Por Juan Bolivar Diaz
La autoridad civil, el liderazgo y la imagen del Presidente Leonel Fernandez salieron fortalecidas del conato de crisis planteada el jueves 31 de octubre por el secretario de las Fuerzas Armadas, general Juan Bautista Rojas Tabar, quien sobreestimo su propia fuerza o subestimo la del primer mandatario cuando lo emplazo publicamente a que escogiera entre el y otros generales a los que no identifico.
La accion del general Rojas Tabar sorprendio a la opinion publica que todavia en el fin de semana no salia del asombro sobre la impulsividad y ligereza con que actuo un alto oficial, tenido por inteligente y calmado y sobre quien descansaba la autoridad militar, quien abria un peligroso frente de debate publico a un gobierno que todavia no acaba de consolidarse.
En ese marco, el Presidente Fernandez no tenia alternativa que no fuera sancionar la indiscipina e indiscrecion del comandante, si no queria ver diluida su propia autoridad al permitir que supuestas o reales diferencias entre su ministro militar y subalternos se
discutieran publicamente, reeditando en el ambito militar las disparidades de criterios que ya habian exhibido funcionarios civiles del gobierno.
Intencion de defensa
Cuando el general Rojas Tabar pidio autorizacion para presentarse ante el Procurador General de la Republica a expresar su disposicion de comparecer ante la jurisdiccion correspondiente para reivindicar su inocencia ante las versiones que lo vinculan con la desaparicion de Narcisazo, estaba no solo ejerciendo un legitimo derecho a la defensa, sino dando un ejemplo. Por eso seguramente fue que el doctor Leonel Fernandez lo autorizo a realizar la diligencia.
El metamensaje era positivo. Si lo mencionaban en relacion a un crimen, nadie debeia tener dudas de que el colaboraria con la justicia, de que el uniforme de general ni la condicion de ministro de las Fuerzas Armadas inhibiria o intimidaria a las autoridades judiciales en la necesaria investigacion. Y antes de que alguien lo dudara, el mismo se presentaba para patentizarlo. Sobre todo porque apenas dos dias antes el Procurador General, doctor Abel Rodriguez del Orbe, habia declarado, respondiendo una pregunta de reporteros, que interrogaria hasta al mismo Rojas Tabar, de ser necesario en el esfuerzo por esclarecer la desaparicion.
En tal direccion se inscribia la “carta publica” entregada a los reporteros en el despacho de Rodriguez del Orbe, cuyos cinco parrafos no merecen reparo alguno en si mismos. Aunque deben anotarse dos deficiencias: una que, como un politico, se dirigiera “al Pueblo Dominicano en General”, y no al Procurador, como corresponde a su rango; y que no incluyera la mas minima expresion de disposicion para contribuir al esclarecimiento del crimen, ni en el orden personal, ni institucional, como le corresponde al secretario de las Fuerzas Armadas. Sobre todo despues que su comandante en jefe reiterara recientemente ente la comunidad universitaria, su compromiso de establecer las responsabilidades correspondientes. Y mas aun cuando desde 1994 todas las versiones indican que fueron militares los responsables de la desaparicion de Gonzalez.
Rojas Tabar debio hacer rebasado el limite de su interes personal, declarando, como lo hizo ese mismo dia el Jefe de la Policia Nacional, que cualquier miembro de la institucion, sin importar rango, que sea se;alado en el caso de Narcisazo, el mismo lo arrestaria y enviaria al juez de instruccion. “Hasta yo mismo, si me se;alan, voy donde el juez de instruccion”.
Salio una rafaga
Pese a las deficiencias de la declaracion, el miitar estaba a punto de dar un ejemplo de subordinacion ante la justicia cuando llego ante el Procurador General. Pero parece que llego alli con cuerda. Ya habia sido convocada toda la prensa y los reporteros entraron con el al despacho judicial. Como es natural tras los saludos de rigor, Rodriguez del Orbe procuro la salida de los periodistas. El ministro pidio que permanecieran. Los queria de testigos.
Y entonces la improvisacion lo traciono o simplemente expreso la cuerda que habia por debajo, fundada en que un secretario de las Fuerzas Armadas esta por encima del bien y del mal. De ahi el ultimatum al Presidente de la Republica y la advertencia al Procurador General. El general solto una rafaga contra dos de los poderes del Estado. Tras rechazar cualquier vinculacion con la desaparicion de Narcisazo, y darle caracter politicio a los se;alamientos en su contra, revelaria que “hay muchas personas interesadas en esto, es un asunto politico tambien, y algunos generales y oficiales superiores. A su debido tiempo el se;or Presidente de la Republica tendra que disponer o de mi retiro o del retiro de ellos, porque yo no soporto esta vagabunderia”.
La indignacion de Rojas Tabar fue en ascenso cuando expreso que “yo soy un hombre muy serio y aqui se va a acabar el relajo. O nos respetamos o no seguimos en este asunto. Yo espero que el Se;or Presidente de la Republica tome las medidas de lugar en este asunto. Se lo dije anoche, que tome las medidas de lugar en este sentido. O lo retiran a ellos o yo me voy para mi casa hoy mismo”.
Ahi su reclamo tomo caracteristica conminante por el “hoy mismo”, tras la revelacion de que habia pedido al Presidente que tomara las medidas de lugar. Que equivalia a un claro “o ellos o yo”.Al representante de la justicia tampoco lo trato muy cortesmente, cuando advirtio que tenian que investigar y establecer los responsables del crimen, o de lo contrario el mismo lo haria, duplicando asi lael emplazamiento lanzado sobre el titular del primer poder del Estado.
Grave revelacion
A lo mejor Rojas Tabar, motivado en la indignacion, no era consciente de que estaba formulando graves revelaciones, lo que en el codigo militar y en su rango, equivale a indiscrecion. Desde los dias de la desaparicion de Gonzalez, tras el fraude electoral en mayo de 1994, se atribuia la accion a militares y se decia que Narciso fue conducido a la base militar de San Isidro. Unos dicen que alli fue torturado y otros que se le llevo al hospital militar. Nunca se dijo que Rojas Tabar, entonces jefe de la Fuerza aerea, fuera responsable personal o directo del crimen, pero lo implicaban indirectamente.
En otras palabras: las versiones existian mucho antes de Rojas Tabar ascender a la secretaria de las Fuerzas Armadas. Luego no se le puede atribuir a un interes por perjudicar su ultima gestion. Responsabilizar a rivales militares de alto rango, implicaba llevarlo al debate publico y abrir una caja de pandora que sembraria incertidumbres. No faltarian especulaciones que relacionarian la demanda de “o ellos o yo” con los retiros de 24 generales que tres dias antes habia decretado el presidente Fernandez.
De hecho, ya se decia que la lista era mayor y que el primer mandatario la redujo. Hay quienes creen que entre los salvados por el doctor Leonel Fernandez estaban algunos que Rojas Tabar queria fuera de los institutos castrenses. Se recuerda que la semana siguiente a su designacion, con el inicio mismo del gobierno el 16 de agosto pasado, el secretario sento el precedente de declarar a la prensa que era necesaria una reduccion de la plana de altos oficiales de las Fuerzas Armadas, cosa que nunca habia sido planteada en publico por un ministro militar.
Contra la pared
Aunque desde el principio la generalidad de la prensa y de los comentaristas de radio y television fueron generosos con Rojas Tabar, quien obviamente se habia labrado un liderazgo en diferentes sectores, era obvio que el secretario habia colocado contra la pared al Presidente Fernandez, en un hecho sin precedente en la historia reciente del pais. Ni por asomo nadie se lo hubiese hecho al Presidente Balaguer.
Tal emplazamiento implicaba multiples problemas para el joven mandatario. Primero que los militares se volvieran deliberativos en contradiccion con un claro mandato constitucional. Segundo que se debilitara su posicion como comandante en jefe de las Fuerzas armadas y se proyectara una imagen de debilidad. Tercero que se incentivaba un conflicto entre militares; y cuarto que el gobierno apareciera dividido hasta en el ambito militar, tradicionalmente aferrado a la disciplina y en las ultimas tres decadas respetuoso del presidencialismo.
Leonel Fernandez no tenia otra alternativa que relevar al general Rojas Tabar de la secretaria de las Fuerzas Armadas, y ponerlo en retiro. Aunque allegados al militar dicen que el mandatario solo se proponia lo primero y que le habria propuesto “dejarlo un tiempo sin mando”, circunstancia en la cual el mismo pidio que retiraran.
Al mismo tiempo, el Presidente de la Republica puso en retiro tambien a los generales Fernande Sanchez Aybar y Ramon Alcides Rodriguez Arias, del Ejercito Nacional y la Policia, asi como al contralmirante de la Marina de Guerra Gerardo Santana Solano. Muchos se preguntan si estos eran de los recusados por el ministro destituido, de sus protegidos o si eran parte de una segunda lista de retiros, adelantada en parte para no dejar tan mal parado al general Rojas Tabar. Si nos atenemos a lo dicho en television por el doctor Marino Vinicio Castillo, Presidente del Consejo Nacional de Drogas, y politico bien informado de asuntos militares, los objetados por el ministro destituido eran otros.
Dilema de Leonel
La ocurrencia de la semana pasada tiene proyeccion para el porvenir. Por de pronto, la autoridad presidencial ha salido fortalecida y el doctor Leoneol Fernandez ha dado un golpe de efecto en orden a consolidar una imagen de estadista, que ni el mismo parece querer que sea la tradicional, la del hombre fuerte, la del autoritarismo y del temor. Pero que estara siempre sujeta al dilema de aparecer como debil, de que se confunda la democracia, la afabilidad y la sencillez con la falta de autoridad.
En un pais acostumbrado a los gobernantes autoritarios, a los que se les teme pero tambien se les admira, porque el providencialismo y el autoritarismo estan profundamente arraigados en la conciencia nacional, el doctor Leonel Fernandez tiene por delante el dilema de reafirmarse en los valores democraticos, aun corriendo algunos riesgos, o de proyectar una imagen de hombre fuerte. Si pasaba por alto el ultimatum del general Rojas Tabar hubiese sido objeto de burlas y las consecuencias serian impredecibles. Igualmente negativo seria que llegara a la conclusion de que la democracia y la sencillez no son compatibles con la presidencia dominicana. Estimularia la confrontacioninconveniente dada su debilidad congresional.
De paso, la actuacion presidencial obligara a contener las disparidades publicas expresadas entre funcionarios del mismo gobierno y entre lideres del Partido de la Liberacion Dominicana, la ultima de las cuales se habia registrado dos dias antes de la ocrurencia de Rojas Tabar con la peticion de la vicesecretaria Josefina Perez Gavi;o de Almeyda de que renuncien los miembros de la comision politica del partido que pasaron a ser altos funcionarios por incompatibilidad de tiempo. Las confrontaciones entre funcionarios, la mas importante de las cuales fue la del ex-subsecretario Tecnico Miguel Solano con el secretario Administrativo de la Presidencia Diandino Pe;a, han perjudicado la imagen del gobierno en un periodo en que la oposicion observa la tregua de comienzo de regimen.
Notable respaldo
De las declaraciones ofrecidas a los medios informativos por dirigentes de los partidos opositores, como Vicente Sanchez Baret, presidente en funciones del PRD, Federico Antun Batlle, secretario politico del PRSC y de otros partidos, se puede deducir que Leonel Fernandez obtuvo un notable respaldo a su actuacion en la mini-crisis planteada por Rojas Tabar. El
comite politico del partido de gobierno fue, logicamente, mas expresivo en ese apoyo y se reunio el sabado con el mandatario.
En los circulos politicos se ha reconocido que el mandatario actuo con sobriedad pero firmeza y se concluye en que lo negativo de la ocurrencia fue convertido en hecho positivo para la imagen del presidente y la fortaleza de su gobierno.
Queda la sensacion de que el liderazgo del general Rojas Tabar era mas fuerte que el que se pensaba. Por lo menos en el mundo de los comunicadores sociales, especialmente de los diarios que, sin excepcion, fueron generosos con el al dar cuenta de su rafaga del ultimo dia de octubre. Los editoriales pusieron el acento en los derechos de defensa del general y no en sus deberes como alto oficial y como secretario de Estado de las Fuerzas Armadas.-