PRSC que integraban mayoría en el Senado, hicieron una repartición atendiendo a intereses partidarios. El resultado no fue mejor que los obtenidos con la elección en 1992 de una Junta Central Electoral partidarizada. Y la sociedad no se ha mostrado dispuesta a ver con indiferencia una repetición de aquellas distribuciones.

      Para la magistratura las negociaciones se presentan más arduas con los reformistas, por su tradición en el control de la judicatura y por el interés de evitar que puedan llevarse a la justicia los escándalos de corrupción conocidos y los que posiblemente salgan a flote luego que abandonen el control del gobierno.

Leonel silencioso

      Mientras tanto, a las puertas ya de su juramentación presidencial, el doctor Leonel Fernández está concentrado en la conformación de su gobierno. Suspendidas sus apariciones en público, trabaja casi solo en la selección de los altos funcionarios que serán responsables de las secretarías y subsecretarías estado, de las direcciones de los organismos desentralizados, de las direcciones generales y de los mandos militares y policiales.

      Como es normal en cualquier país, la integración de su equipo gobernante será su carta de presentación. Más importante que el discurso de inauguración, sobre todo cuando debe responder a tantas expectativas de cambios para demostrar que ciertamente hará transitar el país por un “nuevo camino”.

      Ante las versiones que señalan incumbentes para los diversos cargos, personas cercanas a Fernández aseguran que sólo él sabe hasta ahora en quiénes está pensando. Tiene desde luego el desafío de formar su equipo sin crear muchas ronchas al interior de su partido, donde las decisiones se acostumbran tomar en organismos. Todo luce que el realismo del poder, determinará que en esta materia, el presidente tenga la primera y última palabra.