Danilo Medina tiene que definir pronto una imagen autónoma

Por Juan Bolívar Díaz

            En plena etapa de superación de la resaca interna dejada por la campaña para la candidatura presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el ingeniero Danilo Medina arrancó la difícil carrera por la Presidencia de la República, llamada a culminar el 16 de mayo o el 30 de junio del 2000.

               Los actos de proclamación se caracterizaron por el vigor que los peledeistas imprimen a sus actividades y el discurso del candidato tuvo la virtud de esbozar desde el principio un programa de gobierno de continuidad a la actual gestión, aunque la pieza resultó un poco larga para una parte de la audiencia, que fue ausentándose progresivamente, probablemente por el retraso de más de dos horas con que comenzó.

            Con los vientos del poder en su favor, pero también con el desgaste del mismo, Danilo Medina tiene el desafío de imprimir temprano a su campaña un hálito de triunfo por sus propias fuerzas, sin estar dependiendo del favor del balaguerismo o de otros factores externos.

Todos en paz

            Para un allegado al vicepresidente Jaime David Fernández es imposible que se haya restaurado completamente la unidad del partido, tras los traumas que dejó la campaña interna. Sin embargo, lo más relevante de las dos actividades de proclamación del candidato presidencial el sábado 24 de julio fue la presencia de connotadas figuras del elenco que respaldó al precandidato descartado. Como ejemplo se señaló al aguerrido abogado santiagués Julián Serrulle.

Todos los sectores del PLD estuvieron presentes, incluyendo a los más contestatarios como Franklin Almeyda, y desde luego quien fuera el tercer precandidato, el economista Felucho Jiménez. Jaime David agitó las manos como el que más cuando brazos en altos, hizo trilogía con el Presidente Leonel Fernández y el candidato Medina.

               Los que analizan fríamente al peledeismo no podían resultar sorprendidos. Su mística y el sentido de cuerpo le permitirán sobrepasar las diferencias -algunas serias- dejadas por la campaña interna. No ocurre igual con sectores externos, con grupos y personas que se comprometieron en el respaldo de Jaime David, que han quedado decepcionados y no se sienten en compromiso de dar la cara.

            En cuanto al vicepresidente, la realidad es que no tiene alternativa si quiere seguir haciendo carrera política dentro del PLD. Si las cosas le salen bien al partido, él siempre podrá aducir que puso su parte, subordinando el interés personal al del partido. Si se cosecha un fracaso, será la hora de pasar factura por la forma en que se escogió un candidato al que todas las encuestas daban menos posibilidades de triunfo que a él.

            Desde luego, no es que todo esté sobre ruedas. Todavía quedan algunos cuadros y militantes bien fríos. A ello fue atribuido que el acto masivo del sábado arrancara con más de dos horas de retraso. Pero Danilo Medina conoce suficientemente esa maquinaria para saber dónde tiene que dar estímulos para que funcione fluidamente en aras de sus expectativas.

La continuidad

            El discurso del Ing. Medina mostró un candidato que reivindica la continuidad del régimen, en términos casi absolutos. Todo se concibe en términos de continuar las políticas de prioridad a la educación, la salud, las obras viales, la modernización y la incersión del país en el mundo global. Las nuevas promesas de acentuar la lucha contra la pobreza y crear más empleos, no se perfilan sobre la base de alguna deficiencia del equipo o de las políticas, sino porque en este primer período hubo que invertir mucho en subsidio a las empresas del Estado.

            Al menos por el momento, hasta la prueba de las encuestas y el paso de algunos meses, el propósito de Danilo Medina parece ser reivindicar el gobierno. Parte de una realidad y es que él mismo es visto casi tan responsable de los logros y de los déficits como el presidente Fernández. Tratar de evadir esa responsabilidad sólo le serviría para caer en el vacío y correr el riesgo de quedarse sin flauta, sin pito y sin que tocar.

            Sólo en caso de graves dificultades sobre la marcha se justificaría cambiar esa política y pasar a la formulación de algunas diferenciaciones, que en todo caso tendrían que ser tibias, medidas. Un reconocido politólogo reflexionaba recientemente que Medina no tendría ninguna posibilidad exitosa de separarse del gobierno no sólo por su relevante papel de primer ministro en el mismo, sino porque ello fue factor determinante de que se impusiera sobre Jaime David Fernández.

            Por lo menos en el discurso del sábado Medina fue coherente. Sus asesores de imagen reivindican su experiencia de gobierno y sus aptitudes de estadistas en el papel jugado al lado del presidente Fernández.

            Reconocen que ello implica limitaciones y riesgos. Pero también compensaciones, porque garantiza que Leonel Fernández cumpla su propósito de apoyar la candidatura de su partido con algo más que alma vida y corazón, como ya adelantó a su regreso de la cumbre de Río de Janeiro, tres días después de la elección de Medina.

Tentación del poder

            Ya quisieran otros aspirantes a la presidencia de la República contar con el respaldo del poder, con el apoyo de un presidente en ejercicio. Sobre todo en la experiencia dominicana de uso y abuso de los recursos del Estado en campañas electorales. En realidad es la gran ventaja que se atribuye a Danilo Medina y ante la cual se rinden aquellos que pretenden que Joaquín Balaguer, con sus 93 años encima, casi inmovilizado, y desde la oposición puede desplazar al candidato peledeista en la competencia de clasificación para una muy probable segunda ronda.

            Pero aún esa ventaja tendrá que ser utilizada con comedimiento por el PLD y su candidato. Tienen que evadir abusar de la tentación del poder. Ya el año pasado no dio resultado en las elecciones congresionales y municipales. Lo que daba algún resultado a Joaquín Balaguer necesariamente no lo dará a ningún otro de sus sucesores en el accionar político nacional.

            Las ventajas del poder podrían darle rentabilidad política a Danilo Medina. Pero tendrán que ser utilizadas con alguna elegancia, mucho mayor que la que se plantean uno que otro de sus asesores. Al final de este régimen que se reivindica como “de transición”, muchos estarán esperando mayor honestidad y transparencia gubernamental en campaña electoral.

            Pero si los principios no disuaden de la tentación del abuso del poder, al menos tendrían que hacerlo los resultados de 1998. La saturación publicitaria, el gasto excesivo, y la agresividad extrema que frecuentemente derivó en hechos de violencia y sangre fueron factores contribuyentes del pobre resultado electoral del PLD.

            Ni siquiera el apoyo exagerado del presidente Fernández, quien recorrió en caravana, junto a parte de su gobierno, un centenar de municipios recabando votos para sus candidatos logró impedir la barrida electoral del principal partido de oposición.

El primer desafío

            Grandes desafíos tiene por delante el ingeniero químico y economista que encarna la candidatura presidencial del PLD. Tendrá que vencer el pesimismo derivado de las encuestas que precedieron su triunfo en las primarias partidarias. Se enfrentará a una sólida fórmula presidencial del Partido Revolucionario Dominicano, sin poder descuidar la retaguardia representada en el Partido Reformista Social Cristiano, sobre todo si al final Balaguer va de candidato.

            Pero el más urgente de sus desafíos puede ser fortalecer una imagen de autonomía de su partido y su candidatura; tendrá que afianzar la idea de que ellos pueden volar con sus propias alas, que no dependen del favor de Joaquín Balaguer o de otros factores exógenos.

            Danilo Medina era el peledeista que más posibilidades reales tenía de reeditar un respaldo balaguerista para la segunda vuelta. Y fue de sus ventajas competitivas resaltadas. Porque en gran medida el fue de los arquitectos del Frente Patriótico de 1996, y siguió sosteniendo las relaciones políticas y personales con el doctor Balaguer. Por lo mismo es visto como excesivamente dependiente de ese apoyo para el éxito.

            Otro de los errores del PLD en la campaña de los comicios congresionales y municipales, fue haber cifrado demasiado expectativas en una nueva alianza con el PRSC. La naturaleza política y el instinto de sobrevivencia de este partido, más las contradicciones derivadas del ejercicio gubernamental, diluyeron esa posibilidad.

            Para el 2000 tampoco se puede apostar mucho a esa alianza. Especialmente si finalmente Balaguer se lanza de candidato presidencial. Pero con cualquier otro candidato también peledeistas y reformistas se verán enfrentados en una dura pelea por el segundo lugar, en una batalla que durará largos meses. En semanas no podrían suturarse todas las heridas como para que un alto porcentaje de las bases y de los dirigentes se dedique de nuevo a trabajar por el triunfo del PLD.

            A no ser que se repita la historia de1996, cuando Balaguer sacrificó su partido con todo y Jacinto Peynado. No debe olvidarse que él no podía ser candidato. Pero reunirá quorun suficiente en su partido hoy día para repetir la historia. Y en tal caso tendrá el poder que tenía hace 4 años para imponerse? Y más aún: será igual un “Frente Patriótico” contra Hipólito Mejía y Milagros Ortiz Bosch que cuando fue contra el desdichado José Francisco Peña Gómez?

            No es que deba pelearse con Joaquín Balaguer ni que subestime su influjo. Pero el primer gran desafío de Danilo Medina será asegurarse de vender la imagen de estadista con bríos propios. Capacidad, dedicación al trabajo político y astucia no le faltan. Es cuestión de aterrizar en la realidad.-