Por Juan Bolívar Díaz
Dos declaraciones ambivalentes del Presidente Leonel Fernández y un claro pronunciamiento reeleccionista del dirigente y diputado del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), José Ramón Fadul, renovaron la semana pasada las absurdas pretensiones de un grupo de legisladores opositores de prolongar el período para el cual fueron electos en dos años, mediante una nueva reforma constitucional a cambio de restaurar la reelección presidencial.
Hay indicios de que tanto entre sectores gubernamentales como en la oposición congresional se alienta la posibilidad del cambalache, que data de agosto del año pasado cuando se atribuyó a la mayoría de los senadores del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) y a algunos del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Los pronunciamientos reeleccionistas, que por la correlación de fuerzas en el Congreso Nacional, sólo podrían viabilizarse con amplio respaldo de la oposición, lucen no sólo extemporáneos, sino también inoportunos, hasta el punto de que podrían sabotear el nuevo intento de concertación iniciado recientemente entre el Presidente Fernández y los líderes de los dos partidos mayoritarios.
El fantasma de la reelección
Desde que se inició el período presidencial de cuatro años en agosto pasado, el fantasma de la reelección ha planeado sobre el ámbito político nacional, mezclado con el interés de algunos legisladores de prolongar el mandato constitucional para el cual fueron electos (1994-98), que según voceros de oposición ha sido alentado silenciosamente por sectores gubernamentales.
El Presidente Leonel Fernández, siguiendo una tradición política, ha sido ambivalente sobre el tema, evadiendo un pronunciamiento definitivo que desaliente las expectativas de seguidores y adversarios siempre prestos a pescar en río revuelto. Dos declaraciones del joven mandatario publicadas la semana pasada parecieron alentar nuevamente esas ambiciones.
El lunes 28 de abril, el diario El Siglo reprodujo una entrevista concedida por Fernández al ejecutivo del diario Miami Herald David Lawrence. Según el texto, ante la pregunta de si aspiraría a un segundo mandato, el presidente dominicano respondió: “No soy yo quien lo determinaría, sino más bien el Congreso, si sus miembros consideran que puedo hacer un buen trabajo”.
El martes 29 de abril, al ofrecer una rueda de prensa en Atlanta, el presidente Fernández fue preguntado nuevamente sobre la reelección presidencial. Sonriente respondió desenpolvando una frase típica de uno de los mayores reeleccionistas de la historia dominicana, el ex-presidente Joaquín Balaguer: “En la República Dominicana todos los políticos somos instrumentos del destino”.
Ya el 9 de marzo al hablar en un acto de la Alianza de Movimientos por la Democracia, el presidente Fernández había formulado otra declaración ambivalente al negar que estuviera en promoción de su reelección, pero aduciendo que no tiene la culpa de que cada día sea reelegido ehn el corazón del pueblo, por sus acciones”.
Monchy Fadul concreta
Esas dos declaraciones presidenciales debieron haber alentado al ex-presidente de la Cámara de Diputados y miembro del Comité Político del PLD José Ramón Fadul a concretizar la más clara y explícita propuesta reeleccionista en lo que va del régimen peledeista, formulada el miércoles 30 de abril, el mismo día que los diarios publicaban la frase presidencial de Atlanta. El diputado por Santiago planteó que el Congreso Nacional se aboque “en esta legislatura” a la reforma de la Constitución de la República para discutir si es conveniente o no para el país el restablecimiento de la reelección presidencial.
“Nosotros debemos en este período congresional, en esta legislatura, incluso, comenzar a introducir las reformas constitucionales que se requieran y discutir el problema de la reelección presidencial”, que a su juicio, no debe ser un tema tabú en la sociedad dominicana. “Es un tema que debe discutirse y estar en la agenda en estos momentos del país, de todos los sectores de la vida nacional. Y en ese sentido creo que es oportuno abocarse ahora a la reforma constitucional”, añadió.
Aunque desde enero pasado se habían expresado vario pronunciamientos reeleccionistas, ninguno había sido tan específico. El 21 de enero el viejo colaborador del doctor Balaguer, el escritor Ramón Font Bernard sorprendió a la opinión pública al proclamar que estaba en disposición de encabezar un proyecto reeleccionista, considerando que la enfermedad del doctor José Francisco Peña Gómez y la precaria situación del doctor Joaquín Balaguer hacen expedito el camino para ello.
El 17 de febrero se atribuyó al Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, doctor Ramón Pina Toribio haber dicho que el presidente Fernández podría convocar una constituyente para reformar la constitución y restablecer la reelección. Aunque luego el funcionario adujo que los reporteros le habían mal interpetado.
El 10 de abril tocó el tema al secretario de la Presidencia y brazo derecho del primer mandatario, Danilo Medina. Respondiendo cuestinamientos en la televisión, dijo que la reelección no depende de la voluntad del PLD ni de nadie, sino que lo determinará la sociedad dominicana y el éxito que tenga este gobierno. El 14 de abril se pronunciaron por la reelección los dirigentres peledeístas Víctor Manuel Terrero y Rafael Méndez Risk, el primero del comité central y el segundo de Barahona.
El plan del cambalache
Si las declaraciones de Leonel Fernández la semana pasada indujeron a Monchy Fadul a concretizar su propuesta de reforma constitucional, la de éste alentó a los legisladores que desde el año pasado sueñan con la posibilidad de prolongar su período en el cambalache por el restablecimiento de la reelección presidencial.
Fuentes congresionales aseguran que fue desengavetado un proyecto que se redactó el año pasado y cuya autoría se atribuye a varios reformistas, aunque con respaldo de algunos senadores y diputados del Acuerdo de Santo Domingo, incluyendo a perredeistas. Se afirma que el diputado reformista Rafael Molina Lluberes reactivó la recolección de firmas la semana pasada. Como cabeza del plan se señala al diputado reformista por Santiago Marino Collante.
De ahí la denuncia formulada el domingo por los dirigentes del Partido de la Unidad Democrática José Osvaldo Leger y Luis Acosta, resaltada por los periódicos del lunes 5 de mayo y que sacudió los ambientes políticos, no por la recurrencia, sino por la afirmación -considerada como exageración- de que ya más de 90 legisladores habían comprometido su firma con el proyecto. Con esa proporción tendría posibilidades de pasar una reforma constitucional que requiere las dos terceras partes de los integrantes de la Asamblea Nacional.
Aunque el plan data de agosto del año pasado, el 28 de ese mes 13 de los 15 senadores reformistas, con el respaldo no rubricado de varios del Acuerdo de Santo Domingo, sometieron un proyecto de convocatoria para una asamblea revisora de la constitución, que incluía varios aspectos, pero no se atrevieron a especificar ni el de la prolongación del período legislativo ni la restauración de la reelección presidencial.
En septiembre, pese al rechazo de amplios sectores, el plan cambalache parecía ganar espacio aún en el PRD, que no transitó el camino reeleccionista cuando estuvo en el poder, aunque promociones no faltaron, especialmente en el régimen del difunto presidente Antonio Guzmán.
Tan caliente estaba el asunto que el 24 de septiembre, al internarse en Nueva York para una segunda operación de cáncer, el doctor Peña Gómez, lo llevaba como preocupación. Esa mañana en entrevista telefónica con el telediario de Teleantillas, el lider perredeista expresó su preocupación de que pudiera producirse una grave crisis política, por el intento de prolongar el período constitucional, a lo que según dijo estaban proclives la mayoría reformista y muchos perredeístas.
Se tiran la pelota
Este lunes 5 de mayo, tras el escándalo provocado por la denuncia de Leger y Acosta, voceros gubernamentales y de la oposición se pasaban la pelota, responsabilizándose del plan. El secretario de la Presidencia, Danilo Medina, consideró necesario salir al ruedo público para rechazar que el gobierno esté involucrado en el cambalache, recordando el compromiso con las reformas de 1994 y las elecciones congresionales y municipales separadas. Puso el énfasis en que el gobierno no comparte en absoluto el propósito de prolongar el período de los legisladores. En la oposición, el secretario general del PRD, Hatuey de Camps y el director de Comando de Campaña del mismo partido, Milton Ray Guevara, desautorizaron por completo el cambalache. El último llegó a pedir la expulsión de cualquier legislador perredeísta que se asocie al propósito.
Por su parte el presidente de la Cámara de Diputados, el perredeísta Rafael Peguero Méndez, juró que ni por asomo pondría un proyecto semejante en la orden del día, pero confirmando la existencia del mismo, aunque advirtiendo que no progresará “porque no tiene contexto social en este momento”.
Al comenzar la segunda semana de mayo parecería que el cambalache es huérfano de padre y madre, aunque la sensación generalizada es que tiene padrinos oficiales y de oposición, muchos de ellos vergonzantes, porque sólo podrían estar movidos por el soborno y por el oportuismo que no para mientes en principios ni en compromisos históricos..
Elemento de discordia
El replanteamiento de la reelección por sí mismo, el intento de prolongación del período legislativo o el cambalache de ambos despropósitos tropiezan con serias dificultades. Serían tan escandalosos que cualquiera de los tres se constituiría en un elemento de dicrodia política, hasta al interior de los partidos, incluyendo al de gobierno.
Ya el doctor Rafael Kasse Acta, un peledeísta ortodoxo, tuvo el valor de salir a la palestra pública para recordar el compromiso partidario y la herencia del profesor Juan Bosch, cuya constitución de 1963, reivindicó la prohibición absoluta de la reelección presidencial en términos más radicales que la reforma de 1994. La del 63 prohibía la reelección para siempre e incluía al vicepresidente de la República. La del 94 sólo la prohibe al presidente y por períodos consecutivos.
Aunque discretos, los dirigentes más representativos del PLD se han cuidado bien de no comprometerse con el excesivamente temprano ímpetu reeleccionista. En su oportunidad, el secretario general Lidio Cadet declaró que ese asunto no es parte de la agenda del partido. Por debajo varios dirigientes han hecho saber que rechazan todo intento por renegar de lo que hasta ahora se considera un principio de la democracia partidista.
No faltan quienes consideren que el simple hecho de transitar el viejo camino del intento continuista se podría convertir en piedra de contradicción en el seno del partido, como ocurrió en el PRD cuando algunos grupos comenzaron a creer que el país se hundiría si el Presidente Antonio Guzmán no extendía su predominio más allá de los cuatro años para los cuales fue electo. En aquella ocasión PeñaGómez jugó un papel clave de contención, pero la semilla de la división quedó sembrada y él mismo tuvo que pagar las consecuencias de la hostilidad de anillo guzmancista.
En el PRD, por lo menos, la existencia del plan y las versiones de que enrola a varios de sus legisladores, se constituye también en piedra de contradicción. Ya el propio Peña Gómez consideró necesario advertir desde su convalecencia en Miami que tal propósito sería enfrentado por el partido.
Sabotaje a la concertación
Por demás las sospechas, fundadas o no, de que el dinero y los favores o canongías del Estado pudieran ser decisivos de respaldo legislativo tiende a ampliar los muros de separación frente al gobierno, tanto en los ámbitos de dirección perredeísta como reformista. Se constituye en elemento sumamente nocivo para el proceso de concertación enunciado la semana pasada.
Una fuente dijo que los perredeístas ya integraron la comisión de negociación sobre los proyectos de reformas, acordada en Miami durante la reunión del Presidente Fernández con Peña Gómez el domingo 27 de abril, pero que contuvieron su anuncio público ante la reaparición del tema relección. Los comisionados perredeístas serían el presidente de la Cámara de Diputados Rafael Peguero y su vocero Danilo Caraballo, los senadores Milagros Ortiz Bosch, Rafael Alburquerque y Vicente Sánchez Baret, el presidente en funciones Hugo Tolentino y el secretario general Hatuey de Camps.
De hecho, cuando recibió al Presidente en Miami, Peña Gómez se quejaba de que el gobierno había intentado (y dicen que lo logró) sobornar legisladores perredeístas para que no ratificaran el proyecto de presupuesto vetado por el Poder Ejecutivo.
Finalmente, el debate es deprimente para las esperanzas de institucionalidad democrática, porque su concretización se fundamentaría en la posibilidad de imposición de una minoría en disfrute del poder del Ejecutivo o en el descaro de una mayoría congresional sin respeto a ningún principio. O en ambas penas a la vez. Lo que por demás sería un terrible precedente, sea por el camino de la imposición de una minoría absoluta, o de un grupo de traficantes políticos en control del Congreso.
Por demás el cambalache, implicaría un desconocimiento de las reformas pactadas en 1994, y la anulación de las elecciones congresionales y municipales previstas para el próximo año, separadas de las presidenciales. Luce tan absurdo que parecen tener razón los que lo creen un despropósito sin posibilidad alguna, que no sea sembrar más divisiones y hacer más difícil la gobernabilidad. Sería saludable un pronunciamiento sin ambiguedades del presidente Leonel Fernández.-
RECUADRO
La reelección presidencial ha sido el motivo de la mayoría de las 35 reformas constitucionales que registra la historia de la República. Quedó prohibida en las constituciones de 1854, 1858, 1865, 1866, 1868, 1874, 1875, 1878, 1880, 1924, 1927, 1929, y 1963. Fue instituída en los textos conticuionales de 1872, 1896, 1907, 1908, 1929, 1934, 1947, 1959, y 1966. Una sola reelección se permitió en las reformas de 1879 y 1880, según Juan Daniel Balcácer en su obra Algunas Reflexiones en torno a la Democracia Dominicana, Editora Corripio, 1993.
Rafael L. Trujillo, el tirano más “reelecto” en la historia del país consideró necesario profesar el anticontinuismo en discurso del 7 de septiembre de 1931, cuando proclamó que “el principio de la no reelección que cada día parece tener mayor ambiente en la conciencia pública, se aviene a mi ética de gobernante, y yo sabré sostenerlo con la firmeza de mis profundas convicciones aun cuando sin sugerencias de ningún linaje de parte del Gobierno que dirijo, el pueblo pidiese, por acto de su libre voluntad, mi continuación el el poder”. (Discursos, Mensajes y Proclamas, página 2, citado por Julio Campillo Pérez en su obra Elecciones Dominicanas)
En 1979, para tratar de justificar su primera reelección, el doctor Joaquín Balaguer proclamó que “sería el último gobernante que se sucediera en el ejercicio del poder a sí mismo”. No precisó cuándo, y lo hizo luego otras tres veces, siempre en elecciones gravemente cuestionadas.-