El escenario a partir del 16 de agosto

Por Juan Bolívar Díaz

      El presidente electo, doctor Leonel Fernández, aparece empeñado en asumir un discurso conciliatorio, buscando ampliar sus posibilidades de gobernar un país divido en dos mitades y tratando de salir del autocrático reinado del doctor Joaquín Balaguer para entrar en un anhelado estadio de vida caracterizado por la participación democrática.

      Paralelamente los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) realizan los primeros preparativos para asumir un gobierno en precarias condiciones presupuestarias, con la mayoría de sus instituciones desentralizadas y autónomas reclamando recursos para mantenerse en pie.

      Mientras tanto, resulta obvioque los líderes del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) realizan ingentes esfuerzos por establecer distancias del gobierno a instalarse el 16 de agosto como forma de preservar su identidad propia pensando en el futuro político, especialmente en las elecciones congresionales y municipales de 1998. 

Un discurso positivo

      Desde el día siguiente a su elección el 30 de junio, Fernández ha enfatizado su propósito de gobernar con el consenso democrático, concertando con los partidos políticos, incluyendo a la oposición, de acuerdo con el Congreso Nacional y con el concurso de la sociedad civil. En dos oportunidades ha hablado de gobierno de unidad nacional, señalando la posibilidad de incorporar dirigentes de otros partidos a las funciones ejecutivas.

      Tal planteamiento no ha sido acogido con entusiasmo ni siquiera por su aliado electoral, el PRSC, que sin descartar tal posibilidad, la ha condicionado a una aprobación explícita del caudillo reformista, mientras el doctor José Francisco Peña Gómez dejó sentado, desde el 1 de julio, que su partido no aceptará funciones gubernamentales, que hará una oposición firme, pero constructiva y que colaborará en el ámbito legislativo, especialmente en la promoción de reformas democráticas y sociales.

      Acomodando su discurso a las difíciles circunstancias políticas, el domingo 14, antes de partir en viaje a Europa, Leonel Fernández planteó que “si no hay un gobierno de unidad nacional porque otros partidos no puedean integrarse, entonces por lo menos tengamos un gobierno de unidad programática”. Explicitó que “esto significa tomar las programas y establecer los elementos en común y tener el compromiso de apoyar congresionalmente y por diversas vías la aplicación de esos elementos comunes de los distintos programas de gobierno que vayan en favor del interés nacional”.

      En conversaciones privadas con dirigentes de los más deiversos sectores, el presidente electo se muestra consciente de que le urge neutralizar en parte la oposición y crear espacio para la colaboración de sectores que no se sienten comprometidos con su opción política, pero que pueden colocar el interés nacional por encima de las divergencias, y aún de los sentimientos de rechazo que se desarrollaron en la campaña electoral.

La posición reformista

      Desde la semana pasada, tanto el presidente en funciones del PRSC, doctor Donald Reid Cabral, como el secretario político, ingeniero Federico Antún Batlle, han enfatizado que su partido ya no tiene compromiso con el gobierno a instalarse, que el Frente Patriótico terminó con las elecciones, y que su principal misión será, en el orden político, trabajar para la reorganización del partido con miras a las elecciones congresionales y municipales y para recuperar el poder en el año 2 mil, para lo cual comenzaron a realizar reuniones con dirigentes provinciales y distritales.

      El vocero del bloque de diputados reformistas, Marino Collante, fue más lejos al considerar que “sería un grave error” la participación de sus compatriotas en funciones de gobierno. “Lo que debemos hacer es irnos a trabajar por el partido, a consolidarlo, porque ahí vienen otras elecciones”, agregó el influyente legislador cibaeño.

      La posición de los líderes del PRSC podría estar influída por las tajantes declaraciones perredeistas de que ellos ocuparán el espacio de la oposición, y por su empeño en seguir identificando el nuevo gobierno como proyecto no solo peledeista, sino también reformista. Los gobiernistas salientes parecen conscientes de los riesgos de mantenerse como comparsa de un poder ejecutivo que dificilmente puedan controlar.

      De cualquier forma, los reformistas han puntualizado que entre los compromisos del PLD está el no realizar cancelaciones masivas en la administración pública. Con su poder congresional, del que carece el PLD, ellos podrían desarrollar una política de concertar por abajo y confrontar por arriba. De cualquier forma, dado el nivel de separación del peledeismo y el perredeismo, el nuevo gobierno tendrá que depender de ellos para garantizarse un mínimo de posibilidades de gobernabilidad.

Circunstancias adversas

      Si en realidad los reformistas se enrrumban a la oposición, a guardar distancias del nuevo régimen, las circunstancias se tornarían más difíciles para el gobierno de los Fernández, ambos sin liderazgos consolidados, sin experiencia administrativa, con un partido que se estrena en el poder,.con menos de un diez por ciento de los legisladores, y sin el control de uno solo de los municipios. La gobernabildiad sería un ejercicio delicado y cuesta arriba.

      En tales circunstancias, el presidente Fernández y su partido tendrían que realizar un mayor esfuerzo por mantener la mística y atraerse un fuerte respaldo de la sociedad civil, donde predomina el sentimiento de que hay que ayudar a los nuevos gobernantes. El inicio de su gobierno tropezará con graves escollos derivados de la precariedad en que recibirán el Estado, con el peso de la deuda externa y la acumulación de una pesada deuda interna, aún no cuantificada, pero que se estima entre 5 mil y 7 mil millones de pesos, y con una insólita rumba de construcciones públicas inconclusas que demandarán enormes recursos en el primer año de la nueva administración.

      Para comenzar, el patrimonio empresarial del Estado demandará subsidios extraordinarios tan solo para mantenerse en pie. Basta señalar a la Corporación de Electricidad, el Consejo Estatal del Azúcar y la Corporacion de Empresas Estatales, urgidas de cuantiosos recursos, mientras se define el nivel de privatización de que podrían ser objeto, lo que dependerá de un Congreso Nacional en manos de la oposición. Por más rápido que pueda ser el proceso de privatización, demandará fuerte inversión del gobierno central.

      Si el nuevo régimen no puede dar circo, ya que le será casi imposible perseguir a los corruptos del régimen saliente, sea por compromisos previos o por gobernabilidad, si la estrechez financiera derivada de las ataduras con que recibirá el poder le impiden repartir pan y empleos, y si no tiene capacidad para desarrollar rápidas y eficientes iniciativas legislativas, las perspectivas no son auspiciosas.

.     En tales circunstancias, al gobierno de Leonel Fernández le quedaría el camino de aferrarse al artículo 55 de la Constitución y realizar una gestión presidencialista centralizadora, con lo cual repetiría el modelo de Balaguer, sin la experiencia y los mitos de este, con lo cual entraría en contradicción con su propio programa de gobierno, y desde luego con el del “gobierno compartido” que enarboló en principal partido de oposición.

El sector externo

      El doctor Leonel Fernández parece consciente de sus limitaciones internas, por lo que está fijando expectativas en el sector externo, como forma de encontrar asistencia técnica y financiera, así como respaldo político. Ello explicaría que el viaje a Europa emprendido el pasado domingo, concebido originalmente como forma de botar el golpe de la agotadora campaña electoral, se haya convertido en un periplo de contactos con la Comunidad Europea y los gobiernos de los países visitados, Bélgica, España y Francia.

      En el ámbito de la política internacional es que Fernández ha sido más tajante en sus declaraciones. Ya el 6 de julio advirtió que habrá cambios importantes en la política y el servicio exterior dominicano. “Hemos hablado de la necesidad de que la República Dominicana se inserte en el fenómeno de la globalización y eso implicará necesariamente un proceso de modernización del servicio exterior”, dijo.

      Eso explica también que el presidente y el vicepresidente electos, así como gran parte de los máximos dirigentes del PLD dedicaran el pasado fin de semana al encuentro auspiciado en La Romana por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo y la Fundación Siglo 21, con participación del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y ministros de finanzas de Taiwán y El Salvador, así como otros técnicos nacionales y extranjeros.

      Al regreso de su viaje de una semana, Leonel Fernández se encontrará con el primer informe sobre la situación financiera y los compromisos del gobierno, que la comisión de transición gubernamental prometiera para la semana en curso. A partir de ahí no habrá tregua ni descanso en la conformación del nuevo gobierno, a tiro de cuatro semanas.-